CABA
Pensar la escena
Guillermo Cacace, uno de los directores más interesantes de la época, analiza la política cultural, la situación del teatro independiente y del oficial.
Visitó el Teatro San Martín a los catorce años en una excursión de colegio secundario y no fue una salida más. Una multiplicidad de factores lo condujo a descubrir su vocación, admite, pero aquella obra de teatro en esa sala oficial movió algo en su interior. Eso volvió a latir mientras hacía el servicio militar y, al mismo tiempo, tomaba clases de actuación. “Me voy a morir si no vengo acá”, le dijo a su profesor.
Guillermo Cacace es actor, director y docente. Dirige Mi hijo sólo camina un poco más lento en una sala de teatro independiente y La crueldad de los animales en el Teatro Nacional Cervantes. La primera, con dramaturgia de Ivor Martinic, autor croata, agotó localidades durante el 2015 y apenas se repuso este año vendió ocho funciones en 72 horas. La segunda, de Juan Ignacio Fernández, ganó un concurso de búsqueda de nuevos autores, giró durante 2014 por distintos puntos del país y en octubre llegó a la sala Luisa Vehíl del Cervantes. Ambas sacuden, estremecen, conmueven.
La trinchera
Cacace alquila y gestiona desde hace más de una década una sala en el barrio porteño de Balvanera, a la que llamó Apacheta. En diciembre pasado el propietario del lugar decidió vender. Dio un plazo de tres meses para que le hagan una oferta; si no, ya tenía comprador. Después de la sorpresa y la incertidumbre, pidieron ayuda a familiares, amigos y espectadores que quisieran colaborar. Lograron reunir el 50 por ciento y por el resto, hicieron una hipoteca. “Comencé gestiones en Cultura, en Nación –relata Guillermo-. Hay subsidios para empresas, para el campo, para la educación, pero no para sostener un espacio cultural. Proteatro y el Instituto Nacional de Teatro ayudan a producir una obra o a sostener el mantenimiento de un lugar, no a comprarlo. Hubo un apoyo masivo del público, ahora esperamos que llegue ayuda del Estado. Ante muchas decepciones o situaciones sociales que generan mucha tristeza, el anuncio de que nos quedamos en esa sala se ha convertido en metáfora de una alegría que estábamos necesitando muchos. Tener un lugar donde proyectar las ganas de que suceda algo distinto es una energía que nos llena de algo muy vital”.
Mudarse a otra sala no era una opción: la Apacheta ya tiene historia de resistencia. Comenzó cuando, trece años atrás, se propuso encontrar un lugar para alquilar y dar clases de teatro, dirigir, ensayar y poder compartirlo con otros colegas. Caminaba por la calle Pasco al 600, levantó la mirada y vio una ventana que le llamó la atención. Abajo había una concesionaria de autos, arriba una especie de galpón. Habló con el dueño y le pidió ver el lugar. Había sido alquilado a un grupo de cineastas que filmaron cortos, luego se convirtió en iglesia evangélica y más tarde en una fábrica de botones. Pese a que el panorama era desalentador –agujeros en el piso, paredes destruidas, pasto entre los ladrillos- y la zona no parecía muy propicia para el ámbito teatral, pensó: “Es acá”. Ofreció alquilarlo y ponerlo en condiciones. Familiares, amigos y alumnos ayudaron a reconstruirlo. Con el tiempo arrancaron los talleres de teatro, los ensayos, los estrenos de obras. El éxito de Mi hijo sólo camina un poco más lento les trajo propuestas de llevarla a otras salas más grandes, por más dinero, que fueron rechazadas por la lealtad hacia el espacio. “Hemos remado con espectáculos a los cuales venían diez personas. No nos vamos a ir ahora. Es tiempo de seguir apostando acá”, fue el lema de ese cambio.
Al costado del mundo
Cacace diferencia a los gestores culturales de los empresarios, y traza esa diferencia con una fina línea: “El teatro independiente tiene otra denominación que yo prefiero y que es la de teatro alternativo. Es una alternativa al teatro comercial y oficial por los temas, el lenguaje y las condiciones de producción. Si el teatro oficial se torna tan inconsistente como en este momento, el teatro independiente pasa a no ser una alternativa, porque para que haya una alternativa a algo tiene que existir del otro lado: una entidad a la cual ser la alternativa. Cargarse con la responsabilidades del teatro oficial sin tener su infraestructura es de una exigencia que no tenemos que asumir. No sirve operar de modo asistencialista con los artistas. Es importante hacer un seguimiento de gestión, de cómo circula lo que se está subvencionando. ¿Lo hacen para aflojarte la soga del cuello o para que un día seas independiente y no necesites el subsidio? El teatro independiente pasa a ser un teatro dependiente de subsidios magros. Entonces lo que se genera con los subsidios son muchos teatros dependientes de muy poquita plata versus lo que podría ser luchar por otro presupuesto de cultura, que los subsidios sean más altos, más eficientes y tengan un seguimiento tal como para decir: este elenco que en una época subsidiábamos ahora tiene público que lo va a ver. Creo que hoy en día los teatros independientes lo somos a nivel de los contenidos, pero no de ese magro subsidio que nos da el Estado”.
¿Y cuál es la responsabilidad del teatro oficial?
A diferencia del teatro alternativo y del teatro comercial, le cabe una responsabilidad pedagógica y si no la asume se empobrece mucho el mapa teatral de la ciudad. Para mí el “pecado” más grave del teatro oficial es que no es un sitio de pertenencia de la gente, sino que es el sitio de pertenencia de una clase media intelectual que se reproduce a sí misma en esos espacios y arman generaciones que van a ver obras a estos lugares. Esto no se puede revertir sin una política cultural que se ocupe de que estos otros espacios tengan llegada. ¿Por qué mi vecina o la vecina de un barrio más periférico que el mío pasaría por la puerta del San Martín y le interesaría entrar, si nunca hubo un puente entre su realidad y la de ese espacio? Yo entiendo, con todo dolor porque que me dedico a esto, que lo sienten como un sitio ajeno; ni hablar dentro del circuito de teatros oficiales, de un teatro como el Colón. Que el San Martín y el Cervantes estén con andamios es algo grave, pero más grave aún es que esto sea una de las consecuencias: es casi la metáfora de años de no tener una reflexión sobre qué significan esos espacios en la ciudad.
El lugar del espectador
El arte es una multiplicidad de prácticas sensibles, sugiere Cacace. Simpatiza con la idea de que lo artístico tiene la capacidad de afirmar que hay una alternativa para lo dado, y que la vía de construcción de esa alternativa no es meramente intelectual, sino sensible. El teatro construye otra realidad distinta a aquella que habitamos en lo cotidiano y en las obras que dirige busca armar una horizontalidad para poder compartir algo que repita la matriz de las relaciones amorosas. “Yo no te uso a vos para mi proyecto, sino que quiero compartir algo con vos. Una cosa es decir: yo quiero estar en pareja porque tengo ese proyecto, a preguntarse ¿qué hace ella en mí, qué hago yo en ella? Desde ahí se puede construir porque queda afuera ese concepto del uso, tan ligado al consumo, a lo utilitario, nadie usa a nadie. Sería un error pensar que usamos al público para hacer una obra: el público es lo que necesitamos para construir juntos”.
¿Cuál es la mejor relación entre el artista y el espectador? ¿Qué los une y qué los separa? “El artista muchas veces se convierte en alguien que ha entendido algo y que te lo explica a vos que todavía no lo entendiste. Entonces entrás a un museo porque hay gente más elevada que vos, que no entendés. Y no hay nada que entender: lo que ha hecho la política cultural es hacerte creer que algo de lo que pasa en lo artístico lo tenés que entender. Mi mamá por ejemplo, me decía: ´me gustó, pero no la entendí´. ´Pero mamá, si yo te vi conmovida´. ´Sí, Guille, pero no la entendí´. Si tenés docentes que de chico te llevan a ´la meca del teatro´, cagaste. Si te dicen que son los sitios inaccesibles donde el arte se realiza, entonces el arte pasa a ser un bien suntuoso, algo exótico, que no es para todos. El filósofo italiano Giorgio Agamben dice que todas estas cosas eran de la gente y, en algún momento, la cruza de la religión y el capitalismo hacen que se en conviertan en objetos sagrados. En la medida en que se vuelven sagrados, ya no son más del pueblo. Profanar lo sacralizado, esa es la misión contemporánea”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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