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Juicio a la ESMA: vidas privadas en un campo de concentración

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Se creó en la ESMA el Espacio de la Memoria, con la presencia del gobierno y los organismos de derechos humanos. Al mismo tiempo, el juicio que se lleva adelante en estos días describe de modo asombroso qué es lo que conviene recordar. lavaca recorre aquí parte del laberinto junto a las declaraciones de los testigos, crónicas invalorables para entender la verdad. En diciembre se dictará la sentencia. Aquí, ya puede conocerse cómo funcionaba en la práctica un emblema de los campos de concentración, y algunas de las complicidades con las que contaba.

“¿Por qué no tengo la posibilidad de verle la cara a Febres?”, preguntó en medio de la audiencia Lázaro Gladztein, uno de los sobrevivientes de la ESMA que declaró como testigo en el juicio que se le sigue al prefecto Héctor Febres, uno de los represores que actuó en el centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada. Gladstein quería ver a su torturador a los ojos mientras relataba que el acusado sobresalía por su ferocidad. En la primera audiencia, después que se le leyeran los cargos, el imputado había pedido autorización al tribunal para no concurrir a las audiencias orales y públicas que se llevan a cabo en el subsuelo de los Tribunales de Comodoro Py. Pero ahora, los sobrevivientes podrán verle la cara a su verdugo: esta semana se conocerán los alegatos de las querellas y la Fiscalía y el imputado Febres estará obligado a escucharlos en el banquillo de los acusados.
A Febres se lo acusa por crímenes de lesa humanidad cometidos contra Alfredo Margari, Josefa Prada de Oliveri, Carlos Lordkipanidse y Carlos Alberto García. El relato de casi media centena de testigos sirvió para reconstruir cómo funcionaba ese centro clandestino de detención que se convirtió en el paradigma del horror que estableció la última dictadura y que desde hoy se convirtió en un espacio para la memoria. Esta es una posible recorrida elaborada por lavaca a través de los testimonios en esta causa (“pequeña” en relación a todo lo que aún falta juzgarse), que brindan un material insuperable para comprender cómo funcionaba la burocracia del terrorismo de Estado.
Vida diaria
lavaca ha venido reflejando testimonios en crónicas anteriores como el de Graciela Daleo, quien narró cómo rezaba Avemarías mientras la torturaban en un lugar que llamaban Avenida de la Felicidad y donde había un cartelito: «El silencio es salud». Contó también que tuvo la posibilidad de regalarles a las embarazadas secuestradas historietas recortadas de Inodoro Pereyra para una Navidad. Sus compañeras también le habían preparado un regalo: un gatito de tela con la frase “el amor derrite cualquier hielo”. Estaba firmado por “Las mamás”.
A ese tipo de testimonios se le han ido sumando muchos otros.
Gladstein sostuvo que a » Febres nadie lo obligaba a nada, él elegía libremente ir todos los días a la ESMA para torturar». Tal como otros sobrevivientes, enfatizó que peor tortura que la picana era la vida diaria en la ESMA, «con los pies engrillados, manos esposadas y encapuchados, escuchando los gritos de los compañeros torturados, golpeados, sucios y humillados».
El ex detenido desaparecido explicó que fue sometido a trabajo esclavo en la ESMA y denunció que en octubre de 1979 lo obligaron a participar de una operación de prensa destinada a mostrar que no había desaparecidos, y que los denunciantes estaban, en cambio «paseando por Europa». Fue el operativo donde la prisionera Thelma Jara de Cabezas fue obligada a decir ese tipo de cosas, «para lo cual se montó una escenografía en una confitería porteña en cuyas mesas se ubicaron los represores para evitar que hiciéramos algo distinto a lo pactado». La entrevista se tituló Habla la madre de un subversivo muerto, y fue publicada en la revista Para Ti, de Editorial Atlántida, dirigida por la familia Vigil y con la obvia complacencia de varios de sus empleados jerárquicos. La revista, como tantas grandes empresas periodísticas de aquel momento, funcionaron como altoparlantes de la dictadura.
Gladstein también denunció la apropiación de los bienes de los detenidos por parte de los genocidas y en concreto se refirió al marino Ricardo Cavallo que se robó el departamento de un compañero suyo desaparecido. Gladstein fue liberado en enero de 1980, a pesar de que continuaron las visitas de control a su domicilio así como los llamados telefónicos.
El bebé y la heladera
“Vos esto no lo viste”, le dijo Jorge El Tigre Acosta a María Larralde, una enfermera que había sido secuestrada en la ESMA y sometida al trabajo esclavo. Larralde escuchó esa frase después de asistir en el parto a Patricia Roismblit, en noviembre de 1978. “Todos los oficiales de inteligencia entraron a ver al bebé”, recordó y mencionó a Raúl Scheller, Febrés y Alfredo Astiz. Entre otras muchas cosas, Larralde fue obligada a acompañar a los represores que devolvieron a su familia al bebé de Carlos Lordkipanidse, otro de los secuestrados, que fue torturado con picana mientras tenía a su hijo de 20 días sobre su abdomen. “Te vas a ir para arriba”, la amenazaban a Larralde cada vez que le ordenaban tareas de este tipo.
Varios testigos mencionaron que Febres era el encargado del destino de los recién nacidos, así como también de su ajuar. “Febres se llevaba los bebés a alguna parte. Sería importante que algún día dijese donde llevaba a los recién nacidos, son algunas de las respuestas que estamos esperando así como quisiera saber donde está el cuerpo del padre de mis hijos”, dijo frente al Tribunal Ana María Soffiatini, una sobreviviente que contó en la audiencia que en el pañol de la ESMA reconoció la mesa y la heladera que tenía en su casa de Ramallo, donde había sido secuestrada.
“Héctor Febres tenía trato cotidiano con las detenidas embarazadas y les pedía que escribieran a quiénes querían entregar los recién nacidos”, aseguró Beatriz Toker de Girro, otra de las ex detenidas desaparecidas que declaró en el juicio. María Alicia Milia de Pirle y Lydia Vieyra, dos sobrevivientes que atestiguaron, recordaron que ayudaron a parir a María Hilda Pérez de Donda y a Ana Rubel de Castro, cuyo hijo continúa apropiado. Otros sobrevivientes señalaron con emoción que pudieron tener en brazos a Juan Canbandié, uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y actual legislador electo por la Ciudad de Buenos Aires.
No está loco
“Me había dado picana Febres”, recordó Carlos Muñoz en un relato largo y repleto de detalles como nombres y fechas. “Me enteré que él era responsable de mi caso, porque me lo dijo él mismo”. Meses después, el 22 de abril de 1979, fue también Febres quien lo llevó a festejar el cumpleaños de su madre junto a otro represor. “Me acompaña y estuvimos juntos en la mesa, mi familia y dos represores, después volvimos a la ESMA”.
Angel Strazzeri, otro de los sobrevivientes que declaró, recordó que a poco de su llegada al centro clandestino fue interrogado, mientras estaba encapuchado en el subsuelo, acerca de sus compañeros y sus domicilios: “Febres me dio máquina”, denunció.
La ex detenida-desaparecida Cristina Aldini, cuando le tocó declarar, definió qué es para ella la tortura: “Un acto que intenta deshumanizar y desintegrar a la persona. El torturador no es un monstruo antinatural. Es una persona que está en uso de sus facultades. No está loco”.
Los traslados
Ricardo Coquet, un sobreviviente que perdió varios dedos mientras hacía trabajo esclavo de carpintería para los represores de la ESMA, relató con vos quebrada cómo se enteró que su amigo Ignacio Ojea Quintana había sido trasladado, eufemismo acuñado por los represores para definir el momento en que los detenidos eran arrojados vivos al mar desde aviones de la Marina. “Los miércoles era el día de los traslados. Un Pedro (les llamaban Pedros a los oficiales encargados de los movimientos de los prisioneros dentro de la ESMA) leía en voz alta los números de los secuestrados que iban a ser trasladados y formaban un trencito para bajar al sótano. Un miércoles Ojea Quintana estaba en el trencito y cuando pasó delante de mí me saludó a través de la capucha. Unos días después, Acosta le dijo a un Pedro que me diera ropa digna llevándome al pañol para buscar algo que me quedase bien. Ahí, entre pilas de ropa, reconocí una camisa verde a cuadros y un pantalón blanco, que yo le había prestado a Ojea Quintana” .
Coquet contó que un miércoles pensó que lo iban a trasladar a él: “Febres me dijo que tenía que bajar al sótano. Me quedé duro, un compañero me tomó la mano pensando en que me trasladaban. En realidad otro compañero pidió abrazarme antes del traslado. Ahí vi la fila en enfermería, antes de que les dieran pentotal, que ellos llamaban pentonaval, para adormecerlos y tirarlos al mar. Durante las horas de traslados, no nos hacían trabajar.”
Cuando la tortura es la vida cotidiana
Como la mayoría de los sobrevivientes que declararon en el juicio, Mario Villani fue obligado a realizar trabajo esclavo. Pero a él le tocó una de las tareas más ingratas. Fue cuando lo obligaron a reparar una picana eléctrica. “No puedo reparar un instrumento de tortura”, respondió inicialmente ante el pedido de los represores quienes replicaron: “No importa, les aplicaremos corriente directamente con esto”, en referencia a un transformador variable. “Eso podía provocar la muerte”, se dijo a sí mismo Villani, quien accedió entonces al arreglo, aunque pensó: “Si no la saben arreglar, mucho menos pueden saber lo que voy a hacer”. Fue entonces que decidió cambiar un capacitor para debilitar la potencia del instrumento de tortura.
“La peor tortura –aseguró Villani– era la vida diaria en esos campos de concentración, ya que la ‘picana’ termina cuando acaban los interrogatorios, pero el trato denigrante, los golpes, las humillaciones, las violaciones y los gritos de otros torturados formaban parte del escenario cotidiano.”
Antes de salir en libertad, María Larralde –que interrumpió varias veces su relato por el llanto- fue obligada a trabajar en una casa de Belgrano para lo que se conoció como el proyecto político de Eduardo Massera. Allí tuvo que fotocopiar un dossier para un curso de lucha antisubversiva que se dio para militares uruguayos, paraguayos, bolivianos y brasileños. Uno de los materiales que debió preparar, dijo, hablaba de “cómo torturar, las etapas de la tortura”.
El silencio
Fue el testigo y sobreviviente de la ESMA Carlos Muñoz quien ratificó hechos que ya habían adelantado otros testigos en las primeras audiencias. “Febres –aseveró- fue responsable de organizar el viaje desde la ESMA hasta una isla en el Tigre conocida como El Silencio. Fue un operativo realizado de madrugada”. Aquel traslado se concretó en el mismo momento en que la Comisión interamericana de Derechos Humanos visitaba la Argentina en 1979 para verificar las denuncias existentes sobre las desapariciones forzadas de personas.
Los secuestrados permanecieron en El Silencio a lo largo de un mes. Llegaron a esa isla tras un viaje en lancha de dos horas que había partido desde la Prefectura de Tigre, el mismo lugar donde actualmente está detenido Febres.
5.000
Carlos Muñoz también fue sometido a trabajo esclavo y obligado a falsificar todo tipo de documentos. Una de las labores que le encomendaron fue realizar copias de microfilmaciones de fichas con datos de todos los secuestrados que pasaban por la ESMA, con sus correspondientes fichas, historias personales y destino final: «traslado», que equivalía a asesinato, o liberación. Su relato fue coincidente con el que había expresado uno de los querellantes, Carlos Lordkipanidse. De esas microfilmaciones surgen las estimaciones que por ese centro de detención clandestina pasaron cerca de 5.000 personas.
Descripción docente
Otra de las testigos fue la sobreviviente Cristina Aldini, que recordó cómo se enteró de que su compañero había sido asesinado: “Vino a ‘capucha’ (un sitio del piso superior de la ESMA donde se alojaba en cubículos a los secuestrados) el oficial de inteligencia Raúl Scheller, ‘Mariano’, y me entregó la alianza que llevaba puesta Alejo para demostrarme que lo habían asesinado. Me preguntó si yo quería ver el cadáver. Al principio dudé, pero luego accedí porque pensé que, si no, siempre me iba a quedar con la duda. Tenía dos tiros en la cara. Uno entre ceja y ceja, el típico tiro de gracia. Lo ejecutaron”, describió la docente.
El “asadito”
“Hoy tenemos un asadito con uno que cohetearon en la calle, por uno solo no vamos a hacer un traslado”, recordó el testigo Ricardo Coquet que le dijo un oficial. Detalló que esta práctica consistía en quemar cuerpos de detenidos-desaparecidos en el Campo de deportes de la ESMA. Su testimonio coincidió con el de otra sobreviviente, Beatriz Toker. La querella solicitó que el testimonio sea derivado al juzgado a cargo de Sergio Torres, que lleva adelante otras causas contra represores que participaron en la ESMA. El Tribunal Oral Nº 5 hizo lugar al pedido.
Las monjas montoneras
Coquet denunció además que Febres torturó al grupo secuestrado en la Iglesia Santa Cruz, entre los que se encontraban las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domond. El testigo recordó que Febres lo obligó a pintar una bandera de Montoneros con el escudo de tacuara y fusil, luego utilizado como escenografía, con un escritorio y dos sillas, donde las religiosas fueron fotografiadas para simular que habían sido víctimas de un operativo de la organización guerrillera. Otros testigos, sometidos a trabajo esclavo para que Emilio Massera pudiera desarrollar su proyecto político, ya habían recordado que cuando los obligaban a recortar diarios para realizar informes de prensa, vieron esa toma publicada, que aún hoy se conserva como símbolo de la mentira a la que se sometía a la sociedad desde el poder.
Coquet describió al imputado como “muy golpeador, altanero y presumido”. La docente Ana María Soffiatini aseguró que Febres participaba en sesiones de tortura y que lo vio golpeando con una manguera flexible a las monjas francesas. Después calificó al imputado como «perverso, hipócrita y asqueroso. Era uno de los que más presencia tenía ahí adentro, una pieza muy importante de esa máquina de horror y muerte que funcionaba en la ESMA».
Visitas siniestras
Lucrecia Etchaleco de Margari, madre del sobreviviente Alfredo Margari –uno de los querellantes contra Febres- relató cómo la encañonaron mientras secuestraban a su hijo, a metros de su casa. Relató, también, que pasado el tiempo Febres y otro represor llevaron a su hijo Alfredo a su casa para que lo vieran. Esas visitas, dijo, se repetieron una vez por mes. Siempre, recordó, se grababan las conversaciones. Su hijo Alfredo había sido obligado a realizar trabajo esclavo para falsificar documentación tanto en la imprenta de la ESMA como en la del Edificio Libertador. También era llevado a realizar tareas a Apus Gráfica, donde se imprimía Convicción, el diario que impulsaba el proyecto político de Massera. Alfredo Margari, uno de los primeros en declarar, denunció que era Febres el encargado de llevarlo y presentarlo a los gerentes de Apus Gráfica.
La Multinacional
María Milesi de Pisarello relató que fue secuestrada en diciembre de 1977 en Uruguay y trasladada a la Argentina en un operativo del que participó el prefecto Febres. La mujer contó que fue secuestrada junto a su marido y su pequeña hija quien luego fue entregada a sus abuelos. Llegó a la ESMA encapuchada, esposada y engrillada.
Cuasi animales
“Al cuarto día recién pude ingerir por primera vez agua. La tomé del inodoro por un descuido del guardia”, dijo Martín Grass. Semanas después, un represor estaba repartiendo “botellitas de agua” entre los detenidos. Un superior le ordenó que terminara y dejó la última botella en medio de dos cuchetas. Una mano intentaba agarrarla cuando se escuchó un “gruñido salvaje, cuasi animal” y otra mano se la arrebató. “Había sido yo”, confesó el abogado. Fue la forma de explicar cómo la experiencia de las vejaciones “reducía a una persona a sus condiciones más básicas”.
No sabe/ no recuerda
Los únicos testimonio que no aportaron datos explícitos contra Febres fueron el del secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, quien estuvo detenido de manera clandestina en la ESMA junto a su mujer, Josefa Prada de Oliveri, uno de los cuatro casos por los que se juzga a Febres.
Su mujer, una de las primeras testigos en declarar en el juicio, tampoco pudo involucrar a Febres. Ninguno de los dos pudo reconocer la foto del ex prefecto. “No importa. Nosotros también vamos a presentar acusación por el caso de Prada de Olivieri. Está claro el papel que Febres jugaba en la ESMA, que tenía dominio de los hechos, que se intercambiaban los roles entre todos, por lo que todos eran responsables”, señaló Rodolfo Yanzón, uno de los abogados querellantes.
La filmación y Julio López
El Tribunal Oral 5, presidido por Guillermo Gordo, prohibió tomar fotografías o filmaciones en la audiencia, una medida que no disgustó a los abogados querellantes, alertas tras la desaparición de Julio López, principal testigo de la causa que terminó con el represor bonaerense Miguel Etchecolatz entre rejas. La única filmación es llevada a cabo por personal técnico de la Policía Federal. “No nos genera ninguna seguridad que la misma institución que participó de mi secuestro ahora me esté filmando”, dijo Enrique Fukman a poco de comenzar su declaración. El testigo le pidió al presidente del tribunal, Guillermo Gordo, que no sea filmado por la policía “a la luz de lo que le pasó a Jorge Julio López”. El recinto estalló en aplausos y Gordo tuvo que pedir orden. “Este Tribunal le brinda todas las garantías”, dijo y agregó: “No se hace ninguna copia y solamente el tribunal accede a las imágenes”.
Un robo
El abogado Rodolfo Yanzón denunció que varios desconocidos ingresaron a la casa del arquitecto José Miño, en la provincia de Corrientes, donde le robaron objetos de valor, una cámara fotográfica digital y sus agendas personales. Miño es sobreviviente de la ESMA y testigo en esta causa.
“Considero que fue un aviso mafioso –denunció Miño-, porque yo estuve en Buenos Aires durante diez días para declarar en la causa y esperaron que yo regresase para ingresar. Tuvieron todo el tiempo del mundo para desvalijarla, pero aguardaron que estuviese y me ausentase momentáneamente para perpetrar el robo”.
Miño advirtió, además, que “se llevaron objetos electrónicos, de computación y una agenda donde había datos valiosos sobre el juicio a la ESMA y también relacionados con el juicio por la causa del Ex Regimiento 9, que se iniciará en febrero en Corrientes. Todavía vamos a tener que transitar muchas veces más por los juzgados en relación con la ESMA, ya que la causa está muy desperdigada y los peces gordos aún no están siendo sometidos a juicio”.
El reconocimiento
“Sí, es él”, aseguró Víctor Fatala cuando le proyectaron en la pantalla gigante de la sala de audiencias la foto de Hector Febres. “En la ESMA –amplió- funcionaba un centro de represión sistemático, existía la teoría militar de capturar a uno para que ese permitiera traer a cuatro o cinco más y la tortura era la forma fundamental para atrapar más gente”.
El veredicto
El próximo 14 de diciembre se conocerá el veredicto y una semana después, los argumentos. Febres, juzgado por tan solo cuatro casos de los cinco mil que pasaron por la ESMA, podrá ser condenado a cadena perpetua. En ese caso, el Tribunal deberá decidir si será alojado en una prisión común o si seguirá gozando, como hasta ahora, del privilegio de estar detenido en la sede Delta de Prefectura Naval.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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