CABA
El otro lado del control
Cómo funcionan las inspecciones del Gobierno porteño. Cómo lo describe el fiscal que lleva la causa de Time Warp. Quién es quién en esta máquina que impone clausuras en nombre de la seguridad y, al mismo tiempo, facilita el descontrol. ▶ FRANCO CIANCAGLINICromañón en 2004, Beara en 2010 y ahora Time Warp demuestran que los empresarios que organizaron estos desastres no están solos: en todas las causas que investigan estos hechos hay funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires, condenados o procesados por corrupción o por desidia.
El último caso quizá sea el más grave, por ser el último, por tener como tremendo antecedente y advertencia los otros dos y porque corona un modelo peligroso. Ésa fue la descripción que hicieron el legislador Gustavo Vera y el padre de Cromañón José Iglesias al señalar al gerente del área de Eventos Masivos de la Ciudad, Claudio Iacobaccio. Según denunciaron, el funcionario aumentó su patrimonio de 128 mil pesos a 4 millones en los últimos cuatro años.
La gerencia de Eventos Masivos es la encargada de monitorear los grandes shows como la Time Warp. De hecho, Iacobaccio estuvo en Costa Salguero la noche de la muerte de los cinco chicos. Por eso, está también procesado como partícipe necesario en la comercialización de estupefacientes, agravado con el delito de abandono de persona seguido de grave daño a la salud y de muerte, y por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Cargos que comparte con el coordinador Fernán García Vázquez y los inspectores Gustavo Herms, Néstor Cella y Germán Fontanellas, los tres presentes durante toda la fiesta como si fueran unos jóvenes más. Literalmente: el juez Sebastián Cassanello los calificó de “espectadores” que cumplieron un “rol ficticio” que les permitió a los organizadores desplegar su plan ilícito. ¿Cuál?
La investigación del fiscal Federico Delgado detalla:
Circulación libre de drogas
Hacinamiento
Mala atención médica
Pocos controles en los ingresos
Aprovechamiento de esas singularidades para vender a mayor precio el agua, “un insumo decisivo”.
Al día siguiente de la tragedia, ya el lunes, el titular de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), Matías Álvarez Dorrego, se presentó en la Legislatura para dar explicaciones. Dijo que el evento estaba bien habilitado, que los inspectores de la AGC cumplieron su función y que no se había excedido la capacidad máxima. A los dos días, el peritaje de teléfonos encontró un mensaje de Whatsapp de los organizadores que revelaba que en la rave hubo casi el doble de personas que permitía el predio. De acuerdo a la habilitación podían entrar 13.000 personas, pero el Whatsapp festejaba la concurrencia de 20.513.
Además de los funcionarios de la Agencia Gubernamental de Control se encuentran procesados 26 efectivos de la Prefectura Nacional y un “conglomerado empresario con múltiples rostros”, liderado por el abogado Víctor Stinfale. Esta enumeración da cuenta de un entramado de complicidades que, como caracteriza el fiscal Delgado, permitió un “espacio social excluido de soberanía estatal” y, como confirmó luego el juez Cassanello, hizo que las inspecciones estuvieran sujetas al “control absoluto de los organizadores”.
La investigación de la fiscalía llega hasta la línea del gerente del área de Eventos Masivos y se detiene: “Todo el resto de las pruebas que escalaban más arriba, se cortaron”, dice el fiscal Delgado.
Filosofía Time Warp
En su dictamen Delgado relata la dificultad para entender la burocracia de las habilitaciones, que parece estar hecha a propósito para lavar culpas: “el gobierno hace un culto a las formas”, “rigurosamente se confecciona un expediente”, “rigurosamente se cumplen tediosos pasos administrativos; circulan notas prolijamente selladas y firmadas”, “pero todo lo que es expediente carece de respaldo material”.
En otras palabras, la burocracia no hace lo que escribe: no controla lo que informa como controlado.
Si bien es conocido por usar remera y tomar mate, el fiscal Delgado emplea en sus dictámenes vocabulario académico y bibliografía filosófica, y desarrolla en cada causa no solo una investigación que enmarca las acusaciones sino una tesis de lo sucedido. En el caso Time Warp cita a Hannah Arendt para hablar del “gobierno de nadie”, una forma de caracterizar la cadena de culpas del Ejecutivo porteño: “No hay peor tiranía que la anónima, aquella que no debía rendir cuentas a nadie porque no se podía localizar”.
Un ejemplo: el testimonio del inspector Pablo Germán Fontanellas: “desconozco”, “no vi nada”, “excede mi función”, “no recuerdo el caso puntual”, “no realicé ningún acta”, “no es una función nuestra” y otras evasivas de ese estilo.
La investigación de la fiscalía no pudo encontrar actos de corrupción entre estos funcionarios y los empresarios, ni entre cualquiera de los actores de la rave. Las cámaras de seguridad de adentro no almacenaron datos; el inspector Claudio Alberto Iacobaccio perdió sus dos celulares. Concluye el fiscal Delgado que así el “radio de acción del sistema judicial” se reduce a los hechos comprobados: se probó que tenía que haber 13 mil personas y había 20 mil. Si bien no pudo inculparlos de corrupción, los imputó por “desidia”.
Según contaron fuentes de la AGC a MU, los procesados no hacen más inspecciones, pero siguen en la agencia cumpliendo tareas administrativas. Excepto Iacobaccio, quien todavía debe demostrar cómo creció su patrimonio al ritmo que crecieron las fiestas electrónicas de Stinfale y compañía.
La máquina de controlar
La Agencia Gubernamental de Control queda una cuadra de Cromañón. Afuera, sobre la calle Perón, fuman y esperan continuamente más de 20 personas, tan solo la punta del iceberg que sigue adentro: se calcula que pasan por este edificio 500 personas por día para resolver problemas relacionados con la habilitación. A las 5 de la tarde el edificio comienza a vaciarse de a poco, mientras los inspectores de nocturnidad recién arrancan su jornada.
El arquitecto Ernesto Reyna Morgan está a cargo de la Gerencia de Nocturnidad de la AGC y es, además, uno de los agentes más antiguos. Su panorama es completo: entró al organismo justo después de la masacre de Cromañón -en abril del año siguiente- como parte de una reforma estructural que dividió a la AGC en dos: Nocturnidad (de la que hoy Reyna es gerente) y Eventos Masivos, liderada hasta la Time Warp por Claudio Iacobaccio. La AGC dejó de ser así una inspección general y se transformó, en la práctica, en una agencia vertical en la que los inspectores se convirtieron en una fuerza encargada de hacer cumplir la letra de la reglamentación.
Reyna resume su trabajo de esta manera: “En general toda la sociedad no ve con buena cara los controles, hasta que pasa algo y en ese momento nos reclaman”. Y tiene razón: cada vez que hay una tragedia hay también un cambio en las leyes, se recrudecen los controles sobre boliches, bares y centros culturales, pero el “negocio de la noche” se adapta y sigue.
Después del derrumbe de Beara, en el que murieron dos chicas, Macri dictó un DNU, en noviembre de 2010, por el que creó un registro público de bares, medida espejo de la que había tomado Ibarra después de Cromañón para los boliches bailables.
El caso del boliche Beara mostró que la lógica Cromañón seguía intacta: la investigación comprobó que hubo sobornos en la habilitación, una “inspección mentida” y documentos vencidos. Por el hecho están procesados cuatro ex funcionarios de la gestión de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, entre ellos el ex jefe de Habilitaciones, Martín Farrell.
Analiza Reyna, con casi 11 años en la noche: “Recién ahora, con Time Warp, estoy notando que hay empresarios que están buscando hacer las cosas un poco mejor. No porque sean buenos, sino porque si las hacen mal, les va a ir mal. Nadie quiere ser Chabán”.
Prohibido bailar
Tras Time Warp, los controles se ajustaron para los más débiles: los centros culturales. “Con ese tipo de locales tenemos un problema -confiesa Reyna-. Hemos encontrado cabarets y cines porno con esa habilitación. Tenemos un montón de lobos vestidos de ovejas”.
Es cierto: la desvirtuación de rubro es uno de los principales motivos de clausura, pero los centros culturales no son todos cabarets y cines porno. Son los que crearon y esperan que la nueva ley que los reglamenta y controla sea puesta en marcha por el Ejecutivo. “El problema es la visión –corrige Reyna- Ellos quieren fomentar la cultura; mi responsabilidad es la seguridad. Es como que uno habla en chino y otro en japonés: parecen parecidos, pero no es lo mismo”.
¿Qué norma se aplica? “Los locales de baile están muy normados después de Cromañón, lo que hace que sean más seguros. Y los teatros independientes tienen una normativa específica más ambigua”, informa Reyna.
Hay que aclararlo: no todas las inspecciones de nocturnidad pasan por la aprobación de su gerente. El poder en las sombras lo tienen, primero, “los operadores”, que trabajan buscando en las redes y por palabras clave (“recital”, “fiesta”, “baile”) eventos prohibidos. Eso explica que muchas veces los inspectores de nocturnidad caigan a los centros con una hoja impresa de un evento de Facebook. Reyna, informa, se encarga de las inspecciones más “pesadas”, en general ningún centro cultural, y a pesar de que prefiere hablar de lo que más conoce, alcanza a distinguir dos subgrupos:
“Uno, no quiero decir serio para no decir que los otros no son serios… Pero es gente del arte, de la cultura, que tienen su corazón en eso y que no lo hacen para ganar la plata. Estos, a veces, el problema que tienen es que por desarrollar la cultura no se fijan en el tema seguridad. Y nosotros lamentablemente no podemos soslayar que porque sean culturales, sean peligrosos. Y entonces a veces pasa que los tenemos que clausurar”.
“Y hay otro sector de gente más joven que se dedica a la cultura, pero como es más joven, también entiende que la cultura no es solamente una actividad cultural, sino a veces ciertas extensiones… entonces el baile, ¿por qué no va a ser parte de la cultura? Ahí tenemos algunos conflictos de interpretación de las normas”.
El cuerpo que dirige este arquitecto está compuesto de 80 agentes destinados a controlar unos 10 mil locales. Cuando se le pregunta si el dividendo no resulta escaso, Reyna cuenta que se abrió una convocatoria para 100 inspectores más, aunque no todos irían a Nocturnidad.
El organigrama completo incluye a estos inspectores que salen a calle, pero también a “coordinadores” que organizan las visitas y una sección de “programadores” que preparan el listado de lugares. ¿Con qué criterio? Según explica Reyna, en los papeles hay dos motivaciones: las denuncias, que pueden ser de vecinos u oenegés; y los “requerimientos” de un organismo oficial: juzgados, policía, Prefectura
Pero hay una tercera forma, la más polémica: “A veces nos llaman de la fiscalía contravencional en el medio de la noche para avisarnos de una situación en tal lugar y nos piden que mandemos a los inspectores; eso es una especie de mezcla entre denuncia y requerimiento de organismo oficial”, explica Reyna.
Gobernada por la fiscalía, la AGC puede terminar cumpliendo deliverys políticos de los fiscales de la Ciudad. “Sean buenos o sean malos, tenemos que ir a todos”, cierra.
No existen números que revelen con exactitud cuántas inspecciones soportan centros culturales, cuántas bares y cuántas boliches bailables. Ni cuántas ocurrieron la semana en que se le hizo vista gorda a Time Warp. Según un listado que la AGC entregó a MU, entre una serie de lugares asiduamente visitados solo hay tres centros culturales y teatros entre más de 50 “violadores seriales”, como a Reyna le gusta llamarlos.
MU hizo un pedido formal de la información completa vía la Mesa de Entrada del Gobierno porteño que, al término de esta nota, cumplía 20 días sin responder. Gracias al número de seguimiento pudo saberse que nuestra nota había atravesado cinco dependencias distintas hasta aterrizar en la AGC donde se dio la entrevista, quizá la verdadera respuesta a aquella solicitud. “Nunca contestan los expedientes”, consolaron fuentes de la Legislatura que hicieron más de un pedido similar.
Las cifras de la clausura
Las voces que amplifican los propios centros culturales, que se calculan en más de 300 en la Capital, hablan de una intencionalidad manifiesta por clausurarlos. Durante 2014 los espacios clausurados fueron casi 200.
Los números de la Justicia Contravencional y de Faltas de la ciudad relativos a 2015, por su parte, hablan por sí solos:
De los cientos de disposiciones del Código de Faltas, las que más sanciones provocan son las relacionadas con la documentación habilitatoria.
Del total de 4.610 actas realizadas en centros culturales, bares y boliches, 385 se hicieron por la falta de “exhibición de documentación obligatoria” (más del 8% de cientos de faltas) y 291 por “ausencia de habilitación y desvirtuación de rubro”(más del 6% de las faltas).
Para dar una idea de la magnitud de las infracciones que se originaron en estas inspecciones, solo la superan las labradas por exceso de velocidad (12%) y por estacionamiento prohibido (12%).
Por último, de esas 4.610 actas labradas en total, solo en 52 se informa si se realizaron por denuncia o de oficio. Es decir, no revelan el motivo que llevó a los inspectores al lugar de la inspección.
En la práctica, estas inspecciones iniciadas por la AGC se transforman en causas que van hacia la nada. En el caso del Código de Faltas, que compete a la habilitación de los lugares, de un total de 3.500 causas, el 90% de las faltas va a archivo por “prescripción de la acción” y en un 48% de los casos además se considera “persecución injustificada”.
En la mayor parte de los procesos contravencionales tanto la defensa pública como privada aconsejan a los protagonistas de la infracción firmar juicios abreviados o probation. La experiencia demuestra que es la peor de todas las opciones que tiene el infractor. El juicio –tan temido- es al fin y al cabo la única garantía de que las arbitrariedades del procedimiento queden expuestas y sean evaluadas. Generalmente en esa instancia quienes tienen que llevar adelante la acusación desisten de hacerlo por falta de pruebas. Esto sucede, entre otras cosas, porque los inspectores probablemente nunca imaginan que un acta labrada a las 5 de la mañana de un sábado llegará a juicio meses después.
En tanto, hasta que se comprueba que no hubo una infracción, los locales son cerrados y los días de trabajo, perdidos. Los empresarios, en cambio, según describe el propio Reyna, tienen a la noche como trabajo part time: “Desde el que administra el local hasta los vigiladores, de día hacen otra cosa”.
La discusión es si se mide con distinta vara a centros y boliches, o si justamente se mide con la misma vara a cosas distintas. El legislador opositor Gabriel Fuks, que estuvo a la cabeza de la interpelación al titular de la AGC por la Time Warp, plantea: “El gobierno no presiona a los empresarios, más allá de si son amigos o no, porque cree que de hacerlo generaría una distorsión del flujo económico de la Ciudad: si pone demasiados controles, las inversiones van a otros lados”.
La teoría se comprueba en una práctica que no llegó a implementarse: el PRO impulsaba en la Legislatura la creación del Distrito Joven, un área eximida de impuestos donde se asentarían los boliches nocturnos de la Ciudad. ¿Dónde? En Costanera Norte. El proyecto quedó trunco con la tragedia de Time Warp.
La sociedad impuso otra agenda: hoy en la Legislatura se discuten varios proyectos que prohíben las fiestas electrónicas en lugares cerrados; y nuevas formas de contar el ingreso a los boliches, ni por entrad
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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