Nota
La que se viene: detalles y riesgos de la reforma laboral en Brasil
La reforma laboral que impulsó el gobierno de Michel Temer destruye derechos laborales elementales: entre ellos, autoriza jornadas laborales de 12 horas y permite que las mujeres embarazadas realicen tareas insalubres. Cómo impacta la reforma en Argentina. La sustitución de producción, lo industrial, lo sojero y el rol de los sindicatos. Cómo parar la ola neoliberal, en el análisis de datos y voces de economistas.
El Senado de Brasil aprobó la ley que el Gobierno de Michel Temer impulsó para flexibilizar las leyes laborales. A pesar del rechazo del 60 al 80 por ciento de la población (según las encuestas), la Cámara alta sancionó por 50 votos a favor, 26 en contra y 1 abstención el texto que, entre otros puntos, autoriza jornadas laborales de 12 horas diarias y permite que las mujeres embarazados y en período de lactancia realicen trabajos insalubres. La sesión fue caótica: cinco senadoras encabezadas por Gleisi Hoffman y Fátima Bezerra (PT) intentaron la interrupción de la votación ocupando durante seis horas las sillas de la mesa principal, pero el presidente del Senado, Eunicio Olivera (Partido del Movimiento de la Democracia del Brasil), ordenó la suspensión y mandó a apagar las luces de la sala. Desconectaron los micrófonos, suspendieron la transmisión de la televisión y la radio legislativa empezó a pasar música. Tras un cuarto intermedio, continuaron la sesión.
La ley es una de las patas del paquete de medidas de ajuste impulsadas por la administración de Temer, junto al congelamiento del gasto público por veinte años y la reforma del régimen de jubilaciones, trabada en la Cámara de Diputados por la crisis política de Brasil: el procurador general Rodrigo Janot denunció a Temer luego de la delación del empresario Joesley Batista, que grabó al Presidente brasileño avalando el pago de sobornos. La aprobación de la reforma se dio en medio del debate en Diputados de su eventual suspensión para su investigación.
Mientras, las protestas en las calles de Brasil estaban orientadas a un único eje: los cambios que introduce la reforma no sólo modifican el esquema productivo brasileño sino que significa un retroceso en los derechos de trabajadoras y trabajadores y en el andamiaje legal promulgado por el presidente Getulio Vargas en 1943 con la Consolidación de las Leyes de Trabajo (CLT). La Universidad de Campinas (Unicamp) publicó un dossier en el que se explicitan los intereses: afirma que la Confederación Nacional de la Industria (CNI) y la Confederación Nacional de Agricultura (CNA) fueron los actores que redactaron el proyecto, presentado por el diputado Rogério Marinho, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). El profesor del Instituto de Economía de la Unicamp, José Dari Krein, sostuvo que los cambios en la legislación representan un “desmonte de los derechos históricamente adquiridos”.
Algunos de ellos
- Las convenciones y acuerdos colectivos en las empresas prevalecen sobre las normativas legales en, por ejemplo, vacaciones y duración de las pausas.
- Deja afuera de negociación colectiva el salario mínimo, el aguinaldo, la licencia por maternidad de 120 días, normas de seguridad y los aportes a un fondo de garantía que el trabajador recupera en caso de despido.
- Dificulta el acceso a la Justicia del Trabajo.
- Cancela la obligatoriedad de los aportes de los trabajadores a los sindicatos: pasaría a ser opcional.
“Tenemos 14 millones de desocupados y quieren precarizar las relaciones laborales para someter a los empleados, en particular a las mujeres, este proyecto obliga a que las embarazadas trabajen en lugar en insalubres, le quita los derechos conquistados por las empleadas domésticas en 2014”, denunció Hoffmann.
Socios y dependientes
“Brasil es el socio número uno de la Argentina”, dice Julio Gambina, economista y director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA (IEF-CTA), que sintetiza la relación comercial construida entre ambos países durante la última década: las exportaciones argentinas a Brasil aumentaron de 4666 millones de dólares en 2003 a más de 17 mil millones en 2011. “Es el destino principal de la producción industrial argentina”, afirma Claudio Lozano, economista y coordinador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP). “Ese es el punto por el que afecta su cuadro recesivo: el capital brasileño es el que más ha ingresado durante el último tiempo en la economía argentina. Su grado de relevancia es importante”.
La dependencia también se calcula a través dela crisis. Desde que Brasil entró en recesión el volumen de comercio se contrajo un 41 por ciento entre 2011 y 2015, mientras que las ventas argentinas externas de manufacturas de origen industrial retrocedieron 21 por ciento en 2015: Brasil concentraba el 40 por ciento de estos productos. Si bien muchas empresas se fueron, 250 compañías brasileñas tienen sucursales argentinas. En noviembre, la agencia Télam publicó que unas 120 empresas llegaban al país en búsqueda de negocios luego de las desregulaciones propulsadas desde la llegada de Cambiemos a la presidencia.
¿Cómo impacta la reforma laboral en la economía argentina?
“La disminución del costo laboral en Brasil va a mejorar la competitividad de la producción brasilera en el mundo”, dice Gambina. “Mirado desde Argentina, hay que entender que Brasil y China son los dos principales socios comerciales: el país les vende y les compra mucho. Si Brasil mejora la competitividad quiere decir que mucha de la producción industrial brasileña, entre ellas los automotores, va a estar en mejores condiciones de ser colocados aquí. No es un dato menor: Argentina tiene déficit comercial con Brasil y, especialmente, déficit comercial automotriz. Esto quiere decir que son más los autos que se arman en Brasil y se venden en Argentina que los que se arman aquí y se venden allá. Eso va a generar una sustitución de producción: en vez de estimular el armado de automotores en Argentina, se va a priorizar la colocación de los productos brasileños en nuestro mercado. Eso puede disparar cesantías o despidos como los que se estuvieron produciendo en General Motors o Renault”.
Esa contracción se extiende a la industrial textil, del calzado y de la alimentación. También en el sector agroindustrial y la producción de soja. “Brasil tiene una fuerte penetración, tanto en Paraguay como en Argentina, en la zona de la triple frontera. También allí está la industria de la madera, del tabaco, la yerba mate y el té. Hay que pensar que el sector agrario y agrario industrial es el más competitivo del capitalismo argentino: Brasil puede generar condiciones para capitales externos. No sólo puede desplazar la producción local argentina en el mercado argentino sino generar condiciones para la inversión de capitales en nuestro territorio. Argentina puede seguir profundizando su déficit comercial, su estancamiento y su recesión, con un impacto social en el desempleo y en el deterioro de la capacidad de consumo, dependiente de los ingresos fijos. La reforma brasilera impulsa y empuja reformas similares en toda la región, por lo que es mirada muy de cerca: los grandes capitales internacionales están buscando oportunidades de inversión y presionan al Gobierno para que siga este camino”.
La falacia
Lozano subraya que la crisis en Brasil está lejos de resolverse y esa profundización lo debilita como mercado para las exportaciones argentinas. Un vector delicado es que esas exportaciones son las que tienen el mayor valor agregado industrial. “Eso tiene un impacto severo en el sector industrial que es el que más amenazado está en Argentina, no sólo por la situación de Brasil sino también por la situación concreta de presión del mercado interno, la apertura de importaciones y la suba de los precios de los alimentos y servicios”.
El economista subraya que lo está en curso en Brasil es “una estrategia de reforma neoliberal profunda” que incluye la reforma laboral. “En tanto tiende a reducir costos laborales, en el marco de la globalización impacta en la Argentina poniendo el objetivo de reducción de costos aquí en una medida muchísimo mayor. Eso ya está en marcha. La propia experiencia de Macri tiene como norte principal rebajar los costos laborales: devaluación, paritarias con techo, revisar los convenios, modificar el sistema ART y el previsional. Toda su política económica desde que asumió tiene por objeto esa responsabilidad y es para ellos la causa central del problema inflacionario y la falta de competitividad en el país. Eso es una falacia”.
Lozano explica por qué:
- “Tenemos 30 por ciento de pobres”.
- “Ingresos promedios de 10 mil pesos, pero el 60 por ciento gana menos que eso”.
- “La canasta familiar está en torno a los 25 mil pesos”.
- “El 60 por ciento de los hogares no llega a fin de mes”.
Y agrega: “Caminan en dirección a un proceso flexibilizador extremo, ayudados por el hecho objetivo que casi el 40 por ciento de mano de obra argentina se encuentra en situación de no registro. Obviamente, lo ocurrido en Brasil profundiza aún más la presión sobre la situación salarial de la Argentina. Impacta de forma negativa en todo el cuadro industrial”.
Un ejemplo es el complejo automotriz: las mismas firmas operan tanto en Brasil como en Argentina. “Uno de los efectos de este proceso es que coloca a Brasil con un nivel de costo laboral menor y, por eso, hace más dura la estrategia de costos laborales en Argentina. Ese es el punto que hay que observar”. Lozano advierte que, en ese sentido, Brasil sufrió un desplazamiento en el sector industrial por China: “Brasil vivió un proceso de reprimarización en la búsqueda de competencia por vía de la reducción laboral que lo lleva a una carrera sin destino, porque China tiene mayor capacidad de tener mano de obra más barata. Es un camino complicado, pero aún más si Argentina pretende seguir el mismo rubro, como parte de la estrategia Macri, porque dejaría al país sin ninguna perspectiva industrial”.
Sindicatos no more
Para Gambina, el alto costo de la fuerza de trabajo también es la explicación oficial para argumentar el porqué de la ausencia de inversiones extranjeras. “Por eso, un fin estratégico es cambiar las convenciones colectivas de trabajo. Desde la Ley de Contrato de Trabajo en 1974 se desplegaron un conjunto de convenios que aún están vigentes. El diagnóstico del Gobierno es que esos convenios son antiguos, del siglo pasado, que la sociedad contemporánea cambió mucho y que el capitalismo del siglo XXI cambió tanto que requiere flexibilizarlos”.
Un buen ejemplo fueron los 600 despidos en Pepsico. “Despide a trabajadores que tienen 20 o 25 años de antigüedad laboral, de experiencia sindical, que han organizado reclamos históricos y, por lo tanto, genera un proceso de confrontación con la patronal. Pepsico dice que quiere abandonar sus inversiones en la radicación actual, radicarse en Mar del Plata y contratar nuevos trabajadores, de 20 años, sin experiencia ni tradición histórica de lucha”.
-El caso de Pepsico y de las decenas de empresas que cerraron y dejaron trabajadores en la calle (Atucha, Puma, Lanxess, Bangho, Atanor, por citar algunas) se conjuga con las intervenciones a sindicatos (Canillitas), el quite de personería gremial (Metrodelegados) y los dichos del Presidente Macri que llama “mafias” a la Justicia laboral. ¿Puede decirse que el reordenamiento que establece la reforma se ve en discursos y en hechos aquí?
-Lo que está pasando en Brasil y, en lo subjetivo, desde el Gobierno de Macri está asociado a quitar derechos de trabajadores. Y eso supone una reorganización del movimiento sindical argentino. Por eso durante los últimos meses se han desarrollado episodios de intervenciones normalizadores que no ocurrían desde tiempos de la dictadura. No es pequeño el detalle de recuperar esa cuestión: en esta lógica de eliminar derechos junto a una nueva legislación previsional, se requiere un sindicalismo débil. Ni siquiera alcanza con uno negociador: el mejor sindicato es el que no existe. Aquí hay una intencionalidad de cambiar la legislación, de generar un clima ideológico y político contra las organizaciones sindicales. Esto tiene que ver, además, con que en los últimos años las patronales y los Estados nacionales están fogoneando en la OIT la eliminación del derecho a huelga. El planteo se argumenta en que en rigor, la OIT nunca legisló el derecho a huelga como derecho de los trabajadores. Que no existe. Está costando a nivel mundial, pero en el país que puedan lo van a hacer.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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