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Lo que soy lo llevo conmigo

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La jornada de paro de mujeres en Uruguay fue tan diversa como las condiciones de vida: con paro activo en los lugares de trabajo, con paro total o parcial, según el sector, con intervenciones artísticas, asambleas, canto, volanteada. La marcha ya es un hito: decenas de miles de personas se movilizaron de la plaza Libertad hasta la explanada de la Universidad. Queda planteado el desafío de hacia dónde va ahora la marea femenina. Por Azul Cordo para Brecha.

Lo que soy lo llevo conmigo

Foto: Nicolás Garrido/ Brecha


Un pulso distinto y la piel erizada. Poder sentir eso, sin pensar en una situación que tuviera que ver con caminar por una calle oscura, volviendo a casa a la medianoche.
Estar rodeada de gente desconocida y no sentirse sola. Preguntarnos por qué vinimos e intentar sortear consignas que se vacían de su contenido, entre palabras como igualdad, patriarcado, equidad, hombres y mujeres, o frases repetidas como: “Esto es una causa súper importante que nos toca a todas”.
“Si en el mundo hubiera mucho más amor, que me parece que lo damos mucho más las mujeres, no viviríamos en este espanto. El cambio está cuando circula el amor. Nosotras somos buenas depositarias de todo lo que hicieron las mujeres uruguayas a lo largo de la historia para luchar por nuestros derechos. Una sola no es nada, pero juntas somos un montón”, dijo una docente de idiomas, que esperaba encontrarse con unas amigas en la plaza Libertad. Desde sus lentes rosados miraba a las manifestantes con sus globos violetas, a las Decidoras Desobedientas con su performance de escobas que luego prenderían fuego en la hoguera, a las Mizangas con sus turbantes afro.
“Yo hoy no trabajé. Hoy no hice nada”, dice Florencia, embarazada de ocho meses, que transita su seguro de paro y piensa cómo va a hacer para trabajar, amamantar, cuidar la casa, criar a Lua, y las dificultades del diálogo intergeneracional con la futura abuela de la criatura. “Mi madre me llamó y me dijo ‘feliz día’. Hay un clic que no hacen todavía, a pesar de ser generaciones que vivieron cambios importantes en los roles de género”, dice con cara de hastío. También cuestiona el escaso período de licencia paternal y maternal: “Mi pareja tendrá 13 días de licencia y eso me parece mal. Es muy importante el rol del padre, él se involucra… y dándole 13 días de licencia no es nada. Me imagino que es frustrante para él”.
Hemos instalado la incomodidad y la complicidad. El guarda del ómnibus que te dice “feliz día” con voz temblorosa. Llenar el 180 de mujeres vestidas de negro y violeta.
“Esto es por la igualdad de derechos. No somos feministas. Somos trabajadoras (inspectoras de escuela) que sostenemos los hogares, que criamos hijos. Creemos que las parejas se tienen que vincular de otra manera, que los hombres están como desubicados, tienen un bajo nivel de tolerancia al ‘no’. No es ser más ni menos. Igualdad.” “Que cada uno es como es. Punto. El derecho a ser como sos, no importa el género”, acota su compañera. “Y nadie tiene derecho a lesionar al otro”, vuelve la primera. Ambas de pelo corto, vestidas de negro, con pines rojos que en letras blancas rezan “Basta de violencia”. Una, rubia y ojos verdes, con la pintura algo corrida a esta hora del día, la otra, castaña, de ojos marrones. Delgadas. Recordando en el gesto de su mirada situaciones del aula. Estas maestras cargan todavía con la presión de ser “segundas madres” de los niños que van a la escuela, un estereotipo que se ha intentado deconstruir y ellas entienden que se ha desvirtuado. “Creo que las mujeres somos bastante machistas, y educamos en eso. Como cuando educás en educación sexual y lo hacés a partir de tu experiencia y actuás en consecuencia, más allá de la formación que tengas. Muchas veces producto de la educación que tuviste en tu familia. Y se reproduce en pequeños detalles, como decir que en una fiesta escolar las niñas traen la comida y los niños la bebida.”
La marcha conmueve. La gran preocupación es la violencia “en general”, pero la violencia contra las mujeres es la principal razón para marchar este miércoles 8 de marzo, con un fuerte registro entre las presentes de que para salir de situaciones de violencia machista necesitamos redes que nos ayuden. Ir entendiendo que la violencia machista no es sólo el golpe, sino también el acoso sexual, moral, laboral –que también lo puede ejercer la jefa hacia mí y es machista en tanto reproduce una relación de poder opresiva, maltratadora, asfixiante–, que cuesta ser oída sí, también entre compañeras de la universidad con másters y doctorados.
Desde el barrio Alfredo Zitarrosa –una cooperativa de viviendas en Veracierto y Aparicio–, Luz me recuerda que el 80 por ciento de quienes realizan el trabajo en terreno, quienes literalmente hacen las casas son mujeres: “Tenemos que atender a nuestras familias, trabajar y hacer la obra, así que se nos limita el tiempo para hacer actividades extras como las asambleas que se proponían. Hacer tu propia casa es gratificante y sacrificado”.
“Es en la calle donde se ganan las luchas”, dice esta psicoterapeuta. Ella sabe que el cuerpo delata lo que vivimos. Depresión. Ataques de pánico. “En mi área se trabaja de qué sufre nuestra sociedad, y una de las preocupaciones actuales es la violencia. No hay grupos de apoyo (apoyo en lo más profundo), para darle herramientas a la mujer y salir de esa situación” y se vuelve difícil la reinserción de quienes sufrieron situaciones de violencia doméstica, de volver a encontrar su lugar. Para eso “necesitamos más recursos del Estado para sostener herramientas de apoyo”. También ha trabajado con algunos varones que ejercieron violencia. La primera infancia es primordial: “Un hombre violento tuvo una cuna violenta. Tenemos que reeducarnos, porque las mujeres también educamos a los hombres y tenemos que rever muchas cosas sociales, no es un tema sólo de las mujeres”.
Carina trabaja en una farmacia. Tiene muy buenos compañeros de trabajo, con los que comparte un buen clima laboral, y le regalaron una caja de bombones. Ella tiene tres hijos, un varón y dos nenas. A su lado marcha el mayor “porque la educación empieza por casa y es bueno que ellos sepan qué está pasando. No quiero que ellos repitan errores. Estas cosas movilizan y se aprende. Hay mucha violencia a todo nivel y poca tolerancia. Generalmente paga el que menos se puede defender, en este caso, mujeres jóvenes”.
Muchas marchan con sus bebés a upa o en cochecito. Otras tiran bombas de humo y piden fuego al patriarcado. Queremos hablar de cosas que nos pasan todos los días, de situaciones que nos desbordan, lograr empatía entre nosotras, que los hombres visibilicen los lugares que ocupamos. “Desnaturalizar cosas que no están bien, como los acosos”, dice Florencia, docente de Veterinaria, jugadora de fútbol, mientras avanza caminando, con su bicicleta. Somos las protagonistas hoy. Nos merecemos este lugar.
A paso lento, tranquilo. Con aplausos que se reactivan cuadra a cuadra. Mujeres sindicalizadas, académicas, estudiantes, laboratoristas, trabajadoras sociales, maestras, desocupadas, juezas, abogadas, senadoras, militantes feministas, actrices, periodistas… no éramos las de siempre.
“Esta marcha se vive con alegría”, dicen integrantes de Fuecys, asombradas con la gran convocatoria de mujeres y hombres. “Creo que es igual a la Marcha del Silencio” en su magnitud, opina Adriana. “Hace años que estoy en el movimiento sindical y esto nunca se vio. Años de negociación colectiva y de lucha por ramas y sectores. Ha sido importante que el Pit-cnt convocara y apoyara el paro para sumar a la lucha de las organizaciones sociales contra el femicidio. Esto afianza luchas en las que estamos hace mucho tiempo, de negociación salarial, de licencia por maternidad, de inclusión a personas con discapacidad, de denunciar acoso laboral. Yo creo que esta marcha va a dejar algo. Hay que entender que esto es una lucha común.” Se quedan unos pasos atrás, arman una ronda y le cantan el “Feliz cumpleaños” a otra compañera.
Las que estamos en la mitad de este nuevo río de libertad nos enteramos a las ocho y media de la noche que la marcha ya llegó al rectorado y que se leyó la proclama, sin audio, a voz en cuello. Ya van prendiendo hogueras, haciendo sonar campanas y girando en un abrazo-caracol. Las que encabezaron la marcha desde la Coordinadora de Feminismos cantan que el feminismo es revolución.
MUJER, ESCUCHA, ÚNETE EN LA LUCHA. ¿Cómo canalizar este deseo y entusiasmo colectivo? Si bien en la convocatoria de la coordinadora aclararon que no iban a exigir nada al Estado, exhortando a cambios desde las bases, no todas marcharon así: muchas opinaron que esta movilización era un claro mensaje al gobierno de que aquí estamos.
“Saben que somos más y que podemos. Los hombres lo saben y no les gusta, nos quieren trancar porque saben que no vamos a parar. Por eso nos agreden. Pero ya no vamos a detener esta lucha contra la violencia, el hambre, la droga, la pobreza. Yo soy pobre, tengo un hijo de 19 años que crío sola desde que él tenía 5. No quiero cualquier pareja, al primer tipo que me levantó la mano lo eché de mi casa, pero no es fácil mantenerte sola. Me gustaría participar más en estas marchas, pero no puedo faltar al trabajo; hoy dije ‘basta, hasta acá’ y me vine”, dice Gabriela, que vive en Malvín Norte y es bailarina en la comparsa Tangó. “Hay que educar a los hombres en el respeto. Mi hijo tiene que saber que no puede hacerle o decirle cualquier cosa a una mujer. Y yo vengo hoy acá porque no quiero más esta violencia. Esto se tiene que terminar. Para no tener que caminar 13 cuadras a mi trabajo todos los días, sin saber si a la noche voy a volver a mi casa, temiendo a cualquier hombre que se me cruce. Esto ha sido la voz del pueblo. Me emociona la cantidad de gente y me hace acordar a las que no están”.
“Nadie quiere estar en ese lugar. Yo sufrí violencia psicológica durante diez años y sólo en terapia pude darme cuenta. Pero no todas tienen las redes y los recursos con los que yo conté. Mis propias compañeras todavía me dicen que no es para tanto cuando alguien ironiza en un grupo de Whatsapp sobre las violencias que sufrimos”, agrega Alicia.
Suena el grito de alerta. “Superalo. No soy tu negrita”, la violencia racista también es violencia de género. Los 14 asesinatos de mujeres trans cometidos en los últimos cinco años siguen impunes e invisibilizados, recuerdan dos integrantes de la Unión Trans del Uruguay.
Nos sentimos menos solas. Pero vuelvan. Encuéntrense. Porque estamos aquí siempre.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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