#NiUnaMás
#ElEstadoEsResponsable: ataque policial a mujeres en el 3J
Balas de goma, chorros de agua y gas pimienta fueron parte del kit que utilizó la Policía Federal para atacar desde la Catedral a un grupo de mujeres durante la desconcentración de la masiva movilización del 3J. Dos de ellas fueron rociadas con gas pimienta en la cara. Una es Alelí Acuña, trabajadora de prensa de Télam: “El objetivo puntual era que no sacáramos fotos”. La otra es Mónica Buján, una motoquera que sufre de asma y EPOC y aún continúa con nebulizaciones: «Que quede bien claro: no es que la policía fue agredida y por eso ´respondió´, sino al revés”. Testimonios y fotos del momento del ataque.
La foto muestra el momento exacto en que Alelí Acuña Berrenechea, 32 años, es rociada con gas pimienta por un policía identificado de la Federal, mientras le sacaba una foto.
Alelí Acuña es periodista, fotógrafa y trabaja en el archivo fotográfico de Télam. Dice a lavaca: “Nunca me habían rociado con gas pimienta. No sabía muy bien de qué se trataba y ahora te puedo asegurar que es una mierda”. Alelí es una de las miles de personas que el sábado marcharon en todo el país bajo el grito #NiUnaMenos y #VivasNosQueremos, mientras en la calle, en las paredes y en la sensibilidad colectiva se instalaba un reclamo concreto: el Estado es responsable de la violencia hacia las mujeres.
Alelí fue una de las dos mujeres que denunciaron que la Policía Federal las roció con gas pimienta durante la desconcentración de la marcha. Ese día Acuña había ido a cubrir la movilización y sus fotos se publicaron en la cooperativa Infonews. “Me entró en la boca y de a ratos me arde y siento el gusto. La cámara y el celular me quedaron todos impregnados”.
Durante la semana, el grupo Autoconvocadas había presentado junto al movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) un hábeas corpus colectivo y preventivo para garantizar el derecho de mujeres, lesbianas, trans y travestis a manifestarse el 3 de junio. Tras la cacería policial del #8M -ocasión en la que se realizó el Paro Internacional de Mujeres, en la que 20 mujeres fueron detenidas en una cacería policial sin orden judicial-, el habeas corpus presentado solicitó que la justicia ordenara al Ministerio de Seguridad que se abstuviera de portar armas de fuego y realizar acciones represivas, homofóbicas y criminalizadoras, que estableciera personal policial mayoritariamente femenino y debidamente identificado.
El testimonio de Alelí ilustra qué ocurrió finalmente.
“Todo pasó entre 8:15 a 8:20. La marcha fue esplendorosa, pacífica. Yo estaba cerca de la boca del subte D, sobre Diagonal Norte. Había una pequeña fogata, minúscula, algunas pocas chicas en tetas que sólo estaban cantando, sin disturbios. Yo me voy con un grupo de 10 fotógrafos. Ahí escucho el primer disparo. Ya había gas, estaba en el aire. Yo ya me estaba yendo, pero lo que me salió, con la cámara en la mochila, fue ir y mostrar las caras de los que estaban reprimiendo. Tengo un lente 50 y para retratar tengo que aproximarme porque, si no, no se ve nada. Ahí veo que eran alrededor de 40 y 50 policías entre civiles y uniformados. Todo estaba cercado, ellos detrás del vallado con la Catedral como su tótem. Encontré un hueco, me acerco a ellos a unos 10 cm y tomo la primera foto. Era una oficial mujer. Luego saco la segunda: todo perfecto. Cuando voy a sacar al tercero de la fila, ese me dispara el gas, en la boca”.
A Alelí Acuña le sorprendió la actitud del policía. “Lo hizo con la naturalidad de quien masca chicle: con una mano tiró el gas mientras en la otra sostenía un cigarrillo”.

El policía que roció con gas pimienta a Alelí Acuña Berrenechea, fotografiado por ella misma. Tenía identificación a la vista.
-¿Qué pasó?
-Me empiezo a ahogar, los ojos se me irritaban. Ahí lo sigo y lo filmo y le digo de todo. Él se va y se refugia. Después vuelve con una escopeta y pienso: “Estaba armado hasta los dientes”. Sigo sacando fotos, ellos tiran agua y cuando vuelvo al lugar donde había estado, me tiran gas de nuevo. El objetivo puntual era que no sacáramos fotos porque tiraban al grupo de fotógrafxs. No cometimos ningún tipo de delito: nuestros elementos contundentes eran nuestras cámaras. En cambio, ellos sí violaron su protocolo de seguridad. Todos los policías estaban sin identificación. Y cuando vemos que todo se ponía más denso empezamos a escuchar sirenas. Llegaron dos patrulleros en contramano por Diagonal Norte. Había algunas compañeras del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), Ana Laura Torna y Nancy Acosta (de la Secretaría de Mujeres y Géneros del gremio), que estaban pasando por la plaza y se tuvieron que refugiar en el subte. El ambiente era de terror.
Contra las fotógrafas
Una de las fotos captura el momento exacto en el que el policía tira gas pimienta a Alelí mientras ella lo retrataba. La imagen la tomó la fotógrafa freelance Polly Palacios. Dice a lavaca: “Los policías se armaron todos atrás de la valla. Ahí veo a muchos fotógrafos que se acercan y empiezan a sacar fotos. Me acerqué para ver lo que estaba pasando: sólo estaban tomando imágenes. Entonces veo que llega caminando un policía y le tira a una chica que estaba pegada en la valla. Era Alelí. No había nadie tirando cosas, sólo tomando fotos. Ya habían tirado gas desde antes, no te podías acercar mucho: estaban como manteniendo una distancia. Incluso le tiraron gas a una señora que era asmática”.
Esa señora es Mónica Buján. “No soy fotógrafa profesional, sólo cubro estas movilizaciones porque me interesa dejar registro. Soy motoquera y fumigadora”, dice a lavaca mientras pide perdón porque no para de toser. “Tengo asma, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y estoy con nebulizaciones. A mí también me tiraron”.
Mónica tiene 55 años y cuenta qué pasó. “Cuando la concentración sale de la plaza había una fogata frente a la Catedral. Yo llevo mi cámara, una chiquitita, para dejar un registro para la gente que no fue o no pudo ir. Cuando voy para allá no había incidentes, nada, y me acerco a la valla para sacarle fotos a los policías. Tengo una cámara de porquería, por eso me acerco, y es ahí que me tiran directamente a la cara, a menos de 10 cm. Yo respiro por la boca, así que tragué todo el gas. Me ahogué mal, muy mal. Creí que me iba a dar un paro: ya tuve dos en mi vida y no quiero un tercero”.
Buján sacó su puff. “Quería darme aire pero no entraba. En ese momento las chicas que estaban enfrente responden a la agresión que yo sufro. Que esto quede bien en claro: no es que la policía fue agredida y por eso ´respondió´, como informaron por ahí, sino recibieron una reacción producto del ataque que me hicieron. Ahí empezaron a tirar. Balas, agua, gas, pero que quede escrito que la situación se detona cuando ellos o ellas me tiraron gas”.
Buján no se fue. “No me quería ir, no quería dejar a las chicas que me estaban defendiendo. Tenía miedo de que pase lo que ocurrió después del Encuentro Nacional de Mujeres o la cacería después del Paro del 8 de marzo. Ahí veo que a Alelí, que no sabía quién era porque no la conocía, le tiran en la cara. También vi a una compañera que estaba vomitando mal”.
El sindicato de prensa SiPreBa repudió la represión a través de un comunicado: “Este ataque por parte de la Policía es un claro intento de cercenar la libertad de prensa. Exigimos el inmediato esclarecimiento de los hechos y la separación de los responsables materiales y políticos de la represión”.
Las mujeres confirmaron a lavaca que avanzarán con una presentación conjunta para denunciar el accionar policial.
#NiUnaMás
Las claves de la causa Lucía Pérez: un análisis del expediente y los dos juicios orales
Lucía Pérez: las pruebas que figuran en la causa por el femicidio y complican a Farías y Offidani

Un expediente de seis cuerpos y dos juicios orales basados en las mismas pruebas y los mismos testigos serán sentenciados este jueves 23 de marzo, a las 14.30, por los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone. del Tribunal N°2 de Mar del Plata. Ese día, con la lectura del fallo, responderán la pregunta que desde hace casi siete años espera respuesta: ¿quién mató a Lucía Pérez? Las pruebas clave que complican a Farías y a Offidani en el femicidio. Revisitando hoy todo lo leído y escuchado durante el seguimiento y análisis de las tres etapas de este larguísimo proceso (investigación procesal, primer y segundo juicio) estas son las evidencias que se han reiterado.
Uno
Los imputados son Juan Pablo Offidani (49) y Matías Farías (30), pero en Mar del Plata se atribuye al apellido del primero que este proceso se convierta en una clásica investigación judicial de un crimen del poder: Offidani padre es un influyente escribano local, con fluidas relaciones con el Poder Judicial local y la policía bonaerense desde, al menos, los tiempos de la dictadura hasta la actualidad.
Dos
Offidani Hijo se define en la causa como el “compadre” de Farías: es el padrino de su segundo hijo, nacido apenas unos meses antes del crimen de Lucía.
Tres
Farías tuvo dos parejas y con ambas un hijo. Así describió Offidani Hijo a la primera, sin atribuirle a su compadre ninguna responsabilidad: ”La mujer de él era media loca,cuando estaban juntos les sacaron los hijos, tenía 6 hijos la mujer, y vivían en Serena, a media cuadra de la salita y no iban a hacerle los controles ” (foja 414). La segunda era una chica muy joven, que Farías también llevó a parir a esa salita, sin ningún control previo al parto, según declaró en el segundo juicio la enfermera que la atendió y quedó impresionada por su vulnerabilidad.
Cuatro
En esa salita de emergencias de Serena descargó Offidani Hijo el cuerpo de Lucía aquel sábado 8 de octubre de 2016. Si la primera impresión es la que vale, esta es la causó en un testigo que estaban en la puerta:
Declaración de Testigo en foja 142 (sic)
“Ve al más joven (Farías) juntándose en la vereda de la sala con los dos sujetos que quedaran afuera (Offidani Hijo y Maciel) comenzando a entablar algún tipo de conversación, murmurando entre los mencionados, es allí donde el dicente logra escuchar que el sujeto más joven (Farías), el mismo que momentos antes saliera de la sala de primeros auxilios manifiesta "SIC... COMO LO EXPLICO, QUE DIGO, QUE HAGO... ", mientras el sujeto que conducía la camioneta (Offidani Hijo) le responde "SIC... TRANQUILO... LO VEMOS...". Allí cuando el dicente observa el ambo de un efectivo policial a pie, el cual se dirigía hacia la salita, adentrándose a la misma, momento en donde los tres sujetos se observan entre si y comienzan a hablar en voz baja y de manera inmediata, el conductor de la camioneta y el acompañante se suben al rodado, con actitud de apremio según criterio del declarante, y se retiran del lugar a bordo del rodado a gran velocidad.”
Cinco
El primer policía que interrogó a Offidani Hijo y a Farías sobre qué le había pasado a Lucía dejó asentado en un acta las contradicciones que detectó (foja 37):
“ Se iniciaron actuaciones de Oficio en el marco de autos caratulados "AVERIGUACION CAUSAL DE MUERTE", por lo que en primer instancia recepcione declaración testimonial a Farias Matias Gabriel, y como segunda medida recepcione declaración testimonial a Offidani Juan Pablo, ello dado 'a que son las dos personas que llevaron a Lucia Perez Montero, a la Salita de Emergencia del Barrio Playa Serena, de la cual luego de haber tomado ambas declaraciones, surge que entre ambas persona existe una relación a los que ellos llaman compadre, que en la mayoría de lo relatado surge que se encontraban juntos, pero también surge una gran contradicción entre la declaración de uno y de otro, un ejemplo clara es que FARIAS, manifiesta que Lucia Perez Montero arribo a su domicilio siendo las 14:00hs del Sabado 08 del corriente, y manifestó desconocer dondeviviría Lucía, sin embargo OFF!DANI, manifiesta que junto a Farias, el Sabado 08, del corriente, siendo aproximadamente las 10:00hs, fueron a buscar a Lucia a su domicilio, encontrándola en la esquina de la casa, y que dejo a Farias Matías junto a Lucia siendo las 11:00hs, en el domicilio de calle Diagonal Centra y Racedo, asimismo otra cosa que llamo mi atención fue que Farias Matias, una vez finalizada su declaración manifiesta verbalmente que no podía regresar al domicilio dado a que la llaves de su vivienda la tenía su compadre Offidani Juan Pablo, quien al llegar a la salita se retiró del lugar rápidamente, manifestando que su pareja se encontraba sola, y en mal estado de salud”.
Seis
Offidani Hijo declaró que conocía a Farías desde hacía 7 años. Pocos días antes de la muerte de Lucía gestionó para él el alquiler de una pequeña construcción ubicada detrás de un chalet en el coqueto barrio de El Alfar: así llegó Farías al almacén que por las tardes atendía la compañera de escuela de Lucía. Su declaración (foja 38):
“La dicente conoció a una persona de nombre Matías quien le refirió que ella le gustaba, que le gustaría que le pasara su número telefónico, a lo que la deponente accedió, e intercambiaron número, fue entonces cuando Matías le manifestó que el vendía porro. En ese momento le pasó a Lucía el número telefónico de Matías, que ese mismo día momentos más tardes Lucia le manifiesta a la deponente que al salir del colegio iba a venir Matías a buscarla y le pide que no la deje sola porque tenía miedo, que por favor la acompañe, al salir de la escuela siendo las 14.00hs, en la esquina de dicha institución se encontraba Matías esperándolas, al llegar la dicente junto a su amiga se suben a una camioneta de color gris, y observa que en su interior había otra persona quien conducía el rodado (Offidani Hijo) a quien Matías lo presento como su compadre, desde ese lugar se dirigieron a la parada del colectivo de línea 523. en rotonda del faro, sito en calle Diagonal Velez Sarfield y la costa. lugar donde Lucia le entrega a Matías cien pesos, y a cambió recibe una bolsa de nylon que en su interior poseía una sustancia como porro, en ese momento Matías invito a su casa a Lucia, y la deponente dijo que no porque se iban juntas, insistentemente Matías invito a las dos, a lo que nuevamente rechazaron la invitación”.
Siete
Aquel día Farías le entregó a Lucía una bolsita con marihuana que costaba 200 pesos. Lucía le entregó 100. Fiar droga es una práctica poco común, pero eso fue lo que sucedió. Fue entonces cuando Farías comenzó a enviar mensajes a Lucía y su amiga, incluso durante la madrugada, insistiendo en un encuentro con la excusa de la deuda. A la mañana del sábado Lucía acordó pagarle y Farías pasó a buscarla por su casa en la camioneta que manejaba Offidani Hijo.
Ocho
El policía que indagó luego a los vecinos sobre la casa a donde Farías llevó a Lucía escribió en su informe (foja 39):
“Offidani resulta ser nombrado por la vos popular como vendedor de drogas actividad que realizaría en forma conjunta que los mismos se movilizarían en una camioneta marca Fiat, modelo Estrada color verde oscuro, hago constar que habiendo realizado una compulsa el mencionado FARIAS posee antecedentes Penales por el delito Robo en Vía Publica, de fecha 27/11/2012, en jurisdicción Comisaria Quinta, de fecha 29/06/2013 Portación Ilegal de Arma de Uso Civil, en Comisaria Quinta y de fecha 10/07/2013 Portación ilegal de Arma de Fuego de Uso Civil, Comisaria Quinta. Se hace mención que tanto en la Declaración Testimonial de FARIAS como la de OFIDANI, existe contradicciones en ambos testimonios”.

Nueve
Son varios los testigos que en el expediente denuncian la complicidad policial con este puesto de venta de drogas, señalando que por esa notoria impunidad no se atrevían a denunciarlo.
Diez
En los allanamientos realizados en los domicilios de los imputados se secuestraron balas y drogas. Pero fue en la construcción alquilada por Farías donde se incautaron, además, blister de pastillas, una cámara de video sin la tarjeta de memoria y cinco celulares. En todos las conversaciones entre los imputados fueron borradas.
Once
Lo que pasó dentro de ese aguantadero lo cuenta el cuerpo de Lucía. La primera en analizarlo fue la médica forense de la policía bonerense a cargo de la autopsia. Esta es su declaración (foja 120):
“En la zona anal había una importante dilatación no propia de la relajación post-mortem sino que obedecía a maniobras de penetración. No tenía pliegues, para mí era una dilatación atónica y mandé a periciar el esfínter para ver si estaba roto. La dilatación atónica es cuando se produce un ingreso brusco y violento. Claramente el sexo anal consentido no deja lesiones, mucho menos como las que presenta la joven."”.
Doce
Tiempo después y ya realizadas las pericias complementarias, el perito de la Corte Suprema Bonaerense determinó (foja 864):
“Las lesiones descriptas en la autopsia son compatibles con relación sexual forzada, esto según interpretación de este perito y basado en la presencia de las lesiones que se describen en el informe de autopsia "Equimosis en labios menores del laclik izquierdo y en paredes de la vagina, Equimosis en margen anal izquierdo", y que han sido corroboradas en el estudio anatomo patológico informando en región vaginal descongestiona, extravasación de glóbulos rojos a nivel de planos profundos, así como en submucosa y planos profundos de la piel de la región anal. En casos de dilatación anal forzada, es evidente la existencia de dolor en la victima y es una de las causas que se pueden describir que ocasionarían un reflejo vaso vagal. Por lo expuesto este perito estima como causal de muerte, en base a los hallazgos de los estudios complementarios, sobre todo el Anatomopatologico un mecanismo asfictico, y dado la ausencia de otro tipo de lesiones, podría deberse a una asfixia por sofocación ( obstrucción de los orificios respiratorios), en una persona que ha consumido cocaína, y que pudiera estar disminuida su conciencia, por lo tanto no se considera factible una muerte por causas no violentas”.
«No se considera factible una muerte por causas no violentas”.
Perito de la corte suprema bonaerense
Trece
Al día siguiente (9 de octubre) Offidani Hijo, como era habitual, fue a la casa donde estaba la construcción donde estaba Farías. La dueña, testigo de la defensa, recordó así cómo se comportaron ( foja 163):
“Al rato cae Juan Pablo, que siempre está exacerbado, porque siempre está bajo el consumo de alcohol, el padre siempre se hacía problemas por él porque incluso lo había querido internar, estuvo en tratamiento, siempre tuvo problemas de adicción. Juan Pablo comentaba como había sido la secuencia de bajar a la chica de la escalera, de cuando la llevaron en el auto a la salita que se le cayó en la vereda a Juan Pablo. En todo éste momento Matías estaba mal y me pedía perdón, ya desde el día anterior me pedía perdón, desde que salí de testigo, me pedía disculpas por lo que me había hecho pasar. Por eso no entiendo, comieron como si nada y se fueron como si nada, pusieron música desde la casa de él como si nada, meta cumbia”.
Catorce
Ya en la cárcel la personalidad de Farías fue analizada por una psicóloga y psiquiatra, perito de la Corte bonaerense. El resultado (foja 733) :
“Presenta un trastorno de Personalidad, con rasgos ya descriptos ut supra, como egocéntrico; retentivo de sus emociones y sentimientos; con tendencia a la petulancia y fanfarronería, que en sí enmascaran sentimientos más profundos de inseguridad y necesidad de estimación, (aparentar más de lo que se es) y también presenta rasgos antisociales, con embotamiento afectivo, frialdad frente a los otros, con tendencia a la impulsividad marcada, manifiesta en el consumo compulsivo de tóxicos, preferentemente benzodiacepinas a modo de dependencia, y a la comisión de conductas desadaptativos. En torno a los hechos que se le imputan, su discurso es coherente y ordenado, sin alteraciones cronomnésicas que impresionen alteración del estado de conciencia, por lo que se infiere que tuvo capacidad de delinquir. Se sugiere que el mismo realice un tratamiento psicofarmacológico y psicoterapéutico en forma ambulatoria, para lograr la deshabituación del tóxico en el tiempo y así mismo aprovechar el espacio para reflexionar de sus conductas, no obstante por la ausencia de demanda y escasa capacidad de autocrítica, se evidencia pronóstico sombrío”.
#NiUnaMás
El contexto de la amenaza a Messi en Rosario: narco Estado, violencia, femicidios y extractivismo
Lionel Messi fue amenazado en Rosario a través de un atentado con mensaje mafioso al supermercado de la familia de su pareja, Antonela Rocuzzo. ¿Cómo funciona el mercado sicario? ¿Cuánto se pagan las amenazas y muertes por encargo? ¿Cuál es el marco territorial e institucional de la amenaza? El abandono del Estado y la proliferación de bandas. El rol policial y penitenciario. La ciudad en disputa. Publicamos aquí la investigación realizada por la revista MU en Rosario: El narco-Estado: plomo & humo, que fue tapa de nuestra edición de diciembre y refleja el contexto en el que se da esta situación que cobra relevancia por la celebridad de Messi, pero que sigue gestándose desde hace años sin respuestas. Las voces rosarinas para comprender en qué ámbito se fermentó la amenaza.
Rosario, el narco-Estado: plomo & humo.
Narcofemicidios, violencia y extractivismo
La jefa de la Unidad Fiscal de Balaceras revela cuánto se pagan las amenazas y muertes por encargo, entre otras confesiones sobre cómo trabaja la justicia cuando el Estado es cómplice del narco. Una ciudad sitiada por el terror, donde las mujeres y los niños pasaron de ser intocables a principales víctimas. La relación entre extractivismo, pobreza y un sistema penitenciario corrupto. Y las organizaciones feministas y ambientales que explican cómo funcionan las lógicas de una ciudad en disputa. Por Claudia Acuña.

#NiUnaMás
El camino de Lucía, el día que cumpliría 23 años: las revelaciones de una nueva audiencia

Hoy sucedió la quinta audiencia del juicio que investiga el femicidio de Lucía Pérez: quién la mató, quién encubrió, qué pasó. Declararon dos testigos sobre la presunta escena del crimen, la casa que Farías había alquilado 10 días antes del femicidio por gestión de Offidiani, los dos imputados en la causa. Lo que declaró valientemente una de las vecinas: los movimientos de ese día, la venta habitual de drogas en la casa, la presencia de la policía. Lo que llegaron a decir la dueña de la casa y su marido, antes de que el abogado de la defensa César Sivo pidiera suspender la audiencia por el ruido de afuera, donde la Campaña Nacional Somos Lucía y decenas de organizaciones agitaban por el cumpleaños de la joven que hoy tendría 23. El relato y las fotos del camino que Lucía hizo aquel 8 de octubre, de la casa a la salita de salud en el barrio La Serena donde Farías, Offidani y Maciel la llevaron muerta.
Por Claudia Acuña desde Mar del Plata
Grábense en la memoria y en el corazón este nombre: Celeste Soledad Tiseira. Lo necesita y lo necesitamos. Ella porque tiene miedo y el resto, para comprender la trama que derivó en la muerte de Lucía Pérez.
Hay momentos en los cuales la Historia la escriben las personas como Celeste y hoy fue uno. Con frases simples, con lágrimas atragantadas, por momentos sacudiendo los brazos; en otros, con las manos clavadas en el pecho; mirando siempre de frente a los jueces, tal como le indicaron al comenzar su declaración en esta, la quinta jornada del segundo juicio que intenta responder una pregunta que lleva más de tres mil días sin respuesta: qué pasó aquel fatídico 8 de octubre de 2016.
Hoy, cuando la audiencia coincide con la fecha de lo que debería que haber sido el cumpleaños 23 de Lucía, esta vecina del barrio Alfar de Mar del Plata comenzó su relato con una promesa que reforzó con dos palabras: “Juro y prometo”.
Zapatillas y remera negras, jeans anónimos, el pelo largo y oscuro sujetado en una colita, la mirada siguiendo el cursor del Google Maps que el fiscal proyectó para ubicar dónde quedaba la casa que habitaba entonces, dónde el jardín, dónde el poste caído por la tormenta que estaba reparando Cristian, su esposo, luego de cumplir con su trabajo en el puerto, dónde el tronco en el que se sentó ella para cuidar a los dos perros -un caniche y un bóxer- mientras su hija y su hijo cumplían con el desafío que les había hecho el padre al grito de “quién se quiere ganar unos pesos”: limpiar el auto. En eso estaba esa familia aquel sábado.
Diagonal Norte y Rasedo: esas son las coordenadas que la convirtieron en testigo.
Y esto fue lo que pasó frente a su casa y sus ojos:
“Viene una camioneta por Diagonal, estaciona frente al portoncito, se baja una persona morocha y entra por el portoncito, queda la otra persona en la camioneta y después de unos minutos, unos 15 calculo, sale esa persona morocha que había entrado en la casa y le dice a la otra que se había quedado en la camioneta que se baje y esa persona se bajó y entró” .
Recuerda que pensó: “¿Ese se viene a drogar? Podría ser mi abuelo”.
Recuerda que entró a la perra bóxer porque “es una rompe pelotas que no paraba de ladrar”; recuerda también que intercambió mensajes con su hermana, que fue al baño y que regresó al jardín para sentarse en el tronco, al lado de la perra chiquita, así que calcula que pasaron entre entre 25 minutos y media ahora hasta que vio aquello que hasta hoy le quiebra la voz: la figura de un hombre joven cargando sobre los hombros un cuerpo, las piernas en la espalda, la cabeza adelante, colgando, una cabellera de rastas apuntando hacia el piso y la remera plisada por la posición que dejaba ver un torso muy delgado . “Pensé que era un varón, porque siempre veía por ahí a un chico con rastas”, agrega.
Recuerda que el chico joven colocó el cuerpo en la caja de atrás de la camioneta y que quizá… porque había algo atrás o porque justo ahí estaba… ya saben… eso que es como… y levanta, lo cierto es que el cuerpo quedó como sentado y entonces la vio: era una chica. Pensó que tendría la edad de su hija.
Al lado se sentó el chico joven, adelante se ubicaron los otros dos hombres, la camioneta arrancó, tomó por Diagonal y dobló.
Así y con estas simples palabras Celeste ubicó en el tiempo y escena de la muerte de Lucía a los imputados: la persona morocha sería Maciel –hoy ya muerto-, el viejo, Offidani, y el chico joven, Farías.
Silencio.
La familia lo hizo entonces y Celeste lo repite ahora, como una pausa que transmite, después de lo que vio, cómo quedó así, atrapada, en ese lugar que hoy revela a los jueces con una pregunta tremenda: qué pueden hacer aquellas personas que no pueden hacer nada.
La ruta
El camino que llevó a Lucía hasta la salita del barrio La Serena resume toda la trágica Historia marplatense. La avenida que lleva desde su casa -un chalet levantado a mano por sus padres- hasta la costa culmina en el Faro y el sitio de memoria que recuerda que allí funcionó uno de los centros clandestinos de la dictadura. Al llegar al mar, donde ahora se suceden, una tras otras, playas exclusivas y privatizadas, hay que tomar una calle poblada por una arboleda imponente que alberga el sitio arqueológico que da nombre al barrio: el Alfar es el sitio donde se hallaron restos fósiles de más de cinco mil años, memoria de culturas originarias. Unas cuadras más y se dobla justo donde un mural recuerda a los muertos en el submarino Ara San Juan. Otras más y está la plaza donde conviven la salita, la iglesia, la comisaria y el polirrubro bautizado “De todo un poco”.


Celeste no sabía que hasta allí trasladaron los imputados el cuerpo de Lucía aquel sábado, así que lo que cuenta es que su marido le dijo “quedate tranquila”, que le contó a su hermana y su amiga Romina lo que había visto y que esos chats se los entregó a la secretaria del juzgado el día que prestó por primera vez declaración. Y que aquel día pidió protección porque tenía miedo. La respuesta que escuchó entonces fue la siguiente:
-Tiene razón en tener miedo.
La frase la dijo alguien que, cree, era entonces el abogado de los imputados.
Desde entonces se mudó, tuvo ataques de pánico, temió por sus hijos, se sintió desprotegida, durmió siempre mal y llegó como pudo hasta acá, hasta hoy, para decir lo siguiente:
“Y bueno… con esto me voy a poner en problemas, pero bueno… No es la primera vez que los vecinos del Alfar vemos que en una casa venden droga… ¿pero qué vimos también? Al patrullero. Y entrar policías… Entonces… ¿a dónde íbamos a denunciar?… Cuando tenés hijos pensás, ¿cómo me voy a meter? Y cargás con eso…
Luego dijo algo inesperado, inédito, valiente:
-Perdón.


La casa
La siguiente testigo fue Mariana Almada, la dueña de la “casucha” -tal como definió la propiedad- que alquiló a Farías, por pedido de Offidani, a quien dijo conocer desde chica, ya que sus familias eran amigas. Detalló que apenas hacía diez días que el nuevo inquilino se había instalado, que creía que hasta entonces había vivido en la casa de Offidani, sin saber la razón por la que había tenido que abandonarla. Almada vive en un chalet ubicado al frente, detrás del cual hay una construcción de ladrillos que da lugar a una habitación con dos plantas: arriba el dormitorio y escaleras abajo, espacio para una mesa, la cocina y el baño. Dijo haber tenido que echar a los anteriores inquilinos, que Celeste había mencionado cuando contó que le ofrecieron drogas a su hija. Por entonces convivía con una pareja que hoy es ex y que tras un cuarto intermedio comenzó a declarar, aunque sólo alcanzó a mencionar que conocía a Offidani desde antes de iniciar la relación con Almada: el defensor de ese imputado alegó que por su sordera no alcanzaba a escuchar esa declaración, debido al repique de tambores que desde abajo hacían sonar quienes conmemoraban el cumpleaños de Lucía. Convenientemente para la defensa, su exposición se postergó hasta mañana, jornada en la que también declararán otros dos testigos de la acusación. Luego, el tribunal, defensas y querella realizarán la inspección ocular que propuso la fiscalía. Desandarán así el camino que quizá realizó aquel día tremendo Lucía para quizá ver, así y finalmente, lo que vieron sus ojos.
-
MU180Hace 2 semanas
La aventura del cine: Laura Citarella y Laura Paredes
-
NotaHace 1 semana
Pergamino: sentencia contra los agrotóxicos y triunfo de la comunidad frente a un intendente
-
NotaHace 3 semanas
Entrevista al fiscal Leandro Arévalo: “Hay una diferencia inconmensurable con el primer juicio”
-
MU180Hace 2 semanas
La barbarie de la civilización: Lorena Cañuqueo
-
NotaHace 1 semana
Punitivismo y feminismo en el caso de Lucía Pérez: una mirada sobre esa falsa dicotomía
-
#NiUnaMásHace 3 semanas
El contexto de la amenaza a Messi en Rosario: narco Estado, violencia, femicidios y extractivismo
-
MU180Hace 2 semanas
El juicio del Nunca Más: Qué se juega en el fallo por el femicidio de Lucía Pérez
-
NotaHace 6 días
Mía: Cuando el arte abraza