Nota
Miss Bolivia: Negar o arremangarse para construir justicia social
La exposición completa que realizó la cantante en la última sesión del plenario de comisiones que debe emitir dictamen para que el aborto deje de ser una práctica clandestina.
Diputadas y diputados:
Mi nombre es Paz Ferreyra. Soy psicóloga, comunicadora y también cantante con el seudónimo de Miss Bolivia. Soy mujer, ciudadana argentina y potencial persona gestante. Me acerco a esta audiencia pública con la intención de aportar de primera mano mi punto de vista y experiencia personal, en este debate en torno a la legalización del aborto. Muchas gracias por recibirme.
En 1996 yo aborté.
Aborté porque pude.
Aborté porque tuve la suerte de tener a mi alcance los recursos económicos, simbólicos y los privilegios de clase que me permitieron acceder al proceso de interrumpir un embarazo cuando decidí, que no podía y no quería ser madre. No por eso, dejó de ser un aborto express, clandestino, inseguro y abandonado al azar de los planetas de turno en un consultorio improvisad del barrio de Flores.
A pesar de las lagunas, recuerdo una escalera hacia un primer piso, una habitación sórdida con techo húmedo, un tacho con gasas y olor a sangre. Recuerdo la sensación de haber estado allí sólo 5 minutos, de haber llegado y en un abrir y cerrar de ojos estar sentada de nuevo en la camilla, tambaleante, con mareos y todavía la fuerte presencia de anestesia en mi cuerpo, cuando dos personas entraron, me llamaron un taxi y me sacaron del consultorio “como abrazada” ni bien me desperté, porque si me llegaba a pasar algo, era mejor que me pasara afuera. Sentí miedo e incertidumbre, antes, durante y después.
Llegué a mi casa, y además de miedo sentí dolor, un dolor fuerte en todo el cuerpo, pero sobre todo en la espalda, por llevar encima el peso de la mochila de la prohibición y la clandestinidad, la culpa y la desinformación, agravado por las secuelas de una educación formal amalgamada a una moral religiosa, retrógrada y patriarcal que nos formateó como sociedad.
No le conté a mis viejos porque pensaba que sola podía, aunque sola no estaba. Me ayudaron mis hermanos, mi pareja y mis amigos. No les conté, porque la ecuación en mi universo de significaciones era aborto = malo / aborto = ilegal / aborto = pecado / aborto = prohibido / clandestino / sucio, y muchas otras denotaciones bizarras y negativas que ya conocemos. Y esa ecuación, es el producto de una educación formal sesgada por la moral y un sistema de creencias parciales, que generaron una grave privación de la información en educación sexual que yo, como ciudadana argentina merecía, porque es mi derecho básico.
Puedo decir en primera persona, y a raíz de esa distorsión de la información que todavía circula muchas veces en las currículas de escuelas argentinas o cuando no se aplica el protocolo de Educación Sexual Integral, debo decir que esa educación es además de moralizante, damnificante y perjudicial, y supone un gesto de abandono e irresponsabilidad por parte del Estado y otros actores sociales que diseñan y ejecutan las políticas públicas y administran los mecanismos de control social.
Cuando un sistema educacional, un corpus legislativo y un sistema sanitario se entrelazan, hacen bloque y se construyen en base a una batería de creencias parciales y a un concepto de “Verdad” con mayúscula, de corte metafísico y apoyada en la mitología religiosa también de corte patriarcal, cuando eso pasa, se vulneran en nombre de la moral los derechos individuales de la ciudadanía, en este caso de las personas gestantes, a decidir sobre la soberanía de los propios cuerpos e identidades. Se vulnera también el derecho al acceso regulado, gratuito e inclusivo de los recursos preventivos y paliativos de un embarazo no deseado, y se escatima, por no decir que “se encanuta”, información empoderante y autonomizante con una educación sexual diezmada y hasta a veces, inexistente. Eso no es ético.
En 1996 yo aborté porque pude.
Hay muchas que no pueden, y cursan embarazos no deseados como parte del combo flagelante que el patriarcado supone con todas sus consecuencias.
Hay muchas que lo intentan, y mueren día a día por la práctica de abortos clandestinos, inseguros e inapropiados.
Y hoy, en 2018, veintidós años después, si esto volviera a pasarme a mí, me entristece saber que contaría la misma historia, salvo algún cambio de decorado.
Y eso, es damnificante.
Es damnificante la desidia por parte de un Estado que en vez de garantizar nuestro derechos básicos se obstina y recae en narrativas arcaicas y de fantasía, en un loop que pendula entre la vagancia legislativa, el compromiso con sectores dominantes y el abuso de poder, convirtiéndose en cómplice, garante e ideólogo de miles de asesinatos de personas gestantes en situaciones de clandestinidad.
Diputadas y diputados: es posible un Estado garante de mis derechos.
Creo en esa posibilidad y por eso estoy acá, creo en que ustedes pueden re-escribir junto a nosotras y nosotres la historia de esta sociedad. Estamos en un momento clave donde tenemos la oportunidad de comenzar a restablecer la justicia social.
Aprovechémoslo.
Si en el fondo de este debate, todxs somos pro aborto. Algunxs son “pro-aborto clandestino” y otrxs “pro-aborto legal, seguro y gratuito”. Porque el aborto existió, existe y existirá. La pregunta responsable es qué hacemos con eso: si seguimos en el camino del negacionismo y la moral, o si damos un paso al frente, nos arremangamos como sociedad, y nos ponemos manos a la obra hacia el camino de la ética y la justicia social.
Muchas gracias.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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