Nota
El verdurazo: la colonia agroecológica de la UTT en Jáuregui
En Jáuregui, Luján, funciona una colonia de la Unión de Trabajadores de la Tierra. Es la mayor unidad agroecológica del conurbano. Produce frutas y verduras que se venden más baratas que en el mercado. Familias que viven y ganan mejor, con trabajo genuino y sin venenos. Datos para el presente y el futuro de la alimentación. Esta crónica fue publicada en la edición 124 de MU. ▶ SERGIO CIANCAGLINI
Si desde la macrocefalia porteña se quiere ir hacia donde nacen maravillas alimenticias como kale, calabaza, acelgas, lechuga crespa, rúcula y toda clase de verduras más baratas que las del mercado convencional, y cultivadas, curiosamente, sin venenos, una posibilidad es atravesar la psicosis del tránsito, luego tomar una autopista igual a todas donde aparecen peajes seriales a precios galácticos y se gasta nafta de valores arangunísticos, mientras en la radio balbucean operaciones políticas llamadas “información”, cuentan chistes malos y anuncian que llueve aunque se ve el cielo cada vez más celeste y con sol y, tras unos 80 kilómetros hacia el cercano oeste, llegar a un lugar en la Ruta 5, km 72, en Jáuregui, Luján.
Entonces cambia el ambiente. Se va por un camino que bordea una fábrica y luego atraviesa una tranquera abierta, y otra, hasta llegar a un paisaje boscoso en el que hay un edificio antiguo y ocre que alguna vez fue psiquiátrico, instituto y cárcel de mujeres, cuyos terrenos son hoy parte de la mayor unidad productiva agroecológica que existe en ese universo llamado conurbano bonaerense.
Franz Ramos prepara una carretilla donde hay perejil, espinaca, cebolla de verdeo y remolacha blanca. Sus vecinos y compañeros preparan también lo suyo para los bolsones que vende la Colonia Integral de Abastecimiento Urbano que tiene doble nombre: 20 de abril-Darío Santillán.
La Colonia integra la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) gremio de productores hortícolas que reúne a unas 10.000 familias en todo el país y ha ganado fama a través de sus cuatro Verdurazos en Buenos Aires. En abril, por ejemplo, regalaron 30.000 kilos de verduras a miles de personas que hicieron cola en Congreso, para visibilizar un problema que podría ser gastronómico pero también es social, productivo, político, de vivienda, de ciudadanía, de salud y/o alimenticio: qué clase de realidad nos hacen tragar.

Foto: Nacho Yuchark.
La sorpresa de la lechuga
Hay música de pájaros y árboles enormes. Detrás del instituto que se llamó Ramayón Valdivieso hay además una iglesia en receso por donde hoy corretean niñas y niños de la Colonia. En una pared del edificio principal pintaron: “Tierra, Trabajo y Cambio social”. Más allá están las plantaciones agroecológicas.
Miguel Reyes es uno de los históricos de la UTT. Nació en Ledesma, Jujuy, y hace ya 32 años migró a la zona hortícola de La Plata. Tiene cuatro hijos. “Siempre me dediqué a cultivar verduras, pero todo fue muy difícil”. A su lado Franz Ramos, boliviano nacido en Tarija, instalado hace 29 años aquí, siete hijos, agrega: “La situación en La Plata era malísima, un trabajo esclavo porque teníamos que alquilar la tierra, trabajar sin parar, y no nos quedaba prácticamente nada”.
Miguel integraba una asociación de pequeños productores. “Pedían mercaderías y materiales al gobierno. Pero en 2010 conocí la UTT donde planteaban pelear por la tierra. Esa mentalidad me gustó”, cuenta Miguel: “Eran unas ocho personas nomás, así que le dije a mi concuñada, a mi cuñada y nos metimos”. Conoció a Nahuel Levaggi, que recuerda sobre aquel 2010. “Yo ve – nía del Frente Darío Santillán, y había armado una cooperativa de trabajo para que compañeros de la ciudad pudieran trabajar en el campo. Conocí a quinteros de La Plata y la situación por la que estaban pasando al tener que alquilar pequeñas porciones de tierra para poder vivir de eso. Y nació la idea de la UTT”.
Miguel: “Pedíamos algo muy claro: créditos blandos para comprar nuestra propio lugar”. En 2014 hicieron un acampe junto al Parque Pereyra Iraola. “Estuvimos tres días. Nos dijeron: ‘Acá no les podemos dar tierras’. Créditos tampoco había. El gobierno de Nación (a través de Desarrollo Social) planteó que iban a darnos tierras fiscales pero en la Patagonia, para criar animales. Nosotros les decíamos: ‘Lo que sabemos es cultivar verduras, tenemos animalitos para consumo nuestro, pero somos horticulores y quinteros’”.
Surgió en la UTT la idea de presentar un proyecto de producción agroecológica para acelerar la entrega de tierras en desuso. “Pero pensábamos: ¿cómo vamos a producir sin venenos? Si con venenos no alcanzamos a producir bien, sin venenos va a ser peor”, cuenta Miguel, quien habló con Nahuel, quien a su vez conocía la experiencia agroecológica a través de movimientos como Vía Campesina. Comenzaron los contactos con ciertos funcionarios de la secretaría de Agricultura Familiar, del INTA, y la opción agroecológica empezó a crecer.
“Yo todavía alquilaba una hectárea en La Plata y en una parcela, para probar, cul – tivamos lechuga sin venenos. Y la lechuga salió así”, dice Miguel expandiendo los brazos en proporción a su sonrisa. “De no creer, era espectacular por la cantidad y la calidad de verduras. Además hice acelga, puerro, verdeo”.

Foto: Nacho Yuchark.
Segundo descubrimiento: “Era bueno económicamente, porque no gastaba en el veneno. El problema es que yo lo quería mandar al mercado, pero los camioneros no me querían recibir la verdura porque no tenía veneno. Uno solo, el que la vio y la probó, me venía a buscar siempre. Ahí empezamos a pensar en los bolsones para vender directamente nosotros”.
El proyecto de la UTT estaba presentado. Les insinuaron dos lugares posibles, Campana y Jáuregui, para cederles en comodato (una especie de préstamo del lugar): “En Campana hubo resistencia de los vecinos a que nos dieran tierras, y quedaba abierta la posibilidad de venir acá”.
La respuesta estatal era levemente aceitosa: “Decían que ya estaba todo, pero que no, que faltaba un papel, que tal firma, que tal sello”. El 20 de abril de 2015, con calma, con sus pertenencias y con sus familias, un grupo de productores se instaló en el predio de Jáuregui a esperar que los trámites buro – cráticos se aceleraran. En agosto de ese año las inundaciones azotaron a Luján, y la UTT se hizo presente con alimentos para los afectados. Franz: “El ministerio seguía sin resolver nada, así que nos metimos en Desarrollo una semana completa para noso – tros mismos llevar y traer los papeles”. Miguel ríe mirando los árboles: “Hacíamos de cadetes entre Desarrollo y Agricultura para que terminaran los trámites”.
Trabajo, alimentos y precios
En diciembre de 2015, mientras la gestión kirchnerista se iba y llegaba la macrista, se concretó el comodato. Rosalía Pellegrini, de la UTT, dijo ese día: “Los gobiernos cambian pero las organizaciones quedan”. El predio tiene 84 hectáreas de las cuales se pueden cultivar 54, porque el resto es reserva de bosque. El proyecto de la Colonia es llegar a 54 familias, una por hectárea, con producción agroecológica. Hasta ahora son 14 las familias que producen, porque para hacer funcionar el resto de las hectáreas les hacen falta instalaciones eléctricas y moto – res para bombear el agua.
El proyecto de la UTT plantea entre otras cosas:
“Se beneficia a las familias de productores, inmediatamente impacta generando un ordenamiento territorial, impacta sobre el precio de la renta (ya que se retiran del mercado 50 familias), se generan instancias de comercialización con precios populares, y se transita hacia una forma de producción amigable con el medio ambiente y los consumidores, por lo que de a poco se va transformando el modelo de agronegocio hacia la soberanía alimentaria”.
Trayendo la historia a tiempo presente, la producción de la Colonia y de otros horticultores más dispersos de la UTT permite que hoy ofrezcan bolsones de 5 kilos de verdura agroecológica de estación a 180 pesos, y de 7 kilos a 210 pesos. Promueven la formación de grupos de consumidores que pueden reducir aún más los costos al comprar en cantidad.
Las variedades de verduras propuestas son, para junio: puerro, rúcula, radicheta, kale, acelga, perejil, brócoli, lechuga, hinojo, repollo, akusay, verdeo, espinaca y tomate (los contactos se hacen en Facebook buscando Almacén de Ramos Generales UTT).
Además los bolsones se encuentran en ferias como la de la Facultad de Agronomía de la UBA (el segundo sábado de cada mes), o en los propios almacenes de ramos ge nerales de la UTT en Luis Guillón, Berazategui, San Vicente y Domselaar. El tercer sábado de cada mes se hace feria en la propia Colonia de Jáuregui. Esperan pronto abrir un almacén de ramos generales en la Capital Federal, una verdulería agroecológica al revés que las convencionales: alta calidad y bajo precio.

Foto: Nacho Yuchark.
Mauro Fernández es uno de los productores de la Colonia, boliviano criado en la Argentina, y vive en una de las casas que fueron parte del Instituto: “Con los remedios y los agrotóxicos te estás matando vos solo. Yo produzco morrón, berenjena, zanahoria, puerro, rabanito, esas cosas. La diferencia de la verdura es enorme en el color y el gusto. Y además estamos mejor nosotros, gracias a Dios. Lo que queremos de todos modos es que nos den créditos para comprar nuestro pedazo de tierra y estar tranquilos”.
Su vecino es Martín Rivero, siete hijos. “En La Plata yo no tenía mi tierra, y trabajaba obligado a sacar producción para el dueño. Esto es mucho mejor. Nos manejamos nosotros mismos. ¿Económicamente? No tengo plata para tirar para arriba, pero muy mal no estoy”. Sus hijos van a los colegios de la zona, y el propio Martín está terminando el primario en la escuela rural de la Colonia. Tiene decenas de gallinas ponedoras, y la chancha parió ocho lechones.
Fidel, la salsa y los perros
El cubano Víctor Pileta –Vitico para todos- es veloz cuando habla, cuando piensa y cuando camina. Mientras recorremos los cultivos de la Colonia cuenta que cada familia paga por su agremiación a la UTT 1.500 pesos mensuales y, por bolsón vendido, reparte 30 pesos para el comercializador, para la Colonia y COTEPO (Consejo Técnico Popular), el área de la cual el propio Vitico forma parte como ingeniero agrónomo, asesorando a los productores en el manejo agroecológico.
Vitico está en la Argentina desde hace 25 años y se le mezcla el acento cubano con los giros argentinos. “Me recibí en La Habana. En Cuba tuvimos el período especial y el bloqueo, y aquí está Macri. El cubano no se metió en agroecología por ser un iluminado, sino porque no le quedaba otra: ya no se podía importar químicos. Lo interesante de Macri es que también van a tener que adoptar esto, porque la producción de verduras en lugares como La Plata ya es inviable por los costos. ¡Pero mira el kale!”.
Señala sin detenerse una planta de un verde increíble, y cuenta que al kale lo llaman la reina de las verduras porque tiene tanto calcio como la leche, tantas proteínas como la carne, pero ninguna de sus contras “y los gringos le dicen kéil y la hacen frita… y mira lo interesante del policultivo que hacemos que es una estrategia porque no te lleno de tomate el campo, sino con familias que luego rotas. Bulbo, hoja, fruto: donde puse un bulbo como la cebolla o la batata, luego pongo un fruto como el tomate o el morrón. Y ahí están las franjas de brócoli, berenjena, remolacha blanca y roja”, dice. Los ojos porteños empiezan a percibir colores insólitos y los pulmones respiran algo fresco que no parece ser monóxido de carbono.
Retoma Vitico esquivando charcos y señalando todo: “La maleza para mi es una bieneza. Nos vendieron que la gramilla es maleza que compite con esa berenjena que tienes ahí, pero es al revés: conserva la humedad, moviliza los nutrientes, pero las empresas y las universidades dicen que hay que matarlas. No entienden, niegan la vida, y te dicen que debes tener todo limpito y deshierbado cuando en realidad estás creando corredores biológicos para que los bichos no te coman tu berenjena, y por eso el policultivo te defiende”.
Miguel lo explica así: “El monocultivo lo hacen en cantidad, por eso precisan el veneno para matar todo lo demás. El policultivo es menos cantidad pero más variedad de cada cosa”. Sobre gustos no hay nada escrito, dicen, pero se sabe que la verdura convencional tiende a ser como el viejo bolero de Palito Ortega: sabor a nada. Lo agroecológico en cambio es puro sabor, pero la dificultad, explica Vitico, suele ser estética. “Te exigen que todo sea del mismo tamaño y color. La berenjena puede estar muy bonita pero llena de veneno. Y una planta con mordedura de un insecto, tal vez sea la màs rica y la más sana”. Franz: “No hay que guiarse por la lindura”.
Vitico muestra una calabaza, se enoja por la falta de electricidad y anuncia en cubano puro: “Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe”. Se lo ve apasionado por lo que hace y agradecido por tener lugar en la Colonia. “Porque además estamos haciendo nuestros propios bioinsumos”, dice rumbo a un galpón al que llaman La Fábrica, lleno de grandes recipientes con fermentos y preparados, para que Vitico hable de hongos, fosfito, melaza, esporas de microorganismos celulolíticos, extractos de ajo, bosta y rumen de vaca, sales minerales, polvo de roca, y de cómo esos bioinsumos sumados al policultivo ayudan a fertilizar el suelo y alejar plagas como la mosca blanca que azotan a los productores convencionales.
¿Cuál es el costo de este arsenal biológico y de reciclado? El ingeniero Vitico recalculando: “Dos mangos. Y todo es mejor, más eficiente y más sano que lo que te venden en una semillería a 800 pesos por cinco litros de porquerías. Acá con medio litro de bionsumo hago hectáreas y hectáreas”. El ingeniero Carlos Carballo, inspirador de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, ha calculado que cada productor convencional gasta 400.000 pesos anuales por hectárea. A la inversa, el potencial agroecológico muestra que en solo una hectárea se pueden producir las verduras que anualmente consumen 125 familias.
Diagnóstico de Vitico: “Nos engañaron con el kit tecnológico. Pero a la vez, no puedo experimentar con la plata del campesino, entonces el acompañamiento es para armar un sistema que sea útil y que manejes en el tiempo. Y hacemos otra cosa: que los propios campesinos sean luego los que enseñan a los nuevos cómo encarar esto”. Sobre el factor salud, los más recientes estudios de la Universidad de La Plata muestran que un 65% de verduras elegidas al azar en verdulerías porteñas y platenses presentan restos de al menos un plaguicida que se acumula en el cuerpo de quien consume, con efectos que pueden desencadenarse a mediano o largo plazo. Vitico: “Nuestros más fieles clientes son los que tienen cáncer, o familiares con cáncer. Ahí todo se entiende clarito”.
Vitico propone una mirada: “Todos deberían volcarse a esto porque funciona, no tienes gastos de insumos, y por eso es la liberación, es tu independencia. En Cuba se está hablando de autogobiernos locales a partir de la producción de alimentos, y de comunidades que pueden liberarse del peso del Estado. Y a la vez el Estado tendría que brincar de alegría: se saca de encima familias que trabajan, producen y viven por ellas mismas”.
Sostiene Vitico que en estas cuestiones hace falta apelar a un elemento en desuso: “Mire usted, una pizca de sentido común muchas veces vale más que una biblioteca. Y cuando pierden sentido común, los países se van imagine usted a dónde”. El ingeniero está encarando un nuevo proyecto en mataderos de La Matanza, para reciclar a gran escala la bosta de animales, y por qué no humanos, para realizar compost que sirvan para fertilizar suelos y cultivos. Es un punto culminante de la idea agroecológica, en la cual nada se pierde, todo se transforma.
Breve biografía vitiquera: “Me fui hace 25 años de Cuba pensando que Fidel era lo peor. Estaba agusanado, enojado, quería quemar al partido. Veía que viajaba a Cuba un argentino que vendía diarios, tenía un secundario mal hecho y el tipo iba por todo el mundo. Y yo con títulos, idiomas, ¿qué hago, boludo? Quería mojar el mundo. Llegué aquí en pleno menemismo regalando el país, como sucede ahora. Y conocí a los que no viajaban, la gente de las villas, los barrios, esa pobreza, ese capitalismo que te parte en dos y que condena a tantas personas. Empecé a ver que todo, allá y acá, era más complejo”. Cuenta que hoy, cuando viaja a Cuba, la gente no le cree. “Me dicen que no puede ser que en Cuba haya mejor alimentación que aquí”.
El ingeniero Pileta no encontró en la agronomía argentina otra cosa que venta de venenos de multinacionales. “Lo que yo sabía no me sirvió hasta que lo pude aplicar en los últimos años. Pero entonces me dediqué a cocinar, hacía peluquería para perros – hasta en Recoleta- y daba clases de baile”. ¿Buen bailarín? “No”, ríe Vitico, “pero en el país de los ciegos el tuerto es rey. Lo que pasa es que aquí hay mucha gente sin sentido común. ¿Cómo pueden querer bailar salsa sin haber pasado por el son? Me pagaban para enseñar, y enseñé. Lo de los perros era algo que también aprendí en La Habana cuando mi mamá me regaló un caniche y estudié cinología, la ciencia de las razas de los perros. Hay que vivir ¿no?”.
Con todo ese bagaje Vitico resume que lo suyo fue “brincar, bailar, cocinar, peinar y remar como un hijo de puta”, a lo que agregó una ayudantía en Agronomía y finalmente un cargo en Agricultura familiar donde pudo potenciar sus conocimientos trabajando junto a movimientos campesinos y de productores. “Hace unos meses me quedé sin trabajo en la Secretaría y aquí me dijeron ‘te quedás con nosotros’. Tengo un techo y estoy desde el primer día en la parte técnica, que tiene un potencial enorme si podemos resolver una clave para que no se caiga todo esto: la comercialización”.
El infarto de Hipócrates
En la Colonia no dejan de imaginar una posible clave de comercialización: “Que el Estado compre estos alimentos sanos para escuelas, hospitales, geriátricos”. Como son personas más de hacer que de ilusionarse, siguen adelante con los proyectos de comercialización en redes, la creación de almacenes de venta directa al público. La UTT como parte de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) planteó en la Marcha Federal la necesidad de una ley de protección de la Agricultura familiar.
“Hemos planteado también, a partir de los Verdurazos, que se dicte una Ley de Acceso a la Tierra” explica Nahuel Levaggi. La UTT fomenta los proyectos agroecológicos, pero hay una prioridad relacionada con el acceso a la tierra de productores familiares que están en una crisis cada vez mayor más allá de cómo produzcan.
- La UTT, integrada por unas 10.000 familias, estima que 200.000 pequeños productores, con apenas el 13% de la tierra, cultivan el 60% de los alimentos que se consumen en el país.
- Más del 70% de ellos no tiene tierra propia sino que alquila.
- Se van a transferir este año, al campo concentrado, 145 millones de dólares (entre créditos por la sequía y la baja de retenciones a la soja) y nada a pequeños productores, que sufren aumentos del 100% en alquileres, 150% en insumos para producir, y 500% en electricidad. Franz ejemplifica: “En noviembre nos vinieron 7.000 pesos por tres motores. Pasamos a usar solo uno, para ahorrar, y nos vinieron 39.000”.
- La propuesta de la UTT en números para un Procrear Rural explica que, por ejemplo, con unos 100 millones de pesos (más inflación de los últimos meses) se podrían adquirir 500 hectáreas para 500 familias, capaces de producir verduras para 62.500 familias por año (250.000 personas). Se trata de créditos que cada familia podrá devolver al no tener que pagar ya un alquiler.
Agustín Suárez, de la UTT: “Se encara así un tema productivo, y a la vez de vivienda. El proyecto de Ley que presentó el diputado Leonardo Grosso tiene apoyo de radicales, de Graciela Ocaña del PRO y también de los partidos de oposición”. Levaggi: “Estamos tratando de cerrarlo con el oficialismo, porque de última es el que va a tener la posibilidad de aplicarlo. Para nosotros se trataría de comprar campos de 80 ó 100 hectáreas, y que las familias se integren en colonias. Si unas decenas de familias lo logran, ya sería una victoria porque algo así nunca pasó en el país”.
Esa posibilidad, cree Levaggi, facilitaría también los procesos de transición hacia la agroecología de la gran masa de productores convencionales: “Le ponemos todas las fichas a eso. Como algo técnico, porque es una práctica que hoy es minoritaria, pero no para de crecer y es exitosa. Pero además lo agroecológico trae una mirada política y sobre el modelo productivo dependiente de las multinacionales. No podemos hablar de Soberanía Alimentaria con insumos de Monsanto. La cantidad de plata que pierden los productores en agrotóxicos es atroz y ahí está uno de los caballitos de batalla para que cada vez más compañeros se pasen a lo agroecológico”. Agustín completa: “Ganás más dinero, vivis mejor, no te contaminás ni contaminás a tus hijos”.
Para apoyar la comercialización se agrega la creación del Sistema Participativo de Garantìas promovido por la CALISA en la Facultad de Agronomía. Carlos Carballo: “Se organizó un Consejo Asesor que garantiza el proceso de producción agroecológica, para que el consumidor sepa que no sólo es una producción sana, sino que también promueve el asociativismo, la comunidad, los territorios y más igualdad de género, además de la salud”.
El ingeniero Pileta cree que hay algo médico en todo esto: “Hipócrates decía ‘que tu alimento sea tu medicina’. Pero hoy el alimento es tu desgracia. Si despertara, le daría un infarto” (o tendría que aprender a peinar perros). Sigue Vitico: “¿Querían producción a escala? Aquí la tienen. Y esto puede multiplicarse al infinito”, anuncia mirando los surcos de colores, llenos de producción, de fertilidad, y de bienezas.

Foto: Nacho Yuchark.
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Femicidio de Griselda Blanco: el informe de la comitiva de Periodistas Argentinas de su misión a Curuzú Cuatiá

La primera delegación de Periodistas Argentinas que viajó a Curuzú Cuatiá entrevistó a los jefes de la Policía Federal y Provincial a cargo de las investigaciones y a la fiscal, y se encontró con los hijos de la víctima. El resultado de la información que chequearon con varias fuentes pone en duda las declaraciones que hizo ante la prensa la fiscal de la causa, que estigmatizan a la víctima y exponen a su familia. ¿Por en una causa con secreto de sumario, y a una semana del crimen, no puede la funcionaria a cargo de investigar afirmar hechos que todavía no están probados? Los tres giros que en cinco días tomó la causa, y las tres pruebas que justificaron la detención e incomunicación del periodista que más conocía las amenazas que recibía Griselda. El rol de la prensa en un crimen que se informa con más respuestas que preguntas.
El pasado viernes 26 de mayo, una delegación de Periodistas Argentinas compuesta por las periodistas Claudia Acuña y Nancy Pazos lleg a Curuzú Cuatiá, Corrientes, a las 10 de la mañana, tal como había acordado con la fiscal de la causa, María José Barrero Sahagún. Se encontraron entonces que a esa misma hora la funcionaria había convocado a los hijos de la víctima a una audiencia en la cual liberó a Armando Jara, al que había detenido e incomunicado cinco días antes bajo la acusación de femicidio, y a informar la detención de Darío Alfredo Holzweissig, un empresario dueño de boliches bailables de Curuzú Cuatiá.
Luego de esa audiencia y esa noticia la fiscal recibió a la comitiva de PA en una reunión formal, en la que además estuvieron presentes las máximas autoridades de la Policía Federal a cargo de la investigación y el comisario y subcomisario de la Comisaría n.º 1 de Curuzú Cuatiá. La primera pregunta la hizo la periodista Nancy Pazos: “¿Qué hace acá la policía provincial, cuando tenemos entendido que está apartada del caso?”. Sentado estaba Nicolás Romero, el comisario denunciado por Griselda como presunto autor de abusos sexuales.
Justamente la policía provincial, a pedido del Sindicato de Periodistas de Corrientes, había sido separada de la investigación ya que la víctima había denunciado que estaba siendo amenazada para revelar sus fuentes, y que había recibido la misma mañana del crimen una carta documento del comisario Romero.
La respuesta a la pregunta de Pazos llegó de parte del jefe departamental: explicó que le habían pedido ayuda para los rastrillajes que se habían realizado a la mañana, “ya que conocían la zona”; y que además estaban siguiendo una pista que ya no involucraba a la policía.
Pazos repreguntó: “¿Y si en el rastrillaje encontraban una prueba que los comprometiera?”
El comisario de la Federal respondió: “Estuvieron todo el tiempo bajo mi supervisión”.
La fiscal aclaró además que ella había dirigido al operativo.

Acuña preguntó por qué consideraban que la nueva línea de investigación no estaba relacionada con el trabajo periodístico de Griselda, ya que la periodista había dedicado varios programas a denunciar la connivencia de la policía local con los boliches bailables de los que el nuevo detenido era propietario. Fue entonces cuando la fiscal aseguró que por el contenido de las conversaciones de Whatsapp reveladas del teléfono de la víctima, existía un “vínculo personal” con el empresario detenido. Vínculo que calificó como una “relación tóxica”.
Sin embargo, dos días después, cuando formuló la imputación contra Darío Alfredo Holzweissig pidió procesar al sospechoso por homicidio simple “ya que no se había probado el vínculo personal”. Tampoco lo calificó como agravado, ya que consideró que no había “alevosía”. Griselda tenía tres vueltas de cinta en la garganta y dos cuchilladas con Tramontina en el cuello; un diente roto y la cara notablemente golpeada.
Consultada por qué no calificó como “femicidio” el crimen de Griselda en esta nueva imputación, la fiscal respondió que “no tenía evidencia de violencia de género”.
No son éstas las únicas contradicciones que asoman en las declaraciones públicas de la fiscal.
La principal: la forma intaxativa en que habla de extorsión. Tres fuentes de la investigación aseguraron que en las conversaciones encontradas en el chat, la víctima y el ahora acusado “hablan de plata y él le propone relaciones sexuales, pero no hay una sola conversación en la que se diga taxativamente: si no me das plata, te escracho”.
Según confirmó la comitiva de PA, Griselda Blanco hace años que tenía como auspiciante al empresario, quien hacía tiempo que no abonaba la pauta, por lo cual hay que investigar si esa conversación sobre dinero no estaba relacionada con el vínculo comercial que tenía la víctima. Es decir: todavía resta mucho de la investigación como para que la fiscal descalifique a la víctima como “amante y extorsionadora”.
Otro punto conflictivo de la actuación fiscal es en relación a la detención del periodista Jara. Consultada sobre en qué pruebas basó su detención, incomunicación e imputación por cargos de “femicidio”, la fiscal respondió:
1) Que se habían encontrado pertenencias de él en la casa de Griselda; cuándo se le preguntó que pertenencias, respondió: “Una campera”;
2) que había una relación preexistente;
3) que el perito forense indicó que el asesino tenía un vínculo con la víctima por el tipo de violencia hallada en el cuerpo.
Jara no quedó desvinculado de la investigación ya que la fiscal espera el resultado del ADN; consideró que iban a estar listos “entre miércoles y jueves” de esta semana.
Así, este caso tuvo en menos de cinco días su tercer giro en la investigación fiscal: comenzó considerándolo un suicidio, siguió caratulándolo como “femicidio” – deteniendo arbitariamente a un periodista- y ahora lo califica de “homicidio simple” queriendo por dar cerrada la causa.
Ni las amenazas, ni las presiones que Griselda dejó grabadas en su audio fueron nunca una línea a investigar para la fiscal.
Ese es justamente el reclamo de todas las organizaciones de periodistas a las que la Comitiva de Periodistas Argentinas envió un informe detallado.
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El acto de Cristina en Plaza de Mayo: una de suspenso

“Una más y no jodemos más” fue el grito más atronador de toda la tarde en Plaza de Mayo, en referencia a una posible candidatura de Cristina Kirchner. Fue el signo más visible del «operativo clamor» con el que se había ideado el acto, aunque ella ya había aplacado las semana previas la hipótesis de ser candidata.
En un discurso que reivindicó tanto a Néstor Kirchner como a sus dos mandatos, CFK dejó el tema electoral sin definición. Terminado el acto Florencia, entre la multitud, brindó a lavaca un editorial políticos de la jornada en 9 palabras: “Nunca sabés cuándo va a ser la última plaza”.
Pese a truenos, rayos y tormentas, el encuentro más ansiado por el kirchnerismo simbolizó una medición actual de fuerza y movilización aunque no dejó definiciones sobre el enigma 2023: quién será el o la candidata del actual espacio oficialista, con todas sus diferencias. Los cálculos llevaron el termómetro movilizador a 500.000 personas, dato otros relativizan: en ambos casos, y como tantas cosas, el tema pasa a formar parte del sistema de creencias de cada persona. La ex presidenta hizo una pormenorizada defensa de su gestión, resaltando los altos salarios o el hecho de haber encontrado un Producto Bruto de 167.000 millones de dólares al asumir Néstor Kirchner, y llevarlo a 647.000 millones de dólares al finalizar el mandato en 2015. El gobierno de Macri, en cuatro años, bajó el Producto a 400.000 millones, dejando 120.000 millones de dólares de deuda que hoy sigue condicionando al país.
Definió a la Corte Suprema como un «mamarracho indigno», planteó la necesidad de un nuevo diseño institucional y pacto democrático y sugirió: «Basta de pedirle al otro que haga lo que no se está dispuesto a hacer».
Muchas mujeres escucharon el final del discurso de Cristina con las manos como en un rezo, esperando que definiera su propia candidatura, o la de alguien más, cosa que quedó pendiente. El acto, entonces, parece haber sido un posicionamiento en las negociaciones que se vienen para definir candidaturas ante el misterio que significan las PASO y luego los comicios. Y una demostración de apoyo frente a lo que llamó mamarracho, y frente a los pantanos de Comodoro Py. Con Cristina, aparte de sus nietos, tuvieron un rol televisivamente importante Alicia Kirchner, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa, en medio de ese palco plagado de invitados que aplaudieron frases pertinentes, como “Se discuten muchas boludeces en los medios”. (Confirmando la teoría, luego se conocieron repercusiones de políticos y panelistas oficialistas y opositores sobre el acto, realizando piruetas verbales que rellenaron –como suele ocurrir– horas estériles de programación televisiva y tal vez cerebral).
Crónica de la jornada. La música que se escuchó, una teoría sobre el hambre y las ganas de comer. Las reflexiones entre pancartas, pastelitos y lluvia de quienes estaban abajo del palco, en la calle. Ideas y hallazgos de personas que se movilizaron y no se sienten necesariamente espectadoras. Lo que dijeron las personas movilizadas antes y después del acto.

La Plaza, los reconfortados y las sorprendidas. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).
Mujer anonadada y caritas feas
Gerardo, 56, comerciante, brindó a lavaca un primer signo saliendo de la Plaza en el atardecer tormentoso: «Vinimos a escucharla y nos vamos reconfortados, porque en estos tiempos en que la política pasa por otro carril venir a escucharla a ella nos nutre y nos hace seguir con fuerza para el mañana».
¿Y hacia adelante? «Vamos a acompañar al compañero que se decida o que decida Cristina».
Mariana, 55, bancaria estaba con otra sensibilidad menos conformista: «Estoy anonadada, porque me doy cuenta de que no sé quién va a tomar la posta y quién va a tener los huevos suficientes para hacer lo que dice Cristina, que es diseñar un programa y es poner caritas feas”. La vicepresidenta había planteado: «El problema que hoy tenemos acuciante es la distribución del ingreso. Creanme que para distribuir el ingreso muchas veces hay que ponerle carita fea a los que tienen mucho. Y no se trata de confrontar».
Mariana completa su idea caminando de salida por Avenida de Mayo: “¿Quién de los nuestros va a tener los huevos para hacerlo? Ella hoy tiró el encuadre que hay que seguir, ¿pero quién lo va a llevar a cabo? No sé”.
Se queda pensando sobre el asfalto mojado: “El único candidato que a mí me parece que podría ser el de Cristina, con todas las letras, sería Kicillof (gobernador bonaerense), pero no se lo puede sacar de donde está».

Truenos, rayos y lluvia que no detuvieron a las familias que se acercaron. (Fotos: lavaca/Lucas Pedulla).
Todo puede pasar
Florencia e Inés son amigas, de Ituzaingó y Morón, 33 y 60, diseñadora gráfica y arquitecta.
Explica Florencia: «Básicamente había ganas de venir porque hay como mucha incertidumbre. Yo venía a escuchar si había una fórmula, pero bueno: nunca sabés cuándo va a ser la última plaza… ya me puse un poco catastrófica: pero hace casi cuatro años ya pasamos por esto y la verdad que yo estoy con miedo, estoy con miedo por la oposición, no porque gane la oposición, no es por una cuestión de resultados, sino por los discursos que se vienen escuchando. No es solamente por una cuestión económica, sino por una cuestión social, se está viendo mucha violencia, ya no se respeta nada, todo puede pasar».
«A mi me gustaría que sea ella la candidata, pero tampoco la podemos exigir, pobre mujer. Ya dijo que no, ya está. La verdad me gustaría que sea Axel, no me gustaría que sea Massa, pero también soy consciente de que ayudaría a la elección porque hay mucha gente que no es del partido que a Massa lo votaría».
Mística y bastones
Alejandra, 48 años, es docente de música: «Estamos debatiendo lo que dijo. Ya tomó una decisión, pero deja como una mística, un relato a seguir construyendo, y el ejercicio es que ese relato lo tenemos que construir nosotros, más allá del candidato. Ella siempre está hablando del proyecto de país, eso es a lo que está apostando, no importa quién. De hecho, cuando asume Alberto, ella se lo dice: ‘Vuelva al pueblo para no confundirse, apóyese en el pueblo’. Me parece que ese es el ejercicio democrático que ella está planteando, entonces uno termina en los nombres, pero en realidad lo que hay que debatir acá es qué proyecto queremos. Lo de Colonia no, Patria sí, eso es lo de fondo que hay que seguir laburando y militando que es lo más difícil; eso justamente es lo que los medios de comunicación te sacan del centro todo el tiempo».
Martín, 35: «Ella es la conducción, una voz necesaria, sea candidata o no, ella representa a la mayoría y tiene una palabra convocante, ordenadora y tiró cuatro ejes de discusión, como la economía y la Corte; ella es muy dialoguista; la dibujan como que no pero es súper dialoguista y estadista».
Paula, también 35: «Sí, lo importante es el proyecto, aunque a mí me encantaría que sea ella porque nos representa, pero también estábamos hablando recién que nos gustaría Wado. O Grabois, aunque no sé si para presidente». Martín retruca: «Grabois se hace el purista con Massa, pero con los macristas se sienta a tomar el té, como con Carolina Stanley y Pepín Simón». Paula: «Bueno, no es momento de tirarnos con el bastón del mariscal”.
La Plaza de fue vaciando bajo la lluvia del 25 de Mayo.

Pancartas que implican una certeza, y algunas incertidumbres electorales. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).
La inteligencia colectiva en la previa
Todo había empezado mucho antes.
La noche anterior ya la Plaza se va ocupando de gente que quiere estar cerca del palco. Llegan, sobre todo, desde distintas provincias. Una señor de Salta dice: “Quiero ver qué puntos especiales, bien claritos, nos da Cristina sobre lo que hay que hacer de ahora en más”.
Durante la mañana comienza a verse el río de gente. Lavaca consulta deseos de quienes van por Avenida de Mayo hacia la Plaza. Todo es demasiado más interesante en forma y contenido que lo que se suele ver en televisión o escuchar en radios. Las respuestas de una señora de tapado, una pareja sub-20 y un hombre de gorrito de lana forman casi un programa político.
“Reforma del Poder Judicial”.
“Inseguridad”.
“Que los pibes no se vayan del país”
“Recuperar la Ley de Medios”.
Todos tienen trabajo, tal vez por eso no hablen de inflación. O la inflación es un problema tan obvio que desear que termine es algo que no hace falta siquiera mencionar.
Una mujer lleva una remera con una pregunta para diferenciar palabras: “¿Justicia o Poder Judicial?”

Los colores contra el gris de la tarde (Fotos lavaca/Sol Tunni).
Dos hombres portan una bandera: “Cristina el pueblo te ama y te necesita”.
Por Twitter alguien lanza otra definición política, sobre certezas y sobre incertidumbres:
“Con Cristina hasta la luna. Con los demás, hasta donde ella diga”.
Que nombre al candidato
A las 11.30 de la mañana la Plaza de Mayo ya está llena. «Es que viajamos toda la noche» explica una joven que hace de cordón de La Cámpora, que vino desde Córdoba. «Hoy es más que bancar a Cristina, es recordar a Néstor. Es mostrar fuerza para que la derecha agrandada sepa que estamos fuertes y en la calle».
Otra joven de veintipico le propone otro final a la frase, en tono irónico, medio chiste-medio en serio: «Unidos y organizados».
Algunos pasacalles se animan a proponer nombres: figuran carteles de Grabois, de De Pedro y de Katopodis, tal vez los más ligados a las militancias territoriales; no se ven carteles de Scioli, Rossi ni otros que han mostrado su voluntad electoral, que habrá que ver en qué queda tras las palabras de la vicepresidenta.

Letanías y aspiraciones en Plaza de Mayo. (Fotos: lavaca/Sol Tunni).
Todo parece fluir: las columnas separadas por cordones, acomodándose en sus lugares indicados o ganados en la plaza, van poniéndole límites a la posibilidad de circular por el lugar.
Cada 100 metros sobre Avenida de Mayo hay grandes pantallas que mostrarán a Cristina hablando. Se espera que la Plaza se colme rápido y las personas puedan seguir la conferencia desde donde estén, hasta donde lleguen. Quienes se acerquen a Avenida de Mayo tendrán transmisión privilegiada, no así en las otras arterias o en los bordes de la plaza, donde se espera que la voz de Cristina suene bien fuerte.
«Es un evento bastante pautado, se convocó a las dos y Cristina dijo que habla a las 4. Nosotros estamos acostumbrados a actos mucho más largos» responde alguien veterano sobre la convocatoria temprana.
No llueve. Y eso es toda una noticia. Hace calor, muchos aprovechan para hidratarse, ponerse en cuero, cantar y tocar: hay clima de hinchada.
¿Qué se espera que diga Cristina? «No me importa lo que diga, hay que bancarla: la quisieron matar» dice una señorita. Al lado suyo un joven: «Que diga quién va a ser candidato «. Otro postula: «Wado». Pero son propuestas tímidas, esperando lo que defina ella.
El otro protagonista del día es Néstor, presente en fotos, banderas y hasta tatuajes. A 20 años de asumir, otra mujer espera que se explique todo lo que se logró en esos años de gobierno, «para recordarle a los pibes que no lo vivieron» casi como una clase de historia. Y que se analice el presente, «el acuerdo con el FMI, la pandemia» y las dificultades que, cree, hicieron que estos 3 años y medio con ella como vicepresidente no fueran los mejores, o los esperados.

Esperando definiciones, ejerciendo el aguante (Fotos: lavaca/Sol Tunni)
¿Dónde queda Plaza de Mayo?
La banda sonora de la tarde es primordialmente la cumbia. Suena Rosalía, suena Trueno con “Tierra Zanta”, y Los Palmeras con “Soy Sabalero”.
Junto al Cabildo un joven de la mano de su la novia consulta intrigado: «¿Dónde queda Plaza de Mayo?». “Es esto” le contestan señalando alrededor, y él sale feliz y apurado hacia el palco. No sabe dónde está pero sí para qué vino, por primera vez. Y eso a algunos les da esperanza. Algo que empieza.
Se escucha “Universo Paralelo” de La Konga.
Entre la gente hay quienes vienen desde Trelew, Tucumán y Chaco, otros de Florencio Varela o Lomas del Mirador. Viviana tiene 54 años y es de Pilar. Olina tiene 61 y es de Villa Martelli. Ambas son trabajadoras de casas particulares y dicen que gracias a Cristina están recibiendo aportes: «40 años trabajando y descubro que nadie me había aportado». Quieren que vuelva Cristina y sea candidata.
Pero ya dijo que no: «Tiene que ser ella. La esperanza es lo último que se pierde. Gracias a ella volvimos a tener todo lo que nos sacaron. Hizo muchas cosas por las mujeres, los jubilados, las asignaciones. ¿Que hicieron los otros? Nos dejaron sin trabajo».
¿Qué falló para que ahora las cosas sean tan inciertas? Cuestionan que faltó unidad y respeto para estar en una situación como la actual: «Unidad, porque cada uno hoy piensa en su parte. Y respeto, porque las Canosa y los Baby Etchecopar dicen cualquier cosa abusando la confianza de la gente». Cuentan a lavaca un deseo fraguado mientras limpiaban vidas ajenas: «Que se vayan todos los jueces corruptos» dice sobre ciertos universos paralelos.

Familia movilizada (Fotos: lavaca/Sol Tunni).
¿Fin o principio?
Unas mujeres en la era de la cincuentena se sacan selfies con la notera de C5N y de paso le preguntan si sabe “bien-bien” a qué hora hablará Cristina. La joven responde que sabe lo mismo que todos: que dijo a las 4 y que si bien suele demorarse, esta vez el clima apremia. ¿O será una cuestión de pronósticos? Los canales oficialistas están en etapas complejas, oscilando entre una suerte de depresión por el supuesto “no” de Cristina a una postulación, y reacciones exaltadas por solo pensar que una resurrección política puede darse a partir de este acto.
El dilema es si lo de hoy es un fin, o un principio.
Celeste (21) dice que “llueve, nieve o truene” iba a estar acá: se queja de que, al final, hace un calor de verano y ella vino toda emponchada. Pasa como con el clima político: no se entiende si hace frío o demasiado calor. Pero Celeste armó un rancho a una cuadra de la Plaza –porque ahí, a las 12, ya no se puede ni caminar– con su pila de ropa en el medio y algunos bizcochitos para tirar hasta que hable Cristina. “Me muero por un chori pero no hay un mango” se justifica y el precio del embutido (600 pesos, 2 por mil) obliga a pensarlo. Y a juntarse con alguien más para aprovechar la rebaja.

Recuerdos de la Ley de Medios (Fotos lavaca/Sol Tunni)
La oferta gastronómica de hoy incluye, además de choris y bondiolas, empanadas fritas y pastelitos, a tono con el 25 de Mayo. El local cooperativo Lo de Néstor, a tres cuadras de la Plaza sobre la calle Bolívar, reabrió después de unos meses difíciles porque hoy es su día: se especializan en locro. Tienen lleno el local, están tomando reservas y pedidos. “A las 3.30 los echo a todos” avisa el mozo, avisando que él también querrá hacer esas cuadras hasta llegar a la Plaza. El lugar se define como «Un bar para seguir discutiendo el proyecto» aunque por ahora se nota más apetito locrero que ganas de debatir.
También hay vendedores de escarapelas y otros artilugios con motivos patrios que inundan Avenida de Mayo como una góndola en el asfalto: gorros, banderas, pilusos, pins, stickers, imanes. La mayoría con Néstor y de Cristina. No hay más imágenes.
No parece ser un día para asomar demasiado la cabeza, aunque el partido está en marcha: “Hoy se lanza un nuevo Frente de todos” dice un dirigente a la tevé. En Lo de Néstor nadie está mirando la pantalla.

Definiciones sobre el operativo clamor. (Fotos lavaca/Lucas Pedulla).
El problema adentro
Sebastián y Olga vinieron desde Chubut específicamente para este acto. «Venimos para que nos diga algo que pueda ser», dice Olga, 69 años, jubilada. «Aunque ella ya hizo mucho. Los mejores años de mi vida fueron kichneristas. Venimos a acompañarla y defenderla porque hasta matarla quisieron».
¿Qué faltó? Olga y un profundo editorial político callejero: «No se cumplió con el compromiso que tenían. Hay que ayudar más al de abajo que al de arriba». Él tiene 41, es comerciante: «Nos peleamos entre nosotros. Nuestras internas son difíciles. El problema lo tenemos más adentro que afuera». Un deseo: «Transformar la Corte urgente, volver a la Ley de Medios, redistribuir la riqueza» dice Olga. Sebastián lo explica desde su oficio: «Manejar los precios de los alimentos. Si me llega caro, tengo que vender caro. Si solucionamos eso vamos a poder proyectar para adelante».

Fotos: lavaca/Sol Tunni
“Salís pero no sabés si volvés”
Ruth Aredes vino de Tucumán con otras 15 mujeres que gritan al celular grabando: «Vamos Cristina». Son parte de la red nacional de mujeres, de curas villeros y monjas por opción por los pobres. «Hoy queremos escuchar un grito de esperanza. Con ella sea cual sea la decisión, vamos a acompañar. Con ella vivimos en una Patria. Queremos soberanía y trabajo genuino. Que dejen de vender nuestros commodities, no puede ser que venga cualquiera y se quede con la Patagonia».
¿Y qué es lo que pasó para que se esté en una situación tan para atrás?
«Formación política. Queremos despegar de nuevo y enamorarnos de un proyecto nacional y popular». Un deseo: «Echar a todos esos cortesanos corruptos. No creemos en esta justicia».
Carla tiene 44 y Rosana, 51. Son promotoras de salud del Movimiento Evita en diversos barrios de La Matanza. «Anhelo que diga que se va a presentar ella, aunque ya dijo que no. Me gustaría que sea quien sea, se comprometa de verdad con el pueblo», dice Carla.
¿No pasó eso ya con Alberto?
Rosana: «Al principio sí, pero después esquivó el bulto. Se abrió de gambas. No nos mandó comida a los merendederos. Y eso es el Estado. Además de ser militantes somos amas de casa, y tuvimos que exprimir los bolsillos para que no falte el plato de comida».
¿Qué faltó para llegar a este nivel de incertidumbre?: «Faltó trabajo. La mayoría fuimos madres solteras y tuvimos que salir a buscar. Y lo otro muy grave es la inseguridad: con mi familia nos despedimos todos los días como si no nos volviéramos a ver. En los barrios salís pero no sabés si volvés. Hay que enfocarse seriamente».
¿Un deseo? Carla se emociona: «Que los jóvenes no se vayan del país. Hoy mi hija tiene 18, se está profesionalizando y se quiere ir. Y a veces tengo que darle la razón. Me cruzo con taxistas que son abogados o médicos. No por desmerecer, pero ahí hay familias que bancaron titulos que hoy se desmerecen». Rosana también frota su lámpara de los deseos: «Pensar en los jóvenes y futuro».

Remera con definiciones. Fotos: lavaca/Sol Tunni.
Voy a olvidarme de mí
Agustina tiene 24 años y vino de Rosario con dos amigas. «Se generó mucha expectativa por este momento. Hay esperanza e ilusión, pero también bastante incertidumbre. Hoy hay una crisis económica que genera un nivel de individualización, que rompe espacios. Pero estos encuentros nos convocan a reunificarnos de nuevo. Se juega nuestro futuro en términos políticos, económicos y culturales». Un deseo: «Fortalecer lo colectivo»
lena tiene 33, Pablo 31, son pareja, se aman y se besan frente a la cámara de lavaca. Él es administrativo en una escuela, ella en una empresa privada. «Vinimos a bancar a la jefa», dicen. Vienen de Rosario. Elena: «Nos encantaría que nos digan que va a ser candidata, algo imposible por la Corte corrupta que tenemos. Pero esperamos una guía, un ‘es por acá’. El peronismo está dividido, sabemos que la patria es el otro, pero hoy esperamos su claridad y su conducción».

Danzando bajo la lluvia. (Fotos lavaca/Sol Tunni).
Sigue la cumbia con Mario Luis con un título un tanto zen: “Voy a olvidarme de mí”. La letra podría estar simbolizando mucho de lo que se percibe en el ánimo de la multitud. “Voy a sentarme al frente de la calle, para esperar a ver si tú regresas”.
Pablo piensa en los goles en contra de la política: «Falló que hay mucho ego. Y falta empatía. Si a vos te va mal, a mí no me puede estar yendo bien. Es así». Elena tiene un deseo claro sobre lo que se necesita: «Lo principal es la vivienda. Yo soy de Salta y hay tierra de sobra, nomás que está acumulada en pocas manos». Pablo habla de los alimentos y en pocas palabras dice demasiado: «En un país productor no puede ser que la mitad de la población tenga hambre. Y en un gobierno peronista».
La cumbia suena cada vez más fuerte. Guadalupe (25) y Ariel (27) vinieron de Avellaneda con su bella hija Delfina de 9 y su bello hijo León, de 3. Él trabaja en la administración del puerto y ella es estudiante de abogacía.
«Venimos por respeto a la familia, que siempre fue peronista», dice Ariel. Delfina completa: «Y por respeto a la patria». Como muchas personas, esperan que Cristina se postule, aunque sea solo una expresión de deseos: «La gente lo piensa igual porque sabe que ella pasó cosas que ningún presidente o persona pasó. Cristina tiene mucho huevo para enfrentar todo lo que está enfrentando hoy. Mucho huevo. Por eso estamos acá: para bancarla».
Sobre qué faltó, piensan: «Faltó tiempo. Venimos de 8 años donde tuvimos macrismo y pandemia. Sin esos años de pérdida capaz hoy estaríamos en otra cosa como país. Hablo por la juventud, porque los grandes ya pasaron muchos gobiernos, pero hoy la juventud la está peleando. La gente de pueblo, ¿no?, porque los que no están acá hoy están en la costa». ¿Con qué la están peleando?: «Hoy hace falta que la gente llegue a fin de mes para comprarse un plato de comida al mediodía y a la noche. Nosotros somos inquilinos también, y el tema vivienda está complicado. Ojalá podamos repuntar». La cumbia se sazona con Charly García, siempre Hablando a tu corazón.

Pastelitos e indicadores de la época
Virginia es peronista, tiene 56 años y se vino en colectivo desde Quilmes con cuatro cajas con pastelitos que vende a 250 pesos y tortafritas que vende a 300. «Espero escuchar algo bueno, que nos de trabajo a todos, que cambie esta miseria». Tiene un radar callejero para entender mejor que nadie esos vaivenes económicos: «Antes la gente estaba más suelta con la billetera, ahora le cuesta más el pesito. A mí me bajan mercadería más cara, y yo un poquito tengo que subir, pero tampoco mucho. Pierdo, pero también gano».
¿Cuál es su indicador? Virginia dice algo que debería enseñarse en las autopercibidas «ciencias sociales»: «Me pongo en el lugar de la gente que tiene hambre y ganas de comer”. Encadena el siguiente razonamiento: “Entonces pienso: ¿cómo le voy a cobrar tanto?»
Se acercaba la hora de escuchar la palabra crucial de la convocatoria de una tarde gris y llena de colores.
Entre el hambre y las ganas de comer.

Nota
Femicidio de Griselda Blanco: Periodistas Argentinas y Fatpren reclamaron una investigación seria y responsable

Las dos organizaciones encabezaron una conferencia para reclamar que se investigue las amenazas y presiones que recibió la víctima por ejercer su profesión. Adelantaron que viajarán a Curuzú Cuatiá este viernes y que solicitarán que la Secretaría de Derechos Humanos se constituya como querellante. Durante el encuentro se repartieron cintas negras de luto. A horas de terminar la conferencia se conoció la noticia de que la fiscal ordenó acceder a la información guardada en la nube del celular perdido, uno de los reclamos expresados en la conferencia.

Griselda Blanco, la periodista que denunció amenazas y presiones, y fue víctima de un femicidio.
El colectivo Periodistas Argentinas y la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa brindaron este miércoles una conferencia en la cual expresaron su preocupación por el femicidio de la periodista Griselda Blanco en Curuzú Cuatiá, Corrientes, y reclamaron que se investiguen las denuncias de amenazas, las presiones por revelar sus fuentes de información y el celular que desapareció de la escena del crimen. ”Hacemos nuestra la preocupación de Griselda por sus fuentes. Necesitamos saber qué pasó y quiénes protegen hoy a las personas que están en riesgo» dijeron en la conferencia y solicitaron «que se sigan todas las líneas de investigación y se cumpla el debido proceso».
La conferencia de prensa estuvo conducida por Silvia Martínez Cassini, de Periodistas Argentina acompañada por Claudia Acuña, fundadora de esa asociación, y por la Secretaria General de Fatpren, Carla Gaudensi. También se sumaron a la conferencia dos integrantes del Observatorio de Libertad de Expresión de Fopea.
Acompañaron la presentación dos centrales de trabajadores –Jorgelina Sosa, de CTA y Leonor Cruz y Silvia de León de CTA Autónoma), Claudia Rodríguez, secretaria de Género de ATE, la ministra bonaerense Estela Díaz, dos subsecretarias del ministerio de las Mujeres de Nación –Carolina Varsky y Natalia Chinetti– María Julia Naddeo, de la APDH, Araceli Ferreyra (ex diputada correntina e integrante del Movimiento Evita) y Agustina Lecchi de SiPreBA.

La conferencia y los abrazos (Fotos: Lina Etchesuri)
Griselda: “Recibo mucha presión, amenazas”
La periodista Silvia Martínez Cassina planteó: «Lo que nos une hoy es una misma consigna: Justicia por Griselda Blanco. Más allá del deseo de que se aclaren rápidamente su femicidio hay muchísimos indicadores que no se pueden dejar afuera. Y le pedimos a la justicia que actúe rápido y transparentemente. Porque estamos hablando del trabajo que hacía Griselda, que venía denunciando a distintos sectores del poder, de los cuales sufrió amenazas».
A continuación presentó a la víctima como “una periodista sin medio y sin miedo, precarizada, pero sindicalizada, que informaba pese a todo y para todos”. Luego se escuchó la voz de Griselda desde uno de los 15 audios que Periodistas Argentinas puso a disposición de quienes quieran escucharlo o reproducirlos y que fueron grabados pocas horas antes de su asesinato.
«Yo lo único que hago es mi trabajo, comunicar, siempre con la verdad. Pero recibo mucha presión, amenazas”, expone Griselda en el audio.
Días antes de ser asesinada, le había entregado a su hijo el teléfono de su abogada, «por si me pasa algo».
Las organizaciones de periodista comunicaron:
- Solicitarán a la Secretaria de Derechos Humanos que se constituya como querellante.
- Viajarán este viernes a Curuzú Cuatiá en una misión destinada a escuchar a la familia de la víctima y a colegas con el fin de realizar un informe que compartirán con todas las organizaciones de la red.

Se anunció en la conferencia que la policía correntina fue separada de la investigación del femicidio. (Fotos: Lina Etchesuri)
“La investigación judicial empezó muy mal”
Claudia Acuña sintetizó los motivos de la conferencia: «Estamos muy preocupadas por las Griseldas de este país, las compañeras que están ejerciendo la profesión en sus provincias, jugándosela. Ellas son las primeras a las que les tiene que llegar nuestro mensaje: no están solas. Estamos acá, también, para ser la voz de Griselda: hacemos nuestra su preocupación por sus fuentes de información y que haya desaparecido su teléfono en ese contexto convierte a ese hecho en un atentado a la libertad de expresión. Estamos acá, unidas todas las organizaciones de periodistas de este país, para decir que estamos comprometidas en seguir paso a paso esta causa judicial. Porque esta investigación arrancó muy mal: vimos las fotos del cuerpo y no deja dudas: se trata de una muerte violenta. Pero nos matan y las fiscales nos suicidan. Afortunadamente, como Griselda era muy buena periodista dejó mucha información, entre ellas el teléfono de una abogada de Corrientes Capital con la que se comunicaron sus hijos y que aportó los audios y contextos necesarios para que, rápidamente, el sindicato de Prensa de Corrientes hiciera los más de 300 kilómetros hasta Curuzú Cuatiá, contuviera a los dos hijos de Griselda y se entrevistara con la fiscal, que aceptó el pedido de apartar a la policía local y caratular la causa como homicidio”.
Concluyó: “»Necesitamos construir una justicia que garantice investigaciones serías sobre los femicidios, y necesitamos que protejan a las personas que están en riesgo».
Carla Gaudensi, de Fatpren, federación que incluye al Sindicato de Periodistas de Corrientes: «Debemos dar un mensaje claro a la sociedad. Nosotras venimos tejiendo redes contra la violencia, que incluye la violencia económica. Y el femicidio de Griselda muestra esa violencia: era una trabajadora precarizada, algo que conocemos muy bien en este gremio, sobre todo las mujeres, que nos genera un marco de indefensión. En este momento la precarización nos está imponiendo una lógica individual, sin embargo Griselda sabía que no estaba sola; era parte de un sindicato, y como organización sindical tenemos que dar esta discusión: el miedo no nos tienen que desorganizar. Contra el miedo y las amenazas tenemos que estar juntas. Y no solamente lo tenemos que hacer entre nosotras, por eso este es un llamado a toda la sociedad».
Gaudensi también señaló la necesidad de seguir de cerca el proceso judicial: “Si no investigan todas las líneas en una causa como el atentado a la Vicepresidenta imagínense lo que pueden pasar con nosotras”.




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