Nota
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
(lavaca en Guatemala) No’j significa razón y pensamiento, la raíz de la sabiduría y de los conocimientos.
Hoy es No´j
Eso nos indica el calendario maya y así lo explica la compañera que nos precisa qué energía tiene No´j esta jornada: 5, en una escala en donde el máximo es 13. Así que estamos en la medianía, preparadas para compartir lo que hacemos, lo que sabemos y lo que soñamos. Nos dirá entonces la compañera: “Desde que nacemos traemos esa inteligencia que produjeron otras antes que nosotras. Somos seres muy sabios entonces y este día es especial – todos lo son-, pero este muy apropiado para dar a conocer nuestra sabiduría como mujeres, para poder seguir con nuestras luchas y para poder tener un granito de poder algún día, sabiendo que otras seguirán nuestros pasos y tendrán que tomar el reto que estamos iniciando juntas hoy”.
Luego, prende la vela que nos acompañará durante toda la jornada, para tener presenta con esa titilante luz que estamos acompañadas por el espíritu de nuestras ancestras.
La guatemalteca Ana Patricia Castillo nos despliega entonces la propuesta de trabajo:
“Ayer estuvimos compartiendo cómo estamos viviendo las consecuencias del capitalismo, el racismo, el patriarcado. Pusimos en común tres enfoques:
El feminista: que es una manera de analizar la problemática. Hay poderes que nos explotan, nos discriminan y nos han empobrecido. Hay una relación de producción que enriquece a otros y nos empobrece a nosotras. Y esa relación de dominación es de clase, género, raza. Miramos esas relaciones de poder con anteojos feministas.
El territorio: que es la interlocución del feminismo con los pueblos originarios. Más allá del espacio geográfico, la propiedad, analizamos el territorio como poder, relaciones sociales, económicas, dinámicas históricas. Haciendo memoria y reconstruyendo visiones y enfoques que fueron objeto de invasión, privatización y saqueo.
La red: No basta estar en el mismo territorio sino estamos organizadas y articuladas. No a partir de esa vieja idea de unidad, de pensar parejo con orientación única. Es más complejo que eso. Es la percepción de que tenemos el mismo problema y la misma necesidad de articular. El territorio tiene que ver con eso: el poder desde abajo, la articulación, la organización, la red. Ya nos dimos cuenta que el monstruo no es pequeño si nos agarra solitas y desprevenidas, pero tampoco es tan grande si estamos juntas y organizadas.
Hoy vamos a compartir nuestras experiencias, qué estamos haciendo en los territorios, cómo estamos organizando la resistencia. Y la propuesta es hacerlo respondiendo a tres preguntas:
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
¿Qué cosas de nuestras prácticas reproducen el sistema de opresión?
¿Qué podríamos hacer juntas?”.
Luego, es la costarricense Tita Torres, de Mujeres Mesoamericanas, quien nos guía sobre cómo producir esas respuestas: organizándonos por territorio. Pero no de acuerdo al mapa trazado por la burocracia estatal, sino como a nosotras nos ayude a pensar. ¿Qué significa? Tita nos explica:
Todo territorio tiene:
- Cuerpo
- Madre Tierra: “La tierra no está solo en zonas rurales, ni en las uñas. Nadie está suspendido en el aire. Se trata de reconocer, entonces, las raíces que sostienen nuestras luchas, y desde dónde las estamos librando.
- Memoria
- Historia: “Ningún territorio fue creado por el último alcalde”.
Advierte luego Ana Patricia: “Nuestras luchas apenas nos dan tiempo para comprender qué nos está pasando. Hay poco tiempo para la reflexión colectiva. Al proponerles reunirse en grupo a partir de definir territorios sobre los cuales identificar qué tenemos que enfrentar y cómo nos estamos organizando para hacerlo, no pretendemos que de este ejercicio surja ni un plan, ni una alianza ni un programa, sino simplemente un espacio para reflexionar comunitariamente. Y que luego compartan con el resto lo que pensaron juntas. Y va a salir de aquí lo que quieran que salga”.
Lo que sale, entonces, son siete grupos que reúnen alrededor de papeles y marcadores a docenas de mujeres que charlan, dibujan y pintan sus territorios de batalla cotidiana. Tras dos horas de intercambio, el resultado son láminas que trazan las cartografías más variadas con siluetas, viñetas, palabras. Luego, las voceras de cada grupo comparten con el resto las respuestas que bordaron juntas alrededor de aquellas tres preguntas que provocaron esa reflexión colectiva.
Estas son algunas de las frases que brotaron en cada grupo:
Territorio Agua y Madre Tierra
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La unión.
Las alianzas.
Luchar contra el machismo en las organizaciones mixtas.
La formación en seguridad y comunicación.
Las resistencias que hacemos en los territorios nos fortalecen: vivimos con el cuerpo entero inmerso en ese sistema de despojo, absorbiendo: desde la contaminación hasta la violencia a la Madre Tierra y eso lo convertimos en reto constante para entender qué tenemos que enfrentar.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Asumir los roles del Estado.
El uso de agroquímicos.
Trabajar para las empresas que nos contaminan y roban el agua.
¿Qué podemos hacer juntas?
A veces creemos que no podemos más o que nuestras luchas nunca van a triunfan. Decaemos. Entonces en esos momentos necesitamos que nos acompañen, que nos ayuden a fortalecer nuestras organizaciones. Nos mataron a una líder hace 40 días. Tenía 35 años y le dispararon. Al lado estaba su hijo de 12 años. No es fácil que no nos duela. No es fácil no tener miedo. Vamos a seguir luchando, siempre, pero en momentos así necesitamos de otras. Fortalecer la comunicación entre nosotras nos ayuda a tener ese apoyo mutuo que necesitamos. Muchas veces nos sentimos solas en los territorios frente a situaciones muy complejas. Acosadas, criminalizadas, amenazadas. Nos fortalecen los intercambios: compartir experiencias y fuerzas de lucha. También la información: con tantos problemas que enfrentamos hemos perdido la noción de qué derechos nos corresponden.
Mejorar la participación en la toma de decisiones.
Atrevernos.
Hacemos también un llamado a la academia para que retomen los estudios de casos como forma de visibilizar nuestras luchas y para que se valoricen esas experiencias de resistencia como conocimiento.
Territorio Generación de ingresos desde la resistencia
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Poner un valor a lo que hacemos, no solo monetario
Saber que nuestros productos tienen valor histórico, de memoria: llevan mucho cariño cuando los compran.
Juntarnos desde la inter generacionalidad.
Saber que nadie es más que la otra.
El interaprendizaje.
La colectividad: si no es colectivo no es de resistencia.
Construir territorio de afectividades: cuando nos juntamos no solo estamos tejiendo o bordando telas, sino también compartiendo cómo están nuestras vidas. Nadie nos pregunta eso en ningún otro lado: cómo estamos por dentro. Nos es un espacio maquila, es un espacio sin tiempo.
Poner en el cuerpo, sentimiento.
Poner el alma a los números.
Las alianzas.
Generar ingresos desde la resistencia.
Disfrutar haciendo lo que hacemos.
Poner nosotras las condiciones en las que queremos estar.
Saber qué me da vida y qué me la quita: colocar la vida en el centro de las decisiones.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Que el conocimiento que generamos sea devuelto y no expropiado.
La doble jornada.
El agotamiento físico.
No delegar responsabilidades.
Las posiciones de las organizaciones mixtas y oenegés.
Que el cuidado de la biodiversidad esté asignado a las mujeres es hoy una carga muy pesada.
Imponernos a las compañeras.
¿Qué podemos hacer juntas?
Ayudarnos a profundizar y sistematizar.
Territorio Cuerpo
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Organizarse con otros y otras. Relacionar los cuerpos. La colectividad.
La emancipación pasa por tener una apuesta. La nuestra es tener libertad
Reconocernos como seres con contradicciones. Somos parte del problema y de la solución.
Saber que se llega de poco, y que no se trata de llegar a un solo punto. La autonomía es una propuesta política múltiple.
Sabernos diversas, diferentes, plurales.
Dialogar. Intercambiar conocimientos y experiencias.
La solidaridad.
La complicidad desde la pluralidad.
Qué cosas de nuestras prácticas nos someten:
En nuestros cuerpos muchas veces internalizamos el sistema de opresión. No es fácil romper con los fundamentalismos que cargamos.
Decidir no es un acto sencillo: hay que tener información, posición política, soporte.
A veces damos cabida a la presión cuando no cuestionamos o no nos cuestionamos.
Negar lo que los cuerpos sienten.
Negar las diferencias: hay formas distintas de ser y estar.
La división sexual, racial y mercantil del trabajo.
Naturalizar o invisibilizar el entramado de poderes.
No identificar qué tipo de poder o qué potencia tiene el modelo hegemónico en nosotras.
Los juicios, los prejuicios, la manipulación, la descalificación.
¿Qué podemos hacer juntas?
Juntar visiones para ver cómo ser articulan y pensar qué es estar juntas: ¿es una propuesta política, es una apuesta, es un pacto?
Capacitación.
Autodefensa.
Formación.
Producción
Territorio Defendemos y recuperamos territorios
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La defensa de la colectividad, el trabajo organizativo, la memoria histórica, la tenencia colectiva de la tierra.
Nuestras múltiples estrategias de lucha: resistencia, infidencia, plantones, pronunciamientos, marchas, comunicación hacia afuera y hacia adentro, denuncias, etc., etc.
Que cosas de nuestras prácticas nos someten:
Fragmentación de luchas.
División de las mujeres.
Burocratización.
Dependencia del mercado.
Cuando nos colocamos subordinadas.
Cuando no tejemos redes.
Cuando hay competencia.
Cuando reproducimos discriminaciones racistas, de edad, de identidad.
Cuando excluimos a otras compañeras.
Cuando perdemos el sentido crítico feminista ante los gobiernos progresistas.
Cuando nos incorporamos a dinámicas patriarcales de poder.
La dificultad para unirnos y respetar diferencias e ideológicas.
¿Qué podemos hacer juntas?
Analizar críticamente las condiciones en las que vivimos.
Encontrar lo común.
Organizarnos y formarnos colectivamente.
Tener claro los objetivos: emancipación, autonomía y dignidad de cuerpos, territorios y Madre Tierra.
Construir nuevas formas de vidas y nuevas narrativas que fortalezcan nuestras luchas.
Defender colectivamente nuestros derechos.
Valorar el sentido político de la lucha de las mujeres.
Cuidarnos, apoyarnos, entendernos y respetarnos en esta diversidad.
Encontrarnos.
Territorio Mesoamérica
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Nuestra historia, memoria y raíces.
Reconocernos parte de la red de la vida.
Fomentar el respeto.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
No hablar de nuestros saberes y memoria.
Cuando el trabajo de cuidado recae sobre nosotras.
La división sexual del trabajo.
No recordar que ninguna violencia forma parte de nuestra tradición cultural.
Los hombres antes ayudaban cuando las mujeres tenían muchos hijos, ahora hay que concientizarlos para que retomen esa tarea.
Buscar la coherencia entre conocimiento y práctica.
Hay prácticas ancestrales, como la dote, que son costumbre que no ayudan a liberar a las mujeres: las venden.
¿Qué podemos hacer juntas?
Intercambios de experiencias.
Colectivización de prácticas.
Compartir.
Escuchar.
Aprender nuevas prácticas.
Difundir a los hijos valores de responsabilidad compartida.
Fortalecer nuestras organizaciones.
Alianzas.
Territorio Madre Tierra y cuerpo
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
El empoderamiento colectivo.
El autocuidado y cuidado colectivo.
Las alianzas.
La sensibilización.
La información.
El fortalecimiento de la identidad.
El derecho a decidir.
La defensa de derechos.
Producir sistemas agroforestales sostenibles.
La diversidad de cultivos.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
La desvaloración.
El desconocimiento de nuestros derechos.
El cansancio de nosotras y de las otras.
La recarga de trabajo.
Las enfermedades.
La doble jornada.
El consumismo.
La religión.
El liderazgo autoritario.
La división de roles.
La reproducción de la educación tradicional.
El machismo, la violencia.
La autolimitación de nuestros derechos.
¿Qué podemos hacer juntas?
Una plataforma de economía feminista.
Redes de la vida.
Denuncias, alertas.
Promoción de productos y saberes.
Alianzas y redes de apoyo.
Reconocimiento de liderazgos.
Campañas regionales.
Promover la agroecología como alternativa económica.
Denunciar los desplazamientos forzosos.
Territorio Archipiélagos Académicos
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
Trabajar juntas.
Compartir espacios como este, que nos enriquecen, nos complotan y nos hacen felices.
Trabajar con otras mujeres de las que aprendemos y nos ayudan a aterrizar.
El diálogo de saberes.
Estudiar.
Sentipensar.
Desconectarnos con las lógicas de la Academia.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Resignarnos y renunciar.
Aceptar las reglas de juego del sistema.
Olvidar que la Academia es un sistema.
Crear indicadores para medir sentimientos y padeceres.
Las miradas unilaterales, sin diálogo.
Aseverar “asi son las cosas” y “así es el conocimiento” cuando sabemos que el mundo está hecho de muchos mundos y de muchos saberes.
Homogenizar la diversidad.
La competencia.
La adopción de modelos de explotación y acumulación académica.
El copy page.
Aceptar la maquila del conocimiento.
El discurso saber-poder.
¿Qué podemos hacer juntas?
Romper las reglas, las prácticas y las disciplinas.
Construir saberes y nuevas fronteras.
Promover diálogos intergeneracionales.
Fortalecer los encuentros y el trabajo conjunto.
Descolonizarnos y despatriarcalizarnos: reconocer que es complejo hasta pronunciar estas palabras
Una red de apoyo.
Cultivar vínculos afectivos.
Ayudarnos a armonizar los roles y la vida académica. Esa armonía no la podemos alcanzar solas: comprometerse con roles del cuidado es tarea común.
Compromiso político: América Latina está ardiendo y nuestro posicionamiento es urgente y necesario.
La producción de conocimiento situado.
Las interdisciplinas.
Defender la educación pública como un derecho humano es central: es la defensa de un territorio colectivo.
Leer la vida
Nos dirá Tita Torres, finalmente, como cierre y también como horizonte:
“Aquí no hay palabras ni de Dios ni definitivas. La propuesta de agruparnos por territorios no geográficos ni administrativos nos desorganizó la estantería porque no sabíamos dónde poner las cosas, pero tenemos ahora un resultado robusto, diverso y provocador. Es muy desalentador reunirnos para hablar sólo sobre las desgracias, también hay que hablar sobre las gracias y por eso es bueno reconocerlas colectivamente. El resultado deja ideas muy claras sobre qué nos ayuda de nuestras prácticas. La mirada sobre lo que estamos haciendo mal: de ahí nos llevamos mucho también. Y sobre qué podemos hacer juntas, incluso con otras que nos están acá.
No hay conclusiones porque las pusimos en cada cosa que hicimos juntas.
Nos vamos con algo más de lo que trajimos.
A bailar, porque lo logramos.”
Bailamos, entonces, con la música que nos trajo la cantautora guatemalteca Devorah Rahel y al ritmo de la alegría que generan los logros colectivos y los abrazos.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre

