Nota
Luciano Arruga: detalles y sorpresas de la primera jornada del juicio
Comenzó el juicio por las torturas cometidas contra el joven de 16 años que luego fue desaparecido y en 2014 apareció muerto. El clima en la sala, los testimonios, las piruetas de los abogados, y los enigmas pendientes.
Comenzó el juicio por las torturas cometidas contra el joven de 16 años que luego fue desaparecido y en 2014 apareció muerto. El clima en la sala, los testimonios, las piruetas de los abogados, y los enigmas pendientes.

Fotos: Leandro Alba, de El1 Digital
Desde bien temprano, el operativo de seguridad desplegado este lunes 4 de mayo en la sede de la Unión Industrial de La Matanza levantó vallas que sirvieron como mural para colgar diversas clases de banderas con el rostro de Luciano Arruga. Un móvil de la Bonaerense cortaba la calle Juan Florio en dirección a la avenida Illia, en pleno San Justo. Por una cuestión de capacidad, ese fue el lugar elegido para realizar el juicio por torturas a Luciano Arruga, el joven de 16 años de Lomas del Mirador que fue detenido ilegalmente durante nueve horas en el destacamento policial de esa localidad, que no estaba acondicionado para alojar detenidos, mucho menos un menor. Allí, aquel 22 de septiembre de 2008, lo golpearon, le escupieron la comida y amenazaron con violarlo, según denunció la familia en esta primera audiencia.
Móviles y galletitas
De a poco, las organizaciones sociales y políticas comenzaron a llegar y poblar lo que sería un escenario histórico: por primera vez en democracia un policía llegaba a juicio por torturas. Se trata de Julio Diego Torales, quien el 22 de septiembre de 2008 estaba a cargo del destacamento, y a quien Luciano señaló como uno de los tres policías que lo torturaron ese día. Se espera que, en el desarrollo de las audiencias, surjan elementos para saber la identidad de los otros dos oficiales.
En esta primera audiencia hubo cámaras periodísticas frente a la Unión Industrial: TV Pública, Crónica, 360 TV, CN23 y TN filmaban la llegada de los móviles policiales mientras se acreditaban periodistas de El 1 Digital (de la Universidad Nacional de La Matanza), La Retaguardia, InfoJus, Cosecha roja y FM En Tránsito. Eran las 11 de la mañana. Había también integrantes de organizaciones como Suteba (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires), Apdh (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos), H.I.J.O.S y Correpi (Coordinadora contra la represión policial e institucional).
La sala se armó en un galpón de la Unión Industrial distrital especialmente acondicionado. El Tribunal Oral en lo Criminal N°3, es presidido por Diana Nora Volpicina, con Liliana Logroño y Gustavo Navarrine como vocales. Y buscó otorgar la solemnidad que se espera en estos casos, en medio de carteles con publicidad de galletitas, resortes y productos eléctricos.
A las 11:39 ingresaron los jueces.

Fotos: Leandro Alba, de El1 Digital
¿Preso político?
El silencio en la sala sólo era perturbado por los murmullos y las cámaras de fotos. Un batallón se puso delante de Torales: no paraban de fotografiarlo.
Los jueces llamaron a Torales, nacido el 16/6/1980, DNI 28.003.616, secundario completo, de Florencio Varela. Se sentó en el banquillo.
Le preguntaron nombre, apellido, si tiene algún apodo, y dónde se desempeñaba hasta el momento de ser detenido. Respondió que era oficial principal en Laferrere.
Se levantó y se instaló en medio de su equipo de abogados, conformado por Juan Grimberg y su hijo; y Gastón Jordanes y otro ayudante. Algunos firmaron a último momento sus cargos.
Luego se leyeron los lineamientos de las partes.
El Ministerio Público Fiscal, representado en el juicio por José Luis Longobardi, especificó que Luciano Arruga fue conducido y detenido al destacamento de Lomas del Mirador entre las 11 y las 19.30 de aquel día, y que allí fue “maltratado” por tres oficiales, entre ellos Torales. Fue amenazado: “Te van a llevar a la Comisaría 8 º donde están los violines” (en referencia a los violadores). Además, Longobardi agregó que el traumatismo que sufrió Luciano producto del maltrato debe ser encuadrado como torturas, ya que “se lo intentó humillar, se lo destrató como persona”.
A su lado estaban los tres abogados que representan a la familia de Luciano. María Dinard y Maximiliano Medina, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y Juan Manuel Combi, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza. Dinard argumentó que Luciano estuvo incomunicado, en un “extremo estado de vulnerabilidad, y aislado”. Que Torales “lo golpeó en el rostro y cuerpo”. Y que el joven de 16 años sufrió “amenazas contra su integridad sexual”.
Finalmente, los lineamientos de la defensa de Torales, argumentados por el abogado Juan Grimberg, despertaron algunas risas en la sala: “Mi defendido tiene que cargar por ser un detenido por razones políticas, influenciado por un organismo con llegada al Poder Ejecutivo Nacional”. Además, tildó al proceso de “exótico” y de “engendro jurídico”, ya que la “imputación no responde a los derechos humanos” porque la acusación era “inexistente”.
Entonces el TOC llamó a la primera testigo del juicio: Mónica Alegre, mamá de Luciano.

Fotos: Leandro Alba, de El1 Digital
“Me están matando a palos”
La jueza le pidió nombre completo, domicilio, le recordó que la ley castiga con 10 años de prisión a los que mienten. Mónica Alegre miraba. Sobre su profesión u oficio, sencillamente respondió: “Trabajo como artesana”.
Le preguntaron si conocía a Torales: “Lo conozco de ese día”. Contó que Luciano salió el 22 de septiembre temprano, entre las 7 y las 7.30 de la mañana a trabajar a la fundidora donde iba con su hermano menor. Pasado el mediodía un móvil policial llegó a su casa, en el barrio 12 de Octubre de Lomas del Mirador, y le informó que su hijo estaba preso por robo, supuestamente de un mp3 y un celular). Mónica fue al destacamento. “Me hicieron esperar ahí”, dice. Cuenta que lo vio al propio Torales, que le dio la mano. “Quiero ver a mi hijo”, repitió sus propias palabras Mónica. Le dijeron que su hijo estaba “incomunicado, detenido por robo”.
Mónica: “Atiné a llamar a mi hija. No sabía de leyes”. La hija de Mónica es Vanesa Orieta.
Recordó que alrededor de las 14.30, nerviosa, pidió ver a Luciano. Escucharon un grito. Relató Mónica: “Vane dice que lo suelten. Se ve que Luciano escucha la voz, y dice: ´Vane, sacame de acá que me están matando a palos´. Se escucha que se cierra una puerta. Se escucharon ruidos, gritos: ´Salí, no me pegues´. Pido sacarlo, pero no tenía la documentación. Entonces fui a buscar la partida de nacimiento: necesitaba ese papel”. Lo tenía su hermana.
Mónica fue a buscarlo hasta Puente La Noria. Se tomó dos colectivos (“Habré tardado dos horas”). Volvió y lo presentó. Serían las 19. Cuando entregaba la documentación, salió un policía. “No me acuerdo el rostro, tenía la cabeza gacha”. Luciano lo señaló: “Él me pegó –recuerda Mónica- y Torales le pregunta: ´¿Quién te pegó´. Luciano dice: ‘Vos. Y él también’”.
La mamá de Luciano recordó un diálogo que tuvo con su hijo en aquel momento y durante la vuelta. Ella le decía que se calle, que no dijera nada. Luciano le respondió: “A vos porque no te recagaron a palos, no te reventaron los huesos, no te escupieron gargajos al sánguche ni te pegaban mientras lo comías”.
Mónica también recordó cuando Torales le dijo “negro rastrero” a Luciano. Ella estaba enfrente. Fue después de que Luciano agarrara el celular que el policía estaba cargando para arrojarlo, nervioso. “Cuando salimos lo quise abrazar y me dice que no lo toque, que le dolía”. Agrega: “Le vi marcas en el pómulo, rojo, como hinchado”.
Esa misma noche Vanesa llevó a Luciano al Policlínico de San Justo a constatar las heridas.
A partir de las preguntas del fiscal, Mónica recordó más detalles:
- Recuerda que Torales le dijo a Luciano: “Te callás o te meto de vuelta adentro. Te voy a mandar al pabellón rosa. ¿Ya lo conocés, no?”
- Luciano tenía mucho miedo después de esa detención. “Cambió: ya no quería salir. Se volvió cuidadoso”.
Ofrecimiento para robar
El fiscal pidió que quede constancia por omisión de un párrafo del expediente. Citó la foja y la línea. «¿Empezando de arriba o de abajo?» consultó la jueza. El fiscal pidió además agregar al testimonio una frase de Luciano: “Vos me pegaste mientras otros dos me sostenían” y la de la amenaza de llevarlo a la Comisaría 8º “donde estaban los violines”.
Mónica agregó, mirando al Tribunal: “Todo empezó cuando tuvo el ofrecimiento de robar para la policía. Lo amenazaban. Le pusieron una escopeta al pecho. Lo estaban ahogando de a poco, hasta que llegó el 22 de septiembre. Ahí empezó una persecución”.
A pedido de sus abogados, Mónica dibujó un croquis del destacamento. Recuerda otra frase de su hijo tras el hostigamiento: “Cuando veas un patrullero, cruzate de calle”. Mónica respira. Le dan un vaso del agua. Desde el Tribunal le preguntan si quiere esperar para seguir.
Responde: “No. Ya estoy acostumbrada”.
La sala la escuchaba citar a Luciano: “El día que yo me vaya cuidá a mi hermana. Es mi vida. Y a mis hermanos. Yo me voy a ir antes que vos, ma. Poné mi camiseta de River. Prometeme que me vas a envolver con mi bandera”. Agregó Mónica: “Los sueños de conocer el mar y de terminar el estudio, ya no estaban”.
La defensa pidió la palabra. Grimberg le preguntó por qué se fue esa tarde del destacamento e intentó confundir los horarios respecto a su partida. Mónica respondió: “Ninguna persona tiene un reloj para marcar que tiene que ir a la comisaría a buscar a su hijo”. Grimberg insistió con planteos confusos. Maximiliano Medina, del CELS, se lo apuntó a la jueza. La jueza lo obligó a reformular.
“¿Por qué se retiró?”, insistió Grimberg.
“Usted ya la hizo (la pregunta). Ya contestó”, dijo la jueza Volpicina.
“Yo le contesto”, resolvió Moni, con total paciencia. “Señor abogado: era la única manera de sacar a mi hijo” (al ir a buscar la partida de nacimiento).
Medina pidió que quede constancia de ello.
Grimberg le preguntó luego si habló con algún funcionario en el momento para sacar a Luciano. Mónica dijo que no. Le preguntó si tenía asesoría legal en ese instante. Tampoco.
Pidió el micrófono fue otro de los abogados de Torales, Gastón Jordanes. Le preguntó a Mónica por qué cree que a Luciano le ofrecieron robar. La querella apuntó que se limitara al objeto procesal. “De eso me encargo yo”, dijo Volpicina que, finalmente, le dio la razón.
Luego Grimberg desató una risotada en la sala. Preguntó qué hacía Luciano con el carro un carro y “¿qué opinaba de que un chico de 16 años esté obligado a cartonear?”.
La presidenta del Tribunal: “Es impertinente. No sé a qué apunta”.
Mónica, de todas maneras, contestó, tranquila: “Me sentía orgullosa, porque él había rechazado dignamente una oferta de robar para la policía, con el mismo orgullo con el que hasta ahora soy la madre de Luciano Arruga”.
A las 13.30, los jueces ordenaron un cuarto intermedio.
“Todo político”
Volvieron a las 13.50.
El fiscal convocó a la testigo específica de la defensa, la mamá de Torales: Zulma Noemí Robles de Torales. Dijo que es profesora de Economía. Grimberg le preguntó, concretamente, la “circunstancia” por la que está pasando su hijo.
Zulma: “Es horrendo. Lo han tratado como un verdadero delincuente. Se le ha negado todo derecho como persona y ser humano. Dijeron que se podía fugar, que podía tomar represalias. Lo trataron peor que a un asesino”. Contó que fue a hablar con el juez Gustavo Banco (el mismo que tiene un jury de enjuiciamiento por haber pinchado los teléfonos de la familia Arruga), y que éste le dijo: “Tené paciencia, tu hijo es un perejil”. El juez le dijo que el tema era “todo político” y le dijo también: “No justifico estar 6 meses por un moretón” y “yo hago lo que mis jefes me ordenan”.
La presidenta del Tribunal la interrumpió: “Las decisiones judiciales no están en tela de juicio cuando se juzgan otras cosas”.
Grimberg le preguntó cómo se compone su familia. Además de Torales, hay otros dos miembros que pertenecen a Policía Bonaerense. Dijo que Torales desde chiquito quiso ser policía.
La mujer agregó: “La Policía no me preguntó nada. Le corresponde esto también”.
No más preguntas.
Traumatismos
Luego fue el turno -por separado- de dos profesionales de la salud.
La primera fue la médica legista María Fontela, que en septiembre de 2008 trabajaba en el Cuerpo Médico Forense de La Matanza. De su informe surge que Luciano “no presentaba lesiones traumáticas”, apuntó el fiscal Longobardi. “Es así”, respondió ella. “Cuando un aprehendido es acompañado, se le saca a ropa, los pantalones hasta los tobillos”. Explica que se lo ve con luz especial, se le hace levantar los brazos y que gire. Ella no vio nada.
Ante la pregunta del fiscal, Fontela apuntó que “hay heridas que si son muy recientes o añejas no se pueden notar”, y “que no siempre los hematomas colorean la piel”, sino que “hay tocarlo”. Pero si las heridas no se notan, entonces no hay tacto. Ella afirmó que no tocó a Luciano.
Después de Fontela, pasó el médico Gabriel González, que el 22 de septiembre 2008 hacía guardias en el Policlínico de San Justo. Él firmó el certificado donde constaban las lesiones que sufrió Luciano. Cuenta que a las 23 horas de ese día atendió al “paciente” Luciano Nahuel Arruga. “Traumatismo región facial, de frente y lado izquierdo”, anotó. Le pidieron describir la lesión: “Es un golpe, simple, no hay hematoma. Es inflamatorio”.
Especificó que sin “marca” no consignan golpes pese al dolor del paciente.
La querella le pidió más especificidad. “Se produce con golpe con un artefacto romo. Puede ser puño o superficie lisa”. No recuerda más detalles. La defensa de Torales pregunta si pudo ser un cachetazo. González remarca: “Es raro que sólo un cachetazo deje un traumatismo”. Dinard, del CELS, pide que esa respuesta conste en actas.
Medio rengo
Se llamó al estrado a Juan Gabriel Apud, amigo de Luciano desde los 5 años. Vivía a la vuelta de su casa. Él fue uno de los que vio llegar al barrio a Luciano con Mónica luego de la detención. Él también charló con el joven en los días posteriores. Es zapatero. “Luciano fue detenido en varias ocasiones, solo o con amigos”, declaró. “Esa vez lo habían culpado de un ilícito y apareció golpeado, con lágrimas en los ojos”.
Apud recuordó: “Tenía un moretón en el pómulo”. En ese momento no contó nada. “Caminaba medio rengo. Tenía un golpe en uno de los tobillos”. Contó que al otro día pudieron hablar un poco más. “Lo golpearon mucho”, señaló. “En la espalda tenía rayas, como si fueran con el bastón que usa la policía. Lo tiraron al piso, lo golpearon, lo escupieron. Desde ahí empezó a cambiar su modo de ser. Ya no quería salir con el carro. Tenía miedo por los policías, que le decían que vaya a laburar a otra zona”.
Grimberg, al igual que a lo largo de toda la audiencia, pidió leer fojas del expediente para marcar una contradicción. Para la fiscalía y el particular damnificado no había tal contradicción: eran dos formas distintas de expresar lo mismo El Tribunal dio lugar. El abogado ancló en un detalle menor: Apud había declarado en un principio que Mónica traía a Luciano como “arrastrando” porque “no podía caminar”. El joven: “Es una forma de decir. Estaba apoyado alrededor del cuello de su madre”.
El último testimonio fue de Rocío Gallegos, quien vivía con Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, cuando fue la detención ilegal del adolescente. “Vanesa estaba preocupada por cómo le habían pegado a su hermano”, declaró. “Ella habló con Torales, le dijo: ‘Vos le dijiste que lo iban a violar’”. Gallegos recordó los diálogos que mantuvo con Luciano en los días posteriores, cuando el joven estaba asustado tras la detención. “No sé qué hacer porque la policía no me deja circular cerca de mi casa”, decía Luciano.
Al igual que cada uno de los testigos, Gallegos señaló que Luciano cambió después de la detención: “Lo empecé a ver diferente, venía más tiempo a casa. Con el tiempo me di cuenta que estaba pidiendo ayuda”.
Condena social y justicia
A Luciano lo desaparecieron cuatro meses después de esta detención ilegal. Desde el 31 de enero de 2009 la familia lo buscó incansablemente.
La noticia de la identificación de su cuerpo llegó el 17 de octubre de 2014, luego de que se aprobara el habeas corpus que obligó al Estado a poner en marcha los mecanismos para su búsqueda. En todo ese tiempo, quien impulsó la investigación fue la propia familia. A raíz de ese descubrimiento, se supo que Luciano había sido atropellado a las 3.21 de la madrugada en el cruce de General Paz y Emilio Castro en un episodio al menos confuso, mientras parecía querer escapar cruzando a la carrera la General Paz, que fue trasladado por el SAME, que falleció el 1º de febrero de 2009 a las 8 de la mañana en el Hospital Santojanni,. Allí lo catalogaron como NN y ese fue su destino en la Morgue Judicial y el Cementerio de la Chacarita hasta 2014.
Después de años de construcción de condena social, este lunes comenzó otra instancia.
Se espera para este martes el testimonio de Vanesa Orieta.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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