Nota
Poné la fecha: un día que marca la historia de la CGT
En el masivo acto de la CGT había una coincidencia generalizada: la necesidad de un paro frente a las medidas de ajuste y empobrecimiento económico. Pero la marcha tuvo su contramarcha: en los discursos no se fijó fecha del paro, y la gente empezó a reclamar: “Poné la fecha”. Algunos saltaron al palco e insultaron a los dirigentes cegetistas. La calle movilizada, las voces y las descripciones del presente.
Carlos estaba entre una columna de la Federación Gráfica Bonaerense y otra de Aceiteros, en medio del ritmo ensordecedor de los bombos y redoblantes. Es un vendedor ambulante de unos gatitos de plástico hechos en China con los que se hacen pompas de jabón. Soplando pompas que estallaban sobre la Avenida de Mayo, y rodeado por las columnas sindicales, ante la consulta dijo a lavaca algo premonitorio: “Ojalá todo lo de hoy no termine en una burbuja”.
El acto de la CGT fue una movilización tan imponente como la del 29 de abril del año pasado. La calle dejó de ser simplemente un lugar de tránsito, para convertirse en un espacio público en el que la multitud pudo verse y escucharse. En cada charla había una certeza: el llamado a un paro nacional con fecha concreta. Algunos imaginaban el 30 de marzo, a 35 años del paro de la CGT contra el gobierno de Leopoldo Galtieri. Los cegetistas ya habían negado esa posibilidad en declaraciones previas: insinuaban comienzos de abril.
Los discursos del triunvirato cegetista (Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña) fueron nerviosos y veloces. Ante las ambigüedades, contradicciones y la falta de una fecha concreta, un joven en una columna de la siempre dialoguista UPCN dijo fastidiado: “Mirá cómo patinan. ¿Por qué no se dejan de joder?”.
Héctor Daer confirmó ante el micrófono: “Vamos a hacer una medida de fuerza de 24 horas antes de fin de año… de fin de mes”, se corrigió. Las columnas de los sindicatos industriales (Unión Obrera Metalúrgica, Cerveceros, Asociación Obrera Textil, entre otras) empezaron a entonar: “Poné la fecha la puta que te parió”.
Terminados los discursos comenzaron algunos forcejeos, empujones, insultos, sillazos y dirigentes haciendo el clásico mutis por el foro detrás del palco. Empezaron a correr las hipótesis sobre internas, externas y conspiraciones. Un dirigente de la CTA de los Trabajadores dijo a lavaca: “El paro estaba maduro, pero si seguís frenándolo, lo maduro se pudre. Sin fecha, no hay paro. Eso que decían de que ya iban a poner la fecha son pelotudeces. Para mí no fue ninguna cosa de una organización, ni una interna, sino de tipos que estaban ahí que se cansaron de oír pavadas”.
Hugo Godoy, Cachorro, secretario general de ATE: “Había una angustia legítima frente a la política de este gobierno. Pero no pusieron fecha, y la gente expresó su indignación. Es muy difícil creerles a dirigentes que negocian a la baja todos los conflictos con el gobierno. El año pasado el acto fue enorme y después se pinchó todo porque les dieron las obras sociales. La gente ya pescó cómo es la cosa, le dieron tiempo al gobierno, y todo sigue peor. Ese es el caldo para esto. Vi que decían que había algunos comercios rotos: en ese caso ya deben ser los servicios, para dejar la imagen de que no hay que movilizarse porque rompen cosas”.
CGT light
El día tuvo una música de fondo: bombos y redoblantes, que pueden ser oídos como un latido, un signo de vida, y también como el inquietante tic-tac de un reloj. Desde el mediodía se empezaron a instalar las columnas sindicales, con más de 40 enormes globos de gas y zeppelines de Alimentación, Aceiteros, ATSA, UOCRA, UDA, Judiciales, Dragado y balizamiento, UOM, AOT, UTA. Un señor disfrazado de esqueleto llevaba una pancarta: Macri = hambre.
El acto se organizó en un lugar atravesado: Diagonal Sur y Moreno, frente al Ministerio de Producción que conduce Francisco Cabrera, ex directivo del HSBC y del Grupo Roberts. Las columnas llenaron desde ahí la Diagonal hasta Belgrano, doblaban hacia la 9 de Julio, otros grupos marchaban por calles adyacentes, y también ocuparon la Avenida de Mayo. La idea de no hacer el acto en Plaza de Mayo ya le iba dando un tinte a la convocatoria.
Adrián Pérez, de la UOM Quilmes: “La situación es alarmante, en las últimas semanas hubo 100 despidos y nosotros ya tenemos 9.000 despidos en total y 15.000 suspendidos. La realidad es que la gente y hasta muchos dirigentes decían que a Macri había que darle tiempo, se le dio tiempo, y lamentablemente teníamos razón los que decíamos que no iba a hacer nada. Pero bueno, llegó al gobierno por el poder popular y ahora tenemos que salir a la calle para que no nos sigan hundiendo”. Adrián, antes de los discursos, estaba convencido de que se le iba a poner fecha al paro. “Por supuesto, tienen que lanzar el paro general. Si no va a ser una decepción muy grande, por lo menos para mí”.
Un poco más allá, con su hija de 13 años, estaba Raúl Ríos, auxiliar de educación de la Escuela 30 de Longchamps: “Todas las medidas del gobierno son para la gente del campo, las mineras, los que tienen plata. A nosotros nos ponen tarifazos y nos aplastan en las paritarias”. A su espalda pasaba una señora con una pancarta: “Si a la paritaria le ponen techo, nosotros les movemos el piso”. Raúl: “Esta movilización es enorme. Yo tengo una mirada crítica con la CGT porque ha sido muy light con el gobierno que garca mucho a los trabajadores. Hasta con la Ley antidespidos la CGT no hizo nada. Pero con el paro de los docentes y esta marcha, me parece que a los dirigentes cada vez más les va a costar hacerse los tontos”, dijo Raúl, aunque los dirigentes luego lograron contradecirlo.
Filosofía de la basura
“La basura es un indicador del consumo social. Y te digo que estamos muy mal. No menos 10: menos 20. Casi no hay cartones, ni botellas de plástico, y cada vez menos comida. ¿Sabés qué creció? La yerba. La gente come menos y toma más mate. Acá ves clarito cómo está cambiando la cosa”.
Lorena Pastoriza es una de las pioneras del barrio 8 de Mayo construido en José León Suárez sobre la basura, y es fundadora también de la cooperativa La Bella Flor, de reciclado de residuos. Lorena no fue a la marcha, pero sus percepciones explican mucho de lo que pasa con el casi 50% de la economía que no tiene trabajo formal ni representación sindical.
“Acá vivimos como en otro planeta, no entendemos las roscas de la CGT ni todo eso, y la verdad es que esos compañeros nunca se acercaron solidariamente a ver cómo estamos. Yo comparto y valoro todas las luchas por salarios dignos y todo eso. Pero los más postergados no entramos en ninguna discusión, en ninguna agenda”.
La situación: “Acá se busca la moneda para llegar al final del día. En la Cooperativa vemos que hay cada vez menos basura, o sea menos consumo. De 180.000 kilos diarios de basura que recibimos se sacaban 15 o 18 fardos por día de material para reciclar. Hoy el promedio es 3 o 4 fardos. Como no hay trabajo, y la cooperativa tiene 103 personas, aceptamos una changa para limpiar una empresa que tuvo un incendio. No nos pagan con plata sino con productos: lavandina, detergente. Nosotros limpiamos esos envases y salimos a venderlos, para juntar plata para la cooperativa”.
Lorena es una dirigente social en el sentido genuino del término, alejado de las caricaturas que suelen mostrar los medios. Desde ese lugar plantea otra novedad: “Se desmayaron dos compañeros. Cuando les preguntamos resulta que hacía un día que estaban solo a mate. Entonces pusimos una olla popular en la cooperativa para garantizar que todos coman. Y en el centro comunitario del barrio 8 de Mayo abrimos el comedor cuando vimos quee había cada vez más gente pidiendo comida. Empezamos con 30 familias en noviembre, pero ya son 90”.
La cooperativa y las vecinas del barrio si se movilizarán, en cambio, para el Paro de Mujeres. “Es que ahí hay algo concreto, y muchas ganas de participar. En lo laboral, la crisis es terrible pero no se habla de los dirigentes, de las roscas. Simplemente la gente está dando pelea para comer. Hace un par de años nadie iba a la montaña de la quema (del CEAMSE) a buscar basura. Hoy son al menos 150 personas por día que van ahí a cirujear”.
Simpson presente
El acto tuvo un tono casi sepia, por el humo de los puestos de choripán y hamburguesas (40 pesos cada uno). Otro merchandising: remeras a 100 pesos con imágenes como la de Homero Simpson diciendo: “Yo no lo voté”.
Horacio Arreceygor, secretario general del Sindicato de Televisión e integrante de la Corriente Federal (junto a gremios como La Bancaria y la FGB) fue al acto y antes explicó a lavaca: “Es inevitable convocar a un plan de lucha. Hace un año venimos planteando confrontar con este modelo, y el tiempo nos da la razón. Hay organizaciones que pueden opinar distinto. Pero dijimos que el esquema de importaciones conducido por gerentes de empresas aumenta la desocupación y empobrece a la gente, y eso es lo que está ocurriendo. Hubo gremios que se acercaron al macrismo y hoy están sufriendo las consecuencias. La gente se está cansando de la recesión, de los salarios bajos, de los aumentos de tarifas. Es todo cuestión de tiempo”, dijo como anticipando lo que ocurriría apenas un rato después. “El neoliberalismo es una ideología. Actúan creyendo que lo que hacen es la salida para el país. Nosotros creemos lo contrario”.
Desde Rosario, el secretario general de la CTA de Santa Fe, Gustavo Martínez, había planteado a lavaca: “Es positivo el paro docente, el acto, el Paro de Mujeres del cual somos convocantes. Es mostrar capacidad de movilización en defensa de derechos democráticos y sociales. Nosotros podemos tener diferencias con un dirigente como Roberto Baradel (SUTEBA) pero cuando se ve un gobierno que se mete hasta con los hijos de los dirigentes sociales, hay que acusar recibo del mensaje”.
Martínez no es partidario de las unificaciones ni unidades impuestas. “No queremos unificarnos con sectores que plantean que el sujeto de cambio de la historia son los Estados o los gobiernos. Pero en la calle marchamos con esos sectores. O sea: la unidad es la acción, no pretender hacer una organización que nos rejunte. Ni tampoco una construcción que se hace en un piso de televisión. Lo que tenemos que hacer es refundar un movimiento, que contenga también al 50% de trabajadores que están en negro o en una economía totalmente informal. Y además es reconocerles una identidad”. Sobre la convocatoria a un paro nacional: “Para mí la fecha nos la pone la historia: el 30 de marzo, a 35 años de aquel paro de 1982 que se hizo pese a las burocracias sindicales, durante la dictadura militar”.
Zombies
Eduardo Murúa, del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas e IMPA decidió no ir al acto: “Nos están llevando a mayor desempleo y suspensiones y la política de importaciones va a destrozar el tejido industrial. Creo que nos llevan a un caos de acá a un año. A una industria en un 40% de su capacidad productiva. Es un plan sistemático de destrucción de empleos, de industria y del salario. Pero actos como el de la CGT ya sabemos lo que representan: movilizarte para que la CGT maneje el clima y el descontento para no molestar al sistema. Jamás van a dar una pelea en serio contra el establishment”.
El año pasado, 29 de abril, hubo otra movilización enorme: “Pero los mismos de la CGT se asustaron ante la cantidad de gente que fue, y se tiraron para atrás. No hay que hacer marchitas. Hay que hacer paros, resistir en la calle. De lo contrario lo que nos espera es la barbarie. Ya veníamos mal con el otro gobierno, este profundiza quitándole un 50% de capacidad de compra a los más vulnerables y entonces: ¿qué hacemos? ¿Marchitas? ¿Discutimos si la paritaria es 18 o 17%?”.
El impacto de la inflación: “Una cosa es para el que gana 30 o 40 mil pesos. Pero al que venía ganando menos de 12 mil le han quitado la mitad de su poder adquisitivo. La verdad es que a nadie le interesan los pobres. Con el gobierno anterior y con éste pasa igual: la política es determinada para los sectores formales, incluidos, y el resto que sea una sociedad de zombies. Nosotros aceptamos ir a luchar por el trabajo. Pero a luchar en serio”.
Algo similar, pero en el acto, planteaba Juan Littwiller, de la Federación Gráfica Bonaerense: “Desde un principio planteamos un paro nacional. En nuestro caso la situación es clara: la industria gráfica está trabajando a un 55% de su capacidad. Hay casos de empresas grandes como Clarín, con casi 400 trabajadores, pero también enorme cantidad de talleres con 10 o 15 personas”.
Carlos el vendedor ambulante de máquinas de pompas de jabón, cuenta que es peruano: “Pero me la busco y trabajo honradamente”, se ve obligado a decir, atajándose de una posible reacción xenófoba. Vendió 45 de sus gatitos. “Aquí se trabaja duro, pero ahorita mucha gente la pasa mal porque el gobierno debería concientizarse para pensar en las personas. Piensan como empresarios, no como gente del pueblo. El pueblo los eligió para un cambio. Pero el cambio no es estar a favor de los ejecutivos. No se trata sólo de que las empresas ganen, sino de que la gente viva mejor. Si no hacen eso, ¿qué es lo que hacen?”, dijo cuando ya la gente se estaba volviendo sin saber cuál es el resultado de todo lo ocurrido un extraño 7 de marzo.
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Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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