#NiUnaMás
Observatorio Lucía Pérez- Informe sobre cuarentena y violencia: cómo aumentaron las denuncias en 14 provincias y ciudades argentinas
Desde que se decretó la cuarentena obligatoria los denuncias por violencia de género aumentaron un 750% en Tucumán, en Córdoba hubo 300 llamadas por día y se realizaron 210 detenciones, 42 alertadas por el botón antipánico. En Salta las fiscalías recibieron 270 denuncias, en Entre Ríos 900 y en Santa Fe hubo 3.649 reportes de violencias solo en los primeros 24 días de cuarentena. Estos son solo algunos datos informados por fuentes oficiales. A continuación, el relevamiento de los 14 provincias y ciudades, parte del Observatorio Lucía Pérez de violencia patriarcal.
Alertamos que no hay un registro unificado de denuncias, ya que hay una multiplicidad de formas de realizarlas, que varían de acuerdo a cada provincia e incluso, en cada ciudad, por lo cual –tal como alertó el Observatorio de Salud Pública de la provincia de Santa Fe cuando difundió su informe-: “Resulta crucial articular procesos y canales más rápidos de recolección de información válida y confiable sobre los datos”. Exigimos que así sea, ya que la violencia contra mujeres y trans es un tema de salud pública que debe tomarse como prioridad en el contexto de esta pandemia.
1.Tucumán
Al 7 de mayo las denuncias por violencia de género habían crecido un 750% durante la cuarentena. El dato surge de un relevamiento realizado por el Ministerio Público Fiscal de Tucumán en comisarías.
El fiscal Ignacio López Bustos, a cargo de las Fiscalías I y II en Violencia de Género y Familiar, informó que en el contexto de cuarentena ya se efectivizaron más de 2.300 medidas de protección de personas.
2. Córdoba
Informe al 22 de abril : la provincia registraba un promedio de 300 llamadas por día. La cifra representa que se multiplicaron por 10 desde el inicio de la cuarentena. Entre las denuncias, el 76,7 por ciento es por situaciones de violencia de género, abuso sexual, maltrato infantil y violencia familiar. El 12,6 por ciento se da por situaciones de violencia de terceros, sean vecinos o conocidos. Finalmente, el 10,7 por ciento de los llamados están relacionados a violaciones a las medidas de restricción.
Desde que rige el confinamiento hubo 210 detenciones, 42 motivadas por el botón antipánico. La mitad de estas aprehensiones se concretaron en la Capital.
3.Salta
Desde el pasado 20 de marzo hasta el último 7 de abril, y según confirmó el Ministerio Público Fiscal de Salta, las fiscalías recibieron 270 denuncias por violencia de género. Del total de las denuncias por violencia de género, 154 corresponden al Distrito Judicial Centro; mientras que 40 al de Tartagal; 32 al de Orán; 27 al de Sur–Metán; y 17 al de Sur– J.V. González.
La Justicia salteña recibe 15 denuncias diarias por violencia de género desde el inicio del aislamiento social. Se contabilizaron 267 denuncias a la línea 144 (que en esta provincia se articula con el 911) entre el 20 de marzo y el 7 de abril según el Ministerio Público Fiscal.
4.Entre Ríos
Al 28 de abril hubo 900 denuncias. Ante el aumento de situaciones de violencia familiar y contra la mujer durante la cuarentena sanitaria por Covid-19, la Oficina de Violencia de Género del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos (STJ) y la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos Argentina (Uner) anunciaron que desarrollan, de manera conjunta, una acción de extensión de emergencia para prevenir y abordar estas situaciones.
La iniciativa se implementó bajo el hashtag #Mequedoencasa#Sinviolencia, con difusión a campañas de prevención de situaciones de violencia familiar y contra la mujer e implementación de un formulario on line de denuncia del Poder Judicial. En la primera semana hubo 20 denuncias vía este formulario web (del 13 al 19 de abril).
Fuentes:
5.Santa Fe
Informe al 29 de abril: Según el Observatorio de Seguridad Pública de la provincia hubo 3.649 reportes de violencia de género en la ciudad en los primeros 24 días de aislamiento, uno cada 12 minutos. Sumando la ciudad de Santa Fe llegan a 5.000. La mayoría llega por 911. El estudio releva los casos que entran por distintos mecanismos de denuncia y consulta en las dos ciudades más grandes del territorio provincial. Abarca la segunda etapa de la cuarentena, del 1° al 13 de abril, y actualiza el ya publicado de la primera fase, del 20 al 31 de marzo. En total, en los 24 días hubo 5.000 registros algún tipo de violencia de género en Rosario y Santa Fe, 415 por día. Entre la primera y la segunda etapa hubo un incremento del 25 por ciento de casos. Rosario se lleva la mayor parte, con 3.649, que equivalen a 303 por día o uno cada 12 minutos. En Rosario registran 303 situaciones por día.
Una de las aclaraciones que hace el documento es la dificultad que hoy tienen para relevar de manera precisa la violencia de género en todo el territorio provincial. Es que en cada lugar y en cada dependencia estatal hay criterios distintos. Sólo por dar un ejemplo, en la Justicia un fiscal puede relevar un caso como lesiones o amenazas sin necesariamente tener en cuenta que fue en contexto de violencia de género. Por eso, el documento abarca las ciudades de Rosario y Santa Fe. “Resulta crucial articular procesos y canales más rápidos de recolección de información válida y confiable sobre los datos del resto de las localidades para realizar un informe que sea representativo de la totalidad del territorio provincial”, explican las personas a cargo del procesamiento de datos en un pedido de una política más contundente para tener información más precisa.
En la primera etapa de la cuarentena en la provincia registró 2.215 situaciones de violencia de género, 201 por día. De ese total, 1.644 fueron Rosario y 571 de Santa Fe.
En la fase del 1 al 13 de abril, hubo 2.785 entre las dos ciudades, lo que implica una suba de 565 situaciones en relación a los últimos 11 días de marzo. Del total, la mayoría volvieron a ser en Rosario, con 2.005 registros. En Santa Fe hubo 780.
En los 24 días de aislamiento la cifra total fue de 5.000 registros, 415 por día. De ese número, 1.350 fueron en Santa Fe, es decir 112 por día o uno cada 20 minutos, y 3.649 fueron en Rosario, que equivale a 303 por día o uno cada 12 minutos.
El informe detalla por dónde entra cada registro de violencia de género y da un panorama de los canales más usados para denunciar. Según las estadísticas, el 58 por ciento llega por llamados al 911. Le siguen la denuncia judicial en un 20 por ciento y la denuncia policial con un 10 por ciento. Los centros de salud y los espacios de acompañamiento y orientación registran un 6 por ciento cada uno.
6.Mendoza
Intervinieron en 300 casos de violencia de género durante la cuarentena.
“Creemos que este contexto de aislamiento y de parejas compartiendo más tiempo en sus casas ha potenciado los casos. Pero han disminuido las denuncias. El tema es que recibimos llamadas de personas que cortan cuando atendemos, probablemente porque el violento está con ellas. Por eso estamos pensando en distintas estrategias, de acuerdo a los recursos”, señaló la directora de Género y Diversidad, Silvina Anfuso. “Muchos llamados son familiares, amigos o vecinos y vecinas de mujeres que son víctimas. Son testigos que buscan herramientas sobre cómo actuar”.
7.Neuquén
Las denuncias aumentaron un 34, 93% en la ciudad capital. Hasta el20 de abril había más de 500 por situaciones de violencia.
Según detalló María Soledad Crispín, coordinadora provincial de la línea 148, también hubo llamados por emergencias sanitarias y alimentarias. «En los primeros días de la cuarentena hubo muchas situaciones de conflicto entre padres y madres separados por las tenencias de los niños. Y también situaciones de salud mental dado el encierro, pero con el correr de los días casi la totalidad de los llamados a la línea se tratan de situaciones de violencia hacia mujeres en el contexto familiar.
Fuentes: https://www.lmneuquen.com/cuarentena-las-llamadas-violencia-genero-crecieron-un-39-n699506
8.Corrientes
Al 13 de abril hubo 13 casos denunciados de agresión , según informóministro de Justicia y Derechos Humanos, Buenaventura Duarte en conferencia de prensa realizada en Casa de Gobierno de la provincia. «Tuvimos tres situaciones con exclusión de hogar», que definió como “bastantes conflictivas”.
9.Misiones
Durante la cuarentena hubo cuatro femicidios y dos intentos de femecidios. No hay datos oficiales sobre denuncias ni llamados a las líneas de emergencia. “Hemos pedido acciones de urgencia, facilitando los teléfonos para denunciar, también vía online. Queremos casa refugios para las víctimas y que tengan una ayuda económica”, declaró la coordinadora de la organización social Mumalá en conferencia de prensa.
10.Conurbano Bonaerense
En una encuesta realizada por el Instituto del conurbano de la Universidad nNacional de General Sarmiento entre 165 referentes territoriales se registró que más del 40 % de los encuestados “informan que conocen casos de violencia de género durante la cuarentena en sus propios barrios o barrios vecinos. Consideran que se agravó especialmente la violencia psicológica y económica hacia las mujeres y también la violencia hacia niñas y niños.
11.Trelew:
Al 11 de mayo ya sumaban 120 las víctimas por violencia de género en Trelew. Estiman que pueden ser más: muchas no pueden acercarse a la Comisaría ni usar su celular. Varias organizaciones de mujeres nucleadas en una Multisectorial elaboraron un programa para que el Gobierno ponga la lupa urgente en lo que sucede: solicitan módulos alimentarios, subsidio de alquileres hasta que se supere la pandemia, y seguridad: que la Policía llegue a todos los barrios donde exista una urgencia. “El hogar pasó a ser un lugar inseguro para la mujer. Hoy su casa no es segura. Tiene al violento al lado, no puede salir. A veces ni siquiera le permite usar el celular”, explicó Lorena Elisaincin, miembro de la Multisectorial y Puerta Violeta. Es abogada y tiene a su cargo el asesoramiento que las víctimas solicitan cada día. “Se nos hace cada vez más difícil la asistencia en esta situación: teníamos 1.700 casos en 2019. Muchas habían salido del círculo de violencia, logramos que se inserten en la Economía a través de las ferias, pero fueron cerradas”. “La violencia de género es tan importante como la emergencia por Covid-19. En Trelew tenemos 3 llamados por día. Algunos podemos resolverlos enseguida y otros derivamos. Desde que se inició la cuarentena llevamos 120. Las victimas necesitan asesoramiento y ayuda”.
Puerta Violeta es una organización con un lugar físico de asistencia. Es el salvavidas de muchas mujeres en emergencia. Pero aclaró Elisiancin que es un lugar de tránsito. Se evita que las víctimas permanezcan mucho tiempo. “Están a lo sumo 3 días. Trabajamos con el entorno familiar para que la mujer pueda salir del círculo de violencia. Con la mayoría, lo logramos a través de la independencia económica. Ahora, con los comercios y ferias cerradas no pueden mantener a sus hijos ni llevar comida a su casa. “Las Comisarías de la Mujer siguen atendiendo y Fiscalía tiene que tener a alguien de turno siempre. Hay que insistir porque las denuncias, se deben tomar”. “Necesitamos que la Violencia de Género esté en la agenda. A veces, la Policía llega más rápido a un lugar en que se denuncia una violación de cuarentena que cuando llama una mujer que está siendo agredida. Pedimos que se atiendan urgente esos casos”.
https://www.trelew.gov.ar/violencia-de-genero-trelew-refuerza-la-atencion-a-mujeres-vulneradas/
12.Mar del Plata
Informe al 3 de mayo: bajo al período de cuarentena, las llamadas al 144 – la línea telefónica de emergencia – aumentaron un 140%.«Durante el encierro de las víctimas con su agresor, es alarmante ver cómo aumenta la violencia hacia las mujeres», explicaron a través de un comunicado diferentes organizaciones sociales. El tema fue tratado en una sesión del Consejo Deliberante de la ciudad y fue tema de la Defensoría del Pueblo, que reclamó medidas urgentes.
13.Comodoro Rivadavia
En abril hubo un 50% más de denuncias por violencia de género, informó la subcomisaria Alejandra Medina jefa de la comisaría de la mujer, zona sur, de Comodoro Rivadavia, donde se recibieron 81 denuncias. El 26% fue por lesiones, un 20% por incumplimiento de medidas judiciales y un 11% por amenazas. A su vez, tienen 456 medidas cautelares que están controlando.
14.Puerto Madryn
En el juzgado de Familia N° 2 se registraron 36 denuncias por violencia entre el 16 y el 30 de abril. Esto representa un promedio de una denuncia cada 9 horas. El juzgado informa que notó también “un aumento de la crueldad” en las agresiones y de “las lesiones físicas”.
Observatorio Lucía Pérez
Buenos Aires 12 de mayo de 2020
#NiUnaMás
Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio

La marcha en La Matanza, a dos semanas del triple narcofemicidio.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org
En silencio.
La marcha empieza 21:29, horario en el que las chicas se subieron, hace dos semanas, a la camioneta Chevrolet Tracker blanca. Para quienes no conocen este lugar –rotonda de La Tablada, cruce de Camino de Cintura y avenida Crovara, La Matanza–, el silencio que acompaña la movilización de las familias de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez no se termina de dimensionar.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El perímetro está cortado desde muy temprano por la policía bonaerense y apenas algunas motos del barrio o ambulancias urgentes pasan por una intersección que, en un día común, es puro bocinazo, ruido y tránsito sin parar.
Así, en silencio, esta marcha grita que hace dos semanas ya no hay ningún día común.
“El barrio está de luto”, dice Brian, un joven muy dulce que acompaña a la familia de Morena. “Antes se escuchaba música, había fiesta, baile. Ahora, nada”.
Eric, de 28 años, al lado de la familia de Brenda: “El barrio está triste”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las chicas que acompañan a Estela, mamá de Lara Gutiérrez, mueven la cabeza de un lado a otro: “Queremos justicia”, dicen. No quieren decir más. ¿Hay algo más?
De a poco, desde los monoblocks que custodian esta rotonda bajo la mirada de murales del Papa Francisco y Diego Maradona, los vecinos fueron llegando. Algunos volvían de trabajar, otros se sumaban después de cenar. Hay jubiladas, adolescentes y muchos niños y niñas que sostienen velas en cuellos de botellas de plástico. Sabrina, la mamá de Morena, marcha mirando el frente. Paula, mamá de Brenda, lleva en brazos a su nieto de un año. Hay mucho dolor, y son los niños los que marcan con una mirada de fuego una fotografía fuera de lugar, una cámara que parece no respetar este duelo.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, nadie habla.
Solo los pasos en una ronda a la rotonda en sentido inverso a las agujas del reloj, como las Madres en Plaza de Mayo, o los jubilados en el Congreso.
Quizá de manera inconsciente, sin saberlo, en este gesto las familias respondan una pregunta innecesaria que circula en algunos colectivos que se desvían de recorrido por el corte: “¿Por qué marchan si hay detenidos?”. Precisamente, porque el nunca más se sostiene en movimiento, como una forma de gritarle a la agenda política y social que este horror no tiene justicia.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En silencio, la ronda termina.
Las familias se reúnen y sacan bengalas y globos blancos que todo este barrio que marcha estuvo inflando durante la tarde. “Ahora”, ordena Sabrina, y los globos se sueltan.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Las bengalas se encienden.
Las familias se abrazan, se descargan.
Y un nene, que no llega a los diez años, dice lo único que hay que decir: “Justicia”.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
#NiUnaMás
La sociedad contra el narco: cómo se organizan los barrios
Cómo enfrentan el avance narco dos centros barriales de la Villa 21/24 (CABA) y Puerta de Hierro (La Matanza) que reciben a jóvenes adictos. Lo que cuentan esos jóvenes: la realidad del barrio, los transas, los efectos de la crisis, las cosas que logran transformar vidas. Lo que se puede cambiar y lo que no en esta investigación que compartimos: La vida como viene, publicada en la revista MU.
Por Lucas Pedulla
Fotos: Juan Valeiro
(más…)#NiUnaMás
Femicidios territoriales: las tramas de la violencia

Lo narco, la violencia, los femicidios. Un tema que acaba de provocar el horror a partir tres crímenes: Lara Gutiérrez, 15 años, Brenda del Castillo, 20 años y Morena Verdi, 20 años. El Observatorio Lucía Pérez y la Cooperativa lavaca vienen siguiendo e investigando desde hace años esta realidad. Ese trabajo se plasma en un libro que ya está en imprenta: Femicidios, narcotráfico y Estado, del cual adelantamos aquí el prólogo. El concepto femicidios territoriales abarca a aquellos que no se ajustan a los modelos tradicionales de la teoría de género y que no hablan de vínculos de pareja e intimidad, sino de tramas de narcocriminalidad e impunidad territorializadas, con participación de agentes estatales, tales como policías, agentes penitenciarios y fiscales. La definición de lo «narco», el sentido y el contenido del territorio y sus tramas de relaciones, el poder. Y los cuerpos que narran una historia personal y colectiva, que debemos comprender para trazar una radiografía de época.
por Claudia Acuña, Florencia Paz Landeira y Anabella Arrascaeta
Desde el Observatorio Lucía Pérez registramos e interrogamos todos los días las cifras de la violencia patriarcal. Desde ese ejercicio cotidiano sostenido durante ya doce años proponemos la categoría de “femicidios territoriales” para intentar comprender la singularidad de crímenes como los de Lucía Pérez, Melina Romero, Iara Rueda, Luna Ortiz o Araceli Fulles, por citar solo algunos casos paradigmáticos. Se trata de femicidios que no se ajustan a los modelos epistémicos tradicionales de la teoría de género y que no hablan de vínculos de pareja e intimidad, sino de tramas de narcocriminalidad e impunidad territorializadas, con participación de agentes estatales, tales como policías, agentes penitenciarios y fiscales. Participación activa, en tanto que genera condiciones de posibilidad para estas muertes en esos territorios; y también participación concreta, al garantizar y perpetuar la impunidad de esos femicidios, falseando pruebas y entorpeciendo procesos judiciales. Marta Montero, madre de Lucía Pérez, prefiere llamarlos “narcofemicidios”. Sumamos a este concepto la referencia al territorio porque quizá nos permita enfocar los factores que los producen: los narco-femicidios se originan en narco-territorios concretos en los cuales la actividad delictiva ya cuenta con impunidad estatal.
En primer lugar es necesario definir a qué denominamos “narco”:
- Narco es un término que hace referencia a una actividad criminal que se lleva a cabo “con la participación ilícita de actores del Estado2. “
- Lo narco opera a través de una necromáquina cuya tarea es acallar, atemorizar y doblegar resistencias hasta esclavizar las fuerzas de producción necesarias para extraer capital de todo lo vivo: cuerpos, territorios, medio ambiente, datos.3
- Lo narco produce una forma característica de femicidio porque le otorga a ese crimen un significado político y cultural. En palabras de Reguillo, “mata dos veces: la del asesinato y la de tu muerte convertida en dato”. Tal como define la filósofa italiana Adriana Cavarero cuando traza una relación entre el genocidio del Holocausto y estos crímenes, en ambos casos se trata de “una violencia que no se contenta con matar porque sería demasiado poco: al destruir el cuerpo singular constituye el acto del fin no de la vida, sino de la condición humana”.
Lo narco gobierna territorios azotados por las políticas neoliberales que durante décadas destruyeron tanto puestos de trabajo como instituciones estatales que debían contener y reparar las consecuencias.
Estas características unen la postal de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, con la de Palpalá, en Jujuy, escenas del crimen de los femicidios de Araceli Fulles y Iara Rueda. Dominan también puertos como los de Mar del Plata y Rosario, ciudades hermanadas por los nombres de Lucía Pérez y cada una de las mujeres masacradas en balaceras. Pero son solo aquellos femicidios que con gran esfuerzo de sus familias y su comunidad han logrado trascender con nombre y rostro la opacidad que caracteriza toda narco- actividad – desde la venta de sustancias hasta sus crímenes y fundamentalmente, sus activos financieros y redes políticas- lo que nos ha obligado a fijar la mirada en esos territorios.
¿Qué vimos?
En San Martín vimos que Araceli Fulles, de 22 años, estuvo venticinco días desparecida sin que ninguno de los rastrillajes organizados por la policía la encontraran. Su cuerpo fue hallado finalmente por su hermano el 27 de abril de 2017, enterrado debajo de la cama del sospechoso, Darío Badaracco, quien justo en ese momento estaba declarando ante la fiscal, que lo dejó ir. El hombre fue detenido en otro barrio de la periferia dos días después y gracias a que una mujer paraguaya, embarazada y en ojotas, lo corrió y entregó a los gendarmes que militarizaban el barrio. Tiempo después ese único detenido fue asesinado: le hicieron tragar agua hirviendo en la prisión de Sierra Chica, en la que el Servicio Penitenciario tenía a cargo su custodia hasta el juicio. Finalmente, en un tribunal rodeado por miles de personas que clamaban “Justicia por Araceli”, los autores materiales del femicidio fueron condenados a prisión perpetua, pero en enero de 2024 la Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires absolvió a Marcelo Ezequiel Escobedo, Hugo Martín Cabañas y Carlos Damián Cassalz, quienes habían sido condenados el 4 de noviembre de 2021 por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de San Martín. Los jueces Daniel Carral, Victor Violini y Ricardo Maidana ordenaron su inmediata liberación, cuestionando el accionar del perito Marcos Herrera, quien había ofrecido gratuitamente sus servicios a la familia de Araceli en aquellos desesperados días de búsqueda. Los magistrados en su fallo ordenaron que la Fiscalía General de San Martín investigue su actuación en esta causa, ante la posible comisión de un delito de acción pública, y solicitaron al presidente de la Suprema Corte de Justicia bonaerense y a la Procuración General que “se evalúe la posibilidad de establecer protocolos de actuación en materia de rastros odoríficos, así como en la acreditación de las certificaciones y habilitaciones”. La posible actuación dolosa de este perito dejaba, así, inválida la sentencia. La familia apeló el fallo y hasta hoy la Corte Suprema de Justicia de la Nación adeuda una respuesta. En tanto, los imputados están en libertad.
Por el crimen de Araceli no fueron sometidos a ningún proceso judicial ni el comisario ni los agentes que encubrieron a la banda de narcomenudeo que operaba en el barrio y mató a Araceli. Hubo, sí, varias condenas a autoridades policiales en otros procesos judiciales contemporáneos al que investigó el femicidio de Araceli y que probaron las vinculaciones en ese territorio entre bandas narcos y fuerzas de seguridad. Una de ellas fue en septiembre de 2023, cuando la jueza federal Alicia Vence procesó con prisión preventiva al comisario Osvaldo Javier Calderón y dos oficiales de la Comisaría Primera de San Martín que fueron filmados mientras recibían coimas para liberar a dos integrantes de una banda narco.
Territorios, cuerpos y violencias
Al hablar de territorio nos referimos no solo a la base material y orgánica de los ecosistemas, sino también a la historia y las relaciones que se han entretejido de modo constitutivo. El territorio aparece entonces como una trama de redes de relaciones que, en su dimensión conflictiva y contradictoria, configura experiencias y sujetos singulares marcados por variables procesos de jerarquización y de desigualdad.
Hay en la palabra “territorio” una serie de sentidos contradictorios anudados. Por un lado, en su propio origen etimológico aparece asociada a una voluntad de control y de dominio, en un lenguaje bélico y de conquista. Pero el territorio, en sus usos sociales y locales, también alude al saber de la experiencia, a una relación de alteridad respecto de espacios institucionales y burocratizados. El territorio, en este sentido, puede ser una analogía de la calle o, para decirlo en términos más amplios, del espacio de la vida cotidiana. El territorio también es, en un sentido más literal, la tierra. El cuerpo –nuestro cuerpo– puede ser también vivido e interpelado como territorio, pero no todos los cuerpos se constituyen en territorios en disputa, sino especialmente aquellos cuerpos feminizados, racializados, empobrecidos y marginados. Se va armando así un mapa imaginario de cuerpos y territorios simultánea e inextricablemente sometidos a procesos de desvalorización, violencia y explotación; de despojos múltiples de la vida en todas sus formas.
Pensados los territorios como configurados por relaciones de poder, las desigualdades de género se despliegan y concretan en ellos de un modo fundamental. Desde esta perspectiva, entonces, el territorio aparece como espacio tallado en donde se producen y reproducen desigualdades étnico-raciales, de género, de clase, de edad y deviene, así, un espacio de disputa. Los territorios son campos de fuerza, producto y objeto de disputas, resistencias y dominios. Por lo tanto, están siempre en devenir, nunca acabados, nunca cerrados; contingentes.
¿Es posible trazar una frontera clara y objetiva entre el cuerpo y el territorio? ¿Qué paisaje habita nuestros cuerpos? Al respecto, la filósofa feminista Donna Haraway pregunta provocadoramente por qué nuestros cuerpos deberían terminar en la piel. Los cuerpos están situados e interconectados de forma profunda con la trama de la vida. Pensar en lo viviente desde la interconexión, la interdependencia y la existencia de flujos continuos nos abre la mirada a reconocer patrones comunes que, en nuestro espacio y tiempo, hablan de formas sistemáticas de extracción de valor, despojo y violencia extractivista. Se trata de advertir la concurrencia entre procesos de pobreza y desigualdad, de violencias de género y ambientales, que expresan una lógica depredadora común que exponen cotidiana y persistentemente a las personas, a los territorios y, en última instancia, a la vida.
Hace ya décadas que, desde los feminismos, se han señalado analogías entre la explotación de los territorios desde la lógica de la ganancia capitalista y la explotación de los cuerpos feminizados desde la lógica patriarcal. En este sentido, Vandana Shiva afirma que la apropiación de recursos crea una cultura de la violación: violación de la Tierra, de las economías locales y también de las mujeres. El modelo extractivista concibe a los territorios y los cuerpos feminizados como recursos a explotar y como zonas a sacrificar en función de consolidar una forma de dominación. De hecho, en la base del ordenamiento moderno-colonial, no solo se saquearon territorios, sino también cuerpos racializados y esclavizados. En la actualidad, esta cualidad extractiva, apropiadora y cosificadora de los cuerpos aparece como nodal a la violencia femicida.
Desde esta lente, el extractivismo no es solo un modo de saqueo y explotación de la naturaleza, sino que también implica una racionalidad y una relacionalidad particulares. Es un modo de concebir las relaciones con otros humanos y no humanos y el espacio que co-habitamos. Las prácticas extractivistas se asientan en jerarquías raciales, de género y clase, multiplican las formas de violencia y exacerban las injusticias.
El extractivismo configura no solo territorios sino también relaciones sociales y las subjetividades de quienes los habitan. Se trata de prácticas sistemáticas de extracción de la vida en todas sus formas y dimensiones. Las violencias de todo tipo son consustanciales al extractivismo y se refuerzan como forma de producción de lo social.
Esta relación inherente entre extractivismo y violencia se expresa en la desestructuración de las tramas sociales y comunitarias, en el despojo de los medios de subsistencia y de sostenimiento de la vida, en la polarización y estratificación social, en el agravamiento de la criminalización y la represión estatal y, también, en la violencia contra las mujeres y el recrudecimiento de formas patriarcales de dominación y opresión. Para nombrar este entrelazamiento entre las formas neocoloniales del despojo de los espacios de vida y la profundización de las jerarquías de género, se ha propuesto el concepto de “repatriarcalización de los territorios”. Sobre todo, han sido los estudios sobre proyectos extractivistas vinculados a la minería y los combustibles fósiles los que alertaron cómo estos conducen a la masculinización de los territorios, con un aumento significativo de la violencia de género y la explotación sexual.
En el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries de 2023, en un taller sobre Pueblos fumigados, una mujer decía que nuestros territorios nos exponen y nos entrampan entre el femicidio y el cáncer. En este y otros espacios de activismo, queda claro que las mujeres no son las únicas afectadas por este entrecruzamiento de violencia ambiental y de género, sino que también son las primeras en advertir las consecuencias del modelo extractivista en sus cuerpos, los de sus hijos y los de sus comunidades. Se constituyen, así, en la primera línea de la defensa de los territorios y rápidamente se vuelven blanco de persecución y amenazas cuya expresión más extrema son los femicidios extractivistas.
En este contexto, lo narco resulta un eslabón clave de la cadena de extracción de ganancias en cuerpos y territorios que han sido oscurecidos por la desigualdad social producida por las políticas económicas neoliberales. Lo narco convierte en consumidores y productores a aquellas poblaciones que el sistema formal descarta. La antropóloga Rita Segato lo describe como un segundo Estado. Sin embargo, consideramos que en países no europeos esa dualidad es, en realidad, una unidad y que ese desdoblamiento es la clave constitutiva en la que se establecieron los Estados coloniales para garantizar la gobernabilidad. Recordamos también que en Argentina se utiliza el término “en blanco” y “en negro” para distinguir la economía “formal” de la “informal”, entendiendo por “formal” la del mercado y por “informal” la ancestral. Aquello, entonces, que habita el “Estado en Negro” es la resistencia y lo narco es la respuesta para neutralizarla, ante la impotencia del “Estado en Blanco”.
Desde la perspectiva que venimos sosteniendo, todavía parece necesario remarcar el carácter sistémico y civilizatorio de esta crisis y continuar desanudando las lógicas androcéntricas y patriarcales de las formas de producción basadas en el despojo, la extracción y el aniquilamiento de cuerpos y territorios.
Las víctimas de femicidio y sus familias organizadas en busca de justicia nos enseñaron que para deconstruir las violencias que culminaron en estas muertes no basta con problematizar el amor romántico y los ideales de pareja. Ni tampoco alcanza con desafiar las fronteras de lo doméstico, ni las estrategias de empoderamiento. Se volvió necesario indagar en las fuerzas estructurales y cotidianas que están minando las tramas comunitarias de sostenimiento y reproducción de la vida. Y situar a los femicidios en un aumento generalizado de la violencia, la narcocriminalidad con alto involucramiento policial y penitenciario y de la crueldad y, en términos más amplios, en procesos extractivos y de despojo y precarización de las condiciones de existencia donde todos los bienes aumentan su valor a ritmo constante hasta volverse inaccesibles, excepto la vida, que cada vez vale menos. Mejor dicho, algunas vidas: el componente de clase y raza marca a fuego la categoría de femicidios territoriales.
Desde esta óptica pusimos la lupa en Rosario, ciudad que nos señala cómo el cuerpo de las mujeres emerge como un renovado territorio de disputa en el contexto del entramado narco-policial-penitenciario de la ciudad. Coincidimos con Rossana Reguillo cuando caracteriza a estas violencias como “pasillos”: “vestíbulos entre un orden colapsado y otro que todavía no es, pero está siendo. De ahí su enorme poder fundante y su simultánea ligereza”. La tensión actual es producto de la crisis del Estado en Blanco que deja expuesto al Estado en Negro y provoca la disputa por el control de todo el aparato.
Lo que la violencia hace emerger sin pudor es a aquellos territorios en disputa, sí, todavía. Pero una disputa desigual, invisibilizada por los supuestos creadores de sentido social: medios y academia.
La sociedad mexicana y en especial las mujeres de Ciudad Juárez, batallan desde hace décadas contra la máquina femicida ante el monumental silencio académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor unidad de producción de teoría social iberoamericana. Silencio que funciona como un enorme operativo de lavado epistémico de lo narco.
Los territorios argentinos que luchan hoy para que el narco-fascismo no termine de capturar el aparato del Estado y con él, la democracia, requieren toda la luz y compañía que muchos sectores políticos, culturales y sociales les siguen negando.
Los femicidios territoriales abren surcos y dejan al descubierto hilos de injusticias e impunidad que, como fibra poderosa sedimentada en el tiempo, amenazan a la vida en su totalidad y refuerzan modos estructuralmente desiguales de ser y estar en el mundo.
Acá estamos, entre ruinas, caminando con la tierra resquebrajada de muerte a nuestros pies.
Las mujeres, travestis y trans nos vemos empujadas a pensar desde el dolor para intentar regar nuestros territorios arrasados y dotarlos de horizontes de verdad y de justicia.
Nuestras muertas nos duelen, pero también nos hablan.
Sus cuerpos narran una historia personal y colectiva.
En tiempos de análisis políticos y especulaciones electorales, ¿no son las historias de estos femicidios y transfemicidios las que debemos comprender para trazar una radiografía de época?
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