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Femicidio de Úrsula: pueblada, represión y una marcha para denunciar la trama policial y judicial

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Úrsula Bahillo tenía 18 años y fue asesinada a puñaladas por su ex, Matías Ezequiel Martínez, un oficial de la Policía Bonaerense. «Me vi muerta», había escrito la joven en su perfil de Instagram cuando decidió denunciarlo, aunque no alcanzó para que la escucharan en la Comisaría de la Mujer: «No nos quisieron tomar la denuncia porque era fin de semana», reveló su familia. La bronca desató en el municipio bonaerense de Rojas una pueblada que fue reprimida por la policía, baleando a chicas en el rostro. Hasta el fiscal del caso sostuvo que «hay que repensar qué personas se están reclutando» en la fuerza porque se está dando «uniforme y arma a personas que son potencialmente peligrosas”. Hoy Rojas marcha de nuevo a las 17 horas para exigir justicia. En los 40 días que lleva transitado el 2021 el Observatorio Lucía Pérez registró dos femicidios cometidos por policías.

Femicidio de Úrsula: pueblada, represión y una marcha para denunciar la trama policial y judicial

El botón antipánico no se lo dieron. Las denuncias que hizo, más de una docena, no la protegieron. La perimetral se violó. Cuando intentó denunciar el fin de semana en la Comisaría de la Mujer no se la tomaron por ser fin de semana. Ella escribió en su Instagram: “Y si un día no vuelvo hagan mierda todo”. Su ex, Matías Ezequiel Martínez, policía bonaerense, la apuñaló. Cuando la familia, amigas y vecinxs de la localidad de Rojas salieron a pedir justicia la policía los reprimió.

Úrsula Bahillo tenía 18 años. Fue asesinada ayer, 8 de febrero, por Martínez.

Su mamá, Patricia Nasutti, parada frente a la multitud en la puerta de la comisaría relató la ineficiencia estatal: “El 9 de enero hicimos la denuncia contra Matías Ezequiel Martínez, hicimos con mi esposo la perimetral porque la seguía y durante siete meses la re contra amenazo y mató a palos, nosotros no sabíamos. ¿Sabes lo que dijeron en la Comisaria de la Mujer? Que no trabajaban los fines de semana. Hoy le iban a dar el botón antipático y no se la dieron”.

Patricia estaba lastimada, denunció que la había esposado. A su marido lo habían mandado a coser porque se había roto la mano.

La multitud la abrazó gritando “no estás sola”.

Ella respondió: “Chicos no se muevan de acá hasta que no bajen todos los jefes”.

Femicidio de Úrsula: pueblada, represión y una marcha para denunciar la trama policial y judicial
En Rojas se desató una pueblada luego del femicidio, reprimida por la Bonaerense. Hoy marchan otra vez. Foto: El Tiempo de Pergamino.

«Me vi muerta»

Úrsula avisó en sus redes e hizo las denuncias: “Me vi muerta”, dijo en su instagram hace pocos días.

“Úrsula avisó, fuimos a hacer la declaración y les chupó un huevo, nos dieron un papel de mierda y nada más y hoy mi amiga está muerta. Ojalá se haga justicia por ella y por todas. Perdón Ursu por no haber hecho más”, se expresó una amiga de la joven en su Twitter. En una conversación con ella, Úrsula le había dicho: “7 meses me pegó y me callé siempre, hasta que me vi muerta, por eso lo denuncié”.

Cuando Ursula “se vio muerta” le contó todo a sus padres.

«Nos contaron todo y fuimos a la Comisaría de la Mujer de Rojas, donde nos tomaron la denuncia», explicó su mamá aunque agregó que Martínez violó la perimetral que le habían impuesto. En ese momento, fueron nuevamente a la comisaría a denunciar pero los policías que la recibieron desestimaron la denuncia, relató.

La trama policial

El lunes 8 de febrero Martínez volvió a violar la perimetral. La llevó al paraje rural de Guido Spano donde la apuñaló. Después llamó a su tío y le dijo: “Me mandé una cagada”. El tío llamó al 911. Cuando la policía llegó, intentó escapar.

El caso está siendo investigado por el fiscal Sergio Terrón, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 de Junín. A Martínez, que está en un hospital porque se autolesionó, lo imputaron por homicidio calificado por violencia de género. El fiscal confirmó en una declaración televisiva que Ursula había hecho denuncias –dos en el último fin de semana- y que «pidió el botón anti pánico en un juzgado pero no se lo entregaron”.

Sobre las fuerzas de seguridad sostuvo que «hay que repensar qué personas se están reclutando» porque se está dando «uniforme y arma a personas que son potencialmente peligrosas”.

En los 40 días que lleva transitado el 2021 el Observatorio Lucía Pérez registró dos femicidios cometidos por policías. Ursula, que fue asesinada ayer por el policía bonaerense Martínez; y Noelia Albornóz, de 32 años, asesinada el 1 de enero por Marcos Suasnada, policía de La Rioja, con su arma reglamentaria. Noelia tenía 2 hijxs, el hijo menor de 5 años presenció el femicidio.

Martínez tenía más denuncias. Había sido denunciado por otra joven, y que por esa causa tenía fecha para el juicio oral el 18 de abril.

La otra joven que lo denunció es Belén Miranda.“Yo fui víctima, él me quiso matar a mí y a mis hijos con su arma de trabajo. Soy una de las 16 denuncias que hay en la Justicia», dijo en televisión.

Belén estuvo en pareja con Martínez en 2017 y contó que habló con Úrsula personalmente y que ella le mostró «todos sus moretones, sus golpes y sus pelos porque él se los arrancaba». Cuando Belén denunció el Poder Judicial tampoco hizo nada: «Me fui toda marcada a hacer la denuncia y no se hizo nada porque la denuncia la cubrió su tío que esta como jefe de seguridad en la comisaría. Siempre lo cubrieron a él».

“El pueblo entero está conmocionado”, dice a lavaca Mauro Toso, vecino de Rojas. “Somos menos de 24 mil habitantes y no lo podemos creer, todo funcionó mal: la policía, la justicia, todo”.

Es el pueblo que anoche salió a las calles y que la policía reprimió con balas de goma. 

Hoy, 17 horas, Rojas se prepara para marchar nuevamente en reclamo de justicia y para denunciar complicidad policial en el femicidio.

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

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Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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