Nota
3era Jornada de Soberanía alimentaria: bailar, comer y vivir mejor
Miles de personas llenaron el Aula Magna de la Facultad de Medicina en la III Jornada de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria. La diabetes y la obesidad, los ejes de análisis y reflexión.
Miles de personas llenaron el Aula Magna de la Facultad de Medicina en la III Jornada de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria. La diabetes y la obesidad, los ejes de análisis y reflexión. Los buitres alimenticios y los datos de la TV que engorda. Por qué hay que bailar y comer sano, en esta nota escrita entre productos agroecológicos y sustentables, sin aditivos corporativos.
Si se toma como punto de referencia el mito de Adán y Eva, podría afirmarse que nunca tuvo una manzana un protagonismo como el que tuvo en la Facultad de Medicina de la UBA.
Sí: una manzana.
Y sí: en la UBA.
Una decena de jóvenes distribuyeron manzanas luego de la apertura de la III Jornada de Salud, Nutrición y Soberanía Alimentaria en la repleta Aula Magna de la Facultad de Medicina, que vio pasar durante todo el jueves unos 1500 inscriptos e inscriptas para este congreso que ya se convirtió en parte de la cultura social y universitaria, todo impulsado y motorizado desde la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria que coordina la licenciada Myriam Gorban.
“Cada vez se suma más gente”, celebra a lavaca. “Es potente toda esta energía junta”.
Este año, el eje de debate y reflexión se centró con preocupación en el “aumento desmesurado” de lo que ya se considera una epidemia a nivel mundial: las denominadas Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), como por ejemplo la diabetes y la obesidad. Por eso, previo a la primera mesa de ponencias, se distribuyeron manzanas agroecológicas mientras una chica y un chico se subían al escenario y pedían que, antes de comer la manzana, había que bailar.
Sí: bailar.
Y se bailó. Los jóvenes eran los coreógrafos de cientos de estudiantes y profesores que no pararon durante 8 minutos. “Si hablamos de obesidad y diabetes, hay que contestar: hagamos actividad física y comamos sano”, explicaron mientras la Facultad de Medicina se convertía en un boliche.
Un derecho humano
Antes de avanzar sobre los paneles, ¿qué es la soberanía alimentaria? La Cátedra lo explica a través de folletos explicativos:
- “Es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, en armonía con la naturaleza, que garantice una alimentación cultural y nutricionalmente adecuada, suficiente y accesible para toda la población”.
- “Otorga prioridad a las economías locales y mercados regionales, a los pueblos originarios, a los campesinos y agricultores familiares, pescadores artesanales y pastores tradicionales, así como a los asalariados rurales que participan en procesos colectivos basados en sistemas productivos justos y sustentables”.
- “Concibe a la alimentación como un derecho humano en vez de una mercancía, y al Estado como garante de la disponibilidad, accesibilidad, adecuación y sustentabilidad de la alimentación de toda la población”.
- “Constituye un verdadero paradigma que cuestiona y rechaza el modelo hegemónico de producción, distribución y consumo de alimentos, fundado en los agronegocios, en el extractivismo y en una falsa tecnociencia al servicio de los intereses de los poderosos, promoviendo el uso adecuado y sustentable de nuestros bienes comunes naturales”.
Sobre la calle había una radio abierta realizada por Mundo Villa, muestras de platos agroecológicos, feria, stands del SEDRONAR, actividades de prevención y lucha contra el cáncer, una docena de camillas para donar sangre y hasta una “energicleta”: una bicicleta fija con la que podías cargar el celular pedaleando. Todas las actividades no sólo se enmarcaban en la tercer Jornada impulsada por la Cátedra, sino también en el Día Mundial de la Salud.
El lujo de comer sano
“Es importante que hoy se hable de la diabetes”, abrió la Jornada Sergio Provenzano, decano de la Facultad de Medicina. “Es un riesgo latente y una puerta de entrada de otras patologías severas como, por ejemplo, la ceguera. Hoy hay entre 350 y 450 millones de diabéticos. Se mueren no menos de 2 millones por año. Esto pasa en países de medianos y bajos recursos. Los estudios indican que para el 2030 será la séptima causa de muerte en el mundo. Hay dos cosas que son el sedimento para desarrollar esta enfermedad: obesidad y falta de actividad física adecuada”.
Además, sostuvo que hoy “el acceso al alimento es un lujo” y que el Gobierno tendría que garantizarlo “al alcance físico y económico” de las personas. “Todos los indicadores de pobreza cero tendrían que garantizar este punto”, precisó. Luego habló la ministra de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Ana María Bou Pérez, que subrayó que “la salud es un derecho humano y esto tiene que ver con una vida digna”, y requirió “cambios culturales” para la prevención de diabetes.
En tanto, la vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes, Graciela Fuente, explicó que “.la formación de profesionales es la base fundamental para llevar a la difusión de conocimiento y modificación de conductas, porque la diabetes tipo 2 es posible de prevenir”.
La crisis es una sola
La última oradora fue la coordinadora de la Cátedra, Myriam Gorban, que precisó que esta enfermedad cubre todas las instancias de la vida, tanto en el desarrollo de la política económica como de la política social. “Cuando se habla de la crisis, hay que hablar de crisis civilizatoria. Y todas tienen que ver con la alimentación”, afirmó. “Como dijo el Premio Nobel Amartya Sen, no se trata de un problema de producción, sino de en manos de quién está el proceso de distribución”.
¿Cómo se vincula la crisis civilizatoria con la soberanía alimentaria? “Cuando hablamos de crisis civilizatoria, hablamos de crisis climática, energética, ambiental, financiera”, responde a lavaca. “Siempre se las toma como capítulos separados y no es así. En la crisis energética, por ejemplo, aparece la alimentación: ¿cuánto se utiliza en la producción y traslado de alimentos? Podría ser resuelta si no trasladáramos los tomates de Tucumán a la China o los porotos de China a Francia. Los alimentos hoy recorren distancias kilométricas para abastecer, por ejemplo, esta Ciudad”.
Más: “Por otro lado, cuando hablamos de crisis medioambiental, está demostrado que el calentamiento global del planeta tiene que ver en un 50 por ciento con el modelo productivo. Por la forma de trasladar los alimentos, empaquetarlos. Por ese método. Allí también entra el monocultivo, que significa quedarnos sin bosques, desertificar los territorios. Y es responsable de las inundaciones, las sequías y los desastres que se están produciendo”.
¿Por qué esa crisis también es financiera? “Después de las crisis de las punto com e inmobiliaria, se pasó a invertir en alimentos. ¿Por qué? Porque nunca vamos a dejar de comer: mal, bien, regular o peor. Esto significa que los capitales extranjeros especulativos, los fondos buitre, vienen a invertir en alimento y distorsionan al mercado porque invierten en aquellos que le producen mayor rentabilidad de forma asociada con toda la cadena de comercialización, cuya boca de expendio esencial es el supermercado”.
Cuestión de peso
La primera mesa de la Jornada fue titulada “Enfermedades Crónicas No Transmisibles en el contexto de la malnutrición” y el primer orador fue Enrique Abeyá Gilardón, coordinador del Área de Nutrición de la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación, que subrayó algunas medidas claves que se podrían tomar a nivel Estado: la regulación en la publicidad de alimentos, el rotulado de productos con perfil de nutrientes y la exención impositiva alimentos saludables. Luego habló Valeria Hirschler, de la Unidad de Nutrición del Hospital Carlos Durand, que advirtió sobre el aumento de la obesidad en las últimas dos décadas. “En el año 2010 teníamos en la provincia de Buenos Aires casi las mismas prevalencias de obesidad que en Estados Unidos”, expresó en base a estudios.
La TV que enferma
Después fue el turno de Lorena Allemandi, directora del Área de Políticas de Alimentación Saludable de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina, que habló sobre “la publicidad que engorda a los chicos”, y precisó que hay 41 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso en el mundo, por lo que puntualizó en las técnicas de marketing de las empresas. Habló de cómo las corporaciones apuntaban a la niñez con promociones y premios ligados a la compra del producto, personajes animados y famosos. En las publicidades que usó como ejemplo podían verse a los Minions, a Messi y a Riquelme con papas fritas o gaseosas.
“Después de los juguetes, los alimentos son los productos más publicitados en la televisión: postres, lácteos, bebidas azucaradas, comida rápida, snacks salados”, describió. “La mayoría no son saludables. Los niños de 4 a 12 años miran un promedio de 3 horas: por semana están expuestos a un total de 61 publicidades. ¿Tienen liberad de elección sobre lo que consumen? No: están regidos por un mercado que impone las condiciones. Hay que tener una política de Estado con necesidad de promover políticas públicas que garanticen el acceso a la salud”.
Por otro país posible
Durante la Jornada también hubo una charla debate sobre semillas, platos agroecológicos y cómo crear una producción sustentable hacia una alimentación sana, segura y soberana. Antes de la clausura de la Jornada, donde se habló en defensa de la universidad público, hubo otra mesa donde se debatió en base a una premisa de época: ¿alimentos para todos o ganancias para pocos? En la feria de la calle, mientras, podían conseguirse licores artesanales, cereales, miel, cerveza casera, plantas, mandalas, todo producido por cooperativas y asociaciones agroecológicas.
“Planteamos que la malnutrición y la diabetes son marcadas por la forma de producir, acceder y consumir los alimentos. Estos no son mercancía, sino un bien común al que todos debemos acceder en condiciones de igualdad”, dejó en claro a Cátedra de Soberanía Alimentaria en los folletos distribuidos a las miles de personas que participaron de una nueva Jornada.
Gorban le pone cuerpo y sangre a esa toma de posición, que es filosófica y política: “El hambre es la consecuencia de la pérdida de empleo, poder adquisitivo y pérdida de salario. Resolver esa realidad hace posible el hambre cero. Otro país es posible. No solo posible, sino necesario”.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: