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Instrucciones para enloquecer a la gente

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Cortes de luz y movilización vecinal: ¿cómo agradecer a EDESUR los servicios no prestados? Psicosis de la vida cotidiana. Pollo podrido y lucha de fases.¿Se corta la luz, o la cortan? Comuneros PRO y K. La genética privatizadora. Sistema, ansiolíticos y el hallazgo de los vecinos.

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Vecinos de la Asamblea de Almagro, en Mario Bravo y Rivadavia


“Se cortó la luz a las 11 de la mañana. A las dos horas el pollo empezó a agarrar olor, y más ese día de 40 grados” dice Pablo, de la granja San Fran, pequeño local de Rivadavia al 3500. “Pensé que la luz volvía, pero no. Y yo ya estaba todo impregnado del olor, y tenía que tirar 130 kilos de pollo…”.Antes de que Pablo termine su relato ante lavaca, a las 21.10 y como dándole la razón, desaparece la luz y nos quedamos hablando entre tinieblas en la vereda.A pocos metros enciende su linterna Ramón, encargado del edificio del 3561. “Hace 4 meses empezaron los cortes. Ahora es una fase y deja sin luz a 20 de los 60 departamentos. Un día una fase, otro día otra. El peor hasta ahora aquí fue de 45 horas. Pero en la esquina hubo un corte de cuatro días seguidos. Este edificio tiene 13 pisos y cuando hay corte no andan los ascensores”. En la entrada Juan Carlos Petrone estudia si subir o no la escalera hasta el 6° piso: tiene 87 años. “Voy a esperar hasta las 10 de la noche y después me mandaré a ver si llego”. Ramón: “El otro día un señor un poco más joven, en el edificio de la esquina, quiso subir al 12° pero se descompuso, lo bajaron, lo internaron y tuvieron que hacerle un bypass”, comenta mientras me alcanza un volante de la Asamblea Vecinal de Almagro (ya suma al menos 200 vecinos interconectados por mail y celular) que llama a reunión en la esquina de Rivadavia y Mario Bravo en la que se estudia una próxima movilización a EDESUR, San José al 100. Algunos proponen ornamentar dicha sede con comida podrida, entre otras cosas: un modo de devolver las atenciones recibidas por la empresa en estos tiempos.
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Pablo: tuvo que tirar 130 kilos de pollo y se le quemó la cámara de frío

El call center de EDESUR

“Hubo muchos cortes en octubre, más en noviembre, y desde diciembre fue un desastre” explica Ramón, el encargado de la linterna. Los integrantes de la Asamblea Vecinal de Almagro contabilizaron, según los casos, 168 horas de cortes, y cientos de reclamos, incluidos casos como el de la esquina de Mario Bravo y Rivadavia, 18 pisos, con cuatro días seguidos sin luz, ascensor, ni agua (y luego con cortes “breves” de no más de 18 o 24 horas). Para aliviar la situación, los vecinos que están en una fase cortada se “cuelgan” de la luz de los pasillos, o arman alargues mutuos y cadenas de “zapatillas” entre distintos departamentos de distintas fases para poder enchufar las heladeras. Ramón: “Nos salvamos porque tenemos una bomba monofásica para llenar el tanque de agua. Otros edificios no la tienen y ahí sí, entre el corte y la falta de agua, imagínese”.
Marcelo y los reclamos: “Ahora se supo que todo EDESUR te atiende con un call center de 12 personas. Con la cantidad de reclamos que hay, te dejan colgado de la maquinita y no te atienden nunca. Y si te atienden es peor. Uno no quiere maltratar a nadie, pero el otro día llamé, le dije al operador que no tenía luz y me contestó que no podía ser, que que a él no le figuraba el corte. Me puse loco. Mi señora terminó dándome un calmante porque estaba por reventar”.Y agrega: “En realidad sabés que a ellos también los usan para filtrar los reclamos de la gente”. (Vicente, un rato antes, me hablaba de lo mismo en la regalería: “La burocracia es una forma de poder”).
Marta escucha a Marcelo, y habla al límite del llanto: “A mí se me reventó la insulina después de 3 días sin luz, por la falta de frío, y ayer tuve una descompensación por el estrés de todo esto, con pérdida de memoria”. No quiere decirme mucho más, salvo: “Fue horrible”. Sus vecinos la rodean en silencio, acompañándola mediante el antiguo arte de escuchar al otro. Ramón: “Nos cambió la vida, todos se saludan, conversan. Antes andaba cada uno en la suya”. Marta coincide con que lo grupal ayuda a escapar de esa locura cotidiana: “Parecería que tiene que pasar algo malo para que nos demos cuenta de lo bueno que nos rodea”.

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Walter, Glenda y Jessica: ni los milagros del Pastor Giménez pudieron con EDESUR

Asamblea en la esquina

Son unas 20 personas junto a un contenedor lleno de escombros. Héctor lo señala como parte del paisaje: “Esto está desde noviembre”. Planean diferentes encuentros, la creación de un contacto vía facebook y acuerdan con la idea de ir armando un acto frente a EDESUR. “Y nos tenemos que conectar con la gente de Chacarita, Villa Crespo, Lugano 1 y 2, y todos los otros que todos están también como nosotros”.
Ana, de Juan B. Justo 2331, había pasado un rato antes contando que allí llevan, en los últimos tiempos, 190 horas de cortes, el equivalente a casi 8 días sin luz. Ana hablaba con una intensidad hecha de indignación y asombro, como pensando que quien la escucha no va a creer lo que dice.

La temperatura del sistema

Llegan dos de los seis integrantes de la Comuna 5 que abarca Boedo y Almagro, casi el centro geográfico de la ciudad: Ignacio Delgado y Carlos Benítez. Cuentan que estuvieron en EDESUR, gestionando justamente una reunión para los propios vecinos. “En la sede de Lacarra ni nos quisieron atender, hicieron pasar a uno solo. Dijeron que la temperatura crítica es 30º y de ahí en más empiezan los cortes” explica Ignacio. Carlos: “Te hacen toda una sanata, decían que el problema es que hay mucho consumo”.
Luego contó algo que les revelaron en la sede Senillosa, una frase que acaso deba incluirse en los próximos manuales de ciencias políticas y sociales: “En ‘off the record’ nos dijeron que el sistema está obsoleto”. Delgado asintió a su lado.

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Gloria, con rebajas en su regalería para compensar las pérdidas

La edad de los cables

En toda esta aventura se descubrió que los cables de la zona siguen siendo de la época de la empresa Italo, o sea que son preexistentes a la época de Internet, de los celulares y corresponden a la era en la que periódicos alternativos como La Nación o activistas como Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, propagandizaban las ventajas de las privatizaciones que salvarían al país del atraso gracias a sus inversiones. Héctor: “Recién ahora están estudiando cómo cambiar la red, o sea que no invirtieron absolutamente nada. Y el que pretende cambiarla es el Estado, así que la privatización ya vemos para qué sirvió”. Marcelo: “Mi temor es que la empresa esté provocando todo esto para irse y dejarnos el muerto, como han hecho otras privatizadas”.    

Macrismo y K

Los comuneros escuchan. Benítez pertenece al Frente para la Victoria. Delgado al PRO. Los miro tratando de detectar en qué momento intentarán copar la parada o liquidarse mutuamente pero Fernanda, una de las vecinas, me advierte: “Estoy fascinada porque los comuneros vinieron a colaborar, en ningún momento pusieron el partidismo adelante, y se suman para ayudarnos”. Héctor, del grupo senior: “Yo también me sorprendí. Hacen lo que les pedimos nosotros y acordamos juntos, y no al revés, como pasa siempre con los políticos”.
Todos los vecinos están en una sintonía similar. “Es que todos podemos tener nuestras ideas. Yo mismo soy del PO (Partido Obrero) y todos lo saben, pero aquí tenemos que ver cómo solucionar el problema entre todos” dice el más joven del grupo, Gabriel, ante los gestos afirmativos del resto. La combinación de kirchnerismo, macrismo, y troskismo puede darse en una asamblea, forma organizativa de las personas comunes (si es que existe alguna persona común) que acaso esta vez zafe de que intenten engullírsela.
“Acá no corren los partidos sino que se haga lo que planteamos nosotros, que somos la sociedad”, señala Marcelo: “Por suerte en esta Comuna ganó el diálogo y no la mezquindad y eso ayuda a que trabajemos todos juntos”. De hecho los comuneros están ahí, a las 10 de la noche, parados junto a los escombros con los vecinos, y no acumulando lípidos en un despacho. Es un enigma cómo seguirá esta relación. Jorge dice: “EDESUR no se fija si te gusta el macrismo o el kirchnerismo. Te la corta igual” sentencia, como hablando de una mutilación.
Frente a las corporaciones, las viejas teorías políticas quedan en suspenso: acaso haya que hablar de lucha de fases.

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Ramón, encargado de uno de los edificios con cortes de luz desde hace 4 meses

¿La luz se corta o la cortan?

La asamblea discute algo que plantearon los comuneros: “Los de EDESUR, bajo cuerda, te reconocen que arreglan los problemas cuando los presionan”. Lanzo una pregunta: ¿La luz se corta, o la empresa va cortando premeditadamente por sectores? Marta: “El 23 de enero cortaron. Salimos a cortar la calle. Como vinieron canales de televisión, a los 15 minutos había luz otra vez”.
Gloria, de la regalería, me había dicho: “Ese día devolvían una hora a uno, cortaban, le daban luz al otro, y así. Como nos hemos ido conectando entre los comercios, andábamos de aquí para allá, como el baile de los locos”. Pablo, de la pollería: “el muchacho del kiosko me trajo el freezer para que no se le derritieran los helados, pero me cortaron a mí y me tuve que enganchar con la regalería”. La granja (por el consumo de sus heladeras) paga 3.000 pesos mensuales de electricidad y 7.800 entre alquiler y expensas. La regalería no tiene tanto gasto eléctrico. Gloria: “Ni el aire acondicionado prendo, porque hemos perdido muchísimo. El día de Navidad sin luz ni teléfono ni pos net, no pudimos vender. Este año tuvimos menos ingresos que hace un año, siendo que las cosas valen el doble. Alquiler y expensas subieron de 5.000 a 8.000 pesos”. Detalle: ni siquiera tuvieron linternas para vender: “Como son chinas, está trabada la importación y quedaron en los contenedores, recién nos van a traer en marzo, dicen”.
Ramón: “Para mí la cortan, te das cuenta por los horarios. Vienen los de EDESUR, esta mañana por ejemplo. Miraron el buzón, hicieron algo con los fusibles. Les pregunté: ¿qué pasó? Me contestaron: ‘ya tenés luz, chau’. No puedo creer que no inviertan en poner un cable mejor”.

¿De quién es EDESUR?

Cuando hago la pregunta los vecinos se miran entre ellos. “Creo que es española” dice marcelo. “No, brasileña” dice Marta. En realidad todo es un laberinto. Dos empresas, Distrilec (53%) y Enersis (43%) tienen la mayoría accionaria. Pero Distrilec es de Enersis y de Petrobras Energía que a fin de enero decidió irse de EDESUR. Enersis a su vez pertenece a una corporación chilena, que es propiedad de Endesa de España. De hecho el gerente de EDESUR es el español de Endesa Josè María Hidalgo. Pero la española Endesa no es española sino que en un 92% pertenece a la estatal italiana Enel.
Todo este himno a la transparencia se completa con el enfrentamiento cada vez más claro de la empresa con el gobierno argentino, por la falta de inversiones y la realidad de miles de cortes de luz de los cuales en un 70% correspondieron este año a EDESUR, afectando sólo en Capital a 2.300.000 personas. EDESUR denuncia que el problema es el atraso tarifario, el gobierno retruca denunciando que vive subsidiando a la empresa (y es obvio que querría introducir allí a empresarios más afines, sin que se pueda intuir aún en qué terminará el combate, desde el punto de vista de los vecinos).
Héctor: “El asunto es que los vecinos somos como la pasta que unos, otros o ambos, usan para esmerilarse entre ellos”. Gloria en cambio cree que “nos quieren esmerilar a nosotros” (la pasta esmeriladora va limando el vidrio y opacándolo para rebajarle los bordes cortantes y poder usarlo como adorno; la comparación con lo social queda a cargo del público presente).

Claustrofobia social

La asamblea intercambia mails y teléfonos. Ana y Betty viven en un piso 18 y quieren aprovechar para ir a su casa en ascensor ahora que parece que hay luz. Paula, médica: “El otro día operaron a una vecina, y tuvo que subir la escalera con un banquito: hacía un piso y se sentaba, otro piso y volvía a sentarse”, narra en una reescritura posible de las Instrucciones para subir una escalera, de Cortázar. Jorge cuenta de un vecino suyo que quedó atrapado en el ascensor, y sufre claustrofobia: “Logró abrir a golpes la puerta y casi se cae 10 pisos por el hueco”.
Los vecinos andan sanamente claustrofóbicos, queriendo salir a la calle. Gloria: “Es que los que mandan, las empresas o los gobiernos, siempre quieren distraer mentes, y si nosotros no salimos a hacer las cosas, nadie va a reclamar por nosotros”.
Sobre la pelea Medios-Gobierno, Gloria dice lo mismo: “Son formas de distraer mentes. Para mí la Presidente es culta e inteligente. La atacan porque es mujer. Pero creo que no está bien acompañada”. Pablo, de la granja: “Hay muchos insultando al gobierno, pero por lo menos se trabaja. A lo mejor es egoísta, pero mis hijos van a la escuela y yo estoy más o menos bien, más allá de lo que está pasando con los cortes. Unos dicen una cosa, otros otra, yo miro que se tiran entre Macri y Cristina… que hagan lo que quieran. Que si el ABL, que si los planes sociales. Yo al que puteo es a EDESUR. Capaz que está mal, pero eso pienso”.
Ramón hizo un cálculo: “Los medios dicen la verdad, pero sólo un 30 o 40%”. Sería el viejo truco de decir algo de verdad, para hacer creíble el otro 60 o 70% que no lo es. “Lo único bueno de todo esto es que la gente se saluda, se hace más afín, ojalá siga eso hacia adelante”. Unas cuadras más allá en el ex cine Roca, también buscan la luz aunque de otro modo, en los encuentros evangélicos del Pastor Giménez: “Aquí se hacen milagros para vos y tu familia” anuncia un cartel. Ni con milagros evitaron los cortes. Jessica: “Orábamos con la luz de emergencia o nos veníamos más cerca de la calle” dice y no omite el proselitismo: “Hubo un día que sí, se prendió solo acá. No se si fue un milagro, pero se prendió”.
Marta no sabe cómo será el futuro que se está amasando al interconectar vidas, zapatillas y conversaciones en medio de los cables pelados. “Todo dependerá de lo que hagamos nosotros mismos”.

Asamblea Vecinal de Almagro

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Hasta siempre, Mirta

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Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.

Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.

Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.

Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.

Gracias, Mirta.

Presente, ¡ahora y siempre!

Hasta siempre, Mirta

Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca

24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca

Hasta siempre, Mirta

Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca

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S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo

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Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.

Por Francisco Pandolfi

Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan. 

Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.

La salud de quienes cuidan la salud

Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020: 

–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.

–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.

–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá. 

Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil). 

Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.

La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.

El sueldo más bajo de la historia 

Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos. 

Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”. 

Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.

Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”. 

Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.

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Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.

El éxodo de trabajadores

Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”. 

Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.

Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”. 

Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”. 

Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”. 

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Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.

El ministro que nunca pisó el hospital

El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.

Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.

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A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.

La resistencia

Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.

Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego. 

Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.

Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.

Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.

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Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

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La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.

Por Francisco Pandolfi

En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política. 

Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.

No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Arrasa-miento

Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.

El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.

El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Jenefes, el patrón

De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.

Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Una peli de terror

El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la  ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.

Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.

Un puñado de kollas

La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.

La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”. 

Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.

Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

Fotos: comatoconvocada.jujuy

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