Nota
Poner el cuerpo
Son bailarinas de danza contemporánea. Representan a una generación que aprendió a caerse y levantarse. Son el símbolo del aporte femenino a la autogestión artística independiente. La rompen en escena en varias obras. Juntas, forman el elenco de La Wagner, una obra que desnuda la violencia de esta época. Juntas, también, reclaman por la urgente sanción de la Ley de Danza.
Lo Wagner
¿Dónde comienza una noticia? Ponele que esta arranca con la imagen de Luis Majul en una pantalla de tevé diciendo: “No mando a mis hijas a la escuela pública porque salen piqueteras”, o la de Feinmann anunciando linchamientos, o la de cualquier programa de TN. Da igual. Abrí el plano: estamos frente a la vidriera de un café de una esquina porteña y en la vereda hay cinco pibes acomodando cartones en destartalados carritos de supermercado. Ninguno tiene más de 15 años. Pasás sin mirarlos y entrás al Centro Cultural de la ciudad. Te detiene un cordón de uniformados y molinetes que giran sólo si tenés entrada: para ingresar al teatro público hay que pagar 80 pe.
El ascensor te lleva al sexto piso y en el camino te acompañan fotos del antes y el después: así estaba la Sala Alberdi cuando era ocupada por quienes reclamaban cultura para todxs y así está ahora. Antes es una foto de un cartel que proclama: “talleres a la gorra”. Ahora es la foto de un pasillo vacío.
Se abren las puertas del ascensor y ahí estás.
En la Sala Alberdi no hay ventilación. A oscuras y antes de comenzar la función, una voz masculina informa por altoparlantes que los trabajadores de ese Centro hace tres meses que no cobran.
En ese preciso instante termina la realidad y empieza La Wagner.
Lo trans
Wagner, Richard. El inmenso compositor alemán cae desde su altar con un artículo femenino que lo trans-forma. Aquel creador de grandes obras y teorías polémicas que otros usaron para justificar racismos y sonorizar genocidios es utilizado hoy por Pablo Rotemberg para hablarnos de la violencia. Aquí y ahora.
Pablo es músico, guionista, actor, bailarín y coreógrafo y la enumeración implica que egresó del Conservatorio Nacional de Música, la Fundación Universidad del Cine, los cursos de actuación de Ricardo Bartis y los talleres de danza de maestros de Argentina, Francia, Bélgica y Estados Unidos. Toda esta formación la hilvanó para crear un lenguaje propio que primero lo consagró como bailarín y ahora como creador de obras que se caracterizan por una palabra inquietante: provocar. Desde hace seis años mantiene en cartel La idea fija, una poética escenificación de los cuerpos y formas del deseo que lo colocó en un lugar incómodo: el rey del off. Cuando lo convocaron para –nada menos- tener a cargo la reapertura de la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín, luego de la larga ocupación y la represión que forzó el desalojo, Pablo no quiso trasladar La idea fija (“hubiese sido una frivolidad”), sino crear una obra que no obviara el significado de semejante lugar. El germen lo encontró en la performance Todos o ninguno, una intervención desnuda de música y vestuario, que había realizado en 2012, en la casa de Victoria Ocampo, hoy a cargo del Fondo Nacional de las Artes. Convocó a las dos bailarinas con las que había trabajado en esa obra, Carla di Grazia y Ayelén Clavin y sumó a Carla Rímola y Josefina Gorostiza, con as cuales había trabajado en otras. Lo primero que hizo fue desnudarlas. “En el primer ensayo apareció algo que me interesó al ver esos cuatro cuerpos juntos, tan diferentes y a la vez, tan parecidos. Un interés no erótico, porque mi mirada no es la de un hombre, sino la de alguien homosexual que ve esos cuerpos femeninos como algo misterioso”. ¿Qué vio? “Los cuerpos de bailarinas del circuito independiente de Buenos Aires. No son cuerpos de bailarinas a las que les pagan por bailar. Tienen otros cuerpos porque tienen otras vidas”.
Congelá esta frase que parece obvia porque ahí está la clave capaz de convertir a Lo Wagner en La Wagner.
Ring side
Por el mismo pasillo vacío que te condujo a la Sala Alberdi caminan ahora cuatro mujeres desnudas. Llevan rodilleras, coderas y zapatillas de lona blanca. Y nada más. Nada. Esos cuerpos femeninos a la intemperie ocupan el escenario durante una hora. Se golpean contra el piso una, diez, cien veces. Se golpean unas a otras una, diez, cien veces. Se violan unas a otra, tres veces. Se flexionan, manosean, retuercen, saltan, rolan y arrodillan y vuelven a levantarse para volver a caer y así, sin tregua ni respiro, volver al ruedo a recibir y dar más.
En esa Sala Alberdi sin ventilación, el sudor se convierte en un actor más que se mete en la escena para castigar a esos cuerpos potentes, capaces sin embargo de transmitir fragilidad. Cuerpos asombrosamente fuertes y, al mismo tiempo, tan flexibles que asimilan los golpes como desafíos.
Sobre el final, las cuatro bailarinas se despojan de lo poco que las protege y así, solo carne, sudor y músculo, se exponen al sacrificio último: el juicio del público. El mentón levantado, pubis al frente, mirada altiva. La primera respuesta no es una ovación, sino el silencio. Para el público La Wagner no terminó: sigue agitando preguntas que danzan en el estómago y agitan la cabeza.
Cuesta entender que La Wagner tiene poética, pero no metáforas.
No hay más misterio que eso que está a la vista y nos interpela.
La noticia, entonces, recién comienza.
Lo nuevo
Enfocate ahora en lo que significa esta imagen: cuerpos de bailarinas del circuito independiente de Buenos Aires. Ponele que esos cuerpos te hablan de danza contemporánea, pero si prestás atención a los detalles, estás escuchando a una generación que aprendió a caerse y levantarse una, diez, cien veces. Guerreras sin armadura que danzan la violencia y con violencia, para exponerla. Cuerpos sin quejas, sin miedos, sin límites que se mueven en un mundo victimario, terrorífico y atávico que las azota una, diez, mil veces. Mujeres que convirtieron el tutú en una pieza de museo y bailan desnudas una batalla cotidiana contra prejuicios, géneros y posibilidades. ¿De dónde salieron?
Cartografías
Carla nació y se crió en Caseros, al oeste del conubarno. Otra Carla es de Chivilcoy. Ayelén creció en Olivos. Josefina, en el barrio porteño de Colegiales. Las localidades trazan una cartografía de lo que representó para cualquiera de ellas “querer bailar”.
Carla (di Grazia): “Mi papá es vendedor de autos; mi mamá, ama de casa. Fue mi tía Mary la que, a los 6, me llevó al Teatro Colón a ver La bella durmiente. Fue ella también la que me llevó después a clases de danza, en su barrio, Villa Devoto, porque en Caseros no había nada. Luego, di el ingreso a la Escuela Nacional de Danza: ahí recibí mi primer cachetazo. Todo lo que había aprendido en el taller no me servía para nada. Tuve que hacer el doble de esfuerzo, pero entré”.
Otra Carla (Rímola): “Empecé a bailar tango a los 11 y en esa época era algo raro, porque no había bailarinas de mi edad. Tenía mi parejita y con él hacía todo: preparación y presentaciones. Después, me fui ligando al folklore. En Chivilcoy hay un ballet de gran prestigio y trayectoria. Esto significa familias enteras dedicadas al baile, que con mucho esfuerzo mantienen la tradición de generación en generación. Este tipo de ballet se organiza a partir de festivales anuales, que son competencias donde participan todos: adultos, jóvenes, niños. Para poder participar, organizan durante todo el año rifas, fiestas, venta de choripanes, cenas. Es admirable la labor de gente que baila muy bien y sabe mucho: estudia qué traje tiene que usar para que se corresponda con la época de la música que baila, qué instrumentos, todo. Y llegan a las competencias autofinanciándose desde el viaje hasta los trajes. Y duermen en colegios o campings y se levantan y se maquillan, peinan y visten para estar en un escenario, que no tiene puesta de luces ni nada, donde bailan dando lo mejor de sí. Ellos me enseñaron todo de este oficio: desde la entrega hasta cómo pintarme la cara. Dentro de ese circuito del folklore, muy marcado por las competencias en festivales, hay categorías. Empecé a prepararme para competir en la que llaman “folklore de proyección”, que mezcla elementos de otras danzas y luego, en la “libre”, que ya toma más cosas de la danza contemporánea. Ahí descubrí qué era lo que me apasionaba, pero el único instituto cercano quedaba en Salto. Era una época difícil: fines del año 2.000. La crisis nos golpeaba por todos lados. Un ejemplo: el único colectivo que me llevaba tenía un horario chino, pero encima, a los seis meses de comenzar las clases, quebró. Tuve que hacer el trayecto a dedo. Ir a cursar se convirtió en una aventura total. El instituto también entró en crisis: le retiraron los subsidios. Comenzó, entonces, a dictar otras carreras para intentar salvarse del cierre. Terminé cursando las materias pedagógicas con farmacéuticos y contadores que me triplicaban en edad. Y de las tres carreras que cursaba, solo pude obtener el título oficial de una, porque las demás perdieron el aval oficial al perder los subsidios”.
Josefina dice, en cambio, que baila desde que nació. Su dificultad estuvo, en todo caso, en elegir entre varios intereses. “Dejé la danza cuando entré al Colegio Nacional Buenos Aires y cuando egresé comencé a estudiar Letras”. Para Ayelén, el límite fue su propio cuerpo: “Crecí en una zona sin mucho estímulo cultural, pero sí para lo deportivo. Casi como un deporte más, empecé a estudiar danza clásica, pero no tenía condiciones físicas para bailar danza clásica. Y me gustaba un montón. Entonces, siempre me costó muchísimo todo. Pasaba mil horas entrenando y cuando me iba dormir, me ponía la pierna acá (se la lleva a la nuca) para ver si se estiraba más a la noche. No me rota la quinta: ok. Pruebo más y pruebo más y pruebo más… y rota. Desde ese lugar era placentero cuando lograba el objetivo, pero el tránsito era de lucha. De lucha constante. De tener las articulaciones agarradas y la musculatura agarrotada porque intentaba lo que mi cuerpo no daba, hasta que daba. Entonces, me preguntaba, ¿hasta dónde puede llegar mi cuerpo? ¿Ese es el límite? ¿O, en realidad, si yo sigo insistiendo ese límite se corre?”.
La escuela
Las cuatro llegaron al Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA), “un centro de formación que estaba en ese mismo momento forjando su identidad, buscando su lugar en la sociedad y en la danza, donde había gente muy valiosa dispuesta a enseñarte no sólo a ser una buena intérprete, sino a pensarte como artista en un contexto social. Estamos hablando de educación pública de excelencia y compromiso”, resume Carla. En términos de la otra Carla, lo que allí descubrieron representó “otra cachetada”. Aclara: “Pero ojo, una cachetada bien, porque me ubicó en un mundo en el que no entendía nada y eso me permitía aprender muchísimo.
¿Qué aprendiste?
Que hay que tener cierta persistencia y enfoque. Si no enfocás, no llegás.
¿Qué significa enfocar?
Tener un punto muy claro y estudiar y formarte para alcanzarlo. Darte cuenta de que si no tenés un piso sólido de conocimientos, no hay forma de alcanzar ese objetivo. Y que para construir ese piso es necesario ser persistente. Estudiar, perfeccionarte, preocuparte por construir las bases de forma sólida, ser constante, participar de procesos creativos aprendiendo a ubicarte en esos espacios, desde la humildad del aprendizaje. Si te enfocás en eso, lo demás cae de maduro”.
Maratón
Una Carla es la más chica: 27. La otra Carla es la más grande: 32. Ayelén y Josefina están en sus 30. Todas usan la palabra resistencia para definir qué representan cómo arquetipos de una generación que se entrenó para perseguir sus sueños. Resistencia como forma y como camino, para aumentar la propia potencia, para poder cada vez más.
Ellas pueden, por ejemplo, dar clases en tres o cuatro instituciones diferentes. Pueden también, trabajar en varias obras al mismo tiempo: Carla creó y baila con su grupo en Moeraki, que sube a escena los jueves en el Instituto de la Cooperación; la otra Carla los sábados se para en puntas de pie para ser la protagonista de la obra Lub-Dub, de Roxana Grinstein y los viernes brilla en el dueto de Parádoxa, en el Camarín de las Musas; Josefina integra el elenco de Villa Argüello, que se representa en la sociedad de fomento Benito Nazar, del barrio de Villa Crespo y Ayelén ensaya con su Grupo del Patio en una terraza, porque se acaban de quedar sin espacio propio. Está claro que no llegan a la función de La Wagner luego de un día en el spa.
Lo grupal
¿Duele hacer La Wagner? “No: es todo técnica. Pura ejecución”, responde Carla. “Regulás la energía, hacés ruido, pero no te golpeás”, dice la otra Carla. “Es una forma coreográfica como cualquier otra, con mucho ensayo la sacás”, apunta Josefina. Ayelén suma otra clave: “Hay una sensación física al hacer la obra de ´hay que aguantar´. Hay que aguantar en todo sentido. Hay que aguantar el caerse, hay que aguantar aeróbicamente, hay que aguantar emocionalmente. Por eso para nosotras los cinco o diez minutos antes de entrar en escena son idénticos a los del día del estreno. Tenemos el mismo miedo”.
¿Y cómo lo enfrentan?
Nos abrazamos y decimos: ¡grupo, chicas, grupo! Para resistir, para aguantar, hace falta sentirte parte de algo más importante que vos.
Violencia y ley
La Wagner nos habla de la violencia. Violencia sobre el cuerpo femenino, en particular, y sobre los cuerpos de esta época en general. ¿Qué representa esa violencia para quienes tienen que encarnarla? Carla responde: “Violencia es ver a un hombre durmiendo en la calle, violencia es una mina que se clava una tanga para salir en la tele”. Josefina suma: “Violencia es el hambre. Violencia es este espacio” y golpea el piso del escenario de la Sala Alberdi. “El desafío es cómo encontrarle a esto tan tremendo cierta poética que nos permita hacer algo: transformarlo”.
La otra Carla me habla de la Ley de Danza, de su importancia. Toda su generación estará bailando alrededor de este reclamo, literalmente. El 29 de abril frente al Congreso Nacional cientos y cientos de Carlas, Josefinas y Ayelenes bailarán junto a sus maestras y maestros, para exigir con el cuerpo que se haga ley todo aquello en lo que creen: que bailar deje de ser un privilegio y se transforme en un derecho.
¿Esa es la noticia?
El otro
Abandonás el camarín minutos antes de la última función de La Wagner en Sala Alberdi. Las cuatro bailarinas están listas para darlo todo. Me dicen que aprendieron a no esperar la aprobación de nadie. “Una hace y el otro recibe. Y cada cual lo recibe como puede. Lo importante es tener convicciones y amar y sentir lo que hacés. Eso es algo que no puede depender de la reacción del otro”.
En la esquina hay un patrullero con las puertas abiertas de par en par. Cuatro policías rodean a un hombre sucio, borracho, vagabundo. Le colocan las esposas y escuchás el ruido metálico.
Clack.
Nota
Atlanticazo número 24 contra el loteo del mar

Las Asambleas por un Mar Libre de petroleras que ya llegan a gran parte de las costas argentinas realizaron una nueva movilización (la número 24) como todos los 4 de cada mes. En Mar del Plata, donde nació esta movida, fueron desde la Municipalidad hasta la Playa Popular, para manifestarse entrando al mar contra la pretensión de explotar las profundidades marinas sin licencia social y sin que se conozcan las consecuencias ambientales que se generarán. Luego hicieron una fogata contra el extractivismo.
La fecha es heredera y homenaje a las marchas antimineras que se producen también los días 4, desde que Esquel inauguró ese hábito social y ambiental en 2002. Este lunes hubo marchas entonces no solo en Mar del Plata sino también todo Chubut. Son las últimas previas a la asunción de un nuevo gobierno. En Mar del Plata, todo estará luego dirigido al 4 de enero, plena temporada, cuando además se cumplirán dos años del primer Atlanticazo. Como lo reflejó esta página el mes pasado, distintas localidades costeras del país se sumaron también este 4 a toda esta movida socioambiental en defensa del mar. (La revista MU está preparando una producción especial sobre el tema para la edición de diciembre, tras haber viajado a Mar del Plata).
¿Qué es el bombardeo acústico?
La asamblea hizo llegar a lavaca el mapa que refleja el parcelamiento del mar que están obteniendo las petroleras para realizar sus actividades, con notable colaboración de la política oficial y la judicial (Corte Suprema) en contra del medio ambiente. Ya son 38 «bloques» destinados a esas empresas, cuenta Silvina Álvarez, integrante de la asamblea: «Esto implica a toda la franja costera y a territorios que van a estar impactados. En Mar del Plata tenemos un sector del puerto que se le concesionó gratuitamente a Equinor, una corporación que trabaja con YPF». Se desconoce aun si los anuncios de motosierra llegarán a este gasto público.

El mapa muestra que el Mar Argentino fue sometido a una suerte de fraccionamiento: la gran zona rosada que acompaña al 70% de las costas es la que corresponde a las llamadas “prospecciones” que en la práctica implican una búsqueda sísmica mediante violentos y permanentes bombardeos acústicos para detectar áreas petroleras, causando estragos en la fauna marina, especialmente las ballenas, “destruyendo el ecosistema marino, que juega un rol fundamental en la absorción del dióxido de carbono atmosférico y la mitigación del cambio climático” explica la asamblea. “Es como si fuera todo el estruendo de cohetes de un año nuevo, pero dentro del mar y durante tres meses seguidos” explicó Silvina Ávarez a lavaca.
Esa acción sísimica de las naves de las corporaciones fue iniciada casi sin conocimiento público durante el gobierno macrista.
El resto de las zonas coloridas que se observan representa las áreas de exploración tanto en el norte como en el sur del Mar Argentino, con el nombre de las corporaciones encargadas de cada parcela.

El no cambio climático
Sobre la marcha en Mar del Plata contó Jazmín Safi a lavaca: “Tuvo muy buena convocatoria, más tratándose de un lunes, y apuntando a la acción del mes que viene, cuando cumplamos los dos años del primer Atlanticazo”.
El documento marplatense plantea un panorama sobre el presente: “En 6 días asume la presidencia Javier Milei, con promesas de más ajuste, más entrega y más represión. Los planes de la ultraderecha son profundizar el camino ya trazado por los anteriores gobiernos. Por eso es tan importante que hoy estemos en las calles, demostrando que gobierne quien gobierne seguiremos peleando por nuestros derechos y que no abandonaremos la defensa de los territorios y la vida”.
Sobre la extraña COP 28 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) que se desarrolla en Dubai, capital de un enclave justamente petrolero como Emiratos Árabes, plantean los asambleístas: “Esta reunión donde gobiernos y empresas se deben comprometer con acciones para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y evitar así el colapso climático que pone en riesgo la supervivencia de numerosas especies incluida la nuestra, paradójicamente se está desarrollando en Dubai, demostrando el poder de la industria petrolera mundial que sigue condicionando las políticas ambientales destinadas a frenar el aumento de la temperatura global”.

Dato sobre la representación argentina: “La delegación argentina está encabezada por Cecilia Nicolini, Secretaria de Cambio Climático, quien es responsable de haber firmado cada una de las Declaraciones de Impacto Ambiental a los proyectos de exploración sísmica y pozo exploratorio presentados por las corporaciones petroleras, luego de realizar falsas Audiencias Públicas, incumpliendo así tratados internacionales como el Acuerdo de París y el Acuerdo de Escazú”.
Contaminación, negacionismo y otros
¿Cuál es la situación actual? El documento marplatense informa: “Mientras tanto, el buque BGP Prospector sigue desplazándose a su antojo por las costas bonaerenses hasta las de Río Negro y Chubut, bombardeando el mar y destruyendo el ecosistema marino, que juega un rol fundamental en la absorción del dióxido de carbono atmosférico y la mitigación del cambio climático. Por su parte, el Estado nacional a través del Consejo Federal Pesquero y la Armada Argentina, rechazaron el pedido del Instituto de Conservación de Ballenas para relevar datos sobre los efectos de la sísmica en curso, porque podrían “entorpecer la prospección”. Así se demuestra nuevamente una profunda sumisión a los intereses de las corporaciones”.

La asamblea repasa otros conflictos del presente, como el caso de la Legislatura rionegrina, que votará esta semana tres leyes pro mineras con lo que se habilitaría la megaminería y el negocio inmobiliario en zonas resguardadas hasta ahora, “intensificando el saqueo y el despojo a las comunidades”.
Sobre el poder judicial: “Una justicia que sigue operando en favor de proyectos extractivistas como la Ley de Semillas avalada por un fallo de la Corte Suprema de la Nación en el que se le reconocen derechos de patente sobre las semillas a la corporación Bayer Monsanto, y que a su vez se niega a admitir la causa contra la empresa contaminante Porta hermanos, presentada hace más de tres años por vecines de Córdoba Los mismos jueces que se expidieron contra el recurso de queja presentado por organizaciones y abogades, dando así luz verde al proyecto petrolero offshore”.

Dos lemas asamblearios cierran el documento: “Somos mares, somos naturaleza, somos comunidades costeras” y “No es no”. La próxima marcha será con un gobierno cuyos candidatos han planteado públicamente que contaminar el agua no es un problema ni un delito, que niegan el cambio climático y que agitan la amenaza de represión como su modo de entender la convivencia democrática.

Nota
297 femicidios y travesticidios en lo que va del año: datos del Observatorio Lucía Pérez

De enero a noviembre de 2023 el Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal, registró 297 femicidios y travesticidios en todo el país. Como resultado de estos crímenes se registraron además 233 huérfanxs por femicidios, un drama silenciado del cual es necesario hablar.


No son cifras y por eso en nuestro padrón se visualizan sus nombres, edades, dónde vivían y cómo sucedió el femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar el problema.
Solo un caso entre cientos: Evangelina, de Mar del Plata, estaba a punto de ser abuela. Sus 5 hijas presenciaron el crímen; la más pequeña, con 3 años, marchó con la foto de su mamá por las calles de la ciudad costera reclamando justicia. Fue una de las 391 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que registramos durante el año.


Registramos además 312 tentativas de femicidios. En noviembre uno de estos crímenes fue contra una mujer de 31 años que está embarazada de 6 meses.
Este 2023 registramos 120 desaparecidas. Y llevamos 1023 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencias, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así recogidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.
Todo la información que producimos es de público y libre acceso en www.observatorioluciaperez.org
Nota
Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

La Ronda de Madres de cada jueves como lugar de encuentro, denuncia y reflexión, desde los 12 hasta los 93 años. Elia Espen y lo que vienen pidiendo hace más de 40 años. Por Lucas Pedulla
Tiene 12 años, se llama Catalina y es la primera vez que viene. «Es hermoso», dice, con brillo en los ojos, después de tomarse un tren y un subte desde Lomas de Zamora, sur del conurbano, con su tía Daniela, para venir a la ronda de las Madres en Plaza de Mayo, segunda después del triunfo de Javier Milei en el balotaje presidencial.
La caminata la encabezan Nora Cortiñas y Elia Espen, Madres de Plaza de Mayo de la Línea Fundadora. Hay menos personas que la semana pasada, pero el movimiento sigue siendo vital para pensar esta época.
Catalina, por ejemplo, cuenta que en su colegio se discutió mucho durante las elecciones, y si bien fueron pocos los compañeros que apoyaban a Milei, lo hacían con argumentos que le parecían extraños: «Hablaban de la dolarización y pedían que vuelvan los militares».

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Zurda vas a correr
Daniela –31 años, preceptora– abre los ojos: «¿Por qué será que siendo tan jóvenes crean eso? Soy docente y he tenido problemas por tratar de frenar esos discursos. Tenía estudiantes que me chicaneaban, y aun si lo hacían para hacerme enojar, eran chicanas violentas: ‘Se te acaba la joda’, ‘viene el Falcon verde’. Mi otro sobrino, el hermano de ella, me dijo: ‘Zurda vas a correr’. Tiene 10 años».
¿Dónde vio eso? «En Tik Tok», dice. Catalina suma su visión: “Hay mucho Tik Tok y mucha violencia. Las redes sociales no ayudan para nada”. Daniela piensa que son necesarias nuevas formas de comunicar: “Trato de dar información, hablar con mi mejor tono, y enfatizar los ejemplos: los militares secuestraban personas y las tiraban vivas de los aviones. Pero no cala. En algo estamos fallando. Ahora todo son 10 segundos efímeros”.
De fondo, mientras caminamos, una voz lee nombres:
Lopez Ceferino.
López Bravo José María.
Lópes Calvo María Eugenia.
Son personas que siguen desaparecidas.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
El lugar donde se mira al mundo
Otro de los camina en ronda es Sergio Maldonado, hermano de Santiago, el joven de 28 años que desapareció el 1º de agosto de 2017 en medio de una brutal represión de Gendarmería a una comunidad mapuche en Esquel, provincia de Chubut. Su cadáver, sospechosamente aparecido meses después, fue señalado como efecto de un “accidente”. Eran tiempos de Mauricio Macri como presidente y Patricia Bullrich como ministra de Seguridad. Tiempos en que también fue asesinado por la espalda Rafael Nahuel en la Patagonia. Maldonado está en Buenos Aires porque el 11 de diciembre iba a tener la audiencia de apelación por el intento del juez Gustavo Lleral de cerrar la causa, pero se la postergaron hasta el 28 de febrero.
Percibe, en general, un sentimiento de retroceso: “Todas las instituciones se rompen, como un desmoronamiento general. Ya no es un negacionismo, sino desidia. Hubo una disconformidad que se manifestó, pero también es irresponsabilidad: es triste ver cómo la tercera fuerza se mete ahora a manejar el gobierno, con el discurso de rebeldía, pero el ministro de Economía va a ser el mismo que nos endeudó por 100 años (Nicolás Caputo). Hay un grupo de gente que no votó con el bolsillo, sino de manera irracional”.
No sintió miedo, pero sí preocupación: “Bullrich está coqueteando con el Ministerio de Seguridad, aunque hoy también sonó para Trabajo. Representa dos épocas nefastas, porque como ministra de Trabajo en 2001 ya le recortó el 13% a los jubilados. Y ni que hablar que ahora, si asume en Seguridad, tiene como vicepresidenta a alguien que reivindica el genocidio”.
¿Por qué, entonces, venir a la Plaza? “Quedan poquitas Madres y esto tiene que seguir. Nos encontramos con seres queridos en una misma línea. Capaz no sabés la fecha de cumpleaños, pero es un lugar de reencuentro. Desde acá se mira el mundo y también se interpela a la Casa Rosada. No hay que perder el vínculo con las Madres”.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Pensar todo otra vez
Lua tiene 16 años y Paloma 17. Son estudiantes de cuarto año del colegio porteño Carlos Pellegrini. Paloma viene por primera vez: “Estamos en una situación complicada y ahora, que se está reivindicando la dictadura, es súper importante cuidar la memoria”.
Lua ya vino varias veces: “Se cuestiona algo tan básico que siempre me pareció incuestionable. Y es importante venir para que en las casas se vuelva a hablar”. Percibió que Milei entró en el Pellegrini más silenciosamente, a diferencia de otros colegios donde el apoyo fue más colectivo, precisa: “La mayoría son por las familias; o lo toman como chiste, un meme, algo nuevo; o por la desconfianza en la política. Muchos descreen de lo político, entonces tampoco hablan, por lo general, con alguien que no piensa como ellos”.
¿Qué pudieron hablar post balotaje en el Pellegrini? “Siento que es un momento donde deberíamos hablar más que nunca, pero en mi colegio la juventud no se está pudiendo organizar lo suficiente para pensar estos cuatro años. Recién pasaron dos semanas, pero tuvimos una instancia para hablar y éramos nada más que 20 personas. Siendo un colegio tan politizado, es poco, y hay que replantearnos cosas básicas y volver a esquematizar todo”.
–¿A qué te referís con esquematizar?
–Pensar cómo vamos a salir, cómo van a ser nuestras marchas, cómo nos vamos a cuidar. Probablemente a mucha gente no la dejen ir a las marchas, porque somos pibes de 16, 17, 18 años, incluso menos. Tenemos que ser un gran volumen.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Me tienen podrida
Elia Espen tiene 93 años. El 18 de febrero de 1977, su hijo Hugo Orlando Miedan Espen fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención y tortura El Atlético. Sigue desaparecido.
«Están diciendo pobrecitos los generales, que tienen que liberarlos, mientras nuestros hijos siguen desaparecidos, fueron tirados al mar –habla, micrófono en mano, una vez terminada la ronda–. Estamos como empezamos: me tienen podrida. ¿Qué más podemos decir? Seguimos pidiendo lo mismo que pedimos hace más de 40 años: verdad y justicia. Estoy escuchando cada cosa por la radio y televisión que me espanta. Todavía no sabemos nada de lo que pasó con nuestros familiares. Ojalá se unan, ustedes, todos. Lo único que tenemos que seguir haciendo es estar juntos».
Luego, le pasó el micrófono a Nora Cortiñas, 93 marzos. Su hijo Gustavo está desaparecido desde el 15 de abril de 1977. Nora habló y dejó frases para tomar apuntes:
- “Todavía este pueblo no llegó a captar los horrores que vivimos durante el terrorismo de Estado porque, si no, las elecciones hubieran sido diferentes”.
- “Vamos a tener que seguir hablando”.
- “Como vienen días muy difíciles tratemos de estar juntas, juntos, y pensar que no queremos que se repita más lo que vivimos”.
- “Tenemos que estar en la calle todo lo que podamos”.
- «En vez de absorber el veneno que tienen les contestaremos con el amor que tenemos».
- “Hay que salir y reivindicar lo que lucharon nuestros 30 mil”.
- “Vengan acá, vengan a acompañarnos porque así vamos a demostrar que exigimos memoria y verdad hasta el final”.
- “A seguir luchando. Vamos a vencer”.
- “No pasarán”.
Voto cansancio
Rocío, 23 años, de Lomas de Zamora, estudiante de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UnDAV), militante del Movimiento Evita, la escucha con atención. También, es la primera vez que viene. “Me movilizó mucho venir ahora que Milei es gobierno, ver todo el sufrimiento de las Madres, pero que siguen acá. Vine por eso. Y seguro vuelva”.
Rocío es de las que piensa que no fue un voto negacionista sino un voto cansancio: “Venimos haciendo las cosas muy mal y hay reconocerlo: en los últimos cuatro años no hubo grandes políticas que le cambiaran la vida a la gente, que es por lo que el peronismo se identifica. Hay un cansancio: no creo que el 55% sea negacionista. Espero que no”.
Le cuento que recién, en otra entrevista, una docente hablaba de la necesidad de nuevas formas de comunicar. ¿Qué piensa una estudiante de periodismo? “Las empresas de medios siguen siendo funcionales al sistema. Yo me tiro del lado de los medios autogestivos, ahí se cuenta la realidad de los hechos. Soy mamá de una nena de cuatro años y no quiero que se malinforme por Tik Tok. Deberíamos volver a lo que hicieron las Madres y contar desde ahí. Por no querer confrontar, la juventud peronista fue tibia. Tenemos que perder el miedo y dejar de ser sumisos. El Nunca Más es Nunca Más en muchas cosas”.
-¿Qué destacás en las Madres como comunicación?
-La sensibilidad. Las Madres son un gran ejemplo de cómo enfrentaron la dictadura. Hubo estrategia ahí. Cuentan un hecho terrible que vivieron en carne propia, pero desde la sensibilidad con el otro, de entender al otro, de comunicar hacia el otro. Es por ahí y es lo que nos está faltando.
Repite: “Es por ahí”.
El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
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