CABA
Ver para creer: la experiencia de Naturaleza Viva en Santa Fe
Vivieron 4 años en el monte escapando de la dictadura, se exiliaron, y a la vuelta crearon una granja sin agrotóxicos. Hoy venden productos sanos a todo el país y acaban de crear una escuela con otro paradigma. Biodinámica, política y futuro junto a los jóvenes pasantes que viajan para ver cómo se hace. Esta nota fue publicada en la edición 121 de MU. ▶ FRANCO CIANCAGLINI
Primero, llegaron los monos. Después, aparecieron búhos y águilas coloradas. Ya había iguanas, zorros, patos, perros, gatos, vacas y novillos. Estaban las plantas de maracuyá, de palma, chirimiyo, pomelo, palta; decenas de variedades de arroz, trigo, harina, soja. Mes a mes, además, se suman jóvenes pasantes de distintas partes del país que acuden a trabajar y conocer esta granja agroecológica. Todos, humanos, plantas y animales, parecen buscar lo mismo: un lugar donde vivir mejor.
Como en todo paraíso, hay un Adán y una Eva: Remo Vénica e Irmina Kleiner. “Todo lo que se ve, no estaba”, sintetiza él, 74 años, sobre estas 120 hectáreas en la que trabajan y viven 15 familias. Estamos en Guadalupe Norte, Santa Fe, y la dinámica de este flujo animal, vegetal y humano que se acerca a este rincón del mundo tiene un nombre que parece redundante pero que por estos tiempos se volvió una rareza: Naturaleza Viva.
Mientras se mueve por el bosque, y a su lado Irmina recolecta tomates para el almuerzo, con ojos abiertos y el espíritu de un niño Remo relata entusiasmado: “Estoy decepcionado de mis capacidades: los monos me superaron ampliamente”. Remo se ríe, acomoda un palito dentro de un balde con agua para que las abejas (esos bichos peligrosos) puedan beber, y sigue: “Yo estaba intentando hacer plantaciones de chirimoya, de moringa, de palta, en el descubierto. Y claro, tenés el problema de los soles potentes que te las matan, y en invierno te jode la helada. Entonces entré con otra mirada al bosque”.
Primera pista: hay otra forma de ver las cosas. Las mismas cosas. Sigamos: el bosque es una parte del casco de la granja que estuvo por años sembrado con una mezcla de frutales y forestales. Remo: “Después de 30 años que está ahí el bosque, entré y lo miré de forma distinta y me topé con todo lo que me habían hecho los monos estos años. ¡Es un jardín de frutales! Che, cinco variedades de frutales que sembraron ellos. Yo peleando para tener unas plantas de chirimoya, y ellos me sembraron 500 plantas de chirimoya. Porque ellos comen, van al bosque, hacen caca, y lo siembran”. Remo terminará la anécdota -sólo por ahora-con su frase de cabecera: “Cosa’ e locos”.
En su tercer viaje a esta granja, MU también vuelve a Naturaleza Viva para mirarla con otros ojos.

Foto: Nacho Yuchark.
Los del suelo
Todo lo que sucede en Naturaleza Viva está cargado del sentido de la vida de Remo e Irmina. Aunque parezca pomposo, es literal: existen ya un libro – Monte Madre de Jorge Miceli- y una película -Los del suelo de Juan Baldana- que reflejan la huida que emprendió esta pareja por el monte chaqueño durante 4 años, escapando de los militares a fines de los 70. Allí tuvieron una hija y un hijo, y parieron también dos ideas sin las cuales tampoco se entiende Naturaleza Viva: “El contacto con la naturaleza, y la importancia a los alimentos”, resume Irmina en el bosque, mientras Remo le muestra otra planta sembrada por los monos.
La historia del escape y posterior exilio fue largamente contada en la nota Sobre vivir y otras cosechas (MU n° 22) y en distintas emisiones del programa radial de lavaca, Decí MU. La historia previa se remonta a los años 60, cuando los Vénica eran una familia de seis hermanos que manejaban más de 2.000 hectáreas en este norte de Santa Fe. Remo recuerda: “En esa sociedad yo conviví con los agroquímicos. No solo conviví: yo era el que sabía las dosis de los venenos. Y era el que los aplicaba”.
En 1968 Remo Vénica tenía 24 años, era un joven que trabajaba en el campo de sus padres, que acudía a charlas de formación política y frecuentaba las reuniones de grupos católicos. Ese año el Grupo de Acción Católica necesitaba un coordinador para el área del NEA. Era cantado: llamaron a Remo. La familia le permitió ir por 2 años que después se alargaron. Relata: “Yo tenía un problema acá (se toca la boca del estómago). En ese momento estaba haciendo un tratamiento largo con médicos muy especiales de los adventistas, que tienen clínicas súper avanzadas. Trabajaba tanto con agroquímicos, con tractor, con caballos. Para nosotros el veneno no hacía nada a los seres humanos; ésa era la publicidad de aquella época: para seres sin sangre. Y los médicos no dieron pie con bola”.
A Remo le detectaron inflamación del duodeno, síntoma que desapareció mágicamente durante los años que estuvo alejado del campo familiar donde se aplicaban agroquímicos, organizando al campesinado. “Al cabo de los años me di cuenta que el tema era ése: el veneno”.

Foto: Nacho Yuchark.
Remo trabajó como responsable de la región NEA para el Grupo de Acción Católica, que ya en los 70 tuvo un rol preponderante en la organización del movimiento campesino, previo a la conformación de las Ligas Agrarias. Remo debía volver a su casa en 1970, según lo pactado con su familia. “Y me proponen dos años más como responsable nacional del movimiento. Mi familia se niega y entonces… -a Remo se le llenan los ojos de lágrimas, y a su vez, se ríe-. Fue acá -señala la entrada a la casa-. Estaba mi padre, y le arranco una hoja del Evangelio que dice: quien toma la manija del arado y mira hacia atrás, no es apto para el reino de los cielos. Y me fui”.
En 1972 se corta otro hilo: la Iglesia expulsa al Grupo de Acción Católica como movimiento oficial de la institución. Entonces comienza lo que Remo llama “la historia de lucha campesina fuerte, donde se llegó a paralizar el país” -una historia que él cree que jamás fue bien narrada-, y sigue “el proceso de Cámpora, donde fuimos activos protagonistas”.
Había conocido a Irmina en Misiones, se casaron en 1973 y dos años después, con Isabel Perón, comienza la vida de película (de terror y de amor al mismo tiempo) de Remo e Irmina: “A nosotros nos persiguen un año antes de la dictadura. Estuvimos cuatro años escondidos en la selva, y otros cuatro en el exilio”, resume ella. Al recupearse la democracia en 1984. regresaron junto a sus hijos a Guadalupe Norte: “Primero trabajé en una fábrica de electrónicos, como una manera de mimetizarnos un poco: imaginate que ser subversivo no era bien visto”, cuenta Remo. Cuatro años después se volvieron a insertar en el campo con una idea novedosa: “Propusimos la creación de un lugar libre de agrotóxicos”.
A partir de la experiencia de vivir cuatro años en el monte, el contacto con los campesinos y la enfermedad que había sufrido Remo, el paradigma fumigador que estaba en pleno apogeo esos años no picó en Naturaleza Viva. Irmina suma otro factor: “En Europa vivimos fuertemente el impacto y los debates sobre la contaminación, y el Partido Verde en Alemania era una movida política y social muy fuerte en aquel entonces. Acá ni se hablaba de esas cosas. Cuando volvimos vimos el contraste entre lo que todavía quedaba de natural, y los campos destrozados por el uso de los agroquímicos”.
En estas hectáreas ahora verdes de Guadalupe Norte, lo único que quedaba de fértil era la tierra debajo de los alambrados, que no había sido fumigada. Remo: “Todo el proceso de repoblación de árboles fue una tarea que nos metió bien adentro del tema agroecológico”. Irmina recuerda cómo fue imposible reponer el bosque nativo: “Precisamente, porque es nativo”. Entendieron así, a prueba y error, el rol del hombre en el proceso de la naturaleza. “Hay que observar cómo se mueve la naturaleza para aprender”, repite Remo. Y vuelve al presente: “Ahora, con la incorporación de los monos ¡mama mía! Pensábamos que nos iban a comer la fruta. Y resulta que fueron los mejores agricultores. Si ustedes pueden venir acá en 30-40 años, ¡ése bosque lo que va a ser!”.
Dinámica de la vida
En Naturaleza Viva, como en todo campo, hay una rutina bien marcada que incluye levantarse bien temprano y, de manera religiosa, dormir la siesta. El almuerzo se sirve con puntualidad 12:30, en general cocinado por las manos de Irmina y para un batallón de pasantes jóvenes y devoradores. A veces se cenan los restos del almuerzo. Y los domingos se come, también religiosamente, un asado.
“Qué sacrificio la agroecología”, dice Remo mientras destapa un vino orgánico y señala con el mentón el asado recién servido. La introducción es ideal para contar que los vinos más caros del mundo son los biodinámicos, y también los chocolates y helados producidos según este paradigma que va un paso más allá de la agroecología. Lo que hacían en Naturaleza Viva lo llamaban “producción orgánica”. Luego fue “agroecológica”.
Fue recién en 1997 cuando Remo, invitado a un congreso, escuchó una palabra nueva: biodinámica.
La agricultura biodinámica tiene su origen en ocho conferencias del año 1924 dictadas por el austríaco Rudolf Steiner a un grupo de agricultores preocupados por la pérdida de fertilidad de sus suelos, el aumento de plagas y enfermedades en sus cultivos y animales. Al igual que las corrientes de agricultura ecológica orgánica, la biodinámica no utiliza agroquímicos sintéticos –fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas, etc.- pero se diferencia de ellas porque considera a las sustancias no solo en su aspecto material sino también en su aspecto cualitativo: “Portadoras de fuerzas”.
Es característico de la agricultura biodinámica la utilización de preparados especiales compuestos por productos minerales y orgánicos. Y se trabaja alrededor de un concepto clave: el sistema cerrado o integrado, en el que cada residuo de una producción funciona como insumo de otra. Ejemplo: “Nuestras vacas comen el pasto y lo transforman en leche, que pasa a la quesería. Se vende el queso, y el residuo que es el suero, alimenta los terneros. La bosta de ese ternero, como todos los residuos vegetales y animales, van al biodigestor, dispositivo que produce dos cosas: por un lado gas, con lo que eliminamos ese gasto, y por el otro biofertilizante”.
Es decir: lo que para otros es gasto o basura, aquí es ganancia.
Ese equilibrio que se intenta conseguir en sentido ecológico también se procura en el sentido social: relaciones entre quienes trabajan, y de éstos con la sociedad. “Vos podés ser agroecológico pero podés seguir pensando de manera materialista –sigue Remo-, desencadenando un modelo donde tu pensamiento siga siendo de rentabilidad. En la biodinámica eso es muy difícil porque sus principios son muy claros respecto de lo social: Steiner fue uno de los creadores de la medicina antroposófica y las escuelas Waldorf”, proyectos que completan esa integralidad.

Foto: Nacho Yuchark.
Irmina da otro ejemplo que aplican día a día: “Ahí conocimos que existe la herramienta de los calendarios lunares”. Se refiere a los calendarios astronómicos –o agrícolas- que están adaptados a las particularidades de los trabajos rurales que vinculan lo que ocurre en la tierra de cultivo con los acontecimientos astronómicos registrados durante el mes y el año. En Naturaleza Viva el experto es Enrique Vénica, hijo de Remo e Irmina, ingeniero agrónomo, quien viajó por primera vez a Brasil a interiorizarse sobre biodinámica en el año ´99. Años después Naturaleza Viva sería sede de la Asociación para la Agricultura Biológico-Dinámica en Argentina, que realiza cursos, charlas y talleres.
Más allá de estas concepciones filosóficas, Remo enseña que la biodinámica se ve en algunas cuestiones bien prácticas:
- “Por ejemplo, cuando dicen que conviene cortar el pelo en cuarto creciente para que crezca más vigoroso; o en cuarto menguante si preferís que crezca lento”.
- Remo pide sacar una foto a una vaca con cuernos y a otra sin cuernos: “Mirá si no es así: la vaca con cuernos tiene cara de gozosa, de felicidad; la otra, de desgraciada”. La diferencia, en ambos casos, contempla que tanto los cuernos como el pelo están en sintonía con los procesos lunares.
- Otro ejemplo más: “Estamos en la era de Acuario, era de la mujer, era de solidaridad, cooperativa. Por ahí no se nota porque una era es larga. La idea es ver si con la sensibilidad de la mujer cambiamos este mundo perverso”.
- El último: el asado y el vino que, mientras se hablaba de biodinámica, desaparecieron de la mesa.
El infierno está encantador
Remo no tiene eslóganes políticos que estén muy de moda. “Las ciudades tienen que desaparecer”, es uno de ellos. Seguro no será candidato en Capital Federal: “El 50% de la gente de la ciudad está al pedo”. Lejos de ser antipopular, Remo se erige sobre una propuesta única y concreta: “El principio de globalización de la felicidad de los seres humanos”. Su compañera de fórmula, Irmina, sentencia: “El problema no es la pobreza: el problema es la riqueza”.
Ambos – militantes de los años 70 pero activos durante todos los años siguientes reciben con angustia las noticias que llegan vía celular o computadora desde la Plaza de Congreso, la Casa Rosada o donde toque el conflicto de turno. ¿Cómo se ve el infierno desde el paraíso?
Irmina: “No solo hay que oponerse sino construir otro paradigma. Dentro de los sectores populares lo ven como utopías o descuelgues, pero frente a estas realidades no hay otro camino. Aún gobiernos que puedan ser más progresistas o más populares, no hicieron conciencia del significado de las transformaciones, por ejemplo el tema de la tierra. Ante los despidos y la falta de trabajo, obvio que el camino es la lucha social, pero no tiene salida si no hay soberanía alimentaria”.
Remo plantea que el problema es la distribución urbanismo-ruralidad y dice que la tierra debería ser del Estado, tener una función social. Su modelo de país es la expansión de lo que aplica en Naturaleza Viva: granjas integrales de asociaciones de familias, con producción soberana y diversificada. ¿Es tan fácil? Mañana subimos al gobierno, pasado Remo es ministro de agricultura. ¿Qué hacemos? Remo: “Facilitarle a todos los que quieran regresar a la tierra la vivienda, la tierra y cómo mínimo un año de asignación para poder vivir hasta acomodarse. A los cuatro meses comenzás a ser autosuficiente. Y al año ya estás en marcha. Estoy hablando de un apoyo fuerte, de repoblar el campo”.
Irmina: “Primero tenés que conseguir a la gente que quiera volver al campo y quiera hacer eso: no es tan fácil. Es una revolución cultural lo que se necesita, no es solamente la idea de un cambio productivo. Y a esa revolución cultural yo la veo lejos. Se está dando, empieza a darse mucho más que cuando nosotros recién empezábamos: todo el mundo nos trataba de locos y ahora ya no nos consideran tanto. Ya cuando nos llaman a hablar de agroecología decimos hay otra gente que está haciendo esto, nosotros tenemos que disfrutar de los nietos”.
Remo: “Yo creo que se van a venir momentos muy difíciles, muy complejos, pero que va a surgir de las cenizas una perspectiva nueva. Así como el proyecto de Macri se juega al todo por el todo, las luchas sociales se van a plantear el todo por el todo. Porque quienes más tienen que perder son los sectores de poder”.
Recuperar, resistir, producir
En Naturaleza Viva las vacas tienen hectáreas y hectáreas para pastar, a los arroces, de tan ricos, hay que cuidarlos de las aves, el bosque – ya dijimos- es de los monos y más allá las hectáreas se pintan de trigo, maíz, lino y soja no transgénica que irán a parar a la producción de aceite y harina. Estas producciones y los quesos son el potencial que da valor agregado a los productos primarios, y permiten a la granja subsitir comercializando directamente sus productos.
¿Cómo repercuten las medidas económicas de ajuste aquí? “A nosotros nos trajo ventajas el proceso, en el sentido de que hay mayor demanda de productos naturales”, sorprende Remo. “Es bajo el porcentaje pero para nosotros, como empresa chica que produce alimentos, antes había que abrir el mercado y ahora hay que cerrarlo coquetamente. Es tal el grado de deterioro de la comida en estos últimos años que el impacto es muy evidente”.
Irmina: “A nosotros nos preocupa la situación del país pero por la manera con que encaramos la producción no necesitamos de las corporaciones para hacer uso de los agrotóxicos y las semillas. Tenemos nuestro propio abastecimiento de semillas y fertilidad a partir del manejo que hacemos de las fuerzas que actúan sobre el planeta. Logramos a partir de la historia y de algunas astucias, quizás, de visiones y perspectivas, descubrir que la manera de resolver el tema del campo es hacer el proceso total. Es decir: ser productor de alimentos. Todo lo que producimos se vende”.
Quesos, aceites y harinas, pero además granola, arroz yamaní, dulce de leche, mermeladas, jugos, vino, yerba, semillas y hasta productos medicinales pueden encontrarse en la tienda que tienen en la granja y desde donde despachan a 23 de las 24 provincias del país.
Escuela de vida
“Lo que ha desvirtuado todo esto, son las universidades”, sentencia Remo. Cuando se refiere a todo, es a todo. Remo interpreta que desde allí se baja un modelo “vinculado al materialismo” que, sobre todo en el caso de la agricultura, es evidentemente manejado por las corporaciones (ver nota de este número: Ovejas). Irmina da un ejemplo: “Las tesis siempre están enfocadas a una producción y a la rentabilidad. Si nosotros hacemos ese análisis producto por producto de las cosas que hacemos en Naturaleza Viva, se cae todo. Analizado individualmente no cierran los números, tenés que tomarlo en forma global. Con la patria financiera no hay sistema productivo que aguante: perdés la mirada integrada y a través del tiempo”.
Aunque no es lo central, ya dijimos que de esta granja viven 15 familias y comen cientas, y existen numerosas –cada vez más- experiencias agroecológicas que corren al agromodelo por el lado de la rentabilidad. Dice Remo: “No hay que hablar solo de rentabilidad, sino de libertad: nosotros tenemos 40 novillos y 40 vacas que anualmente podemos vender o comer. Es el banco, la reserva de capital por si tenemos que hacer inversiones. Y el principal elemento de ganancia es la leche y el queso. Además, con buenos manejos del suelo tenés una fertilidad creciente. Los otros campos decrecen: acá en Guadalupe nos ofrecen un montón de campos devastados para recuperar y producir”.
Para completar ese “ciclo cerrado”, que es una especie de fuerte contra la tempestad, y empezar a hablar de libertad, creatividad y valores, Naturaleza Viva encara un flamante proyecto: fundaron la escuela Los Girasoles. Manejada por Eduardo Vénica y su esposa Constanza Mauro, tuvo un fin de 2017 exitoso: “Hicimos una muestra con trabajos de los chicos y los padres no podían creer que estuvieran hechos por ellos”, relata Constanza.
Convertir a los niños en verdaderos artistas fue el trabajo que demandó este primer año de una escuela que irá creciendo con la generación que ahora tiene 6 y 7 años. En el 2018 esperan abrir primer grado, y también un plurigrado con niñxs de distintas edades. Cercano al modelo Waldorf, Los Girasoles implementa un sistema integral conocido como Escuelas V.I.V.A.S: Valores, Imaginación, Vivencias y Autoconocimiento. Así, la formación de un niño no sólo contempla la parte intelectual, sino también la emocional y la motriz. “Queríamos ver cómo la granja sale a la comunidad a transmitir lo que sucede acá. Era un paso natural buscar formar a los niños, que son el futuro de la comunidad”, asegura Constanza.
La ley Nacional de Educación permite la elección de metodología asociada a un plan de estudios específico y la consecución de determinados resultados: por ejemplo, aprender a leer. Algunas diferencias en Los Girasoles: los niños hacen huerta como actividad diaria, y los maestros no utilizan el “no” para disciplinar a los niñxs. “Cada vez más logramos el apoyo de la comunidad”, asegura Constanza comparando las vacantes de este año y mirando de reojo a Remo, uno de los abuelos con niños en Los Girasoles que, según la metodología implementada, debe ir cada 15 días a clases para también educarse en la formación de un par de sus 14 nietos.
Vivir para contarla
En Naturaleza Viva ocurre, además, otro tipo de formación: mes a mes viajan hasta Guadalupe Norte pasantes detodos los puntos de la Argentina y del mundo. Sólo durante febrero había jóvenes de Mar del Plata, Lanús, San Juan, Rosario, Chaco y Berlín.
Esta vez están Emiliano, Martina, Florencia, Eugenia y Valentín. Todos viven en la ciudad, pero tienen en común el interés por trabajar la tierra. Emiliano es jardinero y lleva adelante un proyecto de huertas en el penal de San Martín llamado “Reverdecer”. Martina estudió cine en La Plata pero se empezó a interesar por “otros saberes” que circulaban por fuera del estudio formal: “Cuando dejé de estudiar mis viejos me decían: ´vas a tener 50 años, te vas a cansar de estar plantando en la tierra y no vas a tener un título´. Yo lo veo exactamente al revés: tenés un título y no sabes plantar una papa”.
Los jóvenes hablan de “vida digna” que no sólo mire el bolsillo, y nombran cosas extrañas, como el alma: “Estar acá te nutre por muchos lados, es un bienestar que no es razonable: el cuerpo se siente bien”, sigue Martina. “Cada vez me empieza a cerrar más la necesidad de retomar estos saberes, de vincularse con la tierra, los pueblos originarios, de que la lucha tiene que ser saber qué comemos, tener un lugar donde plantar, cómo criar a tus hijos. Siempre intentando un equilibrio entre lo que uno desea y la realidad en la que vive”.
La pregunta del millón: ¿Cómo lograr ese equilibrio? Emiliano arriesga una teoría: “No te tenés que ir a vivir al campo. Si vos te ponés a plantar tus plantas en tu casa ya te ponés a observar el sol, la lluvia, y empezás a tener un sentido un poco más amplio, una sensibilidad más grande de la que tenías. No hay vuelta atrás con eso. Son cosas que no sabías que ahora sabés: no es lo mismo saber de feminismo que no saber”. Martina: “Cuando lo empezás a ver, lo incorporás. Vuelvo a la ciudad y vuelvo al bondi, pero es otra observación: es como abrir un pedazo de techo y decir ´puede ir por ahí también´”.
Eugenia es ingeniera agrónoma. Dice: “En la secundaria perdí el hilo y dije: ¿qué voy a hacer de mi vida? No quería vivir encerrada. Me cambié de ingeniería química a agronomía. Me encantó, pero falta la parte agroecológica. Cuando la cursé ni siquiera estaba como materia. Los de la producción orgánica y agroecológica siempre eran los más combativos y militantes y a mí no me atraía esa parte. Cuando me nombraron la agricultura biodinámica, que tenía una parte más espiritual y en armonía, me llamó más. Los preparados, el manejo con otras fuerzas… Hay una conciencia mayor en relación al cuidado de la salud vinculado al desarrollo espiritual. Vos podés comer todo sano impecable, pero si estás nervioso, es lo mismo”.
Florencia, que vive en las cercanías de Rosario, plantea: “Uno milita algo que no hace. A lo sumo una huerta en la facu. Entonces tenía ganas de venir para poder contagiar o compartir y de ahí construir algo genuino. ¿Vamos a poner una granja?”, pregunta a sus ya amigos, y todos ríen. Emiliano también coincide en que hay otra fuerza común: “Cada uno en su lugar se fue moviendo en lugares parecidos. Encontramos temas comunes. Con mis amigos digo ´todes´ y creen que me confundí; acá lo tiro y estamos en la misma”
La ronda termina con la consigna de definir en una palabra, que se convierten en algunas más, qué se siente ver a la naturaleza viva:
Martina: “Fuerza, alegría, comprobar que es posible, de que está siendo, sucede”.
Eugenia: “Entusiasmo. Que lleva trabajo pero se logra”.
Emiliano: “Lucha”.
Florencia: “¡Iba a decir ´lucha´! Bueno: observación. Observar un poco más, mirar al otro, a la otra. Hay que observar más”.
Por Naturaleza Viva pasan unos 1.000 jóvenes y niños al año. Alrededor de 60 son pasantes, y el resto llegan en delegaciones de escuelas secundarias y universidades. Remo hizo ese cálculo hace poco para una conferencia y lo acompaña, como todo, con una reflexión: “Es un cauce de conocimiento que viene a nosotros enorme, del cual no paramos de aprender. ¡Además de aprender de los monos!”.

Foto: Nacho Yuchark.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

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Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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