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Curtidos: Talar Coop recuperada

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Una fábrica de cuero quebrada de manera fraudulenta por su dueño. La lucha de los trabajadores que se metieron adentro y siguen produciendo. El dilema de la falta de clientes. Y el festival de mañana, 20 de junio, para seguir parando la olla. Historia y fotos de otra cooperativa que quiere seguir sin patrón.

Por Giansandro Merli. Fotos de Gaia di Gioacchino

Hay un montón de cuero. Sin curtir y ya curtido. De muchos colores y calidades. Hay carteras, cintos, billeteras, bolsos. Hay fundas negras para utensillos para asados. Hay monturas, muchas monturas para caballos grandes y pequeños. Monturas de alta calidad.
 
También hay: ganas de trabajar, deseo de salir adelante, y esperanza de superar un momento difícil.
 
Hay un equipo de 15 compañeros que la lucha ha unido como  una familia.
 
Lo que falta son compradores: el dueño se llevó la cartera de clientes a Paraguay, junto con la empresa.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Historia de la lucha

Estamos al 1.369 de la calle Montenegro, en el barrio de Villa Ortúzar. Afuera hay mucho sol, pero atravesando el portal de hierro verde se ingresa a una grande habitación casi oscura. La luz ilumina una mesa llena de herramientas de trabajo. Alrededor,  los trabajadores. “Vienen a entrevistarnos”, dice uno. Y los otros paran de medir, curtir, cortar, y se acercan.
 
El mate empieza a rodar. Hernán Solano Rafael toma la palabra: “La historia empieza con una fábrica que se llamaba Jocri. Se fundó en 1973 con muchos trabajadores que aún hoy siguen acá. La propiedad era de la familia Canaves. Se producían sobre todo montaduras, para el exterior. Era una talabartería conocida a nivel internacional. Siempre hubo mucho trabajo. Quebró hace un año”.
 
Corría el viernes 28 de abril de 2017 y en el predio de la fábrica pasó algo raro. Silvia Conti, mujer de Jorge Canaves, el dueño de la empresa, convocó a una reunión con los 56 trabajadores. Entre lágrimas, la señora Conti dijo a los empleados que había que trabajar más, porque si no la fábrica se vendría abajo. Lo extraño fue que al final de la reunión el administrador pagó a todos la quincena.
 
“Nos mirábamos entre nosotros y decíamos: ‘¡qué raro! ¿Porqué nos está pagando por adelantado’. Aún tenían cinco días hábiles para hacerlo. Nunca había pasado algo así”, recuerdan. Ya hacía un tiempo que las cosas en la fábrica no eran como antes. “Hacía dos años que habían empezado las intimidaciones contra los compañeros por parte de la patronal. Nos decían continuamente que teníamos que producir más para sacar a flote la empresa. Pero al mismo tiempo, también nos repetían que el mercado global estaba en crisis y las ventas bajaban”.
 
Lo que había pasado en aquella reunión de finales de abril había inquietado a los trabajadores. Hernán: “Así, saliendo nos quedamos a discutir en la plaza acá al lado y decidimos hacer vigilia. Teníamos temor de un vaciamiento. Hicimos vigilia durante los cuatro días, porque después del viernes, del sábado y del domingo, el lunes era el primero de mayo. Los dueños pasaban en el auto y nos miraban. Nosotros ahí en la plaza, haciendo vigilia. El día de la fiesta del trabajador, Silvia Conti llamó a nuestro delegado diciendo que la fábrica cerraba y que nadie se presentara más. Nosotros, entre carcajadas y dudas, no sabíamos qué hacer”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

El 2 de mayo todos los trabajadores se presentaron en la puerta. “Llegamos y estaba todo cerrado. Esperamos. Seis y media, nada. Siete, nada. Siete y media, nada. Nadie venía a abrir la puerta. Entre desesperación, lágrimas e impotencia no sabíamos qué hacer. Así llamamos al sindicato y a los avocados. Y entramos de una para ocupar nuestro lugar de trabajo y esperar novedades por parte de la empresarial. Eaquel momento empieza un cambio brusco en nuestras vidas. Nosotros sólo sabíamos que una cooperativa es un conjunto de trabajadores formando un microemprendimiento. Tuvimos que armar una”.

Curtirse

El cambio no fue simple. El día del cierre había 56 empleados trabajando dentro la fábrica. Hoy son 15. Entre ellos una mujer, que prefiere no hablar. “Fue duro” sigue Rafael. “No había trabajo. Y las facturas no esperan. La familia no espera. Los hijos no esperan. No podés parar de darles comida, de comprarles lo que necesitan. Muchos empezaron a buscar changas. Cualquier cosa para sobrevivir. No es por falta de compañerismo que no siguieron. Fueron obligados por las circunstancias”.
 
Y añade: “En ese momento estaban cerrando muchas empresas, como Pepsico por ejemplo. Nosotros mirábamos estos cierres en la televisión, en el comedor de arriba, y decíamos: esperamos que no nos pase a nosotros. Pobre gente. Ya sabíamos que los que dicen que podés buscar otro trabajo mienten, porque no saben lo difícil que es. Igual, pasó. Y tuvimos que buscar maneras de salir adelante”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

En los primeros meses se acercaron muchas personas, sobre todo vecinos y otras recuperadas. Una en particular: La Litoraleña, fábrica de tapas de empanadas y tartas tomada por sus trabajadores en noviembre 2015.
 
A la charla se suma Pedro Gonzal, trabajador y presidente de la cooperativa: “La Litoraleña nos dio buenos consejos. Los compañeros nos decían cómo hacer las cosas, nos contaban su experiencia. El problema es que otros rubros que están como cooperativa tienen mercado nacional. Nosotros no. Acá el dueño se llevó la cartera de clientes: todos estaban afuera. No había en la Argentina. Así para nosotros es mucho más complicado. Estamos tratando de conseguir de vuelta los clientes o de buscar nuevos. Estamos mandando mails, estamos buscando por todos lados. Pero la situación está complicada, el país está complicado. Habría que hacer las cosas con tranquilidad, pero nosotros estamos apurados”.
 
Felipe Cáceres Gutiérrez trabajó 30 años para el viejo dueño. Cuenta: “Jorge Canaves tiene la culpa de lo que pasó. Dio la quiebra, pero siempre tuvo mucho trabajo. A veces se hacían mil monturas por mes. Para que él se lleve las ganancias y nos deje tirados acá, trabajamos sábado, domingo y días feriados. Tenía muchos clientes, hasta 50. Se los llevó todos. Todos estaban el exterior. Si pudiéramos exportar, hoy en día el trabajo nos saldría muy bien, porque el euro y el dólar están subiendo”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Para este tipo de fábricas exportar no es fácil por razones burocráticas, pero sobre todo por la necesidad de tener contactos y relaciones. Además, tampoco es fácil producir monturas. Hernán explica el por qué: “En la montura hay una cadena de producción. Cada uno tiene que estar en su lugar. Y acá los trabajadores no somos los mismos de antes. Pero sobre todo, la montura es un producto muy costoso, complejo de realizar y de vender. El mercado argentino está colapsado y si no tenés donde exportar estás en el horno. Por lo tanto, nos dedicamos más a la marroquinería. Empezamos a fabricar carteras, mochilas, portatermos, cintos, llaveritos. Más por necesidad, por tener algo de plata en la mano. Porque nuestra apuesta es la talabartería: es el rubro que podría hacer verdaderamente sostenible la fábrica”.
 
El esfuerzo crece y el recorrido que queda adelante aún es largo. Gutierrez lo sabe: “El dueño se comportó re mal, pero tampoco el Estado nos ayudó nunca. Las tarifas pegan duro cuando no tenés mucho trabajo. Ahora trabajamos para pagar luz y agua. A veces nos llevamos 500 pesos por semana, a veces los ingresos no llegan a pagar la SUBE”. Hernán: “Las facturas nos están matando. ¿Dónde se vio en la historia de la humanidad que tengo que dejar de comprarle un caramelo o una gaseosa a mi hijo, que es un buen nene que saca buenas notas, para pagar los aumentos? ¿Por qué tengo que elegir entre bancar mi hija que quiere seguir estudiando en la universidad, lo que yo no pude hacer, o bancar el tarifazo?”.
 
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Paraguay, ida y vuelta

Este grupo de trabajadores ha logrado sobreponerse a la fuga de la patronal, la cual pasó hace ya un año, con vacaciones impagas y sin abonar indemnizaciones, entre gallos y medianoche cerró la fábrica, afirmando que trasladaba su capital a la República hermana del Paraguay en busca de mayores ganancias”, señala un proyecto de declaración presentado a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que dé “su beneplácito ante el otorgamiento de la matrícula como cooperativa de trabajo para los trabajadores de Talar Coop Latinoamericana, histórica talabartería”
 
Hernan cuenta: “En los últimos tres-cuatro años el dueño trajo a la fábrica mucha gente a capacitarse. Vinieron un par de alemanes a ver cómo era la estructura del producto. Todo esto nos llevó a pensar que él estaba montando otra empresa con socio alemanes en Paraguay. Se deshizo de nosotros, de las cargas sociales, de los problemas y se fue a buscar mano de obra barata en aquel país”. Pedro: “Él se asoció con la firma Aimara, que está en Parauay. Ahora, Aimara está pidiendo el inmueble, porque supuestamente lo compró. Nadie nos puede mentir: el rubro de la talabartería es chico y nos conocemos todos. ¿Sabés qué? Algunos compañeros encontraron a la dueña en un banco acá cerca y ella les dijo que tenemos que dejar el predio, porque está vendido y porque tiene pedidos de montura. Con esta misma arrogancia les habló”.
 
Junto a los trabajadores se encuentra en la cooperativa Andrea Manzi, abogada, integrante de una red nacional de multisectoriales. Manzi llegó a Talarcoop para dar una mano, porque “esta profesión debe tener una función social”. Explica: “Los anteriores dueños llegan a la quiebra a través de una triangulación con el inmueble. Es decir que es una quiebra fraudulenta. No es que Jocri no estaba dando ganancias, simplemente ellos fueron produciendo un vacío, preparando el terreno en otro país. A través de crear empresas paralelas pero familiares generaron la quiebra, que hoy se está tratando de demostrar que era fraudulenta. Esto sobre todo para que los trabajadores cobren lo que se les debe: aportes provisionales, algunos extras, algunas vacaciones e indemnizaciones”. 
 
Añade un consejo, que puede resultar útil para muchos: “Yo siempre les digo que personalicen la quiebra, que se hagan presentes en los juzgados, porque a veces los jueces ven un expediente… Pero tienen que ver que atrás de ello hay gente, hay cuerpos, hay vidas. Y también que hay compañeros que se quedaron en el lugar de trabajo, que crearon una cooperativa y lo están dando todo para hacerla vivir y producir”.
 
Cuando la charla está por terminar, Hernán afirma: “Lmás lindo en la vida es que sigue habiendo gente que apuesta en nosotros. Que se solidariza. Si el mundo fuera así, si la Argentina fuera así, no estaríamos pasando todo esto. Pero lamentablemente este sentimiento común, este ayudarse recíproco se está perdiendo. Porque los grandes empresarios, los congresistas, los políticos solamente piensan en ellos. Si ellos estuvieran acá no sobrevivirían ni un momento. Mientras que nosotros, que somos los que pagamos los impuestos, tenemos aguante y tratamos de sobrevivir”.
 
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Foto: Gaia di Gioacchino

Al salir del predio Hernán pregunta por qué equipo voy a hinchar en el Mundial, ya que Italia quedó afuera. “Argentina”, contesto creyendo que él hará lo mismo. “¿Argentina? ¿Y por qué si no va a ganar? Nosotros somos mejores este año”. “¿´Ustedes´ quiénes?”, le digo sorprendido. “Nosotros: ¡Perú!”.
 
Ya fuera del portal, despidiéndo al presidente de la cooperativa, hago la última pregunta: “¿Hay muchos trabajadores que no son argentinos?”. Me contesta: “Sí, casi todos. La mayoría son de Paraguay”.
Mañana 20 de junio, de 12 a 18, en Montenegro 1369 (Villa Ortuzar, los trabajadores de Talarcoop organizan un día de festejo con: locreada; clase de tango; música en vivo; artistas invitados; feria de productorxs independiente; sorteos.
Gran cierre: Agrupacion Ilegal Los Imparciales
¡Apoye el trabajo autogestionado, suporte a Talarcoop!
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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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