Observatorio Lucía Pérez
30 femicidios en el primer mes del año
A Rosa, a Anabella y a Yamila 20, 29 y 39 años las asesinaron el primer día del año: en Budge, en Burzaco, y en Pergamino.
El femicidio de Rosa fue frente a sus dos hijos menores.
Desde ese día hasta hoy registramos 30 femicidios en todo el país: uno por día, sin freno.
Conocemos el nombre de cada una de las 30 asesinadas. En muchos casos también su cara porque recuperamos la foto para ponerle cuerpo a esa vida que nos quitaron. Registramos sus edades, donde vivían, cómo pasó. Buscamos también el nombre del sospechoso, su edad, si había algún vínculo. Indagamos en los datos que debe dar el Poder Judicial: quién lleva adelante la investigación y cuál es la carátula.
Mientras escribimos este informe se confirma, por parte de los fiscales de la causa, que Berenice González (23 años y un hijo de 4) fue drogada y violada en la ciudad de Victoria, Entre Ríos. Luego del abuso sufrió un colapso, murió en el hospital a donde había sido trasladada después de que la encontraran en la calle. Hay dos detenidos: Daniel Castañeda, 46 años, acusado del suministro de material estupefaciente en concurso con abuso sexual con acceso carnal; y una amiga de Berenice, de 25 años, acusada de facilitación del encuentro sexual a cambio de la obtención de drogas.
La muerte de Berenice no está caratulada en la justicia aún como femicidio. Su hijito, huérfano, jamás podrá acceder a la ayuda económica que siempre tarde, entrega la ley Brisa.
Hechos vs teorías
Este mes, también, la Fiscalía General de Chubut, por primera vez, restringió información sobre un femicidio alegando la tesis de la “mímesis” promocionada por Rita Segato. Se trata de un texto de una alumna brasileña, que Segato tuteló, que relaciona estos crímenes con los relatos mediáticos.
En el contexto de degradación del ministerio de las Mujeres y el desmantelamiento de programas y líneas de atención a violencias de género, sumado a la total ausencia de programas de prevención, estas órdenes de silencio a la prensa nos resultan totalmente funcionales a la ausencia de política oficial, especialmente si se tiene en cuenta que, según los 4.623 casos que registra nuestro padrón, esta tesis no tiene ningún sustento en cifras concretas.
Sin embargo, no hay textos académicos que se refieran a la relación entre el narcotráfico y la violencia femicida, donde sí aparece claramente una mímesis, por cierto no atribuible a los medios de comunicación, como frivoliza la teoría promovida por Segato.
El femicidio de Berenice reproduce los pasos de los que en nuestro padrón clasificamos como Femicidios Territoriales. Por ejemplo:
En 2016 en Mar del Plata asesinaban a Lucía Pérez, 16 años: a los responsables se los encontró primero culpables de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser cometido en perjuicio de una menor de edad, pasaron años hasta que se los juzgó por femicidio. También Lucía fue presentada a sus asesinos por una amiga consumidora.
En 2017, en Tigre, Luna Ortiz, 19 años, drogada, alcoholizada y trasladada en un raid en el que intercambiaban violación por droga: su crimen no fue juzgado como femicidio. El único condenado fue encontrado responsable del delito de “suministro gratuito de estupefacientes destinado al consumo personal, en concurso real con homicidio imprudente”. Hoy está libre, viviendo a pocas cuadras de la familia de Luna, que consiguió, tras años de movilizaciones, que a través de un juicio cesura pudiese reabrirse el debate sobre su crimen.
Esta misma mecánica con la que opera la máquina femicida es reproducida en Mar del Plata, San Martín o Victoria, territorios muy distantes y diferentes, pero donde la desigualdad social produce lo mismo: consumos problemáticos que convierten los cuerpos femeninos en mercancías y a las masculinidades de una franja etaria similar (45/55 años), tan dañadas por el sistema, en seres capaces de destrozar cuerpos adolescentes, produciendo crímenes brutales, que luego el Poder Judicial juzga con prejuicios cómplices y arbitrarios.
Esta mímesis real y concreta desnuda una realidad que duele, crece y que podemos detener si no nos ciegan con teorías construidas desde lejanías, por prejuiciosas distancias de clase y raza, y por foráneas: otra galaxia.
Desde el Observatorio Lucía Pérez proponemos hace tiempo la categoría de “femicidios territoriales” para intentar comprender la singularidad de crímenes como los de Berenice, Lucía o Luna. Femicidios que no se ajustan a los modelos epistémicos tradicionales de la teoría de género y que no hablan de vínculos de pareja e intimidad, sino de tramas de narcocriminalidad e impunidad territorializadas, con participación (pasiva o concreta) de agentes estatales tales como policías, gendarmes y fiscales.
También proponemos que todo análisis de la violencia femicida parta de su contexto: el territorio, porque allí están las raíces, pero también las alas. Es la comunidad quien tiene la posibilidad de cambiar esta realidad que nos mata.
Por último reiteramos una alerta: el lavado epistémico que representa la ausencia de trabajos de investigación académica que analice la relación entre narcotráfico que en su escala territorial se transforma siempre en narcomenudeo y la violencia femicida.
La información de enero 2024:
30 femicidios, uno por día
4 víctimas eran menores de edad.
14 infancias huérfanas
31 marchas exigiendo paren de matarnos
19 tentativas de femicidios
2 desaparecidas
1084 días sin Tehuel
Toda la información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
Araceli Fulles: la mala noticia y la respuesta del barrio
Llegando a los últimos días del año, Mónica Ferreira pensó que iba a poder festejar el 2024 con la tranquilidad de que su hija estaba en paz. Pero el veintiocho de diciembre por la mañana recibió un llamado. Del otro lado, el abogado Diego Szpigel: “Te tengo que dar una mala noticia: los asesinos de tu hija están sueltos”. Esas fueron las palabras que generaron que la familia de Araceli Fulles volviera a derrumbarse. “Sentí lo mismo que cuando encontraron su cuerpo: como si la hubieran vuelto a matar” dice Mónica. Por eso decidió hacer lo mismo que aquel día: movilizar al barrio. Cómo sigue este reclamo de justicia.
Por Delfina Pedelacq para lavaca.org
Fotos: Evelyn Schonfeld para lavaca.org
Son las cuatro de la tarde del viernes cinco de enero, el sol raja el asfalto de las calles de Barrio Sarmiento en San Martín. Más de cien personas se concentraron en la intersección de las calles Cabildo y Campichuelo para visibilizar, en el barrio de Araceli Fulles, que sus asesinos están sueltos otra vez. Muchas son madres o familiares de otras víctimas de femicidio que llegaron para acompañar este reclamo. Una a una se colocan detrás de la bandera que grita el reclamo de justicia, para caminar hasta la plaza donde Araceli fue vista por última vez, en marzo de 2017. Mónica lleva en su antebrazo derecho un tatuaje con la cara de su hija. Mira al cielo, lo besa y comienzan a caminar.
Rastros
La Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires absolvió a Marcelo Ezequiel Escobedo, Hugo Martín Cabañas y Carlos Damián Cassalz, quienes habían sido condenados a perpetua el 4 de noviembre de 2021 por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de San Martín. El 29 de diciembre pasado, los jueces Daniel Carral, Victor Violini y Ricardo Maidana ordenaron su inmediata liberación, cuestionando el accionar de un perito. Tras 25 días de búsqueda, fue este perito, con su perro adiestrado en la búsqueda de personas, quien encontró el cuerpo de Araceli Fulles en la casa de Dario Badaracco y marcó en el corralón de Cassalz los lugares donde habría estado Araceli.
Los magistrados en su fallo pidieron que la Fiscalía General de San Martín investigue la actuación del perito Marcos Herrero en esta causa, ante la posible comisión de un delito de acción pública y solicitaron al presidente de la Suprema Corte de Justicia bonaerense y a la Procuración General que “se evalúe la posibilidad de establecer protocolos de actuación en materia de rastros odoríficos, así como en la acreditación de las certificaciones y habilitaciones de los binomios guía-can idóneos para esa tarea, en función de lo corroborado en esta causa y otros antecedentes”.
Después de conocer el fallo, el abogado de la familia Fulles, Diego Szpigiel presentará un recurso ante la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Buenos Aires: “No nos vamos a quedar con esta resolución porque la entendemos absolutamente arbitraria”.
Araceli Fulles: El sabor de la justicia
Cinco cuadras caminó la multitud hasta llegar a la Plaza “Soberanía Nacional”, donde también se encuentra un monolito en homenaje a Araceli. Es una imagen grande de su cara, abajo tiene una inscripción que dice: “Vamos negrita: bailá hasta el fin”. Monica abre despacio la reja que lo protege, levanta un cuadro y mantiene durante algunos minutos su mirada fija en él. Es una foto escolar de tercer año de Araceli: “3ro D, Señorita Maria Luisa”.
“Se me va a ir la vida, pero quiero que mi hija descanse en paz. Voy a seguir luchando y quiero que me acompañen siempre” dijo Monica ante toda la gente que participó de la movilización. “Ahora no se trata tampoco de llorar, se trata de recuperar fuerza para luchar por ella y por todas las mujeres, porque lamentablemente estos jueces corruptos han largado a estos asesinos, van a estar sueltos y le puede pasar a cualquier mujer. Tanto Carral, Violini y Maidana son más asesinos que los que mataron a mi hija, porque la volvieron a matar. Son los mismos que también soltaron a los femicidas de Anahí Benítez y Luna Ortiz”.
Alrededor del monolito se forma una ronda. Le acercan a Mónica un megáfono. La mayoría de las personas que están en la plaza se arriman a escuchar. “Nosotros queremos vivir libres. A ellos les dieron perpetua y no la cumplen: están en la calle. Mi hija está en el cementerio y no la saco nunca más. Somos nosotros los que tenemos que vivir con este dolor hasta el día de nuestra muerte”, dice Mónica, sin contener el llanto. Ricardo Fulles la aprieta en sus brazos y le seca las lágrimas.
Con la voz quebrada y agarrada fuerte de su mano, Marisa (mamá de Luna Ortiz) toma la palabra: “Luchar sirve, no nos vamos a quedar en nuestras casas llorando porque siempre se nos hizo difícil con esta justicia. Esta es la justicia que nos dan con sabor a nada, que los encierran un par de años como para decir acá ya está y después los vuelven a liberar. En estas causas hay mucha mugre y queremos que los asesinos estén donde tienen que estar, en la cárcel. Y basta de jueces y fiscales corruptos”.
Familiares de víctimas de violencias como Candela Sol Rodríguez, Natalia Sabán, Zaira Rodríguez, Luna Ortiz, Andrea Jara, Damián Castillo, Nicolás Duarte, Laura Iglesias, Lucia Costa entre otros, acompañan a la familia de Araceli durante esta primera jornada de lucha del año. La familia de Lucía Pérez y la campaña “Somos Lucía” se sumaron al reclamo y llevaron adelante una acción en Mar del Plata. También está presente el Padre Adolfo Benassi y la monja Martha Pelloni. “Esta es nuestra nueva familia”, dirá Mónica después de mencionarlos a todos y todas, “porque pasamos lo mismo, sabemos el dolor que cada uno siente porque también lo sentimos.”
Cómo sigue
La movilización llegó a la plaza Soberanía Nacional y después de un pequeño acto, volvió hasta el lugar de salida. Con el objetivo de que el barrio se entere y conozca el nombre de los jueces que permitieron que los asesinos de Araceli estén nuevamente libres.
“El día que me digan: Señora, usted consiguió la perpetua para todos, no solamente por Araceli sino por todas las demás, ese día voy a poder descansar e irme con mi hija, porque lo que más anhelo es eso. Algún día voy a reencontrarme con vos, mamita”, dirá Mónica.
“¿El poder siempre gana? No, vamos a luchar hasta el final, hasta las últimas consecuencias”, finaliza Mónica y agradece a todos por el acompañamiento. Estas movilizaciones por el distrito se realizarán durante todo enero y cuando termine la feria judicial, el objetivo es llegar a La Plata, frente a la Cámara de Casación, para visibilizar también quienes fueron los responsables de que hoy los asesinos de Araceli estén libres.
En la esquina de Campichuelo y 25 de mayo hay un mural donde se la puede ver sonriente, como si saliera de la pared. Coronando su imagen hay una frase que Araceli había posteado en su Facebook, tiempo antes de su femicidio. “La vida es como un restaurante: nadie se va sin pagar”.
Mu189
Femicidios y territorio: la tesis del Observatorio Lucía Pérez
Qué revela la cantidad de crímenes registrados por el único padrón autogestivo y público del país en este 2023. Otro informe anual que esta vez se sitúa en Mar del Plata para analizar desde un territorio concreto cómo funciona la máquina femicida. Cómo se mata, cómo se muere, cómo se tejen las violencias, las relaciones con el medioambiente, los derechos humanos y el extractivismo. Una tesis sobre la importancia de pensar la complejidad desde el territorio, en un número especial.
Texto: Claudia Acuña
Fotos: Sebastián Smok
Al comenzar a escribir esta nota nuestro padrón público de femicidios y travesticidios registra 4.550 crímenes. Cada uno es nombres, edades, fechas, localidades, imputaciones, modalidades y resoluciones judiciales. Actualizar diariamente este padrón nos interpela todos los días, no porque nos cuestione el para qué si no porque nos impone el porqué y, más impotentemente, el hasta cuándo.
En este largo trayecto mucha de la información que allí se recopila no representa para nuestro Observatorio “casos”. Son familias, infancias huérfanas, barrios, vecinas, asambleas y herramientas creadas y sostenidas durante años en el camino de la búsqueda no solo de justicia, sino de algo más trascendente para cada tejido social involucrado: Nunca Más.
Es esta tensión entre la acumulación de datos y de relaciones la que nos desafía a reflexionar críticamente sobre lo que esta sistematización puede aportar a esas batallas contra la violencia. Y, al mismo tiempo, la que nos obliga -al construirla- a ponderar la relevancia de los marcos teóricos que se han aportado recientemente, con una hipótesis incómoda: qué relación hay entre los relatos académicos “de género” –que consagran quienes saben de este “tema”-, la realidad y la incapacidad para politizar acciones concretas que permitan prevenir este dolor social que parece no tener otro destino que el de la reiteración sistemática.
La primera dificultad a enfrentar es la trama de estas violencias. Su complejidad, su multidiversidad, su raíz histórica, su actualidad y sus diversas variantes tienden a que la lectura parcial, sesgada y disciplinaria responda supuestas preguntas que ya tienen respuestas concebidas de antemano, certezas que se aplican sobre partes o sobre el todo, para concluir en mandamientos teóricos que refuerzan prejuicios morales: la violencia patriarcal está mal. Pero está y goza de un impulso continuo que no podemos detener. Funciona, y muy bien.
¿Entonces?
¿Qué está mal?
La época, el sistema, las representaciones políticas y el funcionamiento de las instituciones–el Estado, el Poder Judicial, los medios, etc., en las cuales hemos depositado enteramente la supuesta solución de estos crímenes- mitigan con su funcionamiento atroz, cómplice y corrupto todas las responsabilidades que podamos tener quienes intentamos analizar estas violencias. Pero las tenemos.
Nombrar en una nota o un artículo académico un femicidio o 4.569 nos compromete a honrar la vida, su condición sagrada. Con ese compromiso compartimos lo que por ahora tenemos: preguntas y formas de hacer. Las buscamos en trabajos académicos y en barrios, en personas que sufren y en aquellas que las escuchan. Son incógnitas a revelar comunitariamente y prácticas que hicieron y luego, pusieron en palabras lo hecho como forma de criar lo que nos falta y nutrir lo que necesitamos.
De eso se trata este informe.
Primera pregunta
“¿Cómo salir de este continuum de violencia? ¿Cómo reconocerla para erradicarla, cómo revivir experiencias que hemos enterrado adentro de nosotras, para sobrevivir?”. La que nos y se interroga es Giulia Marchese, geógrafa italiana, investigadora de las violencias que sufren mujeres y pueblos indígenas en México, integrante de GeoBrujas y del Instituto de Geografía Humana de la Universidad de Frankfurt. La pregunta es parte del artículo “Del cuerpo en el territorio al cuerpo-territorio: elementos para una genealogía feminista latinoamericana de la crítica a la violencia”, donde expone exactamente eso: preguntas y elementos. El principal es el que nos interesa: qué entendemos por territorio y por qué puede ser esa la clave para analizar estas violencias.
Marchese lo define primero según los preceptos sistémicos dominantes:
“La palabra ‘territorio’ viene del latín ‘territorium’, término que de un lado está etimológicamente vinculada a ‘territor’, que significa ‘quién posee la tierra’ y del otro está vinculada a ‘terrorem’, terror. En las Ciencias Sociales, el territorio ha sido ubicado como la parte del espacio que pertenece a un Estado: literalmente en donde se extiende el terror, el poder, la autoridad. El territorio entonces es el ámbito definido por el ejercicio del poder, o sea la producción del miedo: una noción que no tiene nada de natural, sino es totalmente política” (Farinelli, 2008: 29).
Dentro de esta organización del territorio distingue las “zonas de ser” y las “zonas de no ser” diferenciadas por la maquinaria de producir despojo y acumulación. “El principal instrumento de la acumulación por desposesión es la violencia, y sus agentes son, indistintamente, poderes estatales, paraestatales y privados, que en muchos casos trabajan juntos pues comparten los mismos objetivos”. Esa organización que consagra ciudadanías privilegiadas y despojadas está sexualizada y racializada. Sigue Marchese: “En esta geopolítica de la producción, las zonas de operación y penetración a nivel extractivo están interconectadas por una infraestructura de corredores multimodales” y señala estas zonas como una posible “geopolítica de la violencia sexual”. Son las fronteras o “territorios fronterizados”, escenarios de la imprescindible movilidad que requiere el despojo extraccionista y el narcotráfico, dualidades que cada vez más se nos presentan como dos caras del mismo sistema. Así Marchese nos invita a pensar como fronteras no sólo aquellas marcadas en línea de puntos en los mapas, sino por el sistema productivo, por ejemplo los puertos y los suburbios.
Rosario (informe 2022) y Mar del Plata (el de este año) nos convocó desde esta perspectiva.
Segunda pregunta
“¿Qué tipo de subjetividad se construye dentro del capitalismo para que existan personas que son exterminables como condición para la reproducción del sistema?”, cuestiona Marchese. La construcción de subjetividad es una tarea multidisciplinaria y universal: condiciona todo, no limitándose a las personas sino a las representaciones que las sociedades construyen, las formas de ser, de hacer, de proyectar, de estar juntas, los sueños y las pesadillas. Y aunque el sistema haya desterrado de nuestro imaginario la concepción que nuestros ancestros tienen del territorio, ahí está, en la realidad, manifestándose en sus formas de sacrificio. “El territorio es lo que permite existir, vivir”, nos recuerda Marchese. Y quizás por eso mismo ahí habitan los femicidios.
Resignarse a que hoy la concepción del territorio esté unida a su defensa es una derrota del imaginario colectivo. “El territorio se queda atrapado en la lógica reactiva, como concepto relacional que nace frente al reclamo, a la defensa, a la acción frente al despojo”, advierte Marchese.
Tercera pregunta
“¿Es posible trazar estrategias de autodefensa de la violencia reapropiándonos de un concepto de territorialidad positivo? ¿Qué papel juegan los conceptos de cuerpo y territorio en este esfuerzo?”, interroga Marchese. Enuncia entonces una posibilidad en juego: “El territorio es lo que permite existir, vivir. Es una construcción y un concepto histórico. Es memoria del espacio ocupado físicamente, fuente del poder público, y es necesario volverlo, regresarlo, re-entenderlo como sustento material de la vida. Tanto el cuerpo como la tierra son elementos que generan las condiciones para la reproducción de experiencias vitales, y para reapropiarnos de nuestros territorios es un esfuerzo fundamental para contraponer y erradicar la violencia. Cada cuerpo tiene una historia y una geografía distinta, pero es necesario un proceso colectivo para reconocer el territorio y reapropiarlo para su rehabitabilidad”.
Cuarta pregunta
¿Cómo hacerlo?
Es la filósofa dominicana Yuderkys Espinosa Miñoso quien nos invita a encontrar respuestas volviendo “la mirada hacia allí donde hemos dejado de mirar para encontrar lo que tan diligentemente hemos estado dispuestas a desechar en nuestra complicidad con el relato moderno, dar valor y recuperar los saberes producidos por las mujeres que han sido vistas como que no saben o que no tienen razón”.
Pensar estos posibles ante el precipicio que nos abre hoy la realidad argentina es utópico, pero por eso mismo es la responsabilidad que tenemos para crear otras condiciones de realidad que nos permitan orientarnos en las tinieblas.
Pensar estos 4.550 femicidios como el listado de rebeldías que se producen todos los días en las trincheras de la cotidianeidad, en la trama íntima de aquello que por resumir vamos a denominar patriarcado, pero que es sistema de producción y es política y es, fundamentalmente, la batalla que nos obligan a dar estos tiempos, seamos o no conscientes de que se está librando en nuestros cuerpos.
Pensar que con nuestros pies en las dolientes fronteras crecen las raíces del saber y las alas de nuestros deseos. Y abrazarnos en ellos.
Al terminar de escribir esta nota nuestro padrón público de femicidios y travesticidios registra 4.569 crímenes.
Mu189
Lo que revelan los femicidios de Iara y Evangelina: Ciudad infeliz
Historia y presente de una ciudad atravesada por la violencia, el neoliberalismo y los femicidios, a partir del caso de Iara Nardelli, 16 años: vivía en un hogar para jóvenes vulnerables, desapareció y solo aparecieron sus huesos. Y otro crimen, el de Evangelina Sánchez, que deja cinco huérfanas. Un barrio testigo donde mandan lo narco, la policía y la pobreza: Libertad.
Texto: Claudia Acuña
Fotos: Lina Etchesuri y Sebastián Smok
Historia
Esta ciudad que es conocida como La Feliz nace cuando muere una mujer de 35 años en el parto de su décimo cuarto hijo. Cecilia Robles era su nombre y su marido, Patricio Peralta Ramos, en un despoblado rodeado del mar bravo construyó en su honor una capilla con las tablas que un naufragio había arrastrado hasta las playas…
A partir de ese templo, un joven agrimensor delineó la traza urbana que dibujó sobre las tierras que Peralta Ramos poseía, más otras mil hectáreas públicas de las que se apropió, alentado por la ambición de su proyecto: poblar esa costa.
Él, un tendero que amasó su fortuna confeccionando los trajes del ejército de Juan Manuel de Rosas, decidió comenzar de nuevo y lejos, golpeado por la muerte de su esposa, y porque Rosas dejó de pagarle.
Quizá esta ciudad de 1874 sea entonces también hija del recorte del gasto público, y ambas cosas –la sobrexplotación reproductiva del cuerpo de las mujeres, el abrupto cambio del juego económico que arbitra el Estado– hayan sido los factores trágicamente asociados que la fecundaron.
Hoy su creador es recordado con el nombre de la principal avenida costera y con una estatua.
Cecilia es la santa patrona de Mar del Plata.
Libertad
A cien cuadras de la costa, en el límite oeste entre el tejido urbano y los grandes campos, en esa frontera entre la vida urbana y rural, donde se amontonan los excluidos y se expanden los privilegiados, está el barrio al que le presta el nombre una de las avenidas que lo surcan con una de las palabras que la actualidad política convirtió en eslogan: Libertad, que tiene allí –como en todos lados– su parte alta y su bajo.
Treinta y cinco mil personas tejen su vida en casitas sin revoque y calles de tierra. “La municipalidad le destina a la sociedad de fomento un total de siete mil pesos por mes en concepto de convenio por contraprestación de servicios. Es decir, por cada vecino que vive en el barrio Libertad el gobierno les da 20 centavos a los vecinalistas, que apenas alcanzan para pagarle a un empleado que, con un tractor prestado, se ocupa del corte de pasto de las plazas dispersas a lo largo de las 288 manzanas que corresponden al sector”, precisa la periodista Luciana Acosta en una nota publicada en el portal local 0223 en mayo de este año.
Este 2023 el barrio Libertad se convirtió en la fábrica de noticias locales de la sección Policiales.
Noticias
Jóvenes baleados, discusiones que terminan a los tiros y allanamientos por venta de drogas son los tres temas que se reiteran en las noticias que caracterizan este territorio en disputa y se informan como resultado de “ajustes de cuentas” o “rencillas familiares” o “vecinales”, que se repiten, una tras otras, acumulando muertes, detenidos y procesos judiciales que concluyen donde comienza el conflicto, sin investigar sus orígenes ni prevenirlos.
Tres ejemplos:
Junio. “Detienen a una mujer que suministraba cocaína a seis puntos de venta. Incautan 800 dosis. El lugar allanado era donde cumplía arresto domiciliario, con tobillera electrónica, por una causa anterior de narcomenudeo: el almacén Las locas”.
Mayo. “Cuatro hombres de 19, 27, 28 y 46 años fueron detenidos en el barrio Libertad luego de que golpearan a dos mujeres de 22 y 31, en el marco de un conflicto vecinal”.
Marzo. “Un motociclista fue baleado este sábado al mediodía en un presunto ajuste de cuentas”.
Así, tres veces por mes, promedio, durante todo este año, con estas temáticas y estas gramáticas.
En el medio de este infierno cotidiano está ubicada la sede de Aldeas Infantiles, un centro de acogida de menores vulnerables.
Huesos
Mariela Quintanilla crio en Miramar y sola a sus tres hijos. La del medio es Iara Nardelli, 16 años, de la que hoy tiene “solo tres huesitos”. Lo dice con dolor y dulcemente, como si se abrazara a ellos para transmitir el peso que significa cargar semejante cruz.
“Tres huesitos”.
No es una metáfora. Es lo único que encontraron, luego de que estuviera desaparecida durante diez días.
Iara era una niña que vivía, por disposición judicial, en Aldeas Infantiles.
Alarmas
Todo comenzó el 30 de junio a las 7.50 cuando Iara salió de la sede que Aldeas Infantiles tiene en la avenida Luro al 10200 rumbo a la escuela Nº 55. Sin embargo, nunca llegó. Hacía tres días que faltaba al colegio y por eso el preceptor se comunicó con Aldeas para preguntar qué estaba pasando. Primera alerta.
La siguiente fue un mensaje de voz que envió a las 17.37 de la tarde de ese viernes a su cuidadora y a su madre. Se la escucha, angustiada, decir “no me busquen porque no me van a encontrar más. Voy a estar cerca, pero no me van a ver”. Luego, apagó su teléfono celular. Segunda alerta.
Mariela no esperó una tercera.
“Llamé a un chico que ya cumplió mayoría de edad, pero que estuvo viviendo en Aldeas Infantiles. Hace un año y pico hicimos una amistad por medio de Iara. Porque ella cada vez que tenía una amistad con alguien, le pasaba mi contacto, por si se sentían solos y querían hablar con alguien. Y entonces me queda ese vínculo hermoso. Él me dijo ‘me voy a comunicar con el hogar’ y así logró que los chicos que viven ahí le confirmaran que Iara no había vuelto. Era el viernes 30 de junio. Serían las 6, 7 de la tarde. En tanto en Aldeas nadie me atendía. Recién pude comunicarme el sábado a las 3 de la tarde, por medio de otro teléfono que logré que alguien me diera, porque en los habituales no respondía nadie. Y ahí sí me atiende la directora y me dice que estaba desaparecida. Si yo no llamaba ni me enteraba”.
¿Qué fue lo primero que pensaste que había pasado con Iara?
Que se había escapado. Si Iara me mandó ese mensaje fue porque quería darme una alarma. Ese día para mí tomó la decisión de escaparse. Es más: ese mensaje lo analicé mil veces. Y cuando fui a recorrer la zona del barrio Libertad, haciendo el recorrido que una persona nos señaló como el que hacía habitualmente Iara, escuché las mismas cotorras que se escuchan de fondo en ese mensaje.
¿Qué hay en ese barrio?
La casa de su mejor amiga
¿Hablaste con ella?
Sí, fui a visitarla cuando Iara estaba todavía desaparecida, pero es una nena que siento que me ocultó cosas.
¿Declaró en la causa?
Sí, pero no le dieron mucha importancia a lo que dijo.
¿Y qué dijo?
Se fue por el lado de la problemática familiar histórica y no habló sobre lo que le estaba pasando a Iara ahora.
¿Y a vos qué te dijo?
Que el último día que la había visto fue el jueves, un día antes de que desapareciera. Y que estaba muy contenta. Ningún signo de alarma.
Hogar
Mariela vive en Miramar, en la zona rural, donde trabaja de casera cuidando un campo del que es dueño un juez que tiene 12 hijos. Logró así sostener a su familia cuando su pareja la abandonó en un momento muy duro: habían matado a su hermana de 12 años y estaba embarazada de Iara. Entre el salario de casera y su vocación por la costura fue sorteando las dificultades. Al pasar de los años, formó otra pareja, tuvo su cuarto hijo y cierta estabilidad que quebró la pandemia. “Ahí Iara comenzó a ponerse muy rebelde. Quería conectarse con su padre, que nunca se había hecho cargo de nada. Conseguí dar con una mujer con la que él ahora estaba en pareja y así conseguí su teléfono. Iara comenzó a intercambiar mensajes, y al tiempo me planteó que quería irse a vivir con él. Yo no quería, porque sabía que no la iba a cuidar, pero finalmente cedí, porque ella insistió muchísimo. Cuando estaba ahí, un familiar quiso abusarla. Se lo contó a su padre y él en lugar de defenderla, la echó. Entonces Iara intentó suicidarse. De todo esto me enteré en el hospital. Ella ni siquiera en ese momento quiso contármelo. Su psiquiatra me dijo que sentía culpa porque yo se lo había advertido, pero yo pienso que quiso cuidarme, que creyó que se me iba a romper el corazón”.
Incapaces
El 29 de marzo de 2022 el juzgado de familia calificó la situación de “irreversible”, alegando que “el principal obstáculo en esta intervención fue el no contar con la participación de ninguna figura familiar para ejercer el cuidado de Iara ni nadie que acompañe su evolución”. El 8 de mayo de 2022 el asesor de Incapaces, Hugo Llugdar, dispuso entonces su ingreso al Hogar Aldeas Infantiles. Dictaminó, además, abrir una cuenta judicial para que la Anses deposite allí el subsidio de la asignación universal por hijo (AUH). La guarda fue en principio por 90 días.
Iara vivió allí casi dos años, hasta que desapareció.
Paradero
Apenas le confirmaron que Iara estaba desaparecida Mariela comenzó a buscarla. Por las calles, por las redes, por las paredes y por las radios. Así logró que las personas de a pie –la gente– le diera información sobre lugares peligrosos donde habían visto menores de esa edad en situaciones sospechosas. Uno de esos datos le permitió que la DDI de Miramar le tomara la denuncia. “Sabían que en ese lugar se vendía droga y desarmaban motos, así que libraron una orden de allanamiento. Dos amigas se pararon en la esquina para comprobar que no sacaran nada, por si les avisaban. Y efectivamente vieron cómo sacaban un carro cargado y tapado. No encontraron ahí a Iara, así que al día siguiente decidimos organizar una movilización a un acto por el Día del Niño donde estaba el intendente. Me acompañó Marta, la mamá de Lucía Pérez, mis amigas, los vecinos. Hacía un frío atroz. Estaba lleno de chicos y familias. Comenzamos a gritar ‘Iara también era una niña’. El intendente nos recibió y se comprometió a ayudarnos. Le dijimos que creíamos que estaba en Miramar y ordenó que en toda la ruta haya patrulleros controlando autos y micros. Ahora me doy cuenta de que estaba equivocada, pero al menos todo el ruido que hicimos sirvió para que encontraran a otra chica desaparecida. Y para que la fiscal de Mar del Plata ordenara finalmente la búsqueda de paradero de Iara”.
Ya habían pasado seis días.
Al décimo encontraron los tres huesitos de Iara.
Teléfono
En la causa hay un informe sobre la actividad del teléfono de Iara el viernes de su desaparición:
Mantuvo una comunicación telefónica de 154 segundos que captó la antena Casino Nuevo, emplazada en Buenos Aires al 1900, en el centro marplatense.
A las 17.37 –la hora de los mensajes de voz que envió a su madre y a su cuidadora– la ubica en el barrio Libertad, en la antena ubicada en el Club Universitario.
La última conexión fue a las 3.24 de la madrugada, ya del sábado 1 de julio en la misma antena. Este dato es importante porque la ubica en un lugar próximo a donde, diez días después, aparecerían sus tres huesitos.
Hallazgo
“Estuve ahí y sé que fue una escena montada”, sintetiza Mariela. Así la describió el diario La Capital:
“El lunes 10 de julio un vecino del barrio Virgen de Luján descubrió los restos en el inmenso baldío de más de 9 hectáreas y dio aviso a la policía. Como estaba de turno la fiscal Florencia Salas inició una investigación para identificarlos, aunque de inmediato supo que podía tratarse de Iara Nardelli porque en ese mismo predio, aunque casi a 400 metros, estaban sus pertenencias: una campera, anteojos recetados, blísters de medicamentos, botellas de bebidas alcohólicas y un cuaderno de anotaciones personales con una carta fechada el 26 de junio en la que, con su redondeada letra, escribió que no la estaba pasando bien. Esa angustia o descontento no refería a un hecho específico sino a un contexto general y, tal vez, a todo ese proceso de infortunios que terminó con su judicialización. El estado en el que fueron hallados los restos y principalmente otros elementos notorios abrieron la posibilidad de que, como sospecha la familia, pueda haberse perpetrado un asesinato”.
El lugar del hallazgo queda a quince cuadras de Aldeas Infantiles y a tres de la casa de su mejor amiga.
Perros
Cuenta Mariela: “El 19 de julio, ya casi de noche, la fiscal Romina Díaz me cita, me hace pasar sola y me dice que Iara se había suicidado y que los perros habían destrozado su cuerpo y solo habían dejado una pierna y el cráneo. Así me lo dice. Al día siguiente me llama la fiscal Romina Salas –que es la que había ordenado su búsqueda– y mantiene esa versión. Y en ese lugar no había sangre, no había perros salvajes, nada. Es imposible que unos huesos secos te permitan decir algo así. Me responde: ‘Sabemos que no fue una muerte violenta porque el cráneo no presentaba ningún traumatismo’. Entonces mi abogado le pregunta: ‘¿Y en el resto del cuerpo? ¿Cómo lo sabe, si no está?’”.
La teoría de los perros salvajes tiene una vinculación temporal: el día anterior al hallazgo un niño de 9 años fue atacado por una jauría. Los perros pertenecían a un quintero de la zona, que fue multado por el ataque. Según deduce el diario La Capital luego de estar en la zona, esos perros “están alimentados en una quinta del lugar y es inimaginable que puedan haber actuado de la forma en la que se indica” desde la fiscalía.
Pistas
Sigue Mariela: “Cuando estuvimos en el rastrillaje una vecina se nos acercó y nos dijo ‘Esto es mentira. Yo paso por acá todos los días’. Era una mamá jovencita, con su nena de 14 años, que se animó a decirme eso porque se puso en mi lugar. Otra vecina me cuenta que en la madrugada escuchó ruidos entre las cañas y llamó a la policía, porque tiene un pariente que trabaja en la comisaría y le tiene confianza”. Esos comentarios animaron sus certezas, así que decidió iniciar su propia investigación. Acompañada por Marta, la mamá de Lucía, y sus amigas, fue al barrio con una centena de hojas impresas que pegó en las paredes y paradas de colectivo con el grito ¿Qué le pasó a Iara?, una invitación a brindar información y su número de teléfono. En esa recorrida recogió datos y testimonios. Las vecinas conocían a Iara. La veían pasar frecuentemente, ingresar a la casa de su amiga, donde solía estar los fines de semana. “No es ambiente para chicas como la suya”, sintetizaron. “Muchos vecinos nos dijeron que el sábado a la madrugada la vieron salir de esa casa, donde había una fiesta. Y a una hora que coincide con la última vez que encendió su celular y con donde la ubica la antena”.
¿Quién vive en esa casa?
Su mejor amiga, el papá, la mamá, la hermana y una nena que se escapó de Aldeas Infantiles, que era compañera de Iara.
Pruebas
¿En qué situación está ahora la investigación judicial? Responde Maximiliano Orsini, el abogado de Mariela:
“Falta que declare un testigo que se comunicó con la mamá de Iara para darle indicios de lo que pudo pasar esa noche: supuestamente fue a una fiesta de cumpleaños de una persona que se domicilia en cercanías de donde se encontraron los restos. A este testigo lo citaron en dos oportunidades y no se presentó. Ahora se libró un comparendo compulsivo para que lo vaya a buscar la policía. Evidentemente por algo no quiere declarar. Falta también que llegue la pericia histopatológica de los restos, que mandamos a hacer a La Plata: eso nos puede aportar si tenía restos de droga o alcohol. Falta el resto del cuerpo, el pantalón, las zapatillas, el celular. Y el informe de la compañía telefónica, que a más de cinco meses todavía no lo envió”.
¿Y qué hay?
La prueba más importante y la que nos da claramente una hipótesis de homicidio es la pericia que hizo la policía científica sobre las pocas prendas halladas. Esa pericia fue ordenada por la fiscalía para determinar si las prendas tenían daños provocados por animales o una jauría, con la intención de confirmar su hipótesis. Y dio el resultado contrario: no había ningún daño producido por animales. Lo que había era un daño en el bretel izquierdo de corpiño, que fue arrancado; otro en el encaje: un desgarro. También en una de las mangas del buzo, que coincide con el desgarro en el encaje porque es en el mismo lado: tiene descosida la costura, como si hubiesen jalado de allí. Es un daño que está muy claro. Hay también dos manchas de sangre en la parte frontal del corpiño. La bombacha está rota en la parte de abajo, cortada, según dicen los peritos, con algún objeto que no es tijera o cuchillo, porque no es perfecto, pero que es un objeto cortante. Son indicios claros de un hecho violento, pero lamentablemente no se está investigando así. Es una causa plagada de indicios, pero sin autor identificable.
¿El crimen perfecto?
Sí, porque se perdió mucho tiempo investigando un suicidio. Y se perdieron muchas pruebas en esa demora. Es una responsabilidad fiscal directa. Si ves la causa se ha movido solo por los pedidos de la querella. Hace lugar a esos pedidos, pero con una posición tomada: la hipótesis sobre suicidio. Para la fiscal no es una muerte violenta porque cree que no hay elementos objetivos que así lo indiquen. Para mí la pericia de las prendas lo son, pero no para la fiscal. Nunca vi un caso tan cerrado en cuanto a la falta probatoria y tampoco vi nunca un accionar de una fiscalía tan relantizado. El tiempo pasó, los meses transcurren y no hay nada.
¿Y a qué atribuye esa nada?
Es un barrio manejado por algunos vendedores de drogas y la policía tiene que saber quiénes son. Si hay testigos es difícil que hablen por temor a las represalias. Libertad es un barrio blindado. Si a eso le sumás una fiscal que no investiga tenés esto: la impunidad.
Valor
¿Qué se necesita para hacer justicia por Iara? Responde Mariela:
“Que una persona tenga el valor de decir lo que sabe y se presente a declarar. Una”.
¿Creés que hay condiciones para que alguien diga la verdad?
¡Qué pregunta! Creo que sí, ojalá que sí.
Ruido
Mariela viaja todos los miércoles desde Miramar a Mar del Plata para plantarse frente a los tribunales y hacer un ruidazo: hace sonar latas, pitos, cornetas durante horas y horas. La acompañan Marta, la mamá de Lucía, sus amigas y desde hace cinco semanas la familia de Walter Obregón, a quien conoció en esa vereda: están buscándolo desde el 15 de agosto cuando lo subieron a un auto por la fuerza en la zona de Playa Serena. Dirá Mariela: “Cuando pasa algo así ¿nadie averigua, nadie hace nada? ¿No hay cámaras, no hay testigos, no hay nada? Ahora reclamamos justicia juntas por que es la única manera”.
Cerca
El resto de la semana Mariela se dedica “a seguir muy de cerca lo que ocurre en el barrio Libertad”. Informa: “Ya hay tres personas asesinadas este mes de noviembre. Y hoy se sumó el femicidio de una mujer que fue tiroteada por el sobrino. Dicen que fue por una discusión familiar. Averigüé y no es así. Es porque venden droga y si alguna persona se opone, termina con un tiro”.
Se refiere al crimen de Evangelina Elizabeth Sánchez, acribillada en la puerta de su casa delante de sus cinco hijas. Era una trabajadora de la industria pesquera. Había conseguido quedar efectiva hacía tres meses. Festejó ese alivio: creía que su vida y las de sus hijas estaban aseguradas.
Huérfanas
Las cinco huérfanas que dejó Evangelina son ahora la preocupación central de las vecinas de las cuadras más castigadas del barrio Libertad. La mayor tiene 20 años, le sigue una de 19, embarazada, y luego una escalera de tres criaturas que van de los 7 a los 3 años. Todas dependían del sueldo de su mamá.
Chat
Durante la inauguración de la Casa de Lucía las hijas de Evangelina pudieron conocer cara a cara a las funcionarias de los ministerios de las Mujeres de Nación y provincia de Buenos Aires y plantearles la emergencia de su situación. A la semana le pregunto a Brenda, la mayor, qué resultados concretos hubo. Me reenvía entonces los mensajes que recibió del bonaerense, el único que sigue en pie:
Hogar
Brenda me dice que está muy preocupada. Creo entender por qué hasta que me lo explica, y no: investigué, recorrí, escuché, caminé, entrevisté, busqué datos, leí expedientes, consulté archivos y más, pero no entendí nada.
Esta joven mujer menuda, que todavía tiene húmedos los ojos y negras las ojeras, en menos de diez días ya aprendió lo importante: muy pocas personas entienden lo que sucede en el barrio Libertad.
Me lo tiene que decir todo, palabra por palabra y con paciencia.
Dirá entonces Brenda: “Puedo dejar de estudiar. Mi mamá no quería, pero bueno: ahora tengo que hacerlo y sé que puedo. Sé también que voy a tener que trabajar muchas horas, incluso los fines de semana. Ahora viene la temporada, así que quizá no sea tan difícil. Perfecto. Puedo hacer eso también: trabajar sin parar para mantener a mis hermanas mientras las cuidan las vecinas. Pero, ¿sabés qué lo que no puedo? No puedo dejar de tener miedo de que venga Minoridad y diga que no hay nadie que se haga cargo de ellas y entonces una jueza las mande a un hogar”.
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