Nota
#NosotrasAbortamos: nuestra acción del 8M
Actrices, bailarinas, abogadas y periodistas participaron de esta acción llamada #NosotrasAbortamos que reclamó frente al Congreso Aborto legal ya! el día del Paro Internacional de Mujeres. Justo cuando finalizaba, se cruzó con un acto de prensa de la vicepresidenta Gabriela Michetti y la bancada oficialista del PRO. El video, las reacciones y el texto completo.
Justo cuando terminaba y la bandera pasaba frente al Congreso, la vicepresidenta Gabriela Michetti y las legisladoras del bloque oficialista habían elegido las escalinatas del edificio para hacer una foto de prensa.
Las mujeres de la acción #NosotrasAbortamos le pusieron música de fondo durante todo el acto: Ley de aborto ya!
Mientras @gabimichetti saludaba a las trabajadoras del Senado en las escalinatas del Congreso, gritamos #LeyDeAbortoYA durante todo el acto. pic.twitter.com/QvK0pT9bzU
— lavaca tuitera (@Lavacatuitera) March 8, 2017
El texto completo:
Diputados, diputados, senadores y senadoras:
El primer proyecto para la interrupción voluntaria del embarazo se presentó en este Congreso en 1937. El sexto, el 30 de junio del año pasado.
Hasta ahora nunca lo trataron.
Simplemente lo dejaron caer, como quien tira disimuladamente un papel a la basura.
Ustedes ya saben que en Argentina se realizan quinientos mil abortos clandestinos por año y que por día una mujer muere por las consecuencias de esos abortos sin ley.
Ustedes ya saben que la clandestinidad del aborto, además de generar negocios millonarios, garantiza la impunidad sobre las consecuencias de una mala praxis. El resultado: la salud pública recibe a más de 70.000 mujeres al año que deben ser hospitalizadas por las complicaciones de esos abortos sin ley.
Lo que quizá ustedes no sepan es cómo las mujeres se practican un aborto sin ley, en este país y desde hace muchísimos años.
Estamos aquí para reparar esa falta de información.
Cuando una mujer decide abortar no sabe cómo hacerlo. Le pregunta entonces a una amiga o familiar o consulta en Internet cómo hacerse un aborto casero.
Si la decisión la tomó a tiempo, puede recurrir a las pastillas. Para conseguirlas, primero tiene que obtener una receta falsificada. Con esa receta trucha va a la farmacia y paga mil pesos. (Seguramente tampoco están al tanto de que las pastillas abortivas aumentaron un 47 por ciento más que cualquier otro medicamento).
Ya en el baño de su casa, la mujer se introduce dos pastillas en la vagina, pero no como para ponerse un tampón: tiene que ser mucho más atrás, más adentro, más arriba, hasta llegar ahí, justo donde dobla el útero, porque si no, no funciona.
En diferentes tandas tiene que meterse así 12 pastillas.
Si todo sale bien, la mujer tiene contracciones, dolores en el bajo vientre y sangrado durante 24 horas. Este sangrado puede durar hasta 45 días y parará poco a poco.
Si todo sale mal, es decir, si no pasa nada, tiene que volver a meterse 12 pastillas la próxima semana.
Y si ni así logra producirse un aborto, tiene que conseguir un Médico Abortero Clandestino. Por 5 dólares consigue que en un consultorio sin control y muchas veces sin higiene, le den una cita.
La mujer llega acompañada por una amiga, la hacen pasar sola a una sala con una camilla, la duermen.
La despiertan a las cachetadas, le colocan la bombacha de prepo, un apósito gordo y con una palmadita en la espalda, la despiden.
Si pregunta qué tiene que hacer ahora, le responden: nada.
Si pregunta qué hace si le pasa algo, le responden: andá al hospital y de esto no digas nada.
Las frases las escupe el médico abortero clandestino que la va empujando hacia la puerta, mientras le dice a la amiga: “Llevala”.
Todavía mareada por la anestesia, aturdida, con el apósito mojado por la sangre, la mujer sale a la calle, abrazada por su amiga.
Si la mujer es madre, llegará así a su casa para hacer la cena y atender a sus hijos.
Si la mujer es trabajadora, llegará así a su trabajo, con el apósito entre las piernas.
Si la mujer es estudiante, rendirá así el examen.
Y si es empleada del Congreso de la Nación, se sentará así en su escritorio a ordenar la rutina legislativa.
En cualquier caso, estas mujeres estarán así, sangrando en silencio, durante semanas hasta que el aborto sea un recuerdo negado.
Si así fuera, tendrá suerte.
Sino, habrá hemorragia.
Y ahí sí que tendrá que vérsela con la Medicina, la policía, la justicia, la prensa, la opinión pública y todos los que no estuvieron cuando ella entró a ese consultorio mugriento y mal equipado.
Diputados, diputadas, senadores, senadoras:
Quedan ustedes debidamente informados:
Con ley o sin ley nosotras abortamos.
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De la idea al audio: taller de creación de podcast
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De la idea al audio: taller de creación de podcast
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Modalidad: presencial y online por Zoom
Duración: 4 encuentros de 3 horas cada uno
No se requiere experiencia previa.
Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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