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La reforma mal educada: críticas de la comunidad educativa a la Universidad de formación docente
La ministra de Educación, Soledad Acuña, envió a la Legislatura porteña el proyecto para transferir todos los institutos de formación en educación a la UniCABA, la universidad que anunció frente a empresarios y oenegés. Rectores de colegios porteños habían rechazado la creación en una conferencia de prensa realizada este jueves en el profesorado Joaquín V. González. “La reforma es inconsulta y autoritaria”, sintetizaron. Cuáles son las principales críticas. El texto completo del polémico proyecto.
El proyecto de reforma educativa enviado a la Legislatura por la ministra Soledad Acuña autorizaría al Poder Ejecutivo a transferir a la UniCABA todo el nivel terciario de gestión estatal de las Escuelas Normales Superiores, las Escuelas Superiores de Educación Artística, los Institutos de Educación Superior de Formación Docente y la Escuela de Maestros, con sus patrimonios, personal docente y no docente, matrícula y sus correspondientes partidas presupuestarias. Según el proyecto, el rector sería elegido por el Poder Ejecutivo, y él aprobaría el estatuto.
Los 21 rectores de los institutos de educación superior en formación docente brindaron el jueves una conferencia de prensa en la sala de actos del profesorado Joaquín V. González. Afuera, la Coordinadora de Estudiantes Terciarios cortaba la calle Ayacucho, entre Tucumán y Viamonte, después de dejar constancia en la Legislatura porteña de su rechazo a la desintegración de los 29 establecimientos (los 21 citados más los 8 artísticos) para crear la universidad de formación docente. Cada uno llevaba banderas de su colegio.
La foto de la conferencia de prensa conjunta dejó una marca: asistieron más 500 docentes con cargos superiores. “Es impactante para nosotros. Estamos muy movilizados. Estamos en contacto todo el tiempo, entre comisiones, transmitiendo lo que dicen nuestras instituciones. Esa conferencia de prensa muestra cómo estamos”, dijo a lavaca.org Estela Fernández, rectora del Instituto Juan B. Justo.
La titular del profesorado anfitrión, Patricia Simeone, dejó allí algunas claves:
- “Rechazamos el proyecto de reforma por inconsulto, autoritario y por atentar contra la formación docente”.
- “Exigimos la renuncia de la directora General de Educación Superior, Marcela Pelanda, y de Graciela Uequín, directora de Formación Docente del ministerio, por promover la desintegración de los institutos”.
- “Nosotros somos los que llevamos día a día la educación en nuestra ciudad. Tenemos que ser parte de cualquier reforma”.
- “Pedimos el sostenimiento de los consejos directivos como eje de la vida democrática, institucional y el respeto de la normativa vigente”.
- “Adherimos al repudio realizado por el Juan B. Justo sobre la utilización de su edificio para la Universidad”.
Además, la comunidad educativa denunció que la inscripción online sólo permitía avanzar hasta el paso 3, donde aparecen las opciones de los institutos. «Justo ahí, se trababa», detalló Simeone.
La respuesta del subsecretario de Planificación e Innovación Educativa, Diego Meiriño, fue primero negarlo y más tarde, a siete minutos del comienzo de la conferencia, aceptarlo y pedir disculpas.
«En medio de todas las circunstancias que estamos viviendo, no nos caben dudas de que es un intento más para el vaciamiento de nuestras instituciones y un avasallamiento para los derechos legales que nos asisten», definió la rectora del Joaquín V. González. Por eso, decidieron abrir la posibilidad de realizar las inscripciones directamente en los institutos.
Enterarse por los medios
Estela Fernández estudió la licenciatura y el profesorado de Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires. Es rectora del instituto Juan B. Justo. No se opone a la formación universitaria, como ninguno de los 29 rectores. “Pero todos consideramos que lo que no tiene que desaparecer son las instituciones de profesorado”, dejó en claro. Se enteró del proyecto oficial por el diario La Nación, pese a que diez días antes había tenido una reunión con el Ministerio, en las que se les preguntaba qué pensaban acerca del largo de la carrera y por qué había pocos egresados, además de cómo debería ser el perfil del docente.
“¿Cómo no nos consultan a nosotros? -dijo Fernández.- Los rectores somos docentes y damos clase en los profesorados, somos maestros, pasamos por los niveles para los que preparamos. Y hoy no sabemos qué va a pasar con nuestros trabajos. No creemos que la Universidad vaya a motivar la vocación docente ni a hacer que haya más gente que estudie la carrera. Tampoco creemos que mejore la calidad académica. El argumento gubernamental es que habrá más prácticas desde el comienzo. ¿De qué tipo van a ser las prácticas si no tienen un sustento para la enseñanza?”, preguntó Estela Fernández.
Alguna pista para responder: el proyecto prevee las residencias pagas, por las que estudiantes estarán a cargo de un curso, sin la teoría ni la práctica para hacerlo, y sin la posibilidad de aprender de alguien que lo acompañe.
El proyecto de ley no dice dónde se establecería la universidad, pero la nota en el diario La Nación -al que el Ministerio informó primero que a los docentes- dice que el edificio de la escuela Juan B. Justo, en Lascano 3840, sería la nueva sede. La otra fuente con la que pudieron corroborarlo fueron los vecinos, quienes recibieron mensajes para que no estacionen sus autos en los alrededores del instituto porque comenzaría una construcción. El Juan B Justo se está reestructurando ediliciamente para adaptarse a la Nueva Escuela Secundaria, reforma hecha en 2015, yen 2018 sería escuela piloto de la flamante Secundaria del Futuro.
Mientras tanto, la demanda de vacantes crece en los cuatro niveles y no da abasto, pero las autoridades educativas ya les dijeron a los rectores que cerrarían el llamado para cargos interinos y suplentes, que hoy son mayoría.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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