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Zygmunt Bauman: «Cada vez vemos más maldad y podemos hacer menos para detenerla»

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Zygmunt Bauman es uno de los sabios del momentos. Sociólogo, catedrático en varias universidades del mundo, fue el primer pensador que definió categóricamente la globalización. Y de prevenir al mundo de sus consecuencias. Ahora, acaba de editarse en España su nuevo libro, Comunidad. Aquí reproducimos los conceptos más importantes con los que presentó su trabajo ante la prensa española y sintetizamos su tesis Modernidad Líquida, donde anticipa los temas que en este nuevo libro profundiza.

Zygmunt Bauman es uno de los sabios del momentos. Sociólogo, catedrático emérito de la Universidad de Leeds (Gran Bretaña), nació en Polonia en 1925, fue profesor en varias universidades del mundo y el primer pensador que desarrolló un diagnóstico social sobre el proceso que categóricamente definió en su libro La globalización y sus consecuencias humanas.

Bauman piensa y escribe bien y esto significa, entre otras cosas, no solo ser un intelectual sensible a los sufrimientos de su época, sino un escritor cuidadoso de las palabras y un sociólogo oportuno: cada libro de Bauman es una cita para pensar la realidad que todos los días nos presentan las noticias periodísticas de manera tan irracional y difusa.

El último libro de Bauman disponible en Buenos Aires es Modernidad Líquida, editado por el Fondo de Cultura Económica, escrito en junio de 1999 y editado al español en el año 2003, con todo lo que ese lapso de tiempo implica para el tema desarrollado. Ahora se anuncia la traducción al español de su último trabajo, titulado Comunidad.

Hasta tanto llegue a nuestras manos, reproducimos aquí la presentación que Bauman dio de este libro a los periodistas españoles.

Sintetizamos, también, los principales trazos de la teoría expuesta en Modernidad Líquida, para intuir cómo profundiza algunos de estos aspectos en su nuevo libro, Comunidad.

Lazos para una sociedad global:

Estos son los principales conceptos que desarrolló Bauman ante la prensa española al presentar su libro Comunidad:

Tele-visión y tele-acción:
«Tenemos todos los instrumentos para la tele-visión, pero apenas ninguno para la tele-acción: vemos más allá de lo que nuestras manos pueden alcanzar. Diariamente, contemplamos cómo se hace el mal, cómo se sufre el dolor, pero el desafío que ello representa para nuestros sentimientos morales queda en gran medida sin respuesta. No hay duda de que algunas de nuestras acciones y reacciones están inspiradas moralmente, pero sus efectos no llegan a compensar a la enormidad de cuestiones que los inspiraron. Somos demasiados conscientes de ello, pero no sabemos cómo superar la brecha».

Del «yo no lo sabía» al «cualquier cosa que haga no sirve de nada»:

«Habiendo sido colocados en posición de espectadores (de testigos que ven cómo se hace el mal, pero que aún así no hacen nada para evitarlo, ni siquiera para prevenirlo) se nos ha privado de la excusa más común para la conciencia culpable: el «yo no lo sabía». La única excusa que queda es la que se apoya en la impotencia: «haga lo que haga no servirá de nada». Es una débil excusa, pero convincente incluso para nosotros mismos. Sospechamos -y con buenas razones-que más bien se trata de lo contrario: de que lo que hagamos o dejemos de hacer importa. Después de todo, en nuestro intercomunicado planeta dependemos unos de los otros, y lo que se hace en una parte del globo tiene un alcance muy superior a la visión e imaginación de sus actores. Somos, en un grado difícil de medir, responsable de la situación de los demás. Lo que ocurre es que no sabemos qué significa asumir esa responsabilidad y qué es lo que ello requiere. Y carecemos de los instrumentos que podrían lograr que nuestras preocupaciones e intuiciones morales reviertan en unas condiciones más decentes para la humanidad, haciendo al mundo más inhóspito para la indignidad humana y la humillación y más acogedor para la atención mutua y la solidaridad.»

Qué hacer y quién debe hacerlo:
El espacio planetario en el que se forman las condiciones de nuestras vidas compartidas parece completamente desregularizado: aunque supiéramos exactamente qué hacer para ajustar ese espacio a nuestros valores éticos, no sabríamos quién sería capaz de realizar esa tarea. En momentos de reflexión, sentimos que el espectáculo de ausencia de regulaciones sólo pueden servir como invitación a más desorden y que no hay ninguna fuerza a la vista capaz de romper ese círculo vicioso. Estamos en una era de experimentaciones, de ensayos y error. La mayoría de las consecuencias de la globalización acelerada no han sido previstas y todavía debemos aprender, probablemente a un alto precio, las habilidades sociales necesarias para hacerles frente y dominarlas».

La comunidad global:

«Es demasiado pronto para prever la forma final de la cohabitación humana planetaria. Hay una cosa que sí puede postularse: la perspectiva de una comunidad global es un horizonte último en el que debemos medir la pertinencia de cada paso que demos hacia su consecución. Una comunidad, para merecer tal nombre, debe apoyarse en la idea de que sus miembros asumen una responsabilidad compartida por cada cual. No puede haber una comunidad sin un sentido y una práctica de la responsabilidad. Y si la capacidad de carga de los puentes se mide por la fuerza de sus pilares más débiles, la solidaridad de una comunidad se mide por el bienestar y la dignidad de sus miembros más débiles».

La protesta global:

«Por ahora, lo que he emergido con las protestas globales en un sentimiento de comunidad planetaria. Ha sido un ejercicio mundial de empatía. Un descubrimiento de la semejanza de los seres humanos, de sus esperanzas y temores. Generalmente, concebimos al mundo poblado de grupos étnicos, culturales y religiosos incompatibles y hostiles. Las imágenes de la miseria humana provocada por la guerra revelaron la verdad oculta tras esa creencia común. Se descubrió como debajo de cualquier fragmentación subyace una humanidad compartida. Que son nuestras diferencias y no nuestras similitudes, las que están construidas artificialmente. La crueldad es crueldad se ejerza donde se ejerza y contra quienquiera que se emplee. Pero estamos todavía muy lejos de ser una comunidad planetaria, aunque este sentimiento de humanidad compartida es indispensable para alcanzarla algún día».

La lucha contra la desigualdad es la clave:

«No es concebible un avance decisivo hacia una sociedad civil global al menos que la desigualdad e injusticia planetaria, que subyace en el fondo de nuestras desconfianzas, prejuicios y enemistades mutuas, se afronten sin rodeos y se hagan serios y concertados esfuerzos por mitigarlas y recomponerlas a largo plazo».

Una posible síntesis de Modernidad Líquida

Didáctico como siempre, Bauman comienza desde la primera línea de Modernidad Líquida descubriendo las claves de la sociedad actual:

  • Los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma.
  • No se fijan al espacio.
  • Se desplazan con facilidad («fluyen, se filtran, gotean, inundan, manan, chorrean, exudan») y, por lo tanto, no es posible detenerlos fácilmente.
  • «Hay líquidos- advierte Bauman- que en pulgadas cúbicas son más pesados que muchos sólidos, pero de todos modos tendemos a visualizarlos como más livianos. Asociamos levedad o liviandad con movilidad e inconstancia: la práctica nos muestra que cuando menos cargados nos desplacemos, tanto más rápido será nuestro avance.»
  • Estas son algunas de las razones que, para Bauman, justifican la fluidez o la liquidez como metáforas adecuadas para definir la modernidad actual.
  • «La disolución de los sólidos condujo a una progresiva emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras políticas, éticas y culturales.» Por eso, la principal técnica de poder «es ahora la huida, el escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier confinamiento territorial y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus costos».
  • Para que ese poder fluya, el mundo tiene entonces que estar libre de trabas, barreras, fronteras y controles. Ese ha sido el origen e impulso de la globalización.

Luego del diagnóstico, Bauman corta su tesis en cinco porciones abundantes: emancipación, individualidad, espacio/tiempo, trabajo y comunidad. Cada uno de estos territorios representan frentes de combate, en cuya tierra inundada por las aguas imperiales de la modernidad, hay que dar batalla.

Una posible síntesis de cada uno de estos capítulos podría ser:

Enmancipación: así como el capitalismo se ha emancipado de sus ligaduras (territoriales, políticas y éticas) así se ha resignificado el concepto mismo de liberación. «Sentirse libre de restricciones, libre de actuar según el propio deseo, implica alcanzar un equilibrio entre los deseos, la imaginación y la capacidad de actuar. Por lo tanto, el equilibrio puede alcanzarse y conservarse inalterable de dos maneras diferentes: angostando, recortando el deseo y/o la imaginación o ampliando la capacidad de acción».

Bauman se pregunta, varias páginas después:

«¿Y si como en el pasado, el remedio fuera marchar codo a codo y al mismo paso? Si las fuerzas individuales, débiles e impotentes cuando estás solas, se condensaran en la forma de una posición y acción colectivas ¿podríamos lograr juntos lo que ningún hombre o mujer soñaría con lograr por sí solos? Quizá… El problema, sin embargo, es que esa convergencia y esa condensación de preocupaciones individuales en forma de intereses comunes y luego, en forma de acción conjunta son una tarea titánica, ya que los problemas más comunes de los individuos, por destino, no son aditivos. No se dejan sumar en una causa común. Se pueden juntar, pero no cuajarán. Uno podría decir que son así desde el principio, de modo tal que carezcan de la interfaz necesaria para engancharse con los problemas de las otras personas».

La única ventaja de la lucha en común, asegura Bauman, es saber que los demás «también luchan a solas con sus dificultades. Pero lo primero que uno aprende en contacto con los otros es que la única ayuda que nos pueden brindar es el consejo de cómo sobrevivir en nuestra propia e irredimible soledad y que la vida de todos está llena de peligros que deben ser enfrentados y combatidos en soledad».

Es por eso que para Bauman, «la individualización ha llegado para quedarse; todo razonamiento acerca de los medios de hacer frente a su impacto sobre el modo en que llevamos adelante nuestras vidas debe partir de la aceptación de este hecho. El abismo que se abre entre el derecho a la autoafirmación y la capacidad de controlar los mecanismos sociales que la hacen viable o inviable parece alzarse como la mayor contradicción de la modernidad fluida, una brecha que por ensayo/error, reflexión crítica y abierta experimentación, deberemos aprender a enfrentar colectivamente.»

Individualidad: «Nosotros es el pronombre personal más empleado por los líderes. En cuanto a los asesores, lo emplean muy rara vez: el nosotros es simplemente un conglomerado de yos y ese conglomerado, a diferencia del grupo, no es mayor a la suma de sus partes». Bauman comienza, a partir de esta premisa, un recorrido por el conglomerado de yos de la modernidad líquida. Su análisis del cuerpo, el consumo, la adicción, el concepto de salud, de belleza y el acto mismo de la compra representan una postal de época, rica en matices, aristas y profundidades.

Espacio/tiempo: Desde su libro La globalización, consecuencias humanas, este es el nudo de la teoría de Bauman: los estados/nación han perdido poder a manos de esos capitales especulativos porque unos están atados no solo a su territorio sino a las consecuencias políticas y sociales del ejercicio de ese poder; mientras que otros con un click de computadora mudan sus dineros hacia los sitios más seguros y rentables del planeta, estén donde estén. Aquí se sumerge aún más en estos conceptos. «La mayoría de los hábitos aprendidos para enfrentar la vida han perdido toda utilidad y sentido», describe Bauman, para darle entonces a esa categoría de espacio/tiempo una dimensión cultural y filosófica: «los hombres y las mujeres de hoy difieren de sus padres y sus madres porque viven en un presente: quieren olvidar el pasado y ya no parecen creen en el futuro. Pero la memoria del pasado y la confianza en el futuro han sido, hasta ahora, los dos pilares sobre los que se asentaba los puentes morales entre lo transitorio y lo duradero, entre la mortalidad humana y la inmortalidad de los logros humanos y entre la asunción de responsabilidad y la preferencia por vivir el momento.»

Trabajo: Bauman observa el edificio municipal de su ciudad actual, Leeds. En su principal salón fueron escritas con oro y púrpura las sacrosantas palabras del capitalismo. Primero, ley y orden. Luego, lo más importante: «hacia adelante».

«Hacia adelante era el destino y el trabajo era el vehículo que debía llevarnos hasta allí», comienza Bauman. Esa idea de progreso y de confianza en la historia es lo que se ha derretido. Lo que queda, entonces, no es acumular en función del trabajo realizado, porque ya no representa el fundamento ético de la sociedad ni el eje ético de la vida individual. Para Bauman, la principal fuentes de ganancia de la modernidad son cada vez más las ideas y menos los objetos materiales. «Las ideas se producen una vez y luego siguen generando riquezas en función del número de compradores/clientes/consumidores y no en función del número de personas contratadas e involucradas en la reproducción del prototipo.» Luego cita al inglés Robert Reich y su investigación titulado The Work of Nations (El trabajo de las Naciones), donde se clasifican las principales actividades económicas en las siguientes cuatro categorías:

  1. Los manipuladores de símbolos, gente que inventa ideas y los modos de hacerlas deseables y atractivas para el mercado.
  2. Los encargados de la reproducción del trabajo (educadores y diversos funcionarios del Estado)
  3. Las personas que se ocupan de brindar servicios personales, que requieren un encuentro cara a cara con los destinatarios del servicio prestado.
  4. Por último, los vendedores de productos.

El mundo fluido, señala Bauman, es el mundo del desempleo estructural, donde nadie puede sentirse ni seguro ni a salvo. «No existen habilidades ni experiencias que, una vez adquiridas, garanticen la obtención de un empleo y, en el caso de obtenerlo, éste no resulta duradero.» Esta política de precarización -del trabajo y de la vida- es deliberada porque producen como resultado «la descomposición y el languidecimiento de los vínculos humanos, de las comunidades y de las relaciones.»

Comunidad: Para Bauman la comunidad es una reacción previsible a la acelerado licuefacción de la vida moderna, «Una reacción ante su consecuencia más irritante y dolorosa: el desequilibrio, cada vez más profundo, entre la libertad individual y la seguridad.»

Suponemos, entonces, que esta es la línea que desarrolla en su nuevo libro.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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