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Las lecciones de Bolivia: Jenny Santander, del Movimiento Indígena Pachacuti

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Felipe Quispe no pudo viajar a Bolivia, pero sí esta mujer que con voz tranquila transmitió ideas contundentes. Opinó que los movimientos argentinos «luchan por reivindicaciones muy simples» y destacó el grado de conciencia que desarrolló su pueblo gracias a la lucha y a un cambio de lógica: «hemos aprendido a construir poder desde otro lugar». El secreto está en un concepto político que recogen de la filosofía aymará: la comunidad. «La diferencia central es que la autoridad es la comunidad, no el que la representa. Entonces ¿dónde está el poder? Está en las bases. Esa es la diferencia».

Felipe Quispe no vino a la Argentina. Cuando estaba en la fila para abordar el avión que lo trasladaría desde Santa Cruz de la Sierra a Buenos Aires, las autoridades migratorias le impidieron la salida del país, invocando una orden judicial de arraigo emitida tiempo atrás en el marco de un juicio por su participación en actos de insurgencia a comienzos de la década pasada. En esa época, Quispe encabezaba el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK), por lo cual pasó cinco años en la cárcel. En 1997, Quispe fue liberado gracias a la presión de diversas marchas aymaras e inmediatamente después, se convirtió en el nuevo secretario ejecutivo de la poderosa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUCTB) y fundó el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP), por el que fue electo diputado en el 2002.

«Lamentamos mucho que Quispe no esté hoy aquí y por respeto a ustedes, que vinieron hasta acá a escucharlo, los esperamos para darles las explicaciones y contarles que en mayo o junio próximo se concretará esta visita, tan importante para nosotros, ya que consideramos que en Bolivia se está gestando una verdadera opción de resistencia a cuya suerte está ligada gran parte de los destinos Latinoamericanos». Con estas palabras, Roberto Marino, del MTR anunció la frustración de la charla que ese miércoles, a los 18, estaba anunciada en la Facultad de Ciencias Sociales. Sin embargo, a su lado estaba la dirigente aymará Jenny Santander, encargada de Relaciones Internacional del MIP, dispuesta a poner las cosas en su lugar:

«No quisiera lamentar, sino repudiar esta actitud bochornosa del gobierno boliviano. Pero sabemos que los ríos siempre encuentran la manera de conectarse, incluso subterráneamente, y de alguna manera encontraremos nosotros las formas de intercambiar nuestras preocupaciones y luchas. Estoy aquí, invitada por los hermanos piqueteros y, en estos pocos días, he podido ver el trabajo urbano de estas organizaciones que luchan en un mismo sentido, aunque con diferentes conceptos culturales. Sin embargo, tengo la esperanza de que en esos movimientos todavía pueda haber un recuerdo, un halo de lo que fue y puede ser la comunidad. La comunidad en su más alto sentido ideológico, en el cual nosotros estamos planteándonos la respuesta a la crisis de este sistema decadente, al estado de barbarie al que nos somete, donde la individualidad se convirtió en un dios. Hombres sin trabajo, niños desnutridos, mujeres enfermas de hambre. Esta es la realidad del sistema y, hasta ahí, podríamos pensar que estamos casi destruidos. Pero sólo es así si la Humanidad no asume una conciencia de esto y si no retomamos lo que nuestros ancestros nos han enseñado, en el sentido del respeto a la cosmovisión en la cual todos somos hermanos y nos debemos respeto: tierra, animales y personas. En nuestro país, estas condiciones están dadas. Hemos llegado a un alto desarrollo de conciencia política. Tenemos claro nuestros objetivos y nuestras metas porque son resultado de un proceso que nos ha enseñado algo muy interesante: la construcción del poder desde otros espacios. También nos ha enseñado que el reconocimiento de la autoridad solo la damos nosotros. Si nosotros desconocemos la autoridad, no hay autoridad. No hay. Así de simple. También hemos visto, en especial en este proceso que se ha dado desde el levantamiento de octubre, que nos faltan armas. Las armas que teníamos no han sido suficientes. Pero esta conclusión ha sido producto de una discusión de todo un pueblo, no de un grupo, como solía hacer las izquierdas de antaño, esos grupos que operaban en nombre de los pueblos y que asumían acciones en su nombre. Esta vez, es el pueblo todo el que debate, decide y acciona. Y es dentro de este proceso en el que estamos. Ahora nos queda como tarea actual la organización de las ciudades. Y esto es algo que podemos aprender de ustedes, que han avanzado bastante. En lo poco que vi hasta ahora, noté que si bien las luchas de los movimientos argentinos son por reivindicaciones muy simples, que hasta este sistema -con un poco de voluntad- podría atender, han avanzado en la organización de espacios de trabajo comunitario. Hasta el gobierno de ustedes ha corroborado que los piqueteros están trabajando. Nosotros vemos esos espacios de trabajo como escuelas. Escuelas de convivencia, de vida cotidiana, de estructuración de células importantes para constituir una masa con otros objetivos. Por todo esto es que creo que debemos repudiar la actitud del gobierno boliviano de impedir que una persona se entrelace, como lo estamos haciendo aquí, para aprender uno del otro y juntos de todo. Muchas gracias.»

Con esas palabras, Jennifer resumió todo el programa de acción y la filosofía de su movimiento, e incluso su mirada sobre los movimientos argentinos. Estaba claro, entonces, que era necesario escucharla.

-¿Qué entienden ustedes por la construcción de comunidad como herramienta política?

-Es muy diferente a la concepción marxista. Es una forma ancestral, que tiene formas, usos y costumbres muy fuertes. El proceso de octubre, en Bolivia, por ejemplo, es un claro ejemplo de cómo desarrollamos nuestro trabajo. El conflicto estalla porque una comunidad decide aplicar su ley, que no es la de los blancos. Los aymará consideran que el robo reiterado debe castigarse con la muerte. Y así se hizo. Luego, la ley boliviana intentó castigar lo que consideraba un homicidio y arrestó al dirigente de la comunidad. Ahí comenzó la protesta y la marcha. Y eso, que llevó a todo el pueblo a salir a la calle, terminó dictando, durante la marcha, otras consignas. Para cuando las autoridades quisieron liberar al detenido creyendo que con esto iban a aplacar la movilización, ya era tarde; para entonces estamos en la calle por la no venta del gas y la renuncia del presidente. Así cayó un gobierno y así la gente desenterró las armas que tenía guardadas desde la revuelta de los años ´50. Es este ejercicio y defensa de la comunidad, desconociendo las leyes del sistema, el que desencadena la caída del sistema.

-Pero el sistema, de alguna manera, se reacomodó…

-En octubre la batalla consistía en la aplicación de tres planes o tácticas de lucha. La primera la llamamos «la pulga» porque significaba picar aquí y luego allá y saltar a otro lado y seguir picando. Así se organizaron los primeros cortes y barricadas. No como algo permanente, sino como ataques que saltaban en una esquina y, para cuando iban a reprimir allí, saltaba en la otra y así sucesivamente. La verdad es que volvimos locos a los uniformados. El segundo plan se llamaba «hormigas rojas» y consistía en avanzar y arrasar. La gente demostró ahí verdadero conocimiento sobre los puntos a los cuales atacar: no quedó casi nada en pie del Ministerio de Trabajo ni un ladrillo de oficinas de gobierno. El tercer plan se llamaba «taraj´chi» que es el nombre de un ave que ocupa el nido que deja vacío otra ave. Era el plan para tomar el gobierno y esto es lo que nos faltó. Es por eso que llegamos a la conclusión de que para llevarlo a cabo nos faltaron armas.

-¿Este plan fue ideado por Quispe, la conducción del movimiento…?

-De ninguna manera el hermano Quispe está autorizado a tomar decisiones por sí solo. Cada una de las medidas deben recorrer primero las comunidades y debatirse allí y recién después se concertan. Todo el plan fue debatido por las comunidades y su evaluación posterior también. Esto responde a una lógica de construcción política diferente: la aymará.

-¿Cuál fue el proceso por el cual el movimiento decidió abandonar la lógica marxista y abrazar la lógica aymará?

– Todos nosotros tuvimos una fuerte formación marxista. Sin embargo, hemos reflexionado mucho sobre esto y nos hemos preguntado cosas tales como cuál es esa presión cultural tan fuerte, capaz de mantenerse durante siglos y que ha logrado sobrevivir en las sociedades, a pesar de la opresión. Esas cosas han sido descuidadas… el peso de esa cultura y hasta dónde debemos asumirlas si queremos modificar la realidad. Cómo interactuar con ellas. El de Chiapas ha sido un fenómeno muy importante en ese sentido y nos ha servido para pensar en estos temas.

– De alguna manera lo que se produce es un cambio de lógica en la construcción política. Por ejemplo, hablabas de que la autoridad solo existe en tanto y en cuanto la reconozcamos ¿Cómo se construye otra forma de autoridad, entonces?

-La diferencia central es que la autoridad es la comunidad, no el que la representa. Entonces ¿dónde está el poder? Está en las bases. Esa es la diferencia.

-Eso significa, en la práctica, que el dirigente tiene que estar muy comprometido con el trabajo comunitario…

-Lo está. Y profundamente, tanto que llega hasta aspectos de la vida privada. No estoy hablando de lo relacionado con los sindicatos urbanos, donde el dirigente puede ser soltero, viudo o divorciado y puede hacer de su vida cotidiana lo que le da la gana. En la comunidad, no puede ser dirigente si no está casado, por ejemplo. Toda la actitud cotidiana, humana, está controlada por la comunidad.

-¿Cuál es el trabajo concreto que realiza el movimiento en las comunidades?

-Nunca hemos dejado de trabajar, en estos años, en relación con las comunidades. Son ellas las que nos solicitan cursos de capacitación en distintos ámbitos, por ejemplo. Pero, a su vez, los que somos de las ciudades vamos a esos cursos a aprender mucho de ellos. Entonces, el proceso es apuntalar todo lo que signifique la organización propia de la comunidad. Y eso es lo que estamos haciendo. Hay puntos que concentran mayor grado de organización que otros, pero todas las comunidades tienen hoy la capacidad para generar no solo movilización, sino control de sus acciones. Hoy día el control es tan efectivo, que cada comunidad sabe a quién le toca marchar, a quien le toca entrar en huelga de hambre y quien no lo ha hecho. Entonces, cuando se va a las marchas, el tipo de control es fordista: fulano está y tiene que hacer tal cosa. Y otro, tal otra.

-¿Y ese control quién lo ejerce?

– La comunidad. En la comunidad hay diferentes autoridades y hasta grados de representación. Y son rotativos. No hay poderes que sean absolutos ni permanentes. Quien decide si esa representación está bien o mal hecha o ejercida es la base.

– También mencionaste tu opinión sobre lo que viste de los movimientos piqueteros argentinos. Hablaste de reivindicaciones simples…

-Es lo que noté, hablando con gente de algunos movimientos. ¿Por qué luchan? es la pregunta. Y hay que desarrollar un alto grado de conciencia para que la respuesta no sea simple. Esto es algo que nosotros hemos aprendido, incluso, durante el proceso de participación en las elecciones. En la ciudad, cuando la gente vota por determinado partido, tiene la esperanza de que ese partido le retribuya por el voto una fuente de trabajo o una ayuda. Es una relación de tipo prebendal. En el campo no. Esperan que se refleje las necesidades de su comunidad. Ese ha sido el sentido de nuestro trabajo.

– No debe ser sencillo articular las necesidades de una comunidad con los objetivos del poder central, porque son mundos destinados a confrontar…

— Así es. Y tampoco es fácil que la base entienda que nosotros llegamos a las elecciones, entramos en el Parlamento y cumplimos fielmente lo que dicta la Constitución boliviana, cuando en realidad nosotros nos oponemos a ella. Lo que hay que explicar es que la construcción de esta democracia actual no la hemos hecho nosotros, simplemente hemos sacado una cantidad de diputados -seis- y adecuarnos, cosa que tampoco ha sido sencillo. Tenemos problemas con el idioma, problemas porque no aceptamos asesores blancos … Inclusive, a manera de anécdota, los diputados nos comentaban que los mozos que trabajan en el Parlamento no podían entender que un indio, alguien que ellos han considerado toda su vida inferior, tuviese que ser atendido por ellos. Entonces, tomaban represalias, como por ejemplo, cobrarles más caro.

– Y ahora que llegado al parlamento ¿Les ha resultado la vía electoral una opción válida?

-La experiencia ha sido mala con el Parlamento. No hemos, por ejemplo, podido impedir que el sueldo corrompa a los hermanos que están allí. Ahora, por ejemplo, se aproxima en Bolivia una elección municipal, de los gobiernos locales, y lo hemos estado discutiendo y creemos que lo mejor sería no participar o solamente participar en los lugares que sí tengamos preeminencia, para conseguir un poder más homogéneo. Pero es algo que todavía está en discusión. De todas formas, la parte electoral no es nuestro fuerte ni para nosotros lo más importante, porque no nos permite construir desde la base.

-Ese tipo de construcción, en los hechos, cómo funciona ¿a través de asambleas?

– La asamblea es una actividad muy permanente en la comunidad. Generalmente, las decisiones se adoptan por consenso o, si no es posible, se vota. Se discute allí todo tipo de temas: desde los más pequeños hasta los más grandes. Esa es la forma. Y en el Movimiento, así es también. Son las comunidades las que llevan sus mociones, de acuerdo a lo que ha decidido la asamblea de su comunidad.

-¿Con qué problemas se enfrentó el movimiento al tener este tipo de organización?

– Se ha acercado mucha gente indígena, con y sin formación. Algunos no han comprendido los objetivos centrales del movimiento y, en muchos casos, han sido presas de intereses foráneos que intentaron destruir la organización.

-¿Intentaron cooptarlos?

-Nos han cooptado. De hecho, muchos se han ido, pero no con bases, porque estas rupturas no son reflejo de una comunidad que no está de acuerdo con tal acción o línea política, sino de intereses personales o de grupos pequeños que pretenden hacer política de otra manera. Por eso la organización macro, la base, está intacta. Y lo de octubre nos ha servido para fortalecernos. Antes se hablaba de nuestra debilidad, que el liderazgo de Felipe estaba acabado y todo eso que generalmente se usa como arma para destruir un movimiento en construcción, que está organizándose.

-¿Cuál ha sido la base teórica en esta construcción política?

-El katarismo es la base fundamental. Tupac Katari nos ha dado grandes enseñanzas a nivel no solo de lo que debe ser la ideología, sino el significado de ese «volveré y seré millones». Creemos que ahora somos esos millones y de él hemos aprendido métodos de lucha, tácticas y estrategias, todo. Después de Katari, han venido otros luchadores y pensadores que, si bien la historia oficial los ha dejado de lado, queda mucho de ellos dentro de nuestra simbología y que forma parte de esa tarea de reconstruir lo que ha sido destruido. Parte de esa simbología es el motivo por el cual el MIP se funda en el lugar donde Katari murió. Es algo que tiene mucho de místico y de cultural. Hay quienes se dedican a difundir la parte religiosa, otros que se dedican al idioma, otros a la educación… es una gama tan grande de cosas que lo que implica es pensar muy diferente para poder entenderlo.

– Tu tarea de llevar adelante las relaciones internacionales del MIP ¿qué implica?

– Me he relacionado con organizaciones de Perú, he viajado al Ecuador, a Colombia, he ido a la lucha contra el ALCA, a Venezuela, pero ha sido difícil porque siempre ha estado la presencia de un hombre que ha acaparado la atención internacional, como Evo Morales, con quien yo tengo una muy buena relación personal. Pero eso no me impide decir que pesa más la propaganda que tiene afuera que el poder que tiene adentro. No es que yo quiera competir con él, sino de a poquito construir relaciones con organizaciones que nos encuentren, nos conozcan y, si creen que esta es una opción válida y consideran importante tener relaciones con nosotros, decirles que estamos abiertos. He aprendido a tener mucha paciencia, porque la paciencia es la base para consolidar un trabajo político.

-¿Qué tiene este proceso boliviano como potencia que lo diferencie de los movimientos que conociste en el resto de Latinoamérica?

– La diferencia fundamental, para mí, es el alto concepto ideológico. Esto tiene una supremacía.

-¿Qué significa esto cuando lo comparás con los movimientos argentinos?

-Los movimientos piqueteros y sociales que vi están detrás de cosas muy pequeñas, de objetivos inmediatos que cualquier gobierno, si hace un pequeño esfuerzo, los puede cumplir. He visto que en el Ecuador, por ejemplo, las organizaciones están muy enfermas por el trabajo de las ONGs. Han dejado todo objetivo de fondo por cuidar ciertas pegas del Banco Mundial, grandes financiamientos, etc. Estos son problemas que en mi país no ocurren. A pesar de que el hermano Evo sí trabaja con varias ONGs, pero nosotros nos hemos sacado todas de encima. ¿Cómo se llaman esos animales que chupan la sangre?

-¿Sanguijuelas?

-Bueno: el hermano Quispe dice que las ONGs son sanguijuelas. Y nos las hemos tenido que sacar de encima para que no chupen la sangre de los indios.

-¿Tiene que ver esto con las condiciones que imponen para aportar financiamiento?

-No solo con eso, sino con la falta de comprensión del tema indio. Y esto no es solo un problema de las ONGs, sino de los gobiernos, los partidos de izquierda… que al igual que algunas ONGs, quizá tengan buenas intenciones, pero no llegaron a entender la problemática, realmente entenderla. Por ejemplo, el aymara es algo tan difícil de comprender, su lógica, su estructura mental es algo tan difícil…

-Y si la tuvieras que explicar a alguien que la desconoce, como yo, totalmente ¿cómo sintetizarías en pocas palabras esa lógica?

– Es que no manejan la lógica dialéctica, que es la que conocemos. No es: sí o no. Ellos te van a decir si y no al mismo tiempo, que no es lo mismo que sí, pero tampoco es lo mismo que no. Y eso tiene un montón de connotaciones a nivel de discurso, a nivel de acciones, a nivel de mirar con otros lentes la realidad.

-Y el compromiso para la acción ¿cómo se logra? ¿Cuándo lográs que digan sí, más allá de las palabras, a una lucha?

-Hay compromiso en la medida en que se sienta identificado con el otro, que es igual a él. Porque la opresión ha sido tan fuerte, que si te ven un poco blanca, desconfían de ti.

-Es decir que confían en las personas, no en las palabras…

-Ni en las personas ni en las palabras, sino en las acciones de las personas. Es por eso que Felipe se encumbra de otra manera y desde otro lugar. Por ejemplo, Evo no se identificó de inmediato como un indio, se vestía incluso al comienzo de tal forma que parecía un blanco más. Y nosotros usamos la palabra indio con toda la intención de apropiarnos del nombre con que esta sociedad nos llama. La irreverencia de Felipe nos ha servido mucho para ganar nuevamente autoestima como indio. El hecho de que se plante y diga a una autoridad: «a usted lo voy a dejar parado (plantado, esperando) porque a mi me han dejado muchos años parado». O cuando el gobierno da algo, que responda: «yo no tengo porqué agradecer. No te voy a agradecer porque no te estoy pidiendo nada. Te exijo lo que a mi me corresponde.» Lo que no pasaba con otros líderes, que más o menos se ponían de rodillas o festejaban cada cosa que obtenían como si fuera una gracia. Esa irreverencia de Felipe nos fortaleció y eso fue definitivo en este proceso: sumarle al grado de conciencia el grado de autoestima necesaria para concretarla.

– Este grado de conciencia que vos decís que se alcanzó en Bolivia ¿cómo se desarrolló?

-Es la experiencia del mismo pueblo en la lucha la que la genera. Si recorremos la historia, vemos que los pueblos indígenas nunca han dejado de pelear. Y desde el 2.000 para acá, ha sido guerra tras guerra, muertos tras muertos. Pero, además, no podemos dejar de ver que estamos viviendo una etapa de decadencia del sistema que es insalvable. Este sistema no ha podido cumplir objetivos mínimos. Al pueblo boliviano, por ejemplo, ni siquiera le puede dar las reivindicaciones inmediatas como aquí. No tiene esa capacidad. Entonces, no hay donde más…no hay dónde más. Y ahí, en ese punto, es donde el pueblo sabe, instintivamente, hacia dónde dirigirse.

– En lo personal, este camino recorrido ¿qué significó?

– Yo estudiaba Psicología, comencé a trabajar dentro de la izquierda tradicional y un día preparamos una conferencia sobre el tema religión e indigenismo. Estábamos muy orgullosos de nuestro trabajo, pero cuando comenzó la conferencia, los integrantes de las comunidades que vinieron a escucharnos se levantaron y se fueron. Y yo los seguí para saber por qué. Desde entonces, ese camino que inicié ese día me modificó gratamente. Me hizo sentir contenta conmigo misma por ser india, lo que antes no ocurría. Me causaba mucha inseguridad el hecho de no poder ser blanca, en todo el sentido estricto de la palabra. Mis propios padres, por ejemplo, no me enseñaron a hablar aymara ni quechua para que no me discriminen y eso, por el contrario, me provocó una gran indignidad. Logré, en este camino, ganar autoestima y encontrarme a mí misma.

Confiar en que el Estado, debidamente interpelado y presionado, haga algo tangible para mitigar la inseguridad de la existencia no es mucho más realista que la esperanza de acabar con la sequía mediante la danza de la lluvia. (…) Allí donde ha fracasado el estado, quizá la comunidad, la comunidad local, la comunidad físicamente tangible, material, una comunidad encarnada en un territorio habitado por sus miembros y por nadie más (nadie que no pertenezca a ella) provea el sentimiento de seguridad que el mundo, en sentido más amplio, evidentemente conspira en destruir.

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

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Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.

Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.

La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.

El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.

Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.

Pero falta para eso.

Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.

En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.

Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.

Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.

Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.

Fin.

Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.

Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.

Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.

Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.

Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.

Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.

Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.

Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.

Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.

Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.

Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.

¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.

¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.  

Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.

¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.

¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Fotos: Sebastian Smok

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.

Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.

Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.

De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.

Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.

Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.

Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Vera, candidato a presidente por la lista Ruge el cambio del centro de estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.

Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.

¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Lila Lemoine apareció vestida de playera de YPF.

Otras celebridades que se llevan las miradas:

El Zorro con la bandera de Argentina.

Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.

Lila Lemoine vestida como playera de YPF.

Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:

  • Castrá
  • Adoptá callejeritos
  • Educá
  • No compres
  • No + piroctenia

Son tatuajes.

En la cara.

Fin.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?

Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.

La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Franco Carcedo y su libro.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.

¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.

¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.

Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.

Fin.

Equivalencias y bebidas.

Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.

Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.

Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.

Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.

Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.

Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.

La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.

Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.

Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.

Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.

Le han robado el celular.

Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.

El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.

Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:

-Es que está lleno de negros.

Fin.

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