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Rosario: la intendenta define hoy si se prohíbe o no el glifosato
Faltan apenas horas para que la intendenta de Rosario, Mónica Fein, vete o promulgue el proyecto que puede marcar un quiebre en la cartografía de lucha contra los agronegocios en Argentina y el mundo: la prohibición del uso del glifosato. La multisectorial Paren de Fumigarnos explica que si la norma no es vetada hasta las 23:59, se promulgará de forma automática. El proyecto fue aprobado por unanimidad en el Concejo Deliberante el 16 de noviembre, pero desde entonces tuvo que resistir las presiones del lobby sojero, comandado por la Bolsa de Comercio local y Aapresid, entre otros. Carlos Manessi, referente de la multisectorial explica a lavaca: “El valor simbólico que tendría la prohibición del glifosato en la capital nacional del agronegocio es muy fuerte”. Qué significa este proyecto. El intento del lobby por frenarlo. Las otras leyes que se podrían venir.
Una cuenta regresiva tiene en vilo a la ciudad de Rosario con una decisión política que podría ser histórica en la cartografía de lucha contra los agronegocios: hoy vence el plazo para que la intendenta Mónica Fein promulgue o vete la ordenanza que prohíbe el uso del glifosato y que el Concejo Deliberante votó por unanimidad el 16 de noviembre. Si bien la ciudad afrontó escándalos como las “patoteadas” del lobby sojero para dar marcha atrás con la norma que fue aprobada hasta por los concejales de Cambiemos, las organizaciones que ya están acampando frente al Palacio Municipal saben que si no hay un veto hasta las 23:59, el proyecto se promulgará de forma inmediata.
“La ordenanza en cuestión ha sido sancionada el día 16 de noviembre de 2017 luego de una votación que reunió la adhesión de los 28 ediles del concejo deliberante rosarino”, expresó la multisectorial Paren de Fumigarnos, promotora del proyecto que presentaron los ediles Osvaldo Miatello (Compromiso con Rosario) y Pedro Salinas (Ciudad Futura), en una carta abierta dirigida a la intendenta. “Como usted sabe, la relevancia de semejante nivel de consenso político e institucional es un motivo esencial para decir en favor de su promulgación y consiguiente vigencia como derecho local. Queremos en ese sentido, expresarle todo nuestro apoyo, para que sostenga una actitud firme, en defensa de las decisiones democráticas y los derechos de los ciudadanos comunes, y no ceder a las pretensiones de los sectores concentrados del agronegocio. En su carácter de trabajadora de la salud y conocedora de la problemática socioambiental, le pedimos que no olvide el compromiso ejercido ante la población, por usted y el partido al que pertenece, de gestionar en defensa de los derechos más elementales como son La Vida y al Ambiente Sano”.
La carta abierta salió publicada hasta en el diario La Capital, el periódico de mayor tirada en Rosario. “Es muy importante porque así llega a quienes queríamos que llegue: a todos los estamentos de gobierno de la Municipalidad”, dice a Lavaca, Carlos Manessi, referente de Paren de Fumigarnos.
-¿Cuál es la importancia de este proyecto?
-Más allá de que económicamente no tiene incidencia porque en Rosario afectaría solo a 300 hectáreas, el valor simbólico que tendría la prohibición del glifosato en la capital nacional del agronegocio es muy fuerte. Aquí están todos los puertos, el 70 por ciento de la soja sale por allí. Rosario tiene sedes de organizaciones como Aapresid, Acsoja, también está la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio: son actores muy fuertes y pesados. Y ese valor simbólico también lo entendieron ellos, de lo contrario no se explica por qué salieron todos a defender al glifosato de esa manera, desde el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevere, para abajo. No sólo eso: trataron de influir. Fueron al Concejo, estuvieron con los concejales y presentaron un proyecto totalmente irregular. Se lo aceptaron.
-¿Qué ocurrió?
-El orden de los hechos es el siguiente. El 16 de noviembre el Concejo aprueba por unanimidad el proyecto de prohibición del glifosato en todo el distrito de Rosario. Es un solo artículo. Lo aprobaron los 28 concejales, incluidos los de Cambiemos y el socialismo. A los días asume Etchevere, que dice que el glifosato es “inocuo”, y a partir de ahí se desató una campaña del agronegocio para torcer de alguna manera esa ordenanza. A la semana siguiente, en la reunión parlamentaria en la que se reúnen los concejales para ordenar la actividad de la sesión durante la tarde, se hicieron presente 16 personas, entre las que estaba el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Alberto Paduán. Fueron a patotear a los concejales para que hagan una nueva ordenanza que derribe la otra.
-¿La aceptaron?
-Introdujeron un proyecto que daba de baja la ordenanza aprobada por unanimidad y se la aceptaron. Fue un escándalo, porque para hacerlo deben presentar el proyecto 24 horas antes. No sólo ingresaron la ordenanza de forma irregular, sino que 15 concejales la aprobaron en sesión. ¿Qué pasó? Hubo una salvedad: decidieron que no podían votarla sobre tablas y la derivaron a las comisiones. Y en la Comisión de Ecología no pasó: perdió la votación por 4 a 3, y directamente se la dio de baja. Por eso lo único que le queda al agronegocio es que Fein vete nuestro proyecto hoy. Así están las cosas.
-Los principales diarios rosarinos se hicieron eco del proyecto de ordenanza y hasta cuestionaron la patoteada del lobby sojero. ¿Qué ocurrió para que eso sucediera?
-Todos los canales están a favor y denunciaron la patoteada. También hay varios periodistas regionales de La Capital que fueron percibiendo los daños de este modelo. Y, también, demuestra que la persistencia de las campañas, cuando son justas, terminan por dar sus frutos. Hay un emergente social, es cierto, pero es triste decir que también es porque están apareciendo más enfermedades. Estuvimos en una reunión en Humboldt, un pueblo de 5000 habitantes, rodeado de soja, en la que participaron unas 150 personas: más de 100 se identificaban como enfermos. Y esa situación se repite en toda la provincia. Otro ejemplo: este año terminamos de hacer un documental que cuenta los 10 años de nuestra campaña. Lo presentamos en un pueblito: fueron 500 personas.
Manessi subraya que la promulgación de la ordenanza que prohíbe el glifosato en Rosario también puede ser el camino que allane el terreno legislativo para otros tres proyectos que la multisectorial Paren de Fumigarnos presentó en el Congreso santafecino.
- Modificación de la Ley N°11.273. Alguno de los puntos centrales: zona de exclusión de 1500 metros de las ciudades, pueblos, escuelas rurales, cursos de agua donde no se puede aplicar ningún agroquímico; prohibición de fumigaciones aéreas; los depósitos de agroquímicos deben estar fuera del radio urbano; prohibir el reciclado de envases de productos químicos.
- Ley para fomentar las producciones agroecológicas. Propone acceso a la información y capacitación en prácticas agroecológicas, incentivos para los productores (exenciones de impuestos, por ejemplo), creación de fuentes de financiamiento, entre otros ítems.
- Proyecto para relocalizar las plantas de silos. Propone que estén ubicados a no menos de 1500 metros fuera del radio urbano y de lugares donde habiten o concurran personas.
Manessi: “Logramos que los proyectos ingresen por la Comisión de Salud. Eso nunca había pasado hasta ahora. Todo esto ocurre con la discusión del glisofato a nivel mundial: la Unión Europea aprobó por un voto la renovación de la licencia del glisofato por 5 años, cuando siempre era por 15. En el medio ocurre lo de Rosario. Y, de promulgarse, realmente sería un golpe muy fuerte. Además está el principio de no regresión de la Ley de Ambiente, que establece que no se puede retroceder a los niveles de protección ya alcanzados. Sería inconstitucional”.
-¿Cuál es la mayor preocupación del lobby sojero respecto a la ordenanza?
-La repercusión. A partir del 16 de noviembre, automáticamente Gualeguaychú, Concordia y Paraná presentaron proyectos de ordenanza que fueron aprobados. Pensemos que son más de 200 millones de litros de glifosato que se utilizan, y que en estos momentos las corporaciones no tienen ninguna variedad de soja y maíz que no tengan el gen de resistencia al glifosato. Si vos derrumbás eso, estás poniendo al modelo en una situación complicada no sólo política, sino económica.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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