#NiUnaMás
Femicidios Nunca Más: familiares víctimas de femicidios, sin respuesta estatal
Después de ocho meses de solicitar una audiencia con el presidente Alberto Fernández, el colectivo Familias Víctimas de Femicidios recibió una respuesta desde Casa Rosada: les dijeron que por la “intensa actividad del gobierno” no las iban a poder recibir. El pedido fue derivado al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que organizó un encuentro virtual, pero en el que tampoco participó la ministra Elizabeth Gómez Alcorta. Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, agregó: “Les agradecimos el gesto pero queríamos hablar con el Presidente, porque no queremos más intermediarios”. Los pedidos de justicia. Las promesas económicas. Y el petitorio que aún no pudieron discutir con ninguna autoridad en medio de la impunidad de las causas.

El 11 de diciembre de 2019, un día después de que Alberto Fernández asumiera como presidente, madres, padres y hermanas de víctimas de femicidios dieron inicio a al colectivo Familias Sobrevivientes de Femicidios, uniendo sus voces para que sean escuchadas por quienes deben encontrar soluciones adecuadas que permitan terminar con la violencia machista, esa violencia que destroza un cuerpo y, a la vez, una familia. Ese mediodía entregaron en mesa de entrada de la Casa Rosada, la primera carta dirigida al Presidente. Probablemente fue el primer petitorio recibido por esta gestión. La acción se repitió cada mes: una ronda en Plaza de Mayo, el ritual de la conversación entre las familias para intercambiar experiencias y estrategias, y la entrega de una carta. Las familias continuaron de modo virtual cuando inició la cuarentena.
Luego de ocho meses de solicitar una audiencia con Fernández, las familias recibieron este lunes una respuesta por primera vez. La carta fue dirigida a Alfredo Soggiu, papá de Carla Soggiu, y Marta Montero, mamá de Lucía Pérez; ambas familias esperan aun justicia por el femicidio de sus hijas.
Dice la respuesta de presidencia: “Por medio de la presente se le informa que, por el momento, el Primer Magistrado no podrá recibirlos debido a la intensa actividad del gobierno que actualmente desarrolla”. El pedido fue derivado entonces al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
El mismo día que esta respuesta fue enviada se conocieron tres femicidios:
- Silvana Johnson, de 33 años, asesinada a golpes en Puerto Madryn;
- Ingrid Soledad Zalazar, de 44 años, baleada en Baradero;
- Iara Sabrina Rueda, de 16 años, su cuerpo fue encontrado enterrado en Palpalá, Jujuy, donde la policía reprimió con balas de goma a quienes se manifestaron pidiendo justicia. En ese mismo lugar sigue desaparecida Gabriela Cruz, de 24 años: en la marcha se exigió “celeridad” en su búsqueda.

La falta de conexión
La reunión con funcionarias del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad se realizó de manera virtual. Pudieron estar presentes solamente Alfredo Soggiu y Marta Montero. “El resto de las familias no tienen dispositivos para conectarse”, grafica Marta, mamá de Lucía Pérez, a lavaca. “No tienen red, no tiene teléfono. Hablamos de una diferencia social importante. Me atendés por Google y yo no puedo ni entrar, no tengo crédito en el teléfono”. Alfredo, papá de Carla Soggiu, agrega: “Hay familias que no tienen recursos para hacer el encuentro virtual. O no tienen crédito o les cuesta. A mí mismo me costó mucho, en un momento me quedé sin audio”.
En un comunicado difundido por Familias Sobrevivientes de Femicidios explicaron sobre la reunión: “Así escuchamos a varias funcionarias de segundo y tercer nivel ministerial, quienes nos detallaron los programas de ayuda asistencial que habían implementado, como por ejemplo la ayuda de 40 mil pesos que se puede pedir antes de los 60 días de ´sucedido el fallecimiento´. Así agradecimos mucho el tiempo que nos dedicaban, les explicamos que los crímenes de nuestras hijas están impunes desde hace varios años y reiteramos nuestro interés: ser recibidas por el Presidente ya que consideramos que los femicidios deben ser prioridad en la agenda de gobierno”.
El colectivo reiteró en la reunión el pedido de audiencia con el Presidente.
Marta Montero apunta: “Les agradecimos el gesto pero queríamos hablar con el Presidente, porque no queremos más intermediarios. Hace tiempo que venimos y no se nos escucha, queremos habar con el presidente”.
Alfrego Soggiu: “Seguimos manteniendo el deseo de mantener una audiencia con el Presidente, de todas las aristas que tiene este tema no hablan nada. La solución no es solamente monetaria, que además es insuficiente. Hablamos con respeto pero estamos cansados. Las soluciones no aparecen. Seguimos en la misma, seguimos igual. Necesito decírselo a la persona más importante del país, a ver si me escucha o no, para que sepa cuáles son los problemas de fondo”.
El petitorio que sigue vigente
En el primer encuentro de Familias Sobrevivientes de Femicidios, diez meses atrás, se acordaron cinco puntos con exigencias hacia el Estado que fueron entregados en el petitorio. Siguen vigentes:
- Cumplimiento efectivo de la pena: ningún femicida puede quedar en libertad sin que el Estado garantice que la cárcel no haya sido una escuela de más violencia.
- Ayuda inmediata a los hijos de víctimas de femicidios: los abuelos se hacen cargo desde el yogurt hasta la psicóloga.
- Acompañamiento integral a las familias desde el Estado que incluya los recursos necesarios para llevar adelante el pedido de justicia: las familias deben pagar desde el ataúd hasta el abogado.
- La capacitación sobre femicidios a los jueces, fiscales y defensores judiciales deben ser dados por los familiares que somos expertos en el maltrato, misoginia y crueldad judicial.
- El Estado debe identificar a las familias como víctimas y su consecuente tratamiento.
Alfredo subraya los puntos que aún faltan discutir: “Necesitamos un plan integral, primero para salvar vidas, para salvar a las chicas. Se tiene que enfocar más en el tipo, que no se pueda acercar, que respete las medidas, para que la mujer pueda mirar para adelante y que no tenga que mirar para atrás cada cinco minutos por miedo”. Alfredo y Roxana, mamá de Carla Soggiu, se hicieron cargo de sus dos nietxs menores de edad, y no reciben la reparación económica establecida en la Ley Brisa. “Nombré a mis nietos, pero dicen que es otra área. Está muy mal que no esté entrelazado, ¿cuántas criaturas quedaron huérfanas este año?”.
“Esperamos la respuesta del Presidente”, dice Marta que reitera que escucharon con respeto y atención en la reunión pero que quieren un cambio, “no un parche”.
Alfredo concluye: “Las familias necesitan un acompañamiento integral del Estado. Tiene que ser en profundidad, hay gente que necesita una cosa y otras personas otras. Cada caso es un mundo que se genera. Tienen que ver la cantidad enorme de aristas que tiene un femicidio, en cada familia es distinto como golpea. Hicieron granito de arena, pero les falta la playa. Un granito de arena es un inicio”.
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.
Por Claudia Acuña
El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación: es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.
Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.
¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.
A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.
Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.
El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.
Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.
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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?

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