Nota
El verdurazo: la colonia agroecológica de la UTT en Jáuregui
En Jáuregui, Luján, funciona una colonia de la Unión de Trabajadores de la Tierra. Es la mayor unidad agroecológica del conurbano. Produce frutas y verduras que se venden más baratas que en el mercado. Familias que viven y ganan mejor, con trabajo genuino y sin venenos. Datos para el presente y el futuro de la alimentación. Esta crónica fue publicada en la edición 124 de MU. ▶ SERGIO CIANCAGLINI
Si desde la macrocefalia porteña se quiere ir hacia donde nacen maravillas alimenticias como kale, calabaza, acelgas, lechuga crespa, rúcula y toda clase de verduras más baratas que las del mercado convencional, y cultivadas, curiosamente, sin venenos, una posibilidad es atravesar la psicosis del tránsito, luego tomar una autopista igual a todas donde aparecen peajes seriales a precios galácticos y se gasta nafta de valores arangunísticos, mientras en la radio balbucean operaciones políticas llamadas “información”, cuentan chistes malos y anuncian que llueve aunque se ve el cielo cada vez más celeste y con sol y, tras unos 80 kilómetros hacia el cercano oeste, llegar a un lugar en la Ruta 5, km 72, en Jáuregui, Luján.
Entonces cambia el ambiente. Se va por un camino que bordea una fábrica y luego atraviesa una tranquera abierta, y otra, hasta llegar a un paisaje boscoso en el que hay un edificio antiguo y ocre que alguna vez fue psiquiátrico, instituto y cárcel de mujeres, cuyos terrenos son hoy parte de la mayor unidad productiva agroecológica que existe en ese universo llamado conurbano bonaerense.
Franz Ramos prepara una carretilla donde hay perejil, espinaca, cebolla de verdeo y remolacha blanca. Sus vecinos y compañeros preparan también lo suyo para los bolsones que vende la Colonia Integral de Abastecimiento Urbano que tiene doble nombre: 20 de abril-Darío Santillán.
La Colonia integra la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) gremio de productores hortícolas que reúne a unas 10.000 familias en todo el país y ha ganado fama a través de sus cuatro Verdurazos en Buenos Aires. En abril, por ejemplo, regalaron 30.000 kilos de verduras a miles de personas que hicieron cola en Congreso, para visibilizar un problema que podría ser gastronómico pero también es social, productivo, político, de vivienda, de ciudadanía, de salud y/o alimenticio: qué clase de realidad nos hacen tragar.

Foto: Nacho Yuchark.
La sorpresa de la lechuga
Hay música de pájaros y árboles enormes. Detrás del instituto que se llamó Ramayón Valdivieso hay además una iglesia en receso por donde hoy corretean niñas y niños de la Colonia. En una pared del edificio principal pintaron: “Tierra, Trabajo y Cambio social”. Más allá están las plantaciones agroecológicas.
Miguel Reyes es uno de los históricos de la UTT. Nació en Ledesma, Jujuy, y hace ya 32 años migró a la zona hortícola de La Plata. Tiene cuatro hijos. “Siempre me dediqué a cultivar verduras, pero todo fue muy difícil”. A su lado Franz Ramos, boliviano nacido en Tarija, instalado hace 29 años aquí, siete hijos, agrega: “La situación en La Plata era malísima, un trabajo esclavo porque teníamos que alquilar la tierra, trabajar sin parar, y no nos quedaba prácticamente nada”.
Miguel integraba una asociación de pequeños productores. “Pedían mercaderías y materiales al gobierno. Pero en 2010 conocí la UTT donde planteaban pelear por la tierra. Esa mentalidad me gustó”, cuenta Miguel: “Eran unas ocho personas nomás, así que le dije a mi concuñada, a mi cuñada y nos metimos”. Conoció a Nahuel Levaggi, que recuerda sobre aquel 2010. “Yo ve – nía del Frente Darío Santillán, y había armado una cooperativa de trabajo para que compañeros de la ciudad pudieran trabajar en el campo. Conocí a quinteros de La Plata y la situación por la que estaban pasando al tener que alquilar pequeñas porciones de tierra para poder vivir de eso. Y nació la idea de la UTT”.
Miguel: “Pedíamos algo muy claro: créditos blandos para comprar nuestra propio lugar”. En 2014 hicieron un acampe junto al Parque Pereyra Iraola. “Estuvimos tres días. Nos dijeron: ‘Acá no les podemos dar tierras’. Créditos tampoco había. El gobierno de Nación (a través de Desarrollo Social) planteó que iban a darnos tierras fiscales pero en la Patagonia, para criar animales. Nosotros les decíamos: ‘Lo que sabemos es cultivar verduras, tenemos animalitos para consumo nuestro, pero somos horticulores y quinteros’”.
Surgió en la UTT la idea de presentar un proyecto de producción agroecológica para acelerar la entrega de tierras en desuso. “Pero pensábamos: ¿cómo vamos a producir sin venenos? Si con venenos no alcanzamos a producir bien, sin venenos va a ser peor”, cuenta Miguel, quien habló con Nahuel, quien a su vez conocía la experiencia agroecológica a través de movimientos como Vía Campesina. Comenzaron los contactos con ciertos funcionarios de la secretaría de Agricultura Familiar, del INTA, y la opción agroecológica empezó a crecer.
“Yo todavía alquilaba una hectárea en La Plata y en una parcela, para probar, cul – tivamos lechuga sin venenos. Y la lechuga salió así”, dice Miguel expandiendo los brazos en proporción a su sonrisa. “De no creer, era espectacular por la cantidad y la calidad de verduras. Además hice acelga, puerro, verdeo”.

Foto: Nacho Yuchark.
Segundo descubrimiento: “Era bueno económicamente, porque no gastaba en el veneno. El problema es que yo lo quería mandar al mercado, pero los camioneros no me querían recibir la verdura porque no tenía veneno. Uno solo, el que la vio y la probó, me venía a buscar siempre. Ahí empezamos a pensar en los bolsones para vender directamente nosotros”.
El proyecto de la UTT estaba presentado. Les insinuaron dos lugares posibles, Campana y Jáuregui, para cederles en comodato (una especie de préstamo del lugar): “En Campana hubo resistencia de los vecinos a que nos dieran tierras, y quedaba abierta la posibilidad de venir acá”.
La respuesta estatal era levemente aceitosa: “Decían que ya estaba todo, pero que no, que faltaba un papel, que tal firma, que tal sello”. El 20 de abril de 2015, con calma, con sus pertenencias y con sus familias, un grupo de productores se instaló en el predio de Jáuregui a esperar que los trámites buro – cráticos se aceleraran. En agosto de ese año las inundaciones azotaron a Luján, y la UTT se hizo presente con alimentos para los afectados. Franz: “El ministerio seguía sin resolver nada, así que nos metimos en Desarrollo una semana completa para noso – tros mismos llevar y traer los papeles”. Miguel ríe mirando los árboles: “Hacíamos de cadetes entre Desarrollo y Agricultura para que terminaran los trámites”.
Trabajo, alimentos y precios
En diciembre de 2015, mientras la gestión kirchnerista se iba y llegaba la macrista, se concretó el comodato. Rosalía Pellegrini, de la UTT, dijo ese día: “Los gobiernos cambian pero las organizaciones quedan”. El predio tiene 84 hectáreas de las cuales se pueden cultivar 54, porque el resto es reserva de bosque. El proyecto de la Colonia es llegar a 54 familias, una por hectárea, con producción agroecológica. Hasta ahora son 14 las familias que producen, porque para hacer funcionar el resto de las hectáreas les hacen falta instalaciones eléctricas y moto – res para bombear el agua.
El proyecto de la UTT plantea entre otras cosas:
“Se beneficia a las familias de productores, inmediatamente impacta generando un ordenamiento territorial, impacta sobre el precio de la renta (ya que se retiran del mercado 50 familias), se generan instancias de comercialización con precios populares, y se transita hacia una forma de producción amigable con el medio ambiente y los consumidores, por lo que de a poco se va transformando el modelo de agronegocio hacia la soberanía alimentaria”.
Trayendo la historia a tiempo presente, la producción de la Colonia y de otros horticultores más dispersos de la UTT permite que hoy ofrezcan bolsones de 5 kilos de verdura agroecológica de estación a 180 pesos, y de 7 kilos a 210 pesos. Promueven la formación de grupos de consumidores que pueden reducir aún más los costos al comprar en cantidad.
Las variedades de verduras propuestas son, para junio: puerro, rúcula, radicheta, kale, acelga, perejil, brócoli, lechuga, hinojo, repollo, akusay, verdeo, espinaca y tomate (los contactos se hacen en Facebook buscando Almacén de Ramos Generales UTT).
Además los bolsones se encuentran en ferias como la de la Facultad de Agronomía de la UBA (el segundo sábado de cada mes), o en los propios almacenes de ramos ge nerales de la UTT en Luis Guillón, Berazategui, San Vicente y Domselaar. El tercer sábado de cada mes se hace feria en la propia Colonia de Jáuregui. Esperan pronto abrir un almacén de ramos generales en la Capital Federal, una verdulería agroecológica al revés que las convencionales: alta calidad y bajo precio.

Foto: Nacho Yuchark.
Mauro Fernández es uno de los productores de la Colonia, boliviano criado en la Argentina, y vive en una de las casas que fueron parte del Instituto: “Con los remedios y los agrotóxicos te estás matando vos solo. Yo produzco morrón, berenjena, zanahoria, puerro, rabanito, esas cosas. La diferencia de la verdura es enorme en el color y el gusto. Y además estamos mejor nosotros, gracias a Dios. Lo que queremos de todos modos es que nos den créditos para comprar nuestro pedazo de tierra y estar tranquilos”.
Su vecino es Martín Rivero, siete hijos. “En La Plata yo no tenía mi tierra, y trabajaba obligado a sacar producción para el dueño. Esto es mucho mejor. Nos manejamos nosotros mismos. ¿Económicamente? No tengo plata para tirar para arriba, pero muy mal no estoy”. Sus hijos van a los colegios de la zona, y el propio Martín está terminando el primario en la escuela rural de la Colonia. Tiene decenas de gallinas ponedoras, y la chancha parió ocho lechones.
Fidel, la salsa y los perros
El cubano Víctor Pileta –Vitico para todos- es veloz cuando habla, cuando piensa y cuando camina. Mientras recorremos los cultivos de la Colonia cuenta que cada familia paga por su agremiación a la UTT 1.500 pesos mensuales y, por bolsón vendido, reparte 30 pesos para el comercializador, para la Colonia y COTEPO (Consejo Técnico Popular), el área de la cual el propio Vitico forma parte como ingeniero agrónomo, asesorando a los productores en el manejo agroecológico.
Vitico está en la Argentina desde hace 25 años y se le mezcla el acento cubano con los giros argentinos. “Me recibí en La Habana. En Cuba tuvimos el período especial y el bloqueo, y aquí está Macri. El cubano no se metió en agroecología por ser un iluminado, sino porque no le quedaba otra: ya no se podía importar químicos. Lo interesante de Macri es que también van a tener que adoptar esto, porque la producción de verduras en lugares como La Plata ya es inviable por los costos. ¡Pero mira el kale!”.
Señala sin detenerse una planta de un verde increíble, y cuenta que al kale lo llaman la reina de las verduras porque tiene tanto calcio como la leche, tantas proteínas como la carne, pero ninguna de sus contras “y los gringos le dicen kéil y la hacen frita… y mira lo interesante del policultivo que hacemos que es una estrategia porque no te lleno de tomate el campo, sino con familias que luego rotas. Bulbo, hoja, fruto: donde puse un bulbo como la cebolla o la batata, luego pongo un fruto como el tomate o el morrón. Y ahí están las franjas de brócoli, berenjena, remolacha blanca y roja”, dice. Los ojos porteños empiezan a percibir colores insólitos y los pulmones respiran algo fresco que no parece ser monóxido de carbono.
Retoma Vitico esquivando charcos y señalando todo: “La maleza para mi es una bieneza. Nos vendieron que la gramilla es maleza que compite con esa berenjena que tienes ahí, pero es al revés: conserva la humedad, moviliza los nutrientes, pero las empresas y las universidades dicen que hay que matarlas. No entienden, niegan la vida, y te dicen que debes tener todo limpito y deshierbado cuando en realidad estás creando corredores biológicos para que los bichos no te coman tu berenjena, y por eso el policultivo te defiende”.
Miguel lo explica así: “El monocultivo lo hacen en cantidad, por eso precisan el veneno para matar todo lo demás. El policultivo es menos cantidad pero más variedad de cada cosa”. Sobre gustos no hay nada escrito, dicen, pero se sabe que la verdura convencional tiende a ser como el viejo bolero de Palito Ortega: sabor a nada. Lo agroecológico en cambio es puro sabor, pero la dificultad, explica Vitico, suele ser estética. “Te exigen que todo sea del mismo tamaño y color. La berenjena puede estar muy bonita pero llena de veneno. Y una planta con mordedura de un insecto, tal vez sea la màs rica y la más sana”. Franz: “No hay que guiarse por la lindura”.
Vitico muestra una calabaza, se enoja por la falta de electricidad y anuncia en cubano puro: “Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe”. Se lo ve apasionado por lo que hace y agradecido por tener lugar en la Colonia. “Porque además estamos haciendo nuestros propios bioinsumos”, dice rumbo a un galpón al que llaman La Fábrica, lleno de grandes recipientes con fermentos y preparados, para que Vitico hable de hongos, fosfito, melaza, esporas de microorganismos celulolíticos, extractos de ajo, bosta y rumen de vaca, sales minerales, polvo de roca, y de cómo esos bioinsumos sumados al policultivo ayudan a fertilizar el suelo y alejar plagas como la mosca blanca que azotan a los productores convencionales.
¿Cuál es el costo de este arsenal biológico y de reciclado? El ingeniero Vitico recalculando: “Dos mangos. Y todo es mejor, más eficiente y más sano que lo que te venden en una semillería a 800 pesos por cinco litros de porquerías. Acá con medio litro de bionsumo hago hectáreas y hectáreas”. El ingeniero Carlos Carballo, inspirador de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, ha calculado que cada productor convencional gasta 400.000 pesos anuales por hectárea. A la inversa, el potencial agroecológico muestra que en solo una hectárea se pueden producir las verduras que anualmente consumen 125 familias.
Diagnóstico de Vitico: “Nos engañaron con el kit tecnológico. Pero a la vez, no puedo experimentar con la plata del campesino, entonces el acompañamiento es para armar un sistema que sea útil y que manejes en el tiempo. Y hacemos otra cosa: que los propios campesinos sean luego los que enseñan a los nuevos cómo encarar esto”. Sobre el factor salud, los más recientes estudios de la Universidad de La Plata muestran que un 65% de verduras elegidas al azar en verdulerías porteñas y platenses presentan restos de al menos un plaguicida que se acumula en el cuerpo de quien consume, con efectos que pueden desencadenarse a mediano o largo plazo. Vitico: “Nuestros más fieles clientes son los que tienen cáncer, o familiares con cáncer. Ahí todo se entiende clarito”.
Vitico propone una mirada: “Todos deberían volcarse a esto porque funciona, no tienes gastos de insumos, y por eso es la liberación, es tu independencia. En Cuba se está hablando de autogobiernos locales a partir de la producción de alimentos, y de comunidades que pueden liberarse del peso del Estado. Y a la vez el Estado tendría que brincar de alegría: se saca de encima familias que trabajan, producen y viven por ellas mismas”.
Sostiene Vitico que en estas cuestiones hace falta apelar a un elemento en desuso: “Mire usted, una pizca de sentido común muchas veces vale más que una biblioteca. Y cuando pierden sentido común, los países se van imagine usted a dónde”. El ingeniero está encarando un nuevo proyecto en mataderos de La Matanza, para reciclar a gran escala la bosta de animales, y por qué no humanos, para realizar compost que sirvan para fertilizar suelos y cultivos. Es un punto culminante de la idea agroecológica, en la cual nada se pierde, todo se transforma.
Breve biografía vitiquera: “Me fui hace 25 años de Cuba pensando que Fidel era lo peor. Estaba agusanado, enojado, quería quemar al partido. Veía que viajaba a Cuba un argentino que vendía diarios, tenía un secundario mal hecho y el tipo iba por todo el mundo. Y yo con títulos, idiomas, ¿qué hago, boludo? Quería mojar el mundo. Llegué aquí en pleno menemismo regalando el país, como sucede ahora. Y conocí a los que no viajaban, la gente de las villas, los barrios, esa pobreza, ese capitalismo que te parte en dos y que condena a tantas personas. Empecé a ver que todo, allá y acá, era más complejo”. Cuenta que hoy, cuando viaja a Cuba, la gente no le cree. “Me dicen que no puede ser que en Cuba haya mejor alimentación que aquí”.
El ingeniero Pileta no encontró en la agronomía argentina otra cosa que venta de venenos de multinacionales. “Lo que yo sabía no me sirvió hasta que lo pude aplicar en los últimos años. Pero entonces me dediqué a cocinar, hacía peluquería para perros – hasta en Recoleta- y daba clases de baile”. ¿Buen bailarín? “No”, ríe Vitico, “pero en el país de los ciegos el tuerto es rey. Lo que pasa es que aquí hay mucha gente sin sentido común. ¿Cómo pueden querer bailar salsa sin haber pasado por el son? Me pagaban para enseñar, y enseñé. Lo de los perros era algo que también aprendí en La Habana cuando mi mamá me regaló un caniche y estudié cinología, la ciencia de las razas de los perros. Hay que vivir ¿no?”.
Con todo ese bagaje Vitico resume que lo suyo fue “brincar, bailar, cocinar, peinar y remar como un hijo de puta”, a lo que agregó una ayudantía en Agronomía y finalmente un cargo en Agricultura familiar donde pudo potenciar sus conocimientos trabajando junto a movimientos campesinos y de productores. “Hace unos meses me quedé sin trabajo en la Secretaría y aquí me dijeron ‘te quedás con nosotros’. Tengo un techo y estoy desde el primer día en la parte técnica, que tiene un potencial enorme si podemos resolver una clave para que no se caiga todo esto: la comercialización”.
El infarto de Hipócrates
En la Colonia no dejan de imaginar una posible clave de comercialización: “Que el Estado compre estos alimentos sanos para escuelas, hospitales, geriátricos”. Como son personas más de hacer que de ilusionarse, siguen adelante con los proyectos de comercialización en redes, la creación de almacenes de venta directa al público. La UTT como parte de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) planteó en la Marcha Federal la necesidad de una ley de protección de la Agricultura familiar.
“Hemos planteado también, a partir de los Verdurazos, que se dicte una Ley de Acceso a la Tierra” explica Nahuel Levaggi. La UTT fomenta los proyectos agroecológicos, pero hay una prioridad relacionada con el acceso a la tierra de productores familiares que están en una crisis cada vez mayor más allá de cómo produzcan.
- La UTT, integrada por unas 10.000 familias, estima que 200.000 pequeños productores, con apenas el 13% de la tierra, cultivan el 60% de los alimentos que se consumen en el país.
- Más del 70% de ellos no tiene tierra propia sino que alquila.
- Se van a transferir este año, al campo concentrado, 145 millones de dólares (entre créditos por la sequía y la baja de retenciones a la soja) y nada a pequeños productores, que sufren aumentos del 100% en alquileres, 150% en insumos para producir, y 500% en electricidad. Franz ejemplifica: “En noviembre nos vinieron 7.000 pesos por tres motores. Pasamos a usar solo uno, para ahorrar, y nos vinieron 39.000”.
- La propuesta de la UTT en números para un Procrear Rural explica que, por ejemplo, con unos 100 millones de pesos (más inflación de los últimos meses) se podrían adquirir 500 hectáreas para 500 familias, capaces de producir verduras para 62.500 familias por año (250.000 personas). Se trata de créditos que cada familia podrá devolver al no tener que pagar ya un alquiler.
Agustín Suárez, de la UTT: “Se encara así un tema productivo, y a la vez de vivienda. El proyecto de Ley que presentó el diputado Leonardo Grosso tiene apoyo de radicales, de Graciela Ocaña del PRO y también de los partidos de oposición”. Levaggi: “Estamos tratando de cerrarlo con el oficialismo, porque de última es el que va a tener la posibilidad de aplicarlo. Para nosotros se trataría de comprar campos de 80 ó 100 hectáreas, y que las familias se integren en colonias. Si unas decenas de familias lo logran, ya sería una victoria porque algo así nunca pasó en el país”.
Esa posibilidad, cree Levaggi, facilitaría también los procesos de transición hacia la agroecología de la gran masa de productores convencionales: “Le ponemos todas las fichas a eso. Como algo técnico, porque es una práctica que hoy es minoritaria, pero no para de crecer y es exitosa. Pero además lo agroecológico trae una mirada política y sobre el modelo productivo dependiente de las multinacionales. No podemos hablar de Soberanía Alimentaria con insumos de Monsanto. La cantidad de plata que pierden los productores en agrotóxicos es atroz y ahí está uno de los caballitos de batalla para que cada vez más compañeros se pasen a lo agroecológico”. Agustín completa: “Ganás más dinero, vivis mejor, no te contaminás ni contaminás a tus hijos”.
Para apoyar la comercialización se agrega la creación del Sistema Participativo de Garantìas promovido por la CALISA en la Facultad de Agronomía. Carlos Carballo: “Se organizó un Consejo Asesor que garantiza el proceso de producción agroecológica, para que el consumidor sepa que no sólo es una producción sana, sino que también promueve el asociativismo, la comunidad, los territorios y más igualdad de género, además de la salud”.
El ingeniero Pileta cree que hay algo médico en todo esto: “Hipócrates decía ‘que tu alimento sea tu medicina’. Pero hoy el alimento es tu desgracia. Si despertara, le daría un infarto” (o tendría que aprender a peinar perros). Sigue Vitico: “¿Querían producción a escala? Aquí la tienen. Y esto puede multiplicarse al infinito”, anuncia mirando los surcos de colores, llenos de producción, de fertilidad, y de bienezas.

Foto: Nacho Yuchark.
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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (87 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 87 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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Los principales puntos del fallo que critica el operativo policial y ordenó liberar a los 114 detenidos

La jueza Karina Andrade dictó de madrugada la liberación de 114 personas detenidas en la cacería que el Gobierno desató en la protesta contra el recorte a los jubilados en el Congreso. El fallo es preciso no sólo en los términos bajo los que ubica el derecho a la protesta como ejercicio legítimo de la libertad de expresión, sino también en la descripción del accionar de las fuerzas de seguridad. La jueza cuestionó la información “imprecisa” y “deficitaria” respecto del motivo de las detenciones, el momento y lugar en el que se produjeron, y a donde fueron llevados. La magistrada fue clara en marcar dónde está la falla: “Es preciso remarcar que el déficit en la información suministrada y, en consecuencia, del control judicial, de ningún modo lo advierto atribuible a una acción deliberada por parte del Ministerio Público Fiscal, sino a las características del procedimiento llevado a cabo por las fuerzas de seguridad”. Mientras el Gobierno amenaza a la jueza, el fotógrafo Pablo Grillo sigue peleando por su vida, internado en el Hospital Ramos Mejía por un disparo en la cabeza.
Por Lucas Pedulla
“A raíz del pedido de la defensa, he analizado la información que fue brindada y entiendo que respecto de las detenciones informadas se encuentra en juego un derecho constitucional fundamental como es el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia y a la libertad de expresión, en un día como hoy donde se convoca desde los sectores más vulnerables de nuestra Nación como son los adultos mayores protegidos convencionalmente, desde el Poder Judicial corresponde atender a ello especialmente”.
La cita es textual y corresponde al fallo de 12 páginas con el que la jueza Karina Andrade, del Juzgado de Primera Instancia en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº15, dictó la liberación de 114 personas detenidas en la cacería desatada en la protesta del Congreso. La decisión causó desconcierto en el Gobierno, y el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, amenazó con que “se analizará su actuación ante el Consejo de la Magistratura de CABA por posible incumplimiento de sus funciones”.
Pero la jueza es precisa no sólo en los términos sino también en la descripción de una jornada bestial, con múltiples personas heridas de gravedad, entre ellas el fotógrafo Pablo Grillo, que sigue peleando por su vida, internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía.
“Información imprecisa”
La jueza Andrade especifica que a las 17.55 horas les llegó la convalidación de las primeras tres detenciones. A las 18.49, llegaron las de otras siete personas. A las 20.43, de otras cinco. La información es importante porque la magistrada apunta que, pasadas las 22 horas, la Dirección de Privados de Libertad le informó la detención de 89 personas que no habían sido comunicadas ni al tribunal ni a la defensa. Mientras, otra presentación le pedía a la jueza la liberación de las personas porque habían intervenido fuerzas federales y no de la Ciudad.
El caos continuaba. A las 22.30, la jueza recibió el grueso: 93 detenciones. A las 23.23, otras cuatro. Y recién a las 2.16 se informó la identidad de la última persona: en total, 114 detenciones. Por esas horas, la información era difusa respecto de la cantidad y los lugares donde estaban. Así queda claro el porqué y cómo la jueza argumentó su decisión:
- “A medida que se informaban las detenciones de las personas, la información vinculada a ello se volvía más imprecisa y dificultosa para mi tarea judicial”.
- “Se dejaron de brindar detalles sobre la hora y lugar en el que ocurrió la detención, como así tampoco se lograba informar con relación a qué delito específico se estaba convalidando la detención. Tampoco se indicaba el lugar en donde serían alojados. En algunos casos el delito se informaba después”.
- “A partir de la información suministrada por la fiscalía y las calificaciones legales imputadas, ninguna de las personas detenidas lo fue bajo la imputación de delitos de portación de armas de fuego, lesiones o incendio a bienes públicos”.
- “En cuanto a la información para control, con relación a los detenidos 4) a 15) no se brindaron detalles sobre el momento y lugar de las detenciones, ni por infracción a qué delitos ocurrieron, como así tampoco el lugar en donde serían alojados. Situación similar ocurrió con los detenidos 16) a 108) y 109) a 113) sobre quienes tampoco se indicó el momento en el que ocurrieron las detenciones ni el lugar de alojamiento”.
- Sobre los detenidos 109) a 113), no se informó el momento ni el motivo de sus detenciones y, finalmente se aguardó para el dictado de la presente la identificación de la última de las personas detenidas, previamente identificado como “Hombre de 25 años de edad que no aporta datos pero es ciudadano mexicano”.
Sobre las irregularidades en las detenciones, cita un fallo paradigmático de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó al Estado argentino por la desaparición forzada en democracia del joven Iván Torres: “Una ‘demora’, así sea con meros fines de identificación de la persona, constituye una privación a la libertad física de la persona y, por lo tanto, toda limitación a la misma debe ajustarse estrictamente a lo que la Convención Americana y la legislación interna establezca al efecto, siempre y cuando sea compatible con la Convención”.
Por eso, remarca: “Cualquier detención tiene que estar debidamente registrada en el documento pertinente, señalando con claridad las causas de la detención, quién la realizó, la hora de detención y la hora de su puesta en libertad, así como constancia de que se dio aviso al juez de instrucción competente, en su caso, como mínimo”.
La protesta como libertad de expresión
La jueza ubica que la marcha de jubilados en el Congreso, “como es de público conocimiento”, ocurre todos los miércoles desde hace un año, y sobre esa base fáctica le “resultó imperioso” enmarcar los hechos “dentro de las exigencias constitucionales y convencionales” ya que, advirtió, “se encontraban en juego derechos constitucionales fundamentales como son el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia, a peticionar ante las autoridades, a la libertad de expresión”.
Por ese motivo, subraya:
- “Estas libertades adquieren especial relevancia un día como hoy en el que parte de la sociedad se expresa (se ‘moviliza’) en favor del ejercicio de la libertad de expresión de los integrantes de uno de los sectores más vulnerables de nuestra República, los adultos/as mayores. Desde el Poder Judicial corresponde atender a ello especialmente”.
- “Así, vale recordar que los adultos mayores se encuentran específicamente protegidos en nuestra Constitución Nacional (art. 75 inc. 22) a través de la Convención Interamericana sobre Protección de Derechos Humanos de las Personas Mayores, incorporada a la Carta Magna a través de la sanción de la ley 27.700 por el Congreso de la Nación”.
- “La libertad de expresión, junto con el derecho a la protesta, necesariamente concatenado con la primera, se configuran como derechos baluartes del sistema democrático, pues permiten a los individuos de una sociedad democrática dar a conocer sus ideas, conocer las opiniones de sus conciudadanos y los actos de gobierno y criticar los actos de sus representantes, así como peticionar a estos últimos”.
- Cita jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH): “Cuando se restringe ilegalmente la libertad de expresión de un individuo, no sólo es el derecho de ese individuo el que está siendo violado, sino también el derecho de todos a ‘recibir’ informaciones e ideas … Se ponen así de manifiesto las dos dimensiones de la libertad de expresión. En efecto, ésta requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada individuo; pero implica también, por otro lado, un derecho colectiva a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno”.
- Sigue la jueza: “Entonces, quienes se ‘movilizan’ en verdad se expresan, y deben poder hacerlo, de manera crítica frente al ejercicio del poder de los gobernantes y ello, siempre que se efectúe en el marco de la legalidad, no puede ser socavado. Nuestra Constitución reconoce el derecho a la protesta, el cual incluye el derecho a manifestarse, a circular libremente, a peticionar y a criticar a las autoridades”.
- “En otras palabras, en democracia, toda persona debe poder expresarse, peticionar ante las autoridades, asociarse, reunirse y manifestar su parecer y, sobre todo, su disconformidad con las decisiones gubernamentales”.
La jueza cita al constitucionalista Roberto Gargarella: “Una democracia representativa, la única alternativa con la que cuentan los ciudadanos para cambiar el rumbo de las cosas es la de protestar y quejarse frente a las autoridades. Si se socava dicha posibilidad, la democracia representativa se convierte en una oligarquía o plutocracia, es decir, la democracia llega a su fin. De allí que una democracia, aún modesta, no sólo no puede darse el lujo de perder ciertas voces críticas sino que más bien, y por el contrario, debe hacer todo lo posible por potenciar a cada una de ellas”.
Déficit de seguridad
Sobre el cierre, la jueza vuelve a cuestionar el operativo:
- “No puedo soslayar, en esta línea, que la información que me fue puesta en conocimiento fue absolutamente deficitaria. No se informaron, en la mayoría de los casos, el lugar donde se realizó la detención, aludiendo en forma genérica a ‘los hechos del Congreso de la Nación’”.
- “Por lo demás, y a diferencia de lo que sucede con otros detenidos en ’flagrancia’, no se aclararon las circunstancias de detención ni los motivos, al menos con algún tipo de detalle”.
- “Nótese que hasta las 22.17 horas aproximadamente el tribunal había sido informado de catorce detenciones y la información que se conoció después da cuenta de que la cantidad de detenidos a disposición de este fuero resultó ser mucho mayor”.
- “Y sobre esta cuestión, es preciso remarcar que el déficit en la información suministrada y, en consecuencia, del control judicial, de ningún modo lo advierto atribuible a una acción deliberada por parte del Ministerio Público Fiscal, sino a las características del procedimiento llevado a cabo por las fuerzas de seguridad”.
Nota
Hinchadas y jubilados versus violencia estatal: La represión, el aguante y los partidos que se vienen

¿Por qué la marcha de ayer fue reprimida? Miles de personas identificadas con distintos clubes se acercaron a bancar la marcha de todos los miércoles de jubiladas y jubilados. Algunas no llegaron ni a acercarse a Congreso que los gases ya habían comenzado. Pero eso no hizo mermar la convocatoria, que fue multitudinaria y regaló, pese a los palos, charlas e imágenes que hablan de una alianza inesperada y transversal a distintas demandas sociales. ¿Cómo se dio? ¿Qué pasó? ¿Cómo sigue? Los testimonios de jubilados y jóvenes antes, durante y después del partido que se jugó en la calle, que siguió al ritmo de las cacerolas y promete generar un quiebre en odio y bronca alrededor de dos gritos de época: “Fuera Milei” y “Que se vayan todos”.
La foto que ayer intentó borrar el gobierno con la represión salvaje fue la de miles de clubes unidos alrededor de la marcha habitual de jubilados, y la foto del miércoles que sigue, probablemente con más gente, y la del siguiente, con cada vez más. Está por verse los efectos de este violento amedrentamiento a la protesta, con pruebas plantadas para justificarlo, mientras el fotógrafo Pablo Grillo pelea por su vida. Pero hay algo que ya pasó ayer, más acá de la represión.
Los jubilados y las hinchadas marcharon.
Se tuvieron que aguantar los gases, los tiros y los palos.
Y los aguantaron.
Y siguieron ahí, pese a todo.
Y siguió llegando gente, pese a todo.
Hasta altas horas de la madrugada en distintos barrios porteños, y hasta en Plaza de Mayo.
Pese a todo.

A diferencia de la versión del gobierno nacional y de los medios de comunicación cercanos, en una imagen casi inédita en la historia argentina (sin Mundial) hubo hinchas de montones de clubes del fútbol argentino juntos y hermanados.
“Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran, unirnos”, dice uno de Huracán abrazado a otro de San Lorenzo. Una de Morón, con uno de Almirante Brown. Una de Boca, con otra de River. Y uno de Tigre, con una de Ferro, con uno de Midland, con una de Los Andes, y así todos, reunidos con entusiasmo en esta foto producida por lavaca:

La previa
Horas antes, jubiladas y jubilados se reunían en MU (a una cuadra del Congreso) como previa de cada miércoles. Todavía tranquilos, pensaban sobre lo que pasaría más tarde. Son parte del grupo Movimiento Activo de Trabajadorxs y Jubilados y charlan con lavaca sobre eso que ya había pasado: una alianza insólita entre hinchas y jubilados.
Ustedes vienen convocando desde hace más de un año a que se sumen organizaciones, centrales obreras, pero… de repente son las hinchadas. ¿Por qué?
Beatriz: Pero no es desde ahora, ¿ustedes recuerdan la canción de Pappo? “Nadie se atreva a tocar a mi vieja”; bueno, eso significa que todos estos muchachos de la hinchada, quizás cuando iban a la cancha con el abuelo cuando eran chiquitos, los llevó el padre hoy jubilado, es decir: es muy genuina y muy ingenua también la adhesión. Y es tremendamente afectiva.
Víctor: Las organizaciones no movilizan porque la mayoría está dirigida por la burocracia, la burocracia sindical, y como ellos no movilizan, le meten miedo también a los trabajadores para que no se movilicen, ese es uno de los puntos. Hace media hora, un compañero mandó un mensaje que estaba saliendo de La Plata, y comentaba que en el tren de atrás venían hinchas de Gimnasia y Estudiantes, juntos en el mismo tren.

O sea que el espanto logró unir lo imposible.
Beatriz: Claro, el espanto o el amor. Y otra de las cosas más interesantes que yo veo es que subyace una cosa que es la argentinidad. ¿Recuerdan cuando se ganó el campeonato del mundo? La argentinidad: eso subyace y en algún momento sale, sobre todo frente al avasallamiento que hay acerca de la argentinidad en este momento.
Rubén: No se olviden que la hinchada de Boca fue la primera que hizo una movilización en contra del macrismo, y apenas asumió lo sacamos a Milei a las puteadas el día que se votaba presidente en el club. Hacía 6 días que lo habían elegido Presidente y lo sacamos a escupitajos y a puteadas. Eso tiene que ver con esa combinación entre el sentimiento y la pasión, con lo político.
Beatriz: La vez pasada en la cancha de Estudiantes, Sturzenegger se tuvo que ir porque le decían de todo menos bonito: las tribunas son un termómetro social total.
¿Y cómo se hace para que esta alianza siga más allá de hoy?
Rubén (bostero): Hay que plantear que se haga permanente, aquí viene lo que se llama la construcción, y una construcción es día a día. ¿Cómo se hace, quién tiene la receta? Nadie. Lo que pasó el miércoles anterior a lo que pasó este miércoles son cosas distintas: todos los movimientos se van modificando, porque la realidad se va modificando. No podés manejar el tiempo, lo único que podés hacer es leer hacia dónde va la realidad, para poder ir digamos hacia una estrategia más ordenada o más segura para la clase trabajadora. Pero es muy difícil eso si no ves la realidad, si estás con una doctrina o con un dogma encima tuyo, no ves lo que está pasando. Es momento de estar muy abiertos.
¿Así sea de River Plate?
Como trabajador te respeto, pero como hincha… bueno: desde hoy, sí.
Rubén, Beatriz, Víctor y el resto de jubilados salían así la cancha, con los ojos bien abiertos.

El partido
Laura tiene la remera de Boca; Margarita la de River. Y se abrazan. Laura dice: “Es terrible lo que viene pasando todos los miércoles, había que estar acá apoyando”. Su ¿rival? coincide.
Margarita, enfermera jubilada de Aldo Bonzi, lleva la de River: “Soy de una generación que viene luchando por sus derechos desde hace muchos años. El único camino es la calle, y no sólo para luchar por nosotros, los jubilados, sino por la educación, para que no se lleven todas nuestras riquezas. Con esto estamos perdiendo nuestro bienestar, nuestra tranquilidad”.
Otro clásico rival, dentro de la cancha, es Vélez-Chicago. Artemio tiene la del club de Mataderos. Rafael, la del conjunto de Liniers. Artemio dice que vino porque este gobierno es lo peor que pasó en democracia: “Lo que hay que hacer es resistir, y para resistir hay que olvidar cualquier división que no sea patria y antipatria”. Rafael, del cuadro contrario, completa: “Es fascismo puro, hay que sacarlo a la mierda: la democracia tiene que salvarse”.

El Padre “Paco” Olveira, sacerdote de los Curas de Opción por los Pobres, no tiene puesta una sotana, sino una casaca de Boca. Más tarde intentaría evitar una detención y terminaría a punto de quedar detenido él. Antes de eso, dijo a lavaca, como un preludio de aquello: “Antes de empezar la marcha y ya nos gasearon; estamos en una dictadura, esto no es democracia, no hay ningún derecho a la protesta, lo único que saben es cagar a palos a la gente. Lo que buscan es sacarnos de la calle, atemorizarnos, pero están consiguiendo lo contrario: que cada vez seamos más”.
Filomena no tiene puesta ninguna remera. Sí su nieto (de River), que la acompaña. Ella, 84 años, está en silla de ruedas. Dice: «Vine con mi nieto para sumar gente. La cosa está muy mal. Hoy por ejemplo, no tengo leche», dijo mientras la Policía comenzaba ya a reprimir.
Armando tiene 76 años y vino desde Haedo. En su bastón, con el que se afirma ante el terreno movedizo de este presente del país, lleva colgado un papel: “Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas”. Tiene los ojos todos gaseados. De pie, denuncia: “Más de 30 años de aporte tengo, y este perro, porque es un perro, me sacó los remedios para la presión”. Muestra: “Mirá, mirá cómo tengo las piernas; y vine igual”. Y repite: “Y vine igual”, mientras muestra las várices que esta vez viajaron desde el conurbano bonaerense.

Después del próximo 23 de marzo, en apenas días, Armando y los trabajadores que no tengan 30 años de aportes al sistema previsional argentino no podrán acceder a una jubilación: se estima que 7 de cada 10 accedieron a su jubilación mediante la moratoria vigente. Y en el caso de las mujeres, 9 de cada 10.
Pero los jubilados no luchan sólo por los jubilados. Al contrario. Lo resume Julio, que tiene colgada una bufanda celeste y blanca, y unos ojos dilatados no por el llanto, sino por el gas. “Vengo por mi familia, por los jóvenes, por la gente en situación de calle -dice- por la pobreza que hay, que cada vez es mayor. Nunca vi una cosa igual, este gobierno no tiene sensibilidad, no sé a dónde vamos a parar”. Cierra Julio, de 84 años, con los ojos cada vez más rojos, mientras siguen los gases: “Yo voy a seguir luchando mientras pueda contra este régimen”.
Sobre Avenida de Mayo y sobre Hipólito Yrigoyen, las calles que rodean la Plaza de los dos Congresos, se profundiza el enfrentamiento directo entre hinchadas y distintas fuerzas. Al frente de la represión está la Gendarmería Nacional y motos de la Policía Federal; atrás, agentes con chalecos de esta misma fuerza salen en grupo a cazar manifestantes. De pronto salen no menos de diez sosteniendo a una joven de 22 años, y la llevan hacia unos camiones celulares apostados en la entrada del Senado de la Nación. Allí ocurre esta escena, que mezcla el testimonio de la joven Anabella Pompeo con el del comisario a cargo de su detención:
La cacería siguió.
Horacio Pietragalla, ex secretario de Derechos Humanos, está colgado en una valla frente al Congreso de la Nación y mira desde allí cómo centenas de policías federales tiran balazos de goma a las columnas de varias organizaciones sociales. Dice, desde las alturas: “Empezaron desde muy temprano, no querían que se convoque. A las 16 ya estaban reprimiendo. Esto cada vez va a ser más grande; la gente vino pacíficamente, no hubo agresiones grandes y sin embargo reprimieron de entrada. Es increíble la respuesta que da el Gobierno Nacional”.
Un hombre de 50 años, de zona Norte, viene por primera vez a la marcha de jubilados de los miércoles, también está asombrado con la represión: “Es impresionante. Lo quería ver con mis propios ojos. Es lo más parecido a un gobierno facho».


Silvia, 77 años, jubilada, no habla desde el Congreso: estaba por salir acompañada de Melanie, su amiga, y las balas la frenaron. Dice: “Mi intención era estar en la marcha. Hoy más que nunca había que estar, cansados de ver cómo nos maltratan todos los miércoles. Pensaba ir temprano, con mi sillita porque no puedo estar parada mucho tiempo, hasta que vi lo que empezaba a pasar desde temprano, que me hizo acordar demasiado a la dictadura, no a un gobierno democrático. No hay libertad de expresión ni derecho a la protesta. Fue durísima la represión y consiguió el gobierno que no me animara a ir, simplemente porque no iba a poder correr. Y fue así, fue una cacería. Pero espero que cada vez seamos más los que salgamos, que no nos llenen de miedo”.
Los detenidos por manifestar fueron, según el gobierno, alrededor de 114 y la lista de heridos seguía creciendo al cierre de esta edición, uno de gravedad: Pablo Grillo, fotógrafo de 35 años, al cual un cartucho de gas lacrimógeno le impacto y rompió el cráneo. Pelea por su vida en el Hospital Ramos Mejía.
La represión, y la solidaridad: al cierre de esta nota la familia Grillo agradecía que la cantidad de gente que había ido a donar sangre para Pablo desbordaba el Hospital.


El partido que viene
Como todos los miércoles, ya está la convocatoria para el que viene, a la misma hora (17) y en el mismo lugar (el Congreso).
Una jubilada dice: “El próximo fin de semana, y en los que vendrán, en todas las canchas debe haber un grito unánime ‘Fuera Milei’, que sea de reivindicación al trabajo, a la dignidad y a la soberanía. Hoy debe ser el principio del fin de este gobierno, donde el pueblo se une y toma conciencia para que las cosas puedan cambiar”.
Los abrazos y apretones de manos son más efusivos entre clubes de signos opuestos al caer la noche. “Vamos Almirante Brown”, se escucha en la calle, y el cumplido no viene de otro hincha del club de Isidro Casanova, en La Matanza, sino de un veterano con la camiseta de Chicago, eterno clásico. Otra persona se acerca, pero ahora con la casaca de Morón, otro tremendo duelo del far west conurbano: “Vamos, compa, vamos los jubilados”, alentaron a algunos cabizbajos.

Lo que es casi imposible de ver por las calles de esos barrios, los jubilados lo hicieron posible.
Eso es también lo que expresa no ya la bronca, sino la rabia de una multitud que dice “basta” y cantó también un hit de época: “Que se vayan todos”, mientras Avenida de Mayo y sus arterias regalaron imágenes típicas del 2001.
La policía, en un momento desorientada porque la gente no se amilanaba, era atacada con palabras y cantos:
– “Sos un muerto de hambre”.
– “¿No tenés abuela? ¿No tenés abuelo?”.
– “Vergüenza te tiene que dar”.
– “A ustedes les parece que puedo vivir con 259 mil pesos por mes?”.
– “Mira tu carita, ¿no tenés mamá? ¿No tenés papá?”.
– “Están entregando el petróleo, el litio, ¿y defienden a este gobierno pegándonos a nosotros?”.
– “¿Qué te dice tu vieja cuando venís a pegarle a los jubilados? ¿No es una jubilada como yo? No tenés cerebro ni corazón, malnacido”.
– “Andá a Bahía, la puta que te parió, andá a Bahía, la puta que te parió”.

Marcelo tiene 68 años y ligó un balazo de goma en el estómago: mientras se reponía en un bar enfrente del Congreso, contaba a lavaca: “Estaba en la vereda y empezaron a tirar tiros al tuntún” -dice levantándose la remera y mostrando la herida-. “Soy jubilado, soy hincha de Ferro y siento una impotencia porque estamos en manos de este tipo que es un loco, de la hermana que es peor y con un gabinete que es puro derecha y derecha. Tenemos que seguir con estas marchas: es la única forma de que se pueda dar vuelta la cosa”.
Afuera, mientras el viento empuja los gases que hacen arder ojos y gargantas, Carlos, el ya mítico jubilado hincha de Chacarita que logró que viniera su hinchada y luego el resto, sobresale de la línea de efectivos porque está parado sobre las rejas de un cordón que queda sobre Callao.
¿Quiere dar algún mensaje, Carlos?
La juventud nos ha apoyado y el pueblo también. Y el miércoles que viene va a haber más apoyo. Salgan a luchar.

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