Nota
El verdurazo: la colonia agroecológica de la UTT en Jáuregui
En Jáuregui, Luján, funciona una colonia de la Unión de Trabajadores de la Tierra. Es la mayor unidad agroecológica del conurbano. Produce frutas y verduras que se venden más baratas que en el mercado. Familias que viven y ganan mejor, con trabajo genuino y sin venenos. Datos para el presente y el futuro de la alimentación. Esta crónica fue publicada en la edición 124 de MU. ▶ SERGIO CIANCAGLINI
Si desde la macrocefalia porteña se quiere ir hacia donde nacen maravillas alimenticias como kale, calabaza, acelgas, lechuga crespa, rúcula y toda clase de verduras más baratas que las del mercado convencional, y cultivadas, curiosamente, sin venenos, una posibilidad es atravesar la psicosis del tránsito, luego tomar una autopista igual a todas donde aparecen peajes seriales a precios galácticos y se gasta nafta de valores arangunísticos, mientras en la radio balbucean operaciones políticas llamadas “información”, cuentan chistes malos y anuncian que llueve aunque se ve el cielo cada vez más celeste y con sol y, tras unos 80 kilómetros hacia el cercano oeste, llegar a un lugar en la Ruta 5, km 72, en Jáuregui, Luján.
Entonces cambia el ambiente. Se va por un camino que bordea una fábrica y luego atraviesa una tranquera abierta, y otra, hasta llegar a un paisaje boscoso en el que hay un edificio antiguo y ocre que alguna vez fue psiquiátrico, instituto y cárcel de mujeres, cuyos terrenos son hoy parte de la mayor unidad productiva agroecológica que existe en ese universo llamado conurbano bonaerense.
Franz Ramos prepara una carretilla donde hay perejil, espinaca, cebolla de verdeo y remolacha blanca. Sus vecinos y compañeros preparan también lo suyo para los bolsones que vende la Colonia Integral de Abastecimiento Urbano que tiene doble nombre: 20 de abril-Darío Santillán.
La Colonia integra la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) gremio de productores hortícolas que reúne a unas 10.000 familias en todo el país y ha ganado fama a través de sus cuatro Verdurazos en Buenos Aires. En abril, por ejemplo, regalaron 30.000 kilos de verduras a miles de personas que hicieron cola en Congreso, para visibilizar un problema que podría ser gastronómico pero también es social, productivo, político, de vivienda, de ciudadanía, de salud y/o alimenticio: qué clase de realidad nos hacen tragar.

Foto: Nacho Yuchark.
La sorpresa de la lechuga
Hay música de pájaros y árboles enormes. Detrás del instituto que se llamó Ramayón Valdivieso hay además una iglesia en receso por donde hoy corretean niñas y niños de la Colonia. En una pared del edificio principal pintaron: “Tierra, Trabajo y Cambio social”. Más allá están las plantaciones agroecológicas.
Miguel Reyes es uno de los históricos de la UTT. Nació en Ledesma, Jujuy, y hace ya 32 años migró a la zona hortícola de La Plata. Tiene cuatro hijos. “Siempre me dediqué a cultivar verduras, pero todo fue muy difícil”. A su lado Franz Ramos, boliviano nacido en Tarija, instalado hace 29 años aquí, siete hijos, agrega: “La situación en La Plata era malísima, un trabajo esclavo porque teníamos que alquilar la tierra, trabajar sin parar, y no nos quedaba prácticamente nada”.
Miguel integraba una asociación de pequeños productores. “Pedían mercaderías y materiales al gobierno. Pero en 2010 conocí la UTT donde planteaban pelear por la tierra. Esa mentalidad me gustó”, cuenta Miguel: “Eran unas ocho personas nomás, así que le dije a mi concuñada, a mi cuñada y nos metimos”. Conoció a Nahuel Levaggi, que recuerda sobre aquel 2010. “Yo ve – nía del Frente Darío Santillán, y había armado una cooperativa de trabajo para que compañeros de la ciudad pudieran trabajar en el campo. Conocí a quinteros de La Plata y la situación por la que estaban pasando al tener que alquilar pequeñas porciones de tierra para poder vivir de eso. Y nació la idea de la UTT”.
Miguel: “Pedíamos algo muy claro: créditos blandos para comprar nuestra propio lugar”. En 2014 hicieron un acampe junto al Parque Pereyra Iraola. “Estuvimos tres días. Nos dijeron: ‘Acá no les podemos dar tierras’. Créditos tampoco había. El gobierno de Nación (a través de Desarrollo Social) planteó que iban a darnos tierras fiscales pero en la Patagonia, para criar animales. Nosotros les decíamos: ‘Lo que sabemos es cultivar verduras, tenemos animalitos para consumo nuestro, pero somos horticulores y quinteros’”.
Surgió en la UTT la idea de presentar un proyecto de producción agroecológica para acelerar la entrega de tierras en desuso. “Pero pensábamos: ¿cómo vamos a producir sin venenos? Si con venenos no alcanzamos a producir bien, sin venenos va a ser peor”, cuenta Miguel, quien habló con Nahuel, quien a su vez conocía la experiencia agroecológica a través de movimientos como Vía Campesina. Comenzaron los contactos con ciertos funcionarios de la secretaría de Agricultura Familiar, del INTA, y la opción agroecológica empezó a crecer.
“Yo todavía alquilaba una hectárea en La Plata y en una parcela, para probar, cul – tivamos lechuga sin venenos. Y la lechuga salió así”, dice Miguel expandiendo los brazos en proporción a su sonrisa. “De no creer, era espectacular por la cantidad y la calidad de verduras. Además hice acelga, puerro, verdeo”.

Foto: Nacho Yuchark.
Segundo descubrimiento: “Era bueno económicamente, porque no gastaba en el veneno. El problema es que yo lo quería mandar al mercado, pero los camioneros no me querían recibir la verdura porque no tenía veneno. Uno solo, el que la vio y la probó, me venía a buscar siempre. Ahí empezamos a pensar en los bolsones para vender directamente nosotros”.
El proyecto de la UTT estaba presentado. Les insinuaron dos lugares posibles, Campana y Jáuregui, para cederles en comodato (una especie de préstamo del lugar): “En Campana hubo resistencia de los vecinos a que nos dieran tierras, y quedaba abierta la posibilidad de venir acá”.
La respuesta estatal era levemente aceitosa: “Decían que ya estaba todo, pero que no, que faltaba un papel, que tal firma, que tal sello”. El 20 de abril de 2015, con calma, con sus pertenencias y con sus familias, un grupo de productores se instaló en el predio de Jáuregui a esperar que los trámites buro – cráticos se aceleraran. En agosto de ese año las inundaciones azotaron a Luján, y la UTT se hizo presente con alimentos para los afectados. Franz: “El ministerio seguía sin resolver nada, así que nos metimos en Desarrollo una semana completa para noso – tros mismos llevar y traer los papeles”. Miguel ríe mirando los árboles: “Hacíamos de cadetes entre Desarrollo y Agricultura para que terminaran los trámites”.
Trabajo, alimentos y precios
En diciembre de 2015, mientras la gestión kirchnerista se iba y llegaba la macrista, se concretó el comodato. Rosalía Pellegrini, de la UTT, dijo ese día: “Los gobiernos cambian pero las organizaciones quedan”. El predio tiene 84 hectáreas de las cuales se pueden cultivar 54, porque el resto es reserva de bosque. El proyecto de la Colonia es llegar a 54 familias, una por hectárea, con producción agroecológica. Hasta ahora son 14 las familias que producen, porque para hacer funcionar el resto de las hectáreas les hacen falta instalaciones eléctricas y moto – res para bombear el agua.
El proyecto de la UTT plantea entre otras cosas:
“Se beneficia a las familias de productores, inmediatamente impacta generando un ordenamiento territorial, impacta sobre el precio de la renta (ya que se retiran del mercado 50 familias), se generan instancias de comercialización con precios populares, y se transita hacia una forma de producción amigable con el medio ambiente y los consumidores, por lo que de a poco se va transformando el modelo de agronegocio hacia la soberanía alimentaria”.
Trayendo la historia a tiempo presente, la producción de la Colonia y de otros horticultores más dispersos de la UTT permite que hoy ofrezcan bolsones de 5 kilos de verdura agroecológica de estación a 180 pesos, y de 7 kilos a 210 pesos. Promueven la formación de grupos de consumidores que pueden reducir aún más los costos al comprar en cantidad.
Las variedades de verduras propuestas son, para junio: puerro, rúcula, radicheta, kale, acelga, perejil, brócoli, lechuga, hinojo, repollo, akusay, verdeo, espinaca y tomate (los contactos se hacen en Facebook buscando Almacén de Ramos Generales UTT).
Además los bolsones se encuentran en ferias como la de la Facultad de Agronomía de la UBA (el segundo sábado de cada mes), o en los propios almacenes de ramos ge nerales de la UTT en Luis Guillón, Berazategui, San Vicente y Domselaar. El tercer sábado de cada mes se hace feria en la propia Colonia de Jáuregui. Esperan pronto abrir un almacén de ramos generales en la Capital Federal, una verdulería agroecológica al revés que las convencionales: alta calidad y bajo precio.

Foto: Nacho Yuchark.
Mauro Fernández es uno de los productores de la Colonia, boliviano criado en la Argentina, y vive en una de las casas que fueron parte del Instituto: “Con los remedios y los agrotóxicos te estás matando vos solo. Yo produzco morrón, berenjena, zanahoria, puerro, rabanito, esas cosas. La diferencia de la verdura es enorme en el color y el gusto. Y además estamos mejor nosotros, gracias a Dios. Lo que queremos de todos modos es que nos den créditos para comprar nuestro pedazo de tierra y estar tranquilos”.
Su vecino es Martín Rivero, siete hijos. “En La Plata yo no tenía mi tierra, y trabajaba obligado a sacar producción para el dueño. Esto es mucho mejor. Nos manejamos nosotros mismos. ¿Económicamente? No tengo plata para tirar para arriba, pero muy mal no estoy”. Sus hijos van a los colegios de la zona, y el propio Martín está terminando el primario en la escuela rural de la Colonia. Tiene decenas de gallinas ponedoras, y la chancha parió ocho lechones.
Fidel, la salsa y los perros
El cubano Víctor Pileta –Vitico para todos- es veloz cuando habla, cuando piensa y cuando camina. Mientras recorremos los cultivos de la Colonia cuenta que cada familia paga por su agremiación a la UTT 1.500 pesos mensuales y, por bolsón vendido, reparte 30 pesos para el comercializador, para la Colonia y COTEPO (Consejo Técnico Popular), el área de la cual el propio Vitico forma parte como ingeniero agrónomo, asesorando a los productores en el manejo agroecológico.
Vitico está en la Argentina desde hace 25 años y se le mezcla el acento cubano con los giros argentinos. “Me recibí en La Habana. En Cuba tuvimos el período especial y el bloqueo, y aquí está Macri. El cubano no se metió en agroecología por ser un iluminado, sino porque no le quedaba otra: ya no se podía importar químicos. Lo interesante de Macri es que también van a tener que adoptar esto, porque la producción de verduras en lugares como La Plata ya es inviable por los costos. ¡Pero mira el kale!”.
Señala sin detenerse una planta de un verde increíble, y cuenta que al kale lo llaman la reina de las verduras porque tiene tanto calcio como la leche, tantas proteínas como la carne, pero ninguna de sus contras “y los gringos le dicen kéil y la hacen frita… y mira lo interesante del policultivo que hacemos que es una estrategia porque no te lleno de tomate el campo, sino con familias que luego rotas. Bulbo, hoja, fruto: donde puse un bulbo como la cebolla o la batata, luego pongo un fruto como el tomate o el morrón. Y ahí están las franjas de brócoli, berenjena, remolacha blanca y roja”, dice. Los ojos porteños empiezan a percibir colores insólitos y los pulmones respiran algo fresco que no parece ser monóxido de carbono.
Retoma Vitico esquivando charcos y señalando todo: “La maleza para mi es una bieneza. Nos vendieron que la gramilla es maleza que compite con esa berenjena que tienes ahí, pero es al revés: conserva la humedad, moviliza los nutrientes, pero las empresas y las universidades dicen que hay que matarlas. No entienden, niegan la vida, y te dicen que debes tener todo limpito y deshierbado cuando en realidad estás creando corredores biológicos para que los bichos no te coman tu berenjena, y por eso el policultivo te defiende”.
Miguel lo explica así: “El monocultivo lo hacen en cantidad, por eso precisan el veneno para matar todo lo demás. El policultivo es menos cantidad pero más variedad de cada cosa”. Sobre gustos no hay nada escrito, dicen, pero se sabe que la verdura convencional tiende a ser como el viejo bolero de Palito Ortega: sabor a nada. Lo agroecológico en cambio es puro sabor, pero la dificultad, explica Vitico, suele ser estética. “Te exigen que todo sea del mismo tamaño y color. La berenjena puede estar muy bonita pero llena de veneno. Y una planta con mordedura de un insecto, tal vez sea la màs rica y la más sana”. Franz: “No hay que guiarse por la lindura”.
Vitico muestra una calabaza, se enoja por la falta de electricidad y anuncia en cubano puro: “Esto no hay quien lo arregle, pero tampoco quien lo tumbe”. Se lo ve apasionado por lo que hace y agradecido por tener lugar en la Colonia. “Porque además estamos haciendo nuestros propios bioinsumos”, dice rumbo a un galpón al que llaman La Fábrica, lleno de grandes recipientes con fermentos y preparados, para que Vitico hable de hongos, fosfito, melaza, esporas de microorganismos celulolíticos, extractos de ajo, bosta y rumen de vaca, sales minerales, polvo de roca, y de cómo esos bioinsumos sumados al policultivo ayudan a fertilizar el suelo y alejar plagas como la mosca blanca que azotan a los productores convencionales.
¿Cuál es el costo de este arsenal biológico y de reciclado? El ingeniero Vitico recalculando: “Dos mangos. Y todo es mejor, más eficiente y más sano que lo que te venden en una semillería a 800 pesos por cinco litros de porquerías. Acá con medio litro de bionsumo hago hectáreas y hectáreas”. El ingeniero Carlos Carballo, inspirador de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, ha calculado que cada productor convencional gasta 400.000 pesos anuales por hectárea. A la inversa, el potencial agroecológico muestra que en solo una hectárea se pueden producir las verduras que anualmente consumen 125 familias.
Diagnóstico de Vitico: “Nos engañaron con el kit tecnológico. Pero a la vez, no puedo experimentar con la plata del campesino, entonces el acompañamiento es para armar un sistema que sea útil y que manejes en el tiempo. Y hacemos otra cosa: que los propios campesinos sean luego los que enseñan a los nuevos cómo encarar esto”. Sobre el factor salud, los más recientes estudios de la Universidad de La Plata muestran que un 65% de verduras elegidas al azar en verdulerías porteñas y platenses presentan restos de al menos un plaguicida que se acumula en el cuerpo de quien consume, con efectos que pueden desencadenarse a mediano o largo plazo. Vitico: “Nuestros más fieles clientes son los que tienen cáncer, o familiares con cáncer. Ahí todo se entiende clarito”.
Vitico propone una mirada: “Todos deberían volcarse a esto porque funciona, no tienes gastos de insumos, y por eso es la liberación, es tu independencia. En Cuba se está hablando de autogobiernos locales a partir de la producción de alimentos, y de comunidades que pueden liberarse del peso del Estado. Y a la vez el Estado tendría que brincar de alegría: se saca de encima familias que trabajan, producen y viven por ellas mismas”.
Sostiene Vitico que en estas cuestiones hace falta apelar a un elemento en desuso: “Mire usted, una pizca de sentido común muchas veces vale más que una biblioteca. Y cuando pierden sentido común, los países se van imagine usted a dónde”. El ingeniero está encarando un nuevo proyecto en mataderos de La Matanza, para reciclar a gran escala la bosta de animales, y por qué no humanos, para realizar compost que sirvan para fertilizar suelos y cultivos. Es un punto culminante de la idea agroecológica, en la cual nada se pierde, todo se transforma.
Breve biografía vitiquera: “Me fui hace 25 años de Cuba pensando que Fidel era lo peor. Estaba agusanado, enojado, quería quemar al partido. Veía que viajaba a Cuba un argentino que vendía diarios, tenía un secundario mal hecho y el tipo iba por todo el mundo. Y yo con títulos, idiomas, ¿qué hago, boludo? Quería mojar el mundo. Llegué aquí en pleno menemismo regalando el país, como sucede ahora. Y conocí a los que no viajaban, la gente de las villas, los barrios, esa pobreza, ese capitalismo que te parte en dos y que condena a tantas personas. Empecé a ver que todo, allá y acá, era más complejo”. Cuenta que hoy, cuando viaja a Cuba, la gente no le cree. “Me dicen que no puede ser que en Cuba haya mejor alimentación que aquí”.
El ingeniero Pileta no encontró en la agronomía argentina otra cosa que venta de venenos de multinacionales. “Lo que yo sabía no me sirvió hasta que lo pude aplicar en los últimos años. Pero entonces me dediqué a cocinar, hacía peluquería para perros – hasta en Recoleta- y daba clases de baile”. ¿Buen bailarín? “No”, ríe Vitico, “pero en el país de los ciegos el tuerto es rey. Lo que pasa es que aquí hay mucha gente sin sentido común. ¿Cómo pueden querer bailar salsa sin haber pasado por el son? Me pagaban para enseñar, y enseñé. Lo de los perros era algo que también aprendí en La Habana cuando mi mamá me regaló un caniche y estudié cinología, la ciencia de las razas de los perros. Hay que vivir ¿no?”.
Con todo ese bagaje Vitico resume que lo suyo fue “brincar, bailar, cocinar, peinar y remar como un hijo de puta”, a lo que agregó una ayudantía en Agronomía y finalmente un cargo en Agricultura familiar donde pudo potenciar sus conocimientos trabajando junto a movimientos campesinos y de productores. “Hace unos meses me quedé sin trabajo en la Secretaría y aquí me dijeron ‘te quedás con nosotros’. Tengo un techo y estoy desde el primer día en la parte técnica, que tiene un potencial enorme si podemos resolver una clave para que no se caiga todo esto: la comercialización”.
El infarto de Hipócrates
En la Colonia no dejan de imaginar una posible clave de comercialización: “Que el Estado compre estos alimentos sanos para escuelas, hospitales, geriátricos”. Como son personas más de hacer que de ilusionarse, siguen adelante con los proyectos de comercialización en redes, la creación de almacenes de venta directa al público. La UTT como parte de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) planteó en la Marcha Federal la necesidad de una ley de protección de la Agricultura familiar.
“Hemos planteado también, a partir de los Verdurazos, que se dicte una Ley de Acceso a la Tierra” explica Nahuel Levaggi. La UTT fomenta los proyectos agroecológicos, pero hay una prioridad relacionada con el acceso a la tierra de productores familiares que están en una crisis cada vez mayor más allá de cómo produzcan.
- La UTT, integrada por unas 10.000 familias, estima que 200.000 pequeños productores, con apenas el 13% de la tierra, cultivan el 60% de los alimentos que se consumen en el país.
- Más del 70% de ellos no tiene tierra propia sino que alquila.
- Se van a transferir este año, al campo concentrado, 145 millones de dólares (entre créditos por la sequía y la baja de retenciones a la soja) y nada a pequeños productores, que sufren aumentos del 100% en alquileres, 150% en insumos para producir, y 500% en electricidad. Franz ejemplifica: “En noviembre nos vinieron 7.000 pesos por tres motores. Pasamos a usar solo uno, para ahorrar, y nos vinieron 39.000”.
- La propuesta de la UTT en números para un Procrear Rural explica que, por ejemplo, con unos 100 millones de pesos (más inflación de los últimos meses) se podrían adquirir 500 hectáreas para 500 familias, capaces de producir verduras para 62.500 familias por año (250.000 personas). Se trata de créditos que cada familia podrá devolver al no tener que pagar ya un alquiler.
Agustín Suárez, de la UTT: “Se encara así un tema productivo, y a la vez de vivienda. El proyecto de Ley que presentó el diputado Leonardo Grosso tiene apoyo de radicales, de Graciela Ocaña del PRO y también de los partidos de oposición”. Levaggi: “Estamos tratando de cerrarlo con el oficialismo, porque de última es el que va a tener la posibilidad de aplicarlo. Para nosotros se trataría de comprar campos de 80 ó 100 hectáreas, y que las familias se integren en colonias. Si unas decenas de familias lo logran, ya sería una victoria porque algo así nunca pasó en el país”.
Esa posibilidad, cree Levaggi, facilitaría también los procesos de transición hacia la agroecología de la gran masa de productores convencionales: “Le ponemos todas las fichas a eso. Como algo técnico, porque es una práctica que hoy es minoritaria, pero no para de crecer y es exitosa. Pero además lo agroecológico trae una mirada política y sobre el modelo productivo dependiente de las multinacionales. No podemos hablar de Soberanía Alimentaria con insumos de Monsanto. La cantidad de plata que pierden los productores en agrotóxicos es atroz y ahí está uno de los caballitos de batalla para que cada vez más compañeros se pasen a lo agroecológico”. Agustín completa: “Ganás más dinero, vivis mejor, no te contaminás ni contaminás a tus hijos”.
Para apoyar la comercialización se agrega la creación del Sistema Participativo de Garantìas promovido por la CALISA en la Facultad de Agronomía. Carlos Carballo: “Se organizó un Consejo Asesor que garantiza el proceso de producción agroecológica, para que el consumidor sepa que no sólo es una producción sana, sino que también promueve el asociativismo, la comunidad, los territorios y más igualdad de género, además de la salud”.
El ingeniero Pileta cree que hay algo médico en todo esto: “Hipócrates decía ‘que tu alimento sea tu medicina’. Pero hoy el alimento es tu desgracia. Si despertara, le daría un infarto” (o tendría que aprender a peinar perros). Sigue Vitico: “¿Querían producción a escala? Aquí la tienen. Y esto puede multiplicarse al infinito”, anuncia mirando los surcos de colores, llenos de producción, de fertilidad, y de bienezas.

Foto: Nacho Yuchark.
Nota
Atlanticazo número 24 contra el loteo del mar

Las Asambleas por un Mar Libre de petroleras que ya llegan a gran parte de las costas argentinas realizaron una nueva movilización (la número 24) como todos los 4 de cada mes. En Mar del Plata, donde nació esta movida, fueron desde la Municipalidad hasta la Playa Popular, para manifestarse entrando al mar contra la pretensión de explotar las profundidades marinas sin licencia social y sin que se conozcan las consecuencias ambientales que se generarán. Luego hicieron una fogata contra el extractivismo.
La fecha es heredera y homenaje a las marchas antimineras que se producen también los días 4, desde que Esquel inauguró ese hábito social y ambiental en 2002. Este lunes hubo marchas entonces no solo en Mar del Plata sino también todo Chubut. Son las últimas previas a la asunción de un nuevo gobierno. En Mar del Plata, todo estará luego dirigido al 4 de enero, plena temporada, cuando además se cumplirán dos años del primer Atlanticazo. Como lo reflejó esta página el mes pasado, distintas localidades costeras del país se sumaron también este 4 a toda esta movida socioambiental en defensa del mar. (La revista MU está preparando una producción especial sobre el tema para la edición de diciembre, tras haber viajado a Mar del Plata).
¿Qué es el bombardeo acústico?
La asamblea hizo llegar a lavaca el mapa que refleja el parcelamiento del mar que están obteniendo las petroleras para realizar sus actividades, con notable colaboración de la política oficial y la judicial (Corte Suprema) en contra del medio ambiente. Ya son 38 «bloques» destinados a esas empresas, cuenta Silvina Álvarez, integrante de la asamblea: «Esto implica a toda la franja costera y a territorios que van a estar impactados. En Mar del Plata tenemos un sector del puerto que se le concesionó gratuitamente a Equinor, una corporación que trabaja con YPF». Se desconoce aun si los anuncios de motosierra llegarán a este gasto público.

El mapa muestra que el Mar Argentino fue sometido a una suerte de fraccionamiento: la gran zona rosada que acompaña al 70% de las costas es la que corresponde a las llamadas “prospecciones” que en la práctica implican una búsqueda sísmica mediante violentos y permanentes bombardeos acústicos para detectar áreas petroleras, causando estragos en la fauna marina, especialmente las ballenas, “destruyendo el ecosistema marino, que juega un rol fundamental en la absorción del dióxido de carbono atmosférico y la mitigación del cambio climático” explica la asamblea. “Es como si fuera todo el estruendo de cohetes de un año nuevo, pero dentro del mar y durante tres meses seguidos” explicó Silvina Ávarez a lavaca.
Esa acción sísimica de las naves de las corporaciones fue iniciada casi sin conocimiento público durante el gobierno macrista.
El resto de las zonas coloridas que se observan representa las áreas de exploración tanto en el norte como en el sur del Mar Argentino, con el nombre de las corporaciones encargadas de cada parcela.

El no cambio climático
Sobre la marcha en Mar del Plata contó Jazmín Safi a lavaca: “Tuvo muy buena convocatoria, más tratándose de un lunes, y apuntando a la acción del mes que viene, cuando cumplamos los dos años del primer Atlanticazo”.
El documento marplatense plantea un panorama sobre el presente: “En 6 días asume la presidencia Javier Milei, con promesas de más ajuste, más entrega y más represión. Los planes de la ultraderecha son profundizar el camino ya trazado por los anteriores gobiernos. Por eso es tan importante que hoy estemos en las calles, demostrando que gobierne quien gobierne seguiremos peleando por nuestros derechos y que no abandonaremos la defensa de los territorios y la vida”.
Sobre la extraña COP 28 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) que se desarrolla en Dubai, capital de un enclave justamente petrolero como Emiratos Árabes, plantean los asambleístas: “Esta reunión donde gobiernos y empresas se deben comprometer con acciones para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y evitar así el colapso climático que pone en riesgo la supervivencia de numerosas especies incluida la nuestra, paradójicamente se está desarrollando en Dubai, demostrando el poder de la industria petrolera mundial que sigue condicionando las políticas ambientales destinadas a frenar el aumento de la temperatura global”.

Dato sobre la representación argentina: “La delegación argentina está encabezada por Cecilia Nicolini, Secretaria de Cambio Climático, quien es responsable de haber firmado cada una de las Declaraciones de Impacto Ambiental a los proyectos de exploración sísmica y pozo exploratorio presentados por las corporaciones petroleras, luego de realizar falsas Audiencias Públicas, incumpliendo así tratados internacionales como el Acuerdo de París y el Acuerdo de Escazú”.
Contaminación, negacionismo y otros
¿Cuál es la situación actual? El documento marplatense informa: “Mientras tanto, el buque BGP Prospector sigue desplazándose a su antojo por las costas bonaerenses hasta las de Río Negro y Chubut, bombardeando el mar y destruyendo el ecosistema marino, que juega un rol fundamental en la absorción del dióxido de carbono atmosférico y la mitigación del cambio climático. Por su parte, el Estado nacional a través del Consejo Federal Pesquero y la Armada Argentina, rechazaron el pedido del Instituto de Conservación de Ballenas para relevar datos sobre los efectos de la sísmica en curso, porque podrían “entorpecer la prospección”. Así se demuestra nuevamente una profunda sumisión a los intereses de las corporaciones”.

La asamblea repasa otros conflictos del presente, como el caso de la Legislatura rionegrina, que votará esta semana tres leyes pro mineras con lo que se habilitaría la megaminería y el negocio inmobiliario en zonas resguardadas hasta ahora, “intensificando el saqueo y el despojo a las comunidades”.
Sobre el poder judicial: “Una justicia que sigue operando en favor de proyectos extractivistas como la Ley de Semillas avalada por un fallo de la Corte Suprema de la Nación en el que se le reconocen derechos de patente sobre las semillas a la corporación Bayer Monsanto, y que a su vez se niega a admitir la causa contra la empresa contaminante Porta hermanos, presentada hace más de tres años por vecines de Córdoba Los mismos jueces que se expidieron contra el recurso de queja presentado por organizaciones y abogades, dando así luz verde al proyecto petrolero offshore”.

Dos lemas asamblearios cierran el documento: “Somos mares, somos naturaleza, somos comunidades costeras” y “No es no”. La próxima marcha será con un gobierno cuyos candidatos han planteado públicamente que contaminar el agua no es un problema ni un delito, que niegan el cambio climático y que agitan la amenaza de represión como su modo de entender la convivencia democrática.

Nota
297 femicidios y travesticidios en lo que va del año: datos del Observatorio Lucía Pérez

De enero a noviembre de 2023 el Observatorio Lucía Pérez, primer padrón autogestionado y público de violencia patriarcal, registró 297 femicidios y travesticidios en todo el país. Como resultado de estos crímenes se registraron además 233 huérfanxs por femicidios, un drama silenciado del cual es necesario hablar.


No son cifras y por eso en nuestro padrón se visualizan sus nombres, edades, dónde vivían y cómo sucedió el femicidio, entre otros muchos datos que permiten dimensionar el problema.
Solo un caso entre cientos: Evangelina, de Mar del Plata, estaba a punto de ser abuela. Sus 5 hijas presenciaron el crímen; la más pequeña, con 3 años, marchó con la foto de su mamá por las calles de la ciudad costera reclamando justicia. Fue una de las 391 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal que registramos durante el año.


Registramos además 312 tentativas de femicidios. En noviembre uno de estos crímenes fue contra una mujer de 31 años que está embarazada de 6 meses.
Este 2023 registramos 120 desaparecidas. Y llevamos 1023 días preguntándonos ¿dónde está Tehuel de la Torre?

El Observatorio Lucía Pérez es una herramienta de análisis, debate y acción creada por Cooperativa lavaca. Se elaboran una serie de padrones que compartimos en la web de manera libre, los cuales comenzaron a confeccionarse en talleres que realizamos con víctimas de violencias, familias sobrevivientes de femicidios, organizaciones sociales y activistas del movimiento trans. Los datos así recogidos, sumados al seguimiento de lo publicado en medios de todo el país, son luego chequeados y precisados con fuentes judiciales y periodísticas.
Todo la información que producimos es de público y libre acceso en www.observatorioluciaperez.org
Nota
Madres de Plaza de Mayo: rondar el presente

La Ronda de Madres de cada jueves como lugar de encuentro, denuncia y reflexión, desde los 12 hasta los 93 años. Elia Espen y lo que vienen pidiendo hace más de 40 años. Por Lucas Pedulla
Tiene 12 años, se llama Catalina y es la primera vez que viene. «Es hermoso», dice, con brillo en los ojos, después de tomarse un tren y un subte desde Lomas de Zamora, sur del conurbano, con su tía Daniela, para venir a la ronda de las Madres en Plaza de Mayo, segunda después del triunfo de Javier Milei en el balotaje presidencial.
La caminata la encabezan Nora Cortiñas y Elia Espen, Madres de Plaza de Mayo de la Línea Fundadora. Hay menos personas que la semana pasada, pero el movimiento sigue siendo vital para pensar esta época.
Catalina, por ejemplo, cuenta que en su colegio se discutió mucho durante las elecciones, y si bien fueron pocos los compañeros que apoyaban a Milei, lo hacían con argumentos que le parecían extraños: «Hablaban de la dolarización y pedían que vuelvan los militares».

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Zurda vas a correr
Daniela –31 años, preceptora– abre los ojos: «¿Por qué será que siendo tan jóvenes crean eso? Soy docente y he tenido problemas por tratar de frenar esos discursos. Tenía estudiantes que me chicaneaban, y aun si lo hacían para hacerme enojar, eran chicanas violentas: ‘Se te acaba la joda’, ‘viene el Falcon verde’. Mi otro sobrino, el hermano de ella, me dijo: ‘Zurda vas a correr’. Tiene 10 años».
¿Dónde vio eso? «En Tik Tok», dice. Catalina suma su visión: “Hay mucho Tik Tok y mucha violencia. Las redes sociales no ayudan para nada”. Daniela piensa que son necesarias nuevas formas de comunicar: “Trato de dar información, hablar con mi mejor tono, y enfatizar los ejemplos: los militares secuestraban personas y las tiraban vivas de los aviones. Pero no cala. En algo estamos fallando. Ahora todo son 10 segundos efímeros”.
De fondo, mientras caminamos, una voz lee nombres:
Lopez Ceferino.
López Bravo José María.
Lópes Calvo María Eugenia.
Son personas que siguen desaparecidas.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
El lugar donde se mira al mundo
Otro de los camina en ronda es Sergio Maldonado, hermano de Santiago, el joven de 28 años que desapareció el 1º de agosto de 2017 en medio de una brutal represión de Gendarmería a una comunidad mapuche en Esquel, provincia de Chubut. Su cadáver, sospechosamente aparecido meses después, fue señalado como efecto de un “accidente”. Eran tiempos de Mauricio Macri como presidente y Patricia Bullrich como ministra de Seguridad. Tiempos en que también fue asesinado por la espalda Rafael Nahuel en la Patagonia. Maldonado está en Buenos Aires porque el 11 de diciembre iba a tener la audiencia de apelación por el intento del juez Gustavo Lleral de cerrar la causa, pero se la postergaron hasta el 28 de febrero.
Percibe, en general, un sentimiento de retroceso: “Todas las instituciones se rompen, como un desmoronamiento general. Ya no es un negacionismo, sino desidia. Hubo una disconformidad que se manifestó, pero también es irresponsabilidad: es triste ver cómo la tercera fuerza se mete ahora a manejar el gobierno, con el discurso de rebeldía, pero el ministro de Economía va a ser el mismo que nos endeudó por 100 años (Nicolás Caputo). Hay un grupo de gente que no votó con el bolsillo, sino de manera irracional”.
No sintió miedo, pero sí preocupación: “Bullrich está coqueteando con el Ministerio de Seguridad, aunque hoy también sonó para Trabajo. Representa dos épocas nefastas, porque como ministra de Trabajo en 2001 ya le recortó el 13% a los jubilados. Y ni que hablar que ahora, si asume en Seguridad, tiene como vicepresidenta a alguien que reivindica el genocidio”.
¿Por qué, entonces, venir a la Plaza? “Quedan poquitas Madres y esto tiene que seguir. Nos encontramos con seres queridos en una misma línea. Capaz no sabés la fecha de cumpleaños, pero es un lugar de reencuentro. Desde acá se mira el mundo y también se interpela a la Casa Rosada. No hay que perder el vínculo con las Madres”.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Pensar todo otra vez
Lua tiene 16 años y Paloma 17. Son estudiantes de cuarto año del colegio porteño Carlos Pellegrini. Paloma viene por primera vez: “Estamos en una situación complicada y ahora, que se está reivindicando la dictadura, es súper importante cuidar la memoria”.
Lua ya vino varias veces: “Se cuestiona algo tan básico que siempre me pareció incuestionable. Y es importante venir para que en las casas se vuelva a hablar”. Percibió que Milei entró en el Pellegrini más silenciosamente, a diferencia de otros colegios donde el apoyo fue más colectivo, precisa: “La mayoría son por las familias; o lo toman como chiste, un meme, algo nuevo; o por la desconfianza en la política. Muchos descreen de lo político, entonces tampoco hablan, por lo general, con alguien que no piensa como ellos”.
¿Qué pudieron hablar post balotaje en el Pellegrini? “Siento que es un momento donde deberíamos hablar más que nunca, pero en mi colegio la juventud no se está pudiendo organizar lo suficiente para pensar estos cuatro años. Recién pasaron dos semanas, pero tuvimos una instancia para hablar y éramos nada más que 20 personas. Siendo un colegio tan politizado, es poco, y hay que replantearnos cosas básicas y volver a esquematizar todo”.
–¿A qué te referís con esquematizar?
–Pensar cómo vamos a salir, cómo van a ser nuestras marchas, cómo nos vamos a cuidar. Probablemente a mucha gente no la dejen ir a las marchas, porque somos pibes de 16, 17, 18 años, incluso menos. Tenemos que ser un gran volumen.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
Me tienen podrida
Elia Espen tiene 93 años. El 18 de febrero de 1977, su hijo Hugo Orlando Miedan Espen fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención y tortura El Atlético. Sigue desaparecido.
«Están diciendo pobrecitos los generales, que tienen que liberarlos, mientras nuestros hijos siguen desaparecidos, fueron tirados al mar –habla, micrófono en mano, una vez terminada la ronda–. Estamos como empezamos: me tienen podrida. ¿Qué más podemos decir? Seguimos pidiendo lo mismo que pedimos hace más de 40 años: verdad y justicia. Estoy escuchando cada cosa por la radio y televisión que me espanta. Todavía no sabemos nada de lo que pasó con nuestros familiares. Ojalá se unan, ustedes, todos. Lo único que tenemos que seguir haciendo es estar juntos».
Luego, le pasó el micrófono a Nora Cortiñas, 93 marzos. Su hijo Gustavo está desaparecido desde el 15 de abril de 1977. Nora habló y dejó frases para tomar apuntes:
- “Todavía este pueblo no llegó a captar los horrores que vivimos durante el terrorismo de Estado porque, si no, las elecciones hubieran sido diferentes”.
- “Vamos a tener que seguir hablando”.
- “Como vienen días muy difíciles tratemos de estar juntas, juntos, y pensar que no queremos que se repita más lo que vivimos”.
- “Tenemos que estar en la calle todo lo que podamos”.
- «En vez de absorber el veneno que tienen les contestaremos con el amor que tenemos».
- “Hay que salir y reivindicar lo que lucharon nuestros 30 mil”.
- “Vengan acá, vengan a acompañarnos porque así vamos a demostrar que exigimos memoria y verdad hasta el final”.
- “A seguir luchando. Vamos a vencer”.
- “No pasarán”.
Voto cansancio
Rocío, 23 años, de Lomas de Zamora, estudiante de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda (UnDAV), militante del Movimiento Evita, la escucha con atención. También, es la primera vez que viene. “Me movilizó mucho venir ahora que Milei es gobierno, ver todo el sufrimiento de las Madres, pero que siguen acá. Vine por eso. Y seguro vuelva”.
Rocío es de las que piensa que no fue un voto negacionista sino un voto cansancio: “Venimos haciendo las cosas muy mal y hay reconocerlo: en los últimos cuatro años no hubo grandes políticas que le cambiaran la vida a la gente, que es por lo que el peronismo se identifica. Hay un cansancio: no creo que el 55% sea negacionista. Espero que no”.
Le cuento que recién, en otra entrevista, una docente hablaba de la necesidad de nuevas formas de comunicar. ¿Qué piensa una estudiante de periodismo? “Las empresas de medios siguen siendo funcionales al sistema. Yo me tiro del lado de los medios autogestivos, ahí se cuenta la realidad de los hechos. Soy mamá de una nena de cuatro años y no quiero que se malinforme por Tik Tok. Deberíamos volver a lo que hicieron las Madres y contar desde ahí. Por no querer confrontar, la juventud peronista fue tibia. Tenemos que perder el miedo y dejar de ser sumisos. El Nunca Más es Nunca Más en muchas cosas”.
-¿Qué destacás en las Madres como comunicación?
-La sensibilidad. Las Madres son un gran ejemplo de cómo enfrentaron la dictadura. Hubo estrategia ahí. Cuentan un hecho terrible que vivieron en carne propia, pero desde la sensibilidad con el otro, de entender al otro, de comunicar hacia el otro. Es por ahí y es lo que nos está faltando.
Repite: “Es por ahí”.
El jueves que viene, a las 15:30, habrá ronda otra vez, como hace 46 años.

Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org
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