Nota
Jujuy a 3.500 metros de altura por la ruta de las puebladas: las sorpresas y la realidad, a ganar o morir

Mientras el gobernador Gerardo Morales era anunciado como candidato a vicepresidente por ser “un tipo valiente” que “le cambió la vida a los jujeños”, lavaca recorrió los cortes de ruta organizados por las comunidades indígenas, reflejados en crónica, fotos y video.
Las opiniones sobre Morales en pleno jujeñazo. El rol del litio. La falta de agua que hace que los animales vayan hasta las ciudades a buscarla. La generosidad en la carretera, desde la Quebrada de Humahuaca hacia la Puna. Los intercambios con los automovilistas. Las falsedades del aparato político. La descripción de la realidad jujeña. Las amenazas. Y una asamblea en plena ruta en un corte sostenido por 25 comunidades, antes de la noche helada en Abra Pampa, a 3.500 metros de altura.
Desde los cortes, por Francisco Pandolfi. Fotos de Lina Etchesuri

El corte en San Roque. No se trata de «infiltrados bolivianos» ni de porteños. La resistencia en toda Jujuy. (Fotos Lina Etchesuri)
En la estación de servicio de la entrada de la localidad de Tilcara la televisión informa que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, acompañará en la fórmula presidencial a Horacio Rodríguez Larreta en las internas de Juntos por el Cambio.
A menos de cincuenta metros, la comunidad tilcareña corta la ruta 9 exigiendo la renuncia del propio Morales, el anunciado precandidato a vicepresidente de la Nación.
La escena parece surrealista. Pero no lo es. La escena parece de película. Pero no lo es.
En esa barricada formada por ramas y gomas, Graciela y Griselda piden la identificación de prensa. No será una excepción, sino la regla en los cinco cortes que desde lavaca visitamos ayer para escuchar lo que pasa en distintos puntos del país. «Estamos teniendo muchos problemas, hay muchos infiltrados», justifica Graciela, quien después de una semana de estar en la ruta no claudica: «Estamos seguros de lo que hacemos, hay esperanzas porque tenemos raíces, que son nuestras identidades».

Imagen del piquete en Tilcara. Mientras tanto, candidateaban a Morales a la vicepresidencia. (Fotos Lina Etchesuri)
Mientras Larreta dice que Morales gobernó «una provincia que le cambió la vida a los jujeños, que hoy viven mucho mejor que hace ocho años”, Griselda no está tan de acuerdo: «Es el responsable de que tengamos el agua contaminada, de haber explotado nuestros bienes naturales y entregarles las riquezas a las empresas extranjeras. Acá en Jujuy tenemos la planta de energía Caucharí, por lo que deberíamos tener beneficios, pero pagamos barbaridades».
Durante el recorrido, boletas de más de diez mil pesos serán una denuncia común. Griselda hace una analogía doméstica: «Es como si en tu casa tuvieses de todo, pero le hacés pagar a tus hijos la comida».
Humahuaca, los “boludos” y los derechos
Siguiendo la ruta 9 hacia el norte, un colectivo va desde Tilcara hasta Uquía, donde está el siguiente corte. En el camino, casas de barro, de adobe, de paja, de madera. Casitas bajas, casitas bellas. Sin otro color que el original en sus fachadas. Hay vacas, hay cabras y hay algunas llamas, que se verán en mayor cantidad mientras se avance más.
Al costado de la ruta, un santuario del Gauchito Gil y más adelante, un cartel blanco con letras claras: «Abajo la reforma, renunciá Morales».

Piquete en San Roque, y el muñeco con el cartel: «Abajo la reforma». (Fotos Lina Etchesuri).
Pero por esas horas Morales no renuncia a nada. Y redobla la apuesta con su candidatura a nivel nacional. El colectivo frena en Uquía, departamento de Humahuaca. En tres horas recién se abrirá el paso para los vehículos. El colectivero dice que el reclamo es justo, pero que también hay que pensar en el derecho de quienes quedan trabados. Dice también que su sueldo no le alcanza. Y que no quiere decir su nombre “porque la empresa puede tomar represalias”. En la barricada, una señora de labios muy gruesos reclama que hace seis días está varada por los múltiples cortes en la provincia. Le pregunta a este cronista si es un trabajador de prensa. Luego, si es de derecha o izquierda. Y luego dice que quienes están cortando “son unos boludos”.

Compartiendo la resistencia, preparando la olla común. (Fotos Lina Etchesuri)
Del otro lado está Olga, que reivindica el corte: “Aceptar la reforma es pasar a ser esclavos”. Es docente y repudia que la nueva propuesta salarial estipula “un piso de 200 mil pesos, pero el sueldo básico es sólo de 62 mil pesos”. Y que la reformulación de la constitución a escondidas se trata de un modus operandi del gobernador: “Hace dos años cambió el estatuto del docente, sin consultarnos, y fuimos perjudicados”. Pese a esto y a las tres semanas que llevan las y los docentes reclamando mejoras salariales, Rodríguez Larreta afirmó ayer que “la provincia tiene mejor educación”. Y que su compañero de fórmula “ha defendido la educación pública”.
Una mujer se acerca al corte; tiene su auto en la fila que espera la liberación del tránsito. Se llama María Amelia, es de Córdoba y pide hablar: “Yo apoyo el reclamo, pero el daño no puede ser para el resto; coartando el derecho a transitar no debe ser la forma. Esto nos divide aún más. Y quienes gobiernan, que tienen las posibilidades de mejorar la situación, buscan que esto se debilite”. ¿Qué piensa sobre la reforma? “No estoy enterada, sí estoy a favor a que cobren un sueldo mayor”.

Esperando la apertura del corte. Automovilistas que apoyan, otros que no. En las rutas jujeñas el reclamo es por el agua y por la vida. Y preguntan: ¿cuál es otra forma de reclamar que sea efectiva? (Fotos Lina Etchesuri)
Daniel, que sostiene el corte, la escucha atentamente y minutos después piensa en voz alta: “¿Cuál es la otra forma de reclamar y que sea efectiva? Nunca nadie puede decirla, porque hasta ahora no la hay. Soy un aficionado a la historia y el Éxodo Jujeño fue una guerra civil mano a mano; De la Rúa cayó luego de sangre y saqueos; el Cordobazo fue un quilombo bárbaro. No vamos a parar hasta que se derogue la reforma constitucional, que impide la protesta. Sin protesta, no hay conquista de derechos, y eso queda claro en la historia de la humanidad”.

(Fotos Lina Etchesuri)
El dictador se hace el colla
Es la hora del almuerzo y Gabriela revuelve el pollo con arroz primavera que pronto comerá su comunidad: “Morales es un dictador que se hace el colla; que ahora tiene a mucha gente amenazada y cooptada con el compromiso de darle viviendas y dinero”. Al terminar, aconseja que hablemos “con Doña Panchita”. Francisca tiene 66 años y luce un sombrero rosa y una whipala que le cuelga de los hombros. También le cuelgan, le pesan, un montón de sentimientos: “Es terrible lo que está pasando; da mucha impotencia. Nos traicionó este gobernador. Yo confié en él, soy históricamente radical, lo voté para su primer mandato. Pienso que al principio hizo algunas cosas bien, pero ya se perdió la confianza. Necesitábamos que él nos explicara los beneficios de la reforma y no lo hizo. No habló con su pueblo”.

El cerro Las Señoritas. Imagen del territorio que se defiende en Uquía. (Fotos Lina Etchesuri)
Ella sí habla, mientras de fondo impacta lo hermoso del cerro Las Señoritas, con un color rojizo que alimenta a los ojos: “Lo que hace él a nivel provincial también pasa en la comisión municipal. En nuestra comunidad aborigen 1° de Mayo no tenemos luz y prometieron que antes de las elecciones locales lo harían y mintieron. A partir de eso pedimos un informe con la rendición de cuentas de la comisión, y la respuesta no fue la información pública: a quienes firmamos la petición nos dijeron que no iban a darnos la luz; no tenemos la libertad de hacer nada, quieren que vivamos como perros. Esto pasa en Jujuy”.
Entre San Roque y Palermo
Hay que seguir subiendo, hay que seguir escuchando. El próximo corte es en San Roque y de la comunidad indígena de Uquía se ofrecen a llevarnos. Pura generosidad: no nos dejan ir sin aceptar una bandeja de arroz con pollo que antes de llegar a la siguiente trinchera ya están vacías.

Momento de apertura al tránsito en San Roque: una pueblada que busca garantizar derechos. (Fotos Lina Etchesuri)
Allí, En San Roque, está Omar está sentado mascando coca. Es un hombre de pocas y profundas palabras: “Nos están quitando las tierras y el agua desde hace tiempo. El problema es que dejamos que el gobernador siga caminando y llegamos a esta situación irreversible. Estamos cansados, desvelados, pero con la firmeza de sostener esta medida hasta que renuncie Morales”.

El reclamo en Uquía: las cosas que reivindica la comunidad. (Fotos Lina Etchesuri)
Sentado a su lado está Alex Frites, docente de 28 años de la comunidad de Varas, donde “la mayoría vive de la agricultura y la ganadería y más del 70% de la gente no tiene trabajo en blanco”. “No es novedoso lo que nos está pasando; para los indígenas siempre fue así, todo nos costó más. Lo distinto de los últimos años es que las nuevas generaciones tomamos la posta de nuestras abuelas. Y ese legado, es independiente a cualquier partido político”. Mientras en San Roque ellas y ellos están hace una semana durmiendo en la ruta, Gerardo Morales está en el barrio porteño de Palermo junto a la cúpula de Juntos por el Cambio. “Es un insulto que esté haciendo esto en paralelo, mientras su pueblo le exige que se vaya. Es evidente que lo que están haciendo con Jujuy es un ensayo para llevarlo a la nación”.
Luisa escucha y expresa su timidez con el silencio, que solo rompe con un puñado de letras: “Solo quiero que bajen la reforma”. Retoma Alex: “Como decía Atahualpa Yupanqui, ‘para el que mira sin ver, la tierra es tierra no más’. A Morales lo han ayudado mucho los canales de televisión de acá y los porteños, afirmando que cambió la matriz productiva, que estamos bien económica y socialmente y no es así. Encima, convivimos con aprietes permanentes. Si lo tengo que definir con una palabra, es autoritario; jamás se apoyó en el diálogo, siempre hizo lo que quiso”.
Jorgelina, emponchada, agrega: “Acá no se duerme bien y se pasa frío, pero no nos queda otro recurso. Nunca nos escucharon y ahora tampoco”. En el lujoso salón “La Escondida de Palermo”, a 1.630 kilómetros de los cortes de Humahuaca, el mismísimo Morales presagia «momentos difíciles a enfrentar juntos con temple, diálogo, vocación de unir y firmeza”.

San Roque. La movilización en la ruta. «Me pone mal ver a las señoras tristes porque quieren quitarles sus terrenos», dice Xioamara. (Fotos Lina Etchesuri)
¿Quiénes son los tipos valientes?
Hay muchas infancias alrededor jugando, corriendo, mirando. Adrián tiene 13 años, le gusta mucho jugar a la pelota e ir a la escuela para estar con sus amigos. “Vine a hacerle compañía a mi mamá que está luchando por nuestros derechos. Me pone mal ver a señoras tristes porque quieren quitarles sus terrenos”. Xiomara, de su misma edad, da esperanzas desde la naturalidad con la que se expresa: “Morales ha hecho mucho daño, quitando agua y tierras que no les pertenece, que son nuestras”. A Xiomara le gusta el fútbol, el boxeo y estudiar. Es de Boca y hasta no hace tanto jugaba en el club Villa Nueva de Humahuaca. “Que dé la cara Morales, que venga acá y se haga responsable de la sangre derramada”. Vio con sorpresa lo que Rodríguez Larreta decía por televisión sobre Morales: “Es un tipo valiente que no duda en defender los derechos de los jujeños, hubo una muestra esta semana de su temple y de cómo quiere evitar siempre situaciones de violencia”.

La gente y la tierra. (Fotos Lina Etchesuri)
A las 15 se abre el corte por unos minutos. Desde decenas de autos se toca bocina y se sacan las manos por la ventanilla en señal de apoyo. Un señor grita “basta con los cortes ya”; una camioneta acelera y amaga a irse contra la gente que al costado de la ruta golpea sus botellas de plástico vacías llenas de piedritas, o sus bombos, o lo que tengan en sus manos para hacer ruido.
Pegada a un muñeco de 2 metros y medio de alto, que lleva una bandera con el lema “Abajo la reforma”, Verónica hace ruido con sus palabras: “El gobernador siempre ha jugado sucio y esta no es la excepción; es una burla a su pueblo que hoy esté en Buenos Aires, como si acá nada ocurriese. No le importamos, se ríe de los pobres, porque nos ve sucios, con zapatillas rotas”.
Muestra sus borcegos raídos. Y muestra sus lágrimas mientras dice que no cesará el reclamo, porque eso sería “entregar la libertad”.

Natividad en el corte. María, de la comunidad Aparzo dice: «Qué mentiroso es”, en referencia al gobernador/precandidato a vicepresidente. «Nos va a esclavizar a toda la Argentina». (Fotos Lina Etchesuri)
“Dicen que Morales está en Buenos Aires, ¿no? Dicen que dijo que quienes estamos reclamando somos 10, 20 personas, ¿no? Qué triste esta realidad. Qué mentiroso es”, susurra María, de la comunidad originaria Aparzo. Ramona agrega: “Dicen que lo están aplaudiendo allá… nos va a esclavizar a toda la Argentina”.
Plata endulzada/ madre naturaleza
El viaje continúa. Juan, un vecino de Humahuaca que acompaña a las comunidades, se ofrece a llevarnos al centro para tomar un micro. Como no hay, y tampoco hay otra forma de llegar, nos acerca hasta Iturbe, el siguiente corte. La solidaridad brota en cada peldaño del camino. “El pueblo, unido, jamás será vencido”, es la canción de bienvenida, mientras los autos pasan a puro bocinazo. Un micro con destino a Iruya acelera y en una de las ventanas se lee una consigna repetida: “Abajo la reforma”.

Iturbe, otro de los puntos de la ruta hacia la Puna agregados que se suma al jujeñazo comunitario. (Fotos Lina Etchesuri)
Se arma una asamblea espontánea. Toma la voz Severiano Lamas: “Acá no hay referentes, no hay patrones, somos seres humanos, de carne y hueso. Nadie está a cargo del corte”.
Sigue: “Además, si hablamos de cargos, no podemos quedarnos solo en las personas que estamos acá, porque también está la arena, están las piedras”, acota mirando al piso. “Somos hermanos y nuestra madre es la naturaleza, la que nos dice que no nos podemos rendir”. Luego agrega: “El gobernador se ha enfermado, por testarudo, por haberse endulzado con el dinero; no es un burro, porque el burro es más inteligente que nosotros”. Y sentencia: “Ya no es nuestro gobernador, porque en su rol debe cumplirse la constitución y velar por nuestras necesidades. Nada de eso hizo ni hace”.

Peligrosos sujetos en la ruta, o las «futuras generaciones»: la niñez de las comunidades anda en monopatín, mientras sus mayores reclaman por los derechos, justamente, del presente y del futuro. (Fotos Lina Etchesuri)
Desmitifica Severiano rumores que se instalan y devienen en verdades al repetirse: “Dicen que nos dan planes, pero no recibimos dinero de ningún tipo, porque no podríamos hacer escuela de eso; que nuestros hijos y nietos vean que recibimos dádivas va en contra del pensamiento indígena”, con lo que Severiano explica la diferencia entre endulzados y el pensamiento originario.

Asamblea en Iturbe y un razonamiento de Severiano: “Dicen que nos dan planes, pero no recibimos dinero de ningún tipo». La causa: «Que nuestros hijos y nietos vean que recibimos dádivas va en contra del pensamiento indígena”. (Fotos Lina Etchesuri)
El agua y el litio
Jacinta es de la comunidad Azul Pampa, una de las nueve que se encuentran en el corte: “No queremos estar así, pero es necesario que la sociedad sepa que acá no tenemos agua ni para el ganado, ni para nuestros cultivos, ni para nosotros. Acá en ninguna parte hay agua, salvo alguito, bien pegadito al cerro”. ¿Por qué? “Por los calores extremos y por las grandes cantidades que se utilizan para el litio. Morales nos entregó por la plata, no tiene perdón. No sabe que la Pachamama es quien manda aquí”.

El reclamo, Morales y la Pachamama. (Fotos Lina Etchesuri)
Asamblea en Abra Pampa: sin periodismo, con amenazas
Se libera el paso nuevamente y para llegar al siguiente corte solo queda la opción del dedo. De la decena de vehículos que esperan pasar, nueve van hacia Iruya y uno solo a Abra Pampa. Hugo y Graciela, de Neuquén, casi no tienen lugar, pero lo inventan. El camino está lleno de llamas y la Quebrada de Humahuaca le va dejando paso a la llanura y a cerros más pequeños.
La concentración en Abra Pampa, ciudad cabecera del departamento de Cochinoca, es multitudinaria. Y hay una desconfianza a flor de piel. No es para menos: Abra Pampa fue el primer foco represivo la semana pasada, que luego se extendió a otras localidades.

Abra Pampa: empieza a caer la tarde, y el frío, en el lugar donde se desató el primer foco represivo. (Fotos Lina Etchesuri)
Piden identificación y no quieren dar nombres propios. Se arma una asamblea donde se van arrimando distintas personas a hablar con lavaca:
“Dice el gobernador que somos un pueblo rico, pero entonces por qué tenemos sueldos de miseria”.
“Nuestras escuelas rurales no tienen calefacción, y en muchas no hay ni luz. En invierno, acá las temperaturas llegan a los 27° bajo cero”.

Alimento y fuego: las ollas son una clave para la resistencia a 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar. (Fotos Lina Etchesuri)
“A menos de 100 kilómetros, en el Salar de Olaroz, se encuentra el yacimiento de litio Sales de Jujuy. Las maestras de las escuelas rurales cercanas están llenas de granos por el agua contaminada”.
“Hay muchos animales como vicuñas y hasta pumas que vienen al pueblo a tomar agua porque ya casi no hay en los cerros producto de los proyectos de litio y la minería”.
“El viernes de la semana anterior, gran parte de las comunidades caminaron en el Tercer Malón de la Paz que llegó hasta San Salvador de Jujuy. Quedaron sobre todo los abuelos y las mamás con chicos chiquitos. A ellos los reprimieron”.

Asamblea al anochecer en Abra Pampa. (Fotos Lina Etchesuri)
“De los medios masivos nacionales y provinciales acá no vino nadie a hablar con la gente, pero sí tenemos que bancarnos que opinen sin saber”.
“Todos los días estamos recibiendo amenazas de despidos, de descuentos en los sueldos, de inhabilitación por determinado tiempo para trabajar. Y hasta amenazas de muerte. Estamos siendo perseguidos por luchar. Con este panorama y sabiendo que están dispuestos a todo, ¿cómo vamos a querer revelar nuestras identidades?”
Hay 25 comunidades originarias sosteniendo este anteúltimo corte previo al de La Quiaca, lindante a la frontera con Bolivia. Estamos a más de 3.500 metros de altura. Son las 20 horas y el frío hiela, entra por todos lados. No alcanzan un buzo, un pullover y una campera. Ni guantes. Ni bufanda. A la madrugada, será peor. Se duerme a la intemperie, en el piso, en colchones, sobre tarimas de madera, con fuegos alrededor que amenizan un poco el microclima.
Termina la asamblea y Raúl dice que pongamos su nombre, que ya está jugado. Y cuenta por qué resisten días y días con climas extremos: un calor sofocante de día y un frío que muele los huesos de noche. “Si nos vencen acá, perdemos todo, porque a partir de la reforma no podremos protestar, vendrán aún más por nuestras tierras, por el agua, por nuestra vida. No nos queda otra que aguantar. Es ganar o morir”.

(Fotos Lina Etchesuri)

(Fotos Lina Etchesuri)

(Fotos Lina Etchesuri)
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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