Nota
Lucio Salas Oroño, asambleista: «Lo que está haciendo Kirchner es fruto del 19 y 20»
Esta conversación con Lucio Salas Oroño, 50 años, escritor, miembro de la Asamblea de Núñez, uno de los inspiradores e integrantes de la Cooperativa La Asamblearia y un activo participante de toda esa gran movida social ocurrida en el último año y medio, refleja una mirada personal sobre los cambios en la situación política, la lucha por el poder, la horizontalidad, los intelectuales lacerados y algunos otros enigmas. Se trata de ideas nuevas sobre prácticas aún más novedosas. Y de los desafíos que se inauguran con esta etapa: «En cierto sentido -dice Lucio- ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía cobra otro valor».
¿Cómo deben plantarse los movimientos sociales frente a la nueva situación política?
¿Estamos ante un cambio, o ante un maquillaje?
Semejantes preguntas no tienen una sola respuesta y resultan un disparador para debatir sobre el paisaje político argentino.
Esta conversación con Lucio Salas Oroño, 50 años, escritor, miembro de la Asamblea de Núñez, uno de los inspiradores e integrantes de la Cooperativa La Asamblearia y un activo participante de toda esa gran movida social ocurrida en el último año y medio, refleja una mirada personal sobre los cambios en la situación política, la lucha por el poder, la horizontalidad, los intelectuales lacerados y algunos otros enigmas. Se trata de ideas nuevas sobre prácticas aún más novedosas. Y de los desafíos que se inauguran con esta etapa: «En cierto sentido -dice Lucio- ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía cobra otro valor».
Lucio fue militante de la izquierda revolucionaria en los 70, se exilió en Suecia. De vuelta en la Argentina, sufrió particularmente la etapa menemista como un momento angustiante, y sintió que la participación en el movimiento asambleario era una forma de resignificar su vida.
En las últimas elecciones fue uno de los que votó «Que se vayan todos», pero ahora está en el grupo de los favorablemente sorprendidos por las primeras semanas del nuevo gobierno.
«Me produce optimismo el estado de expectativa de la gente. Sin cierta confianza, en un estado de melancolización colectiva, es muy difícil hacer cosas. Los actos simbólicos de este gobierno han resultado tan inesperados que producen un cambio de ánimo y para los que estamos con una actitud propositiva, eso es todo un patrimonio».
Salas considera que si se está en una política de pura confrontación, da lo mismo cualquier forma o persona que adopte el Estado.
-Pero si estás comprometido con ciertos proyectos que querés realizar ahora, la actitud del Estado no es nada aleatoria. A veces conseguir una indiferencia del Estado ya es bastante positivo.
-No tenerlo de enemigo. Que no vengan a pegar.
-Por eso creo que estaban equivocados los que decían que era lo mismo Menem, cuyo programa era molerte a palos, o el «pingüino» (referencia al señor Kirchner) que al menos no prometía eso. Y lo digo habiendo votado Que se vayan todos. Pero no sé si las asambleas no tendríamos que haber sido más flexibles con el estado de ánimo de la gente. Recuerdo aquella consigna que decía «Votá lo que puedas, construí lo que quieras». Me parece que algo así hubiera sido mejor que el boicot. Pero ya está, ya pasó. Y la nueva situación deja mucho margen para aprovechar.
-¿Por ejemplo?
-Si el gobierno deja caer la privatización del Correo, o de Aguas Argentinas, cosas tan viciadas, cambia el debate. Supongamos que el gobierno diga «hay que licitar de nuevo». Nosotros podríamos promover una forma de gestión social de ese patrimonio colectivo. Queremos que ese servicio sea universal y que se implemente bajo control de los usuarios y los trabajadores de esas empresas. Pero que mientras tanto el gobierno deje caer los contratos, es un gran avance en esa dirección.
-¿Pero es en esa dirección, o en la que quiere el gobierno?
-Yo creo que es un avance porque te pone en situación de interlocutor político, con una condición: que tengas algo para decir. Ahora, si estás encerrado en una pura confrontación contra todo, esto te complica, y pasás a ser inoperante. Tu negocio, en ese caso, es «cuanto peor, mejor». Los que tenemos unos años, sabemos que eso no es nada cierto. Yo creo que hay una recuperación del sentido común y de espacios para un pensamiento crítico.
Sentido común y pensamiento crítico: lo que Salas señala es que se ha ido rompiendo el contexto del pensamiento único y se abrieron muchas posibilidades prácticas de ideas y acciones.
-Son pocas semanas, pero los actos del gobierno contribuyeron a la ruptura del pensamiento único y a cierta restitución de la dignidad. Pero toda esta situación política novedosa, lo que hace Kirchner, en el fondo es fruto del 19 y 20, y todo el nuevo reclamo de transformación de las relaciones sociales. Sin eso, este gobierno no hubiera empezado de este modo.
-Según esa visión, el nuevo gobierno estaría respondiendo a aquellos reclamos.
-Creo que sí, y es lo que provoca el cambio de expectativas. ¿Hasta dónde va a llegar? No se sabe. La situación es inestable. Pero me parecería un poco tonto desde el punto de vista del movimiento social acosar a Kirchner. No veo a nadie en esa posición, ni a los partidos de izquierda. Pero todavía no estamos aprovechando suficientemente las posibilidades de juego que hay.
-Con tanto entusiasmo, más de uno podría sentarse a esperar que el señor Kirchner o su señora arreglen todo.
-Deponer el protagonismo sería lamentable. Pero eso lo podés combatir: hay que aclarar que el Estado no va a solucionar los problemas de la sociedad. Puede crear condiciones, pero lo que no hagas por vos mismo, con tu auto organización y tu autonomía, no lo va a hacer nadie. En cierto sentido, ahora se pone en juego la consistencia de la autonomía. La autonomía frente a un estado mafioso, que no da espacio o que reprime, podría ser casi un deber. Con un Estado más seductor, el debate sobre la autonomía empieza a cobrar otro valor.
-Mucha gente aparece desconfiada ante el gobierno, ante tanto brote de optimismo, y parece preferir cierta distancia con la nueva situación.
-Tenemos todos los motivos, ¿no? A mi me parece muy prudente. Yo no me voy a hacer kirchneriano. La crisis de representación es mundial, tiene otros orígenes, uno tiene que seguir cuestionando el espectáculo político, y en el fondo el Que se vayan todos sigue siendo una consigna completamente válida. Pero hay que registrar los actos simbólicos que nos ponen en un nuevo escenario.
-Pero en el actual contexto de expectativas, ¿cuál puede ser el sentido del Que se vayan todos?
-Es un cuestionamiento a un sistema de representación política que no permite la vida democrática de las sociedades, es un programa político a largo plazo. Se puso muy en evidencia en Europa con la guerra en Irak. Lo que pasa es que esto requiere un poquito de sutileza. Es bastante fácil resolver todo en términos de consignas. La vida es compleja. Hoy te pone frente a una situación en la que no hay más remedio que pensar lo político en su dimensión con el Estado, cosa de la que estábamos exceptuados cuando el Estado se manifestaba como un enemigo completo.
-He escuchado a asambleístas preguntarse cómo actuar frente a un poder que se relegitimó, mientras sospechan que lo actual es puro maquillaje.
-Es una preocupación comprensible. Pero hay que ir un poquito para atrás, y pensar que Kirchner tal vez no tenía más remedio. Cuando le dijeron «usted va a ser presidente por el 22% de los votos», él dijo «en realidad tengo el 12, el resto es de Duhalde». Con lo cual tuvo que salir a legitimarse frente a la sociedad. Esto no había pasado. Yo no recuerdo de ningún presidente en la situación de querer legitimarse habiendo ganado.
-Hasta ahora hemos tenido a los que prometen, pero después hacen todo lo contrario. Esta vez lo raro fue que se pusieron a hacer más de lo que habían prometido.
-Sobre todo son actos simbólicos, pero en el imaginario colectivo pesan. No hay que subestimarlos. Lo que uno ha ido aprendiendo es que la construcción de los mitos y el valor de lo imaginario tienen tanto o más peso que ciertas estadísticas. La realidad finalmente tiene que ver con cómo uno la reconstruye en sí mismo. Las cosas no se viven objetivamente, las viven los sujetos. Y si esos sujetos tienen expectativas, cosas que son estadísticamente iguales, cambian.
-El riesgo es quedarse mirando el espectáculo de los actos simbólicos.
-Pero eso puede pasar si no tenés tus propias propuestas para salir a disputar frente a un pueblo que manifiesta haber recuperado su sentido común. Yo sé que lo que digo puede ser discutible, pero uno tiene que decir lo que piensa. Equivocarse es un derecho. Pero sinceramente, no creo que mañana Kirchner saque a los militares para molernos a palos. Puso a Eduardo Duhalde en Derechos Humanos, Duhalde fue a ver a la gente de Brukman. La gente de Brukman vino a contarnos que ahora harán la cooperativa y la fábrica puede recuperarse. Parece que se puede ir caminando un poco.
Otro debate en danza es sobre las propias asambleas barriales. ¿Siguen teniendo entidad, o fueron apenas un virus de verborrea? ¿Tienen vigencia, o están en crisis terminal? Dice Lucio: «Es cierto que muchos asambleístas nos hemos sentido bastante dolidos por tantos certificados de defunción que nos han ido extendiendo los intelectuales. Intelectuales que no participan en el movimiento asambleario. En muchos casos son los mismos que sin participar, o participando de ojito, en otro momento le asignaron a las asambleas una importancia mucho mayor a su verdadera inserción.»
Lucio cree que debe haber habido muy pocas experiencias de democracia y horizontalismo tan extenuantes como la de las asambleas porteñas. «Lo de la horizontalidad es un invento argentino. Con sólo salir a Uruguay, hablás de horizontalidad y no entienden si te referís a alguna cama».
Una curiosidad: esa forma horizontal de organización incluye a asambleas, a ciertos movimientos piqueteros, a algunos de derechos humanos. «Capaz que nos hemos ido copiando» dice Lucio. Lo real, es que constituye un modo novedoso de hacer política, una especie de seguro contra autoritarismo que Salas reconoce haber sufrido en carne propia: «Yo tengo un natural bastante autoritario, me encanta tomar decisiones. Pero en la Asamblea me han puesto tantas veces en mi lugar al final uno se termina haciendo a esa práctica».
-De esa misma anécdota, ¿no se desprende que el mecanismo traba la capacidad de decisión, y que la asamblea puede convertirse en una burbuja que no va a ningún lado?
-La asamblea pretende una forma de autoorganización. Además, cuando aparecen iniciativas como la de La Asamblearia, o las comisiones dedicadas a economía solidaria, o la de privatizaciones, ya se pasa al plano de lo económico, de la vida material. Se va a la estructura misma -como se diría en lenguaje marxista- de las relaciones sociales, de las relaciones económicas. Pero a la inversa, los que pensaron que las asambleas tenían que tomar el poder, estaban un poco equivocados.
Lucio cree las asambleas han sido una experiencia ardua para muchos intelectuales, a quienes en ese ámbito no se les ha reverenciado debidamente el prestigio ni los oropeles. «No te dan pelota», informa Salas. La horizontalidad puede haber resultado lacerante para ciertas deformidades de la autoestima:
-La cuestión, de todos modos, era aguantarse para ver qué salía de todo esto. De la democracia y del pluralismo. Pensándolo bien, así debía ser la polis: una cosa difícil.
-Tal vez había griegos poco considerados que contradecían a los filósofos profesionales.
-Sí, del ágora nos quedan retratos muy floridos, pero debía ser bastante espantoso. Pero hay cosas que conviene mirar bien. Por ejemplo, una asamblea puede tener un promedio de 30 ó 40 personas, pero si se abren bien los ojos, empieza a verse la cantidad de organizaciones sociales como bibliotecas populares, sociedades de fomento, clubes, aparecen ante uno otros actores sociales con los que construir en red. La potencia de una asamblea no está dada por el número de sus miembros activos, sino por este tipo de relaciones que va desarrollando en el barrio, en el territorio. El foro de Economía Solidaria en Núñez, lo hizo la Asamblea con otras 19 organizaciones barriales. No es poco.
Esas organizaciones para Salas tienen un valor que no se suele apreciar, o que se desmerece por su supuesta pequeñez.
-Por ejemplo, una biblioteca popular, tal vez no colme mis expectativas de lectura, pero sí la de muchos vecinos o la de 50 niños que asisten cada día. Es una forma de organización popular importante, a la que uno ha permanecido un poco ciego durante años, aún teniendo una actitud activista o militante, porque uno se ha concentrado en hechos más espectaculares de la política.
-¿Espectaculares?
-Claro, el gran debate político, las intervenciones en la vida social con efectos mediáticos. En cambio este otro tipo de construcciones tal vez no sea el más espectacular, pero es el que garantiza una forma de transformación posiblemente lenta, pero consecuente. Lo espectacular lo hemos tenido en la historia argentina de nuestra generación. Tomar un cuartel militar, por ejemplo. Un episodio de la máxima espectacularidad. Y al final, ¿para qué servía eso? ¿Realmente representaba una disputa por el poder? ¿El poder estaba en el cuartel?
Hay un montón de preguntas que tienen que ver con nuestra generación, la de los que tenemos unos 50 años, cuando éramos jóvenes, y creo que en la mayoría de los casos se responde negativamente. Por eso me parece que hay una revisión de nuestra forma de participar de la vida social, y de procurar la transformación.
-Sin embargo hay intelectuales, como el estadounidense James Petras, que dicen que las asambleas con sus discusiones ad infinitum y su rechazo a los liderazgos, terminan siendo una especie de anarquía estéril y nada transformadora.
-Yo me decepcioné mucho con Petras. Por ejemplo, su interpretación de del Foro Social de Porto Alegre, que para mi fue tan importante y que él subestimaba totalmente diciendo que en lugar de «otro mundo es posible» sólo se iba a terminar diciendo «otro foro es posible». Yo creo que sus planteos han fracasado, los veo muy cuadrados. Keynes decía que eran tan pocos los hombres que después de los 25 se atreven a incorporar una idea nueva Es bravo. Uno a veces tendría que aprobar con melancolía que a lo mejor no tuvo razón.
-Dejemos a Petras, vamos al argumento.
-Él habla de anarquismo. Yo no soy anarquista. En las asambleas hay algunos anarquistas, están en todo su derecho, y son muy buenos compañeros. Pero la horizontalidad no se hizo por anarquismo, sino que -como lo ha dicho Naomi Klein- es una apuesta bastante radical a evitar las jerarquizaciones y organizaciones verticales que tan malos resultados han dado. Es interesante ver que esto surge entre gente que ya hizo la experiencia de la organización vertical. Yo mismo fui integrante de una organización centralizada, revolucionaria y de izquierda, y por eso conozco cómo se piensa el asunto.
-Pregunta: ¿cómo se piensa el asunto en esas organizaciones de izquierda?
-Se piensa en los frentes de masas. Las asambleas serían un ejemplo. Vos vas al frente de masas con tu línea y tenés que imponerla. No es que seas malvado. Estás convencido de que tu línea es la justa, bajás al frente de masas y operás, y lo podés hacer con absoluta transparencia y honestidad, pero para conseguir que ese frente de masas actúe de acuerdo a tu estrategia.
-Si uno les cuestiona eso, contestan: ¿qué tiene de malo? Es la naturaleza de su propia actividad militante.
-Claro, y es difícil romper con esa idea del frente de masas, y que consideren la autonomía como un valor. La autonomía de cada organización social en sí, sobre todo cuando no existe nada parecido a un proyecto conjunto, se tiene que ir elaborando en función de las experiencias prácticas concretas. Tratar de meterles el corsé de un programa elaborado desde afuera, es central en la estrategia leninista de la política. El aparato se termina imponiendo de una forma bastante brutal sobre el frente de masas. No ha dado resultados muy notables
-Pero como respuesta a esos resultados poco notables, ¿no se corre el riesgo de abandonar cualquier estrategia que plantee el problema del poder?
-Es que me parece que la autonomía o la horizontalidad no implican desconocer la existencia del Estado, por ejemplo, que fue el motivo de mayor esterilización del movimiento anarquista, tan importante hace cien años: el ideologismo, hacer un gigantesco tabú del Estado. Es distinta una posición autonomista de una anarquista. Esta última me parece un poco sin salida, termina siendo testimonial y poco operativa para el cambio social, que es lo que a uno le interesa, y no sólo hacer el testimonio de la pureza de mis ideas.
-Ni quedarse sólo en la protesta.
-Claro, creo que se trata de que en las asambleas se hable más de política, en el sentido más tradicional. Digamos, yo vengo de una generación donde aplicábamos la palabra política a todo. Estaba bien eso de plantear que eran «políticas» -en el sentido más profundo de la palabra- todas las intervenciones culturales o sociales.
Pero también hay que empezar a pensar la política en el sentido más usual, la relación con el Estado. La gente está en contra de los políticos por la forma en la que utilizan el poder del Estado. Pero no de la actividad política.
-Así planteada, la autonomía no se opone a pensar una relación con el Estado o el poder.
-Te aclaro que son mis ideas personales, y no consensuadas en una asamblea.
Yo veo que lo que realmente hace al núcleo de la construcción del movimiento social y de la autonomía no es la negación del Estado, sino que el Estado no es el centro de la estrategia de poder. Esto también tiene que ver con la actitud de confrontación. No creo que sea útil confrontar con el Estado. Se confronta cuando es inevitable. Pero la búsqueda de confrontación en nuestro pasado ha demostrado ser más bien estéril. Uno lleva todas las de perder. Hay que observar que las estrategias de la toma del poder, cuanto más serias han sido, siempre se han planteado que en la naturaleza del poder está el ejercicio de la violencia organizada.
-En esa línea, lo único razonable es acumular fuerza, hasta tener más fuerza que el poder establecido.
-Pero en ese caso hay que plantear el aspecto militar de la cosa. Es un poco desagradable de decir, pero si realmente uno pone el centro de su estrategia en el control del poder del Estado, antes o después debe considerarse que el Estado tiene aparatos de coerción y de monopolio de la violencia, que hay que quitarle. O doblegar, o no sé qué.
En cambio, una estrategia que no se centra en la lucha por el poder del Estado sino en el desarrollo de la organización social, en el seno de la sociedad civil, no tiene por qué atarse a las estrategias de confrontación, salvo que sea inevitable, porque -como te decía- en las confrontaciones se tiene todas las de perder.
Entonces por un lado, existe una perspectiva -que muchos hemos compartido- de una construcción de una sociedad distinta a partir de una toma del poder del Estado. Pero la idea de que cuando conquistes el poder vas a resolver desde arriba los problemas de la sociedad te inhibe, en algún grado, de intentar transformaciones para la vida que vamos viviendo.
La otra variante es concentrarte en la construcción que te interesa, sin esperar a controlar el poder del Estado para hacer la transformación.
Hay otras formas de transformación. Se me ocurre pensar en experiencias históricas. La burguesía europea, ¿cómo ascendió? Cuando ascendió al poder político llevaba siglos de haber ido impregnando de su forma de relaciones sociales a la Europa feudal. Cuando maduró ese dominio de la sociedad por las formas de propiedad burguesas, por la consolidación de una clase, la conquista del poder político fue como una derivación natural.
Yo no sé si esto es enteramente asimilable pero las transformaciones sociales se han dado en el tiempo, primero dentro de la sociedad y después en las instituciones políticas, que tampoco son eternas, sino que son formas históricamente determinadas.
-¿Qué ejemplo hay de esa manera de pensar la política desde los movimientos sociales, con relación al Estado?
-En la cooperativa La Asamblearia, entramos en contacto con gente de Inti que está colaborando con diversas cuestiones, desde la formulación de una página web, hasta apoyo técnico para emprendedores y posibilidades crediticias. Esos recursos del Estado estaban ahí, nos topamos con funcionarios con buena leche, y eso nos permite dar un salto manteniendo siempre nuestra autonomía. Las asambleas podrían hacer suyas propuestas como las del EDI, Economistas de Izquierda, un nucleamiento de docentes universitarios que hicieron un estudio del presupuesto de la Capital que muestra cómo recaudar 1.000 millones más por año corrigiendo los impuestos. Con esos planteos podríamos tener una verdadera intervención política, para plantarnos frente a los candidatos, y que no te corran con el argumento de que «no hay plata». Se puede lograr una injerencia en cómo se distribuye, en plantear de dónde obtener el dinero, en no quedarte sólo en el reclamo sino explicar cómo hacer que hospitales y escuelas estén mejor, y que haya plata para la economía solidaria.
-Es cierto, pero esta posibilidad no existe actualmente, es una expresión de deseos.
-Pero sí existe una experiencia como la de la Comisión de las asambleas autónomas dedicadas a las privatizadas. Ellos son los que han tenido más instinto para articular situaciones bien concretas como la de los servicios públicos, la amenaza de tarifazos, y vincularon rápidamente eso con la protesta, la denuncia, la movilización y la acción de muchos actores sociales y del propio Estado. Además, se manejaron también con presentaciones legales, las defensorías del pueblo, los estudios económicos. Hicieron una combinación para tener una concreta intervención política, con muchas alianzas y de hecho es una de las comisiones históricas de las asambleas, que ha funcionado desde los primeros momentos.
-Volvamos a otro de los cuestionamientos contra la horizontalidad, el de la ineficiencia.
-Venimos de una crítica muy fuerte a los mecanismos de representación, que tampoco han sido un modelo de eficiencia. Tal vez sea una reacción extrema, pero es donde estamos situados. Me parece que hay cuestionamientos injustos. Las asambleas lograron muchas cosas como prácticas concretas en los barrios. Las fábricas recuperadas también son experiencias de horizontalismo. Creo que es un antídoto contra las jerarquías permanentes.
Esto está muy asociado a la cuestión del consenso. En las asambleas a veces se busca no votar y discutir hasta que se convenzan todos, o una gran mayoría. Son cosas que uno podría resolver en menos tiempo votando de una forma clásica. ¿Sirve eso? El que no entendió el sentido se queda como resentido. Entonces el vínculo afectivo esencial se puede deteriorar. Porque estas son construcciones en las que media también el afecto. Estamos tanto tiempo juntos, que por supuesto hay tensiones, peleas, pero si eso no se puede resolver, las asambleas de debilitarían, se entra en una dinámica expulsiva.
Es lo que pasa en los partidos. Se llega a un momento en el que se discute, se toma una decisión, y al que no le gusta se va. Aquí en cambio se lima, se lima, hasta llegar a un consenso muy amplio, inclusivo.
-Pero puede ser a costa de una pérdida de tiempo y energía descomunal.
-En la medida que las cosas salgan, es otro tipo de eficiencia. El movimiento social tiene que aceptar sus propios tiempos, y sus propias reglas de juego. No es negocio alterarlas para jugar al ritmo de los demás.
-¿Cómo fue tu pasaje de la experiencia en una agrupación centralizada y jerárquica a una búsqueda por el lado de los movimientos más abiertos, autónomos y horizontales?
-Yo tuve que exiliarme. Estuve en Suecia. Ahí conocí al movimiento contra la energía atómica. Yo estaba a favor de la energía atómica, porque era muy partidario del progreso. La energía atómica era progresista de por sí. Decíamos que el problema era el capitalismo, que no podía controlar ese sector. Después entendí que la cosa era más complicada. Pero ahí conocí eso de que podía haber un movimiento social con su organización y objetivos, que no era parte de un proyecto político partidario. Eso me marcó bastante. Y más tarde, haber ido al Foro de Porto Alegre. Fuimos con mi mujer (Cristina Feijóo) como escritores y es muy alentador encontrarte con 40.000 personas que comparten una perspectiva a la que vos habías ido llegando.
-En algún momento planteaste que tu actividad en la asambleas resignificó tu vida.
-Es exactamente así. El poder recuperar la dimensión social de la existencia de uno, más allá de ir a diez marchas por año, o que a través de la computadora estuvieras en relación y colaboraras con una cosa o con otra, el saber que todos los días hay una cosa concreta que hacer, es una sensación muy linda, te sentís más pleno. No quiero incurrir en alguna expresión un poco ridícula, pero lo siento así. Yo suelo decir que esto es un milagro. Un milagro laico, para que nadie me atribuya lo que no soy.
Lo que pasa es que los años del menemismo fueron muy angustiosos. Mi mujer tiene una novela, Memorias del río inmóvil (ganadora del premio Clarín) que describe ese clima cultural que se vivía, con el apogeo de un individualismo tan exacerbado. Era bastante pesado de sobrellevar.
-Hubo gente que parece haberla pasado muy bien.
-Depende de cómo vivís esas cosas. Aún no estando mal de plata y haciendo algo creativo como escribir, vivimos con mucha angustia aquel tiempo. Y ahora que estamos mucho más jodidos económicamente, lo que pasó a tener más importancia fue esta otra posibilidad de recuperar un espacio social.
Y es cierto: resignificar la vida de uno.
Nota
57 femicidios en el año, infancias huérfanas cada dos días: Informe mensual del Observatorio Lucía Pérez

Según datos del Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez, hubo 26 femicidios durante febrero, contabilizando un total de 57 en los dos primeros meses del año. Estos crímenes dejan, a la vez, un saldo de 35 infancias huérfanas. Si bien existe una ley que obliga al Estado a brindarles una protección integral económica, de acompañamiento y de acceso a la salud, desde que asumió la actual gestión no se otorgó ninguna: la Ley Brisa no se cumple. Los otros indicadores de la violencia patriarcal de este 2025: 43 intentos de femicidio, 15 desaparecidas, 595 funcionarios denunciados.
El cuerpo de Carolina Ríos, 43 años, fue encontrado por una de sus diez hijas. Maite y Carolina, las mayores, le pidieron luego a la prensa que difundiera este mensaje : “Necesitamos ayuda para poder criar, vestir y mandar a nuestros hermanitos a la escuela. Hoy estamos destruidas, y hacemos todo lo posible para seguir adelante y no quebrarnos ante nuestros hermanos menores».
Tres días antes asesinaban a Ailén Oggero, de 32 años, delante de sus hijos de 11 y 4 años. El mayor fue quien avisó del crimen a los vecinos.
A Otilia Cubilla Jara, de 65 años, también la encontró asesinada su propio hijo.
Estos son solo tres de los 26 femicidios y travesticidios que ocurrieron durante febrero.
Una síntesis de la violencia que marca los dos primeros meses del año:





Toda la información sobre cada uno de estos casos está disponible en la web del Observatorio Lucía Pérez, el primero y único autogestionado y público.
Una herramienta de información, análisis, debate y acción creada por nuestra cooperativa.
Nota
Trabajadores de Morvillo toman la fábrica tras el anuncio del cierre de la planta, que implica 200 despidos

Una histórica empresa gráfica de Avellaneda -donde se imprimen títulos de la editorial Perfil como las revistas Caras y Noticias– anunció su cierre dejando a 200 trabajadores en la calle. Se enteraron por un comunicado pasadas las once de la noche del martes y la respuesta fue unánime: ingresaron a la imprenta e iniciaron una permanencia pacífica en defensa de los puestos de trabajo. El Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria pero la firma faltó a la audiencia. Los argumentos empresariales de caída de la producción y los argumentos obreros: “Somos las principales víctimas de esta situación”.
Por Lucas Pedulla
El obrero gráfico Enrique Andina terminó su jornada de trabajo en Anselmo Morvillo SRL a las 22 horas y se marchó a su casa, como todos sus compañeros, como todos los días. Muchos estaban llegando a sus hogares cuando pasadas las 23 horas les llegó un comunicado de la histórica imprenta, que terminaba de la siguiente manera:
“Con una tristeza difícil de describir tenemos que contarles que ya no podemos seguir adelante. Sabemos acerca del impacto, no sólo económico, sino emocional que tiene para cada uno dejar parte de nuestra historia en el recuerdo, y los relatos que hemos compartido siempre con nuestras familias. Le dejamos a cada uno de ustedes, nuestra gratitud por su invaluable esfuerzo y el deseo de que todos puedan superar este trago amargo con la capacidad de levantarse que los caracteriza”.
El texto cerraba con esta firma: “La Dirección”.
Así como llegaron a sus casas, los obreros volvieron a la gráfica, ubicada en Avellaneda, municipio al sur del conurbano bonaerense. Andina contextualiza: “Somos 200 compañeros; yo tengo 17 años de trabajo y muchos tienen más de 30 y 40 años de antigüedad. En la pandemia vivimos una situación similar pero logramos mantener nuestras conquistas. Somos la gráfica que más cobraba dentro del gremio, pero esto fue imprevisto”.
La respuesta fue unánime: los trabajadores votaron la permanencia.
Avon, papel & toma
Anselmo Morvillo SRL inició sus actividades en 1974 desarrollando folletos cosméticos. En su página web cuentan que en 1988 incorporó la primera rotativa de tecnología de punta, “única en el país en esa época”, y sumó la segunda tres años después. Cuentan que crecieron más del 70% en la segunda década de los noventa y que hoy, en su planta de 13500 metros cuadrados de Avellaneda, los folletos comerciales representan un 70% de la producción, mientras que los trabajos editoriales significan el 30% restante. Andina cuenta que, entre las publicaciones, se encuentran títulos de la Editorial Perfil como las revistas Caras y Noticias.
En el comunicado que “la Dirección” les mandó a los obreros, a quienes se refirió como “queridos compañeros de tantos años”, la empresa expresó su posición:
- “Hemos atravesado las reiteradas crisis económicas de nuestro país, los cambios en el mercado gráfico con la marcada implosión por el avance tecnológico y el comportamiento poco ético de algunos de nuestros colegas competidores”.
- “Fuimos golpeados por la Presentación en Concurso de algunos de nuestros clientes y por la Quiebra de nuestro cliente número dos, ARCA Distribuidores. Luego, a la escalada de precios internacionales de la mayoría de los insumos y repuestos, se le sumó la exigencia de pago anticipado del papel y la desaparición del crédito internacional. Todas situaciones que enfrentamos con mejor éxito que muchos de nuestros colegas”.
- “En el año 2014 RR Donelley cerró su planta de Argentina, en enero de 2016 AGR también cerró sus puertas, y en enero de 2020 IPESA cerró la mayor parte de su operación”. Una aclaración: tras el abandono empresarial, Donelley fue recuperada por sus trabajadores y trabajadoras y, hoy, es una cooperativa gestionada sin patrón.
La empresa describe un contexto “tan negativo” en el que inscribió la caída del 63% del volúmen de producción: “Avon, que como bien saben representa más de la mitad de nuestro trabajo, dejó de imprimir catálogos y mudó su comercialización a internet. Esto nos dejó en una situación económica y financiera terminal”.
Los trabajadores respondieron con la permanencia pacífica y otro comunicado que respondía los argumentos de la empresa: “Todos factores ajenos a la responsabilidad de los trabajadores, que somos las principales víctimas de esta situación”.
Gris de espera
Enrique Andina integra la Comisión Interna y explica: “Estamos en permanencia pacífica para preservar las fuentes de laburo. A lo largo del día se hizo presente el sindicato. Exigimos una presentación en el Ministerio de Trabajo y también hicimos un pedido de plenario de delegados para discutir con todos los delegados los pasos a seguir”.
El Ministerio de Trabajo bonaerense dictó la conciliación obligatoria pero la empresa no se presentó a la audiencia. “Está incumpliendo -dice Andina-. Mientras tanto, nosotros seguimos sin tener comunicación de la empresa. Tampoco atienden los teléfonos. La última comunicación oficial fue el comunicado de anoche. Eso deja un gris, porque estamos en la calle sin un mango, pero no hay un telegrama de despido ni nada”.
Los trabajadores tienen sólo rumores, desde un cierre definitivo hasta la posibilidad de la llegada de inversionistas “que reclaman despidos masivos”, según denuncian. “Se olfateaba que la situación venía rara, pero nadie pensó que todo fuera de esta manera -dice-. La convocatoria acá fue masiva, y agradecemos también que se acercaron de otras ramas, como médicos del Garrahan. La intención es difundir el conflicto y rodearlo de solidaridad para lograr lo que necesitamos, que es que la patronal se siente a discutir”.
Mientras esperan, en las próximas asambleas decidirán los pasos a seguir: “Es un golpe fuerte, pero uno tiene que estar fuerte, también, por la familia. La mayoría de los compañeros son sostén de hogar. Estamos dispuestas a lucharla hasta el final y no aflojarle hasta encontrar una solución, que es sostener las fuentes de trabajo con las mismas condiciones que teníamos hasta ayer antes de recibir el comunicado”.
Nota
Juicio a la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu: absurdos sin pruebas

Empezó el segundo proceso judicial a integrantes de la lof mapuche, a quienes se les endilga el delito de usurpación en la localidad de Villa Mascardi, en Bariloche, Río Negro.
El juicio, a cargo del Tribunal Oral Federal de General Roca y que se realizará de manera virtual, tendrá 132 testigos que serán llamados a declarar y como mínimo, se espera que dure hasta abril. Expresan desde la comunidad: “Somos sometidos injustamente, acusados de usurpar nuestro propio territorio, el mismo que libremente caminaron nuestros kuifikecheiem (antepasados) cuando aún no existían alambrados, ni parques nacionales, ni ningún winka que con su ambición destructora mirara nuestra tierra”.
Para entender el conflicto hay que retroceder a 2017, cuando la lof inició la recuperación de su territorio a partir del levantamiento de una machi –guía espiritual y sanadora del pueblo mapuche–, y la construcción del rewe –un sitio sagrado de conexión con otras energías del espacio en donde la machi atendía a quien fuera a curarse–. La respuesta del Estado fue de terror: un operativo de desalojo comandado por la vigente ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que terminó con el asesinato de Rafael Nahuel, a manos del grupo Albatros de Prefectura, el 25 de noviembre de aquel 2017. Todo ese proceso derivó en el primer juicio contra la comunidad, donde fueron condenados siete mapuche.
Tiempo después del crimen de Rafita, la comunidad volvió al territorio hasta que en 2022, ya en el gobierno de Alberto Fernández, se ejecutó otro desalojo represivo.
En el juicio que arrancó hoy y continúa mañana, se juzga de la usurpación de distintos terrenos a Luciana Jaramillo, Yéssica Bonnefoi, Romina Rosas, Betiana Colhuan, Celeste Ardaiz Guenumil y Matías Santana. Se defienden desde la comunidad: “Nos encontramos frente a un contexto muy difícil alimentado por un sistema político y judicial perverso, que agudizó la persecución hacia el Mapuche con más violencia y encarcelamientos, con el fin de debilitarnos y quitarnos nuestro territorio”.
El juez a cargo se llama Alejandro Silva y es el mismo que presidió el proceso por el fusilamiento de Rafael Nahuel y que condenó a sus responsables con penas ínfimas.
Ataques
El contexto al que hacen referencia refiere a un gobierno que agudizó el hostigamiento preexistente hacia el pueblo mapuche, además de un avasallamiento de derechos a las 40 naciones originarias que habitan lo que hoy es Argentina. Algunos ejes de esa persecución: el desguace del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI); el decreto que barrió a la Ley de Emergencia Territorial Indígena (26.160) que mantenía la suspensión de los desalojos sobre tierras comunitarias de los pueblos originarios y que allanó el terreno para el desarraigo de la comunidad Paillako a principio de este año; y el señalamiento sin pruebas como causantes de los incendios en la Patagonia. Por citar un caso, Victoria Heredia Núñez, integrante de Lof Pillan Mahuiza, cumple arresto domiciliario desde el 12 de febrero acusada del incendio en la Estancia Amancay, en la localidad chubutense de Trevelin, pese a demostrar mediante georreferenciación que al iniciarse el fuego estaba a más de 90 kilómetros.

La gente de la comunidad frente a la policía durante una inspección ocular en octubre de 2023. Fotos: Jaime Carriqueo
Absurdos
La defensa de la comunidad está a cargo de la Gremial de Abogadas y Abogados. Uno de ellos, Gustavo Franquet, le dice a lavaca ni bien concluida la primera audiencia: “Esto comenzó en 2017 y estamos en 2025; llevamos más de 7 años donde se supone que juzgados de instrucción federal, fiscalías federales, fuerzas federales de investigación como Gendarmería, la Policía Federal y Prefectura investigaron a la comunidad y no pudieron conseguir elementos para acusarlos de otra cosa que no fuera usurpación, motivo por el que ni tendrían que estar en el banquillo. El Estado argentino, desde la Constitución de 1994, reconoce los derechos preexistentes de los pueblos originarios, por lo que no puede ni debe criminalizar el conflicto territorial; en una recuperación, no hay delito. Si esto fuera juzgado como corresponde, no pueden de ninguna manera condenar a nadie”.
En cuanto a cómo abrió el juicio, cuenta: “Sólo en un par de horas que duró, ya se cometieron varios despropósitos jurídicos, aunque estamos seguros que lo más horroroso de este juicio está por venir; vamos a escuchar cosas muchísimos más jodidas, hoy fue un precalentamiento”.
¿Qué despropósitos?
Entre las barbaridades que dijeron, hubo tres que no se pueden creer.
A una de las mujeres, Yéssica Bonefoi, la quisieron acusar de la usurpación de una cabaña, que cuando la fiscalía pidió la elevación a juicio, ni se mencionó. Fue algo insólito, porque no pueden inventar elementos nuevos. Pidieron un cuarto intermedio y cuando volvimos retiraron ese planteo porque obviamente estaba fuera de lugar. Es tanta la voluntad de persecución, de acusación gratuita, que ni se fijaron en eso.
Un segundo despropósito es que cuando se produce lo que llaman la usurpación del ex Hotel Mascardi, una de las acusadas (la machi Betiana) seguía siendo menor. Por ley de minoridad, hay todo un proceso que en este caso no se cumplió cuando se acusa a menores de entre 16 y 18 años y que ahora imposibilita al juez a dictar sentencia contra ella. Como una cuestión lógica le exigimos al juez que no la someta al juicio, y en vez de aceptarlo, dijo que lo va a decidir al final del proceso. Algo totalmente absurdo y re victimizante para la machi.
Y un tercer punto que es la pretensión de la fiscalía y de las querellas de que consideren a la usurpación como un delito continuado. Se denomina con esta tipificación a delitos como la desaparición forzada, o un secuestro, pero no a una usurpación, que es un tipo específico de hurto o de robo, en este caso de un inmueble. Si alguien comete un robo, el delito es en ese momento, no continúa en el tiempo. Ahí hay otro absurdo.
Truchos
En 2022, antes del segundo desalojo a la comunidad Lafken Winkul Mapu, se incendió un trailer y un remolque de Gendarmería. Desde los gobiernos provinciales y nacionales se acusó al pueblo mapuche, al igual que de usurpar una cabaña. Recuerda Gustavo: “Ahí empezó toda esta farsa. Esa zona está protegida por fuerzas federales, pero señalaron a la lof y así allanaron el camino para desalojarlos”.
Ese desalojo fue brutal, con más de 250 efectivos del Comando Unificado que irrumpieron en el territorio. Romina Rosas, una de las mapuche detenidas, estaba embarazada de ocho meses y fue golpeada y arrastrada por el piso; días después, parió a su bebé rodeada de policías. Celeste, decía esto de aquel 4 de octubre de 2022: “Me tiraron al suelo, a mí y a mi nena de 5 años. Nos apuntaron con el arma en la cabeza. Fue una cacería”.
Retoma Gustavo Franquet: “A las seis personas que están enfrentando el juicio jueces federales les dictaron su falta de mérito, porque no hay ningún elemento que los ligue a lo que se los acusa. Toda esta causa es trucha porque fue creada para criminalizar, para desalojar y para allanar a la comunidad. Y por ende, todo este juicio es trucho”.
Lafken, en mapudungún, significa espejo de agua. Winkul, espíritu guardián de la montaña. Y Mapu, tierra. Desde la lof Lafken Winkul Mapu, concluyen: “Seguimos llamando a la unión, a mantenernos fortalecidos en nuestro feientun (creencia) y esencia mapuche. A enfrentar al winka con nuestra verdad, por más que el aparato estatal utilice todos los medios a su alcance para difamarnos pretendiendo poner a la opinión pública en nuestra contra, con falsas acusaciones. Pero tenemos total confianza en la fortaleza de nuestro pueblo milenario que ha resistido y preservado el territorio a pesar de los atropellos”.

Matías Santana, la Machi Betiana, Luciana Jaramillo y Romina Rosas son cuatro de los seis acusados, durante la primera audiencia del juicio en su contra.
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