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¿No pasarán? No pasarán

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Reflexiones, visiones y datos de quienes decidieron marchar este lunes en contra de la reivindicación planteada en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña, que lució fuertemente vallada mientras las calles eran ocupadas por la gente en una especie de asamblea hecha de encuentros, de conversaciones y de intercambios.

Mucha gente de la llamada “suelta”, autoconvocada, además de algunas estructuras gremiales y de izquierda. Temas: la realidad virtual y la otra. Las redes, los candidatos, las fake, la pandemia. El vacío de dirigencias, versus las ganas de hacer. Los aburguesamientos, la juventud, los precipicios y el asombro sobre cómo se llegó a esta situación. El reclamo por la falta de dirigencias. La comprensión de que mucho de lo que se venga dependerá de lo que la propia sociedad sea capaz de hacer. Por eso aparecen preguntas, enigmas, y no tantas afirmaciones. Voces de quienes decidieron que el lugar perdido de intervención en lo público, de hacerse preguntas y de intentar responderlas, es la calle.

La cita la provocó una candidata a vicepresidenta y fueron miles las personas que rodearon a una custodiada Legislatura para repudiar el acto negacionista en su Salón Dorado. En las calles se pudo asistir a una suerte de asamblea urgente e improvisada de gente suelta que conversó entre sí para hacer un diagnóstico (cuyo subtexto es “cómo nos dormimos”) y darse ánimos y estrategia para lo que viene (“¿cómo hacemos para frenar esto?”) donde la calle promete volver a ser escenario. No solo por actos, sino como ruptura de encierros que hace tres años fueron pandémicos, y hoy resultan muchas veces un producto de la virtualidad.

“A nosotros nos ponen vallas y policías y a ellos le dan el Salón Dorado de la Legislatura”. Ese fue el resumen de la mañana en la que distintos referentes de organismos de derechos humanos y de partidos de izquierda brindaron una conferencia de prensa en la Legislatura para llamar a la movilización de las 16.30. Luego, parte de estos políticos y legisladores porteños realizaron un nuevo acto a las puertas del Salón donde horas después ocurriría el encuentro convocado por la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza Victoria Villarruel.

Mientras tanto, miles de personas rodearon a la Legislatura por Perú y Diagonal Sur, para hacerse escuchar adentro y, sobre todo, escucharse entre sí.

Jóvenes que no votan a Milei

Erika y Julieta sostienen una bandera que reclama por el boleto educativo, algo que, en este contexto, podría parecer una utopía. No la bajan, sino que la suben más alto: son estudiantes de actuación de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) y están junto a una columna que agrupa a distintos centros de estudiantes de la Capital.

Más allá del rechazo al negacionismo, amplían la agenda en disputa: “Venimos luchando hace mucho tiempo por la educación pública y pensamos que esta era una oportunidad de manifestarnos en contra de los de lo que viene diciendo este mismo espacio; sí, motivos diferentes, pero también apoyamos esta causa y no la queremos dejar pasar”, dice Julieta, oriunda de Jujuy.

¿Qué es lo peligroso? “Querer cambiar el curso de la historia. Esto puede ser rutinario si lo dejamos pasar. Como pasa en Jujuy, que ya nos acostumbramos, pero no puede ser. Están todos alineados en ir en contra de los derechos humanos que fueron conquistados todo este tiempo”. ¿Por qué aparecen, ahora, de nuevo? “Yo pienso que hay algo de la distribución de la riqueza que está en juego en este momento”, dice Julieta, y Erika le devuelve la pared: “La represión es la fórmula para meter las medidas de ajuste. Este acto es una manera de meter presión para eso”.

Estas jóvenes politizadas parecen tener claro el combo de represión del Estado + modelo empobrecedor. ¿Es cierto que “los jóvenes votan a Milei”? “Yo entiendo que Milei hizo una muy buena campaña en las redes, por eso su discurso apuntó a mucha gente joven, sí. Pero también hay un desconocimiento general de lo que él verdaderamente propone. Está bueno informarse para decir: no, hasta acá”. Erika: “Hay muchos jóvenes que no saben qué es el tema de Derechos Humanos, porque no se enseña en las escuelas”. Julieta lo confirma: “Jamás lo vi en la escuela, es cierto”. Erika: “La historia argentina se ve recién en 5º año del secundario, de ahí para abajo, nada”. Entre los bombos del acto, ellas hablan del esfuerzo para que no se borre la historia.

Los que duermen vs. un camino

Sebastián de cuarenta y pico, pasa junto a su hijo Salvador. Vinieron desde Luján, sin dudar: “No se puede dudar en rechazar a aquellas personas que secuestraron familias, que torturaron embarazadas, que atraparon niños” dice, y marca lo que resulta más grave: “No me sorprende, pero que la Legislatura Porteña se preste para reivindicar esto es increíble. Me parece terrible que se les dé esta posibilidad a nivel institucional de poder estar en un edificio de la democracia haciendo una reivindicación de lo más nefasto de nuestra historia”.

¿Cómo se llegó a esto? “Es un proceso de años donde no se ha puesto freno o no se ha sido lo suficientemente duro con algunos sectores. Esto demuestra que la táctica que se ha tomado lo único que ha hecho de seguir abonando al crecimiento de una derecha cada vez más rancia, y aunque en algún principio hasta se pintaba de centro derecha hoy abiertamente salen con planteo de ataque a los laburantes y de quita derechos”. Por ejemplo, al suyo propio: Sebastián es docente universitario. Pero ninguna de las centrales que los agrupan en zona norte llamó organizadamente a la convocatoria de hoy: “No hubo una convocatoria tan masiva desde las organizaciones. Pero está sucediendo esto como una expresión clara”. La claridad de Sebastián y Salvador tal vez contraste con la oscuridad de quienes adentro, mientras tanto, organizan el acto planteado por el “Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Vìctimas” sin dejar pasar a la prensa.

Qué pasa ahí adentro es algo que ayuda a interpretar Raúl Godoy, trabajador y referente de la fábrica recuperada Zanon, de Neuquén, e histórico militante del PTS: “Este acto es una provocación para homenajear genocidas que asesinaron a 30 mil compañeros y compañeras y además endeudó a un país, dejando un desastre”.

¿Cómo se relaciona una cosa y la otra? “Hay una frase de Rodolfo Walsh que dice concretamente: la dictadura vino a empobrecer el país, a concentrar más el poder económico. Esta gente tiene los mismos objetivos, tendrán otros métodos, pero el objetivo es el mismo”.

¿En qué momento la derecha se volvió provocadora? Godoy no duda: “Que ellos se hayan agrandado y se empoderen tiene que ver con la pasividad a la que nos han sometido las centrales sindicales, cada vez más adaptadas al poder económico. Hay pibes que no saben lo que es un paro nacional. Ese es el camino que tenemos que retomar, con el estudiantado: la fuerza está, hay que organizarla y darle para adelante”.

El ego o la calle

La tarde es fría, ventosa, pero allí está Ingrid, otra de las que piensa que hay que darle para adelante sin dejar de ver hacia atrás. Tiene 77 años y vino sola: “Hay que estar presentes acá. Se ha luchado tanto y se han conseguido derechos pero hay que seguir peleándola. Tienen que saber que hay una mayoría que no quiere eso, no queremos eso, queremos democracia”, dice y sus palabras resuenan como algo que en otro contexto podría parecer obvio.

¿Dónde nota la falta de democracia? Ingrid sorprende con la respuesta, no dirigiéndola hacia adentro de la Legislatura, sino como espejo hacia la calle: “Podemos hacer uso de la democracia en la calle, por eso digo que eso se perdió en el último tiempo. Yo trato de trabajarlo en el aula donde enseño, en la educación, a los alumnos siempre les digo: hay que rascar, vayan más allá siempre, no nos quedemos en la superficie perdiendo tiempo”.

Ingrid es docente de Comunicación hace más de 40 años, aclara, para contextualizar sobre superficies y profundidades. Señala a los medios que, entre otras cosas, crearon al monstruo. “Estamos en la época de la espectacularidad, no solo en la política sino en todos”, dice y recalcula: “No, por suerte en todo no, pero hay una exaltación del ego”, afirma. Y como a quien se le prende una lamparita, remata: “Hay que salir de ego y volver a la calle”.

Los ojos de Trini

Está junto a las vallas que impiden acercarse a la Legislatura. Trinidad tiene ojos grandes, 17 años y un entusiasmo contagioso. Cuando vamos a conversar, su mamá, Mónica, se acerca: “Preguntas concretas, por favor, porque es una persona con autismo”.

¿Por qué viniste Trini? “Vine para luchar”.

¿A favor de qué? “A favor del pueblo. Del pueblo que busca un mundo mejor”.

Mónica integra la Asociación Civil Sobrevivientes, Familiares y Compañeros de Campo de Mayo, sede donde funcionó uno de los principales centros clandestinos durante la dictadura, manejado directamente por el Ejército. Plantea Mónica a lavaca, señalando a la Legislatura: “Ellos tran el tema, nosotros traemos la lucha. No vamos a permitir que caiga la memoria. Estamos en contra de Milei y esas cosas”. Trini agrega: “Exactamente”.

“Acá estamos diciendo que no vamos a dar ni un paso atrás” explica Mónica.

Trini está en 4º año del secundario. Imagina para después: “Me gusta pintar cuadros, es lo que hago. Voy a seguir haciéndolo”. Para el ahora: “Todo costó mucha sangre, pero hay que pelear por un mundo major. Y más justo”. Le agradezco y dice con esa intensidad de los 17: “Nunca más dictadura militar”. Remata: “Y porque no se puede permitir esto hoy esto ya está traspasando lo que es el negacionismo y reivindicar la dictadura, así que hoy no se nos podemos dejar pasar un acto de reivindicando genocidas”.

Sebastián es otro de los que se mandó sin que lo llamen, en una época en la que parecería que toda la movilización dependería de lo electoral: “Siempre que puedo ir con La Cámpora San Miguel vamos, pero bueno, hoy no se dio, yo y vine por mi cuenta. Yo, la verdad, que tenía la necesidad de que convoquen. Estaba esperando pero como no convocaron, me vine“. ¿Por qué? “Yo esto lo venía olfateando desde la pandemia que se venía avanzando estos libertarios … Esto se venía lo venían ofasateando y bueno: se lo dejó caminar mucho y eso debe llevarnos a hacer más actos de estas características”.

Sebastián es fletero, tiene 36 años, y llegó con Karen, con quien tienen una hija. “Todo es peligroso. Esta gente de Milei es sanginaria, directamente, quieren destruir a la sociedad. Yo le pongo toda la fe y todas las fichas a que gane Massa”, dice ella.

¿Y cómo se logra eso? “Militando a morir. Organizados, con un plan. Hay gente que votó a Cristina y ahora a Milei, porque hay mucha desinformación, confusión, el bolsillo pesa mucho y hay gente que vota a este engendro, digamos. Pero creo que vamos a ganar igual, pero si no nos quedamos quietos”. 

¿Dónde está la casta?

Asunción, Soledad, Inés y Mariela no paran de hablar salvo para la foto y luego siguen, a grabador y corazón abierto. Una es emprendedora, otra docente, otra artesana tanguera, otra socióloga.

Reflexiones:

“Vinimos para que no vuelva nunca más nada que se parezca a la dictadura ni defienda el terrorismo de Estado. Siento que estamos en un retroceso: pensaba que este tema nos aunaba como sociedad, seas de derecho, de izquierda o lo que sea”.

“Me acuerdo la plaza del 2×1 (la enorme movilización durante el macrismo, en mayo de 2017, que frenó el intento de beneficiar judicialmente a represores y genocidas). Ahora en cambio siento que nos están tratando de disgregar, de socavar. Es una estrateegia que tienen recontrapensada”.

“Pero nosotros no estamos pudiendo manejar cosas. Te manejan las redes, las fake news, todo, y aparece una candidate a vicepresidenta que abre la Legislatura. Y nosotras acá. ¿Dónde està la casta?”.

“¿Sabés que hacen? Te confunden. Esa es la estrategia. Como que te van llevando, yo siento literalmente en el cuerpo que me están empujando hacia un precipicio”.  

“Están operando para el mal en las redes. No me canso de ver la gente que está mintiendo y tergiversando. Ahí empieza parte de la confusión. Si te confunden te controlan. Eso es terrible”.

“Pero es cierto, nos la pasamos hablando de las redes, y lo que perdimos es la calle, puta madre, esa es culpa nuestra, porque ahí sí que perdemos la batalla cultural”.  

“No creo que sea tan así. Estamos recuperando también. Creo que hay otra capacidad de respuesta. No olvidemos que hay una cuestión neofascista en el mundo entero”.

“Pero a mí me importa lo de acá y hablo de acá. No quiero retroceder 50.000 escalones, loca. Hay un límite. Hay cosas que no se transan”.

“Hay puestas en escena de la derecha todo el tiempo. Acá tenés una manipulación de las herramientas democráticas. Todo se puede manejar y convertir en una herramienta para la derecha, para hacer lo que les dé la gana. ¿Viste como lo de Lago Escondido, los jueces y funcionarios con los empresarios? ¿Y qué pasó al final?”.

“La democracia no está dando respuesta a la gente. La gente, la militancia también necesita orientarse, y acá no hay líderes: estamos a tientas, sin saber qué hacer, y también aburguesados: desde la pandemia se nota mucho eso”.

“Pero capaz que no hay que esperar tanto a los líderes sino ponernos a hacer cosas. Empoderarnos, no por la vía de la individualidad sino de los colectivos, y estando en la calle”.

“Hay que salir del botoncito. Creemos que hacemos algo, cuando en realidad no hacemos nada salvo mandar mensajes y apretar botoncitos. Pero ojo, cuando apretamos el botoncito y termina saliendo alguien como Milei, ya no es un hecho virtual sino un hecho real. Por eso tenemos que recuperar la realidad”.

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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