Nota
Las lecciones de Bolivia: Jenny Santander, del Movimiento Indígena Pachacuti
Felipe Quispe no pudo viajar a Bolivia, pero sí esta mujer que con voz tranquila transmitió ideas contundentes. Opinó que los movimientos argentinos «luchan por reivindicaciones muy simples» y destacó el grado de conciencia que desarrolló su pueblo gracias a la lucha y a un cambio de lógica: «hemos aprendido a construir poder desde otro lugar». El secreto está en un concepto político que recogen de la filosofía aymará: la comunidad. «La diferencia central es que la autoridad es la comunidad, no el que la representa. Entonces ¿dónde está el poder? Está en las bases. Esa es la diferencia».
Felipe Quispe no vino a la Argentina. Cuando estaba en la fila para abordar el avión que lo trasladaría desde Santa Cruz de la Sierra a Buenos Aires, las autoridades migratorias le impidieron la salida del país, invocando una orden judicial de arraigo emitida tiempo atrás en el marco de un juicio por su participación en actos de insurgencia a comienzos de la década pasada. En esa época, Quispe encabezaba el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK), por lo cual pasó cinco años en la cárcel. En 1997, Quispe fue liberado gracias a la presión de diversas marchas aymaras e inmediatamente después, se convirtió en el nuevo secretario ejecutivo de la poderosa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUCTB) y fundó el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP), por el que fue electo diputado en el 2002.
«Lamentamos mucho que Quispe no esté hoy aquí y por respeto a ustedes, que vinieron hasta acá a escucharlo, los esperamos para darles las explicaciones y contarles que en mayo o junio próximo se concretará esta visita, tan importante para nosotros, ya que consideramos que en Bolivia se está gestando una verdadera opción de resistencia a cuya suerte está ligada gran parte de los destinos Latinoamericanos». Con estas palabras, Roberto Marino, del MTR anunció la frustración de la charla que ese miércoles, a los 18, estaba anunciada en la Facultad de Ciencias Sociales. Sin embargo, a su lado estaba la dirigente aymará Jenny Santander, encargada de Relaciones Internacional del MIP, dispuesta a poner las cosas en su lugar:
«No quisiera lamentar, sino repudiar esta actitud bochornosa del gobierno boliviano. Pero sabemos que los ríos siempre encuentran la manera de conectarse, incluso subterráneamente, y de alguna manera encontraremos nosotros las formas de intercambiar nuestras preocupaciones y luchas. Estoy aquí, invitada por los hermanos piqueteros y, en estos pocos días, he podido ver el trabajo urbano de estas organizaciones que luchan en un mismo sentido, aunque con diferentes conceptos culturales. Sin embargo, tengo la esperanza de que en esos movimientos todavía pueda haber un recuerdo, un halo de lo que fue y puede ser la comunidad. La comunidad en su más alto sentido ideológico, en el cual nosotros estamos planteándonos la respuesta a la crisis de este sistema decadente, al estado de barbarie al que nos somete, donde la individualidad se convirtió en un dios. Hombres sin trabajo, niños desnutridos, mujeres enfermas de hambre. Esta es la realidad del sistema y, hasta ahí, podríamos pensar que estamos casi destruidos. Pero sólo es así si la Humanidad no asume una conciencia de esto y si no retomamos lo que nuestros ancestros nos han enseñado, en el sentido del respeto a la cosmovisión en la cual todos somos hermanos y nos debemos respeto: tierra, animales y personas. En nuestro país, estas condiciones están dadas. Hemos llegado a un alto desarrollo de conciencia política. Tenemos claro nuestros objetivos y nuestras metas porque son resultado de un proceso que nos ha enseñado algo muy interesante: la construcción del poder desde otros espacios. También nos ha enseñado que el reconocimiento de la autoridad solo la damos nosotros. Si nosotros desconocemos la autoridad, no hay autoridad. No hay. Así de simple. También hemos visto, en especial en este proceso que se ha dado desde el levantamiento de octubre, que nos faltan armas. Las armas que teníamos no han sido suficientes. Pero esta conclusión ha sido producto de una discusión de todo un pueblo, no de un grupo, como solía hacer las izquierdas de antaño, esos grupos que operaban en nombre de los pueblos y que asumían acciones en su nombre. Esta vez, es el pueblo todo el que debate, decide y acciona. Y es dentro de este proceso en el que estamos. Ahora nos queda como tarea actual la organización de las ciudades. Y esto es algo que podemos aprender de ustedes, que han avanzado bastante. En lo poco que vi hasta ahora, noté que si bien las luchas de los movimientos argentinos son por reivindicaciones muy simples, que hasta este sistema -con un poco de voluntad- podría atender, han avanzado en la organización de espacios de trabajo comunitario. Hasta el gobierno de ustedes ha corroborado que los piqueteros están trabajando. Nosotros vemos esos espacios de trabajo como escuelas. Escuelas de convivencia, de vida cotidiana, de estructuración de células importantes para constituir una masa con otros objetivos. Por todo esto es que creo que debemos repudiar la actitud del gobierno boliviano de impedir que una persona se entrelace, como lo estamos haciendo aquí, para aprender uno del otro y juntos de todo. Muchas gracias.»
Con esas palabras, Jennifer resumió todo el programa de acción y la filosofía de su movimiento, e incluso su mirada sobre los movimientos argentinos. Estaba claro, entonces, que era necesario escucharla.
-¿Qué entienden ustedes por la construcción de comunidad como herramienta política?
-Es muy diferente a la concepción marxista. Es una forma ancestral, que tiene formas, usos y costumbres muy fuertes. El proceso de octubre, en Bolivia, por ejemplo, es un claro ejemplo de cómo desarrollamos nuestro trabajo. El conflicto estalla porque una comunidad decide aplicar su ley, que no es la de los blancos. Los aymará consideran que el robo reiterado debe castigarse con la muerte. Y así se hizo. Luego, la ley boliviana intentó castigar lo que consideraba un homicidio y arrestó al dirigente de la comunidad. Ahí comenzó la protesta y la marcha. Y eso, que llevó a todo el pueblo a salir a la calle, terminó dictando, durante la marcha, otras consignas. Para cuando las autoridades quisieron liberar al detenido creyendo que con esto iban a aplacar la movilización, ya era tarde; para entonces estamos en la calle por la no venta del gas y la renuncia del presidente. Así cayó un gobierno y así la gente desenterró las armas que tenía guardadas desde la revuelta de los años ´50. Es este ejercicio y defensa de la comunidad, desconociendo las leyes del sistema, el que desencadena la caída del sistema.
-Pero el sistema, de alguna manera, se reacomodó…
-En octubre la batalla consistía en la aplicación de tres planes o tácticas de lucha. La primera la llamamos «la pulga» porque significaba picar aquí y luego allá y saltar a otro lado y seguir picando. Así se organizaron los primeros cortes y barricadas. No como algo permanente, sino como ataques que saltaban en una esquina y, para cuando iban a reprimir allí, saltaba en la otra y así sucesivamente. La verdad es que volvimos locos a los uniformados. El segundo plan se llamaba «hormigas rojas» y consistía en avanzar y arrasar. La gente demostró ahí verdadero conocimiento sobre los puntos a los cuales atacar: no quedó casi nada en pie del Ministerio de Trabajo ni un ladrillo de oficinas de gobierno. El tercer plan se llamaba «taraj´chi» que es el nombre de un ave que ocupa el nido que deja vacío otra ave. Era el plan para tomar el gobierno y esto es lo que nos faltó. Es por eso que llegamos a la conclusión de que para llevarlo a cabo nos faltaron armas.
-¿Este plan fue ideado por Quispe, la conducción del movimiento…?
-De ninguna manera el hermano Quispe está autorizado a tomar decisiones por sí solo. Cada una de las medidas deben recorrer primero las comunidades y debatirse allí y recién después se concertan. Todo el plan fue debatido por las comunidades y su evaluación posterior también. Esto responde a una lógica de construcción política diferente: la aymará.
-¿Cuál fue el proceso por el cual el movimiento decidió abandonar la lógica marxista y abrazar la lógica aymará?
– Todos nosotros tuvimos una fuerte formación marxista. Sin embargo, hemos reflexionado mucho sobre esto y nos hemos preguntado cosas tales como cuál es esa presión cultural tan fuerte, capaz de mantenerse durante siglos y que ha logrado sobrevivir en las sociedades, a pesar de la opresión. Esas cosas han sido descuidadas… el peso de esa cultura y hasta dónde debemos asumirlas si queremos modificar la realidad. Cómo interactuar con ellas. El de Chiapas ha sido un fenómeno muy importante en ese sentido y nos ha servido para pensar en estos temas.
– De alguna manera lo que se produce es un cambio de lógica en la construcción política. Por ejemplo, hablabas de que la autoridad solo existe en tanto y en cuanto la reconozcamos ¿Cómo se construye otra forma de autoridad, entonces?
-La diferencia central es que la autoridad es la comunidad, no el que la representa. Entonces ¿dónde está el poder? Está en las bases. Esa es la diferencia.
-Eso significa, en la práctica, que el dirigente tiene que estar muy comprometido con el trabajo comunitario…
-Lo está. Y profundamente, tanto que llega hasta aspectos de la vida privada. No estoy hablando de lo relacionado con los sindicatos urbanos, donde el dirigente puede ser soltero, viudo o divorciado y puede hacer de su vida cotidiana lo que le da la gana. En la comunidad, no puede ser dirigente si no está casado, por ejemplo. Toda la actitud cotidiana, humana, está controlada por la comunidad.
-¿Cuál es el trabajo concreto que realiza el movimiento en las comunidades?
-Nunca hemos dejado de trabajar, en estos años, en relación con las comunidades. Son ellas las que nos solicitan cursos de capacitación en distintos ámbitos, por ejemplo. Pero, a su vez, los que somos de las ciudades vamos a esos cursos a aprender mucho de ellos. Entonces, el proceso es apuntalar todo lo que signifique la organización propia de la comunidad. Y eso es lo que estamos haciendo. Hay puntos que concentran mayor grado de organización que otros, pero todas las comunidades tienen hoy la capacidad para generar no solo movilización, sino control de sus acciones. Hoy día el control es tan efectivo, que cada comunidad sabe a quién le toca marchar, a quien le toca entrar en huelga de hambre y quien no lo ha hecho. Entonces, cuando se va a las marchas, el tipo de control es fordista: fulano está y tiene que hacer tal cosa. Y otro, tal otra.
-¿Y ese control quién lo ejerce?
– La comunidad. En la comunidad hay diferentes autoridades y hasta grados de representación. Y son rotativos. No hay poderes que sean absolutos ni permanentes. Quien decide si esa representación está bien o mal hecha o ejercida es la base.
– También mencionaste tu opinión sobre lo que viste de los movimientos piqueteros argentinos. Hablaste de reivindicaciones simples…
-Es lo que noté, hablando con gente de algunos movimientos. ¿Por qué luchan? es la pregunta. Y hay que desarrollar un alto grado de conciencia para que la respuesta no sea simple. Esto es algo que nosotros hemos aprendido, incluso, durante el proceso de participación en las elecciones. En la ciudad, cuando la gente vota por determinado partido, tiene la esperanza de que ese partido le retribuya por el voto una fuente de trabajo o una ayuda. Es una relación de tipo prebendal. En el campo no. Esperan que se refleje las necesidades de su comunidad. Ese ha sido el sentido de nuestro trabajo.
– No debe ser sencillo articular las necesidades de una comunidad con los objetivos del poder central, porque son mundos destinados a confrontar…
— Así es. Y tampoco es fácil que la base entienda que nosotros llegamos a las elecciones, entramos en el Parlamento y cumplimos fielmente lo que dicta la Constitución boliviana, cuando en realidad nosotros nos oponemos a ella. Lo que hay que explicar es que la construcción de esta democracia actual no la hemos hecho nosotros, simplemente hemos sacado una cantidad de diputados -seis- y adecuarnos, cosa que tampoco ha sido sencillo. Tenemos problemas con el idioma, problemas porque no aceptamos asesores blancos … Inclusive, a manera de anécdota, los diputados nos comentaban que los mozos que trabajan en el Parlamento no podían entender que un indio, alguien que ellos han considerado toda su vida inferior, tuviese que ser atendido por ellos. Entonces, tomaban represalias, como por ejemplo, cobrarles más caro.
– Y ahora que llegado al parlamento ¿Les ha resultado la vía electoral una opción válida?
-La experiencia ha sido mala con el Parlamento. No hemos, por ejemplo, podido impedir que el sueldo corrompa a los hermanos que están allí. Ahora, por ejemplo, se aproxima en Bolivia una elección municipal, de los gobiernos locales, y lo hemos estado discutiendo y creemos que lo mejor sería no participar o solamente participar en los lugares que sí tengamos preeminencia, para conseguir un poder más homogéneo. Pero es algo que todavía está en discusión. De todas formas, la parte electoral no es nuestro fuerte ni para nosotros lo más importante, porque no nos permite construir desde la base.
-Ese tipo de construcción, en los hechos, cómo funciona ¿a través de asambleas?
– La asamblea es una actividad muy permanente en la comunidad. Generalmente, las decisiones se adoptan por consenso o, si no es posible, se vota. Se discute allí todo tipo de temas: desde los más pequeños hasta los más grandes. Esa es la forma. Y en el Movimiento, así es también. Son las comunidades las que llevan sus mociones, de acuerdo a lo que ha decidido la asamblea de su comunidad.
-¿Con qué problemas se enfrentó el movimiento al tener este tipo de organización?
– Se ha acercado mucha gente indígena, con y sin formación. Algunos no han comprendido los objetivos centrales del movimiento y, en muchos casos, han sido presas de intereses foráneos que intentaron destruir la organización.
-¿Intentaron cooptarlos?
-Nos han cooptado. De hecho, muchos se han ido, pero no con bases, porque estas rupturas no son reflejo de una comunidad que no está de acuerdo con tal acción o línea política, sino de intereses personales o de grupos pequeños que pretenden hacer política de otra manera. Por eso la organización macro, la base, está intacta. Y lo de octubre nos ha servido para fortalecernos. Antes se hablaba de nuestra debilidad, que el liderazgo de Felipe estaba acabado y todo eso que generalmente se usa como arma para destruir un movimiento en construcción, que está organizándose.
-¿Cuál ha sido la base teórica en esta construcción política?
-El katarismo es la base fundamental. Tupac Katari nos ha dado grandes enseñanzas a nivel no solo de lo que debe ser la ideología, sino el significado de ese «volveré y seré millones». Creemos que ahora somos esos millones y de él hemos aprendido métodos de lucha, tácticas y estrategias, todo. Después de Katari, han venido otros luchadores y pensadores que, si bien la historia oficial los ha dejado de lado, queda mucho de ellos dentro de nuestra simbología y que forma parte de esa tarea de reconstruir lo que ha sido destruido. Parte de esa simbología es el motivo por el cual el MIP se funda en el lugar donde Katari murió. Es algo que tiene mucho de místico y de cultural. Hay quienes se dedican a difundir la parte religiosa, otros que se dedican al idioma, otros a la educación… es una gama tan grande de cosas que lo que implica es pensar muy diferente para poder entenderlo.
– Tu tarea de llevar adelante las relaciones internacionales del MIP ¿qué implica?
– Me he relacionado con organizaciones de Perú, he viajado al Ecuador, a Colombia, he ido a la lucha contra el ALCA, a Venezuela, pero ha sido difícil porque siempre ha estado la presencia de un hombre que ha acaparado la atención internacional, como Evo Morales, con quien yo tengo una muy buena relación personal. Pero eso no me impide decir que pesa más la propaganda que tiene afuera que el poder que tiene adentro. No es que yo quiera competir con él, sino de a poquito construir relaciones con organizaciones que nos encuentren, nos conozcan y, si creen que esta es una opción válida y consideran importante tener relaciones con nosotros, decirles que estamos abiertos. He aprendido a tener mucha paciencia, porque la paciencia es la base para consolidar un trabajo político.
-¿Qué tiene este proceso boliviano como potencia que lo diferencie de los movimientos que conociste en el resto de Latinoamérica?
– La diferencia fundamental, para mí, es el alto concepto ideológico. Esto tiene una supremacía.
-¿Qué significa esto cuando lo comparás con los movimientos argentinos?
-Los movimientos piqueteros y sociales que vi están detrás de cosas muy pequeñas, de objetivos inmediatos que cualquier gobierno, si hace un pequeño esfuerzo, los puede cumplir. He visto que en el Ecuador, por ejemplo, las organizaciones están muy enfermas por el trabajo de las ONGs. Han dejado todo objetivo de fondo por cuidar ciertas pegas del Banco Mundial, grandes financiamientos, etc. Estos son problemas que en mi país no ocurren. A pesar de que el hermano Evo sí trabaja con varias ONGs, pero nosotros nos hemos sacado todas de encima. ¿Cómo se llaman esos animales que chupan la sangre?
-¿Sanguijuelas?
-Bueno: el hermano Quispe dice que las ONGs son sanguijuelas. Y nos las hemos tenido que sacar de encima para que no chupen la sangre de los indios.
-¿Tiene que ver esto con las condiciones que imponen para aportar financiamiento?
-No solo con eso, sino con la falta de comprensión del tema indio. Y esto no es solo un problema de las ONGs, sino de los gobiernos, los partidos de izquierda… que al igual que algunas ONGs, quizá tengan buenas intenciones, pero no llegaron a entender la problemática, realmente entenderla. Por ejemplo, el aymara es algo tan difícil de comprender, su lógica, su estructura mental es algo tan difícil…
-Y si la tuvieras que explicar a alguien que la desconoce, como yo, totalmente ¿cómo sintetizarías en pocas palabras esa lógica?
– Es que no manejan la lógica dialéctica, que es la que conocemos. No es: sí o no. Ellos te van a decir si y no al mismo tiempo, que no es lo mismo que sí, pero tampoco es lo mismo que no. Y eso tiene un montón de connotaciones a nivel de discurso, a nivel de acciones, a nivel de mirar con otros lentes la realidad.
-Y el compromiso para la acción ¿cómo se logra? ¿Cuándo lográs que digan sí, más allá de las palabras, a una lucha?
-Hay compromiso en la medida en que se sienta identificado con el otro, que es igual a él. Porque la opresión ha sido tan fuerte, que si te ven un poco blanca, desconfían de ti.
-Es decir que confían en las personas, no en las palabras…
-Ni en las personas ni en las palabras, sino en las acciones de las personas. Es por eso que Felipe se encumbra de otra manera y desde otro lugar. Por ejemplo, Evo no se identificó de inmediato como un indio, se vestía incluso al comienzo de tal forma que parecía un blanco más. Y nosotros usamos la palabra indio con toda la intención de apropiarnos del nombre con que esta sociedad nos llama. La irreverencia de Felipe nos ha servido mucho para ganar nuevamente autoestima como indio. El hecho de que se plante y diga a una autoridad: «a usted lo voy a dejar parado (plantado, esperando) porque a mi me han dejado muchos años parado». O cuando el gobierno da algo, que responda: «yo no tengo porqué agradecer. No te voy a agradecer porque no te estoy pidiendo nada. Te exijo lo que a mi me corresponde.» Lo que no pasaba con otros líderes, que más o menos se ponían de rodillas o festejaban cada cosa que obtenían como si fuera una gracia. Esa irreverencia de Felipe nos fortaleció y eso fue definitivo en este proceso: sumarle al grado de conciencia el grado de autoestima necesaria para concretarla.
– Este grado de conciencia que vos decís que se alcanzó en Bolivia ¿cómo se desarrolló?
-Es la experiencia del mismo pueblo en la lucha la que la genera. Si recorremos la historia, vemos que los pueblos indígenas nunca han dejado de pelear. Y desde el 2.000 para acá, ha sido guerra tras guerra, muertos tras muertos. Pero, además, no podemos dejar de ver que estamos viviendo una etapa de decadencia del sistema que es insalvable. Este sistema no ha podido cumplir objetivos mínimos. Al pueblo boliviano, por ejemplo, ni siquiera le puede dar las reivindicaciones inmediatas como aquí. No tiene esa capacidad. Entonces, no hay donde más…no hay dónde más. Y ahí, en ese punto, es donde el pueblo sabe, instintivamente, hacia dónde dirigirse.
– En lo personal, este camino recorrido ¿qué significó?
– Yo estudiaba Psicología, comencé a trabajar dentro de la izquierda tradicional y un día preparamos una conferencia sobre el tema religión e indigenismo. Estábamos muy orgullosos de nuestro trabajo, pero cuando comenzó la conferencia, los integrantes de las comunidades que vinieron a escucharnos se levantaron y se fueron. Y yo los seguí para saber por qué. Desde entonces, ese camino que inicié ese día me modificó gratamente. Me hizo sentir contenta conmigo misma por ser india, lo que antes no ocurría. Me causaba mucha inseguridad el hecho de no poder ser blanca, en todo el sentido estricto de la palabra. Mis propios padres, por ejemplo, no me enseñaron a hablar aymara ni quechua para que no me discriminen y eso, por el contrario, me provocó una gran indignidad. Logré, en este camino, ganar autoestima y encontrarme a mí misma.
Confiar en que el Estado, debidamente interpelado y presionado, haga algo tangible para mitigar la inseguridad de la existencia no es mucho más realista que la esperanza de acabar con la sequía mediante la danza de la lluvia. (…) Allí donde ha fracasado el estado, quizá la comunidad, la comunidad local, la comunidad físicamente tangible, material, una comunidad encarnada en un territorio habitado por sus miembros y por nadie más (nadie que no pertenezca a ella) provea el sentimiento de seguridad que el mundo, en sentido más amplio, evidentemente conspira en destruir.
CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


CABA
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.
Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.
La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

¿Quién dijo que hace frío?
Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?
Las luces apagadas, las pizzerías vacías
Los artistas callejeros sin público
¡Esta peatonal es orgullo nacional!
Y eso es gracias a nuestro teatro
Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color
en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro
que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?
Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país
Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto
con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación
¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,
produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!
¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!
¡Defendámoslo!

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.
El teatro que habla y Pluto en marcha
Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.
¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Los besos vuelan.
Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:
- Ay, ay, ay, me duele todo
- Teatro, ¿qué pasa?
- ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
- ¿Por qué?
- ¡Quieren desmembrarme!
- ¿Quién?

- El teatro explicándo por megáfono la situación.
- El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
- ¿Al instituto que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
- Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
- ¡Cuidado el teatro se desmaya!

- Al teatro le da un soponcio.
- Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
- ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
- ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
- ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
- Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.
La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.
Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

CABA
Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

Más allá de tu vereda.
Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse.
No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.
El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.
El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto.
En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.
Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.
Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”.
Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.
Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”.
Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.
Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.
Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.
Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.



Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.
«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».
Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración.
Hay orgullo.
Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera.
Jorgelina: “Hagamos más radios”.
Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.
Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:
“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.
Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental:
“Más allá de tu vereda,
hay otra realidad,
atrás de tu puerta”.
Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva:
“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle,
allí seguiremos estando”.
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