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Cura de barrio: La situación del teatro comunitario

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Diez grupos de todo el país cuentan sus reflexiones y estrategias ante la falta de actividad teatral. Muchos nacieron en otras crisis, saben de resistencias y dicen que hay que imaginar la oportunidad que se abre. Cómo reconstruir el barrio post-aislamiento, con arte y corazón.  MARíA DEL CARMEN VARELA 

Cura de barrio: La situación del teatro comunitario
Mate Murga

El sábado 7 de marzo en el Circuito Cultural Barracas se reestrenó la obra de teatro El casamiento de Anita y Mirko. Una fiesta con todo lo que eso implica: empanadas y sanguchitos de miga, vino y gaseosas, la clásica torta de varios pisos, baile, carnaval carioca, les familiares de la feliz pareja y el público como invitades de la boda y distribuides en distintas mesas, como amerita la ocasión. 

Al término de la función, hubo una segunda fiesta: la del elenco. ¿El motivo? Se cumplían veinte años de funciones de esta obra que ya se convirtió en un hito del teatro comunitario. “Brindamos emocionades y compartimos una larga mesa”, cuenta Corina Busquiazo, directora de la obra, integrante del equipo de coordinación y del grupo Los Calandracas, fundadores del Circuito Cultural Barracas. Fue el último brindis: “Luego comenzó la cuarentena y ya no pudimos hacer más funciones. Era nuestro sueño para este año: encontrarnos todos los sábados los más de 70 vecinos y vecinas en este espectáculo que viene proponiendo la fiesta como celebración comunitaria. Hoy El Casamiento de Anita y Mirko es de alto riesgo. No podemos bailar juntes, ni transpirar haciendo un trencito, ni compartir una mesa. Mucho menos cambiarnos 70 personas todes juntes en el camarín, compartiendo el mate, los ensayos y los abrazos para los que estrenan”.

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Los Pompapetriyasos

Vecinas y vecinos de todas las edades que se juntan a pensar, guionar, ensayar, producir y actuar una obra de teatro, en un territorio determinado –un barrio, un pueblo, una localidad– y con el aporte de tiempo, dedicación, creatividad y construcción de lazos, van transformando la realidad cotidiana a través de una herramienta poderosa: el arte. Eso es el teatro comunitario. Eso y mucho más. ¿Cómo se reconfigura el teatro en este momento de distancia entre cuerpos? ¿Hay alternativa? ¿Cómo afecta al teatro comunitario esta situación, desde lo social y lo lúdico? El actor, director teatral y dramaturgo Ricardo Talento, director del Circuito Cultural Barracas, responde: “Ante esta imposibilidad que mina la esencia de lo que hacemos, no nos queda otro camino que el de inventar alternativas, no para decir que hacemos teatro de otra manera –porque estaríamos tergiversando nuestra esencia– sino para una supervivencia afectiva y organizativa. Según la composición y dinámicas de cada grupo han surgido distintas propuestas. Encuentros, ensayos, intentos de dramaturgia, juegos, cursos, investigaciones y les podríamos agregar todos los etcétera que se nos ocurran. ¡Pero virtuales!”.

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Catalinas Sur

Imaginar la salida

En este tiempo en que no pueden juntarse, les integrantes del Circuito están reconstruyendo su propia historia que lleva 25 años, recopilando fotos y anécdotas. El Circuito alquila el espacio que oficia como su casa teatral y también paga sueldos a profesores, coordinadores y administrativos. Cuentan con el apoyo del Instituto Nacional de Teatro, pero no es suficiente. Por eso también desde hace algunos años apelaron al aporte económico de lo que denominaron Amigxs del Circuito, que aportan una cuota mensual y ayudan a sostener el proyecto. En esta ocasión, lanzaron un pedido de colaboración por única vez para paliar la crisis actual. Talento recurre a la fórmula que habita en la esencia del teatro comunitario: “Todo lo que hacemos está teñido de incertidumbre, de no saber cómo sigue esto, qué va a ser de todos nosotros a futuro. Puede ser una oportunidad, pero para que esto ocurra tenemos que imaginarla y empezar a construirla”.

Con una función en la calle para 300 personas. Así abrió el año el grupo Mate Murga, de Villa Crespo –que lleva 18 años de encuentros– con su espectáculo Herido barrio. Iba a ser la única presentación antes de iniciar una gira por Portugal que incluía actuaciones e intercambios en tres ciudades en las que hay grupos de teatro comunitario en formación. El elenco casi completo –55 personas– se disponía a un viaje que queda pospuesto hasta que las condiciones lo permitan. “La cuarentena también nos sorprende en el arranque de los ensayos de nuestra orquesta y del grupos de titiriteros en formación, es decir, irrumpe en un momento de plenitud”, cuenta Edith Scher, directora de Mate Murga. “Luego de un par de semanas de búsqueda y mientras vivimos la incertidumbre, encaramos varios proyectos que se pueden llevar adelante de manera virtual: la escritura de canciones en colaboración, a partir de consignas de trabajo muy específicas, los espacios de canto, el armado de un nuevo libro. Al mismo tiempo decidimos aprovechar este tiempo para estudiar, y en ese sentido nos encontramos virtualmente para capacitarnos en sonido, iluminación, audioperceptiva, para reflexionar sobre la actuación en el teatro comunitario, para aclarar dudas de las distintas secciones de la orquesta y para experimentar con los títeres”.

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Almamate

En Villa Juanita, barrio ubicado al este de la ciudad de Salta, el grupo Alas Teatro Comunitario arranca cada año la temporada de ensayos con un gran picnic. Los encuentros de los sábados a la tarde están suspendidos y, como todos los grupos de teatro comunitario, continúan en contacto de manera virtual. Desde hace un tiempo venían construyendo su propio espacio, ya tienen paredes y techo, faltan puertas, ventanas, piso y baño. Cristian Villarreal, director del grupo enfatiza: “Consideramos que si mantenemos los lazos de amistad con mensajes virtuales, no va haber inconvenientes en el futuro para poder abrazarnos y reencontrarnos, en eso somos optimistas. Otro secreto que nos mantiene unidos es seguir activos pensando en el grupo, pensar ideas para el próximo espectáculo, editar audiovisuales, juegos virtuales, nos mantiene lejos corporalmente pero unidos en nuestros proyectos”.

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Alas, de Salta

El abrazo que falta

La plaza central es el escenario, dessde hace cuatro años, del grupo de teatro comunitario de Ranchos, ciudad del noroeste de la provincia de Buenos Aires. La fiesta que planeaban organizar con todes en la plaza, juegos callejeros, música en vivo y la presencia de otros grupos de teatro comunitario devino en una celebración virtual. “En este momento de distancia entre los cuerpos el tejido social se ve vulnerable y afectado. Esos cuerpos que no pueden acercarse, no pueden sentirse, no pueden acompañarse, esos mismos cuerpos-territorios hoy se ven obligados a reconfigurarse culturalmente para estar a salvo y buscar alternativas” cuenta Ariel Muñoz, director del grupo. Agrega: “Es preciso trabajar para que esta reconfiguración no nos instale en el miedo y la angustia, y sí en la esperanza, la empatía, el cuidado mutuo, la solidaridad, la continuidad de la construcción colectiva, el arte también como salud y derecho de todes”.

“Falta el abrazo”, continúa Mariano Pini, del grupo de teatro comunitario Los Villurqueros, del barrio de Villa Urquiza. “Para un grupo de teatro comunitario es demoledor ya que somos fomentadores del creativo colectivo y la participación de intercambio de ideas en ‘fogones’, espacio donde circula la palabra en rueda entre todos. Así que nos tendremos que reconvertir por este tiempo de cuarentena”. Los Villurqueros cuentan con el Centro Cultural 25 de Mayo como espacio para crear y brindar funciones ya que formaron parte de su recuperación y son artistas residentes. Además alquilan una casa para tener sus reuniones, dar talleres y guardar vestuario, escenografía y utilería. Si bien lograron mantener el valor del alquiler, la falta de ingresos lo vuelve insostenible a corto plazo. “Hace años venimos planteando, en diferentes áreas y a diferentes gobiernos, la necesidad para nuestros grupos de tener lugares propios (o bien cedidos temporalmente) para poder desarrollar nuestra tarea, que además de ser artística es por sobre todas las cosas, social”.

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Circuito Cultural Barracas

Meses antes del regreso de la democracia, en marzo de 1983 el director teatral uruguayo Adhemar Bianchi les propuso hacer teatro en la plaza a las madres y padres del colegio donde iban sus hijas en el barrio de Catalinas. Esa actividad colectiva fue creciendo y en la actualidad son más de 300 personas las que participan del Grupo de Teatro Catalinas Sur. En febrero habían arrancado con los ensayos de su emblemática obra Venimos de muy lejos y los del Desconcierto, el espectáculo de la orquesta tìpica. A través de la plataforma Zoom están encarando ensayos virtuales y armando entre todes una obra para estrenar el año próximo. Cada 15 días comparten reuniones con la Red de Teatro Comunitario (integrada por unos 40 grupos de todo el país), intercambiando problemáticas, dinámicas de trabajo y de gestión. “Sentimos y se está demostrando el nivel de precariedad que hay en el sostenimiento de estos proyectos. Estamos buscando subsidios, pero realmente sentimos que las respuestas no son las que deberían ser. Está todo muy trabado, en CABA el gobierno complicó las cosas, hay mucha promesa, pero es a cuentagotas, no hay una acción que nos haga una diferencia. Hay cosas de fondo que nos ayudarían, como tarifas, estamos teniendo muchos gastos con el teatro cerrado, se nos está haciendo muy difícil, contamos con la colaboración de ‘Amigos utópicos’ que realizan aportes y la cuota de pertenencia que pagamos, eso ayuda un poco”, cuenta Gonzalo Domínguez.

El Épico de Floresta planea realizar una gorra virtual para la presentación de una serie de monólogos sobre la nueva obra en la que están trabajando: Épicas: historias sobre mujeres. En 2016 fueron desalojados del Corralón de Floresta –espacio autogestivo en el que se congregaban varias agrupaciones artísticas y una huerta– y allí tenían una sala de teatro y un depósito que construyeron gracias al esfuerzo de les vecines. El Gobierno de la Ciudad se comprometió a devolvérselos pero hasta el momento no lo hizo y en estos últimos años ensayaron al aire libre. Ahora el objetivo inmediato es acompañar a les vecines, contenerles y propiciar el entretenimiento. “Almamate es esa cita semanal en un espacio amistoso, en el que soy alguien en la mirada de los otros, y me reconozco, y los reconozco, con cuerpo, con rostro” dicen les integrantes de este grupo de teatro comunitario del barrio de Flores. “Hemos armado también un espacio virtual propio, bautizado ‘La Palmera Pandemonio’, abierto las 24 horas, los siete días de la semana, donde todes vamos enviando los trabajos que los equipos de artística nos proponen, porque consideramos fundamental sostener las actividades tanto de la Orquesta como del Teatro”. Si bien se venían juntando los sábados en la Plaza de los Periodistas, en Nazca y Neuquén, también alquilan una casa donde guardan instrumentos, vestuarios y materiales. Con 18 años de militancia teatral, aspiran a tener un espacio propio.

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Ranchos, Buenos Aires

Lo que la peste nos dejó

Los Okupas del Andén, de La Plata, cuentan que “la primera reunión virtual que tuvimos, terminó con lágrimas de agradecimiento por lo que entre todes habíamos logrado: romper el aislamiento”. En cuanto a las necesidades económicas del grupo, afirman: “Nosotros compartimos un espacio de la vieja estación provincial, y ayudamos con los gastos de limpieza y mantenimiento. No pagamos alquiler, al no ir, porque la estación está cerrada entonces no tenemos ese costo, pero si tenemos en cuenta que nuestros coordinadores perciben una suma como pago de rol, que obviamente no están percibiendo, a pesar de que están coordinando y dirigiendo las clases virtuales; por otra parte la comisión de gestión está solicitando subsidios para esta emergencia económica”.

En el barrio de Parque Patricios un grupo de vecines moldearon una obra de teatro indagando en el pasado del barrio y, sin saberlo, se anticiparon a lo que se venía. El colectivo Pompapetriyasos estrenó en 2012 la primera versión de la obra Lo que la peste nos dejó. Comenzaron preguntándose por qué el Sur tiene el estigma de “feo, sucio y malo” y se apoyaron en el concepto de que “algo apesta”. Cuando iban a estrenar, empezaron las obras del subterráneo y se cerró el parque por lo que tuvieron que mudar el estreno al Parque Ameghino y descubrieron que ese lugar había oficiado como cementerio durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871. La cárcel de la dictadura, el hospital de aislamiento más importante de Sudamérica (el Muñiz), el cementerio, un matadero, el ‘barrio de la quema’. “Empezamos a preguntarnos por qué y llegamos a la conclusión de que el acontecimiento de la fiebre amarilla había sido el mito fundante de este lugar temeroso, de este lugar del miedo, oscuro y que eso había definido la identidad de nuestro territorio y eso nos definía como habitantes del lugar donde vivimos”, afirma Agustina Ruiz Barrea, directora de los Pompapetriyasos.

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Villurqueros

“Descubrimos que estaba bueno pensar: ¿qué es lo que la peste nos dejó?. Y eso tiene que ver con la pregunta: ¿qué es lo que esta pandemia nos dejará? En el desarrollo de nuestro espectáculo descubrimos que lo que la peste nos había dejado era un fantasma, que habita entre nosotros. En ese fantasma, el otro es un potencial generador de la peste. Tiene todo que ver con lo que está pasando ahora, nosotros no podemos creer la relación y cantidad de similitudes que hay en nuestro espectáculo con esta realidad que se está manifestando. Ahí nuevamente ponemos en relación esta línea finita entre la realidad y la ficción”.

¿Dónde buscamos certezas en esta época de contradicción y desconcierto?

El teatro tiene memoria.

Esa memoria es el suelo fértil donde brota la creación.

Cuando la realidad nos enferma de miedo, el arte nos abre los ojos.

Y cura.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

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Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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