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Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas

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(lavaca en Guatemala) No’j significa razón y pensamiento, la raíz de la sabiduría y de los conocimientos.
Hoy es No´j
Eso nos indica el calendario maya y así lo explica la compañera que nos precisa qué energía tiene No´j esta jornada: 5, en una escala en donde el máximo es 13. Así que estamos en la medianía, preparadas para compartir lo que hacemos, lo que sabemos y lo que soñamos. Nos dirá entonces la compañera: “Desde que nacemos traemos esa inteligencia que produjeron otras antes que nosotras. Somos seres muy sabios entonces y este día es especial – todos lo son-, pero este muy apropiado para dar a conocer nuestra sabiduría como mujeres, para poder seguir con nuestras luchas y para poder tener un granito de poder algún día, sabiendo que otras  seguirán nuestros pasos y tendrán que tomar el reto que estamos iniciando juntas hoy”.
Luego, prende la vela que nos acompañará durante toda la jornada, para tener presenta con esa titilante luz que estamos acompañadas por el espíritu de nuestras ancestras.
La guatemalteca Ana Patricia Castillo nos despliega entonces la propuesta de trabajo:
“Ayer estuvimos compartiendo cómo estamos viviendo las consecuencias del capitalismo, el racismo, el patriarcado. Pusimos en común tres enfoques:
El feminista: que es una manera de analizar la problemática. Hay poderes que nos explotan, nos discriminan y nos han empobrecido. Hay una relación de producción que enriquece a otros y nos empobrece a nosotras. Y esa relación de dominación es de clase, género, raza. Miramos esas relaciones de poder con anteojos feministas.
El territorio: que es la interlocución del feminismo con los pueblos originarios. Más allá del espacio geográfico, la propiedad, analizamos el territorio como poder, relaciones sociales, económicas, dinámicas históricas. Haciendo memoria y reconstruyendo visiones y enfoques que fueron objeto de invasión, privatización y saqueo.
La red: No basta estar en el mismo territorio sino estamos organizadas y articuladas. No a partir de esa vieja idea de unidad, de pensar parejo con orientación única. Es más complejo que eso. Es la percepción de que tenemos el mismo problema y la misma necesidad de articular. El territorio tiene que ver con eso: el poder desde abajo, la articulación, la organización, la red. Ya nos dimos cuenta que el monstruo no es pequeño si nos agarra solitas y desprevenidas, pero tampoco es tan grande si estamos juntas y organizadas.
Hoy vamos a compartir nuestras experiencias, qué estamos haciendo en los territorios, cómo estamos organizando la resistencia. Y la propuesta es hacerlo respondiendo a tres preguntas:
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
¿Qué cosas de nuestras prácticas reproducen el sistema de opresión?
¿Qué podríamos hacer juntas?”.
Luego, es la costarricense Tita Torres, de Mujeres Mesoamericanas, quien nos guía sobre cómo producir esas respuestas: organizándonos por territorio. Pero no de acuerdo al mapa trazado por la burocracia estatal, sino como a nosotras nos ayude a pensar. ¿Qué significa? Tita nos explica:
Todo territorio tiene:

  • Cuerpo
  • Madre Tierra: “La tierra no está solo en zonas rurales, ni en las uñas. Nadie está suspendido en el aire. Se trata de reconocer, entonces, las raíces que sostienen nuestras luchas, y desde dónde las estamos librando.
  • Memoria
  • Historia: “Ningún territorio fue creado por el último alcalde”.

Advierte luego Ana Patricia: “Nuestras luchas apenas nos dan tiempo para comprender qué nos está pasando. Hay poco tiempo para la reflexión colectiva. Al proponerles reunirse en grupo a partir de definir territorios sobre los cuales identificar qué tenemos que enfrentar y cómo nos estamos organizando para hacerlo, no pretendemos que de este ejercicio surja ni un plan, ni una alianza ni un programa, sino simplemente un espacio para reflexionar comunitariamente. Y que luego compartan con el resto lo que pensaron juntas. Y va a salir de aquí lo que quieran que salga”.
Lo que sale, entonces, son siete grupos que reúnen alrededor de papeles y marcadores a docenas de mujeres que charlan, dibujan y pintan sus territorios de batalla cotidiana. Tras dos horas de intercambio, el resultado son láminas que trazan las cartografías más variadas con siluetas, viñetas, palabras. Luego, las voceras de cada grupo comparten con el resto las respuestas que bordaron juntas alrededor de aquellas tres preguntas que provocaron esa reflexión colectiva.
Estas son algunas de las frases que brotaron en cada grupo:
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
Territorio Agua y Madre Tierra
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La unión.
Las alianzas.
Luchar contra el machismo en las organizaciones mixtas.
La formación en seguridad y comunicación.
Las resistencias que hacemos en los territorios nos fortalecen: vivimos con el cuerpo entero inmerso en ese sistema de despojo, absorbiendo: desde la contaminación hasta la violencia a la Madre Tierra y eso lo convertimos en reto constante para entender qué tenemos que enfrentar.
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Asumir los roles del Estado.
El uso de agroquímicos.
Trabajar para las empresas que nos contaminan y roban el agua.
¿Qué podemos hacer juntas?
A veces creemos que no podemos más o que nuestras luchas nunca van a triunfan. Decaemos. Entonces en esos momentos necesitamos que nos acompañen, que nos ayuden a fortalecer nuestras organizaciones. Nos mataron a una líder hace 40 días. Tenía 35 años y le dispararon. Al lado estaba su hijo de 12 años.  No es fácil que no nos duela. No es fácil no tener miedo. Vamos a seguir luchando, siempre, pero en momentos así necesitamos de otras. Fortalecer la comunicación entre nosotras nos ayuda a tener ese apoyo mutuo que necesitamos. Muchas veces nos sentimos solas en los territorios frente a situaciones muy complejas. Acosadas, criminalizadas, amenazadas. Nos fortalecen los intercambios: compartir experiencias y fuerzas de lucha. También la información: con tantos problemas que enfrentamos hemos perdido la noción de qué derechos nos corresponden.
Mejorar la participación en la toma de decisiones.
Atrevernos.
Hacemos también un llamado a la academia para que retomen los estudios de casos como forma de visibilizar nuestras luchas y para que se valoricen esas experiencias de resistencia como conocimiento.
 
Territorio Generación de ingresos desde la resistencia
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Poner un valor a lo que hacemos, no solo monetario
Saber que nuestros productos tienen valor histórico, de memoria: llevan mucho cariño cuando los compran.
Juntarnos desde la inter generacionalidad.
Saber que nadie es más que la otra.
El interaprendizaje.
La colectividad: si no es colectivo no es de resistencia.
Construir territorio de afectividades: cuando nos juntamos no solo estamos tejiendo o bordando telas, sino también compartiendo cómo están nuestras vidas. Nadie nos pregunta eso en ningún otro lado: cómo estamos por dentro. Nos es un espacio maquila, es un espacio sin tiempo.
Poner en el cuerpo, sentimiento.
Poner el alma a los números.
Las alianzas.
Generar ingresos desde la resistencia.
Disfrutar haciendo lo que hacemos.
Poner nosotras las condiciones en las que queremos estar.
Saber qué me da vida y qué me la quita: colocar la vida en el centro de las decisiones.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
Que el conocimiento que generamos sea devuelto y no expropiado.
La doble jornada.
El agotamiento físico.
No delegar responsabilidades.
Las posiciones de las organizaciones mixtas y oenegés.
Que el cuidado de la biodiversidad esté asignado a las mujeres es hoy una carga muy pesada.
Imponernos a las compañeras.
 
¿Qué podemos hacer juntas?
Ayudarnos a profundizar y sistematizar.
 
Territorio Cuerpo
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Organizarse con otros y otras. Relacionar los cuerpos. La colectividad.
La emancipación pasa por tener una apuesta. La nuestra es tener libertad
Reconocernos como seres con contradicciones. Somos parte del problema y de la solución.
Saber que se llega de poco, y que no se trata de llegar a un solo punto. La autonomía es una propuesta política múltiple.
Sabernos diversas, diferentes, plurales.
Dialogar. Intercambiar conocimientos y experiencias.
La solidaridad.
La complicidad desde la pluralidad.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
Qué cosas de nuestras prácticas nos someten:
En nuestros cuerpos muchas veces internalizamos el sistema de opresión. No es fácil romper con los fundamentalismos que cargamos.
Decidir no es un acto sencillo: hay que tener información, posición política, soporte.
A veces damos cabida a la presión cuando no cuestionamos o no nos cuestionamos.
Negar lo que los cuerpos sienten.
Negar las diferencias: hay formas distintas de ser y estar.
La división sexual, racial y mercantil del trabajo.
Naturalizar o invisibilizar el entramado de poderes.
No identificar qué tipo de poder o qué potencia tiene el modelo hegemónico en nosotras.
Los juicios, los prejuicios, la manipulación, la descalificación.
 
¿Qué podemos hacer juntas?
Juntar visiones para ver cómo ser articulan y pensar qué es estar juntas: ¿es una propuesta política, es una apuesta, es un pacto?
Capacitación.
Autodefensa.
Formación.
Producción
 
Territorio  Defendemos y recuperamos territorios
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
La defensa de la colectividad, el trabajo organizativo, la memoria histórica, la tenencia colectiva de la tierra.
Nuestras múltiples estrategias de lucha: resistencia, infidencia, plantones, pronunciamientos, marchas, comunicación hacia afuera y hacia adentro, denuncias, etc., etc.
 
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
Que cosas de nuestras prácticas nos someten:
Fragmentación de luchas.
División de las mujeres.
Burocratización.
Dependencia del mercado.
Cuando nos colocamos subordinadas.
Cuando no tejemos redes.
Cuando hay competencia.
Cuando reproducimos discriminaciones racistas, de edad, de identidad.
Cuando excluimos a otras compañeras.
Cuando perdemos el sentido crítico feminista ante los gobiernos progresistas.
Cuando nos incorporamos a dinámicas patriarcales de poder.
La dificultad para unirnos y respetar diferencias e ideológicas.
 
¿Qué podemos hacer juntas?
Analizar críticamente las condiciones en las que vivimos.
Encontrar lo común.
Organizarnos y formarnos colectivamente.
Tener claro los objetivos: emancipación, autonomía y dignidad de cuerpos, territorios y Madre Tierra.
Construir nuevas formas de vidas y nuevas narrativas que fortalezcan nuestras luchas.
Defender colectivamente nuestros derechos.
Valorar el sentido político de la lucha de las mujeres.
Cuidarnos, apoyarnos, entendernos y respetarnos en esta diversidad.
Encontrarnos.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
Territorio Mesoamérica
Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos:
Nuestra historia, memoria y raíces.
Reconocernos parte de la red de la vida.
Fomentar el respeto.
 
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
No hablar de nuestros saberes y memoria.
Cuando el trabajo de cuidado recae sobre nosotras.
La división sexual del trabajo.
No recordar que ninguna violencia forma parte de nuestra tradición cultural.
Los hombres antes ayudaban cuando las mujeres tenían muchos hijos, ahora hay que concientizarlos para que retomen esa tarea.
Buscar la coherencia entre conocimiento y práctica.
Hay prácticas ancestrales, como la dote, que son costumbre que no ayudan a liberar a las mujeres: las venden.
 
¿Qué podemos hacer juntas?
Intercambios de experiencias.
Colectivización de prácticas.
Compartir.
Escuchar.
Aprender nuevas prácticas.
Difundir a los hijos valores de responsabilidad compartida.
Fortalecer nuestras organizaciones.
Alianzas.
 
Territorio Madre Tierra y cuerpo
 
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
El empoderamiento colectivo.
El autocuidado y cuidado colectivo.
Las alianzas.
La sensibilización.
La información.
El fortalecimiento de la identidad.
El derecho a decidir.
La defensa de derechos.
Producir sistemas agroforestales sostenibles.
La diversidad de cultivos.
 
¿Qué cosas de nuestras prácticas nos someten?
La desvaloración.
El desconocimiento de nuestros derechos.
El cansancio de nosotras y de las otras.
La recarga de trabajo.
Las enfermedades.
La doble jornada.
El consumismo.
La religión.
El liderazgo autoritario.
La división de roles.
La reproducción de la educación tradicional.
El machismo, la violencia.
La autolimitación de nuestros derechos.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
 
¿Qué  podemos hacer juntas?
Una plataforma de economía feminista.
Redes de la vida.
Denuncias, alertas.
Promoción de productos y saberes.
Alianzas y redes de apoyo.
Reconocimiento de liderazgos.
Campañas regionales.
Promover la agroecología como alternativa económica.
Denunciar los desplazamientos forzosos.
 
Territorio Archipiélagos Académicos
 
¿Qué prácticas nos ayudan a emanciparnos?
Trabajar juntas.
Compartir espacios como este, que nos enriquecen, nos complotan y nos hacen felices.
Trabajar con otras mujeres de las que aprendemos y nos ayudan a aterrizar.
El diálogo de saberes.
Estudiar.
Sentipensar.
Desconectarnos con las lógicas de la Academia.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
¿Qué  cosas de nuestras prácticas nos someten?
Resignarnos y renunciar.
Aceptar las reglas de juego del sistema.
Olvidar que la Academia es un sistema.
Crear indicadores para medir sentimientos y padeceres.
Las miradas unilaterales, sin diálogo.
Aseverar “asi son las cosas” y “así es el conocimiento” cuando sabemos que el mundo está hecho de muchos mundos y de muchos saberes.
Homogenizar la diversidad.
La competencia.
La adopción de modelos de explotación y acumulación académica.
El copy page.
Aceptar la maquila del conocimiento.
El discurso saber-poder.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
¿Qué podemos hacer juntas?
Romper las reglas, las prácticas y las disciplinas.
Construir saberes y  nuevas fronteras.
Promover diálogos intergeneracionales.
Fortalecer los encuentros y el trabajo conjunto.
Descolonizarnos y despatriarcalizarnos: reconocer que es complejo hasta pronunciar estas palabras
Una red de apoyo.
Cultivar vínculos afectivos.
Ayudarnos a armonizar los roles y la vida académica. Esa armonía no la podemos alcanzar solas: comprometerse con roles del cuidado es tarea común.
Compromiso político: América Latina está ardiendo y nuestro posicionamiento es urgente y necesario.
La producción de conocimiento situado.
Las interdisciplinas.
Defender la educación pública como un derecho humano es central: es la defensa de un territorio colectivo.
 
Leer la vida
Nos dirá Tita Torres, finalmente, como cierre y también como horizonte:
“Aquí no hay palabras ni de Dios ni definitivas. La propuesta de agruparnos por territorios no geográficos ni administrativos nos desorganizó la estantería porque no sabíamos dónde poner las cosas, pero tenemos ahora un resultado robusto, diverso y provocador. Es muy desalentador reunirnos para hablar sólo sobre las desgracias, también hay que hablar sobre las gracias y por eso es bueno reconocerlas colectivamente. El resultado deja ideas muy claras sobre qué nos ayuda de nuestras prácticas. La mirada sobre lo que estamos haciendo mal: de ahí nos llevamos mucho también. Y sobre qué podemos hacer juntas, incluso con otras que nos están acá.
No hay conclusiones porque las pusimos en cada cosa que hicimos juntas.
Nos vamos con algo más de lo que trajimos.
A  bailar, porque lo logramos.”
Bailamos, entonces, con la música que nos trajo la cantautora guatemalteca Devorah Rahel y al ritmo de la alegría que generan los logros colectivos y los abrazos.
Tres preguntas claves sobre nuestras prácticas
 

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Hasta siempre, Mirta

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Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.

Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.

Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.

Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.

Gracias, Mirta.

Presente, ¡ahora y siempre!

Hasta siempre, Mirta

Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca

24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca

Hasta siempre, Mirta

Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca

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S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo

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Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.

Por Francisco Pandolfi

Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan. 

Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.

La salud de quienes cuidan la salud

Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020: 

–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.

–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.

–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá. 

Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil). 

Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.

La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.

El sueldo más bajo de la historia 

Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos. 

Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”. 

Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.

Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”. 

Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.

S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo

Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.

El éxodo de trabajadores

Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”. 

Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.

Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”. 

Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”. 

Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”. 

S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo

Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.

El ministro que nunca pisó el hospital

El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.

Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.

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A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.

La resistencia

Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.

Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego. 

Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.

Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.

Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.

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Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

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La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.

Por Francisco Pandolfi

En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política. 

Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.

No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Arrasa-miento

Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.

El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.

El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Jenefes, el patrón

De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.

Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Una peli de terror

El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la  ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.

Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.

Un puñado de kollas

La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.

La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”. 

Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.

Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

Fotos: comatoconvocada.jujuy

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