#NiUnaMás
El grito que falta: familiares de víctimas de femicidios reclaman justicia y escucha estatal
En San Martín, familiares de víctimas de femicidios se dieron cita el mismo día en que Alberto Fernández anunció medidas contra la violencia machista. Dieron así la letra que falta y que urge para atender a las familias destruidas por la impunidad y la pobreza. De los 63 femicidios en lo que va del 2020 a la mirada histórica de qué significa el Estado femicida: historias y crónicas de los casos y las voces que denuncian los abismos entre las políticas y la realidad.
La Plaza Sarmiento, en Villa Ballester, es parte del partido general San Martín, la Ciudad Juárez bonaerense, donde la lógica femicida sigue extrañas coincidencias de secuestros, descuartizamientos, búsquedas, encuentros por parte de mujeres, complicidad policial e impunidad judicial. Ese es el lugar del encuentro de familiares de víctimas de femicidios el domingo 1 de marzo.
A la Plaza Sarmiento van llegando decenas de madres e hijas con remeras blancas que llevan estampadas los rostros de las mujeres asesinadas. Muchas llegan llorando y no pueden ni hablar. Todas se abrazan, y comparten desde el dolor que las une la fuerza y las ideas para lograr salir del lugar en el que están: la injusticia, las amenazas, la falta de escucha estatal, la pobreza.
Muchas de las madres llegan con sus nietos de las manos: es que quedaron, tras las muertes, además de todo a cargo de ellos. La mamá de Débora Giménez, asesinada el 12 de enero de este este año, dice que le contó a su hija que su madre ahora es una estrella, y la niña le preguntó entonces si mañana, durante el primer día de clases, su estrella-madre la vería vestir el delantal de primer grado.
Entre lágrimas, Paola, abuela devenida en segunda madre, le dice que sí, y que su madre como todas las mujeres asesinadas también están hoy junto a las decenas de mujeres que posan juntas con las manos en alto, gritando “presente”, en la plaza Sarmiento de Villa Ballester.

Cambiar el enfoque
El mismo día en que el Presidente Alberto Fernández anunció medidas contra la violencia machista (el refuerzo de una línea telefónica y capacitación para funcionarios), por la tarde familiares de víctimas de femicidios se citaron a 30 km del Congreso, para pedir justicia por sus hijas y hermanas y reclamar medidas concretas y urgentes. La coincidencia con la apertura de sesiones fue casual, y por eso más simbólica.
La jornada estuvo convocada y organizada por la familia de Araceli Fulles, la joven de 22 años desaparecida el 1 de abril y encontrada asesinada el 27 abril de 2017. Las sospechas sobre sus femicidas incluyen bandas pesadas del barrio, con vínculos parentales con policías y garantía judicial. Como parte del corolario de esa mafia, el único detenido por su crimen, Darío Badaracco, fue asesinado a golpes y con agua hirviendo en abril del 2019 en el penal de Sierra Chica.
Su caso es paradigmático en la zona, y no hay nadie en los barrios que no conozca la sonrisa de la joven, su fanatismo por River, el amor de sus padres y la fuerza de sus hermanos; todos, juntos, organizaron este emotivo encuentro que funcionó como un abrazo colectivo. Otra excusa: juntar firmas para convertir el “banco rojo” de la plaza Sarmiento en un monumento a Araceli y a todas las víctimas de femicidio.
Desde Pompeya viajó también la familia de Carla Soggiu, la mujer de 28 años que fue secuestrada, violada y golpeada por su pareja, y que tras la denuncia por esa violencia –por la cual se lo condenó a 6 años de prisión en suspenso- fue hallada flotando en el Riachuelo, cuatro días después de activar el botón antipánico. Su crimen no se investiga como femicidio ni conecta el hecho con la golpiza.
Las historias de estas dos mujeres bastan para dar cuenta de qué hablan hoy las familias cuando reclaman justicia y de por qué la bandera que cuelga de la reja de la canchita de la plaza que dice “Estado femicida” no es una consigna sino una realidad. Mónica, la madre de Araceli, apuntó desde el escenario contra la impunidad que encubre a todos los casos: “La justicia es corrupta. La policía está involucrada. Nos sentimos desamparados”, mencionó. Sin embargo, también aclaró que el motivo del encuentro es amplificar una voz común: “Las víctimas no nos callamos más. Nos van a tener que escuchar, porque estamos muy empoderadas”.
Por su parte, el padre de Carla, Alfredo, fue contundente: “Necesitamos que la justicia patriarcal cambie el enfoque. En los juicios se habla solo de nuestras hijas, de lo que hacían, y eso no puede ser. No queremos que nuestras hijas estén en una foto: las queremos con nosotros”.

Femicidios 2020
Al tiempo que el verano mediático agitaba el brutal crimen de Fernando a manos de una patota en Villa Gessel, ocurrieron al menos 63 femicidios en lo que va del 2020, poco amplificados por los medios. En la Plaza está la familia de Débora Giménez, 26 años, fallecida el 12 enero a raíz de un disparo en la cabeza el día 5. Paola, su madre, cuenta el caso: “Ella era policía: siempre traba de ayudar a todo el mundo, era muy servicial. Tenía un mes de casada y quince días que se había mudado a Derqui con el marido, cuando vivió toda la vida en San Martin. El día 5 yo recibo un llamado a las cuatro y pico de la mañana diciéndome que ella se había pegado un tiro. Al llegar al hospital nos cuentan que mi hija había llegado sin el marido, que después dijo que ella se había intentado suicidar. Preguntamos cuál era el ingreso del orificio: tenía un orificio de bala de entrada del lado izquierdo, cuando mi hija no maneja la zurda”.
Su pareja, el policía Pablo Gómez, apuró la hipótesis del suicidio, pero algo no cerraba: “El marido me llama contando que supuestamente ella se disparó y hace todo un teatro de que ella estaba mal, estaba depresiva, cuando en noviembre ella tuvo su tratamiento y el psicológico le dio bien, por eso la dejaron seguir trabajando. Él declara que mi hija estaba drogada en el momento de los hechos, pero en los estudios que le hicieron estaba limpia”.

Las autopsias siguen desmintiendo al hombre, que igual se encuentra libre: “Estamos esperando que el fiscal entregue las escuchas de teléfono secuestrado de mi hija”. Una de sus hermanas es testigo de una llamada clave: “Previo a todo esto, mi hija a las 3 de la mañana llama a mi otra hija llorando diciéndole “voy para tu casa”. Como no llegó a la casa mi hija la llama para preguntarle qué pasó, y ahí Débora atienda y deja la llamada abierta, y mi otra hija escucha toda la discusión que este hombre niega. Por eso el fiscal secuestró el teléfono”.
Paola derrama una lágrima por palabra y asegura que ya conocía a la mamá de Araceli, Mónica, antes del asesinato de su hija: “He acompañado a muchas de las marchas, conocía a la mamá de Araceli, pero nunca creí estar acá cómo madre”.
¿Qué ve en común en todos los casos?
La mayoría de los asesinos son hombres manipuladores. Mi hija siempre estuvo apoyando esta lucha, siempre me decía que uno tiene que vivir por sus hijos, brindarles lo mejor y enseñarles a confiar. Me duele que no haya confiado para pedirme ayuda, porque ella era víctima de este hombre que la maltrataba, la golpeaba, y la mayoría de estos casos son así: estos hombres manipulan y las tiene sometidas.
¿Cómo se logra justicia?
Hay que empezar a hacer marcha a la fiscalía. Yo no tenía abogado, tantas veces me iba sola de los Tribunales sin nada… La única manera que te escuchen es llevar gente, hacer barullo, sino nadie te escucha.

La burla estatal
Natalia Sabán tenía 16 años y vivía en villa Hidalgo, José León Suárez. El 8 de diciembre de 2019 su familia recibido un llamado similar al caso de Débora: Natalia tenía un tiro en la cabeza. Falleció finalmente el martes 10, a las diez y media de la mañana. Quién fue, según su madre Malvina: “El día 9 el novio de ella y toda su familia desaparecieron de la casa y nunca más se los vio: tienen pedido de captura”. Todos los caminos llevan a responsabilizar a Matías Agustín Cano (20), ex novio de la joven, presente en el momento de los hechos.
Malvina: “(A Matías) Lo conocíamos de vista, ni siquiera lo había presentado. El muchacho no llegó a nuestra casa ni nada. Esto pasó un domingo; estaba en la casa de mi hermano comiendo y después se fue a mi casa; estuvo ahí hasta las 8 y media y dijo que se iba a la casa de la abuela y no, se había ido a la casa del novio. Y 11 y cuarto de la noche nos enteramos que tenía un tiro: no sabíamos dónde, salimos al hospital y nos encontramos que tenía un tiro en la cabeza”.

¿Qué se sabe de la escena del disparo?
Estuvieron cuatro personas: la madre, el novio de mi hija, mi hija y la amiga, nadie más. La amiga no habla porque dice que está amenazada. Y la familia de él dice que la que disparó fue una criatura de 10 años. Se hizo la reconstrucción del hecho y no da lo que dice el nene: dice el arma estaba empuñada con las dos manos, la altura tampoco le daba. El nene dice que tiró y los médicos forenses dicen que Nati tenía el arma apoyada en la cabeza. Hay contradicciones.
¿Cómo se mueve la causa?
La causa la estamos moviendo nosotros, nosotros llevamos la mayoría de las cosas, de testigos. Nosotros nos movemos más que todos y por eso hacemos, cada mes, una marcha a la fiscalía para que se muevan y no quede en el olvido como otras chicas que quedan como si nada. Lo único que estoy pidiendo es justicia, que los asesinos de ella estén presos, que caigan, que empiecen a mover lo que haya que mover para que los agarren. Incluso ellos estuvieron otra vez en la villa hasta que yo llamé al patrullero, y la comisaria de Suarez me decía que no había móvil para ese momento. Todo es así: es como si fuera que la misma policía se burla de uno.
¿Cómo les cambió la vida?
Nos cambió la vida totalmente. Yo tenía 2 hijos, Nati era la mayor y mi hijo menor tiene 14 años. Nati era la alegría de la familia, el domingo era juntarse, ella jugaba a las cartas, le gustaba bailar, iba a danza. Ahora ya no es nada igual; tratamos de seguir adelante haciendo cosas, queremos que se haga justicia, nos movemos nosotros, estamos acá hoy acompañando a ellos también, mutuamente nos acompañamos. Pasamos por el mismo dolor todas las que estamos acá.
¿Qué tienen en común y que reclaman hoy en esta Plaza?
Hay mucho en común: siempre es la pareja de las chicas. No hay mucha diferencia: a mi hija le pegaron un tiro, a la otra la violaron, a la otra la enterraron, pero siempre es un novio. Eso es lo que más bronca te da, porque vos estas confiado que tu hija tiene alguien que la quiere y después mira cómo termina todo. Lo peor que hay es la impunidad, que no haya justicia. Eso estamos pidiendo.
Organizarse y remar
Mariana lleva en su remera blanca la foto de Kevin, su hijo, asesinado en circunstancias no esclarecidas por cuatro balazos cuando se encontraba trabajando de remisero. Junto a siete otras madres, tres de ellas familiares de mujeres asesinadas (entre ellas, la mamá de Natalia Sabán), crearon la asociación Resurgir después de vos, desde donde motorizan un programa radial con el mismo nombre. Desde esa asociación también presentaron al Consejo Deliberante de 3 de febrero una iniciativa para que los reconozca como especialistas para asistir a familiares de víctimas de femicidios y asesinatos. Todas son del conurbano bonaerense.
¿Cómo se conocieron?
En los tribunales. Hacía muy poquito que había pasado lo de mi hijo. Malvina se acercó, después nos encontramos en un canal de cable, y fue surgiendo la idea de organizarnos. Hicimos el programa de radio, y acá estamos.
¿Qué tienen en común?
Todas atravesamos el mismo dolor. Son diferentes causas pero el dolor es el mismo.
¿Qué es lo que más duele?
La pérdida de un hijo, de una hija, la falta de justicia. Estamos muy enojadas, no nos apoyan en nada. Tenés que estar re mando contra la corriente continuamente y no puede ser así. Una tendría que estar más tranquila pensando que los q le hicieron esto a nuestros hijos van a recibir el castigo que corresponde.

Cae la tarde en Villa Ballester, mientras se despide el caluroso sol del domingo y las sirenas de la policía municipal quedan iluminando la Plaza Sarmiento. Las banderas, colgadas en las rejas de la canchita, recuerdan a las mujeres cuyos crímenes, sus coincidencias, lograron reunir a familias disímiles, de distintas partes del conurbano y la Capital, sorprendidas por el dolor y la injusticia, curtidas en esta organización que busca forjar su propia reparación histórica, su propia Verdad y Justicia, y su Nunca Más.
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38° Encuentro Plurinacional: Qué momento

El 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Travestis, Trans, Lesbianas, Intersex y No Binaries terminó este domingo con una movilización de 20 cuadras por la costanera correntina. Más de 90 mil personas participaron de estas jornadas que se vivieron una vez más como un hecho histórico y más aún ante el contexto libertario: «Qué momento/ qué momento/ a pesar de todo, les hicimos el Encuentro». Voces de distintas generaciones, desde las que fueron por primera vez a las más experimentadas, que participaron de talleres y de conversaciones para pensar y hacer otro feminismo para enfrentar al fascismo. Las canciones, las estrategias, y las opciones para el año que viene: ¿Córdoba o CABA?
Por Claudia Acuña. Fotos de Line Bankel para lavaca.org
Enviadas especiales a Corrientes.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
¿Cuánto son veinte cuadras de feminismo? ¿Y si esas veinte cuadras corresponden a la costanera correntina? ¿Y si se mueven durante dos horas gritando “señor, señora, no sea indiferente, nos robaron a Loan en la cara de la gente”?
A las siete y pocos minutos, la marcha de cierre del 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Travestis, Trans, Lesbianas, Intersex y No Binaries partió de un parque con color emblemático: Poncho Verde. Apenas dos cuadras después ya hacía llorar a una señora asomada a la ventana y agitar los brazos a su vecina, tres pisos más arriba, mientras una tercera se atrevía a aplaudir. La multitud se detuvo para saludarlas y, con ese abrazo a distancia, la marcha se sintió bendecida.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
Los cálculos aritméticos dictan que se agotaron todas las plazas de alojamiento en Corrientes Capital, que la demanda desbordó hacia ciudades vecinas como Resistencia y Paso de los Libres, y que eso significa que al menos 70 mil personas llegaron a este Encuentro. Las cuentas por espacio ocupado en el asfalto correntino elevan esa cifra a 90 mil. Cualquiera haya sido la cantidad, lo que sin duda representa en este contexto lo sintetiza una palabra: demasiado. Ese fue el sentimiento que aderezó desde la apertura hasta este final, que hizo llorar a las organizadoras y cantar una y otra vez el hit de este Encuentro: “Qué momento/ qué momento/ a pesar de todo/ les hicimos el Encuentro”.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
Mientras un grupo de chicas de San Luis se pinta la bandera palestina en los cachetes, me cuentan que participaron del taller de antiimperialismo y de otro sobre el trabajo sexual. Dicen con seguridad que el desafío ahora es poder transmitirles a las “más jóvenes” por qué vale la pena organizarse y pelear por mantener derechos que costaron tanto conseguir y seguir batallando por otros que todavía están pendientes. “Las jóvenes tienen que ser el futuro del feminismo y es nuestra tarea que así sea”.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
La que habla se llama Lucía y tiene apenas 22 años. Sus amigas completan: para ellas fue el primero, pero no será el único. No les llamó la atención que existiera cierta tensión entre los aparatos políticos –“lo vemos siempre”– y hasta consideran que “está bien que se debata con pasión sobre temas importantes, como la reforma laboral, porque lo importante es hablar”, aunque sin duda sería mejor que también las escuchen.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
Otro grupo de chicas tucumanas –primerizas también– dirá que les interesó el taller de educación y que aprendieron mucho escuchando a mujeres de todas las edades intercambiando experiencias y opiniones. “No es habitual que podamos conversar con diferentes generaciones y todas en un plano de igualdad: no había quien se presentara como si supiera más o fuera más importante”. Otra dirá que rescató que los talleres no cerraran con conclusiones o recetas sobre lo que hay que hacer. Eran personas compartiendo preguntas y eso es lo que se llevan. Les pregunto cuáles, como ejemplo. Dirá otra: “En el taller de violencia digital alguien planteó que se nota que los varones fascistas están muy activos en las redes y sin duda organizados. Entonces se preguntó: pero ¿dónde están nuestros varones? ¿Por qué ellos consideran que si nos atacan a las mujeres no es su problema? Otra chica planteó su duda: ¿tenemos que hablarles a los varones fachos? Y si así fuera, ¿qué tendríamos que decirles? Nos dejó pensando”.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
Durante el recorrido de esta marcha alegre y sin sobresaltos se cruzaron algunas amenazas que llevaron a la práctica y la resolución al paso de algunas respuestas a estas preguntas. Dos opciones:
Opción No te Tenemos Miedo: cantarles “tiemblan los machistas/ América Latina va a ser toda feminista”.
Opción Defendemos lo Irrefutable: gritar “¿Dónde está Loan?”.
La inteligencia es colectiva.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org
Mañana habrá que resolver también colectivamente la tensión interna que se encarna en la elección de la próxima sede del Encuentro: CABA o Córdoba. Hay quienes temen que en CABA monopolice el tema la prisión y proscripción de Cristina Kirchner. Otras plantean que es hora de un Cordobazo feminista. Ambas cantaron hoy sus preferencias (“que sea en CABA”, gritaban las Mumalá correntinas; “paso a paso se viene otro Cordobazo”, agitaban las cordobesas), pero la marea entera coincidía en lo importante: el poder de estar juntas sigue intacto.
La pregunta que dejó a todas pensando es qué hacer con eso.

Fotos: Line Bankel/lavaca.org


Fotos: Line Bankel/lavaca.org

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Fotos: Line Bankel/lavaca.org

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Oraciones, entre la cruz y la raya: un ritual para presentar el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez

Este domingo 16 de noviembre presentamos el nuevo libro del Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez, editado por lavaca, con una perfomance conmovedora: Oraciones, entre la cruz y la raya fue una obra de teatro danza basada en los ejes teóricos de Femicidios, narcotráfico y Estado. La puesta transformó en lenguaje poético, corporal y musical una realidad que duele y mata, de la mano de talentosas artistas.

Familias sobrevivientes de femicidios, con el libro del cual son parte: el nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez.
Oraciones, entre la cruz y la raya: así se llamó la presentación performática del nuevo libro del Observatorio Lucía Pérez editado por lavaca y titulado Femicidios, narcotráfico y Estado.
La obra de teatro y danza indagó en los mecanismos que operan sobre los cuerpos y los territorios desde una dramaturgia que combinó texto, movimiento y música. El resultado fue una experiencia que funcionó tanto como obra artística como herramienta para hacer sentir, colectivamente, de qué hablamos cuando hablamos de femicidios.
La obra fue ideada y escrita por Claudia Acuña, también responsable de la dirección general del Observatorio Lucía Pérez. En escena, Oraciones desplegó el trabajo de las intérpretes Julieta Costa, Lola Domínguez Hayes, Lucía Harismendy, Pia Leone, Luca y Juana Torras, quienes construyeron una trama sensible entre la fragilidad y la fortaleza. La música en vivo, a cargo de Santiago Torricelli en piano, aportó un pulso emocional que atravesó toda la pieza.



El diseño sonoro siguió de la mano de Pía Leone, junto con la operación técnica de Teo Escobar y Lucas Pedulla. Y el diseño gráfico estuvo a cargo de Jonatan Ramborger (autor, también, de la tapa del libro) y Julie August.
La puesta en escena fue realizada por Julieta Costa, mientras que la dirección coreográfica estuvo a cargo de la reconocida directora y coreógrafa Carla Rímola.
Oraciones dejó en quienes asistieron la certeza de que el arte no sólo puede denunciar lo que duele, sino también abrir caminos para imaginar otras formas de vida y de cuidado.
Y también, otras formas de presentar un libro.



El Observatorio y su libro
El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por lavaca.org con el objetivo de profundizar el trabajo sobre formas de prevención y erradicación de la violencia patriarcal.
Cada día un equipo conformado por Claudia Acuña, Amalia Etchesuri, Anabella Arrascaeta y Pablo Lozano actualiza 12 padrones de manera autogestiva, datos que sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas. Se trata del único registro público del país, lo cual quiere decir que pueden consultarse las fuentes de cada dato.
Cada mes el Observatorio realiza un resumen de este diagnóstico junto a víctimas y familias sobrevivientes de femicidios. El resultado es el informe mensual que se difunde a través de organizaciones sociales y referentes de la política y la cultura que intenta pensar, más allá de las cifras, la radiografía social y política de esta violencia.


Femicidios, narcotráfico y Estado reúne ahora y por primera vez los distintos informes, investigaciones y acciones del Observatorio Lucía Pérez. Es un material que indaga a través de la articulación de textos teóricos y reportajes periodísticos las vinculaciones entre lo narco, la violencia machista, los femicidios y el rol del Estado en la trama de la impunidad.
Todo eso quedó plasmado en esta presentación-ritual colectivo para empezar a sanar una realidad que duele, y organizar la realidad que viene: aquella que queremos, deseamos y nos merecemos.
Si querés el libro escribinos al teléfono que figura en este link, y suscribite para apoyar todo lo que hacemos:
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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños
El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.
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