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Cero drama: presente y futuro teatral

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Siete dramaturgxs y directorxs cuentan cómo viven este momento sin teatro e imaginan lo que viene. Crisis, impacto, virtualidad, videoteatro, lo físico, el nuevo imaginario: reconfiguraciones de un arte que sobrevivió a varias pandemias. Por María del Carmen Varela y Martina Perosa.

Cero drama: presente y futuro teatral
Foto: Martina Perosa

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Todas las historias del mundo caben en un escenario. El rito fantástico ocurre en una tarima, en la calle, en cualquier lugar bajo techo o a la intemperie: cualquier lugar donde podamos dirigir la atención y entregarnos al relato con todos los sentidos. En tiempos de pandemia y de cuerpos encerrados, ¿cómo se concibe al teatro? ¿Hay alternativa posible? ¿Cómo se reconfiguran los cuerpos, condimentos indispensables para este arte?

Marina Otero, Victoria Roland, Laura Fernández, Laura Sbdar, Verónica Mc Loughlin, Matías Feldman y Lisandro Rodríguez son dramaturgxs y directorxs de teatro, y comparten estas inquietudes. Mientras la actividad se encuentra suspendida y se augura un futuro indeterminado, piensan cuáles son las alternativas para transitar este momento y de qué manera mantener en movimiento los espacios de creación.

¿Nace el videoteatro?

La actriz, directora y docente Victoria Roland reestrenó la obra Beya Durmiente  –basada en el texto de Gabriela Cabezón Cámara– en el Teatro Xirgu, poco antes de arrancada la cuarentena obligatoria. También estaba actuando en la obra Frenesí Universal en la sala teatral La Carpintería y preparando el reestreno de dos obras junto a sus compañerxs de la compañía La Mujer Mutante. Todo esto quedo en stop: “Esta pandemia ataca justamente la naturaleza de nuestra práctica, que es el encuentro humano. El teatro se trata de intercambio, contagio y comunidad: lo que ahora está prohibido.

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Matías Feldman
Foto: Martina Perosa

Pueden surgir un montón de cosas interesantes –por dimensionar la importancia del acontecimiento del encuentro– , y también cosas horrorosas como la idea de un mundo profiláctico, inmune, aislado, y cuestiones que ya se están viendo como la discriminación y el miedo paralizante. Se podría pensar, con mucha angustia, que va a ser muy difícil que la gente vuelva a confiar en ir al teatro y enfrentarse al contacto y al intercambio, cuando esto termine. Pero también podríamos pensar que tal vez necesitemos como nunca una actividad como el teatro, tan arcaica y primitiva en relación a la idea de comunidad y encuentro. Solo podemos especular. Y por lo tanto, creo que es un momento para habitar la incertidumbre, y aprovechar sí, la des-aceleración del tiempo productivo, que creo es lo más interesante que está sucediendo. La máquina productiva del capitalismo nos tenía a todxs en una carrera imparable y desquiciada. Y en esto caíamos todxs: desde los Ceos de las empresas hasta los teatristas independientes”. 

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Laura Fernández
Foto: Martina Perosa

Sobre la posibilidad de “teatro online”, el actor, dramaturgo, director de la Compañía Buenos Aires Escénica y fundador del Teatro Defensores de Bravard Matías Feldman aclara: “El teatro en sus 2.500 años desarrolló técnicas, amplió conocimiento, creó convenciones y las deshizo; profundizó inmensamente sobre la percepción en relación a un tipo muy particular de experiencia, la de lxs espectadorxs de teatro. Esa experiencia particular, específica y única, no es la que se da a través de una pantalla. ¿Cómo se pretende competir con artes que se desarrollaron pensando en las cámaras, en los planos, en la manera de narrar con ellas, en la edición? Cuando hablan de Teatro Virtual se comete un gran error. Son registros documentales en video de lo que fue una obra. Y si acaso se empezaran a generar contenidos teatrales para ser filmados, deberían llamarlo videoteatro. Como el radioteatro o el teleteatro”. ¿Qué valor le da al cuerpo lo virtual? “Lo virtual descarta el cuerpo, descarta lo presencial. Porque a la tecnología le molesta lo pesado, desprecia aquello que genere algún tipo de lentitud. El cuerpo es lento. Trasladarse hasta un teatro y pasar allí un tiempo es lento. Ensayar es un proceso espeso, complejo y nada liviano”.

La dramaturga Laura Sbdar añade sobre la cuestión: “Me parece que es un modo de tapar el vacío al que nos expone esta situación. Personalmente prefiero darme el tiempo de pensar qué es lo que se está perdiendo, qué deja el hueco, qué posibilita, anula o subvierte ese agujero. Me estimula más –aunque todavía no lo suficiente y por eso en el vacío persevero– pensar en las nuevas formas posibles. Y cuando digo nuevas formas, pienso sobre todo en las que nos permitan reencontrarnos corporalmente”. Laura tenía en marzo tres obras en cartel: Vigilante, Turba y Ametralladora. ¿Cómo definir esa distancia obligatoria que se hace tan evidente en la vía pública cuando es necesario ir a comprar al almacén del barrio y nula para un espectáculo por estar prohibido? “El problema ahora es que, más que una distancia –que puede ser acortada, reducida, intervenida, modificada, acercada, desarmada– hoy lo que se produce es una anulación de la convivencia entre los cuerpos. Una prohibición de la reunión. Una interdicción del ritual. Una negación de la acción compartida. Si miro esta cuestión con un (falso) optimismo, intento jugar con el concepto de distanciamiento tal como lo pensaba Brecht: ese procedimiento que permitía que lo familiar se conviertiera en sorprendente y lo habitual en asombroso. Que el distanciamiento produzca este extrañamiento y nos ponga cuerpos a la obra. Si la experiencia tal como la vivíamos está en crisis, me interesa una experimentación que pueda recuperarla desde su carnalidad viva, (in)consciente y narrativa. Si esto llegara a ser imposible, me parece más interesante pensar en la muerte del teatro que en los modos de rellenar la escena con píxeles”.

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Laura Sbdar
Foto: Martina Perosa

¿Qué le sucede a un cuerpo privado del contacto con otrxs cuerpxs? “Siento el cuerpo perdido, como si no encontrara qué hacer con él. Me falta el lugar donde se mueve, donde se siente útil. Extraño los movimientos que solía hacer, cómo usaba la voz, hablar con mucha gente junta. Verme con mucha gente. A eso me refiero con el cuerpo perdido”, cuenta Verónica Mc Loughlin, actriz, dramaturga y directora que estaba por reestrenar tres obras, entre ellas A Dancy  en el teatro Callejón. También estaba dando clases de teatro. “Estamos atravesando un momento desde el teatro que, al no tener posibilidad de hacer lo que solemos hacer, nos ponemos a pensar mucho más en nuestra actividad, en sus principios, en su especificidad y no hay mucha vuelta: el teatro es juntxs, en presencia. Eso no se negocia. Tenemos que encontrar la manera de volver a trabajar de ese modo. El teatro es en vivo, cuerpo a cuerpo. Porque la vida es así. Nos quedamos en casa, claro. Nos preservamos. Nos cuidamos. Pero para sobrevivir. No para vivir. Hay que volver a la vida. Y entonces se volverá al teatro”.

Cuerpos & tecnología 

¿Se puede usar este momento para centrarse en la creación? “Unx podría aventurarse a pensar que de todas las actividades teatrales suspendidas o reformuladas, la escritura no tendría por qué verse afectada –dice Laura Fernández–. De hecho, hasta podría pensarse que, por el contrario, todo el tiempo invertido en otras actividades teatrales podría volcarse ahora en la escritura. Pues, al menos en mi caso, esto no resultó tan evidente: esx otrx a quien unx escribe, a quien unx le escribe, esx otrx que imagina, que desea, con quien unx entabla una relación muy cercana, ya sea porque es a través de su cuerpo que se producen las imágenes, ya sea porque está ubicado en una butaca; esx otrx, decía, es ahora muchísimo más difícil de apresar en la dramaturgia. Como si la distancia física –y la incertidumbre que la rodea– nos hubiera despistado un poco sobre los modos en los que trazar esos lazos a través de la técnica acostumbrada, no por desconcierto intelectual sino por el mareo que produce tratar de intuir qué cosas habrán de conmover ahora”.  

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Verónica McLoughlin
Foto: Martina Perosa

Laura es dramaturga, productora, directora e intérprete y trabaja en dirección y dramaturgia con el colectivo teatral Piel de lava, integrado por las actrices, dramaturgas y directoras Pilar Gamboa, Valeria Correa, Elisa Carricajo y Laura Paredes. Cuando el coronavirus nos obligó a la distancia, Laura estaba escribiendo, ensayando y ocupándose de tareas de producción. También estaba por iniciar las clases de Dirección Teatral en la Universidad Nacional de las Artes en la que se desempeña como docente.  “Cuando el contexto social es tan potente la dramaturgia no es ajena a esas sujeciones: debe encontrar astucia para desatarse de un modo ingenioso o mucha potencia para salir disparada de esas amarras”.

Lxs artistas cuentan con una ventaja potente y decisiva: como las semillas, albergan el misterio de la creación y sus brotes se atreven a crecer hasta convertirse en enredaderas impetuosas y floridas. En medio del desierto, la gota de agua irrumpe en la arena.  Marina Otero es bailarina, performer, autora, directora y docente.  La cuarentena la encontró en Brasil y  tuvo que volver antes de lo previsto. Poco antes había tenido un viaje fugaz para presentar en un festival en Perú su obra Recordar 30 años para vivir 65 minutos y había estrenado Fuck me en el Festival Internacional de Teatro. Después de una operación que la hizo detenerse, Marina estaba lista para regresar al escenario.

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Victoria Roland
Foto: Martina Perosa

¿Qué hacer en este contexto de pandemia para redefinir, reciclar y derramar la creatividad? “En esta pausa lo que sucede son otras cosas que tienen que ver con un proceso creativo, donde aparece la angustia, la intimidad, la frustración y en ese sentido es rico para hacer proceso, generar investigaciones, pruebas. En mi caso, mi trabajo tiene que ver con la intimidad, y la investigación en esa intimidad me parece que en un punto les viene bien a las clases que estoy dando. Una clase es de entrenamiento físico, que tiene que ver con mi lado de bailarina y otra que tiene que ver con la investigación escénica, teatral, de danza. Y ese es un taller que sigo dando por dos motivos: uno, para mantener la economía, las cuentas, el alquiler, y el otro, para poder mantenerme espiritualmente activa. No trato de hacer algo similar a lo que daría en una clase física sino proponer otras cosas, que tengan que ver con esta pausa, para que cuando podamos volver, volvamos con todo esto acumulado. Hay que volver a encontrarse con el otro, sin sentir la amenaza con el cuerpo del otro”. Transitar este momento puede tener condimentos inesperados. “Hay algo de lo que perdimos, que en este momento es una posibilidad de recuperar: el ocio. Obviamente que cuando no tenés para comer, no pensás en eso. Lo práctico, lo económico, se tiene que resolver. Mientras no pueda resolverse lo más macro, al menos que se resuelva lo micro. Es un momento para permitirse ciertos fracasos. Hay algo de la exigencia que es todo lo contrario a lo que pienso que debería ser este momento. Reconocer esas zonas oscuras, siempre y cuando no perjudique a otras personas, ni sea una autodestrucción. Pero permitirse una cierta estupidez, me parece muy necesario”.

Al arrancar la cuarentena, Matías Feldman estaba terminando las entrevistas e inscripciones a los cursos anuales de actuación y comenzando los ensayos para los reestrenos de la Prueba 2: La desintegración y la Prueba 3: Las convenciones, de su Proyecto Pruebas.  ¿Cómo se lleva la tecnología con el cuerpo? “Es profundamente revolucionario ser una disciplina que no puede desmaterializarse. La tendencia desde hace ya varias décadas es a la pérdida del cuerpo. Ese es el statu quo hoy, y todo lo que tenga que ver con la ausencia de la fisicalidad tiende a conservar ese statu quo, por ende podríamos decir que tiende a ser conservador. La tecnología destruye intermediarios. Eso a veces es extraordinario y a veces es terrible. En relación a la experiencia teatral tiende a querer deshacerse del cuerpo”.  ¿Cómo elaborar nuevos imaginarios con cuerpos presentes en este contexto? “Creo profundamente que la energía debería estar puesta en pensar el nuevo teatro de pandemia, con cuerpos presentes, los de las actrices y actores y los de las y los espectadores. En ese sentido, creo que podemos pensar en un teatro con distancia entre los cuerpos que estén presentes”.

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Marina Otero
Foto: Martina Perosa

Teatro organizado

A pocos días del cese de las actividades escénicas, un grupo de trabajadorxs teatrales confluyó en un intercambio por grupo de Whatsapp para ver la manera de afrontar la gravedad de la situación del sector y así se conformó el PIT (Profesorxs Independientes de Teatro). Más de 70 personas se organizaron en comisiones y realizaron un censo para saber a qué cantidad de profesorxs y alumnxs afecta. Este censo está en marcha y hasta el momento arrojó algunas cifras que son parciales: 700 docentes y 24.000 estudiantes en CABA. Feldman: “En relación a volver a lo presencial, estos días terminamos de escribir una propuesta de Protocolo para Clases Presenciales de Teatro en pandemia del COVID–19. Será algo que estaremos acercando a las autoridades para intentar que lo aprueben cuando empiecen a flexibilizar la cuarentena”.

Con la intención de atender la coyuntura actual, crear propuestas y estrategias de salida posible a esta crisis, Escena-Espacios Escénicos Autónomos, está organizando la constitución de un fondo solidario integrado por partidas estatales extraordinarias provenientes de reasignaciones de fondos destinados a festivales o giras  que no podrán concretarse por la pandemia, más aportes voluntarios que puedan hacer los espacios culturales. Escena es una agrupación asamblearia y horizontal que nació en 2010 y tiene como objetivo representar a distintos espacios teatrales. Además de Escena, varias agrupaciones como ARTEI, SAGAI, APDEA, Argentores, Asociación Argentina de Actores, están alertas para encontrar alternativas, trabajando en red y generando actividades que puedan producir algún tipo de ingreso y dar ayuda económica esencial.

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Lisandro Rodríguez
Foto: Martina Perosa

Apenas llegó de Brasil –donde el actor, director y dramaturgo Lisandro Rodríguez había ido a trabajar– se decretó la cuarentena obligatoria. Quedaron suspendidos otros trabajos que tenía pautados para este año, por primera vez, en el exterior. También sus talleres y obras en su nuevo espacio Estudio Los Vidrios, en Villa Urquiza. ¿Dónde encontrar teatralidad en este tiempo? “Que la hay, la hay. Está lleno de teatralidad y de encuentros. Es paradójico pero en las colas de los supermercados o en los jubilados sentados en la vereda del banco con reposeras hay teatralidad, hay plateas que se arman sin saber, sin querer. Por otro lado la tensión, la locura: no le creo nada a esta sociedad católica y patriótica que aplaude a los médicos, canta el himno y después dispara contra los piquetes o contra los presos, mezclando todo, la ensalada de los voceros de turno, de los confundidores y operadores seriales. Ahí también hay teatro”.  ¿Cómo pensar ahora el teatro?  ¿Y los cuerpos? “Prefiero pensar el teatro o la escena como un encuentro político más que como un cuerpo distante o no distante: cuerpo es crossfit también. El vecino que me manda a la cana hace crossfit y tiene músculos y es abogado y hace la denuncia cada vez que intento ensayar algo. Supongo que si yo fuera un médico, el tipo me aplaudiría a las 9 y me incendiaría el auto a las 10 por si lo contagio. El cuerpo-cuerpo lo ponen otrxs. No quiero sonar demagógico pero es así: lxs pibxs del Rappi, lxs pibes que arman red y que llevan adelante comedores, las pibas violadas, lxs médicxs que cobran miseria, lxs viejxs que siempre fueron, son y serán basura, etc. Esa configuración de cuerpos es la nueva configuración de un tejido social que está roto y que ahora queda en evidencia”.

¿Qué hacemos? “Nuestro teatro deberá buscar su nueva clandestinidad para que podamos compartir otra cosa, desde otro lugar, con otra mirada, por lo menos con la esperanza de un mundo distinto donde podamos decir lo que sigue callado. El teatro necesita ser agente político y poder bordar su propio borde y sus propias contradicciones. No hay más lugar para la retórica ni para la metáfora. Hace tiempo. Las nuevas dictaduras tienen forma de virus, de pandemia, de agrotóxico, de fracking, de chip, de redes, de zoom, de locura, de estadística, de conservadurismo, de ausencia del valor de la salud mental, de supermercado con murciélagos, con azúcar, con puchos o con coca cola, da igual. No me cabe nada el eslogan Quedate en casa, no hace falta ni analizarlo ni decir por qué. Pero ahí también hay teatro. Si hay TV debería haber teatro. Si hay supermercados debería haber teatro. Si hay médicos debería haber teatro. Si hay políticos, debería haber teatro. Si hay control, debería haber teatro. Si hay este mundo, debería haber teatro y poesía”.

Según su etimología, teatro significa contemplar. Y en este momento de fuerte desorientación espacio-temporal, contemplar se vuelve una actividad vital. Aumentar la mirada periférica, armar redes, no pensarse solxs, crear en tribu y también tomar distancia. Quizá sea momento de bancarse lo extraordinario, sin automatizar, y volver a las bases. Aquietar el cuerpo, descansarlo, para que cuando vuelva el teatro, sea la fiesta a la que siempre quisimos ir. Por ahora, soñamos con el regreso del goce: ver una obra que te colme de euforia, otra en la que sea inevitable contener las lágrimas, otra en la que no podamos parar de reír. Y juntarnos con amigues para celebrar ese momento. Volver a casa más sensibles, diferentes.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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Artes

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
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  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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