Sigamos en contacto

Nota

Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

El pasado jueves 23 de septiembre se impulsó un nuevo episodio para intentar desactivar la impunidad. Sobre la avenida Libertador, en el gigantesco predio antes conocido como ESMA y que es ahora el Espacio Cultural Nuestros Hijos, se realizó el Juicio Ético y Político a los Jueces cómplices de la dictadura. Como se demostró luego, no sólo fueron cómplices, sino partícipes necesarios para la suspensión de derechos y la primacía del estado de sitio.

Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

foto: Prensa Madres / Seba Romero


Hace unos meses fue el turno de los periodistas (ver: Periodismo y dictadura: juicio ético) y más adelante se seguirán juzgando a los sindicalistas y los miembros de la iglesia católica. Lo que parece tratar de demostrar la Asociación Madres de Plaza de Mayo con estos juicios es anunciarnos que una dictadura requiere de un aval civil expreso en el lenguaje y también en el accionar; que no son monstruos sólo los que perpetran los crímenes, sino también quienes los silencian, los apañan o los incitan.
Unos minutos antes de que comience el juicio, se podía ver a Hebe de Bonafini, que está cerca de cumplir ochenta y tres años, contando anécdotas de la época y con toda la energía para desempeñar su papel, el de miembro del tribunal, que no eran tres, sino dos: Hebe y Eduardo Barcesat. Los fiscales fueron Mariana Seró, estudiante de Derecho en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo; y los doctores Hugo Gallardo y Antonio Rojas Salinas. El auditorio estaba lleno; sólo quedaban algunos espacios vacíos en la tribuna del fondo. Todas esas personas sentadas eran el jurado y llevaban un brazalete azul que marcaba a cada uno como «juez».
La lista de imputados
Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

foto: Prensa Madres / Seba Romero


Al comienzo del juicio, las luces se apagaron y el ambiente se volvió un poco más pesado: sobre una pantalla gigante se proyectaron, una por una, fotos de los acusados. Debajo se narraban sus historias profesionales a modo de prueba para la posterior condena. La presentación incluía ruidos de golpes metálicos, sonidos de bebés gimiendo y de aviones que parecían sobrevolar la sala. La larga lista de imputados mencionó, entre otros:
Eduardo Rafael Riggi: Fue nombrado juez en 1978, durante el gobierno de Jorge Rafael Videla. Había llegado a los tribunales siete años antes, con un cargo en el Camarón, la Cámara Federal en lo Penal creada por el gobierno del general Alejandro Agustín Lanusse para «juzgar la actividad subversiva». En 1973, cuando Héctor Cámpora asumió la presidencia, Riggi fue cesanteado. Volvió al poco tiempo, tras ser rebajado al último puesto del escalafón, pero recuperaría posiciones a medida que se acercaba el golpe de Estado. Luego, Menem impulsó personalmente su nombramiento en Casación. Riggi fue acusado de tener buenas relaciones con los militares y ser del Opus Dei. Lo desmintió en estos términos: «No tengo el honor de ser del Opus Dei».
Luis Francisco Miret: La semana pasada fue suspendido en Mendoza por omisiones en las investigaciones de denuncias. «En su condición de juez federal de Mendoza, aseguró la impunidad de los secuestros, torturas, violaciones y otros vejámenes cometidos por las Fuerzas Armadas y de seguridad» desde «los años previos al golpe de Estado instaurado en el año 1976». La afirmación es parte del dictamen que votó la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura. El documento muestra que conocía los lugares de detención y que incluso se entrevistó con un preso después de la sesión de torturas. También se lo acusa de la detención ilegal de una menor, Luz Faingold, y se le cuestiona el archivo de la causa sobre la apropiación de la hija de un matrimonio desaparecido.

Otilio Romano: Fiscal de Mendoza. Organismos de derechos humanos y sobrevivientes del mayor centro clandestino de esa provincia, que funcionó en el Departamento de Informaciones (D2) de la policía, lo denunciaron ante el Consejo de la Magistratura por no investigar denuncias de secuestros, torturas y violaciones, cometidas por miembros de fuerzas de seguridad antes y durante la última dictadura. El escrito destaca el «compromiso ideológico» de Romano «con la persecución sistemática de población civil emprendida por el régimen militar»


Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

foto: Prensa Madres / Seba Romero


Wagner Gustavo Mitchell: La fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani, presentó una denuncia contra el actual miembro de Cámara Nacional de Casación. En 1976 era titular del Juzgado Nacional de Instrucción Número 16  y firmó la entrega definitiva del bebé al policía, un mes después del secuestro y desaparición de la madre. Fue también quien ordenó suspender las pruebas de ADN para los supuestos hijos adoptados por Ernestina Herrera de Noble.

Juan Martín Romero Victorica: El fiscal que suele jactarse de sus «cuarenta y siete años en la Justicia» fue denunciado ante la Procuración por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y el abogado Alejo Ramos Padilla por su «parcialidad», que lo lleva a obstaculizar causas que investigan delitos de lesa humanidad. Para defenderse, reiteró que en los ’70, en Argentina, «hubo una guerra», por la que responsabilizó a «marxistas fascistas», algunos de los cuales «están hoy en el poder», y defendió a Jaime Smart, el ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura.
Víctor Hermes Brusa: Fue secretario del juez Fernando Mántaras en la provincia de Santa Fe durante la dictadura. Presenció sesiones de tortura, tomó declaraciones en centros clandestinos de detención (Comisaría 4ª de Santa Fe y en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR)) y obligó a los detenidos-desaparecidos a firmar testimonios obtenidos en la tortura, amenazándolos.
Pedro Cornelio Federico Hooft: «Actuó en evidente complicidad con el aparato represivo que tenía como epicentro al GADA 601; como principal referente al Coronel Barda y como identificación a la subzona 15»,  consigna la denuncia presentada por organismos de derechos humanos contra este juez marplatense que en marzo de 2009 se resolvió llevar a juicio político.

Norberto Giletta: En tiempos de la dictadura su juzgado fue conocido por el record de rechazo de habeas corpus que presentaban los familiares de desaparecidos.  «Hubo «una guerra subversiva», en la que se cometieron «errores y excesos». El actual proceso de justicia es sólo el producto «del descomunal esfuerzo desarrollado por la izquierda nacional e internacional». «Es la ley del Talión a través de la Justicia». Las afirmaciones pertenecen Giletta, quien así pidió en septiembre de 2009 la absolución de su cliente, el general retirado Jorge Olivera Róvere, imputado por un centenar de privaciones ilegales de la libertad y cuatro homicidios en 1976, cuando era jefe de la subzona militar Capital Federal.

Guillermo Rivarola: Fue el juez que tendría que haberse encargado de investigar la masacre de los sacerdotes palotinos, masacrados en 1976. Cuando el periodista Eduardo Kimel investigó el caso, lo querelló porque afirmó en el artículo la siguiente conclusión sobre su actuación: «La evidencia de que la orden del crimen había partido de la entraña del poder militar paralizó la pesquisa, llevándola a un punto muerto». Kimel fue condenado y su caso fue llevado ante la Comisión de Libertad de Expresión de la OEA. Fue el caso Kimel el que inspiró la derogación de los delitos de calumnias e injurias en el ámbito penal
Luis María Fernández: La abogada del Ceprodh, Ivana Dal Bianco, denunció que «fue asesor del Ejército durante la dictadura militar del año 1977 a 1992«. En junio, este magistrado querelló a integrantes de organizaciones de derechos humanos que lo cuestionaron durante la lectura de fallo por torturas en la U11. El camarista realizó personalmente la denuncia penal, causa que tramita ante la Fiscalía Nº 3 de Neuquén.  Acusa a Oscar Ragni, integrante de la Corriente de Militantes por los Derechos Humanos de Neuquén y padre de Oscar Ragni, desaparecido en la dictadura; a Héctor Ramírez, padre de Pablo Ramírez, fusilado por la policía neuquina; a Mónica Damicelli, secretaria general de Aten y a Ivana Dal Bianco, abogada del Ceprodh, querellante en la causa que investiga los delitos de lesa humanidad de la zona.

Guillermo Gordo: Miembro del TOF º5, fue el único juez que absolvió a militares el año pasado, por la causa «Jefes de área».

Luis María Vera Candiotti: El magistrado está imputado en una causa en la que se investiga la supresión de identidad de María Carolina Guallane, que sobrevivió al asesinato de sus padres biológicos a manos de la dictadura, cuando ella era sólo una beba.

Juan Carlos Marchetti: «Muerto el perro se acabo la rabia», le gritó en 1977 el juez de Menores Juan Carlos Marchetti a una pareja de San Nicolás que insistía en preguntar por el destino de Manuel. El niño de seis meses era el único sobreviviente de una masacre perpetrada por militares y policías en la que murieron su madre y la familia Amestoy, incluidas dos criaturas de tres y cinco años, y el magistrado ya lo había encomendado a personas de su confianza. Manuel Gonçalves Granada se crió con un nombre falso, recuperó su identidad en 1995, logró el procesamiento de varios de los asesinos de sus padres y exigió en 2009 que los funcionarios judiciales que consintieron la supresión de su identidad y nada hicieron por devolverlo a su familia rindan cuentas como imputados.

Julio Demetrio Petra: Camarista mendocino que fue recusado de causa que investigan delitos de lesa humanidad por «parcialidad». En su momento, Ángela Urondo, hija del asesinado poeta y periodista Paco Urondo, denunció en una carta pública que ese camarista que debía actuar en la investigación de la desaparición de su madre, «dejó en libertad a todos los represores imputados, otorgándoles el beneficio de prisión domiciliaria (con la amenaza que esto significa para los sobrevivientes) y sus resoluciones, inclusive le permitieron a uno de ellos irse de vacaciones a Mar del Plata, sin importarles que están acusados de delitos gravísimos como: la desaparición de personas, secuestros, torturas y homicidios».

Carlos Pereyra González El abogado puntano José Samper, ante los miembros del Tribunal Oral, aseguró haber escuchado de boca de Pereyra González que «había presenciado una sesión de tortura practicada a Graciela Fiochetti», joven que apareció muerta en las Salinas del Bebedero un par de días después de haber sido secuestrada por efectivos militares de su domicilio en la localidad de La Toma.

Alicia María Di Donato y Alberto Durán: El Espacio Justicia Ya recusó a estos dos miembros de la Sala I de la Cámara de Apelaciones de La Plata, quienes debían resolver una presentación realizada por los querellantes del caso López mediante la cual exigen que la causa sea recaratulada como desaparición forzada de persona. El pedido de recusación se funda en la estrecha relación que existe entre los magistrados y la Policía Bonaerense, sospechosa de la desaparición del testigo clave en el juicio que condenó a cadena perpetua al represor Miguel Etchecolatz.
Nicasio Dibur: Fue juez federal de la última dictadura, luego defensor de militares acusados de crímenes de lesa humanidad y con el menemismo se convirtió, desde 1992, en un hombre influyente dentro del Ministerio de Justicia, tanto que su palabra fue determinante en el nombramiento de los jueces de los noventa. Dibur permaneció en ese ministerio durante todos los gobiernos que siguieron, incluso el de Néstor Kirchner. Su extensa supervivencia como funcionario público terminó recién en 2008.

Abel Bonorino Peró: Durante la dictadura, tenía a su cargo el Juzgado de Sentencia N°2, desde donde rechazaba los hábeas corpus que presentaban familiares de desaparecidos. Fue uno de los jueces que en 2003 ordenó el desalojo de la fábrica recuperada Brukman.
Horacio Enrique Prack: Fue fiscal durante la dictadura militar y hoy es uno de los miembros de la Cámara de San Martín, increpada por los abogados de Justicia Ya por paralizar el «caso Febres». El 10 de diciembre de 2007, cuando estaba por declarar, el represor Héctor Febres apareció muerto en su celda con una gran dosis de cianuro en su cuerpo. De acuerdo con la querella, la investigación se estancó cuando la causa pasó de San Isidro a San Martín: «allí les dictaron falta de mérito a todos los imputados y los acusaron de delitos menores a los prefectos que estaban en la lista de homicidas. De esta manera, esgrimen los querellantes, mataron dos pájaros de un tiro. Dejaron en libertad a los principales acusados y evitaron seguir investigando»hacia arriba en las responsabilidades institucionales».
Néstor Luis Montezanti: Apoderado de la Unión Obrera Metalúrgica desde la década del ’60 y profesor de la UNS desde 1971, a lo largo de su carrera Montezanti defendió y/o asesoró al militante de la Concentración Nacionalista Universitaria Néstor Beroch, al fascista interventor de la UNS Remus Tetu, al dueño de la vida y la muerte de La Escuelita general Adel Vilas y al médico acusado de prestar servicios en ese centro clandestino, Humberto Adalberti. Tiene una nota de agradecimiento del ex general Guillermo Suárez Mason
Justo Rovira: Es titular de la Fiscalía de Instrucción en lo Criminal Nº 7. Su nombre, número de documento y fecha de nacimiento figuran en las listas de agentes del Batallón 601, recientemente desclasificadas.

Alfredo Bisordi: Presidente de la Cámara Nacional de Casación Penal. En sus fallos se ha referido a la ex detenida – desaparecida Graciela Daleo como «delincuente terrorista», y se ha excusado de intervenir en causas de lesa humanidad «dado que se consideraba enemigo manifiesto de los querellantes, varios de ellos representantes de autodenominados organismos defensores de algunos derechos humanos».

Alejandro Máximo Sánchez Freytes Es titular del juzgado Federal N° 2 de Córdoba Capital. Ordenó que se proceda a destruir documentación y expedientes acumulados en su juzgado que comprenden los años que van entre 1968 y 1978.

Adolfo Gabrielli, Horacio Heredia y Abelardo Rossi, Alejandro Caride, Federico Videla Escalada, Emilio Miguel Daireaux y Elías Guastavino: Integrantes de la Corte Suprema de la dictadura.

Jorge Gabriel García Collins: En febrero de 1986 emitió una orden de prisión preventiva contra la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini por «resistencia a la autoridad y desacato». Fue cuando Hebe reclamó, en el momento de la exhumación, que se investigue a los asesinos de Liliana Pereyra y Alberto Fonseca, desaparecidos en Mar del Plata.
Eduardo Vocos Conesa: Era titular de la Sala II de Apelaciones. Renunció en enero de este año. Se encontraba desde fines de 2009 bajo licencia psiquiátrica por lo que evitó un eventual juicio político. Fue acusado por levantarse contra la democracia luego de reivindicar a través de un obituario publicado en uno de los principales matutinos porteños al ex carapintada Mohamed Alí Seineldín citando frases de Primo Rivera, creador de la Falange Española (organización política que precedió a la dictadura franquista). Mientras era camarista, insultó públicamente a un grupo de familiares de desaparecidos
Guillermo Federico Madueño: Entre 1975 y 1978 fue la pata judicial del terrorismo de Estado en Bahía Blanca. Por las noches visitaba a los jefes del Cuerpo V de Ejército «para hablar secretamente de todo lo que ocurría contra la subversión», según contó el general Adel Vilas. De día, como juez federal, rechazaba los hábeas corpus a favor de desaparecidos y archivaba sin investigar los fusilamientos que los comunicados oficiales publicitaban como enfrentamientos. Fue miembro del Tribunal Oral Federal 5 hasta 2004, cuando se reveló su historia negra y se pidió su juicio político.

Leopoldo José Russo: Fue juez federal de la Plata en tiempos de la dictadura. En los Juicios por la Verdad, un familiar que buscaba a su esposo secuestrado contó que fue a verlo y el magistrado le espetó. «»No siga con las gestiones porque en lugar de uno van a ser dos».

Eduardo Marquardt y Ángel Martínez: La Cámara Federal platense, cuando confirmó los procesamientos a los imputados por los crímenes de la Unidad 9, ordenó desglosar la pesquisa e iniciar una investigación penal contra estos dos jueces federales por serias irregularidades en la muerte de Alberto Pinto.

Martín Anzoátegui: Juez federal durante la dictadura. En 1981 ordenó la detención de las autoridades del Cels. Fue en represalia por la presentación que hizo Augusto Conte en París de un documento que describía detalladamente el funcionamiento del terrorismo de Estado. Allanaron la sede del Cels y se llevaron dos cajas con documentación, una estufa, dos teléfonos, tres máquinas de escribir y un ventilador. «Nos llevaron a Coordinación Federal -recordó en una nota periodística la madre de Plaza de Mayo Carmen Lapacó-. Los que manejaban dijeron: ‘¿A dónde vamos? ¿A la caja o a dónde?’. Nos llevaron a Coordinación Federal. Por suerte, a la semana, nos soltaron.» El mismo día detuvieron en su casa a Emilio Mignone.

Amelia Lidia Berraz de Vidal: Fue denunciada ante el Consejo de la Magistratura por familiares y sobrevivientes del terrorismo de Estado, por obstaculizar las causas sobre los crímenes dictatoriales. Se excusó en las megacausas de derechos humanos por su amistad con uno de los militares imputados

Oscar Hermelo: Fiscal. Trabajó en la ESMA durante la dictadura militar en la dirección de talleres automotores. El represor Alfredo Scilingo lo condecoró por su colaboración con la Marina y denunció en democracia que era un hombre de confianza de la patota y que estaba al tanto de todo lo que pasaba en la ESMA.

Norberto Quantín: Durante la dictadura, el juez Raúl Zaffaroni ordenó la libertad de un detenido a disposición del Poder Ejecutivo. El fiscal Quantín apeló porque el Poder Judicial no puede «inmiscuirse en la esfera política» si la patria sufre una «guerra revolucionaria». La Cámara del Crimen confirmó el fallo de Zaffaroni. Quantín recurrió a la Corte Suprema alegando que el detenido carecía de «posibilidades ciertas y positivas de recuperación para acceder a su reinserción en la sociedad». En 1990 y 2003 aceptó dictaminar en el fuero federal, que no es el suyo, en favor del indulto para procesados y en defensa de las leyes de punto final y de obediencia debida

Rafael Sarmiento: Fue juez federal de Capital Federal hasta 1979 y, como tal, rechazó sistemáticamente los recursos de hábeas corpus presentados por las familias de los desaparecidos.

Luis Rueda. Actual presidente de la Cámara Federal de Córdoba. El ex policía del Departamento de Informaciones (D2) Carlos Yanicelli lo acusó en julio de este año de trabajar «para los servicios de inteligencia» durante la dictadura. El ex policía dijo que Rueda, trabajó «como pinche para los servicios de inteligencia» militar cuando ocupaba el cargo de escribiente (auxiliar) de la justicia cordobesa. Además, mostró una foto en la que supuestamente aparece el presidente de la Cámara Federal de Apelaciones en una reunión con autoridades del Servicio Inteligencia de la Aeronáutica (SIA) en la dictadura.
Cuando terminó la presentación el ruido de los aviones continuaba.
Los testigos
Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

foto: Prensa Madres / Seba Romero


Fueron seis los testigos que subieron al estrado a dar testimonio. El primero fue Roberto Bergalli, quien vino especialmente de Europa para declarar. Había sido encarcelado durante el año 76′ y todavía no sabe por qué. En la facultad había compartido las clases con Julio Strassera -quien fuera luego fiscal en el Juicio a las Juntas- y también con Andrés D’Allesio, secretario de la Corte de Videla, quien recibía las peticiones para aceptar o rechazar los habeas corpus. Cuando estuvo preso, su ex -compañero propuso que su habeas corpus fuera desestimado. Bergalli dirá luego: «No se puede denunciar nada con un Poder Judicial cómplice», y «la prisión es un hierro candente sobre la carne y la memoria de cada uno».
El testimonio de Bergalli se robó los últimos momentos de la tarde, y cuando Enrique Arias Gibert, Juez Nacional del Trabajo, subió los escalones que lo separaban del escenario, ya era de noche.  Dijo: «Este proceso de genocidio tuvo un objetivo racional: destruir el movimiento popular.»
Y también: «Los criminales que recorrían las cámaras empresarias y los despachos, que sabían perfectamente que derogar el derecho de huelga o derogar los convenios colectivos de trabajo, no era una medida necesaria frente a un estado de cosas, sino el objetivo real que se buscaba mediante este estado de cosas. Esto es el avasallamiento de los derechos de los trabajadores para que los dueños del país sigan siendo los dueños del país».
Alicia Oliveira, abogada, mencionó a Mario Penna, quien siendo Presidente de la Cámara del Crimen, avalaba que algunas patotas entren a los juzgados para detener investigaciones, aniquilando gente y llevándola luego a la morgue de su propia Cámara. Lo más notable fue su comentario sobre las Madres: ella las veía caminar llorando porque no sabían cómo hacer los habeas corpus, y los abogados se quitaban el peso de encima queriéndolos cobrar muy caros; tanto, que una madre no lo podía pagar para saber dónde estaba su hijo.
Carlos Zamorano fue quizás el testigo más lúcido, mezclando humor con frases terribles. Contaba, riéndose, que él pasó seis años preso a causa de un decreto, y que en ese momento lo único que él sabía era que la duración de su arresto dependía de la perpetuación del Estado de Sitio. Pasó por ocho cárceles, recorrió 8.000 kilómetros por el aire sin saber a dónde lo llevaban. Fue rehén de una de las prisiones de Córdoba y recordó cómo a uno de sus compañeros, que pertenecía al ERP, lo ejecutaron. En el 80′ a Zamorano – que es ahora abogado de la Liga Argentina de los Derechos del Hombre- lo liberaron. Ahora dice: «Esos ministros de la Corte establecieron una doctrina reaccionaria». Mientras habla y recuerda, en la sala hay un buen clima. Con sus palabras logró que el síntoma de la risa le gane a la indignación moral.
La quinta en subir al estrado fue Mirta Mántaras, abogada especialista en derechos humanos. Sus comentarios refirieron sobre una «familia judicial»: esto significa que hay, a lo largo de todo el país, apellidos que se repiten y se renuevan mientras pasan los años, que forman un estamento mafioso, el judicial, que se pretende noble y está corrupto. En su seno hay un juego de acomodamientos y favores, toda una serie de condescendencias que perpetúan el poder en relación a una familia. Dijo: «Anteriormente – a la dictadura- no eran un Poder muy respetable, pero los jueces conservaban cierta vergüenza.»
Julio Piumato fue el último testigo. Abogado y Secretario de Derechos Humanos de la CGT. Un fragmento de sus palabras: «Uno puede ver la forma en que han trabajado analizando toda la jurisprudencia de la época de la dictadura: en el fuero del trabajo, cómo avanzaron sobre las conquistas obreras. Sí hubo, a mi juicio, una complicidad sistemática». «La preocupación nuestra no es solamente historiar lo que pasó en la dictadura, si no cuánto de eso hoy sigue vigente en el Poder Judicial. Nosotros vemos que la ideología de la dictadura militar, sigue estando representada por los sectores más retrógrados. Los jueces fueron cómplices históricamente de esos sectores que siempre detentaron el poder económico en Argentina.»
La conclusión
Justicia y dictadura: Los jueces al banquillo

foto: Prensa Madres / Seba Romero


Luego de escuchar a los testigos, la Fiscalía tomó la voz. Estos son algunas de las frases más contundentes:
«Se los acusa de seguir siendo cómplices, generando impunidad en los procesos que se siguen por los crímenes de lesa humanidad. Y por ello de ser partícipes necesarios del delito de genocidio.»
«No fueron simplemente partícipes secundarios en el avasallamiento de los derechos de la población argentina, en la desaparición de los compañeros sino que fueron un engranaje concreto y directo y fueron la dictadura misma. Ellos fueron, al igual que los militares, la dictadura.»
«Consideraron razonable la vigencia del estado de sitio por casi nueve años; se aceptó la validez de actas de defunción emitidos por médicos policiales que hablaban de muertos en enfrentamientos evitando las autopsias que revelaban que habían sido fusilados; aceptaron la vigencia de normas dictadas por un engendro del Poder Legislativo como fue la CAL, la Comisión de Asesoramiento Legislativo que además derogó leyes de orden público que tienen a resguardar los derechos del trabajador.
Han violentado el principio constitucional de conocer para decidir y el principio que los obliga a afianzar la Justicia. Fueron partícipes del Estado terrorista porque fueron un engranaje necesario para la impunidad.»
Después de semejante acusación, con dos horas y media de alegatos interminables sobre la negligencia, la complicidad, y las muestras de cooperación, el llamado para la defensa fue un paso simbólico.
Quizás acá, en el invisible banquillo acusatorio, falten muchos nombres, y esto sólo sea una pequeña muestra de lo que hay que mirar, como claves que revelan una época. Personas que por omisión o por accionar ilícito prefirieron olvidar aquello por lo que habían jurado, demostraron que pueden ser vasallos de un régimen que quiso desarticular todo mecanismo de justicia, y que quiso adormecer todo aquello que estos hombres y mujeres, hoy imputados simbólicamente, habían estudiado.
Traicioneros del común acuerdo de su oficio, conspiradores de sí mismos, hoy encuentran una justicia que no olvida y que por un grito unánime los convirtió en culpables

Nota

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Seguir leyendo

Nota

La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

Seguir leyendo

Nota

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.