Nota
Romina Tejerina: una víctima seguirá en prisión
Una guardiacárcel fue quien le dio la noticia. Así se enteró Romina Tejerina de que la Corte Suprema de la Nación había denegado su excarcelación por cuatro votos contra tres. Recibió la información con sorpresa, distintas fuentes oficiosas le habían asegurado a su familia que sería declarada inimputable. Sin embargo, todo parece haber cambiado a último momento. Ahora, para salir en libertad, deberá esperar un indulto del gobernador jujeño Walter Barrionuevo o una conmutación de pena por buena conducta que le permitiría dejar la prisión recién en 2010.
Una guardiacárcel fue quien le dio la noticia. Así se enteró Romina Tejerina de que la Corte Suprema de la Nación había denegado su excarcelación por cuatro votos contra tres. Recibió la información con sorpresa, distintas fuentes oficiosas le habían asegurado a su familia que sería declarada inimputable. Sin embargo, todo parece haber cambiado a último momento. Ahora, para salir en libertad, deberá esperar un indulto del gobernador jujeño Walter Barrionuevo o una conmutación de pena por buena conducta que le permitiría dejar la prisión recién en 2010.
Tejerina tenía 18 años cuando fue violada por Eduardo Vargas, su vecino, un comerciante de 42 años, hermano de un policía . Fue en la madrugada del 1º de agosto de 2002, en la jujeña localidad de San Pedro, cuando la joven salió de su casa para ir a bailar. Romina no denunció el ataque ni contó luego que estaba embarazada. Y en la oscuridad de ese silencio, parió y dio fin al hijo de su violación. Así comenzó el Caso Tejerina, el primero que abrió un debate social sobre los dramáticos alcances de la violencia que sufren las mujeres y los límites de la justicia para juzgarlos: el violador está libre y Romina fue sentenciada a 14 años de prisión. Tejerina acaba de cumplir cinco años de encierro.
“Hasta una semana antes, sabíamos que el voto del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti iba a ser favorable, pero es evidente que algunas presiones para que cambie su posición transcurrieron esta semana”, señala Mariana Vargas, abogada de Tejerina: “No sé por qué –agrega-, pero uno puede unir algunas cosas: Esteban Righi, el procurador general que emitió un dictamen negativo, es abogado del matrimonio presidencial y el fallo de la Corte se conoció tres horas antes de que se hiciera formalmente público en el canal de Hadad. Cada uno puede sacar conclusiones”.
La defensa de Tejerina había solicitado a la Corte su absolución, porque consideraba que tanto en la investigación de la causa como en la instancia del juicio oral había quedado probado que en el momento del hecho Romina sufrió un episodio psicótico.
Mientras que los jueces Raúl Zaffaroni y Carlos Fayt plantearon la inimputabilidad de Tejerina, Carlos Maqueda pidió la reducción de la pena. Sin embargo, Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay y Enrique Petracchi fallaron por dejar en prisión a Tejerina argumentando que no le corresponde a la Corte revisar la prueba de los hechos.
“El dictamen de Zaffaroni fue revelador y hace añicos a la justicia jujeña. Planteó que el derecho penal no puede combatir el desamparo del grupo familiar, de la escuela, del embarazo y de un parto que sucedió a solas y en un baño”, señala Vargas.
El 12 de julio de 2004, la Sala de Apelaciones de la Cámara en lo Penal de Jujuy confirmó las actuaciones del juez Argentino Juárez, por lo que Romina Tejerina quedó procesada por homicidio calificado agravado por el vínculo. El juicio oral confirmó esa calificación y la condenó a 14 años de prisión. Los jueces Antonio Llermanos, Héctor Carillo y Alfredo José Frías consideraron que Romina vivió una «infancia plagada de violencia tanto física como moral», que «se encontraba sola esperando un niño sin padre» y que «no tenía apoyo familiar», dado que la única que sabía de su embarazo era su hermana Erica. El tribunal argumentó de esta manera porqué no dio lugar al pedido de la fiscal, Liliana Fernández de Montiel, de sentenciar a la joven a prisión perpetua.
Pero tal como recuerda hoy la abogada de Romina, el Caso Tejerina no nació en los tribunales. “Desde el primer momento de la detención un centenar de hombres y mujeres se movilizaron para reclamar su libertad. Se organizaron marchas todos los meses y de esa manera se logró que el caso llegue a los medios de comunicación. En una provincia como Jujuy, donde el poder político está tan concentrado y controla todas las instituciones, tuvimos que enfrentarnos a un verdadero ataque contra Romina, pero aún así esto permitió que el tema se debata masivamente.”, resume la abogada, que ahora intentará poner en agenda la incorporación de la figura del infanticidio al Código Penal. “Hay muchos casos como el de Romina. Una mujer, durante el puerperio, no tiene total direccionalidad de sus actos. Esta nueva figura vendría a funcionar como una especie de atenuante en estos casos”, explica la letrada que intenta rescatar elementos positivos ante tanta adversidad: “El debate por el caso de Romina llegó a cada casa y eso ya es importante. Sirvió para que muchas mujeres rompan el silencio, para combatir la culpa que silencia a toda mujer abusada. Abrió un camino para revisar la historia de muchas mujeres que han sido víctimas de abuso. Y también para pensar colectivamente en esto temas. Por ejemplo, en San Pedro no se conocía la existencia de la píldora del día después. ¿Qué hubiera pasado si Romina hubiese tenido esa información? Hoy día, a pesar de la difusión del Caso Tejerina, si una joven violada va al hospital de San Pedro, los médicos se la siguen negando. Nuestra lucha, entonces, es para que el Caso Tejerina no vuelva a ocurrir y para eso es necesario que pensemos colectivamente quiénes son los que verdaderamente provocan que estos casos sucedan”.
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De la idea al audio: taller de creación de podcast
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Docente:
Mariano Randazzo, comunicador y realizador sonoro con más de 30 años de experiencia en radio. Trabaja en medios comunitarios, públicos y privados. Participó en más de 20 proyectos de podcast, ocupando distintos roles de producción. También es docente y capacitador.




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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: