Nota
Los diversos sean unidos
¿Qué sienten, viven y piensan los que hoy fueron a la #Marcha21F? Una crónica de sensaciones y voces de la multitud que llenó la 9 de julio con mensajes contra el ajuste, la pobreza, sobre el sindicalismo, los jubilados, los docentes, los medios. Y la unidad.
Fue una marcha enorme, con muchísima proporción de gente ostensiblemente pobre, en un clima que mezcló la angustia por la economía (tema en el que la sociedad sigue acumulando vasta experiencia), con cierto tono de alegría por ese asombro de estar ahí. Y ser tantos. Y tan distintos.
En el cielo había globos sindicales. Y drones mirándonos a todos, tal vez con sorpresa: sobre el asfalto de la Avenida 9 de julio pululaba la multitud que el gobierno porteño postuló en 140.000 personas, y los organizadores en 400.000. En ambos casos, suficiente para convertir al acto en una de esas mareas pocas veces vista, capaz de inundar a la que sigue peleando el récord como avenida más ancha del mundo.
En la Argentina hablan los políticos, los panelistas, los sindicalistas, los periodistas, los masters, los economistas y los opinólogos, sobre temas que a veces son cruciales para esta multitud compuesta por personas con la que casi nadie habla, y de quienes casi nadie sabe qué sienten, viven, y piensan.
Mientras los sindicalistas (Hugo Moyano, Sergio Palazzo, Hugo Yasky, Pablo Micheli) dijeron lo suyo contra el gobierno desde el Escenario Móvil Eiffel, ¿qué contaban sobre el presente, abajo, en el asfalto, quienes hicieron que toda la movida del 21F tenga sentido?

Foto: Nacho Yuchark
El baile y el merendero
Lu, por ejemplo, trabajadora de un merendero, establece ante lavaca los problemas prioritarios de los barrios del conurbano: “El principal problema es la economía, el hambre…” se queda pensando y agrega “ la situación”.
“Está lo de la droga. Y los chicos que empiezan a robar porque no hay trabajo. Entonces te hablan de inseguridad pero son ellos (el gobierno) los que no hacen nada para mejorar la cosa”. Lu es una mujer joven, con seis hijos, integra el Movimiento Evita y habla de una desaparición: “Todo está para atrás. Todo el mundo habla del trabajo, pero el trabajo no aparece”. Cuenta que los que votaron a Macri creyeron mal. “Creyeron mentiras, creyeron promesas. De todo lo que dijo, ¿qué cumplió? Nada”.
¿Qué piensa hacia adelante? “Enseñarles a mis hijos a luchar, a salir adelante, y que aprendan a no creer en las mentiras”.
Pasan agrupaciones de gente muy seria, pasan camioneros que –según la primicia esbozada por medios oficialistas- tienen un notable vínculo con la industria vitivinícola, pero un poco más allá, a la sombra, hay algunas mujeres embarazadas que buscaron el fresco del pasto y miran divertidas un baile. Un vendedor de chipá con la canasta en la cabeza sonríe y baila con una señora sub 60 y unas chicas sub 22. No hablan. Sonríen. La gente alrededor aplaude marcando el ritmo que mezcla cumbia con redoblantes.
O tal vez hablan sin palabras y dicen que, pese a todo, en esa ronda hay: capacidad de disfrutar el momento, de compartir, de reírse un rato, además de tecnologías como la fertilidad y la convivencia.

Foto: Nacho Yuchark
Pesadillas mediáticas
El cartel dice: “Seamos la pesadilla de quienes nos arrebatanlos sueños”. Lo lleva Juan Manuel, arquitecto al borde de los 54 años. No es de los que baila ni sonríe: “Vengo solo, no aguanto más. Voy a todas las marchas. Estuve el otro día en la de ATE y voy a ir a la de Rafael Nahuel en el monumento a Roca. No se puede estar con todos los tarifazos que hay. No entiendo por qué la gente no sale más. Como si estuviéramos esperando que se vaya todo a la mierda como el 2001 y entonces van a decir ‘piquete y cacerola la lucha es una sola’, pero ya va a ser tarde. Hay que actuar ahora” dice, y sigue caminando con su pancarta salvasueños.
Mabel es docente en una escuela primaria de Florencio Varela. Dice que el destrato a los docentes es constante, que la infraestructura de las escuelas públicas no cambia, que faltan libros y computadores, que el gobierno eliminó por decreto la paritaria nacional convenida por ley.
Sobre los balbuceos mediáticos que etiquetaron al acto como “marcha de Moyano”, dice Mabel: “Correr el eje y poner que la marcha la convocó tal gremio está mal: el eje es la clase trabajadora. Y los medios han jugado todo el tiempo a instalar un apellido como el que convoco a la marcha: están, pero cada uno tiene que tener conciencia de clase. Desde ese lugar estamos hoy acá. Y la otra cosa que hacen los medios es silenciar lo que pasa en los pueblos, en los barrios” describe, analizando de paso parte de la actualidad.

Foto: Nacho Yuchark
Populismo y telos
Daniela integra la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), organización que retumba en los medios dada la alegada amistad de su inspirador Juan Grabois con el Papa Francisco. Daniela explica qué es el trabajo autogestionado que pregonan: “Es cuando la persona genera su propia fuente de trabajo, no trabaja conpatrón, pero sí en cooperativas o en unidades productivas. Así tenemos cantidad de emprendimientos comunitarios, compañeras cartoneras y demás”.
Lo que se ve en los barrios pobres: “Es impresionante la acción de los punteros políticos”. ¿Peronistas? Daniela ríe: “No, macristas, reparten cosas, bolsones de comida, electrodomésticos, ahora no tanto porque no hay elecciones. Es un populismo de derecha” explica confirmando cierta teoría o ilusión global que plantea que en esta época todas las derechas deben ser populistas, para contener y controlar terremotos sociales.
Miguel Peregui, jubilado, camina por la 9 de Julio con una serie de pancartas hacia las banderas de ATE, Camioneros, Bancarios, Curtidores, Barrios de Pie, Metrodelegados, SUTEBA, de AMSAFE, de Aeronáuticos. Explica, con total sinceridad: “Vine porque me han bajado los ingresos, me han quitado todo. Con lo que pagaban en la época de Cristina, me iba con una compañerita del PAMI dos veces por semana a un telo y comía una pizza con birra. Ahora no puedo hacer nada de eso. ¡Nada de eso!”. En la pancarta se lee: “Unidad frente a los profetas del odio”.
Movimientos en movimientos
Nelba integra la corriente Clasista y Combativa: “¿Qué pretende usted de mí?” dice al periodista, y luego, seria, plantea: “El problema es la desocupación, la crisis y el hambre. Avanza la droga pero si los jóvenes tuvieran un trabajo que les permitiera vivir con dignidad, no se volcarían a la droga, que es como los cautivan las mafias”. Nelba confirma que la CCC estuvo contra el kirchnerismo por la 125: “Pero no etábamos conlos latifundista, sino que ellos prejudicaban a los pequeños y mediahos productores. Hoy estamos todos acá porque siempre tenemos que unirnos pese a las diferencias cuando hay un enemigo principal, más allá de las diferencias secundarias” explica, con palabras muy Mao.
Un muchacho con remera de Barrios de Pie y un kirchnerista de La Kasa Néstor aceptan hablar con lavaca: “El compañero no creo que haya votado al macrismo” dice el K. El joven de Barrios de Pie se ríe y cuenta: “Me parece que no se escucha mucho al pueblo. Hay que ver si se logra que exista otra mentalidad y no se engañe más a la gente”. El K: “Si nos ponemos a mirar, estamos todos en la misma”. Le digo que los camioneros si votaron orgánicamente a Macri. Dice: “Bueno, si siguen así las diferencias son insalvables”.
Gustavo es camionero, de Neuquén, y votó a Macri: “Hoy no lo votaría me parece. En ese momento era una opción porque no queríamos que siguiera el kirlchnerismo, y no había nadie más a quien votar. No los queríamos por lo del impuesto a las ganancias que nos sacaban y nos siguen sacando. Y además Cristina lo atacó a Moyano. Nosotros no dudamos de los Moyano, ni de Hugo ni de Pablo. Todo lo que conseguimos como trabajadores es gracias a Hugo Moyano, así que más que respaldado va a estar por nosotros”.
Reconoce que la situación en Neuquén, pese a los millones de petrodólares que se supone abundan por allí, no se reflejan en lo social: cada vez más pobreza y más villas. “El gobierno nacional no hace nada, el provincial algo. Yo no votaría otra vez a esta gente, pero el problema es que entonces, ¿a quién votás?”
El sindicalista de Satsaid (televisión, que integra la Corriente Federal) Carlos Brites, en medio de los bombos: “Es muy positivo que estemos todos aquí. Nosotros venimos de Ideas del Sur donde los compañeros no cobran hace 3 meses. Si no nos movemos nosotros, con los movimientos sociales ¿quién se va a mover?”
Carlos Seydell es secretario general del Sindicato Único de Publicidad. Reconoce que su gremio es atípico, porque la crisis no lo está golpeando tanto como a otros. «Pero de todos modos venimos contra el ajuste, los tarifazos, por paritarias libres y contra las políticas que perjudican a la sociedad. Somos solidarios: si llaman los gremios o los movimientos sociales, tenemos que salir todos». Ríe cuando le pregunto si conoce gente que haya votado a Macri. “Soy cordobés. Es una provincia que hizo la Reforma, el Cordobazo y el Viborazo, lo votaron 7 de cada 10. Pero te puedo decir con conocimiento de causa que hoy Macri no puede ir a la capital, lo han sacado a pedradas, y por eso se maneja entre Rio Cuarto y Villa María cuando va, que son territorios de De la Sota”.

Foto: Nacho Yuchark
Los pasivos activos
Emilio y Cecilia están parados sobre Venezuela y 9 de Julio, recostados sobre la esquina con la bandera del Frente de jubilados.
Dice Emilio: “Creen que el jubilado es un pasivo. Es una mentira: tengo 82 años, estoy activo, trabajo en ventas de ropa y cobro una jubilación mínima. La creencia de que el jubilado está para el geriátrico es mentira: hoy el jubilado puede ser un ente activo de la sociedad y ejercer todos sus derechos y no permitir que lo devasten. Hemos creado un frente de personas mayores de cualquier idea política. El movimiento debe ser nacional, popular y democrático, y eso no lo puede parar un gobierno de ricos para ricos que en vez de tener una patria, tiene una empresa”.
El pastor Jorge es otro jubilado, de 77 años: “Ya desde los tiempos bíblicos se explica qué pasa si estás separado. Jesús, a sus discípulos, les agarró una ramita que quebró con su rodilla. Luego, agarró un ramo que no pudo romper, diciendo que la unión hace la fuerza. Si acá no nos unimos, no pasa nada”.
Sobre Moyano: “Quieren demonizarlo. Hace un año estaban a los besos y abrazos. Ayer era un niño mimado, hoy es un infame. Pero la lucha es otra. Y, por eso, hay que venir”. Y antes de irse pide aclarar algo más: “Viva la patria”.
No estoy muerto
En la esquina de Salta y Carlos Calvo, a metros de la manifestación, hay una especie de cementerio de la clase media. Juguetes usados (20 pesos), viejas Barbies desnudas (15 pesos), pavas (50 pesos), termos, ropa (según) zapatos (30 pesos el par), viejos jueguitos de Playstation.
Todo el cambalache callejero ha sido instalado por Fabián, cartonero. La gente sale de la marcha y le compra. “Esa pava es nueva, sale 100. O por lo menos 80. Me la vendió una señora hoy por 50 porque no tenía para comprarle leche a la nena. Estoy hace 30 años por acá. Antes la gente me daba las cosas que no usaba más. Pero ahora me las venden. Ni los finolis tienen un mango, pá”.
Sobre la marcha: “Que se vaya este tipo, varón, nos estamos muriendo de hambre. Todos. Le está empezando a tocar a los ricos la malaria. Por cómo aumentan las cosas, se siente que hasta los de plata se ponen nerviosos”.
No está muy de acuerdo con que el acto se haga en la 9 de Julio: “Hay una mano que tiene que ir a tocar el corazón de él, en la Casa Rosada. No acá, porque se matan de risa. Hay que ir allá. Y tenemos que ir todos, y no es una cosa de un solo día, porque no da para más”. No fue a la marcha «porque si no vendo, no como yo ni comen mis hijos».

Foto: Nacho Yuchark
Vecinas y vecinos del barrio pasan e invariablemente lo saludan con mucho afecto: “Yo no consigo trabajo porque no sé leer, no sé computación, y entonces te desprecian. Por suerte acá la gente del barrio me trata bárbaro”.
Cuenta que el oficio de cartonero le enseñó a saber mirar, a estar atento, a saber discriminar qué cosas sirven y cuáles no.
Detecta que hay crisis porque hace unos años podía levantar 400 o 500 pesos en una recorrida cirujeando, pero hoy no pasa de 150. «Cuando hay menos basura, hay crisis», informa.
Asegura que nota la crisis porque hay en la basura menos metales y menos papel blanco. «Si hoy encontrás 200 kilos de papel, o dos kilos de cobre, estás en el paraíso».
Fabián tiene 5 hijos y su señora está internada en el hospital Udaondo: “Cáncer. Tengo fe y se la dejé a Dios. Pero no sé si me la devolverá. Y volveremos a ser una familia, todos juntos”. Se ríe con los manifestantes, gente humilde, de los barrios, que descubren su puesto cambalache en la vereda y aprovechan: le compran muñequitos viejos, una ropa para niños, un redoblante de juguete, unos vasos usados. Levanta Fabián los brazos como respuesta a una vecina que lo saluda desde la vereda de enfrente, me vende una vaca para la Cooperativa ídem.
Y me cuenta parte de su biografía: “Hace unos años casi me mataron, acá mismo. Cuatro tipos y una mina, con fierros de esos de caños del agua. Me robaron los metales que yo había juntado. Me partieron la cabeza y yo me quedé ahí tirado, abrazado a la carreta para que no me la roben».
«Vinieron los milicos, me llevaron en ambulancia, pero en el hospital me mandaron a la morgue. Creían que estaba muerto. Los milicos vinieron al barrio y dijeron que me habían matado. Me desperté en la morgue. Tenía la cabeza abierta a golpes, todo lleno de sangre. Me quise escapar. Un milico del hospital me dijo: ‘vos no te podés ir’. «Yo le contesté. ¿sabés qué pasa amigo? No soy un muerto. Fui a mi casa. Me llevaron al hospital, me dieron 23 puntos en la cabeza”.
Siguen desconcentrándose manifestantes, y con el fin de la marcha Fabián me cuenta algo más de su historia. “Cuando volví aquí, a esta esquina, una señora que sabía que yo estaba muerto me vio, y se desmayó. Como si fuera un fantasma. Y otra vecina me pellizcaba el brazo para ver si era cierto que yo estaba”.
-¿Y vos qué les contestabas?
«Lo mismo que al milico: les decía que no estoy muerto. Y me reía».
Es asombrosa cada parte de su relato. Podría ser un capítulo de esas series de moda sobre misterios fantásticos. Pero es la realidad y así son los fragmentos de la historia, con tantos puntos en común con la biografía argentina: Fabián sigue intentando ganarse la vida cada día sabiendo que es muchas cosas, menos un fantasma.













Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
Imágenes de la marcha a Plaza de Mayo: los jubilados siguen haciendo lío

Jubilados y jubiladas se movilizaron desde el Congreso de la Nación hasta Plaza de Mayo en una nueva jornada de reclamos y denuncia por los ingresos de pobreza que perciben y el fin de la moratoria previsional, cuya prórroga sigue durmiendo en Diputados. Como siempre, los carteles manuscritos fueron una forma de expresión y creatividad. En uno se leía: «Francisco está feliz. Jubilados haciendo lío!!!»
La marcha comenzó nuevamente con un operativo desproporcionado con las cuatro fuerzas federales -PFA, Gendarmería, Prefectura y PSA- que reprimió la protesta pacífica: la Comisión Provincial por la Memoria contabilizó una persona detenida y 13 heridos por efectos de los gases lacrimógenos, entre ellos jubilados y trabajadores de prensa.
Frente a la Rosada, realizaron un acto donde distintas agrupaciones de jubilados se manifestaron contra el acuerdo con el FMI y cantaron por la salud de Pablo Grillo.
«Hasta el próximo miércoles», saludaron los jubilados y jubiladas.
La próxima semana, la marcha contará con la participación de los gremios de la CGT como previa al Día del Trabajador y la Trabajadora del 1 de mayo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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