Sigamos en contacto

Nota

Hijos de Pity

Publicada

el

Qué representa el Pity Álvarez detenido por homicidio. La fiesta de los medios que, salvo ocasiones, siempre se rieron del personaje sin reparar en el artista. Las entrevistas más o menos históricas, aquello que el rock no fue, la muerte del rock. Y las vanguardias. Larga semblanza para salir del morbo, por Pablo Marchetti para lavaca.org

Por Pablo Marchetti

En 1909, el poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti publicó el Manifiesto futurista, primer manifiesto artístico del siglo XX. Lo publicó en francés, en el diario Le Figaro, en París, entonces epicentro de la vanguardia artística europea y occidental.
El futurismo dio comienzo a un montón de ismos (dadaísmo, surrealismo, constructivismo, etc) que, a diferencia de otros ismos pictóricos, musicales o literarios, iban a abarcar todas las artes. Y también la política.
       El Manifiesto futurista no sólo inaugura el formato de texto-guía de la vanguardia artística, siguiendo el ejemplo de lo que había sido, en 1848, el Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Karl Marx y Friedrich Engels. El texto de Marinetti representa también, como ningún otro, las contradicciones profundas que encierran las vanguardias.
       ¿Hasta dónde lo revolucionario es realmente revolucionario? ¿Cuándo la defensa de esa revolución se vuelve conservadora? ¿O será que la revolución precisa un determinado orden que, si se torna demasiado estricto, se corre el riesgo de volverse reaccionario? Todas estas preguntas son intrínsecas y constitutivas de las vanguardias. Pero el futurismo fue más allá, desde su fundación.
       El manifiesto de Marinetti hablaba del “desprecio a la mujer”, de la “purificación de la guerra” y de “destruir los museos”. Además de unas reglas muy precisas sobre cómo se debía concebir el arte. Las cuestiones estéticas tenían que ver con una lectura política extremadamente autoritaria. Por eso no sorprendió a nadie que, años después, Marinetti terminara siendo primero, simpatizante fascista. Y  finalmente, funcionario de Mussolini y poeta oficial del régimen.
       Como sucede con las vanguaridas artísticas, suele asociarse al rock con la contracultura, con lo contestatario y con lo disruptivo. No se trata de discutir aquí los alcances de la relación entre arte y mercado. Ni en la vanguardia ni en el rock. Hablo de aquello que es constitutivo de estas expresiones, al menos desde la teoría.
       Si hay algo que debemos reconocerle al futurismo es haber sido claro desde el comienzo. Si bien se presentó como vanguardia, no ocultó nunca su vocación opresora.
Se sabe: una cosa es Ricardo Iorio diciendo barbaridades desde la marginalidad más absoluta, y otra bien distinta es transformar esas barbaridades en política de Estado. Del mismo modo, no es lo mismo un poeta italiano marginal publicando un manifiesto artístico en un diario, que ese mismo poeta dándole soporte teórico y estético al Duce.
       La irrupción de la cultura rock permitió visibilizar determinados valores que estaban por fuera de la moral burguesa: el uso de drogas, el libre ejercicio de la sexualidad, la ruptura con toda idea de uniformidad estética, el desprecio por la sociedad de consumo. Sin embargo, como sucede muchas veces con los ideales, las cosas, en la práctica, se presentaron de otro modo.
       Las drogas se volvieron un territorio de autodestrucción más que de introspección; la ruptura con la uniformidad estética derivó en el establecimiento de otra uniformidad estética; y esto último derivó no en el fin del consumismo, sino en un reemplazo de consumos.
En cuanto a la pretendida libertad sexual, el sistema de idolatrías por las nuevas estrellas de la contracultura hizo que la libertad sexual fuera una potestad de los nuevos monarcas. Que, como en toda sociedad machista, eran hombres. Si la mujer quería participar del festín, podía hacerlo como groupie.
       En los últimos tiempos, el rock argentino se cayó a pedazos. Si Cromañón marcó el fin de una forma de producción y también de una poética, lo que vino después tuvo que ver con la caída del patriarcado. Y, por ende, del patriarcado del rock. Muchos rockeros pasaron a ser noticia por denuncias de acoso y abuso sexual, por violaciones o por apología de estos hechos aberrantes.
       La caída del rock tiene que ver con muchas cuestiones. Pero hay una no menor que en general se pasa por alto: el hecho de que aparezca un elemento más disruptivo, algo que “lo corra por izquierda”, por decirlo en términos tradicionales. Uso el término adrede, como una forma de cuestionar las nociones tradicionales de izquierda y derecha.
       El feminismo vino a correr por izquierda al rock. ¿El rock es de izquierda? ¿El feminismo es de izquierda? No. O no necesariamente. Digo que el feminismo corre al rock por izquierda porque lo cuestiona, señalándole aquello que se suponía que el rock era pero no fue. Aquello que el rock venía a representar desde el ideal, pero que dejó de hacerlo desde que se burocratizó.
       En un panorama donde el rock argentino sólo es noticia por las denuncias de violencia hacia la mujer, el caso de Pity Álvarez no deja de llamar la atención. Pity mató a una persona de cuatro balazos.
       Pity forma parte del zoológico del rock. Pity, como pasa con Iorio, es un rockero que es conocido por fuera del rock. Pero no por su música, sino por lo que dice o lo que hace. Más aún: por el imaginario que esto genera.
Anoche, en su programa Periodismo Para Todos, Jorge Lanata emitió una entrevista que le hizo a Pity Álvarez. Muy buena entrevista, hay que reconocerlo. Allí Pity habló de la vida, de la muerte, de que no se veía en ningún lado dentro de 20 años porque seguir 20 años en este mundo le parecía demasiado. Habló también de su formación católica, de una nueva idea de Dios y de sus ganas de trabajar en la NASA.
El detalle es que la entrevista a Pity era del año 2012, el primero de Lanata en Canal 13. La sensación que daba era la siguiente: en su momento Lanata creyó que aquello era un buen material periodístico porque el personaje lo era. Pero al no tener un anclaje en la agenda cotidiana, no daba para transformarse en una nota para el programa.
Anoche, seis años después de que hizo la entrevista, la coyuntura acomodó las cosas. Y entonces Lanata puso al aire su entrevista con Pity. Una entrevista que no tuvo el clásico formato del periodismo amarillo que busca en Pity el detalle macabro. Se habló de drogas, claro. Pero se habló de consumos, de malos cortes y la diferencia entre tomar y fumar. Pero de lo que no se habló fue de música, de arte.
La entrevista a Pity Álvarez en PPT dejó en evidencia cuáles son hoy los nuevos tabúes: se puede hablar de la muerte, se puede hablar de drogas, se puede hablar de todo aquello que, se supone, es macabro. De lo que no se puede hablar es de arte. Para un artista lo que importa es ser un personaje. Y si es un personaje autodestructivo, mejor.
Los periodistas entrevistan a Pity por el personaje que es. Pero Pity jamás sería ese personaje si no fuera músico, si no fuera un artista. Un buen artista, un tipo con una poética cruda, de barrios bajos, de marginalidad. Un artista al que le creés todo.
¿Por qué nos fascinan tanto esos personajes? ¿Por qué tenemos más avidez por consumir el personaje Pity que el artista Pity? ¿Cuál es el gusto por el morbo? No tengo idea. Pero intentaré ensayar algunas posibles respuestas.
Los artistas son aquellas personas que nos enseñan lo imposible. Que nos hacen conmover porque nos activan sentidos que sólo los humanos podemos decodificar. Porque saben activar mecanismos de sensibilidad colectiva construidos socialmente pero decodificados de manera individual.
La capacidad de los artistas para decodificar la abstracción para generar sentimientos concretos aunque intangibles, los vuelve mágicos. Y esa magia los transforma en seres capaces de vivir una vida que pocos se atreven a vivir. Las cosas se vuelven públicas porque hay un público esperando ver cómo lo hacen de nuevo. Y si no son capaces de hacerlo, ver cómo caen. O sea, nos confirman que son humanos.
Conversé muchas veces con Pity Álvarez hace 15 años, para una extensa entrevista para la edición argentina de la revista Rolling Stone. En ese momento (julio de 2003), Pity tocaba con su banda Intoxicados. Fue la primera entrevista larga que le hacían en esa publicación, así que pasé con él varias tardes y noches.
Estuve en la casa de Pity, en la sala de ensayo, en un par de shows y en el estudio donde estaban grabando el disco No es solo rocanrol. Una tarde fui a la sala de ensayo y Pity estaba durmiendo en una alfombra mugrienta, acurrucado junto a dos chicas y a un perro. Durmió 15 horas seguidas, luego de pasar cinco noches sin dormir.
Cuando se despertó, saludó y, medio dormido, agarró una pipa de agua hecha con una botella de plástico de Coca-Cola de 600cc, la prendió, fumó un poco de crack y se fue a ensayar. Pity me convidó vino, café, porro, lo que quisiera, menos crack. “Es una porquería”, se excusó, casi con vergüenza.
Pity podía haber tomado cocaína. Pero prefería fumar crack. Para aclarar: la cocaína es una droga. Que, como es ilegal, puede venir cortada. Pero es una droga. El paco (o crack, o pasta base), en cambio, es basura. Llamar droga al crack es como llamar comida a esos restos que tiran todas las noches las cadenas de comidas rápidas. Hay gente que fuma crack, como hay gente que come esos restos. Pero eso no es comida, es basura. Lo mismo pasa con el crack.
En su casa, Pity me mostró un pote de queso blanco todo verdoso, lleno de hongos, que tenía en la heladera. Y me contó que lo mezclaba con fideos o con arroz y que lo comía porque le permitía crear anticuerpos.
El crack, la comida podrida, el agua de la zanja que decía que tomaba, todo eso forma parte del mito fundante de Pity como personaje. No del rock, sino del circo del rock. O del circo a secas. Del morbo freak que alucina a una televisión que está en una agonía más patética que la del rock. Y se iba a replicar desde entonces en cada entrevista.
Cuando publiqué lo del crack, la encargada de prensa de Pity me llamó para putearme. “¿Cómo vas a publicar eso?”, me preguntó. Le respondí que lo había consultado con Pity y que él me había dicho que no había problema, que pusiera lo que quisiera. “Pity está enfermo, no le podés hacer caso”, insistió la encargada de prensa.
Me había quedado claro que Pity no estaba bien. Pero, ¿qué se hace en esos casos? ¿Se lo oculta? La nota no hablaba sólo de eso: contaba sobre el proceso creativo del disco y hablaba de los nuevos rumbos estéticos que estaba emprendiendo Pity.
En el departamento de Lugano, en el monoblock del barrio Samoré, Pity no sólo me mostró el queso blanco podrido que comía. También me mostró unos cuantos temas de hip hop (estaba fascinado haciendo bases electrónicas sobre las que rapeaba) y composiciones propias de tango y folklore. Me habló de su admiración profunda por Mercedes Sosa y María Marta Serra Lima. Y en el estudio, tuve el placer inmenso de verlo grabar Una vela, un hip hop increíble, de intenso pulso barrial.
Hoy recuerdo aquella entrevista, miro la que le hizo Lanata, vuelvo sobre las noticias de los últimos días y no tengo dudas: hacer un reportaje a Pity sin dar cuenta de su autodestrucción infinita es ocultar las cosas. Pero también es ocultar las cosas hablar sólo del personaje, sin tener en cuenta al artista, al enorme artista que es Pity Álvarez.
Las vanguardias pusieron en evidencia la tensión entre aquello que viene a romper con las estructuras y aquello que pretende ser sólo una nueva estructura. Distinta pero tan arbitraria como la que se pretende reemplazar. Pero el arte nos enseñó, mucho antes, que existen otras muchas contradicciones en la existencia humana.
No sé si Marinetti fue un gran poeta o no. Pero sí estoy seguro que Giacomo Balla o Carlo Carrá sí fueron dos grandísimos pintores. Ambos fueron futuristas, ambos formaban parte del grupo de Marinetti, y ambos, como su mentor, también fueron militantes fascistas.
Una gran artista puede ser una persona espantosa, aunque tenga ideas nobles. O puede ser una persona buena, con ideas reaccionarias. Lo mismo ocurre con los artistas menores, mediocres o los malos artistas. Pity puede ser un asesino y ser, al mismo tiempo, un gran artista. Pero hay algo más importante que eso.
Pity es Pity porque representa todo lo que no nos animamos a ser. Y, al mismo tiempo, es el portador de todos los miedos de aquello que nos puede llegar a pasar. Es el esperpento que nos devuelve el espejo distorsianado, el deforme, el monstruo que todos llevamos dentro.
Un día de aquellos meses de 2003 estaba entrevistando a Pity en el barrio Piedrabuena, en la sala donde ensayaba Intoxicados. Terminamos, Pity me acompañó hasta la puerta y nos quedamos charlando un rato sobre cómo era el barrio. Estaba anocheciendo y me dijo que a esa hora se empezaba a poner picante.
Le pregunté entonces dónde paraba el colectivo 50, porque tenía que volver a mi casa, en el barrio de Constitución. Me dijo que a unas tres cuadras y me preguntó si me iba a volver en colectivo. “Sí”, le respondí. “¿La Rolling Stone no te da guita para viáticos?”, preguntó Pity. Dudé un segundo hasta que finalmente le contesté la verdad: “Sí, pero me vuelvo en bondi y me quedo con la guita del tacho”, respondí con una honestidad tan brutal como la de él para prenderse una pipa de crack.
Era la verdad. En ese momento estaba en la lona, con los coletazos del tsunami de 2001, con una hija de un año y medio, con Barcelona que recién empezaba pero no sabía a dónde iba, y cuidaba cada moneda como si fuera la única. Pity me miró asombrado y me di cuenta de que yo no era el más indicado para sentenciar nada sobre el reviente, la autodestrucción o la marginalidad.
¿Quién era el paria en aquella historia? ¿Quién estaba en la lona, con un pie afuera de los límites del sistema? ¿Quién era el verdadero expulsado del paraíso? Hoy, 15 años después, no nado en plata, pero puedo darme el lujo de no ahorrar en un taxi si salgo de un barrio picante en un horario complicado.
Pity, por su parte, acaba de matar a un tipo de cuatro balazos, tres de ellos en la cara. Las cosas, 15 años después, parecen presentarse de un modo distinto. Se supone que ahora sí es más evidente de qué lado está cada uno, quién está bien y quién no. Y así y todo, las cosas tampoco me quedan claras.
Debería disfrutar de esto que tengo pero no puedo. No puedo sentirme bien. Veo a Pity y no puedo sentirme bien. Escucho a Pity, a la mamá de Pity, y no puedo sentirme bien.
No se trata de que las vanguardias sean tan sólo un buen recuerdo en la historia y en los museos. Tampoco de que el rock agonice en la pipa de crack que está fumando un demente. Es la vida lo que me hace mal.
Me hace mierda esa necesidad ineludible de amplificar la vida de un tipo que se autodestruye. El morbo de no poder evitar ver, comentar y analizar el sufrimiento. De hacer de la vida un meme. Eso es lo que me hace mierda. Darme cuenta que el erotismo del poder de la muerte es más poderoso que el erotismo del poder del arte.
Las vanguardias murieron. El rock murió. La revolución agoniza. Pero el poder de encantamiento de ver morir a un tipo que decide hacerse mierda de a poco pero violentamente, eso está más vivo que nunca. Y eso es muy jodido para quienes seguimos creyendo en algún tipo de utopía.
Hoy la utopía no pasa por la revolución, ni por el rock, ni por la vanguardia. Las metas son más modestas. Y aún así, siguen siendo inalcanzables. No pido anular la muerte. Me conformo, apenas, con poder zafar del morbo. Pero la cosa está jodida, Pity. Era más fácil cuando era sólo rocanrol.

Nota

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Publicada

el

La Ronda de Madres de cada jueves como lugar de encuentro, denuncia y reflexión, desde los 12 hasta los 93 años. Elia Espen y lo que vienen pidiendo hace más de 40 años. Por Lucas Pedulla

Tiene 12 años, se llama Catalina y es la primera vez que viene. «Es hermoso», dice, con brillo en los ojos, después de tomarse un tren y un subte desde Lomas de Zamora, sur del conurbano, con su tía Daniela, para venir a la ronda de las Madres en Plaza de Mayo, segunda después del triunfo de Javier Milei en el balotaje presidencial.

La caminata la encabezan Nora Cortiñas y Elia Espen, Madres de Plaza de Mayo de la Línea Fundadora. Hay menos personas que la semana pasada, pero el movimiento sigue siendo vital para pensar esta época.

Catalina, por ejemplo, cuenta que en su colegio se discutió mucho durante las elecciones, y si bien fueron pocos los compañeros que apoyaban a Milei, lo hacían con argumentos que le parecían extraños: «Hablaban de la dolarización y pedían que vuelvan los militares».

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

Zurda vas a correr

Daniela –31 años, preceptora– abre los ojos: «¿Por qué será que siendo tan jóvenes crean eso? Soy docente y he tenido problemas por tratar de frenar esos discursos. Tenía estudiantes que me chicaneaban, y aun si lo hacían para hacerme enojar, eran chicanas violentas: ‘Se te acaba la joda’, ‘viene el Falcon verde’. Mi otro sobrino, el hermano de ella, me dijo: ‘Zurda vas a correr’. Tiene 10 años».

¿Dónde vio eso? «En Tik Tok», dice. Catalina suma su visión: “Hay mucho Tik Tok y mucha violencia. Las redes sociales no ayudan para nada”. Daniela piensa que son necesarias nuevas formas de comunicar: “Trato de dar información, hablar con mi mejor tono, y enfatizar los ejemplos: los militares secuestraban personas y las tiraban vivas de los aviones. Pero no cala. En algo estamos fallando. Ahora todo son 10 segundos efímeros”.

De fondo, mientras caminamos, una voz lee nombres:

Lopez Ceferino.

López Bravo José María.

Lópes Calvo María Eugenia.

Son personas que siguen desaparecidas.

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

El lugar donde se mira al mundo

Otro de los camina en ronda es Sergio Maldonado, hermano de Santiago, el joven de 28 años que desapareció el 1º de agosto de 2017 en medio de una brutal represión de Gendarmería a una comunidad mapuche en Esquel, provincia de Chubut. Su cadáver, sospechosamente aparecido meses después, fue señalado como efecto de un “accidente”. Eran tiempos de Mauricio Macri como presidente y Patricia Bullrich como ministra de Seguridad. Tiempos en que también fue asesinado por la espalda Rafael Nahuel en la Patagonia. Maldonado está en Buenos Aires porque el 11 de diciembre iba a tener la audiencia de apelación por el intento del juez Gustavo Lleral de cerrar la causa, pero se la postergaron hasta el 28 de febrero.

Percibe, en general, un sentimiento de retroceso: “Todas las instituciones se rompen, como un desmoronamiento general. Ya no es un negacionismo, sino desidia. Hubo una disconformidad que se manifestó, pero también es irresponsabilidad: es triste ver cómo la tercera fuerza se mete ahora a manejar el gobierno, con el discurso de rebeldía, pero el ministro de Economía va a ser el mismo que nos endeudó por 100 años (Nicolás Caputo). Hay un grupo de gente que no votó con el bolsillo, sino de manera irracional”.

No sintió miedo, pero sí preocupación: “Bullrich está coqueteando con el Ministerio de Seguridad, aunque hoy también sonó para Trabajo. Representa dos épocas nefastas, porque como ministra de Trabajo en 2001 ya le recortó el 13% a los jubilados. Y ni que hablar que ahora, si asume en Seguridad, tiene como vicepresidenta a alguien que reivindica el genocidio”. 

¿Por qué, entonces, venir a la Plaza? “Quedan poquitas Madres y esto tiene que seguir. Nos encontramos con seres queridos en una misma línea. Capaz no sabés la fecha de cumpleaños, pero es un lugar de reencuentro. Desde acá se mira el mundo y también se interpela a la Casa Rosada. No hay que perder el vínculo con las Madres”.

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

Pensar todo otra vez

Lua tiene 16 años y Paloma 17. Son estudiantes de cuarto año del colegio porteño Carlos Pellegrini. Paloma viene por primera vez: “Estamos en una situación complicada y ahora, que se está reivindicando la dictadura, es súper importante cuidar la memoria”.

Lua ya vino varias veces: “Se cuestiona algo tan básico que siempre me pareció incuestionable. Y es importante venir para que en las casas se vuelva a hablar”. Percibió que Milei entró en el Pellegrini más silenciosamente, a diferencia de otros colegios donde el apoyo fue más colectivo, precisa: “La mayoría son por las familias; o lo toman como chiste, un meme, algo nuevo; o por la desconfianza en la política. Muchos descreen de lo político, entonces tampoco hablan, por lo general, con alguien que no piensa como ellos”.

¿Qué pudieron hablar post balotaje en el Pellegrini? “Siento que es un momento donde deberíamos hablar más que nunca, pero en mi colegio la juventud no se está pudiendo organizar lo suficiente para pensar estos cuatro años. Recién pasaron dos semanas, pero tuvimos una instancia para hablar y éramos nada más que 20 personas. Siendo un colegio tan politizado, es poco, y hay que replantearnos cosas básicas y volver a esquematizar todo”.

¿A qué te referís con esquematizar?

–Pensar cómo vamos a salir, cómo van a ser nuestras marchas, cómo nos vamos a cuidar. Probablemente a mucha gente no la dejen ir a las marchas, porque somos pibes de 16, 17, 18 años, incluso menos. Tenemos que ser un gran volumen.

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

Me tienen podrida

Elia Espen tiene 93 años. El 18 de febrero de 1977, su hijo Hugo Orlando Miedan Espen fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención y tortura El Atlético. Sigue desaparecido. 

«Están diciendo pobrecitos los generales, que tienen que liberarlos, mientras nuestros hijos siguen desaparecidos, fueron tirados al mar –habla, micrófono en mano, una vez terminada la ronda–. Estamos como empezamos: me tienen podrida. ¿Qué más podemos decir? Seguimos pidiendo lo mismo que pedimos hace más de 40 años: verdad y justicia. Estoy escuchando cada cosa por la radio y televisión que me espanta. Todavía no sabemos nada de lo que pasó con nuestros familiares. Ojalá se unan, ustedes, todos. Lo único que tenemos que seguir haciendo es estar juntos».

Luego, le pasó el micrófono a Nora Cortiñas, 93 marzos. Su hijo Gustavo está desaparecido desde el 15 de abril de 1977. Nora habló y dejó frases para tomar apuntes:

  • “Todavía este pueblo no llegó a captar los horrores que vivimos durante el terrorismo de Estado porque, si no, las elecciones hubieran sido diferentes”. 
  • “Vamos a tener que seguir hablando”. 
  • “Como vienen días muy difíciles tratemos de estar juntas, juntos, y pensar que no queremos que se repita más lo que vivimos”. 
  • “Tenemos que estar en la calle todo lo que podamos”. 
  • «En vez de absorber el veneno que tienen les contestaremos con el amor que tenemos».
  • “Hay que salir y reivindicar lo que lucharon nuestros 30 mil”.
  • “Vengan acá, vengan a acompañarnos porque así vamos a demostrar que exigimos memoria y verdad hasta el final”.
  • “A seguir luchando. Vamos a vencer”.
  • “No pasarán”.

Voto cansancio

Rocío, 23 años, de Lomas de Zamora, estudiante de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UnDAV), militante del Movimiento Evita, la escucha con atención. También, es la primera vez que viene. “Me movilizó mucho venir ahora que Milei es gobierno, ver todo el sufrimiento de las Madres, pero que siguen acá. Vine por eso. Y seguro vuelva”.

Rocío es de las que piensa que no fue un voto negacionista sino un voto cansancio: “Venimos haciendo las cosas muy mal y hay reconocerlo: en los últimos cuatro años no hubo grandes políticas que le cambiaran la vida a la gente, que es por lo que el peronismo se identifica. Hay un cansancio: no creo que el 55% sea negacionista. Espero que no”.

Le cuento que recién, en otra entrevista, una docente hablaba de la necesidad de nuevas formas de comunicar. ¿Qué piensa una estudiante de periodismo? “Las empresas de medios siguen siendo funcionales al sistema. Yo me tiro del lado de los medios autogestivos, ahí se cuenta la realidad de los hechos. Soy mamá de una nena de cuatro años y no quiero que se malinforme por Tik Tok. Deberíamos volver a lo que hicieron las Madres y contar desde ahí. Por no querer confrontar, la juventud peronista fue tibia. Tenemos que perder el miedo y dejar de ser sumisos. El Nunca Más es Nunca Más en muchas cosas”.

-¿Qué destacás en las Madres como comunicación?

-La sensibilidad. Las Madres son un gran ejemplo de cómo enfrentaron la dictadura. Hubo estrategia ahí. Cuentan un hecho terrible que vivieron en carne propia, pero desde la sensibilidad con el otro, de entender al otro, de comunicar hacia el otro. Es por ahí y es lo que nos está faltando. 

Repite: “Es por ahí”.

El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.

Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

Seguir leyendo

Nota

Crimen de Rafael Nahuel: condenan a los prefectos a 4 y 5 años de prisión; la familia apelará

Publicada

el

La condena por el asesinato de Rafael Nahuel llegó tarde y mal: el prefecto Sergio Guillermo Cavia, responsable del delito de homicidio agravado, fue condenado a 5 años de prisión. Sus cuatro compañeros, cómplices, a 4 años y 6 meses. Y hasta tanto no quede firme la condena, seguirán libres. La familia anunció que apelará el fallo, a las puertas de una nueva presunta asunción de Patricia Bullrich, la responsable política del asesinato. Crónica de la audiencia de un veredicto anunciado, en cobertura colaborativa con Perycia.

Por Ludmila Cabana Crozza. Fotos de Jaime Carriqueo

desde fiske menuco

El fiscal llegó antes que nadie. Al habilitarse la sala de audiencias era la única persona sentada en la sala, en su lugar. Por momentos cerraba los ojos, por momentos revisaba su teléfono celular. Cuando ingresó al Juzgado saludó a una de las decenas de policías federales que custodiaban el edificio del Tribunal Federal de la ciudad de General Roca adentro y afuera. Antes de iniciar la subida por la escalera recibió un buen deseo. Va a estar todo bien, doctor, le dijo un policía.

Desde las 7:25 am hasta que se habilitó el ingreso a la prensa, el fiscal Rafael Vehils Ruiz estuvo solo en la sala. Entraron la prensa y la familia de Nahuel. Se llamó a un breve cuarto intermedio y todos regresaron, junto al Tribunal, cerca de las 11 para presenciar la lectura de la decisión final. 

Este miércoles 29 de noviembre de 2023 en la sala de audiencias Alfredo C. Nielsen se leyó el veredicto que los jueces federales Alejandro Silva, Simón Bracco y Pablo Díaz Lacava entendieron como justicia por unanimidad: condenar a Sergio Guillermo Cavia por considerarlo autor material responsable del delito de homicidio agravado por haber sido cometido mediante la utilización de arma de fuego y con exceso de legítima defensa, a 5 años de prisión e inhabilitación especial por 8 años.

Eran cinco los prefectos procesados por la muerte de Rafael Nahuel en 2017 en Bariloche. Francisco Pinto, Juan Obregón, Carlos Sosa y Sergio García fueron condenados a 4 años y 6 meses de prisión e inhabilitación especial por 7 años por el tribunal oral criminal federal de General Roca ya que los consideraron partícipes necesarios del delito de homicidio agravado cometido por Cavia. Los 5 condenados no tendrán condena preventiva: serán detenidos cuando la sentencia quede firme. Hasta tanto no podrán abandonar el país ni retirarse de su domicilio por más de 24 horas salvo que avisen con anticipación. 

Pero antes de los 6 minutos que tardó la lectura del veredicto hecha por el presidente del tribunal, Alejandro Silva, los cinco procesados tuvieron un momento para decir las palabras finales. Todos hicieron uso de ese derecho y dijeron casi lo mismo: que obraron en cumplimiento del deber, conforme a derecho, sin cometer excesos y con una orden judicial que los legitimaba.

Cavia agregó que tenía fe en que se iba a hacer justicia; Obregón dijo que respetó la vida propia y la de terceros en cuanto se pudo. García dijo que actuó en este “lamentable hecho conforme a derecho”. Todo fue escuchado y visto en una pantalla, porque ninguno de los acusados pisó el Tribunal Federal en ninguna de las audiencias: siguieron el juicio desde sus casas, conectados a internet. Recibieron el veredicto en las mismas circunstancias.

Durante el debate oral hubo dos querellas: una por parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación con el abogado Mariano Przybylski como representante, y otra por parte de los padres de Rafael Nahuel con los abogados Rubén Marigo y Ezequiel Palavecino. En los alegatos ambas querellas pidieron prisión perpetua para los 5 prefectos por homicidio agravado.

El pedido de pena máxima se desprende de lo que el abogado Marigo entiende es un delito político, un delito de violencia institucional pero fundamentalmente una deuda de la democracia: no haber terminado con prácticas que vienen de la dictadura militar. Se refiere a usar el aparato estatal (en este caso las fuerzas de seguridad) en contra de ciudadanos comunes. 

La defensa fue por la absolución, no reconoció ningún delito pese al resultado de una persona muerta y dos heridos de bala del mismo lado. El fiscal Vehils Ruiz, por su parte, pidió 5 años de prisión para los acusados. No consideró quitar el atenuante en la acusación original de homicidio en exceso de legítima defensa y fue por la idea de un enfrentamiento entre las partes. Esta posición, pese al pedido de las querellas, limitó la decisión del Tribunal en cuanto a la pena dictada: la más alta fue la que pidió el Ministerio Público Fiscal. 

Rafael Nahuel fue alcanzado por un disparo por la espalda y murió el 25 de noviembre de 2017, tenía 22 años. Quienes lo acompañaban también fueron heridos y oficiaron de testigos en una de las jornadas del juicio que ayer terminó, no estaban armados. 

El miércoles 29 de noviembre, día del veredicto, la mamá de Rafael Nahuel cumplió años. Se llama Graciela, es una mujer bajita, lleva zapatillas negras de caña alta, medias de color rosa, un pantalón animal print y una remera mangas largas con otra blanca encima con la cara de su hijo asesinado. La misma remera llevan Alejandro, el padre y Ezequiel, el hermano. Graciela tiene, en el día de su cumpleaños, que estar lejos de su casa en Bariloche, a 481 kilómetros, porque le falta un hijo y busca justicia.

Lleva dos hebillas con brillos en el pelo, tiene una bolsa de tela de Unelen que revisa buscando alguna cosa, hace un gesto como de revolver algo en la boca mientras escucha y mira lo que dicen los jueces sobre los acusados de la muerte de su hijo, que son culpables y están en sus casas -¿qué mastica Graciela? ¿bronca?-.

Afuera, al sol, dijo frente a un micrófono que no está conforme, que esperaba más, que está desilusionada. El abogado Marigo aseguró que apelarán, Horacio Pietragalla Corti, titular de la Secretaría de Derechos humanos de la Nación que acompañó la jornada dijo que, a pesar del cambio de gestión que se acerca, esa también es la intención de la Secretaría. 

El 29 de Diciembre de 2023 a las 11 hs. es el día fijado para dar a conocer los motivos del hecho en el que se funda el veredicto conocido hoy. «Que tengan un excelente día, cuídense», fueron las palabras del juez antes de dejar el recinto.

En 2017, el año del hecho juzgado hoy, la poeta neuquina Silvia Mellado escribió:

Rafael Nahuel

han soltado los albatros

en el medio del bosque

donde dice tierra ancestral

leen coto de caza los perdigueros que olisquean

gustosos un pedazo de tu muerte 

Seguir leyendo

Nota

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Publicada

el

(Desde Mar del Plata/lavaca.org) Guillermo Pérez se quedó mirando absorto unos pupitres escolares que había enviado el cura Héctor Díaz, muchísimo más conocido como Chobi. Los pupitres estaban siendo acomodados por toda la gente de la Campaña Somos Lucía en el patio de una casa ubicada en la calle Alvarado al 4500.

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Las mujeres y luchas en el acto. Fotos: Lina Etchesuri.

En medio del vértigo de la inminente inauguración Guillermo (mecánico de automóviles) le habló a su esposa, la enfermera Marta Montero:

–Acá hay un mensaje. Acá empezó todo– dijo señalando los pupitres garabateados en algunos casos, un símbolo de la escuela pública a la que iba Lucía cuando fue captada como tantas otras adolescentes por narcos que vendían lo suyo a la salida de las clases. En el caso de Lucía, el negocio terminó en el femicidio de esa chica que iba a 4º año del secundario, en octubre de 2016, caso que provocó el primer Paro Nacional de Mujeres.  

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

La ministra Mazzina, Marta, Guillermo, Raquel Vivanco, Yamila Rodríguez. Fotos: Lina Etchesuri.

Guillermo completó su idea:

–Y acá puede continuar todo ahora: a esto vamos con todo lo que estamos haciendo–  dijo señalando los pupitres, porque el proyecto de la Casa de Lucía es que sea un lugar para capacitaciones, talleres, para compartir ideas, acciones y la contención de las familias víctimas. Un punto de encuentro crucial para el trazado de estrategias de vida frente a la violencia contra las mujeres en la ciudad, y la impunidad que suele acompañarla desde siempre.  

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

La mamá de Candela, la mamá de Iaria. El sentido de tener un lugar de encuentro. Fotos: Lina Etchesuri.

Tres datos para sintetizar la historia   

  • El femicidio de Lucía provocó un cimbronazo social que derivó en aquel primer Paro Nacional de Mujeres el 19 de octubre de 2016. La familia llevó el caso a un juicio (2018) que resultó vergonzoso, con jueces dedicados a sembrar sospechas sobre la víctima menor de edad y a exculpar a los narcos acusados, Matías Gabriel Farías (29) y Juan Pablo Offidani (48). El tercero, Alejandro Maciel, había fallecido en 2020.
  • Marta y Guillermo se propusieron entonces lo que parecía impensable: la anulación de esa vergüenza, y la realización de un nuevo juicio que se realizó finalmente en febrero de este año, en el que sí se pudo lograr la condena a perpetua por femicidio de Farías, y a 15 años a Offidani como “partícipe secundario”, tema que está apelado.
  • La familia además impulsó un jury aún pendiente, que juzgue a los jueces del primero de esos juicios, Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas (el tercer juez, Alejandro Carnevale, eludió el proceso al jubilarse antes).
  • Ahora la Campaña Somos Lucía obtuvo algo más: recibió del Estado, a través de la AABE (Agencia de Administración de Bienes del Estado) una casa abandonada y derruida que en apenas dos meses lograron acondicionar a pulmón y corazón, y que fue inaugurada este martes 28 de noviembre junto a otras familias de víctimas de femicidios que se acercaron a compartir ese momento acaso histórico.   
  • Lugar de encuentro y aprendizaje   
  • Así contado todo parece veloz, pero en la práctica significó años, meses, días y cada segundo de energía, de lágrimas, de insomnios, de amenazas, que Guillermo y Marta, y también su otro hijo Matías Pérez, lograron superar.

No lo hicieron dedicados solo al caso de Lucía sino también buscando acompañar y reunir a otras familias que pasaron por infiernos similares. Así fue que inspiraron otra organización clave: Familias Victimas de Femicidios, Transfemicidios y Desparecidas.

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Madres que no bajan los brazos, y el sacerdote Héctor Díaz, Chobi, siempre acompañando las luchas marplatenses. Fotos: Lina Etchesuri.

Entre los familiares estuvieron Gustavo Mellman, papá de Natalia (asesinada en febrero de 2001). Los policías condenados están presionando para obtener su libertad. Estaba también Mariela Quintanilla, la mamá de Iara Nardelli (sus huesos aparecieron este año, pero el caso sigue sin investigarse como femicidio), Carola Labrador, madre de Candela Rodríguez (asesinada por una banda narcopolicial en 2011, cuando ella tenía 11 años),  Marisa, la madre de Luna Ortiz (asesinada en 2017 a los 19 años). Participaron también integrantes de la Asamblea por un mar libre de petroleras, y de la multisectorial Ni un hundimiento más, creada por familiares del barco pesquero El Repunte, hundido en 2017.  

Estuvieron además las hijas de Evangelina Sánchez, asesinada el 20 de noviembre pasado. Por el lado oficial se hizo presente la ministra nacional de Mujeres, Igualdad y Género, Ayelén Mazzina. El presidente Alberto Fernández no pudo asistir, y fue representado en el acto por una de sus asesoras, Raquel Vivanco, así como Yamila Zavala Rodríguez representó a Estela Díaz, ministra provincial de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual.  

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Marta, Guillermo, y una idea: “No nos podemos quedar en el dolor, el sufrimiento y que todo termine así. Nuestras hijas son la semilla». Fotos: Lina Etchesuri.

“Lucía está acá” dijo Marta durante su intervención, junto a la gigantografía con los ojos de su hija. “La perversidad de la justicia fue de tal magnitud… pero no pudieron con nosotros, que somos gente de la calle, y eso muestra que nadie nunca debe bajar los brazos”. Marta nombró y presentó a quienes fueron a compartir la inauguración formal de la casa y destacó que en los casos de femicidios no alcanza con la condena: “Siguen las vidas de quienes quedan, pero el Estado tiene que estar presente como tiene que ser. Que las hijas de Evangelina, por ejemplo, puedan tener comida, educación, que puedan cubrir sus necesidades básicas porque quedaron solas, criaturas enfrenando un mundo perverso de adultos. No es una dádiva, es un derecho el que hay que darles. Y organizados vamos a hacerlo” dijo mirando a dos de las hijas de Evangelina Sánchez.

Dijo también: “Esto va a ser un lugar de encuentro, de aprendizaje. Acá no terminó nada. Acá seguimos sin bajar los brazos para que crezca una esperanza de vida, de respeto y de derechos. Esto hay que hacerlo porque en el fondo lo que se quiere es que estemos desunidos. Si estamos desunidos, ganan ellos”.

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Familiares de un pesquero hundido, El Repunte. Fotos: Lina Etchesuri.

“No nos podemos quedar en el dolor, el sufrimiento y que todo termine así. Nuestras hijas son la semilla. Jamás nos van a convencer de que somos unos negros de mierda. Somos mujeres y hombres trabajadores, que no son egoístas, gente que piensa que no somos el ombligo del mundo, sino que necesitamos comunidad para trabajar”.   

Después fue el tiempo de las fotos, los abrazos y las lágrimas de tantos familiares, que por esta vez no fueron de tristeza sino que simbolizaron una puerta al futuro.  

La casa de Lucía: inauguración en Mar del Plata de un centro de capacitación y encuentro, símbolo de una epopeya

Fotos: Lina Etchesuri.

Seguir leyendo

LA NUEVA MU. ¿Qué perdimos?

La nueva Mu
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Lo más leido