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Nueve mil veintiséis, la justicia sigue desaparecida

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Julio López sigue desaparecido y el expediente todavía lo clasifica como si fuera una persona perdida. Por pedido del juez, el ministro Arslanian tuvo que informar cuánto de los policías en actividad ingresaron a la institución en tiempos de la dictadura. Así se reveló por primera vez no sólo cuántos son, sino dónde están. Y así, paradojalmente, López nos sigue dando testimonio sobre lo que representa una dictadura.

Verdad: En la comisaría tercera de Los Hornos trabajan 27 efectivos que ingresaron a la Policía Bonaerense durante la dictadura militar.
Consecuencia: Miembros de esa dependencia fueron los que detuvieron en enero pasado al adolescente de 17 años Darián Barzábal, lo introdujeron a su patrullero y lo fusilaron con un tiro en la nuca, acusándolo de haber robado la casa de Luis Dorato, otro policía que también ingresó a la institución en aquellos años negros. El principal imputado por el disparo es el sargento Santiago Regalía y cinco de sus compañeros están acusados de encubrimiento por haber plantado una pistola calibre 32 para justificar un enfrentamiento armado que nunca existió, entre ellos el responsable de la seccional, Eduardo Zaffino, quien ingresó a la maldita policía en febrero de 1980 con el legajo 14.933 y en tiempos en los que aún Videla era presidente.
La genética institucional de los policías de Los Hornos salió a luz después de que el juez federal de La Plata, Arnaldo Corazza, solicitara al ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián, la nómina de los miembros de la policía provincial que ingresaron a la institución en el período 1976-83. El pedido no es casual: la medida se tomó a instancias de la querella en la causa que investiga la desaparición de Jorge Julio López, vecino de la comisaría de Los Hornos, y principal testigo en el juicio oral que condenó a cadena perpetua al ex Director General de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, mano derecha del entonces mandamás de la institución policial bonaerense, Ramón Camps.

La trama
Ya pasaron casi seis meses y López sigue desaparecido. Y si bien la causa pasó de la justicia provincial a la federal, aún no cambió su carátula, una formalidad necesaria para que la pesquisa se lleve adelante bajo la hipótesis de la desaparición forzada de personas.
Los avances sobre el paradero de López, por ahora, son inexistentes. No obstante, la solicitud del juez Corazza a Arslanián permite al menos precisar los alcances de la continuidad de esa trama que hizo posible que, 23 años después de la recuperación de la democracia, pueda desaparecer un testigo clave en un juicio contra un represor policial.
El titular de la cartera de Seguridad cumplió rápidamente con el requerimiento y dejó así en claro que las anunciadas purgas institucionales durante su propia gestión fueron, cuanto menos, insuficientes. La cantidad de policías bonaerenses que se formaron bajo el mando dictatorial y aún cumplen su tarea en la institución es nada más y nada menos que 9.026.
Para que nadie piense que hay aquí un error de tipeo, aquí va la cifra en letras: nueve mil veintiséis.
El número equivale a un 20 por ciento del total de efectivos de la fuerza y, por la edad, muchos ocupan hoy cargos de responsabilidad.
No bien se conoció el dato, se intentó minimizarlo con el siguiente razonamiento: el hecho que hayan ingresado a la policía entre 1976 y 1983 no implica que hayan participado de la represión. Muchos, incluso, habían entrado a la institución en plena retirada de la dictadura. La Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos se tomó, entonces, el trabajo de discriminar cuántos se incorporaron a la fuerza en cada año. El resultado fue que 3.102 policías -tres mil ciento dos- se integraron a la institución bonaerense antes de 1979.
Durante 1976, 77 y el 78 se llevó adelante la actividad más intensa en los campos clandestinos de detención. «En ese período la policía bonaerense fue el centro de la política represiva y ningún miembro de la fuerza podía estar al margen de lo que pasaba», señala Adriana Calvo, sobreviviente de tres campos de concentración. Y agrega: «Puede ser que los que ingresaron después no hayan tenido participación directa en la represión de la dictadura, aunque sin duda han aprendido sus métodos: se formaron en esa escuela.»
De la nómina aportada por Arslanián muchos revisten hoy en la Guardia de Infantería y en la Dirección de Inteligencia.

Dos ejemplos
En la lista hay nombres que están directamente relacionados con el caso López. Dos ejemplos:
1) Aparece el inspector Roberto Silva, primer coordinador de la investigación con la que -se supone- se intenta dilucidar dónde está Julio López. Silva fue apartado de esa tarea recién cuando se hizo público el dato.
2) También figuran en la lista cinco policías que hoy trabajan en la Comisaría Quinta de La Plata, donde López había sido llevado y torturado cuando desapareció por primera vez, en octubre del 76.
El conmovedor relato que realizó López de esa experiencia en los tribunales orales de La Plata resultó fundamental para condenar a cadena perpetua a Etchecolatz. El ex comisario hoy pasa sus días en el penal de Marcos Paz junto a otros ex represores. La Asociacion Ex Detenidos-Desaparecidos exigió que, para avanzar en la investigación del paradero de López, se revise la nómina de visitas que frecuentan al represor, así como también sus comunicaciones telefónicas.

Excelencias de la nada
El juez Corazza también revisó la pista que involucraba al delegado comunal de la localidad de Atalaya, Rubén Durso. La supuesta «pista Durso» circuló por páginas web y foros virtuales, impulsada por profesionales del rumor. Según la página web donde el excéntrico Jorge Asís resucita a su alter ego Oberdán Rocamora, López -que para este ex funcionario menemista no es un desaparecido sino un «ausentado»- habría dormido una noche en la casa de ese delegado comunal, después de que se denunciara públicamente su desaparición. Asís construye la versión a partir de un solo dato cierto: cuando la policía bonaerense llegó al domicilio de Durso, los perros adiestrados especialmente para buscar el rastro de López se lanzaron con ansiedad hacia un colchón. La investigación retomada por el juez Corazza concluyó que la víctima no durmió allí, sino que antes de la llegada de los perros, otro policía había deambulado por el lugar con una zapatilla del ex albañil en el bolsillo. Era la misma que la familia de López proporcionó para que los perros puedan seguir el rastro. Por lo tanto, los caninos sólo descubrieron allí otro tipo de evidencia: que el uniformado ya había estado antes en el lugar y lo había contaminado, arruinando así una línea de investigación.

Publicado en la edición número 3 de MU, el periódico de lavaca

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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