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La voz del Copahue

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El alerta rojo por la actividad eruptiva en el volcán Copahue de Neuquén, y la evacuación de 800 vecinos de la cercana Caviahue (del lado argentino) y más de 2.500 (del lado chileno), ponen a la luz a toda una comunidad  y pueblos originarios mapuche que rechazan  proyectos de  explotación geotérmica en la zona para alimentar de energía a las mineras. El lonko Pedro Huayquillán incluso viajó a Buenos Aires para entrevistarse con el ingeniero Alberto Levy, del Banco Interamericano de Desarrollo. Le explicó que la comunidad considera al volcán un ser vivo, y que no permitiría que se haga el proyecto. Los enviados de la revista Mu viajaron a Caviahue, subieron al Copahue y hablaron con vecinos de la localidad y con las comunidades mapuche.  Aquí el saldo de esa investigación, cuando el volcán recién se estaba despertando.

La voz del Copahue

La comunidad Huayquillán que se opone a los proyectos en el volcán. Foto: Lina Etchesuri

Alto en el cielo

La defensa del volcán Copahue en Neuquén
Las comunidades mapuches y las asambleas de vecinos de Copahue y Caviahue salieron a defender al volcán amenazado por un proyecto geotérmico que busca abastecer de energía a la minería a cielo abierto. Las erupciones, la reunión con el BID, un encuentro con los ancianos, y datos sobre cómo el progreso puede ser un fracaso.  
En la comunidad mapuche Huayquillán los ancianos se reunieron y me contaron que el volcán es un ser vivo, un espíritu. Poco después el abogado de la comunidad agregó: “Es una creencia cultural que hay que respetar, así como los mapuches respetan al pueblo cristiano que cree en ángeles, o que Jesús nació de una virgen que murió y se fue volando al cielo”.
He tenido la inquietante ventaja de haber sido formado y educado; o sea: vivo confundido. El aeromodelismo evangélico nunca me resultó lógico, el racionalismo moderno tampoco (aunque es otra creencia respetable). No tengo carnet indigenista, ecologista, ni ambientalista. Pero después de una marcha de 3 horas volcán arriba, con las piernas temblando por el esfuerzo, los pulmones aullando por aire, perfumado de azufre, transpirando en medio de un viento helado a 2.600 metros de altura, la piel roja por el sol y su reflejo de hielo, con la sangre y el corazón y el asombro alborotados, y la mente blanca como la nieve junto al cráter humeante del volcán Copahue, empecé a percibir a qué se referían los ancianos: creo que hablaban del futuro.

Un mapuche en el BID
Con la convicción de que agujerear una zona volcánica y periglacial, sin siquiera consultar a la comunidad local, es una iniciativa un tanto extravagante, Pedro Huayquillán, el lonko de la comunidad que lleva el apellido de su familia, escaló el 25 de octubre su propia cuesta hasta el piso 19 de la calle Esmeralda al 100 en un artefacto llamado ascensor. En ese paraje funciona la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Huayquillán había llegado a Buenos Aires desde Neuquén acompañado por dos miembros de la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Caviahue, Adrián Tata González y Paula Kubli, y por el abogado de la comunidad, el doctor Cristian Hendrickse. Habían hecho una colecta entre los vecinos para pagar los pasajes en avión, más baratos que el colectivo.
Dice el lonko Pedro: “El gobierno de Neuquén anunció la construcción de una planta geotérmica en la zona del Copahue. Sería una ofensa muy grande porque estarían castigando al volcán, que para nosotros es un pillán, un espíritu, un ser vivo. Si permitimos eso, vamos a ser responsables de no defenderlo. Queremos que el volcán sea libre. La comunidad decidió no permitir que se haga ese trabajo”.
El gobierno neuquino viene redoblando, desde marzo, el anuncio de que la obra en Copahue es irreversible, con una inversión de 134 millones de dólares de los cuales el 70% seria aportado por el BID. Por esos días el volcán, tranquilo desde hace 12 años, empezó a humear.
Los representantes de la canadiense Geothermal One y la australiana Earth Heat fueron, junto al secretario de Minería Jorge Mayoral, a entrevistarse con el ministro de Planificación, Julio De Vido, en junio de este año. Anunciaron que a fin del mismo mes comenzarían la construcción de la planta.
Se sacaron la foto, pero la obra no empezó.

La voz del Copahue

Lonko Pedro Huayquillán en el Banco Interamericano de Desarrollo. Foto: Lina Etchesuri


Respeto kelper
Hendrickse se ríe pensando que huyó del conurbano rumbo a la Patagonia en busca de una vida serena, que terminó contaminada por el avance megaminero a cielo abierto en toda la región. El proyecto geotérmico le despierta los siguientes argumentos:
“Viola el convenio 169 de la OIT que plantea la consulta libre, previa e informada de cualquier acción que pueda afectar a los pueblos indígenas”.
“Vulnera el inciso 17 del artículo 75 de la Constitución que exige asegurar la participación de los pueblos originarios en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan”.
“La Constitución en su Disposición Transitoria 1º referida a Malvinas plantea que el reclamo de soberanía se hace respetando el modo de vida de sus habitantes como objetivo irrenunciable. Somos todos iguales ante la ley: así como se debe respetar el modo de vida de los kelpers habría que respetar el de los mapuches, que además es un pueblo preexistente al propio Estado”.
“El proyecto está en un área natural protegida, y en zona periglacial donde por ley está prohibida la actividad”.
“Caviahue es un lugar turístico y no quiere una industria de generación de electricidad para alimentar mineras”.
Parece la gran pregunta: ¿qué clase de sistema impone un proyecto que una comunidad rechaza?
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Asambleístas de Caviahue. Foto: Lina M. Etchesuri


Glaciar o rolito
Los argumentos de Hendrickse son apenas el comienzo: “Habíamos presentado recursos de amparo que fueron aceptados por la jueza Ivonne San Martín y la Cámara de Apelaciones. Pero el Superior Tribunal de Justicia los desestimó. Uno de nuestros argumentos es que la zona es periglacial”.
Definición según la Ley N° 26.639 bautizada Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los Glaciares y del Ambiente Periglacial:
“Se entiende por ambiente periglacial en la alta montaña, al área con suelos congelados que actúa como regulador del recurso hídrico. En la media y baja montaña al área que funciona como regulador de recursos hídricos con suelos saturados en hielo”.
Agrega el abogado: “El propio Copahue posee un glaciar que puede verse junto al cráter y que figura en todos los estudios sobre la zona. Pero basándose en un informe del ingeniero Darío Trombotto, el Tribunal neuquino dijo que lo que hay en el Copahue no es un glaciar sino formaciones de hielo. Mientras no afectaba ningún interés económico era un glaciar. Ahora es una bolsa de rolito”.
El señor Trombotto, debe decirse, rechaza las definiciones de la Ley y ha sido asesor de etnias mineras, como la canadiense Xstrata Cooper que, casualmente, según el anuncio de Geothermal y Earth Heat acordó la compra de electricidad generada en el Copahue, para su proyecto binacional Pachón, en San Juan. Pachón será tres veces más grande que Veladero, exportará cobre, plata, oro y molibdeno vía Chile, con pronóstico extractivo de 20 años. La cordillera perforada, sin agua y contaminada queda para las llamadas futuras generaciones. Según estudios recientes, Pachón amenaza a 205 glaciares.
Traducción: se utilizaría una energía supuestamente más limpia que la petrolera o la hídrica, para abastecer de electricidad a la megaminería a cielo abierto. Barrick Gold acaba de anunciar también proyectos geotérmicos en San Juan para sus minas. La razón acaso no es la mayor limpieza de la geotermia sino que es más barata: más rentabilidad para las corporaciones mineras.
Para la provincia el interés, según lo expresó Pedro Salvatori, presidente de la Agencia de Promoción y Desarrollo de Inversiones (ADI) es recuperar 60 millones de dólares, por los llamados bonos verdes, material opaco con que los países desarrollados siguen contaminando, pero premian a los proyectos de los subdesarrollados que no emiten anhídrido carbónico y otros gases a la atmósfera.
Sin embargo, la geotermia emite ácido sulfhídrico (segundo veneno del ranking letal, tras el cianuro), dióxido de azufre, amoníaco, metano, radón (siguen las firmas). Consume enorme cantidades de agua que en Caviahue sólo puede extraerse de las lagunas Las Mellizas, única fuente de agua potable. Y en distintos lugares (México, Nueva Zelanda, Suiza, Chile y dos emprendimientos en Estados Unidos) ha generado, según el caso, subsidencia (hundimiento de los suelos), sismos, agotamiento del recurso térmico, aniquilamiento de acuíferos y destrucción de fuentes termales. Así es la energía limpia en oferta.
La voz del Copahue

El padre José María Dorfeo y el abogado Cristian Hendrickse. Foto: Lina M. Etchesuri


La madre del borrego
El Lonko y el abogado piden café con leche. Hendrickse relata: “Como el Poder Judicial actúa arbitrariamente al no admitir el recurso de amparo, dijimos: plan B. Busquemos a la madre del borrego, al que pone la plata”.
¿Cómo fue la reunión con el ingeniero Levy del BID? Pedro Huayquillán: “Nos recibió muy bien. Yo expliqué nuestra cosmovisión. Como pueblo estamos convencidos de que la Naturaleza siempre va a ser superior a lo que el hombre invente. Y le dije que la comunidad ha hecho una reunión y un acta: ya dijimos que no. Y él nos contestó que no hay ningún avance, que estamos muy lejos del proyecto, y quedó disponible para escucharnos en cualquier momento”.
Hendrickse le recordó a Levy otro detalle: “El BID ha aprobado políticas para los pueblos indígenas que imponen establecer salvaguardas para la preservación de la integridad cultural de los pueblos. El que propone un proyecto tiene que manifestar qué factores pueden tener un impacto negativo ambiental y cultural. La empresa no lo ha hecho, y le ha ocultado al banco que existe una comunidad. La zona del Copahue no es el desierto, allí viven personas que deben ser tenidas en cuenta”.
Operaciones subversivas
El BID aprobó en 2006 su Política Operativa sobre Pueblos Indígenas “para asegurar que sus actividades y operaciones no perjudiquen o subviertan a los pueblos indígenas y sus derechos”. Como medida específica explica que se requerirá “evidencia de que el proponente del proyecto ha llegado a acuerdos satisfactorios y debidamente documentados con los pueblos afectados, o se ha tenido su consentimiento”.
El párroco de Loncopué, Caviahue y Copahue, José María D’Orfeo, reflexiona: “No es que el BID sea Teresa de Calcuta, pero uno puede exigirle que cumpla sus propias normas”.
La voz del Copahue

La asamblea mapuche. Foto: Lina M. Etchesuri


Santo sepulcro
ara no remitirse a postulados bancarios, ni siquiera de Calcuta, el abogado Hendrickse argumentó algo más ante Levy: “Le recordé que el BID forma parte de la OEA, cuya carta de derechos humanos es el Pacto de San José de Costa Rica”.
La interpretación en materia de territorio indígena ya fue hecha por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2001 en el caso Mayagna Sumo Awas Tigni contra Nicaragua, le explicó Hendrickse. Dice la Corte en el punto 149 de ese fallo:
“La estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra debe de ser reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación con la tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción sino un elemento material y espiritual del que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y transmitirlo a las generaciones futuras”.
Sostiene Hendrickse: “Perforar el volcán es vulnerar la cultura y la espiritualidad mapuche. Equivale a que hagan un proyecto geotérmico en el Santo Sepulcro. La comunidad cristiana pondría el grito en el cielo, por más garantías que le den de que no contamina”.
Pedro Huayquillán termina el café con leche. Cuando todo está dicho, lo mejor es el silencio.
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La asamblea mapuche. Foto: Lina M. Etchesuri


Termas, nieve & asamblea
Caviahue está a 380 kilómetros de la capital neuquina; 18 kilómetros más allá aparece Copahue con sus termas. A mitad de camino, el volcán. En Caviahue viven 600 personas. En Copahue, en invierno, nadie: el pueblo queda absolutamente deshabitado y aislado por la nieve, como un decorado vacío, hasta que en diciembre comienza la temporada de termas. Las aguas de Copahue figuran entre las mejores del mundo por su variedad y sus propiedades para la salud: huesos, piel, articulaciones, circulación, vías respiratorias y el ánimo. “La tradición es que venía gente mayor, pero cada vez llega más gente joven con problemas de estrés”, dice Javier Álvarez, que organiza excursiones al volcán y apoya la movida contra el proyecto geotérmico.
Hay grandes piletones –o lagunas– en los que burbujean distintos tipos de agua: Verde, Sulfurosa, del Limón, Ferruginosa, del Mate, de Vichy. La laguna del Chancho es una de las más populares por sus múltiples efectos terapéuticos. Hay todo un dispositivo de atención médica y de hotelería, que involucra trabajo para unas 500 personas, mayoritariamente de Loncopué, distante a 65 kilómetros.
Caviahue es otro imán de descanso y excursiones en verano, pero con un fuerte agregado invernal como centro de sky. “No soy mapuche, pero aprendí a amar a la naturaleza. Y aprendí que no se le puede creer al gobierno provincial porque estamos cansados de ver cómo entregan recursos. Hasta la pista de sky la concesionaron 30 años a un andorrano. Imaginate los recursos energéticos”, reflexiona la vecina Paula Kubli.
“Nos influyó mucho la gente de Loncopué, que logró frenar a las mineras y arrasó en el referéndum prohibiendo la minería”, aporta Tata González, mesero del Café literario Machive que dirige otro asambleísta y empleado hotelero, Darío Chinito Benítez. El referéndum de Loncopué se concretó en junio de este año, con 80 % de asistencia a las urnas y 83 % de votos contra la minería: 2.125 a 388.
En la asamblea de Caviahue hay también trabajadores provinciales (Bárbara Maldonado, Patricia Mañas), artesanas como Verónica Mulloni, docentes ramificados al turismo como Santos Bossio, cabañeros, guías… todos llegaron a Caviahue buscando hacer su vida, todos captaron que ese derecho hay que saber ganárselo.
La erupción social ocurrió cuando los vecinos hicieron contacto con las comunidades mapuche, a través del abogado Hendrickse, del párroco de la región José María D’Orfeo y de la asambleísta, docente e integrante de la Pastoral Aborigen Viviana Vaca, entre otros vecinos de Loncopué.
El fracaso del progreso
En Caviahue han sabido escuchar promesas de progreso. El proyecto geotérmico anterior colapsó y quedan las ruinas de galpones a los que les crece el hielo adentro como si fuesen cubeteras gigantes.
Otro hallazgo fue el de calefaccionar con vapor del volcán las calles de Copahue, para que la ciudad puediese funcionar en invierno creando una especie de losa radiante bajo el asfalto. Todavía pueden verse los fósiles de esa obra. “Hicieron una inversión de 12 millones de dólares, pero todo tan mal, con materiales tan precarios, que no duró ni una temporada”. Nadie pensó en otro detalle: por más que transformen a Copahue en un sauna calefaccionado, queda aislado por la nieve en el tramo que va desde Caviahue, tema que hasta ahora las autoridades pertinentes no han resuelto (como si se tratase de la única ruta con nieve del cosmos). “Debían creer que la gente iba a venir en helicóptero”, dicen los vecinos.
Hubo también una usina hidroeléctrica que es otro fantasma que puede ser visitado. En Copahue además hay una pista de aterrizaje que prometía ser un aeropuerto, desde la presidencia de Raúl Alfonsín. Su único defecto es que no sirve para aterrizar ni decolar, porque está mal orientada. La inauguraron dos o tres veces, con idéntico entusiasmo por cortar cintas. Hoy el hormigón está cuarteado y la pista es como algunos proyectos políticos: una construcción en medio de la nada, que no va a ninguna parte.
Santos: “Ves todo esto y pensás: ¿con qué cara te dicen que van a hacer un proyecto geotérmico con todas las salvaguardas para que no haya ningún problema? ¿Quién va a controlarlo?”. La muerte de siete personas por el reciente derrumbe de un edificio en Neuquén acaso ilustra sobre las salvaguardas que pueden aplicarse a las multinacionales mineras.
Libros vivos
El Lonko Pedro invitó a MU a Colipilli, 90 kilómetros más allá de Loncopué, donde los Huayquillán hacen la invernada antes de trasladarse a la veranada en Caviahue con familias, ovejas, chivos, y sueños.
Al volante, el cura D’Orfeo que hace 26 años transita la zona desde que fuera ordenado por el obispo Jaime De Nevares. Responsable del mate, la asambleísta Viviana Vaca. Sorpresa: Pedro había reunido a los mayores mapuche, algunos ancianos y otros no tanto, para recibirnos. “Son nuestros libros vivos”, explicó el lonko elegido hace dos años.
Nos sentamos en ronda en una cabaña de madera con paredes que simulan ladrillos. Llego desde una cultura en la que cada reunión suele parecer un amasijo de palabras, gestos, intercambios, fórmulas, roscas, poses, pulseadas, sondeos, negociaciones, medios y fines. Aquí hay silencio. Descubro que tengo en la mano el grabador, el celular, el apuro en el alma, una libreta y tres biromes en el bolsillo, un pen drive, papelitos, direcciones, billetera, tarjetas, registros, dni, llaves, dos analgésicos, tres caramelos… El silencio me descoloca.
Pedro se pone una vincha. Él también viene de sus pulseadas en los parajes del BID, pero aquí existe otra noción del tiempo. Creo que empiezo a entender algo. Estar ahí es un hecho en sí mismo. El silencio –esta clase de silencio– es una creación que me permite mirar esos rostros ajenos a la estética y acaso a la ética urbana. Siento que poseen algo que espero no suene pomposo: dignidad, elegancia.
La reunión y las personas se toman su tiempo. Tal vez la sabiduría, o la libertad, consistan en una forma de relacionarse con el tiempo.
La voz del Copahue
Para adelante o para atrás
Pedro dice: “Ustedes son la gente más grande, con experiencia, saben lo que es el Pillán para nosotros”. El Pillán es el espíritu. Y es el volcán. “No queremos que lo sigan manoseando. Estuve en Buenos Aires para que sepan que la comunidad no acepta esas obras. El banco dijo que todavía no van a poner la plata. Así que aquí estoy”.
Luego nos presentamos los viajeros.
Un hombre habla: “Hay una gran equivocación. No es por ofender al huinca, pero quiere ser más que Tata Dios”.
José Luis Hauquillán tiene una campera polar encima de su delantal de maestro de la escuela de la comunidad: “Viene gente de afuera, se mete, y arranca. Agarran lo que quieren. Como si fuera de ellos. Como si los mapuche no existiéramos. Y la tierra habla. Cada día está peor. Le pasa al volcán. La atmósfera no respira. En vez de ir para adelante, todo va para atrás”. Según esta visión, el progreso puede ser retroceso. “Somos humildes, tranquilos, y pensamos. A nadie le gusta que nos vengan a revolver. Vamos a defender la naturaleza. Es lo último que tengo para decir”.
Otros mayores contaron que sus abuelos iban al volcán, dejaban los caballos lejos, respetaban al Pillán, rogaban, trabajaban, eran parte de la naturaleza, usaban las aguas termales, criaban animales, plantas e hijos, criaban paz.
Pedro: “Hoy pensé que hubo una época mala, la campaña del desierto, se salvó un puñadito de gente. Nuestros ancestros. Y aquí estamos”.
Técnicamente, son sobrevivientes del mayor genocidio de esas tierras, no muy reconocido que digamos. “Ustedes son los que dan fortaleza. La tribu Huayquillán está viva”.
Pedro se emociona. “Sé que todas las comunidades piensan como nosotros, aunque anden ofreciéndoles trabajo o cosas a algunos lonkos”. La tradición criolla del clientelismo jamás ha sido ajena a estos pueblos, pero en los últimos años (Loncopué es un ejemplo) las comunidades empezaron a plantarse, a salir a las rutas, a iniciar acciones judiciales, y a aliarse en la práctica con vecinos no mapuches, tras observar que los lonkos dóciles y las promesas políticas son como dice José Luis: todo para atrás.
Le pregunto a Pedro qué pasará si gobierno neuquino y las empresas multinacionales insisten con el proyecto: “Iremos a la Justicia. Y si no, todo lo que haya que hacer lo haremos. Reacción va a haber. Ojalá no haga falta. Sólo queremos seguir nuestra vida”.
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Pillán Kuse de la comunidad. Foto: Lina M. Etchesuri


Apuntes urgentes 
El lonko Pedro sostiene que cada comunidad en la que hay un pueblo es como un volcán, y que todas están conectadas, como cuando los volcanes están en actividad.  Otro anciano llamado Castoriadis decía algo parecido refiriéndose al magma: lo que las sociedades pueden ser capaces de hacer emerger. Apunto entonces lo que tengo en el volcán de mi cabeza:
1) Una observación: “Están contaminando a la gente. Creería que tenemos que ser más libres”. No habla de los mapuche. Fue vendedor ambulante, cuando el comercio era un medio de comunicación: “Iba por los parajes, llevaba mercadería, papa, cebolla, compraba cueros y lanas. Así aprendí que uno puede lograr las cosas. Tenemos la misma capacidad que cualquier persona”.  Los mapuche fueron limados a fuerza de sometimiento y matanzas para creer lo contrario. La historia está cambiando.
2) El cura D’Orfeo estuvo reunido con los representantes locales de Geothermal One y Earth Heat, Guillermo Juárez y otra persona de apellido Greco. El encuentro fue con el obispo de Neuquén Virginio Bressanelli. “Le mintieron diciendo que tenían el apoyo de todas las comunidades mapuches. El obispo les contestó que sin licencia social, se olvidaran del proyecto”.
3) Tras la reunión del Lonko con el BID el gobierno neuquino a través de Pedro Salvatori anunció que la financiación del proyecto geotérmico se buscará en un 100% en la Australian Securities Exchange, el mercado de valores australiano. Hendrickse: “Si es así, quiere decir que se cayó lo del BID”.
4) Los vecinos de Caviahue están enviando mails en inglés a los brokers (operadores de bolsa) contándoles que se está agrediendo la cultura de un pueblo originario y que los vecinos rechazan el proyecto, por lo que se trata de un área un tanto volcánica, no sólo por el Copahue. Como para que sepan que están arriesgándose a una inversión repudiada por las comunidades. De acuerdo a las leyes australianas los brokers tienen obligación de informar esa situación a los posibles inversores.
6) El gobierno neuquino insiste en que el proyecto se hará.
7) Hendrickse: “Lo hacen como estrategia comunicacional para quebrar la voluntad. Rendite, que no tiene sentido luchar. Mucha gente lo cree. En Loncopué y en muchos otros lugares se ha visto que se puede tener en contra al gobierno, municipios, legisladores, jueces, multinacionales y medios, y sin embargo lograr lo que la comunidad se propone”.
En el volcán
Llegar al cráter nos llevó tres horas. Cada tanto tomábamos un sorbo de agua. Nos condujo Tata, un baqueano inalcanzable. Lina bebiendo con la cámara esa desmesura paisajística.
Cruzamos 5 ó 6 cerros: subir lo que parece imposible, bajar tratando de no desnucarse, caminar con levedad cuando se puede: lo de siempre.
Hay formaciones de nieve que parecen olas heladas sobre las que hay que avanzar con un estallido de hielo a cada paso. Por momentos el cansancio es abrumador. Y después vuelve el aire, como si se ampliaran los propios límites.
Para llegar bien arriba, dice Tata, hay que clavar los talones, para afirmarse.
El Copahue humeaba hongos cada vez mayores, blancos, de vértigo, aliento suave a azufre. “Está activo, pero con buena onda”, dice Tata. En la pared posterior del cráter se ve el glaciar que los jueces dicen que no existe. Pese a estar junto al cráter, jamás escuché un silencio como ese. Tampoco sé si conocí un cielo de ese color.
Allá abajo veo a Caviahue, su lago gigante en forma de U, cerros y bosques de araucarias, las lagunas Las Mellizas que parecen mentira de tan azules. Más atrás están Copahue y las termas, y allá se ven los campos de veranada.
Y de pronto entiendo: toda esa zona, todo lo que alcanzo a ver, es un círculo que llega casi al horizonte, bordeado de montañas, que fue la boca inmensa de un volcán 100 veces mayor que el Copahue, hace millones de años.
Después, la naturaleza dejó emerger la vida que ahora estoy viendo.
Tal vez sea eso: hacer todo lo que hay que hacer para dejar que fluya la vida. Perdón. Son cosas que se sienten allá arriba, aunque creo que lo mejor es escuchar qué nos dice el silencio.

 

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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Nota

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo: -No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

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Una muela, zapatos blancos y un charco. Un edificio llamado Máquina de escribir. Flores amarillas frente al mar, un dibujo de puño y letra. Lo narco las drogas. Su paso por Buenos Aires y la señora que venía de la verdulería. La memoria, lo real, las mujeres, el ambiente, el fin de la humanidad. El Nobel, los diluvios, las pestes, las guerras eternas. Las respuestas de la vida frente a los sordos poderes de la muerte. La cordialidad, la generosidad, el humor. Hace diez años murió Gabriel García Márquez, dicen. Lavaca publicó esta nota -estos recuerdos- aquel día, cuando se conoció la última noticia sobre ese escritor que nunca dejó de sentirse cronista, y decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo.

Texto: Sergio Ciancaglini, lavaca.org
El señor Gabriel García Márquez había abierto mis ojos, neuronas y corazón sin proponérselo con sus libros y sus artículos, pero cuando por una carambola yo estaba por cumplir una especie de sueño despabilado, el de poder entrevistarlo ahí, en Cartagena de Indias, hace exactamente 30 años, me dijo:
-No estoy aceptando entrevistas, porque debo escribir. Pero además, me duele una muela.

Yo sabía que García Márquez había rechazado contactos con un enviado de Times, con periodistas de la televisión japonesa, y con suecos indescifrables. Un humilde cronista argentino quedaba naturalmente fuera de juego. Le respondí que lo compadecía, y que frente a un dolor de muelas no había argumento, clemencia, ni ruego que esgrimir de mi parte. Cuando me estaba despidiendo desolado, me detuvo:
-Pero a las 3 de la tarde puede ser. Voy antes al dentista, a ver si lo soluciona.
Esa historia revolotea en mi cabeza desde hoy, cuando estaba con Osvaldo Bayer grabando el programa de radio Decí Mu, y nos interrumpió el teléfono. Osvaldo atendió, dio media vuelta, anunció: “Murió García Márquez”, y me dejó alborotados los ojos, las neuronas y el corazón.
Revolotea la historia porque aquella tarde me encontré con un escritor que cambió la historia de la literatura, que había ganado el Nobel, pero que fue capaz de decirme: “Todo eso está muy bien, pero yo me siento periodista”. Quisiera contar lo que aún no he olvidado de aquel encuentro para mí inolvidable.
García Márquez volvió efectivamente a las 3 de la tarde, bajó de su Mercedes, y miró preocupado el charco oceánico que un aguacero de Cartagena de Indias, Colombia, le había instalado en la playa de estacionamiento. Llevaba zapatos blancos, pantalones blancos y guayabera blanca, como cantante de sábado televisivo. Cruzó el charco apoyándose en los tacos. Al llegar a la otra orilla nos dijo “pasen por favor” a mí y al fotógrafo, enviados por una de las autodenominadas “revistas de actualidad” a cubrir las noticias sobre un asunto entonces llamativo, letal para los colombianos e incomprensible para nosotros: el narcotráfico.
No existían los celulares ni Internet, o sea que todo esto se ubica en la prehistoria de 1984, con la carambola de estar en el charco correcto, y de que un dentista providencial había rescatado del dolor a su paciente. García Márquez nos hizo subir. El edificio tenía balcones escalonados hacia la playa: lo llamaban Máquina de escribir. El departamento tenía dos ambientes, con vista al mar, una verdadera máquina de escribir (¿Olivetti, Remington, dónde estará la revista donde publiqué la nota?). El escritorio miraba al mar. Y había flores amarillas que siempre conviene tener a mano, explicó, para ahuyentar a la mala suerte.
Me planteó que no aceptaba hablar si lo grababa o si tomaba notas. Me dijo algo más o menos así: “No me gustan los grabadores, prefiero que conversemos con libertad, y que todo dependa de tu atención. Luego tú escribirás lo que te parezca, y eso es un beneficio para mí: los periodistas me mejoran. La memoria mejora a la realidad”.

Gabo en Argentina
La publicación original de Cien años de soledad ocurrió en Argentina gracias a una editorial llamada Sudamericana, que ya no existe. Fue en mayo de 1967, plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y el lanzamiento fue acompañado por una entrevista realizada por Ernesto Schóo, editada por Tomás Eloy Martínez y publicada en tapa por la revista Primera Plana que dirigía Jacobo Timerman.
García Márquez me contó que el éxito del libro fue inmediato. “Ahí, en Buenos Aires, empezó todo”, me dijo. Sudamericana había dispuesto editar 5.000 ejemplares, lo que para Gabo era un despropósito y el augurio de un fracaso para el libro de un desconocido escritor colombiano. Pero esa primera edición se vendió en 15 días, y la segunda fue de 10.000 ejemplares. En junio Gabo llegó a Buenos Aires. Me contó que viajó con Mercedes Barcha, su esposa: “Estábamos en un café y vimos pasar a una mujer que llevaba la bolsa de sus compras, con lechugas y tomates y Cien años de soledad”. La pareja fue al Instituto Di Tella a ver una obra de Griselda Gambaro, y el público los ovacionó de pie. Mientras él me lo contaba, todavía asombrado, yo recordaba que eran tiempos de The Beatles, revolución cubana, hippies, peronismo clandestino, rebeliones nacientes y todos los embriones de cambio, desventuras y utopías que se desplegarían en los años siguientes.
Cien años de soledad fue el libro de la época, y de varias generaciones. Tengo las dos ediciones que mis padres compraron para poder leerlo en simultáneo. Macondo era una patria. Entre la feria y la intelectualidad, miles de libros seguían vendiéndose y además se exportaban. El éxito se contagió en Europa, esto avivó el interés por otros autores (Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa) y estalló el llamado boom de la literatura latinoamericana. “Buenos Aires fue generosa conmigo. Nunca volví. No sé por qué. Tal vez por una superstición: a un lugar donde todo fue tan perfecto, quizás convenga no volver” me dijo, o creo que me dijo, mirando el Caribe.

Periodismo, droga y entusiasmo
Aquel día de 1984 García Márquez me contó una novela que estaba intentando escribir. No tenía título. Al año siguiente la reconocí ya publicada: me había anticipado El amor en los tiempos del cólera. Pero me dijo que pese a todo se seguía sintiendo fundamentalmente un periodista. “Escribo literatura como periodismo, con método. Todos los días intento tener dos páginas listas” me dijo sobre algo que hoy habría que traducir a unos 5.000 caracteres. “Tienen que estar impecables, sin tachaduras. Y tengo un truco: siempre dejo escrito el comienzo de lo que pienso escribir al día siguiente, para que me resulte más fácil comenzar”. Pero varias veces explicó esa idea de no diferenciar ambos oficios. “La crónica es como un cuento o una novela sobre algo real”. Algo más: “Tanto en la literatura como en el periodismo hay que ganarse al lector, capturarle el interés para que se quede leyendo”.
Planteó una teoría sobre las redacciones de periódicos y revistas: para él están puestas de cabeza, invertidas. El staff de las publicaciones ubica en el rol principal a directores y jefes que engordan junto a un escritorio y editorialistas que monologan desde su propia jaula.
“Pero ese esquema debería ser exactamente a la inversa. Los cronistas son quienes cumplen la labor principal porque son los que están afuera, donde las cosas ocurren”. En vista del contexto colombiano le pregunté si alguna vez se había drogado para escribir y me contestó: “No me hace falta. Yo nací drogado”.
Un detalle: fue la única vez en mi vida que pedí un autógrafo. En Cartagena sólo conseguí un ejemplar de El coronel no tiene quien le escriba. Le expliqué que no era para mí sino para mi novia. “¿Se llama la señorita?” Se lo dije. Dibujó un tallo, cinco pétalos, y escribió: “Para Claudia, con una flor. Gabo 84”.

Gabriel García Márquez: periodismo, ambiente, el nudo de la soledad, y las victorias sobre la muerte

Aquel día, además, me regaló los seis tomos de su obra periodística, publicados por la editorial Oveja Negra. Y organizó todo para que, una vez en Bogotá, un auto con su chofer fuera a buscarnos al hotel para llevarnos al aeropuerto. “Así van más tranquilos” dijo, y nunca supe si se le había cruzado alguna sombra para disponer ese viaje. Nunca pude evitar recordarlo como una persona amable, entusiasta, alegre, generosa.
Con el tiempo entendí que esa cordialidad, ese entusiasmo, ese interés por el otro, era un modo ético y hasta político de pararse frente a la vida.

Ideas
En sus obras periodísticas pude leer las primeras crónicas que publicó en El Universal, de mayo de 1948, cuando era un chiquilín de 21 años. La primera celebra que se suspendió el toque de queda militar, al que define como símbolo de una decadencia. “Con este mundo materializado donde los peces de colores tienen que abrirle agua a los submarinos, con esta civilización de pólvora y clarines, ¿cómo se nos puede pedir que seamos hombres de buena voluntad?” y plantea que quizás ahora la gente pueda ir a dormir mansamente “antes de que los relojes doblen la esquina de la medianoche”. Luego escribe sobre indios, negras, retratos de la ciudad y de la época. Escribió sobre cine, sobre deportes, sobre todo. La pasión por conocer y por contar lo que el mundo estaba desplegando ante sus ojos.
A fines de los 50 García Márquez participó en Cuba con los argentinos Jorge Massetti, Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo en los primeros pasos de Prensa Latina, idea que puso en marcha Ernesto Guevara, hasta que el lado soviético de la vida isleña desplazó a este elenco por otro más dócil.
García Márquez nunca perdió la afinidad con el propio Fidel Castro. El director argentino Eduardo Mignogna contaba que cierta vez, invitado a La Habana, estaba comiendo con García Márquez cuando el propio Fidel cayó de improviso y comenzó a hablar con sabiduría de crítico sobre la historia del cine argentino, mientras Gabo se quedaba irremediablemente dormido en un rincón. Pero más allá del sueño o de los discursos de Fidel, García Márquez se plantó en defensa de Cuba como una cuestión cultural y estratégica frente a los Estados Unidos y la densa idea de controlar vida y obra del resto del continente.

Las ventajas de la vida
Cuando me contó la noticia, le pregunté al propio Osvaldo Bayer sobre Gabo: “Tenía mi edad, pero yo aprendí de él. Es el mejor escritor que ha tenido Latinoamérica. Aprendí con él a amar la literatura, ver las cosas que se pueden hacer y crear. Para mí fue un hombre que luchó por la libertad, o sea un libertario, y cumplió la misión que tiene un intelectual: escribir para todos, para mejorar la sociedad, y para seguir soñando”.
De todas las ideas y escritos de Gabo, frecuentemente abominados por las academias, no resulta demasiado conocida su exposición al recibir el Nobel de Literatura en 1982, llamado La soledad de América Latina, que resulta un manifiesto por la descolonialidad, para usar términos actuales. “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia” dijo ante la academia sueca. Repasa los golpes de Estado, crímenes y matanzas ocurridos en el continente. “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.
Al recibir el Nobel de Literatura, García Márquez hacía periodismo sobre la realidad del continente, incluyendo la situación argentina: “Ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil, que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años”.
Otro concepto: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios”.
Y otro: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte”.
Se preguntó por qué le habrían dado a él semejante distinción, y postuló que se trató de un homenaje a la poesía: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte”.

Mujeres, aborto y ambiente
Cuando le preguntaron sobre las prioridades de la humanidad para las próximas décadas, propuso que las mujeres asuman el manejo del mundo. “Alguien dijo: ‘si los hombres pudieran embarazarse, el aborto sería casi un sacramento’. Ese aforismo genial revela toda una moral, y es esa moral lo que tenemos que invertir. Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano, que haga prevalecer el sentido común –que los hombres hemos menospreciado y ridiculizado con el nombre de intuición femenina- sobre la razón –que es el comodín con que los hombres hemos legitimado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables”.
Y luego plantea: “La humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente. El poder masculino ha demostrado que no podrá impedirlo por su incapacidad de sobreponerse a sus intereses. Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética. Es apenas un ejemplo. Pero aunque sólo fuera por eso la inversión de poderes es de vida o muerte”.
Son solo ideas sueltas para pensar, discutir, y leer, ahora que el reloj dobló no sé qué esquina, tras la malparida noticia sobre la muerte de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hace unas cuantas horas de soledad.  

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La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

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Sexta entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Lucía Prieto. Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Cuando Alejandra López y Claudia Acuña me propusieron hacer este registro pensé  en el concepto de ronda, en la perfección del circulo, en lo mandálico de la continuidad, que no se distingue dónde termina y dónde comienza otra vez. Pensé en los jueves a lo largo de los años, en lo infinito, en la necesidad de lo grupal para que su movimiento sea fluido, en la potencia de lo colectivo. Las madres convirtieron la orden de circular en una astuta rebeldía infinita, que como todo lo que conlleva movimiento, es también transformadora. 

Fue, entonces, la idea de continuidad y de legado la que me hizo construir mi relato en el diálogo entre la juventud y las madres.

Entre esxs jóvenes están NIETES que así ,en inclusivo, se definen cómo la tercera generación en lucha: “Somos nietes de los 70 e hijes de la lucha de los 90“. Nacieron desde la necesidad de mantener viva la memoria y como las madres, entendieron que la fuerza de la resistencia reside en lo colectivo.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto

Sobre Lucía Prieto

Nací en 1984 en la ciudad de Buenos Aires, pero crecí y me crié en el Oeste del conurbano

bonaerense. Desde 2004 resido y trabajo en CABA. Me dedico a la fotografía hace más de 12

años y, aunque mi formación fue primariamente autodidacta, tuve la suerte de encontrarme con muchxs  maestrxs en el camino. Mis ejes de trabajo y mis intereses se centran en los feminismos, los derechos humanos y las problemáticas socioambientales.

La Ronda en la mirada de Lucía Prieto
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LA NUEVA MU. La vanguardia

La nueva Mu
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