#NiUnaMás
“La justicia la hacemos nosotras”: lecciones y estrategias del 3J, con las madres de Melina, Araceli y Lucía Pérez
Un conversatorio abierto reunió hoy en MU a tres voces claves para entender de qué hablamos cuando hablamos de femicidios, a qué llamamos “justicia” y qué tienen en común los “casos” aislados por la prensa y las organizaciones. Las madres de Melina Romero, Araceli Fulles y Lucía Pérez relataron el calvario judicial que viven y junto a otras mujeres pensaron estrategias para acompañar los procesos en marcha y crear herramientas para combatir la impunidad.
Marta, mamá de Lucía Pérez, toma la mano de Mónica, mamá de Araceli Fulles, y le dice mirándola a los ojos: “Somos nosotras siempre las que tocamos todas las puertas para que haya justicia. Somos nosotras, aunque tengamos el dolor más grande en nuestra espalda. Somos nosotras las que tenemos que movernos, luchar y golpear las puertas. Por las nuestras y por todas”.
La postal es un resumen de la unión y el consuelo que encontraron estas madres este 3J, acompañadas también por Ana María, la madre de Melina Romero, en un conversatorio en MU Trinchera Boutique. Juntas, las tres madres brindaron su testimonio sin intermediarios y en el racconto de los femicidios de sus hijas no sólo dieron magnitud al dolor y a la perversidad, sino que delinearon los patrones comunes que caracterizan el círculo femicida:
- Los tres femicidios fueron perpetrados por grupos de hombres.
- Estos hombres están ligados de alguna manera a tramas narco-barriales.
- Se presume que quisieron violarlas en grupo.
- La justicia no investiga a los culpables, pero sí a las familias.
- El eje mediático y judicial responsabiliza a las mujeres.
- Los abogados querellantes renunciaron a las causas.
- Hubo amenazas o, directamente, muerte de testigos.
- No hay condenas firmes.

Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, y Mónica Ferreyra, mamá de Melina Romero. Foto: Lina Etchesuri.
Sin defensa
En el país del Ni Una Menos, las víctimas directas no tienen forma de sostener económicamente los juicios, que corren hoy serios peligros.
La mamá de Melina Romero, Ana María, cuenta que no tienen abogado para contestar la apelación de la defensa de Joel «Chavito» Fernández, el único detenido por el femicidio de su hija, de un total de siete sospechosos. Sin esa presentación (para la cual un letrado le quiso cobrar 7 mil pesos), la causa corre el riesgo de quedar impune.
Joel Fernández fue condenado a 13 años de cárcel, pero es sabido que no actuó solo. Las irregularidades en la causa se repiten como una constante, ya típica de los juzgados de San Martín: «La fiscal María Fernanda Belloni desistió la acusación», narra Ana María. «Decía que no había falta de pruebas. Pero lo que pasó es que las perdieron”. En cambio, los jueces se centraron en demandar por falso testimonio a Melody, la principal testigo del caso, quien reveló por primera vez durante el juicio que también fue violada la noche del femicidio de Melina.
Replay: una menor declara en el contexto del femicidio que fue violada por el mismo grupo de hombres que presuntamente asesinó a su amiga.
Ni los jueces ni la fiscal Belloni consideraron que el testimonio de esta joven revelaba otro delito.
Ana María dice: “Que haya uno preso es un comienzo. Es una puerta a buscar justicia. Pero no es el final. Se me van a cerrar muchas puertas, pero yo me voy a ocupar de abrirlas”.

En el conversatorio también estuvieron Ana María Martínez y Rubén Romero, mamá y papá de Melina Romero. Foto: Lina Etchesuri.
Sin investigación ni testigos
Mónica, mamá de Araceli, cuenta que la causa por el femicidio de su hija está elevada a juicio: resta ponerle fecha. Uno de los principales testigos era Darío Badaracco, uno de los acusados que esperaba el proceso detenido en el penal de Sierra Chica. “Su hermano dijo que iba a atestiguar, que iba a hablar. Y lo mataron en la cárcel: le tiraron agua hirviendo por la boca. Le quemaron todos los órganos. Lo quemaron vivo. Y ésa fue una forma de callarlo”.
Tampoco nadie investiga la relación entre ese asesinato mafioso y el femicidio de Araceli.
El único detenido al momento por el crimen Araceli es entonces Carlos «Popy» Cazals. Quien lo detuvo no fue la policía, ni un juez ni un fiscal, sino la propia Mónica. La madre de Araceli sabía que Casalzs había amenazado a una mujer que conocía su participación en el hecho. Acostumbrada a revisar las cámaras de seguridad durante los 27 días en que desapareció su hija, se dirigió entonces al Centro de Monitoreo municipal a relevar las cámaras de la cuadra de la vecina amenazada. Ahí estaba Cazals, que gracias a ese registro quedó detenido.

Foto: Lina Etchesuri.
Cada historia parece tan esclarecedora como irreal, pero es la cruda realidad de cómo funciona la justicia femicida. Las irregularidades en la causa de Araceli se multiplican hasta el punto en el que la persona que encontró el cuerpo fue el propio hermano de la joven. “Tengo siete hijos. El de 22 se me quiso matar dos veces. ´Yo no quiero vivir sin mi hermana´, me dice. Una vez lo trajo la policía porque lo sacaron de la vía del tren. Tengo que estar pidiendo justicia por mi hija y seguir viviendo por mis otros hijos”.
Al calvario de la muerte y al calvario judicial se suma el calvario de seguir sosteniendo una familia doblemente golpeada. Las mujeres le ponen el pecho: Mónica dice que en su casa sigue sonriendo porque no quiere que sus hijos la vean mal.
Ahora, en el conversatorio, se despacha y llora.
El camino es doloroso y está lleno de lágrimas, pero sobre el final Marta, mamá de Lucía Pérez, arenga a las otras madres: «Somos nosotras y en red las que vamos a lograr justicia. Y no lo digo como una frase: yo a veces pienso que nos tocó a nosotras porque somos familias que podemos cambiar las cosas como son. Si hubiéramos tenido justicia en cada caso, no estaríamos acá compartiendo esto que hablamos hoy y que nos conecta. Como no la tenemos, la tenemos que construir, pero además vamos a construir justicia para todas».
Marta predica con la palabra y el ejemplo: en su caso la familia Pérez presentó un jury político contra los tres jueces marplatenses que dejaron impune el femicidio de Lucía.
Es entonces cuando Marta le toma la mano a Mónica, que sigue llorando y pide escuchar una canción musical en grupo para terminar la jornada.

Foto: Lina Etchesuri.
Es entonces cuando las ultimas lágrimas caen y cierran el exorcismo de una jornada dolorosa pero también de lucha y propuesta. El conversatorio se cierra con la propuesta de acompañar el juicio de Araceli y convocar a universidades y sindicatos para garantizar la presencia y el empuje durante esas largas jornadas para garantizar que exista la justicia.
Todas acuerdan.
Y se abrazan.

Foto: Lina Etchesuri.
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Condenan a cadena perpetua al ex sargento de la Bonaerense Ricardo Panadero por el femicidio de Natalia Melmann

El ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero fue encontrado culpable de secuestrar, violar y asesinar a Natalia Melmann cuando tenía 15 años: el Tribunal Oral en lo Criminal n°4 de Mar del Plata, conformado por los jueces Néstor Conti y Juan Galarreta, y la jueza Mariana Irianni, lo condenó por unanimidad a cadena perpetua.
La sentencia llegó 22 años después del femicidio. Natalia fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar. Su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal. La autopsia reveló la presencia de cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo.
Un año después, en octubre de 2002 los policías bonaerenses Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez fueron condenados a perpetua por privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas para asegurar el resultado. En ese juicio también fue condenado a 25 años Gustavo “Gallo” Fernández, por su participación en el secuestro, pero la pena luego fue reducida a 10 años de prisión.

La sentencia a Ricardo Panadero tardó mucho más tiempo en llegar: en el proceso de 2012 la justicia lo había sobreseído. Recién en 2018 fue juzgado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata integrado por los jueces Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro: también lo absolvieron. Sin embargo, ante una presentación de la familia Melmann el Tribunal de Casación en 2020 decidió anular el fallo y ordenó hacer un nuevo juicio: así llegó Panadero a ser condenado.
Hoy, finalmente, el TOC 4 lo encontró culpable del delito de privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado por acceso carnal calificado por la participación de dos o más personas y homicidio doblemente agravado por la participación de dos o más personas y criminis causa, todos en concurso material entre sí.
Su detención fue pedida de manera inmediata así como su traslado a la Unidad Penal Nº7 del complejo penitenciario Batán.
La búsqueda de justicia continúa: hay un quinto perfil genético que aún no pudo ser identificado. Por eso Gustavo sostuvo después de la sentencia: “Ojalá que nos alcance la vida para poder condenar a todos”.
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Natalia Melmann: 22 años después, el ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero llega a juicio por el femicidio

Natalia Melmann fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar: su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal, con cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo. Por el hecho fueron condenados a cadena perpetua tres policías bonaerenses, y un cuarto cómplice del secuestro a 10 años de prisión; pero el sargento Ricardo Panadero, acusado de secuestrar, violar y asesinar a Natalia, había sido sobreseido en dos intancias. Por la lucha familiar mañana se sentará en el banquillo par ser juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata: tanto la fiscalía como la querella piden perpetua. Las palabras de Gustavo Melmann en la antesala de este nuevo proceso, a 22 años de la muerte de su hija, y cómo es la construcción de justicia «víctima a víctima» y en la calle.
Gustavo Melmann mañana se va a levantar temprano, va a buscar la misma camisa que usó durante todo el juicio y antes de salir va a ponerse el perfume que usaba su hija Natalia: Mujercitas. “Son mis rituales”, describe en la antesala de conocerse la sentencia en el juicio al ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, acusado de secuestrar, violar y asesinar su hija, Natalia Melmann, cuando tenía 15 años.
“Estamos con cierta angustia, más viejos y desgastados”, dice Gustavo a lavaca.
Habla en plural, como familia,pensando en Laura Calampuca, con quien tuvo 4 hijos y 5 nietos. Es el tercer juicio que toda la familia Melmann atraviesa por el femicidio de Natalia.

El caso
Natalia Melmann fue secuestrada la noche del 4 de febrero de 2001 en Miramar. Su cuerpo se encontró cuatro días después en el vivero municipal. La autopsia reveló la presencia de cinco perfiles genéticos distintos en su cuerpo.
Un año después, en octubre de 2002 los policías bonaerenses Oscar Echenique, Ricardo Anselmini y Ricardo Suárez fueron condenados a perpetua por privación ilegal de la libertad agravada, abuso sexual agravado y homicidio triplemente calificado por ensañamiento, alevosía y en concurso de dos o más personas para asegurar el resultado. En ese juicio también fue condenado a 25 años Gustavo “Gallo” Fernández, por su participación en el secuestro, pero la pena luego fue reducida a 10 años de prisión.
El ex sargento de la bonaerense Ricardo Panadero, que ahora llega a juicio, no estuvo en aquel proceso; la justicia lo había sobreseído previamente. Recién en 2018 fue juzgado en el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata integrado por los jueces Jorge Peralta, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro: también lo absolvieron. Sin embargo, ante una presentación de la familia Melmann el Tribunal de Casación en 2020 decidió anular el fallo y ordenó hacer un nuevo juicio: así llega Panadero nuevamente a ser enjuiciado.
“Esperamos que realmente se resuelva mañana”, sostiene Gustavo sobre la espera y las dilaciones. La sentencia está anunciada a las 10.30 horas.

22 años después
El juicio, que empezó el último 5 de mayo, estuvo a cargo nuevamente del Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de Mar del Plata, esta vez integrado por los jueces Néstor Conti y Juan Galarreta, y la jueza Mariana Irianni. La fiscal del proceso, Ana Caro, pidió prisión perpetua para Panadero durante los alegatos, la misma pena pidió el abogado de la familia. Agrega Gustavo: “Nuestro abogado pidió también que se miren las pruebas con perspectiva de género y desde las ciencias vinculadas a la niñez: Nati tenía solo 15 años”, recuerda.
La sentencia llega 22 años después del crimen. Para Gustavo el entramado de impundad se dio porque son policías los involucrados, “de haber sido otra gente la involucrada se hubiera resuelto mucho antes”, sentencia. Por eso al crimen lo describe así: “El de Nati fue un femicidio en manos del Estado”.
Mañana desde las 9 horas organizaciones y familias de víctimas estarán acompañando en la calle de los tribunales marplatenses. Gustavo resalta que durante todos estos años estuvieron acompañados por familias de víctimas, organizaciones feministas y organizaciones vinculadas a la lucha contra la violencia institucional.
“Construimos víctima a víctima, hay un montón de cosas que son iguales, que se repiten, y hay una necesidad de buscar justicia en conjunto y cambiarlas en conjunto también”.
Gustavo sabe que después de conocerse la sentencia la lucha sigue: hay un quinto perfil genético que aún no pudo ser identificado.
Mañana va a colgarse en el pecho la misma foto de su hija que plastifica una y otra vez hace más de dos décadas, y va a volver a salir a la calle para pedir justicia.
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Perpetua para los femicidas de Iara Rueda
Dos condenas a perpetuas y una declaración de responsabilidad penal con remisión al juzgado de menores para que se le establezca pena: así fallaron las juezas María Margarita Nallar y Ana Carolina Pérez Rojas, y el juez Mario Ramón Puig, por el femicidio de Iara Rueda -16 años- asesinada en septiembre de 2020 en Palpalá, Jujuy.
Por Natalia Aramayo desde San Salvador de Jujuy
Pasadas las 17.25 de la tarde, mientras un centenar de mujeres aguardaban en la puerta del Tribunal Oral en lo Criminal N°3 atentas a lo que iba conociéndose, se escuchó leer a la secretaria de juzgado Silvana Anún la sentencia a los tres acusados:
- «Declarar penalmente responsable a Fernando Tomás Fernández, por el delito de homicidio triplemente agravado por el vínculo, por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género. Dado que al momento del hecho era menor de edad se pidió remitir la copia de la sentencia a la jueza de menores de turno en el momento del hecho.
- Declarar a Raúl Arnaldo Cachizumba y Mauricio Esteban Abad como autores penalmente responsables de los delitos de homicidio doblemente agravado por alevosía y de una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género; con pena de prisión perpetua».
Ahora cabe esperar que el juzgado de menores dicte la sentencia a Tomás Fernández y se conozcan los fundamentos del fallo que dictó la perpetua para Cachizumba y Abad.
El abrazo en la calle
Pocos minutos después de conocerse la sentencia, abrazada de su esposo Juan José Rueda, Mónica Cunchila, la mamá madre de Iara, entre lágrimas, dijo: “Es lo que estábamos esperando, pero aún falta más, aquí hay complicidad y vamos a seguir trabajando en eso. Hoy mi hija tuvo justicia, mi hija está acá conmigo”. Mónica se mostró conforme con lo que dijo el Tribunal, el fiscal, el abogado. “Me han escuchado, ha sido duro, en el camino hemos ido aprendiendo muchas cosas de cómo se maneja la justicia”.
Relató emocionada también que en Palpalá, donde viven, siempre le deja flores en la tumba de su hija: “Se marchitaban rápido y ahora no, hoy me acerqué y sus flores estaban como el primer día, son señales».
Al preguntarle qué significaba para ellos el abrazo de toda una provincia, todo un país que los acompañó durante todo este tiempo, Mónica respondió: «Es muchísimo porque toda la sociedad nunca nos dejó, toda la gente de la provincia nos apoyó con mensajes que decían que no bajemos los brazos, nos daban aliento. Porque esto le puede pasar a cualquiera. A veces miramos para otro lado y ahora me tocó estar de este lado de la vereda. Se hizo justicia por Iara, y esto no tiene que pasar con ninguna mujer, no queremos nunca más una Iara, no queremos otro femicidio. Le agradezco a cada uno y a todos los medios de prensa, porque no hay que naturalizar la violencia y menos un femicidio”.



En la calle Mónica y José se fundieron en un abrazo con Florencia, mamá de Monica y abuela de Iara, para luego encontrarse con la cientos de personas de la Multisectorial de Mujeres de Jujuy y organizaciones sociales que, como cada jornada, esperaron atrás de las vallas del juzgado a la familia. Además también los esperaban madres y padres de la Asamblea Nacional de Víctimas de Femicidios que viajaron desde distintos puntos del país.
Mónica: «Hoy se hizo justicia, hoy terminó un juicio que veníamos mendigando durante casi tres años en las calles, soportando que me echen de Casa de Gobierno, soportando la lluvia, el sol, pero nunca baje los brazos por mi hija. Les agradezco a todas por el apoyo, por que es eso también lo que no me dejo bajar los brazos: la familia, los amigos, los vecinos y ustedes».
Cómo se sigue
Después de la sentencia, dijo Mónica que el desafío es empezar como familia a reconstruirse, “y pensar en las otras chicas, porque Iara son todas, como yo siempre digo Iara dejo esto, para que su mamá siga, no fue fácil lo que aprendí en el camino, pero vamos a seguir por cada una de las que necesiten, vamos a estar presentes ahí».
Además está vigente la denuncia penal que la familia de Iara presentó por “abandono de persona” contra los funcionarios policiales que no buscaron a la joven como lo indican las legislaciones vigentes. Sobre la denuncia dijo Mónica: “Se esperaba a que termine este juicio y ahora hay algunos informes que se elevan en contra de ellos, la elevación a juicio para los 8 policías que tiene que ser en estos meses”.
Juan José Rueda: «Fueron 30 meses en la calle mendigando justicia y por fin llegó. Iara puede descansar en paz, ser libre, y nosotros tener un poco de paz. Me acuerdo que me decían ‘se tienen que preparar para el juicio porque es duro’, y ustedes nos preparaban para este momento, el acompañamiento, las marchas, las charlas nos prepararon para este día. Nuestra hija, junto a ustedes, nos daban esa fuerza, esa fortaleza para que hoy estemos de pie, firmes. Les agradecemos de todo corazón y esto no se termina acá, falta la cúpula policial y faltan los cómplices y los encubridores: vamos a llegar hasta las últimas consecuencias”.
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