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Fue femicidio: en atento silencio y durante 5 horas cientos de personas escucharon el pedido de perpetua para los imputados por el crimen de Lucía

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Gracias a una colecta autogestiva, por primera vez en la historia pudo seguirse desde la calle una audiencia de alegatos acusatorios, algo que se originó porque el Poder Judicial utilizó una sala diminuta para un juicio enorme: el femicidio de Lucía Pérez. Lo que escucharon esas personas durante más de cinco horas, en atento silencio y tomando nota, fue la condena pedida por la querella: perpetua para Matías Farías y para Juan Pablo Offidani por considerarlos responsables de violar y matar a la joven de 16 años. El pedido del fiscal Leandro Arévalo: perpetua para Farías y 20 años de reclusión para Offidani. El repaso de los chats, las declaraciones claves, y lo que se seguirá investigando: el falso testimonio del médico que firmó el acta de defunción, la operación de encubrimiento, y si hubo más personas en la escena del crimen.

En una jornada histórica dada por el contexto callejero las partes acusatorias fundamentaron las penas solicitadas para los dos imputados por el femicidio de Lucía Pérez. El fiscal Leandro Arévalo solicitó prisión perpetua para Matías Farías por considerarlo «autor penalmente responsable de abuso sexual con acceso carnal agravado por resultar en la muerte, y agravado por suministrar estupefacientes, en marco de un contexto de violencia de género, en concurso ideal con la figura de femicidio»; y 20 años de reclusión para Juan Pablo Offidani, por considerarlo colaborador secundario, figura agravada por la vulnerabilidad de la víctima.  

Por su parte, las abogadas Florencia Piermarini y Verónica Heredia -que representan a la familia Pérez Montero- pidieron la misma pena para ambos imputados: perpetua. A diferencia del alegato del fiscal Arévalo, las abogadas expusieron cómo Offidani fue partícipe primario de la violación seguida de muerte de Lucia.

Las irregularidades del proceso

En el inicio del alegato el fiscal Leandro Arévalo pidió públicamente disculpas como parte del Ministerio Público Fiscal por los errores y perjuicios causados por los anteriores fiscales en el juicio, y aclaró que esa falla generó pérdida de pruebas. Puntualizó algunos de esos “errores”: las irregularidades en el acta inicial realizada en el domicilio de Farías, el no secuestro de celulares, la no realización del test de orina y sangre en ese primer momento, que Farías haya dormido en su casa la noche siguiente de la muerte de Lucía, entre otras. Además agregó que no hubo autopsia sino hasta 24 horas más tarde. Y que inexplicablemente la fiscalía anterior aceptó que el imputado Farías presente su declaración redactada por su abogada defensora, sin dar lugar a preguntas. También explicó las dificultades de acceder a los cruces de llamadas. 

Otra irregularidad: “Inconcebiblemente la instrucción permitió que un imputado (Matías Farías) entregue su declaración escrita por su defensora. Tenemos un código procesal que marca el confronte como la regla básica. No respondió preguntas y ahí cerraron el acta. Es inconcebible: se desperdició un acto valiosísimo”.  

El fiscal Arévalo explicó que hubo datos borrados del celular de Matías Farías, ya que 48 horas después, en el día de la detención, ya tenía otro chip. A su vez, Juan Pablo Offidani, también borró información clave de su teléfono. Tampoco se pudieron recuperar las conversaciones que ambos imputados mantuvieron el día del crimen: borradas. Toda esta pérdida de pruebas fue posible porque ninguno de esos teléfonos fueron retenidos en el momento en que ambos dejaron el cuerpo ya muerto de la adolescente en la salid de salud de La Serena.

Durante su exposición el fiscal resaltó : “Nuestra formación nos hizo creer que la formación androcéntrica era normal: casos como este nos hacen sacar el antifaz de los ojos”. En ese sentido puso el eje en que los actos de Lucía Pérez y Matías Farías no pueden ser “tomados como acto de iguales». Se preguntó: “¿Cómo vamos a hablar que son iguales una persona de 16 años y vive con sus padres y alguien que tiene dos hijos y fue condenado por venta de estupefacientes a menores?”. 

Este argumento fue retomado por las abogadas de la familia, para derribar el mito de una relación sexual consentida, principal argumento de las defensas de los acusados.

Los chats de Farías: “Buscame chicas”

El fiscal dio cuenta de que Matías Farías le había dicho a Belén, compañera de colegio de Lucía y nexo entre ambos, la frase textual: “Buscame chicas”. Concluyó al respecto el fiscal: “No iban a la puerta del colegio solo a buscar clientes para venderles drogas: iban a buscar alguien con quien satisfacer su apetito sexual, iban a buscar nenas”.

También resaltó el acoso de Farías el día previo: la cantidad y frecuencia de los mensajes que le vio, las veces que Lucía lo rechazó y trató de esquivarlo, hasta que finalmente aceptó verlo. El fiscal reveló el motivo: Farías le había «fiado» marihuana el día anterior, y con el cobro fue la excusa para acosar. «¿Qué dealer fia droga? Es inaudito, salvo que tenga otra finalidad», remató Arévalo. ¿Cúal era? La respuesta del fiscal: “Lucía fue a la casa de Farías a saldar una deuda”. Y remarcó: “No encontramos en la vida de Lucía algún indicador de que tenga un interés en Farías. La falta de interés está también en el propio chat”. 

El rol de Offidani

Recordó que los “ informes dan cuenta de una violencia en la relación sexual”, y que eso se evidencia en la presencia de equimosis. “Hay de todo menos consentimiento”, dijo. 

A Juan Pablo Offidani el fiscal lo describió como “socio” de Farías y aseguró, citando pruebas: “Offidani sabía perfectamente lo que iba a hacer, lo que iba a buscar». Remarcó su «carácter perverso que demuestra ser un adicto a la pornografía”, dado que el historial de búsquedas de Offidani “es una inagotable conexión de visitas a sitios de pornografía de cualquier tipo. Más del 50% de la búsqueda web de Offidani está vinculada a pornografia”. Según detalló el fiscal, en la mayoría de esos vídeos aparecen mujeres en situación de sometimiento y de violencia.

Por ello Arévalo sostuvo los mismos agravantes para ambos imputados: 

  • Ponderó la edad de la víctima
  • El aprovechamiento de su vulneravilidad
  • La violencia sexual, teniendo en cuenta las lesiones constatadas
  • El contexto generalizado de violencia de género
  • Y el carácter oneroso del suministro de estupefacientes

El alegato fiscal terminó con la lectura de un chat que mantuvo en esos días Lucía con su mejor amigo, a quien le dice: «Ahi llegó mi mamá. Trajo fiambre y caramelos. Y si: soy mamera».

«Esa era Lucía», concluyó el fiscal.

La falta de consentimiento 

Luego de un cuarto intermedio, comenzó el alegato de la querella. La abogada Florencia Piermarini centró su intervención en el rol de Farías y, en particular, la jurisprudencia penal sobre un tema clave para evaluar la sentencia: el consentimiento. “No se puede presumir bajo ningún punto de vista el consentimiento de Lucía Pérez”. Agregó que la joven era “triplemente vulnerable” por su edad, por ser mujer y por ser a quien le estaban vendiendo droga. 

Otro punto central fueron las lesiones encontradas en el cuerpo de Lucía. Explicó detalladamente una en particular: las marcas que tenía en el sacro, que según declararon las peritos solo puede originarse por la presión con violencia sobre una superfecie dura. Recordó entonces que los jueces, en la visita ocular al lugar del crimen, pudieron apreciar la coincidencia de las rústicas tablas de madera que forman el piso del cuatro. También recordó que una de las peritos explicó que por la posición del cuerpo era imposible que el sacro apoyara sobre el piso, salvo que se le levantaran las piernas bruscamente. Expresó entonces que eso era exactamente lo que Farías había hecho con Lucía: levantarle las piernas para penetrarla analmente. El detalle: lo hizo mientras la adolescente «comenzaba su proceso de muerte».

“Las lesiones son prueba de la falta de consentimiento de Lucía”, concluyó.

Se preguntó Piermarini: “¿De qué consentimiento estamos hablando? ¿El de una niña, de una mujer de 16 años drogada por un dealer y violada en forma brusca e intensa, mientras se estaba muriendo? Sin consentimiento la actividad sexual es una agresión sexual”. Dijo entonces que “considerar el consentimiento es ilegal y anticonstitucional».

La querella sintetizó así la situación del imputado: «Farías, un dealer que le dio a Lucía una cantidad indeterminada de cocaína mientras la violaba y le causó la muerte. Farías sabía lo que hacía: le suministró cocaína a una menor de edad para someterla sexualmente. Sabía que “el sexo brusco, intenso y violento en coordinación con consumo de drogas podía causar la muerte. Lo sabía por haber sido consumidor y por ser vendedor de drogas. Su muerte era un resultado probable, y no le importó”. 

Partícipe necesario

La abogada Verónica Heredia apuntó sobre el otro imputado Se preguntó: «¿Qué hacía Offidani mientras Farías violaba y drogaba a Lucía Pérez?”. Respondió: “Offidani tenía marihuana, drogas para vender a menores de edad, le había vendido a Lucía. También sabemos que era una persona que consumía todos los días cocaína, y que era un gran admirador de la potencia sexual de Farías, su compadre”. Luego detalló que entre las 12.54 hasta las 16.24 de la tarde del 8 de octubre de 2016 Offidani no usó su celular. “¿Qué pasó en ese momento? Lucía se estaba muriendo, Lucía estaba siendo drogada y violada por Farías y Offidani estaba de campana, protegiendo toda la actividad de Farías, sabiendo que nadie iba a poder socorrer a Lucía”. Luego, señaló: » A las 13.47 Offidani hizo un llamado que duró 2 minutos, 10 segundos: llamó a su papá, un reconocido escribano marplatense. » Relacionó esa llamado con la inusual llegada a la sala de salud de Serena de Pablo De la Colina, ex subsecretario de Salud municipal, quien se hizo cargo de la guardia y hasta firmó un certificado de defunción en blanco.

“¿Qué pasó entre la llamada que hace Offidani hasta que ingresa a buscar a Lucìa a la casa, alrededor de las 15 horas? En ese trayecto llega De la Colina (el médico) a la salita. Nunca De la Colina había ido a cubrir una guardia a la salita, era sorpresivo. tan sorpresivo fue que dejó un certificado de defunción firmado en blanco”. 

Dijo Heredia: “Entendemos que la participación de Offidani es de colaborador primario para que se produzca la violación y la muerte de Lucía”.  Por eso la abogada que representa a la familia Pérez Montero reclamó para Offidiani la misma pena que el fiscal Arévalo reclamó para Farías: perpetua.

Las investigaciones que se abren

Sobre el médico De la Colina (ex subsecretario de salud marplatense) Heredia solicitó al Tribunal que “se inicie una investigación por el posible delito de falso testimonio y falsificación de documento público”. 

Además solicitaron una investigación del ADN hallado en una colilla de cigarrillo en la cual se detectó una muestra correspondiente a la mezcla de dos individuos, uno es Lucia y otro no se sabe. “Solicitamos que el Ministerio Público Fiscal cumpla su promesa de investigar si hubieron más personas el 8 de octubre de 2016”.

Por último pidió al tribunal que constante cual de los dos informes sobre Farías era el legítimo, ya que bajo al mismo número hay dos contenidos diferentes.

El alegato de las abogadas concluyó pidiendo que se escuche al papá de Lucìa, Guillermo Pérez, quien dijo: «Le pido al Tribunal una condena». Con esas palabras terminó la audiencia.

Afuera, esperaban a la familia cientos de personas que acompañan el reclamo de justicia desde el inicio de este segundo juicio. Entre ellas, muchos familiares de víctimas de femicidios, que tomaron la palabra para apoyar a Marta, Guillermo y Matías, mamá, papá y hermano de Lucía, y para contar sus casos y dar contexto a todo lo que se habla cuando se habla de femicidios: de complicidad policial, de narcos, de Estado cómplice, de falta de justicia. 

Sobre el escenario y rodeada de otras familias Marta Montero dijo: “Los fundamentos y el pedido de perpetua para Offidani y Farías es lo que siempre sostuvimos, porque así fue: fue una cacería de una criatura. Les pido a los jueces que sean los ojos y oídos que Lucía no pudo tener más. Que ellos puedan escuchar a las dos abogadas y al fiscal. Esto fue un femicidio y pedimos perpetua para Juan Pablo Offidani y Matías Farías”. 

Los alegatos de las defensas serán el próximo martes 28 desde las 9 de la mañana.

Se espera que aproximadamente una semana después, los tres jueces den su veredicto.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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