#NiUnaMás
Las dudas en la causa por el femicidio de Cecilia Basaldúa
El hallazgo de la joven de 35 años asesinada en Capilla del Monte abrió una investigación judicial sobre la cual la familia y la comunidad dudan. La búsqueda durante 20 días, con un fuerte despliegue de las fuerzas de seguridad locales, no obtuvo rastros. La aparición sin vida fue el 25 de abril, al día siguiente de que sus padres llegaran al pueblo: la encontró un peón de campo que buscaba animales cerca del basural. A los tres días apuraron el caso y detuvieron a un joven de 23 años cuya familia denuncia que es inocente: “Y si está preso un perejil, hay suelto un pez gordo”. Las dudas del padre sobre el hombre que la hospedó en primera instancia, el testimonio de la hermana, los resultados de la autopsia y las cosas que no cierran, mientras se intenta cerrar el caso.
Por Lucrecia Raimondi
Vecino a vecina, por teléfono, en las filas del supermercado o la farmacia: así fue la convocatoria persona a persona que hicieron mujeres de Capilla del Monte para que el pueblo saliera a la calle por el femicidio de Cecilia Basaldúa. Lo lograron: la marcha de cien personas encabezada por Daniel y Susana, padre y madre de la joven, circuló alrededor de la Plaza San Martín frente a la intendencia, caminó las cuadras de la calle principal, la techada del pueblo, y terminó en la Secretaría de Turismo. Quien no se animó por temor a las represalias ante el aislamiento o no pudo sumarse aplaudió y gritó “justicia” desde la puerta de su casa. El apoyo del pueblo es total. Daniel Basaldúa fue el único orador del acto: “Siempre dije que si hubiera sido hombre a Cecilia no le pasaba lo que le pasó. Desde que llegó acá tuvo muchos problemas: cayó en malas manos, la mataron. Nosotros vamos a luchar para que esto se esclarezca: me mataron mi hija y tengo que buscar la verdad. Les agradezco por cómo nos tratan a nosotros, pero tienen un asesino en su sociedad”.
Cuando terminó de decir esto, estalló la indignación: “¡Queremos la verdad! ¡Son más de uno! ¡Son una mafia! ¡Vivimos con un asesino!”, gritaron los vecinos y las vecinas de Capilla del Monte que acompañaron la movilización. Susana, la mamá de Cecilia, contó a lavaca cómo vivió la marcha: “Yo sentí que ella me estaba guiando, que me estaba dando fuerza para pedir justicia y que se encuentren a los verdaderos asesinos. Uno solo no creo que haya sido, estoy muy convencida: ella se sabía defender. No nos podemos caer porque en este momento es cuando más tenemos que luchar y ella nos va a dar la fuerza para llegar”.
¿Qué pasó con Cecilia?
Soledad Basaldúa, la hermana de Cecilia, activó la búsqueda apenas llamaron desde Capilla del Monte para avisarle que Cecilia había desaparecido. Cuenta a lavaca que al principio estaba muy confiada en la búsqueda que estaban haciendo pero que hoy, con la aparición sin vida, piensa le cuesta creer que se esté haciendo una investigación seria: “Me resulta muy raro todo. El hombre dueño donde se la vio con vida por última vez – Mario Mainardi- aviso tres días después que ella dejara su celular y su computadora. Nada cierra, circula un audio de la hermana del detenido diciendo que es un perejil, que no tiene nada que ver. Es difícil creer que haya una sola persona involucrada por una cuestión de que el cuerpo data de siete días muerta desde que la encontraron; en el medio quedan trece días que no se sabe nada de dónde estuvo. Supuestamente la buscaron con helicópteros, perros, drones, rastrillajes, pero no había rastros. Y la encuentran a cinco kilómetros de lo que es el centro de Capilla. Es muy raro también de pensar en una sola persona porque mi hermana sabía de defensa personal, era cinturón negro de taekwondo, y que este chico se haya entregado solo así tan rápido… No sabemos qué pensar: si la secuestraron o si estuvo con alguien, pero en algún lado estuvo y no la encontraron en esos días que estaba viva. Por eso es todo raro. No termina de cerrar, hay muchas preguntas en el medio. Podríamos haberla encontrado con vida, supongo que por un mal accionar o por algo no se pudo y la encontramos muerta”.
Cecilia eligió Capilla del Monte porque ya conocía el destino y dice su hermana que le gustaba la energía del lugar para instalarse un tiempo a escribir las crónicas de su viaje de cuatro años y medio por América Latina. Ella había estado en el pueblo serrano hacía 10 años y cuenta Soledad que Cecilia lo había recorrido bien, que se metió por “rincones por fuera de lo que es el turismo tradicional”. Que entonces conoció a una familia con la que mantuvo contacto y a quienes acudió cuando llegó al pueblo el 21 de marzo, un día después de establecido el aislamiento social obligatorio. Al parecer, relata Soledad, le hicieron un chiste de que traía el coronavirus desde Buenos Aires que Cecilia se lo tomó mal y por eso decidió no quedarse ahí. Intentó ir al camping pero no la admitieron “por la pandemia”. Y terminó encontrándose en la plaza con una chica -que aún no fue identificada- que le consiguió una casita para que se quede, a orillas del río Calabalumba. El posible dueño de este otro predio -cuyo nombre se pidió no ser difundido- según los lugareños “es un tipo pesado, ex boxeador y tiene antecedentes de violencia”. Sus propiedades están a la vera del río por Camino de los Mogotes. La familia del joven acusado está asentada en esa misma área sobre el monte, en una zona rural. Un móvil de Canal 2 de Villa Carlos Paz se acercó a la vivienda de los Bustos y sobre el final de la entrevista una de las familiares comentó que desde arriba del monte se escuchaban gritos de una mujer desesperada que provenían del río. El periodista no repreguntó sobre este comentario.
Daniel Basaldúa, el padre está convencido de que Mainardi algo tuvo que ver con el crimen de su hija. Cuenta a lavaca: “Él había hablado conmigo cuando me llama a Buenos Aires, dijo que Cecilia se había ido por un brote psicótico y le dije que no podía ser, que no era normal de ella, que no tenía eso. Mainardi dijo que estaba preocupado porque había dejado la computadora y el teléfono ahí. Después de hablar con él hicimos la denuncia y la pasaron a Capilla. Según dicen, lo allanaron. Pero el viernes cuando llegamos – a Capilla- fuimos a la casa y no nos cayó bien. Desde la puerta nos señaló hacia adentro y dijo que le dio un cuarto, que no hacía falta que pusiera la carpa. Y recalcaba que él no le cobró. De eso no sabíamos nada y yo le dije que ella tenía dinero, que no era una pobrecita sin nada, tenía para no andar pidiendo. Él estaba preocupado porque había salido su apellido, que lo estaban volviendo loco, que tenía una familia, una hija. Nuestra hija todavía estaba desaparecida. Fuimos a preguntarle cómo fue, qué pasó. Y dice ‘mirá, a ella le agarró un ataque, se puso loquita, le dije que así no la podía tener y la eché’. Ahí me cambió todo, yo no puedo confiar en alguien así. Y nos dijo cosas feas de ella, él le estaba echando la culpa a ella, no sé por qué causa. Cuando llamó a Buenos Aires dijo que se fue y cuando acá hablé con él dice que la echó. A mí me mintió. No sé qué pasó, pero hubo tres días desde que este Mainardi la echa y él me llama. ¿Cómo puedo confiar en ese hombre que me avisa tres días después? En esos tres días puso pasar de todo. Y encima pierde su mochila, sus elementos de supervivencia. Ella estaba acostumbrada a vivir en situaciones extremas pero sin esos elementos no, así que algo pasó. Y cuando busco a este muchacho salió diciendo cosas muy feas y no fue nada claro. Después de eso no me sorprendió nada. En mi caso yo creo que es el sospechoso número uno. Y si no es así que lo pruebe, que de las explicaciones que tiene que dar. Yo no voy a parar hasta que termine, si tiene algo que ver lo voy a seguir, se lo dije en la cara. Así va a ser. No acuso a nadie, pero voy al frente y pido que se esclarezca. Nosotros vinimos el viernes, aparece el sábado y a los dos días hay un detenido. Acá supuestamente dicen que le hicieron de todo a este Mainardi pero yo no creo. Me llama la atención que a este muchacho prácticamente no lo han tocado, ni siquiera estuvo detenido. Después de que apareció el cuerpo yo les dije a la fiscalía que esperaba que no se les escape. Me dijeron que le habían puesto una custodia pero antes no tenía nada”.

La teoría del perejil
La filmación de Canal 2 muestra una única casa en medio del monte. A lo lejos se ven unas estructuras de ladrillos sin terminar. Frente a cámara hablan dos de las hermanas de Lucas Bustos, el detenido; una de ellas se larga a llorar. A los cinco minutos se suma la madre, una señora anciana y flaquita. Atrás de ellas, al lado de una mesa, se ve a un muchacho abrazando a una joven que llora, hay otra mujer hablando por teléfono y dos niños. La familia Bustos son nueve hijos que viven todos en comunidad: los padres, los hermanos, los maridos, las mujeres y los niños. De a poco ampliaron algunas casillas en el mismo terreno. Lucas estaba construyendo una. De un momento a otro en la entrevista son siete familiares que explican desesperados cómo detuvieron a Lucas, que los golpearon en la comisaría y que no tuvieron nada que ver con el crimen. El móvil cierra con un grito de justicia. “Si vos ves dónde vivía el pibe y su entorno familiar te das cuenta que son gente de campo, que comparten una casita donde viven un montón. Es imposible que eso sea una infraestructura para ocultar a una chica por 13 días – manifestó Liliana – Todo muy turbio, y si están protestando es porque algo de realidad hay en lo que dice la familia. Estamos en un pueblo que pide justicia por Cecilia y a su vez asumiendo que también hay que pedir justicia para que no se agarre a cualquier pibe”.
El abogado particular de Lucas Bustos, en comunicación telefónica con Capilla del Monte Noticias, dijo que le llamó mucho la atención el procedimiento policial porque el martes que detuvieron a Lucas las fuerzas de seguridad estuvieron en las proximidades de esa zona rural: “Primero haciendo preguntas al boleo a ver si habían visto pasar a Cecilia o alguien conocido o desconocido; unas tres horas después la misma policía pidieron que Santiago y Lucas los acompañaran para hacer una declaración jurada que los desvinculara y que estaban diciendo la verdad, la familia pide ir pero contestan que no hay capacidad en el móvil para el traslado. Después de esa declaración indagatoria sin abogado defensor sale esa manifestación espontánea de Lucas. Cuando vuelve Santiago – hermano de Lucas- a explicar todo lo que pasó, se libraron los allanamientos”.
El defensor particular que consiguió la familia de Lucas es la única persona que pudo verlo desde que lo demoraron en la alcaldía. Está asesorado por un abogado especializado en derechos humanos que sugirió la agrupación H.I.J.O.S Punilla. En la entrevista, Sergio Sánchez advirtió: “Me encontré con un chico introvertido, retraído, tímido al punto de que la fiscalía ha podido ver y valorar esto porque estuvo hora y media casi dos horas tomando sus datos personales y los de sus familiares, y fueron extremadamente puntillosos con lo que le fueron preguntando. Pero al punto de que le costó tomar los datos porque habla para adentro. Estuve con él casi 50 minutos, lo noté relajado pero triste y me costó hablar con él. De estar encerrado solo en una habitación con cuatro o cinco policías de la forma sensible en que le deben haber estado preguntando qué relación tenía él con el hecho y para que el Ministerio Público Fiscal salga a decir que dio precisiones exactas de su relación con Cecilia. Imagínese una persona que prácticamente no habla, en esas condiciones y con un temor terrible, mire si va a dar esa cantidad de precisiones”.
Además cuestionó el acta del funcionario que tomó la declaración: “El elemento clave incriminante es el testimonio del empleado policial que asevera haber escuchado que Lucas se quebró y manifestó ser el culpable del hecho. Esa declaración no estaba en el expediente y no está ni nunca va a ser firmada por Lucas, pero sí está firmada por el empleado policial. Supuestamente debería haber estado al momento de la indagatoria el abogado defensor para que pueda verificar el hecho incriminante sobre el que se basa la fiscalía para acusar a Lucas. Esa declaración al día de hoy no la tengo y no estaba porque supuestamente todavía no había sido trasladada desde Capilla a la fiscalía -en Cosquín”.
El defensor Sánchez cuenta sobre más irregularidades: “La fiscalía está buscando pruebas que incriminen a Lucas. Es de cañón que inmediatamente y estando Lucas detenido con la supuesta manifestación espontánea realizada dentro de la comisaría se iba a librar la orden de allanamiento para el secuestro de la ropa. No tenemos todavía las pericias químicas, el verdadero material probatorio, que van a decir que dentro de esa ropa había algún elemento que lo vinculara con Cecilia. Estamos hablando de una persona de 23 años, peón de albañil, que por estos días estuvo realizando el aislamiento obligatorio en su casa, trabajando en la ampliación de una pieza. Sus ropas son elementos de trabajo, vive en una zona rural, campestre, y probablemente se encuentren espinas. El Ministerio Público tiene una posición en la que pareciera que está todo listo pero no para esta defensa, la familia, las organizaciones e incluso la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación se comunicó conmigo y también se pronunció en apoyo a la familia de Cecilia. Acá lo que estamos buscando es la verdad y la justicia. Cuando empiecen a salir las pericias químicas y de ADN, las psiquiátricas, podremos vislumbrar algún panorama. Por ahora la fiscalía tiene cerrado el caso pero mi cliente en un sinfín me repitió que no tuvo nada que ver y recalcó el pedido de cuidado a su familia”.
La agrupación H.I.J.O.S Punilla junto con el Movimiento Plurinacional del lugar desde un primer momento alinearon acciones y reclamos siguiendo los avances de la búsqueda de Cecilia con un trabajo territorial. Si alguien del pueblo dice que dijo o vio, si se comentó algo, van a preguntar, chequean qué fue verdad y qué mentira. Además, focalizaron en cómo contener los dos casos para que no haya impunidad: Movimiento Plurinacional estaban ocupándose de dar contención y acompañamiento a la familia de Cecilia. H.I.J.O.S de acercarse a la familia de Lucas para que se respeten sus garantías procesales. “Brindarles el acompañamiento que fuera necesario para asegurar las garantías correspondientes a cualquier imputado en su calidad de inocente hasta que se demuestre lo contrario. Dado que las circunstancias de su detención y el hermetismo respecto a las pruebas en su contra por parte de la fiscalía, nos dejaba con muchas preguntas y no nos íbamos a permitir entrar en especulaciones sobre dichos extraoficiales de medios amarillistas”, informó la agrupación. Y sobre los aportes que pudieron recabar dicen: “De la charla con los familiares pudimos corroborar un dato que nos había quedado resonando en una entrevista que realizo la familia para Canal 2 de La Cumbre el día anterior. En la misma, prácticamente al finalizar, una tía de Lucas menciona a un vecino de ellos y relata que sus hijos habrían escuchado gritos de una mujer una semana atrás, pero dado a que son una familia de bajos recursos y hace tiempo vienen siendo víctimas de persecución y hostigamiento por parte de las fuerzas de seguridad no se sintieron cómodos con realizar denuncia alguna. Consideramos que dada la situación actual sería bueno que el abogado de Lucas articulara los medios correspondientes ante la fiscalía para que se tome declaración sobre tales dichos”.
H.I.J.O.S Punilla asevera que “la manifestación –fue- casi unánime en las redes de personas del pueblo nativo y de otros que viven hace muchos años y que conocen la realidad y el accionar de las fuerzas de seguridad en Capilla del Monte, que tuvieron la impresión de que se lo estaría incriminando. Y por supuesto acompañando a la familia de Cecilia en todo lo que se nos requiera por intermedio de la articulación con las compañeras del movimiento plurinacional de mujeres”.
Cómo romper el aislamiento social no-obligatorio
El Movimiento Plurinacional de Mujeres de Capilla del Monte, la Mesa Intersectorial contra la violencia de género y la agrupación Así No de madres contra el abuso sexual en la infancia son las tres organizaciones que siguen los casos de violencias en esa localidad y acompañaron la búsqueda de Cecilia desde el principio. De ellas surgió la necesidad de salir a protestar. Liliana Martín, parte del Movimiento Plurinacional, cuenta cómo motorizaron el pueblo a la calle, después de investigar qué consecuencias podría tener romper la cuarentena: “En ningún lado que hable de la cuarentena dice que no nos podemos movilizar: lo que no podemos hacer es amontonarnos, nada más. No está prohibido manifestarse si respetamos las medidas; salgamos a decir lo que sentimos sin enfrentarnos con nadie”. Y relata las medidas que adoptaron para cuidarse las tres veces que activaron protestas por Cecilia: “Tomamos un poco la experiencia de las marchas relámpago en los ’70 de citarnos uno a uno por teléfono a una hora y en un lugar puntual. La convocatoria fue persona a persona, no lo abrimos a las redes y no hicimos nada que pudiera permitir que se reprima la movilización. Lo importante en este caso era respetar la cuarentena usando los barbijos, con la distancia prudencial para evitar el contagio y llevar carteles alusivos a Ceci. La primera consigna fue ‘aparición con vida’, la segunda fue ‘justicia por Cecilia’ y de la tercera, con mucha más gente y sin miedo, participaron los padres que encabezaron la marcha”.
La masiva movilización en contexto de pandemia muestra que la comunidad de Capilla del Monte está inquieta con el asesinato de Cecilia y que existen dudas con la detención de su supuesto femicida. “En esta situación sabemos que si Lucas Bustos no es el femicida, el femicida está suelto. Y que además, si esto se armó y se organizó para cubrir al verdadero femicida, este femicida tiene poder en algún lado, con las fuerzas de seguridad, con algún estamento de la justicia o de la municipalidad. Si se cubre tanto a alguien es porque tiene poder. Y el miedo es ese, porque si está preso un perejil, hay suelto un pez gordo”, explica Liliana.
Capilla tiene un antecedente reciente que alimenta este tipo de hipótesis: la desaparición y muerte en febrero de Mariela Natalí, una turista que según la primera autopsia murió ahogada en 30 centímetros de agua.
El calendario del caso no-cerrado
27 de abril. Primer comunicado del Ministerio Público Fiscal (MPF): “Luego de trece horas de trabajo y tres médicos forenses, se pudo concluir que trata de una muerte violenta, no natural, cuya causa eficiente no se puede determinar todavía pero se presume que se trataría de asfixia por estrangulamiento, lo que aún es motivo de investigación. El cuerpo presenta heridas defensivas en distintas partes, cuya naturaleza y extensión deben ser complementadas con estudios anatomopatológicos y químicos, entre otros”.
28 de abril. “En el día de la fecha, en la investigación que sigue la Fiscalía de Instrucción de Casquín, en la localidad de Capilla del Monte, por el homicidio, cuya víctima sería Cecilia Gisela Basaldúa, luego de tareas investigativas, se logró individualizar al autor del hecho, siendo el mismo un hombre de 23 años, oriundo de la zona, a quien se le ordenó la detención y se lo imputó de abuso sexual con acceso carnal y homicidio calificado por violencia de género”.
En un segundo comunicado, 24 horas después, el MPF informa que resolvió el cauce de la investigación con la imputación de este hombre.
29 de abril. Fabricio Díaz, intendente de Capilla del Monte, habló con Canal 2 de Villa Carlos Paz y dijo: “El pedido de justicia me parece muy noble y habrá que esperar que la justicia en cuanto a lo que está pasando. Cualquier opinión o presión sería adelantarse y hasta entorpecer el trabajo judicial”.
30 de abril. “Valeria Bustos, hermana de Lucas, mediante un video de WhatsApp convocó a la población en general a una marcha para el día jueves 30 a las 10 a.m. pidiendo ‘Verdad y Justicia por Cecilia’ aseverando que su hermano es inocente, que se sepa la verdad y que aparezca el verdadero responsable”. La marcha empezó en la comisaría y desconcentraron frente a la Municipalidad: “No logramos que el Intendente ni el Secretario de Gobierno se hicieran presentes y pronunciaran palabras ante los convocados que así lo reclamaban”, expresó H.I.J.O.S Punilla.
Por qué el Estado es responsable
Las agrupaciones feministas locales denuncian que la escasa información que circula en los medios de comunicación tradicionales no tiene perspectiva de género porque monopolizó la voz del caso Ariel Luna, un periodista local acusado de abuso sexual a una menor en 2017. También advirtieron que sobre la aparición de Cecilia tuvo acceso a fuentes de información antes que la fiscalía. Al respecto, la abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, habló ayer con Capilla del Monte Noticias, un programa emitido por la FM comunitaria Una Radio Muchas Voces, y refirió que tienen muchas dudas sobre el hallazgo: “Tenemos datos de medios que dicen el 20 de abril habrían encontrado el cuerpo cerca del basural, que después salieron a desmentir, pero esa información que manejaban cinco días después coincidían con la aparición del cuerpo de Cecilia”.
La causa se encuentra bajo secreto de sumario y ninguna de las partes pudo aún acceder al expediente que elaboró la fiscal de feria del Ministerio Público Fiscal de Cosquín, Josefina Gómez. La intervención policial de Capilla en la detención del chico de 23 años tiene fisuras y el pueblo no olvida los antecedentes de violencia institucional con el caso del supuesto suicidio en la comisaría de Jorge Reyna de 17 años que fue detenido en 2013 y su cuerpo tenía indicios de golpes previos. También resulta dudoso el accionar judicial: no están claros los canales que manejó la fiscalía para llegar a una resolución rápida con una búsqueda tan larga e irregular que empezó como “averiguación de paradero” cuando Cecilia llevaba tres días desaparecida. Según la abogada Pavón, se empezó tarde, como si la mochilera se hubiera ido voluntariamente, y no se no activaron los protocolos con perspectiva de género que presuponen una agresión violenta hacia la persona buscada.
Las tres organizaciones de mujeres de Capilla del Monte reciben denuncias de violencia y abusos: “Tipos que están metidos y se dan una cobertura espiritual que terminan siendo abusadores. También nos llegan casos de violencia física y doméstica. Pasa que no salen a la luz porque quien tiene que hacer las investigaciones es el Estado y no están”, manifiesta una de ellas y expone que lograron bastante conciencia sobre la violencia en el pueblo, que asisten a las mujeres y que muchas veces sienten que las desborda: “Sobre todo la Mesa Intersectorial tiene consultas como si fueran una institución del Estado. Nosotros tenemos un techo. Primero que no contamos con presupuesto, todo esto es voluntariado, y clamamos porque cuando se hagan políticas que tengan que ver con temas de género y violencias convoquen a las que hacemos territorio”. Liliana critica la Ley Micaela y la califica de “desastre” por entender que no es suficiente el tiempo que dedican los funcionarios a capacitarse en perspectiva de género y porque “cuando vos vas a la comisaría, a los hospitales, a las dependencias del Estado el maltrato a las mujeres es permanente”.
En relación a la investigación por el femicidio de Cecilia Basaldúa aporta cuál es el despertar de este pueblo: “Son puntos muy oscuros que la comunidad se está cuestionando: no a un perejil, no a la desaparición de las pruebas. Si le decís a la gente que todo va a estar bien y que la justicia está actuando, la gente se tranquiliza. Pero en esta situación no, entonces el miedo viene por ahí: que no se haga justicia y que el asesino siga suelto”.

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El contexto de la amenaza a Messi en Rosario: narco Estado, violencia, femicidios y extractivismo
Lionel Messi fue amenazado en Rosario a través de un atentado con mensaje mafioso al supermercado de la familia de su pareja, Antonela Rocuzzo. ¿Cómo funciona el mercado sicario? ¿Cuánto se pagan las amenazas y muertes por encargo? ¿Cuál es el marco territorial e institucional de la amenaza? El abandono del Estado y la proliferación de bandas. El rol policial y penitenciario. La ciudad en disputa. Publicamos aquí la investigación realizada por la revista MU en Rosario: El narco-Estado: plomo & humo, que fue tapa de nuestra edición de diciembre y refleja el contexto en el que se da esta situación que cobra relevancia por la celebridad de Messi, pero que sigue gestándose desde hace años sin respuestas. Las voces rosarinas para comprender en qué ámbito se fermentó la amenaza.
Rosario, el narco-Estado: plomo & humo.
Narcofemicidios, violencia y extractivismo
La jefa de la Unidad Fiscal de Balaceras revela cuánto se pagan las amenazas y muertes por encargo, entre otras confesiones sobre cómo trabaja la justicia cuando el Estado es cómplice del narco. Una ciudad sitiada por el terror, donde las mujeres y los niños pasaron de ser intocables a principales víctimas. La relación entre extractivismo, pobreza y un sistema penitenciario corrupto. Y las organizaciones feministas y ambientales que explican cómo funcionan las lógicas de una ciudad en disputa. Por Claudia Acuña.

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El camino de Lucía, el día que cumpliría 23 años: las revelaciones de una nueva audiencia

Hoy sucedió la quinta audiencia del juicio que investiga el femicidio de Lucía Pérez: quién la mató, quién encubrió, qué pasó. Declararon dos testigos sobre la presunta escena del crimen, la casa que Farías había alquilado 10 días antes del femicidio por gestión de Offidiani, los dos imputados en la causa. Lo que declaró valientemente una de las vecinas: los movimientos de ese día, la venta habitual de drogas en la casa, la presencia de la policía. Lo que llegaron a decir la dueña de la casa y su marido, antes de que el abogado de la defensa César Sivo pidiera suspender la audiencia por el ruido de afuera, donde la Campaña Nacional Somos Lucía y decenas de organizaciones agitaban por el cumpleaños de la joven que hoy tendría 23. El relato y las fotos del camino que Lucía hizo aquel 8 de octubre, de la casa a la salita de salud en el barrio La Serena donde Farías, Offidani y Maciel la llevaron muerta.
Por Claudia Acuña desde Mar del Plata
Grábense en la memoria y en el corazón este nombre: Celeste Soledad Tiseira. Lo necesita y lo necesitamos. Ella porque tiene miedo y el resto, para comprender la trama que derivó en la muerte de Lucía Pérez.
Hay momentos en los cuales la Historia la escriben las personas como Celeste y hoy fue uno. Con frases simples, con lágrimas atragantadas, por momentos sacudiendo los brazos; en otros, con las manos clavadas en el pecho; mirando siempre de frente a los jueces, tal como le indicaron al comenzar su declaración en esta, la quinta jornada del segundo juicio que intenta responder una pregunta que lleva más de tres mil días sin respuesta: qué pasó aquel fatídico 8 de octubre de 2016.
Hoy, cuando la audiencia coincide con la fecha de lo que debería que haber sido el cumpleaños 23 de Lucía, esta vecina del barrio Alfar de Mar del Plata comenzó su relato con una promesa que reforzó con dos palabras: “Juro y prometo”.
Zapatillas y remera negras, jeans anónimos, el pelo largo y oscuro sujetado en una colita, la mirada siguiendo el cursor del Google Maps que el fiscal proyectó para ubicar dónde quedaba la casa que habitaba entonces, dónde el jardín, dónde el poste caído por la tormenta que estaba reparando Cristian, su esposo, luego de cumplir con su trabajo en el puerto, dónde el tronco en el que se sentó ella para cuidar a los dos perros -un caniche y un bóxer- mientras su hija y su hijo cumplían con el desafío que les había hecho el padre al grito de “quién se quiere ganar unos pesos”: limpiar el auto. En eso estaba esa familia aquel sábado.
Diagonal Norte y Rasedo: esas son las coordenadas que la convirtieron en testigo.
Y esto fue lo que pasó frente a su casa y sus ojos:
“Viene una camioneta por Diagonal, estaciona frente al portoncito, se baja una persona morocha y entra por el portoncito, queda la otra persona en la camioneta y después de unos minutos, unos 15 calculo, sale esa persona morocha que había entrado en la casa y le dice a la otra que se había quedado en la camioneta que se baje y esa persona se bajó y entró” .
Recuerda que pensó: “¿Ese se viene a drogar? Podría ser mi abuelo”.
Recuerda que entró a la perra bóxer porque “es una rompe pelotas que no paraba de ladrar”; recuerda también que intercambió mensajes con su hermana, que fue al baño y que regresó al jardín para sentarse en el tronco, al lado de la perra chiquita, así que calcula que pasaron entre entre 25 minutos y media ahora hasta que vio aquello que hasta hoy le quiebra la voz: la figura de un hombre joven cargando sobre los hombros un cuerpo, las piernas en la espalda, la cabeza adelante, colgando, una cabellera de rastas apuntando hacia el piso y la remera plisada por la posición que dejaba ver un torso muy delgado . “Pensé que era un varón, porque siempre veía por ahí a un chico con rastas”, agrega.
Recuerda que el chico joven colocó el cuerpo en la caja de atrás de la camioneta y que quizá… porque había algo atrás o porque justo ahí estaba… ya saben… eso que es como… y levanta, lo cierto es que el cuerpo quedó como sentado y entonces la vio: era una chica. Pensó que tendría la edad de su hija.
Al lado se sentó el chico joven, adelante se ubicaron los otros dos hombres, la camioneta arrancó, tomó por Diagonal y dobló.
Así y con estas simples palabras Celeste ubicó en el tiempo y escena de la muerte de Lucía a los imputados: la persona morocha sería Maciel –hoy ya muerto-, el viejo, Offidani, y el chico joven, Farías.
Silencio.
La familia lo hizo entonces y Celeste lo repite ahora, como una pausa que transmite, después de lo que vio, cómo quedó así, atrapada, en ese lugar que hoy revela a los jueces con una pregunta tremenda: qué pueden hacer aquellas personas que no pueden hacer nada.
La ruta
El camino que llevó a Lucía hasta la salita del barrio La Serena resume toda la trágica Historia marplatense. La avenida que lleva desde su casa -un chalet levantado a mano por sus padres- hasta la costa culmina en el Faro y el sitio de memoria que recuerda que allí funcionó uno de los centros clandestinos de la dictadura. Al llegar al mar, donde ahora se suceden, una tras otras, playas exclusivas y privatizadas, hay que tomar una calle poblada por una arboleda imponente que alberga el sitio arqueológico que da nombre al barrio: el Alfar es el sitio donde se hallaron restos fósiles de más de cinco mil años, memoria de culturas originarias. Unas cuadras más y se dobla justo donde un mural recuerda a los muertos en el submarino Ara San Juan. Otras más y está la plaza donde conviven la salita, la iglesia, la comisaria y el polirrubro bautizado “De todo un poco”.


Celeste no sabía que hasta allí trasladaron los imputados el cuerpo de Lucía aquel sábado, así que lo que cuenta es que su marido le dijo “quedate tranquila”, que le contó a su hermana y su amiga Romina lo que había visto y que esos chats se los entregó a la secretaria del juzgado el día que prestó por primera vez declaración. Y que aquel día pidió protección porque tenía miedo. La respuesta que escuchó entonces fue la siguiente:
-Tiene razón en tener miedo.
La frase la dijo alguien que, cree, era entonces el abogado de los imputados.
Desde entonces se mudó, tuvo ataques de pánico, temió por sus hijos, se sintió desprotegida, durmió siempre mal y llegó como pudo hasta acá, hasta hoy, para decir lo siguiente:
“Y bueno… con esto me voy a poner en problemas, pero bueno… No es la primera vez que los vecinos del Alfar vemos que en una casa venden droga… ¿pero qué vimos también? Al patrullero. Y entrar policías… Entonces… ¿a dónde íbamos a denunciar?… Cuando tenés hijos pensás, ¿cómo me voy a meter? Y cargás con eso…
Luego dijo algo inesperado, inédito, valiente:
-Perdón.


La casa
La siguiente testigo fue Mariana Almada, la dueña de la “casucha” -tal como definió la propiedad- que alquiló a Farías, por pedido de Offidani, a quien dijo conocer desde chica, ya que sus familias eran amigas. Detalló que apenas hacía diez días que el nuevo inquilino se había instalado, que creía que hasta entonces había vivido en la casa de Offidani, sin saber la razón por la que había tenido que abandonarla. Almada vive en un chalet ubicado al frente, detrás del cual hay una construcción de ladrillos que da lugar a una habitación con dos plantas: arriba el dormitorio y escaleras abajo, espacio para una mesa, la cocina y el baño. Dijo haber tenido que echar a los anteriores inquilinos, que Celeste había mencionado cuando contó que le ofrecieron drogas a su hija. Por entonces convivía con una pareja que hoy es ex y que tras un cuarto intermedio comenzó a declarar, aunque sólo alcanzó a mencionar que conocía a Offidani desde antes de iniciar la relación con Almada: el defensor de ese imputado alegó que por su sordera no alcanzaba a escuchar esa declaración, debido al repique de tambores que desde abajo hacían sonar quienes conmemoraban el cumpleaños de Lucía. Convenientemente para la defensa, su exposición se postergó hasta mañana, jornada en la que también declararán otros dos testigos de la acusación. Luego, el tribunal, defensas y querella realizarán la inspección ocular que propuso la fiscalía. Desandarán así el camino que quizá realizó aquel día tremendo Lucía para quizá ver, así y finalmente, lo que vieron sus ojos.
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Lo que se empieza a ver en el segundo juicio por el femicidio de Lucía Pérez

En el comienzo de la segunda semana del nuevo juicio, la enfermera que atendía en la sala donde llegó el cuerpo de Lucía aportó documentos que revelan extrañas maniobras sobre el certificado de defunción de la joven de 16 años. Lo que le dijo el subsecretario de Salud, Pablo de la Colina –quien apareció inesperadamente ese día en la sala-, sobre ese certificado. La actitud y lo que (no) dijo Farías aquel 8 de octubre; su relación con Offidani; cómo los encontraron cuando los detuvieron por el crimen: escuchando música y tomando alcohol, en un auto con drogas. Por qué se sabe que Lucía no era una adicta. Y el pedido del fiscal para que los jueces inspeccionen este miércoles a la escena del crimen. Cómo siguen las audiencias.
Por Claudia Acuña
(Desde Mar del Plata) La cuarta jornada del juicio que investiga la muerte de Lucía Pérez estuvo dominada por las preguntas del fiscal Leandro Arévalo, las declaraciones de cinco policías que intervinieron en los primeros trámites del expediente y la enfermera de la sala donde llegó el cuerpo de Lucía.
Esta mujer entregó tres fotocopias con documentación clave que hasta hoy no formó parte de los seis cuerpos que tiene esta causa:
- Una fotocopia es del libro de enfermería, único registro que existe del ingreso del cuerpo de Lucía a la sala de salud del barrio de La Serena;
- Una fotocopia es del certificado de entrega del cuerpo a la morgue;
- Y la fotocopia de la carta con la cual solicitó a la Secretaría de Salud municipal la anulación del acta de defunción que el médico Pablo de la Colina firmó en blanco.
La enfermera contó también que cuando le preguntó a ese médico, meses después, qué debía hacer con ese documento, él le respondió:
-Rompelo.
Ella, en cambio, decidió que debía seguir el procedimiento que le había indicado a todo el personal de esa sala un abogado enviado por la secretaria de Salud.
Recordemos que aquel 8 octubre de 2016 el doctor De la Colina era subsecretario de Salud municipal; ya veremos más abajo cómo narra la enfermera por qué estuvo presente ese día en esa salita.
A pedido del fiscal y con acuerdo de todas las partes, el tribunal dispuso que el miércoles habrá una inspección ocular a la casa que alquilaba Matías Gabriel Farías, uno de los imputados, escena de la muerte de Lucía.
En tanto defensas, querella y fiscalías acordaron que los alegatos serán el próximo miércoles 22 (querella y fiscalía) y cuatro días después, ambas defensas.
Mañana comunicarán esta propuesta al tribunal, que deberá confirmarlo.
La escena del crimen
Las audiencias se llevan a cabo en dos salas, ambas muy chicas. En el sexto piso se amontonan defensas, querella y fiscalía, en escritorios enfrentados y que rodean al tribunal. En el centro está el sillón por donde desfilan los testigos y detrás, seis sillas. De un lado, tres mujeres jóvenes que asisten al doctor César Sivo, defensor del imputado Pablo Offidani; del otro Marta y Guillermo, los padres de Lucía, que llevan en su pecho la foto de su hija. En el segundo piso y a través de una pantalla se trasmite la audiencia para el público, compuesto hoy, entre otros, por la prensa y representantes de los organismos que monitorean el juicio: el doctor Eduardo Carnicero, por la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires; la doctora Natalia Roselot, por el ministerio de las Mujeres bonaerense, y Vanesa Calvo y Federico Komblit, por el ministerio de las Mujeres de Nación. Estos organismos estuvieron presentes en todas las jornadas, incluida la dedicada a los peritos forense, que fue cerrada a la prensa.

Detalle de aquella jornada: las peritos explicaron muy detalladamente cómo establecieron que Lucía no era consumidora habitual de cocaína. Explicaron que esa droga deja residuos en el pelo y que tomaron muestras del cabello de Lucía. Detallaron: se calcula que el pelo crece una centímetro por mes. El pelo de Lucía tenía unos veinte centímetros de largo. No tenía residuos de esa sustancia por lo cual, plantearon, se puede establecer que al menos hasta veinte meses antes de su muerte no había consumido cocaína.
El primero en declarar este lunes fue Pablo Luis Bocca, un joven oficial policial -calculemos que casi siete años atrás era aún más joven- que aquel 8 de octubre de 2016 prestaba servicio en la Comisaria N.º 13, lindera a la salita de salud a donde Farías y Offidani dejaron el cuerpo de Lucía. Lo que vio lo describió con pocas y contundentes palabras: mal vestida y con el pelo mojado. Fue también quien detuvo a los imputados veinte horas después; los describió también de la misma forma: estaban en la camioneta en la que trasladaron a Lucía, bebiendo alcohol y escuchando música. Es en ese procedimiento donde les incautan una mochila con la droga que fue la prueba por las que ambos imputados fueron condenados por el delito de “tenencia de drogas con intención de venta a menores”. También fue quien dijo que luego de esa detención “era voz populi que eran vendedores de drogas”.
Quien era por entonces su superior, el comisario Cristian Gari, aportó otros datos. Mencionó a Offidani como “el compadre” de Farías. Consultada luego por lavaca la defensora oficial de Farías, la doctora María Laura Solari, afirmó que Offidani es el padrino de uno de los hijos, el menor, nacido muy poco antes de aquel fatídico día. Consultada sobre si había citado a la madre de ese bebé como testigo, la respuesta de la defensora Solari fue: no.
Ya veremos cómo se cita este dato en la audiencia.
El comisario Gari también respondió a la defensora Solari, cuando le preguntó qué actitud había notado en Farías aquel día: ¿tuvo intención de colaborar o notó lo contrario? “Huir no quiso, pero se nota que lo que dijo aquel día fue la cuarta parte de lo que sabía”.
Un ejemplo que quizá explique por qué en esta jornada las defensas hicieron pocas preguntas.


La salita del barrio Serena
Enfermera ya jubilada, con jean, remera negra y actitud segura, María Elisa Sendra fue la única que dijo conocer a Farías con anterioridad al hecho investigado en este juicio: fue cuando llevó a parir a la salita a una mujer -que supuso su pareja-, hecho que calificó como muy poco habitual. También fue encargada de explicar cómo era el funcionamiento sí habitual de la sala de salud del barrio de La Serena: desde el año 2010, atendían los consultorios de lunes a viernes con actividades ya programadas, y los fines de semana había guardias, que se cubrían con dos turnos.
Contó que aquel 8 de octubre, a las 8 de la mañana, le habían informado que no habría médico desde las 14 hasta las 19 y así ordenó informarlo en un cartel que pegaron en la puerta de la salita. Supone que porque alguien sacó una foto de ese cartel –así se habría originado una reacción que calificó como “viral”- fue que la llamaron de la secretaría de Salud para informarle que el subsecretario se haría cargo de la guardia. Ella se retiró a las 14, sin verlo y poco después de las 18.30 volvió sin tampoco cruzárselo. La doctora Verónica Heredia le preguntó si era habitual que el funcionario cubriera una guardia en esa sala y la respuesta fue: no.
Luego, contó del certificado de defunción en blanco, que ella estuvo en su poder durante más de un mes sin que nadie se lo reclamara. Y también que recibió un pedido de la secretaria de Salud para que sacara las fotocopias, cuyo destino -le informaron- era remitirlos al juzgado donde se iniciaría el primer juicio: cosa que hasta hoy, cuando las sacó de la bolsita donde las había guardado durante 6 años y 5 meses, no había ocurrido.

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