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«Febres era el que más torturaba»

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La Fiscal�a y las querellas pidieron que se ampl�en los cargos contra H�ctor Febres, primer represor de la ESMA que es sometido a juicio desde que se reabrieron las causas por las violaciones a los derechos humanos. Cuatro de sus v�ctimas describieron c�mo los torturaron y los sometieron a trabajo esclavo (falsificar documentos para los militares y trabajar para la imprenta del diario Convicci�n, por ejemplo). Lo responsabilizaron por las embarazadas que llegaban al lugar y relataron c�mo el prefecto se encarg� del traslado de los secuestrados a la isla El Silencio, en Tigre, cuando la Comisi�n Interamericana por los Derechos Humanos visit� la Argentina. De c�mo el �Gordo Daniel� se transform� en el �Gordo Cagueta�.
Despu�s de escuchar los testimonios de las cuatro v�ctimas que declararon en la segunda jornada del juicio oral y p�blico contra H�ctor Febres -el primer represor juzgado por su actuaci�n en la ESMA, despu�s del Juicio a las Juntas-, tanto la querella como la fiscal�a solicitaron la ampliaci�n de los delitos por los que se juzga al imputado. El fiscal Jorge Taiana pidi� que se le incorpore el cargo de privaci�n ileg�tima de la libertad, agravada por la duraci�n en el tiempo del cautiverio y por encuadrarse los hechos dentro de la figura de persecuci�n pol�tica . La querella, a su vez, exigi� que al Gordo Daniel �como se lo conoc�a en el campo clandestino- tambi�n se lo juzgue por reducci�n a la servidumbre, ya que los testigos relataron con pormenores c�mo fueron sometidos para realizar trabajo esclavo.
�Qu� es tortura?
En la segunda jornada del juicio a Febres, la sala de audiencias de los tribunales de Comodoro Py fue invadida por un silencio estremecedor. Los relatos de las v�ctimas de Febres fueron interrumpidos en varias oportunidades cuando se notaba que estaban al l�mite de su propia emoci�n. De manera recurrente, el juez Guillermo Gordo ofreci� a los testigos la asistencia de una psic�loga, presente en el recinto, y llam� a cuarto intermedio cada vez que las l�grimas amenazaron el relato de los ex detenidos-desaparecidos.
«En la ESMA �ramos miles. Ah� tom� conciencia de que se trataba de un genocidio», declar� Carlos Lordkipanidse cuando se le quebr� la voz. El Sueco �como le dicen- brind� un pormenorizado relato de su cautiverio y del funcionamiento del campo de detenci�n clandestina m�s emblem�tico de la dictadura. Su sensibilidad aflor� cuando cont� que le fue encomendada por Febres la tarea de realizar tres copias de microfilms que conten�an las fichas de todos los secuestrados que hab�an pasado por la Escuela Superior de Mec�nica de la Armada. �Por eso puedo decir que eran cerca de cinco mil. En un momento, cuando pasaban esas fotos, no aguant� y me puse a llorar�. All�, agreg�, pudo ver las fotos de los detenidos, datos de militancia y el destino final: �Algunos, la mayor�a, estaban marcados con una letra D; otros, la minor�a, con la L y muchos con la sigla MC. Deduje que la D era de deceso o desaparecido, la L de liberado y MC, muerto en combate�.
– �Cu�ntas veces fue torturado? � quiso saber la Fiscal�a en otro tramo de su declaraci�n.
– Hay que definir bien qu� es tortura. A mi me torturaron dos a�os y medio, desde que me detuvieron hasta que me fugu� a Brasil� contest� fastidiado.
– �Qui�n lo tortur�?
– Hay que definir bien qu� es un torturador. No fue una persona, fueron todos los que estaban en la ESMA, desde los cadetes hasta los suboficiales y oficiales de mayor jerarqu�a.
El juez Gordo aclar� que la pregunta iba dirigida a cu�ntas veces fue sometido a la picana el�ctrica. Contest� el testigo:
– Creo que se est� subestimando lo que es la tortura, a la que fui sometido durante los dos a�os y medio que viv� en condiciones infrahumanas.
Lo que enojaba a Astiz
Lordkipanidse fue secuestrado el 11 de noviembre de 1978 por personal que se identific� como de Toxicoman�a de la Polic�a Federal. �Me metieron en un Peugeot 504. Al �nico que reconoc� de ese grupo fue a Pell�n, que me apunt� con una Itaka en la frente. Lamentablemente ya falleci� y no podr� ser juzgado�, declar� el testigo que aquel d�a fue llevado a la ESMA, donde un rato antes hab�an arribado su mujer, Liliana Pellegrino, y su hijo de 20 d�as. Cuando lleg�, esposado y encapuchado, reconoci� los gritos de su mujer y de su hijo, que estaban siendo sometidos a tormentos. �En ese momento me hice conocer a los gritos para que supiera que yo ya estaba ah�, por si la estaban torturando por m�. En ese momento el imputado, Febres, me hace un tacle, me saca la capucha y me rompe la cara a trompadas: `Callate, monto hijo de puta`, me dec�a pero yo segu� gritando�, record� Lorkipanidse que en otro momento de su declaraci�n subray�: �Las piezas dentales que me faltan no es por falta de cuidado personal, sino por la golpiza que me dio Febres cuando me recibi�.
El testigo se�al� que lo secuestraron por ser el �ltimo sobreviviente del Grupo Especial de Combate de la Organizaci�n Montoneros. Enseguida record� que el primero en aplicarle la picana el�ctrica fue Alfredo Astiz y que lo hac�a con especial sa�a para sacarse la bronca que le generaban las cargadas de Jorge Perr�n, otro represor. �Todo el tiempo lo gastaba y le dec�a: `Te los saqu� yo.` Parece que el encargado de mi secuestro era Astiz, pero se confundi� y se llev� a mi primo Cristian Colombo creyendo que era yo�, explic� el testigo.
Mientras le aplicaban descargas el�ctricas, a Lorkipanidse le preguntaban por nombres, apodos y direcciones. Como se negaba a darlos, en un momento lleg� el prefecto Juan Antonio Azic con su hijo agarrado de los pies mientras gritaba: �Colabor� porque si no le reviento la cabeza contra la pared�. Como el detenido segu�a sin brindar informaci�n, colocaron al ni�o de 20 d�as sobre su abdomen mientras lo somet�an con la picana.
Lordkipanidse relat� que en la ESMA dej� de llamarse Carlos para convertirse en el 255. Fue alojado en el sector denominado Capucha, en el tercer piso, al que describi� con lujo de detalles mientras se�alaba la maqueta que reposaba en el centro de la sala y cuya imagen era proyectada sobre la pantalla gigante que pend�a a espaldas de los jueces.
�Ponete linda que tenemos que salir�
Cada tanto, el Sueco volv�a a ser conducido al s�tano para sufrir nuevas sesiones de picana, a veces manipulada directamente por Febres: �No siempre lo hac�an para averiguar datos sobre mi militancia pol�tica. Una vez fui sometido a tortura para que cantara d�nde hab�a dejado estacionado el Fiat 600 de la empresa en que trabajaba, porque ellos se hab�an quedado con las llaves.�
Como era fotocromista, a Lordkipanidse le pidieron que falsificara un pasaporte uruguayo. Se neg� una y otra vez hasta que otro detenido le dijo que esos documentos no iban a ser utilizados para secuestrar a otros compa�eros sino para �hacer negocios, para venderlos�. �Cuando empiezo a trabajar, unos compa�eros me ponen al tanto de cierto plan de resistencia que consist�a en inventar trabajos para tratar de salvar a otros compa�eros�. El testigo ejemplific� c�mo romp�an m�quinas de escribir para que un secuestrado que sab�a repararlas fuera llevado al sector de trabajo forzoso. �En un momento �prosigui� el testigo- Febres reemplaz� a Ra�l Scheller en el Sector 4 y cuando se present� me dijo: `Ac�, en este lugar, yo soy el torturador`�.
Cuando Liliana Pellegrino sali� en libertad, cont� Lorknipanidse- era obligada a realizar peri�dicas llamadas telef�nicas a la ESMA para reportarse. �Febres tambi�n la llamaba y le dec�a: �Hoy ponete linda que tenemos que salir. Y se la llevaba para darse corte de que andaba con una mujer joven y linda. Los detalles m�s escabrosos no los voy a contar�, advirti�.
Viaje a El Silencio
Lordkipanidse remarc� que Febres, por ser de la Prefectura, reforzaba su maldad para ganarse el respeto de los marinos. Pero, se�al� el testigo, su figura comenz� a apagarse en 1979, cuando se neg� a formar parte de una acci�n en el exterior: �Hab�an jugado un partido entre Argentina y Holanda, en Amsterdam, y en las tribunas hab�a aparecido una bandera que preguntaba por el destino de los desaparecidos. Como la Selecci�n iba a jugar otro partido en Austria, le encomendaron que viajara para evitar que vuelvan a colgar la bandera. El prefecto se neg�, dec�a que mandaran a los que no ten�a hijos, que �l ten�a una familia y que all� no iba a estar cubierto como ac�. Desde entonces, su figura cay� en desgracia y en vez de Daniel o Selva comenzaron a llamarlo El Gordo Cagueta�.
El testigo tambi�n se�al� a Febres como responsable del traslado de tres decenas de detenidos en la ESMA a la isla El Silencio, en el Tigre, mientras la Comisi�n Interamericana por los Derechos Humanos visitaba la Argentina para indagar sobre la desaparici�n forzada de personas. �Febres supervisaba todo, por eso lo responsabilizo de lo sucedido con el Topo S�enz, el �nico de todos los secuestrados que estaban en Capucha que no lleg� a El Silencio. Nunca se supo m�s nada de �l. Febres debe dar explicaciones�.
Lordknipanidse tambi�n mencion� a Febres como integrante del grupo que decid�a qu� detenidos iban a ser trasladados, eufemismo que significaba que iban a ser dopados mediante una inyecci�n y arrojados vivos al mar desde aviones en vuelo. El testigo subray� que en cuatro oportunidades su destino fue debatido en ese grupo que integraban miembros de las distintas �reas de la ESMA.
Otro de los testigos que, con voz pausada pero firme, desgran� paso a paso su tr�nsito por la ESMA fue Carlos Alberto Garc�a, otro de los querellantes contra Febres, a quien acus� de haber participado del grupo que lo captur� el 21 de octubre de 1977. �Vos te vas a llamar 028�, cont� la v�ctima que le dijeron cuando arrib� a su lugar de detenci�n. Detall� c�mo le aplicaron la t�cnica de tortura conocida como «submarino», al sumergirle la cabeza en agua y c�mo lo picanearon. «Me torturaban todos, el que empezaba siempre era uno que le dec�an 220, de apellido Weber. Y Selva, Febres, era el que m�s torturaba», dijo convencido y agreg�: �Los verdes, los que estudiaban en la Escuela, todos muy jovencitos, directamente me usaban de cenicero y me quemaban con cigarrillos�.
Las inyecciones, la monja, y el �chico rubio�
Garc�a se�al� que aunque estaba encapuchado pod�a ver, porque cuando lo torturaban �saltaba por el aire� y su capucha se desplazaba. El testigo hablaba con la vista hacia abajo, como si no quisiera perder concentraci�n en el hilo del relato y siempre con sus palmas apoyadas en el escritorio que ten�a delante. Record� que lo hac�an trabajar con esposas y grilletes en el subsuelo del lugar, construyendo un espacio llamado la huevera, por estar aislado con cartones de huevos. �Ah� hab�a tres salas de tortura. Era un infierno, todo el tiempo escuch�bamos los gritos de nuestros compa�eros, era como si nos estuvieran torturando todo el tiempo�, grafic�.
Garc�a relat� que en un momento, mientras lo obligaban a trabajar, pudo ingresar al laboratorio de la ESMA y vio a una de las monjas francesas desaparecidas junto al grupo conocido como Santa Cruz. �Estaba destruida �record�- y me preguntaba si sab�a c�mo estaba el chico rubio (en referencia a Astiz, el represor que se infiltr� entre ellas hasta hacerlas desaparecer)�.
El testigo relat� c�mo inyectaban a los detenidos y los sub�an a camiones para ser �trasladados�. Tambi�n cont� que ve�a entrar y salir continuamente a Febres, Scheller y 220 de las salas de torturas. Con el apodo de 220 se conoc�a al comisario Ernesto Weber, padre del comisario hom�nimo acusado de disparar en Plaza de Mayo contra los manifestantes del 19 y 20 de diciembre de 2001. Justamente, mientras la v�ctima nombraba a Weber, entre el p�blico que presenciaba la audiencia comenz� a correr un rumor que se pudo confirmar en el primer cuarto intermedio: el juez Claudio Bonad�o acababa de dictar el procesamiento de Fernando de la R�a y de tres polic�as por los asesinatos ocurridos en las inmediaciones de la Plaza de Mayo durante aquellas jornadas.
Mientras lo llevaban y lo tra�an para que realice el trabajo forzado, Garc�a iba descubriendo el funcionamiento de la ESMA. Un d�a, cont�, se cruz� con una madre que acaba de parir. �Qu� lindo beb�, le dije, y ella me lo dio para que lo tenga a upa unos segundos. Con el tiempo me enter� que ese beb� era Juan Cabandi� (uno de los �ltimos nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y legislador porte�o electo por el Frente para la Victoria)�.
Facturas falsas y el diario de Massera
Garc�a explic� que despu�s lo destinaron en la imprenta, donde lo obligaban a confeccionar facturas de hoteler�a falsas para que los marinos pudieran pasar vi�ticos extras y hacerse de dinero f�cil. La v�ctima tambi�n record� que lo obligaron a presenciar el saqueo de dos imprentas del norte de la provincia de Buenos Aires, en un operativo que estuvo a cargo de Febres. El episodio es coincidente con la aparici�n del diario Convicci�n, que ten�a como objetivo convertirse en la tribuna del dictador Emilio Eduardo Massera, que hac�a p�blicas a trav�s de esas p�ginas sus aspiraciones a convertirse en presidente de la Argentina.
�Nos llevan a trabajar a Apus gr�fica, donde se imprim�a Convicci�n. Febres es el que nos presenta a los gerentes de la empresa. Todos los d�as nos llevaban desde la ESMA hasta all�. �ramos mano de obra esclava�, defini� Garc�a que en un momento introdujo su mano en su saco y exhibi� la credencial que le hab�an dado en esa empresa y un certificado de trabajo que le hab�an extendido. �En Apus Gr�fica tambi�n trabajaba gente normal -explicit� para contraponer con su propia situaci�n- que no sab�a nada. Qu� le �bamos a decir�.
La jornada laboral de Garc�a no terminaba en Apus Gr�fica, continuaba hasta la madrugada en la imprenta del edificio Libertad, donde lo obligaban a falsificar Documentos de Identidad, C�dulas, Registros de Automotor y Pasaportes, entre otros documentos. Reci�n entonces, lo llevaban de regreso a la ESMA.
Lo que cont� Josefa
Garc�a responsabiliz� a Febres del traslado desde Uruguay de un matrimonio secuestrado que fue alojado en la ESMA.
– �Qu� funciones vio cumplir a Febres en la ESMA �insisti� uno de los abogados querellantes.
– Torturaba, se encargaba de las embarazadas y los beb�s y hac�a inteligencia. Tambi�n daba �rdenes � sintetiz� Garc�a.
En un momento, le concedieron a Garc�a el r�gimen de libertad vigilada. Deb�a llamar a la ESMA y presentarse cuando se lo ordenaban. Quiso casarse con Myriam Lewin, a qui�n hab�a conocido dentro de la ESMA. �Tuvimos que pedir permiso para hacerlo. No �ramos due�os de nuestra vida�, subray�.
Alfredo Margali, otro de los querellantes, relat� de manera casi id�ntica a la de Garc�a como los forzaron a realizar tareas en Apus Gr�fica. La que no pudo construir un relato pormenorizado fue la cuarta v�ctima, Josefa Prada de Olivieri. �Mi compromiso con la memoria dur� hasta el Juicio a los ex comandantes, me parece muy extra�o todo esto a 30 a�os de distancia�, explic� visiblemente nerviosa no bien comenz� su declaraci�n. Prada de Olivieri hab�a sido llevada a la ESMA junto a su pareja. A la testigo le exhibieron una foto de Febres para ver si pod�a identificarlo entre sus agresores, pero no pudo hacerlo. Lo que la v�ctima no puede olvidar, treinta a�os despu�s, es que fue violada en el centro clandestino de detenci�n mientras estaba embarazada de cuatro meses.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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