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La sangre derramada: el relato de la comunidad

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(lavaca en Bariloche*) Así narra la comunidad mapuche Lafken Winkul la represión que terminó con el asesinato de Rafael Nahuel y dos heridos. El territorio ocupado en Villa Mascardi sigue hoy rodeado de fuerzas de seguridad y agitado por versiones de desalojo, a pesar de la mesa de diálogo que se abrió para negociar el futuro de ese territorio y de esa comunidad. La diferencia es que en estos días se rodeó de acampantes que acompañan el reclamo: son los nuevos Santiago Maldonado. El testigo que cuenta cómo fue el procedimiento de confiscación de armas del grupo Albatros, de la Prefectura, y cómo se tomaron pericias de rastros de pólvora de los uniformados.

La sangre derramada: el relato de la comunidad

Fotos: lavaca.org


A la Lof va llegando, de a poco, cada vez más gente. Saludan “mari mari” y pasan del otro lado de la tranquera que lleva atravesada una bandera que dice “Lafken Winkul Mapu resiste” y una foto de Rafael Nahuel. Estamos en Villa Mascardi, del otro lado de la ruta está el hermoso lago y de éste, el monte donde sigue asentada la comunidad Lof Lawken Winkul Mapu, después de la muerte de Rafael y el congelamiento de la orden de desalojo, que sigue vigente pero detenida por una mesa de diálogo que pretende determinar el futuro judicial de este territorio.
“Se sigue acercando gente de diferentes lugares. Es eso lo que estamos planteando como mapuches: que se levante el pueblo en su honestidad, en su dignidad. Esta es una lucha honesta, no es una lucha armada”.
El joven se tapa la cara con un pasamontañas y se identifica como “un kona del pueblo mapuche”.
Kona en mapuche significa fuerte, valiente.
Es el encargado de llevar la voz de la comunidad estos días convulsionados, aunque no habla con cualquiera. Al contrario: hablan solo con quienes ya conoce. La bandera colgada de cara a la ruta lo deja bien claro: “Winka: no pasar”.
“Winka” es el blanco.
Del otro lado de la ruta un grupo de apoyo acampa y se sostiene en solidaridad con la comunidad “hasta que se vaya la policía”.
Son los Santiago Maldonado de esta nueva toma.
Las fuerzas federales están asentadas a apenas a 100 metros de la entrada a la Lof, con unos conos naranjas en medio de la Ruta 40.  A los costados, dos camiones celulares (uno de Policía Federal y otro de Gendarmería), tres camionetas (dos de Gendarmería y una de PFA) y un patrullero de la Federal. Hoy también hay policías de casco y uno con un arma larga: por la mañana hubo un corte provisorio de ruta tras un hecho confuso. “Estábamos buscando leña en el monte”, relata el joven mapuche, “y éstos nos vieron y formaron fila y se pusieron en frente de la entrada de la comunidad como para intimidarnos”.
Este tipo de movimientos son comunes, en medio de rumores y operaciones que no se sabe ya de dónde vienen. El del día: “A las 12 dicen que se terminaría la tregua” y “Patricia Bullrich dijo que las fuerzas podían actuar sin la orden de la justicia”.
A Bariloche también llegó la posverdad.
Corren las 12, las 12:30 y las 13 y no se notan movimientos bruscos que alteren la (a)normalidad de las cosas.
Los coíhues, cipreses y pinos se zarandean con una leve brisa. Pasan camionetas de Gendarmería y Policía Federal que vienen y van hacia El Bolsón y hacia Bariloche. “También puede ser que estén gracias al G20 que continúa el día de hoy”, suma alguien al cuadro de complejidad.
La sangre derramada: el relato de la comunidad

Foto: lavaca


El día de la muerte
La comunidad no habla por hablar: tiene para contar su versión de los hechos del día 25. El día que el grupo Albatros disparó por la espalda a Rafael Nahuel, dos días después de que las fuerzas desataran una represión en el territorio que terminó con mujeres y niños detenidos en la comisaría.
“Lo que podemos contar de ese día es que nos encontrábamos más arriba de acá; no estábamos en este sector, sino mucho más arriba. Y en eso veníamos bajando porque íbamos a concentrar acá con la gente que estaba en la ruta, y cuando emprendemos el viaje para abajo, como a 50 metros de donde estábamos nosotros ya venían fuerzas de Albatros, de Prefectura. En ese entonces, sin mediar ningún “alto”, nada, vienen parapetados y empiezan a tirar. Ahí emprendimos la vuelta al campamento. Al llegar arriba nos pudimos resguardar y ahí defendernos con piedras, gomeras, palos. Y ellos se parapetaron atrás de los árboles y de ahí nos disparaban”.
Sentado sobre un tronco y bajo la atenta mirada de unos pocos que siguen el relato por primera vez –incluidos mapuche que no estuvieron el día de la represión-, el joven calcula que los disparos siguieron por unos 5 minutos. “Ahí cae herido nuestro peñi y una lamien más y un peñi más. Heridos de balas de plomo. En ese momento tiraban solo balas de plomo”.
La evidencia de que eran de plomo quedó desplegada en el terreno, en los cuerpos de dos mapuches heridos y en la muerte de Rafael: “No fue ningún enfrentamiento. Es más, después de que ellos se replegaron nosotros pudimos juntar evidencia de las armas que estuvieron usando. En ningún momento usaron armas de tumulto, solamente encontramos vainas de 9 milímetros”.
Entre el retén policial y la comunidad se encuentra una estación de YPF. Dos de sus empleados tuvieron que oficiar de testigos del procedimiento de incautación de las armas al grupo Albatros. Uno de ellos, que ya declaró ante la justicia, cuenta a lavaca que las armas fueron separadas en dos cajas: en una las letales; en la otra, las no-letales. No recuerda con exactitud cuántas eran, pero sí que llenaron una amplia mesa. Alcanzó a ver armas largas y pistolas. Identifica una MP5. Los cartuchos demostraban que faltaban varias municiones.
El joven empleado –que vive en el mismo barrio que Rafael Nahuel- revela que se le tomaron rastros de pólvora a 8 integrantes de Albatros. Aún no se hicieron públicos los resultados de estos análisis. Su relato coincide en parte con el de la comunidad.
Continúa la descripción de lo ocurrido aquel día: “Un peñi más y yo, que veníamos adelante, lo que pudimos llegar a ver fue un arma larga tipo rifle, y después armas cortas, como sub ametralladoras. Y después con 9 milímetros también. Todos los impactos están en los árboles, están en las barricadas que hemos hecho para que se les ponga más complicado seguirnos. Todos esos golpes de arma están: es parte de la evidencia que nosotros tenemos y hemos entregado a algunas autoridades”.
En pleno día
La autopsia encargada por la justicia federal a la provincial confirmó que Rafael Nahuel fue asesinado por la espalda: la bala le atravesó los intestinos, el hígado, el diafragma y el pulmón, lo que ocasionó una hemorragia interna en el cuerpo del joven.
Además fueron heridos una mujer de alrededor 25 años (presumiblemente Johana Colhuan) y un hombre de treinta años: impacto de bala en el hombro con orificio de entrada y salida; e impacto de bala en el codo, respectivamente. El joven mapuche cuenta que ambos se encuentran bien y fuera de peligro.
Sigue el relato de la comunidad: “Empezamos a gritar con otros peñi que había un herido, que habían matado a uno, y recién entonces empiezan a bajar, a replegarse. Quedan entre 4 y 6, de Albatros, más de eso no eran. Una vez que le gritaron que había heridos de gravedad, ahí emprendieron la huida ellos, hacia abajo, hacia acá. Llegaron acá y nosotros estábamos 10 kilómetros arriba”. Todo esto ocurrió en pleno día. Calculan que Rafael ya estaba herido de muerte a las 16.30.
Fausto Jones Huala y Lautaro Alejandro Gómez  fueron los jóvenes mapuche que ayudaron a bajar el cuerpo de Rafael, con la esperanza de salvarle la vida. Relata otro de los jóvenes mapuche que estuvieron ese día: “Estábamos con los tres heridos, había uno de gravedad, tuvimos que hacer una camilla y bajarlo por el camino, venir con cuidado de que no nos embosquen nuevamente. Y cuando llegamos acá estaban enfilados las fuerzas federales y los de Albatros; no sé si eran los mismos, pero vimos las ropas y eran las mismas. También estaban preparados para avanzar. Otros peñi les gritaron que había un muerto y pudieron bajarlo. El resto se quedó acá porque nos iban a llevar a todos en cana”.
En efecto: Fausto y Alejandro, los que llevaron el cuerpo hasta abajo, luego fueron detenidos durante cuatro días.
 La cacería
Los distintos testimonios coinciden en que la cantidad de efectivos de Albatros que participaron de la represión no supera los diez, que no dieron la voz en alto y portaban armas letales. El relato mapuche hace hincapié en la escasa pero contundente cantidad de efectivos, redondeada bajo la idea de “un grupo especial”: “No es que venía un batallón para hacer un desalojo: venían a matarnos. Eran seis personas nomás dispuestas a eso, a lo que los habían mandado: a disparar. Si es un grupo mayor vos sabés que te vienen a desalojar, vienen con una orden y la leen. Nunca medió eso; nosotros alcanzamos a ver a 4 ó 6 personas que empezaron a disparar contra nosotros. Y ahí nos replegamos a nuestro campamento y fue cuando hirieron al peñi”, repite el mapuche.
¿Por qué? “El Estado siempre va a buscar generar el miedo entre las comunidades que se están levantando. Y acá estaban buscando que nos vayamos todos. Quieren esperar el momento en que seamos pocos, llegar y matar, y poner armas. Si hubiesen matado 4 o 5 peñis allá arriba íbamos a aparecer todos con fierros en las manos. No pudieron hacer eso porque mataron uno y los sacamos del territorio. Querían decir que éramos una guerrilla. Eso querían vender. Acá nunca hubo armas”.
La propia presentación del juez Villanueva habla de “cuchillos y hondas de revoleo», pero nunca de armas de fuego, como mencionaron sin pruebas funcionarios del Ministerio de Seguridad. Los mapuche dan su versión, y la explican: “Nosotros somos dignos de pelear acá. Y no estamos armados, así como dicen. Nosotros solo nos defendemos con lo que la naturaleza nos da. Con los newenes (fuerzas, energías) que nos da. Con las piedras que nos da. Ellos pueden decir muchas cosas: dicen que tenemos armas de guerra. Si las tuviéramos la hubieran encontrado. Los que tienen armas son ellos. Y mataron a un hermano nuestro”.
Sobre la sigla RAM, pocas y contundentes palabras: “Acá no hay nadie de la RAM. Esta toma no tiene nada que ver con la RAM”.
El porqué
En el libro Argentina originaria, Darío Aranda entrevista a Eugenio Zaffaroni, ex ministro de la Corte Suprema, quien asegura: “Si los pueblos originarios no tienen acceso a la justicia, harán acciones directas”.
La jurisprudencia a favor de los pueblos originarios es vasta e internacional, sin embargo la mayoría de esas leyes se ven incumplidas. La restitución de tierras, el otorgamiento de distintos tipos derechos son temas pendientes que atravesaron a todos los gobiernos democráticos, derrotero que explica en gran parte la complejidad de entender el sentido de la historia.
La Patagonia y Bariloche en particular son puntos neurálgicos. “La ciudad fue encerrando a estas comunidades”, sigue el muchacho mapuche. “Estas comunidades necesitan ahora un territorio apto y suficiente; donde haya newenes, agua, donde criar una gallina, un conejo. A nosotros no nos sirve estar en las ciudades o donde no haya agua, porque vamos a seguir siendo mano de obra barata del mismo Estado. Y eso no queremos nosotros porque los antiguos nuestros no vivían así; vivían de la naturaleza, protegiendo la naturaleza del mundo capitalista que saca los minerales. Esos son nuestros reclamos. Y por eso se decidió que esta familia tiene un territorio para recuperar. Porque este es territorio es ancestral. Quieran o no quieran, todo este territorio es ancestral; fue ocupado por gente antigua antes de que se iniciara el Estado argentino”, asegura.
El segundo punto clave en esta toma de tierras remite a lo sagrado. La explicación: “Dentro de nuestra cosmovisión mapuche, antiguamente nosotros teníamos lonkos (que encabeza la comunidad)y machis (autoridades espirituales) que organizaban a nuestro pueblo. Después que pasó la mal llamada Conquista del Desierto, a los primeros que mataron fueron a los lonkos y las machis. Ahí quedó la gente escondida en los campos, la que se pudo esconder, la que no estuvo cautiva; dentro de eso lo único que podemos decir es que acá nosotros estamos levantando una autoridad y nada más. Eso lo entendemos nosotros. Y eso es lo que menos quiere el Estado: que se levanten esas autoridades. ¿Por qué? Porque tienen miedo de que esto se siga. Pero esto va a seguir”.
El joven mapuche hace una pausa y cierra con una pregunta retórica, que es a la vez un contra-argumento. “¿Para qué quieren las tierras? Para explotar, para enfermar, para ellos mismos. Lo estamos defendiendo del saqueo capitalista, por nuestros hijos, para poder ejercer una vida ancestral como tenían nuestros antecesores. Para vivir en libertad”.
*Esta nota forma parte de la cobertura colaborativa de lavaca, revista Cítrica y el diario Tiempo Argentino

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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