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Solos y vigilados: cómo es hacer periodismo en México

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Un capítulo más que evidencia la artillería pesada del narcoestado mexicano contra el periodismo y los defensores de Derechos Humanos: luego del asesinato del periodista  Javier Valdez y antes de la investigación del New York Times que revela cómo el Estado mexicano espía periodistas, en la última edición de MU la periodista uruguaya radicada en México Eliana Gilet escribió este relato narra el espionaje en primera persona.
Una investigación del New York Times reveló cómo el Estado Mexicano espía a periodistas, activistas de Derechos Humanos y familiares de desaparecidos de manera ilegal.
Agencias gubernamentales mexicanas invirtieron en 2011 80 millones de dólares en Pegasus,  un software desarrollado por la empresa israeli NSO-Group  que permite infiltrar celulares y monitorear a los usuarios, accediendo a mensajes y comunicaciones, como también al micrófono y cámara del aparato.
La investigación revela huellas de ese software en teléfonos de periodistas, activistas y abogados que investigan la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Si bien aún no se sabe de dónde provino el hackeo, desde la empresa israelí afirman que su servicio es ofrecido exclusivamente a agencias gubernamentales, por lo cual no deja muchas dudas sobre quién está detrás de estas infiltraciones ilegales.
Un capítulo más que evidencia la artillería pesada del narcoestado mexicano contra el periodismo y los defensores de Derechos Humanos. En la última edición de MU, luego del asesinato del periodista  Javier Valdez y antes de esta investigación del New York Times, la periodista uruguaya radicada en México Eliana Gillet escribió este relato narra el espionaje en primera persona.

Solos y vigilados

Crónica desde México. El espionaje y la infiltración a quienes reclaman por los desaparecidos. Y lo que explicó el último periodista asesinado, para entender el oficio. ▶ ELIANA GILET
Desde que desperté los ojos me pesan como si los párpados trajeran agua, la nuca está rí- gida y la tensión se alojó para siempre bajo mi omóplato izquierdo. Los dedos me temblequean si no tecleo. Mi compañero, ansioso fotógrafo primo hermano de un cable pelado, se rehúsa a salir de la cama. Está triste y enojado, dice. Nos ladramos en vez de hablarnos, nosotros que siempre supimos tratarnos tan bien. No es tan grave, digo, porque parece poco el año que llevamos reporteando lo que pasa en México desde sus calles, y no desde sus escritorios. No es tan grave, pienso en la mañanita, cuando volvemos a dialogar, porque aún no somos adictos a los antidepresivos y al alcohol, aún no somos cínicos sin remedio, descorazonados por la tragedia y el rencor, por la falta de consuelo. Estamos lejos de casa, lejos del santuario que es la Ciudad de México, aunque después de que mataron al fotógrafo Rubén Espinosa esa idea ya no se la cree nadie.
Tampoco le cree nadie a Enrique Peña Nieto cuando se roba nuestras palabras y las devuelve vacías en cadena nacional, desde la residencia de Los Pinos, con todos los gobernadores y funcionarios, después de que las marchas le coparon el país. Su respuesta fue plagiarnos. “No se mata la verdad asesinando periodistas”, dijo con voz de un muerto que lee feo. No supimos si reírnos o llorar porque nos arruinó una consigna para siempre.
El asesinato de Javier Valdéz nos encontró cubriendo la Primera Caravana Internacional de Búsqueda en vida de personas desaparecidas, organizada por familias que buscan en cárceles, servicios forenses y hasta entre las trabajadoras sexuales a ver si alguien reconoce a quienes llevan en las fotos colgadas del cuello. Hacen lo que la justicia no. Como Miriam Rodríguez, una madre que investigó el paradero de los restos de su hija desaparecida, y logró encarcelar a una decena de sus apropiadores. Fue asesinada por un comando armado en su casa en San Fernando, Tamaulipas, el día de la madre.

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Ernesto Álvarez


Al llegar la caravana a cada ciudad, se marcha. Los tres periodistas que cubrimos uno de los movimientos más importantes de este México herido, freelancers precarios de recursos escasos e ingenio inversamente proporcional, decidimos marchar detrás de las madres, de negro, con carteles que dicen que estamos hartos, que nos dolió que mataran a uno de los maestros, de los buenos y solidarios, como nos duelen todos, pero este un poquito más.
Nuestro papel de observadores nos permitió reconocer que ese tipo que nos siguió, que tomó fotos de cada uno de los que estábamos en la marcha, era un infiltrado. Uno de los marchantes lo increpó por su actitud. Le reclamó que borrara las fotos, que para quién trabajaba. Lo había mandado la Inteligencia del Ejército Mexicano.
Tres días antes, en la marcha en Torreón, pasó lo mismo. Pelo a rape, lentes de sol, ropa gris, me lanza una foto. ¿Por qué me fotografía?, le pregunto. Que tiene un familiar desaparecido, me dice, que vino con el de la camioneta. Mi compañero corre y confirma que nadie lo conoce. Las madres lo rodean, el tipo saca un carnet de la Secretaría de Defensa Nacional, vigente. Un militar en funciones.
Dos días después, entre las fotos que las madres ponen en el piso para que la gente diga si ha visto a alguno de sus hijos, otros dos jóvenes preguntan dónde se aloja la caravana y ante la presión de ellas, que desconfían, revelan que forman parte del Centro de Investigación y Seguridad Militar.
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Ernesto Álvarez


Es en Monclova donde llega a un punto cúlmine la vigilancia. Mismo modus operandi: fotografiar a todos. Pero este infiltrado pasa una línea: se acerca a uno de los organizadores de la Caravana y lo entrevista diciendo ser un periodista principiante. Minutos más tarde es rodeado por policías municipales –la corporación más permeada por el crimen organizado- que lo esposan. “No se pasen de lanza tampoco”, les grito desde el tumulto, porque no puedo olvidar que a muchos de los que miran desde las fotos en el piso se los llevó esa misma policía. Cuando lo suben a la camioneta, el detenido le dice por lo bajo a un policía que se lo lleven. ¿Un detenido pidiendo que lo lleven? El coronel Victorino Reséndiz Cortés le arrebata el teléfono y lo entrega a los familiares. Además de las fotos de la marcha, enviadas a un chat con el nombre “trabajo”, hay una foto suya vestido de verde. El periodista principiante es otro militar infiltrado.
Más datos en el celular: en la conversación se da nombre y foto del coordinador de la marcha, se señala “al puto de los derechos humanos que nos viene sacando fotos” y se descubre finalmente a quién reporta el infiltrado: el C4, centro de comando y vigilancia integrado por militares y policías al servicio del Estado mexicano. El mismo C4 que en la masacre de Ayotzinapa seguìa cada movimiento de los estudiantes y, milagrosamente, perdió todo registro del momento en que los policías se llevaron a los 43 normalistas, que siguen desaparecidos desde 2014.
El coordinador de la caravana insiste en que se lleve al infiltrado ante la fiscalía local, donde confirman que es un militar activo dedicado a tareas de vigilancia. Se presenta el segundo jefe del batallón de Frontera Coahuila, Pablo Muñoz, diciendo que lo que hacen no es espionaje porque se trata de un evento público y que sus agentes van de civil para protección de su gente del Ejército, como se hace incontables veces.
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Ernesto Álvarez


La conversación de whatsapp a la que envió las fotos de las familias de desaparecidos tiene más imágenes de otras marchas. El infiltrado es un especialista en vigilar cualquier movilización social en la aterrorizada ciudad de Monclova.
Entre las fotos que el infiltrado –el soldado Celso Arbona López, 35 años-, envía a su superior inmediato al que le rinde cuentas, hay un montón de videos pornográficos.
Antes, el día en el que lo habíamos conocido, Javier Valdéz nos explicó algo que no hemos podido sacarnos de la cabeza: “El buen periodismo está solo, la sociedad no lo abraza y por eso, nos pueden seguir matando”. No le preguntamos al maestro de la crónica sinaloense si él sentía miedo a morir, o si le costaba dormirse a veces de todo lo que le quedaba en la mente. No le preguntamos nada por lo acelerados que estábamos al haber llegado a la cuna del narcotráfico mexa: el estado de Sinaloa. Era enero. También acompañábamos a la Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Otro logro de las familias, salvo que ellos se han vuelto expertos rastreadores de fosas clandestinas.
Valdéz nos citó en su café de siempre, en Culiacán, cerca de la redacción de Río Doce, el semanario cooperativo que fundó junto a otros dos periodistas –Alejandro Villareal e Ismael Bojórquez- para seguir haciendo el periodismo de investigación que necesitan estos tiempos violentos. Desde el 15 de mayo, cuando dos encapuchados le dispararon doce tiros a quemarropa, en su mesa de siempre, la número 9, descansan un diario, una flor, y un café cargado que espera que llegue con su sombrero y su oficio de sabueso, a sentarse a degustarlo y conversar.
Cierto que la muerte es la mejor agencia de publicidad que se ha inventado, pero Valdéz ya se había ganado el amor de un pueblo, a fuerza de profesionalismo y calidez humana.
Nos dijo que hacer buen periodismo es hacer periodismo y punto, y que para tratar con el narco había que hacer como con todo: saber en qué suelo estás pisando. Confirmar la información con una base amplia de fuentes y, sobre todo, entender que hay cosas que uno no va a publicar.
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Ernesto Álvarez


“La autocensura es sobrevivir, una forma de no rendirse. Aunque no haya en Sinaloa una intromisión en la redacción o una atmósfera amenazante, aprendes a no cruzar una línea. Si una fuente pasa un dato, pero a ese ni el Ejército lo toca, ¿qué hace uno? Pues no lo publica. La decisión es saber qué parte de la historia no vas a reportear. Apréndete esto: aquí ser valiente, es ser pendejo”.
Nunca como en esta semana entendimos el miedo y el rigor que significa reportear en estas tierras en guerra. Una guerra que nadie quiere salvo los militares y los sicarios, los profesionales de la muerte y la mentira. Los enemigos del periodismo y punto, que, paradójicamente, son los únicos que no nos dejan solos.

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Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

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Gabriel González, 45 años, pintor, fue asesinado por personal de la Policía de la Ciudad el jueves navideño en el barrio de Lugano, en un nuevo caso de gatillo fácil que además fue registrado por las cámaras de los vecinos. Gabriel intentó intervenir cuando la policía le estaba pegando a uno de sus hijos. Estaba sin remera, descalzo, desarmado. Lo fusilaron a corta distancia, las imágenes que aquí reproducimos están disponibles y se observa perfectamente quién le disparó. En el barrio sostienen que hubo violencia policial, además, sobre algunos de los testigos, para que hagan el silencio necesario para permitir la impunidad del y los autores.

En la foto de portada se ve a la derecha a Gabriel en el momento en el que es impactado por los disparos policiales.

Además de su trabajo como pintor, Gabriel se dedicó especialmente a la contención de jóvenes con consumos problemáticos. Presentamos la información publicada por el diario Tiempo Argentino, integrante junto a lavaca de la Unión de Medios Autogestivos, un símbolo y una realidad sobre la violencia institucional de estos tiempos.  

Amigos, allegados y vecinos de Gabriel González, el muchacho de 45 años que murió en medio de una violenta represión de la Policía de la Ciudad, ocurrida en Navidad en Villa Lugano, marcharon en reclamo de justicia. La familia aseguró que fue asesinado a mansalva y denuncia un nuevo caso de gatillo fácil. 

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Las lágrimas de Nelly, la viuda de Gabriel González. (Foto: Gentileza Pablo Lecaros)

Nelly, la viuda de Gabriel, aún habla de su marido en tiempo presente. En diálogo con la prensa que se movilizó hasta Cruz y Escalada, en Lugano, donde se concentró la movilización, expresó: “Hace más de 25 años que comparto con él, que vivo con él, que la luchamos, salimos a laburar todos los santos días. Tanto él como yo, salimos a trabajar para tener las cosas que tenemos y lo que pudimos construir. La peleó siempre. No es una mala persona. No se merecía morir de esa forma. Quiero justicia por la vida de Gabriel”. 

La mujer recordó que llegó a la escena del crimen cuando a su pareja “ya le habían pegado. Tenía toda la cara ensangrentada. En todo momento traté de pararlo y que no le sigan pegando, porque lo estaban lastimando. Escuchaba cómo lo incitaban a pelear con ellos. Todo el tiempo lo incitaban a pelear. Él estaba enojado y ellos eran cada vez más. Le dieron un tiro muy de cerca”. Nelly también recibió heridas en las piernas y en los brazos. 

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Entre sollozos, la viuda pidió a sus vecinos que no la dejen sola. “Luchemos. No es la primera vez que pasa algo así. Ellos vienen a matar, no vienen a apaciguar las cosas, a tranquilizar, sea lo que sea que esté pasando. Al amigo de él lo cagaron a palos, lo llevaron a la comisaría y le dijeron que no diga nada”. 

La mujer se refiere al amigo de Gabriel que en los videos, donde quedó registrada toda la secuencia, se advierte que intenta calmar a la policía. Gerardo, el hermano de la víctima, también mencionó “al muchacho que se llevaron preso, lo golpearon y lo amenazaron que lo iban a matar, le dijeron que conocían a su familia y a su casa. Para que no declare”.

Según pudieron reconstruir, el amigo de Gabriel fue liberado de la Comisaría 8A a eso de las 5 de la madrugada de este viernes. “Le aflojaron todos los dientes, le pegaron en las costillas entre el policía que disparó y había otro peladito. Todo para encubrir la cagada que se mandaron ellos”.

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Por su parte, la abogada de la familia, Romina Ávila, precisó que “cuando le tiran a Gabriel, le tiran estando totalmente desarmado, indefenso y a una distancia prudencial del personal. Esto quiere decir que en ese momento no estaba agrediendo al personal. Tampoco se puede argumentar que hubo un exceso en legítima defensa, es lo que nosotros llamamos gatillo fácil”.

La asesora de la familia señaló en Radio Con Vos que esperan los resultados de la autopsia y las pericias, cuyos análisis preliminares deberían estar para este sábado. “Está documentado que quien dispara es un policía que bajó del patrullero. Tenemos su rostro, imagen por imagen. Ahora a pedido de la justicia, la Policía de la Ciudad, debería identificarlo”, esgrimió.

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

Gabriel era pintor y solía contener a los chicos del barrio que padecen consumo problemático. De hecho, comenzó con esa tarea social tras un contexto de abuso de drogas por parte de su hijo. “Era una persona humilde, hijo de migrantes, muy pujante, una persona que trabajaba y en ocasiones como esta, un festejo popular, participaba. Lo grave de su conducta ayer fue salir a la vereda a compartir con los amigos, sus vecinos. Es común eso acá. Los encuentros se comparten por más que a ellos no les gusten. Es parte de la cultura”, analizó la abogada. 

“Acompañaba a chicos con consumo, porque con su hijo dio una larga lucha por esa misma situación”, añadió Ávila, quien concluyó: “La Policía de la Ciudad sigue deambulando y caminando por acá. Son los mismos policías de la Comisaría Vecinal 8A que ayer estaban tomándole declaración a sus mismos compañeros que horas antes habían ido a herir de muerte a GabrielConviven con nosotros y el miedo es grande y está”

Respecto a la autopsia, la mujer indicó que los restos fueron trasladados este viernes a las 8 a la morgue judicial y que los resultados «van a ser sumamente clarificadores de lo que creemos y que sostenemos como teoría del caso, que para nosotros se trató de un hecho de violencia institucional. Que no tuvo ningún tipo de defensa, ni exceso en legítima defensa por parte del personal policial».

Matar por matar: la violencia policial porteña y el crimen en Lugano de Gabriel González

Foto: Gentileza Pablo Lecaros.

“Mi primo asesinado por la policía era un chico trabajador, nacido acá en el barrio, en la Villa 20. Era papá de Dante y Ángel de 21 y 25 años. Re familiero. En cumpleaños o reuniones familiares él siempre estaba en la parrilla haciendo el asado. Le encantaba compartir, era fanático de la pesca, un arquerazo del equipo del barrio que hace poco salió campeón. Cariñoso, amable, sencillo, solidario. Gabriel era muy valiente, no le tenía miedo a nada”, dijo a Tiempo Oscar Villaverde, primo de Gabriel y docente de la Escuela Técnica N° 13, Ingeniero José L. Delpini de Villa Lugano.

Fue el propio Oscar quien publicó en las redes en la tarde noche de ayer el asesinato de su primo: “Hoy en un forcejeo con la policía tras defender a su hijo asesinaron a quemarropas a mi primo Gabriel González e hirieron de bala a su mujer”.

El video filmado por un vecino dejó en evidencia el asesinato a quemarropa denunciado por quienes fueron testigos del brutal crimen. Se lo ve Gabriel sin remera, defendiéndose de los golpes contra media docena de efectivos policiales que lo golpean sin piedad.

De golpe, uno de ellos saca su escopeta y le dispara. La muerte fue instantánea y uno de los disparos hirió a la compañera de vida del asesinado y a otros vecinos que observaban con asombro la brutalidad policial.

https://twitter.com/mapadelapolicia/status/2004682374236569608?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E2004682374236569608%7Ctwgr%5Eac1d97fec004d4b6f43c539db126fd40cbc95cf4%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.tiempoar.com.ar%2Fta_article%2Fgatillo-facil-en-lugano-no-es-la-primera-vez-que-pasa-algo-asi-ellos-vienen-a-matar-no-vienen-a-apaciguar-las-cosas%2F

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Se confirmó el procesamiento del gendarme Guerrero por el ataque al fotógrafo Pablo Grillo

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El gendarme Héctor Guerrero será procesado por el ataque que hirió gravemente en la cabeza al  Pablo Grillo el 12 de marzo pasado (la foto de portada muestra a Pablo durante su recuperación, que aún continúa). La Sala II de la Cámara Federal porteña ratificó la decisión de la jueza María Servini que había sido apelada por el acusado. Además, pidieron investigar las posibles responsabilidades de quienes estuvieron a cargo del operativo. Presentamos aquí la información del diario Tiempo Argentino, uno de los integrantes de la Unión de Medios Autogestivos.

La Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones confirmó el procesamiento del gendarme Héctor Guerrero por las lesiones gravísimas producidas al fotógrafo Pablo Grillo y por el abuso de armas en otras cinco oportunidades durante la manifestación de los jubilados del 12 de marzo pasado.

Se confirmó el procesamiento del gendarme Guerrero por el ataque al fotógrafo Pablo Grillo

El gendarme Héctor Guerrero el día de su declaración ante la jueza María Servini.

El fallo de la Cámara lleva las firmas de los jueces Eduardo Farah, Martín Irurzun y Roberto Boico. En su voto, Boico además, exigió que se profundice la investigación por las eventuales responsabilidades de las autoridades a cargo del operativo.

La situación del gendarme Guerrero había llegado a la cámara de apelaciones luego de un planteo de la defensa del acusado en la que pidió revocar el procesamiento como presunto autor del disparo con una pistola lanza gases contra Pablo Grillo, quien sufrió heridas gravísimas durante la represión policial a aquella protesta de jubilados en el centro porteño.

El planteo de la defensa se produjo en el contexto de varias resoluciones judiciales polémicas que se dieron durante en la semana posterior al triunfo electoral de La Libertad Avanza (LLA), que tuvieron como principales beneficiarios a Mauricio Macri y Javier Milei, y como principales perjudicados a Cristina Kirchner y Guillermo Moreno. Sin embargo, el oportunismo no funcionó y este viernes los tres camaristas le dio un revés al gendarme al entender que el acusado debe ir a juicio.

Guerrero, asistido por los abogados Martín Sarubbi y Claudio Nuncija, solicitó revertir el procesamiento que oportunamente había sido dictado por la jueza federal María Servini. La defensa sostuvo que no está acreditado que el gendarme haya sido el autor del disparo y afirmó que su conducta se ajustó a los protocolos vigentes para el uso de armas lanzagases.

En tanto, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que interviene como querellante, respaldó la resolución de Servini y la validez de las medidas de prueba, entre ellas el relevamiento en el lugar del hecho, un informe balístico de la Policía de la Ciudad y la reconstrucción denominada “Mapa de la Policía”, elaborada por realizadores audiovisuales y peritos forenses.

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MU 210: La batalla final

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MU 210: La batalla final

El femicidio de Lucía Pérez a manos de dos narcos de Mar del Plata motivó el primer Paro Nacional de Mujeres. Tras una larga luchar familiar y social se logró la condena, pero ahora una nueva maniobra judicial puede dejar impunes a los culpables. Un ejemplo de que todo lo que conseguimos está en peligro. ¿Podrán?



Las notas de esta edición:

MU 210: La batalla final

Negacionismo de Estado: Informe 2025 del Observatorio Lucía Pérez

¿Qué hay detrás de la avanzada oficial para negar los femicidios? Radiografía de cómo cada poder del Estado, por acción u omisión, busca ocultar las causas y consecuencias del asesinato de mujeres. Y por qué lo hace. Por Claudia Acuña


MU 210: La batalla final

El Aleph (versión putas): Entrevista a Georgina Orellano

¿Cuánto cuesta la vida? ¿Cuánto vale? La dirigente de AMMAR y la actualidad desde la esquina: lo que se ve, lo que no se escucha, las falsas soluciones progresistas, lo que hay que abolir. Lo narco, la revolución, el cuerpo, la salida. Una recoridapor sus tatuajes, y todo lo que significa ser puta. Por Claudia Acuña y Lucas Pedulla



MU 210: La batalla final

Carla Soggiu: La impunidad avanza

Carla recibió un botón antipánico por las agresiones de su pareja, que la ató, golpeó y violó delante de su hija de dos años. Semanas después de ese hecho, accionó cinco veces ese botón pero la policía no la encontró. Apareció muerta en el Riachuelo. Las complicidades, las burocracias, el rol de Diego Santilli y la lucha de una familia que define el caso como un femicidio de Estado. Por Francisco Pandolfi



MU 210: La batalla final

Alma y vida: El femicidio de Lucía Pérez, hoy

¿Qué es la justicia? ¿Cómo enloquecer a una familia? ¿Por qué buscan eliminar la figura de
femicidio? ¿Cuál es el rol práctico del Estado y el negacionismo? El Tribunal de Casación resolvió que el de Lucía Pérez no fue un femicidio. La política de la misoginia como aversión hacia las mujeres y el paralelismo con lo narco que vende droga junto a las escuelas. Las “sumisitas”, la violencia y el sometimiento. Marta y Guillermo: una familia que trabaja en comunidad, y las claves para que las pesadillas no sigan asesinando a los sueños. Por Sergio Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Crónicas del más acá: Al trote

POR CARLOS MELONE



MU 210: La batalla final

El Caliban y las brujas: La obra Fuerza mayor, protagonizada por jubiladas

La alianza entre Jubilados Insurgentes con integrantes del Teatro Caliban parió está obra que pone en escena lo que pasa todos los miércoles frente al Congreso. Una forma creativa de elaborar la actualidad con las herramientas del teatro, para hacer sentir, pensar e interpelar a los más jóvenes. Por Franco Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Sin berretines: Lo que nos cuenta la cárcel

Estudiantes de Sociología y Trabajo Social que cumplen condena en la cárcel de San Martín comparten sus reflexiones sobre la libertad, el encierro, y la actualidad más acá de las rejas. ¿Cómo funciona lo narco? ¿Qué implica buscar plata fácil? Lecciones sobre educación, berretines y prejuicios, el sentido de la vida, y la teoría de la bobalización. Por Sergio Ciancaglini



MU 210: La batalla final

Sin protección: Ley contra el Acoso y después

Perdió estado parlamentario el proyecto de ley de acoso en ámbitos laborales y académicos: una muestra de la desidia y el abandono de las políticas de género. Del caso Brieger a Milei, cómo sigue la organización de las mujeres para empujar lo imposible en tiempos de motosierra, fascismo y un Congreso estancado. Por Evangelina Bucari



MU 210: La batalla final

Con horizonte: 38º Encuentro Plurinacional en Corrientes

Cien mil personas participaron del 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades. MU lo registró con crónicas día a día, que pueden leerse en lavaca.org. Compartimos aquí parte del registro fotográfico y una mirada sobre la trastienda de debates que explican mucho de lo que pasó en un evento extraño y extraordinario. Por Claudia Acuña. Fotos de Line Bankel



MU 210: La batalla final

Sin cuerpo: La ¿impericia? en la causa de Cecilia Basaldúa

A lo largo de este 2025 la nueva instrucción que investiga el femicidio de Cecilia Basaldúa, ocurrido en el año 2020 en la localidad cordobesa de Capilla del Monte, Cambió fiscales, tomó nuevas pruebas y amplió testimoniales. Sin embargo, en el marco de un proceso judicial que avanzaba, una noticia coronó la impunidad en esta causa: hace cuatro años que el cuerpo de Cecilia fue retirado de la morgue judicial sin el consentimientode la familia. Por María Eugenia Marengo


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Femicidios, narcotráfico y Estado