Nota
Empieza el tercer juicio por cáncer al Roundup de Monsanto
Artículo original de USRTK traducido por Mariana Percovich para www.monsantopapers.lavaca.org.
Ella tiene un tumor encefálico y su marido la pelvis y la columna tomadas por el cáncer. Ambos culpan al uso prolongado del popular herbicida Roundup de su enfermedad. Esta pareja de californianos tiene hoy la oportunidad de llevar a juicio a Monsanto.
Alva y Alberta Pilliod -septuagenarios ambos- son querellantes en la tercera demanda contra Monsanto en llegar a juicio. Doce jurados y cinco suplentes fueron seleccionados a principios de esta semana. Las declaraciones iniciales empezaron esta mañana en la Corte Superior del Condado de Alameda en Oakland, California.
La demanda de los Pilliod es la última de una bola de nieve de juicios que desafían la imagen de Monsanto – una empresa que construyó su reputación como una potencia de la industria química y que fue adquirida por la alemana Bayer S.A en junio de 2018-.
Como en los dos juicios previos -ganados por los demandantes-, los Pilliods sostienen que el uso prolongado del herbicida de Monsanto, a base de glifosato, fue lo que los llevó a desarrollar un Linfoma no Hodgkin: y que Monsanto no advirtió a los consumidores sobre los riesgos, a la vez que ocultó y manipuló información científica sobre sus productos.
“Estamos muy enojados y esperamos justicia” le dijo Alberta Pilliod el año pasado al diario The Guardian. Y agregó que no usaban equipo de protección cuando aplicaban el herbicida porque creían en la publicidad de la empresa de que sus productos eran seguros. Afirmó que no lo habrían aplicado de esa manera, de haber sabido sobre los riesgos. “Si hubiésemos recibido información adecuada, si hubiésemos sido advertidos, esto no habría pasado”. Alva cuenta que el cáncer destruyó sus vidas: “Han sido unos años miserables”.
El miércoles pasado, un jurado integrado por seis personas falló a favor del demandante Edwin Hardeman, en el Tribunal Federal de San Francisco, y dictaminó que debía ser indemnizado con una suma de más de 80 millones de dólares -incluyendo 75 millones en concepto de daños punitivos-. Se trata de un reclamo similar al que llevan adelante los Pilliods. Específicamente, el tribunal dictaminó que por daños económicos Monsanto deberá pagar la suma de US$200.967,10; por daños no económicos US$ 3.066.677, por daños económicos futuros US$ 2 millones; y por daños punitivos US$75 millones.
En agosto pasado, Dewanyne “Lee” Johnson resultó indemnizado por US$ 289 millones por decisión unánime del jurado, que encontró que el uso del herbicida de Monsanto fue lo que le causó un Linfoma no Hodgkin, y que Monsanto encubrió los riesgos. El jurado rebajó luego la sentencia a US$78 millones, tras la apelación de Monsanto.
El cáncer ha golpeado muy duro al matrimonio Pilliods, que tiene dos hijos y cuatro nietos. Alva fue diagnosticado en 2011 y ha pasado por varios tratamientos. Alberta Pilliod fue hospitalizada en repetidas ocasiones desde su diagnóstico en 2015. Y a pesar de que Alberta y su marido son considerados pacientes recuperados, Alberta sigue tomando una medicación que llama “quimio de mantenimiento”. En una entrevista, relató que sufre pérdida de audición, doble visión y suele perder el equilibrio, condiciones que podrían volverse permanentes.
Los Pilliods usaron Roundup de manera regular desde mediados de los 70’s hasta hace unos años atrás en varias propiedades de las que son dueños. La pareja dice que eligieron Roundup porque creían que era seguro para ellos y también para los ciervos, patos y otros animales que merodeaban en sus tierras. Alberta Pilliod afirmó en una entrevista que ella pensaba que el Roundup era “como agua con azúcar”.
El glifosato, patentado por Monsanto en 1974, es uno de los herbicidas más usados en el mundo y genera ganancias por miles de millones de dólares. Es el componente activo en los productos Roundup de Monsanto y en cientos de otros herbicidas vendidos en todo el mundo. Pero mientras que Monsanto y otras compañías químicas insisten en que sus productos no causan cáncer, la evidencia presentada en los dos primeros juicios incluye numerosos estudios científicos certificados que muestran que los productos son cancerígenos.
La demanda de los Pilliod hace eco al reclamar que “Monsanto llevó adelante una prolongada campaña de desinformación para convencer a los organismos estatales, a los agricultores y al público en general de que el Roundup era seguro”, a pesar de contar con la evidencia científica que demostraba que no era así.
Bayer, el nuevo dueño de Monsanto, sostiene que las demandas que relacionan a su herbicida con el cáncer no tienen sustento y asegura que sus productos han sido etiquetados adecuadamente con instrucciones y advertencias claras. En respuesta al reclamo de los Pilliod, Monsanto “niega lo que los demandantes sostuvieron o sostendrán en relación a cualquier perjuicio, daño o pérdida que les haya causado cualquier acto u omisión de parte de Monsanto”.
La abogada querellante de Edwin Hardeman afirmó en una entrevista en video que Bayer y Monsanto necesitan empezar a actuar de manera responsable.“Llegado cierto punto esta empresa necesita sincerarse y admitir que sus productos son peligrosos” dijo la abogada Jennifer Moore.
El juez Winifred Smith preside el tribunal que tiene la causa de los Pilliod. Los abogados querellantes anticiparon que el juicio durará aproximadamente un mes. Doce miembros y cinco suplentes integran el tribunal por jurados. Los Pilliod contra Monsanto es la primera demanda que llega a juicio de las reunidas en el Roundup Judicial Council Coordination Proceeding (JCCP sus siglas en inglés).
Un listado de documentos judiciales relevantes se puede encontrar haciendo click aquí.
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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