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Expresión de libertad: seis años de El Ciudadano, de Rosario

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Durante 18 años tuvieron distintos dueños, soportaron múltiples cierres, padecieron despidos y vieron pasar a un empresario de medios, al presidente de Newell’s y a Cristóbal López. Hoy son más de 50 trabajadoras y trabajadores que sostienen el tercer medio más leído en Rosario detrás de dos monopolios. Desafíos, risas, conflictos y huevazos.

Expresión de libertad: seis años de El Ciudadano, de Rosario
Parte de la redacción en la sede de El Ciudadano. Fotos: Ana Isla

La imagen no es de Orson Welles, aunque la diagramadora Georgina Rantica la narra como si fuera un guion cinematográfico: 

Escena uno: “Imaginate de estar muy cómodos en una redacción…”.

Escena dos: “… a llegar un día con las oficinas cerradas…”.

Escena tres: “… y tener que prender fuego gomas, cortar la calle…”.

Escena cuatro: “… hasta que en un momento me encontré tocando un bombo gigante en la peatonal…”.

Escena cinco: “… tirando huevos…”. 

Escena seis: “… estando bajo la lluvia 12 horas con la batucada, con pancartas, y tomando la Secretaría de Trabajo de Rosario”.

En seis actos, esta trabajadora de 54 años borda un travelling que sirve como flashback para el inicio de esta historia que se empezó a contar a sí misma seis años atrás cuando en la página web del diario El Ciudadano apareció una entrada titulada: “Desde hoy caminamos solos”.

Y decía: “No nos rendimos. ¿Sería exagerado decir que El Ciudadano consiguió volverse un ave Fénix? Creemos que no, porque cuando todo se complota para impedir el oxígeno que respira el cuerpo vivo del diario, la acción crucial que nos mueve a comunicar e informar para que se efectivice el bien fundamental de toda sociedad democrática, el derecho a la libertad de expresión, hay un soplo nuevo que levanta los ánimos y el horizonte se tiñe de una sola certeza: tenemos que continuar, la nuestra es otra voz necesaria para que la pluralidad informativa no sea una manifestación de deseo sino una realidad necesaria”.

El texto es la poética con la que más de 50 trabajadores y trabajadoras informaron quizá una de las noticias más importantes de sus vidas, que los tiene como título, bajada y cuerpo: el 30 de octubre de 2016 salieron a la calle con su primera edición autogestiva. 

Sin patrón.

¿Amarillo o popular?

El Ciudadano fue fundado el 7 de octubre de 1998 por el empresario Orlando Vignatti, que había sido parte del directorio del Banco Provincial de Santa Fe, dueño de Ámbito Financiero. Silvina Tamous tiene 54 años y entró a trabajar al flamante diario después de una experiencia en La Capital y Radio 2. “El diario surge en un lugar donde las publicaciones están terriblemente concentradas en monopolios, y como una alternativa a lo que había en ese momento que era La Capital. Apareció como un medio distinto, buscando tener agenda propia, una narrativa y una imagen diferentes. El proyecto fue tan exitoso que el dueño, a los dos años, lo vendió a La Capital y lo cerró”.

Salieron a las calles como lo describía Georgina cinematográficamente. Silvina recuerda que, para Rosario, fue una lucha histórica: “Eran acciones muy visibles que no eran común ver en periodistas. La proletarización de nuestro oficio no es algo muy consciente en general, pero la contundencia de la persiana baja hacía ver lo que iba a venir”. 

Era el año 2000 y, pese a la crisis que se avizoraba, lograron la continuidad del trabajo, pero ya la planta se había reducido: de 170 trabajadorxs quedaban 100. Lograron que quienes no siguieran pudieran cobrar indemnización, y cuando no la cobraban, retomaban las acciones: “Siempre estábamos en la calle reclamando y eso también tiene que ver con nuestra identidad. Ninguno de los patrones que se sucedieron estuvieron en regla con nosotros”. 

El siguiente patrón fue Eduardo López, presidente de Newell´s Old Boys desde 1994 a 2008. En esos 14 años, en los que Rosario vio a tres intendentes distintos y la provincia se dirimía entre Carlos Reutemann y Jorge Obeid hasta la llegada de Hermes Binner a la gobernación, López transcurrió su reinado en Newell´s sin llamar nunca a elecciones. Daniel Schreiner tiene 53 años, hoy es director del diario, y describe: “Fue una continuidad de precarización. El diario siempre fue una suerte de acuerdo tácito entre dueño de turno con gobierno de turno para una equis cantidad de pauta que permitía a ese dueño llevarse una buena tajada e incumplir con requerimientos laborales, no pagar aportes, en una crisis permanente que llevaba a una negociación encabezada por el sindicato para sostener los puestos laborales”. 

A nivel periodístico, el diario mutó a un proyecto “más amarillo”, de corte más popular, una búsqueda entre Crónica y Diario Popular. Silvina recuerda: “Es una época que todos putean pero nosotros reivindicamos porque si bien el diario hacía cosas lamentables como ‘la chica de tapa’, cubríamos absolutamente todo lo que refiere a luchas sociales que en los otros medios estaban silenciadas: marchas, despidos, laburantes en riesgo, mucho gatillo fácil. Querían hacer un diario amarillo, pero nosotros lo transformamos en popular”. 

La caída de López en Newell´s (en medio de denuncias de corrupción y marchas históricas de hinchas en reclamo de elecciones) significó, también, una nueva caída del diario. “Quedamos en la calle”, resume Daniel. El Sindicato de Prensa de Rosario los apoyó y, en 2009, reapareció Vignatti: retomó a 65 trabajadorxs. Así transitaron los últimos años: “Hasta que nos dijo que el diario ya no tenía futuro. Vignatti vendió entonces en 2015 Ámbito Financiero a Cristóbal López y, en el medio de ese negocio, metió El Ciudadano”.  

Llegaron promesas de bonanza, saldar las deudas atrasadas y un horizonte que nunca se cumplió. “Por primera vez en mucho tiempo vamos a poder respirar”, era el comentario de pasillo en la redacción, pero López fue procesado y la justicia le trabó un embargo por 8 mil millones de pesos. Así llegaron hasta octubre de 2016. 

Y el ave Fénix voló.

Sobre gritos & risas

Después de cuatro pasamanos distintos, al menos la transición fue pacífica, si es que aplica el concepto para 65 familias cuya fuente de trabajo cerró: la empresa pagó indemnizaciones y les dejó las máquinas. A su vez, había una experiencia reciente que fue inspiradora para los procesos de recuperación en medios: en abril de 2016, Tiempo Argentino se había conformado como cooperativa. Silvina: “Creíamos que otro diario era posible, que podía ser un semillero de pibes que aprendieran. Era un desafío”. La experiencia gremial fue un motor importante: “Fue el gran apoyo. Si no fuera por el sindicato, la cooperativa no existiría”. Daniel coincide: “Esto era impensable sin una experiencia gremial previa. La conducción del diario es la misma conducción sindical de comisiones internas de sucesivos períodos. Hay un espíritu de comunidad. Y asumimos como propia la marca del diario: la sobrevida”.

La recuperación se dio en pleno macrismo: “Teníamos a favor que en Santa Fe estaba el socialismo y que le interesaba que hubiera otra voz dentro de la concentración”. Ese apoyo, además de las máquinas y una sede prestada que funcionó como redacción los primeros años, significó un empujón crucial para un mundo nuevo. Silvina piensa: “Tenemos la estructura de una empresa recuperada: somos los que quedamos. Por ejemplo, yo no sé si era la mejor jefa de redacción, por lo que nos basamos mucho en la capacitación: género y redes, sobre todo. Hoy somos el tercer medio en visitas después de dos multimedios: La Capital y Rosario 3”.

Con la recuperación, también regresaron compañeros y compañeras. Una fue Lucila Demarchi, 36 años: había entrado en 2006, se fue en 2014 con un retiro voluntario y sus compañerxs le ofrecieron volver en 2019. Estaba trabajando en La Capital. Por qué regresar: “Me entusiasmó el proyecto cooperativo, poder tener incidencia en la línea editorial y qué contar sobre los hechos que una elige narrar. Se pueden instalar otras voces y temáticas sin que esté atravesado por lo económico ni los grandes poderes”. 

En su última etapa hacía policiales, para La Capital llegó a cubrir el juicio a Los Monos, y regresó al diario cooperativo con una condición: “No hacer policiales ni judiciales. Estaba quemada”. El periodismo sin patrón le dio la posibilidad de decidir qué hacer: hoy es la editora de La cazadora, un suplemento mensual de género, que fue reconocido con el premio Juana Manso de la Municipalidad de Rosario. “Es una linda vidriera de activismo y cuestiones culturales, y ya no el mundillo de abogados”. ¿Esa decisión es parte de otra lógica de trabajo? “Hoy tienen más peso las opiniones de socios y socias. Podemos discutir de otra manera. Incluso el conflicto es distinto. Y eso que discutimos mucho, pero está todo bien: si llegás y estamos gritando, es parte del proceso, pero si llegás y ves que nos reímos, también. Porque además de todo, nos queremos mucho. Lo afectivo atraviesa”.

Lucila se queda pensando: “Eso también es es algo por lo que volví”. 

Expresión de libertad: seis años de El Ciudadano, de Rosario

Macri, plata y pasiones

El camino de seis años (y contando) sin patrón es complejo, sobre todo en un medio de comunicación. “Aprendimos a ser cooperativistas como antes aprendimos a ser sindicalistas”, dice Daniel. 

En el medio, la pandemia: “Si me preguntás por Macri, la verdad es que no fue un problema porque era un blanco con el que podíamos construir identidad y hacer tapas fabulosas: no nos dio un peso ni tampoco fuimos a buscarlo. Pero los dos años de pandemia, con Perotti (Omar, gobernador de Santa Fe) y Alberto, fueron peores. No hubo una sola política para nosotros. Nos hambrearon a un punto de saña”. Lo que dice Daniel quedó reflejado en el manejo de la política social durante el confinamiento: mientras el Estado se hizo cargo de hasta dos Salarios Mínimo, Vital y Móvil con el programa de Asistencia a la Producción y el Trabajo (ATP), la ayuda a las cooperativas quedó supeditada a planillas que cada unidad debía presentar para acceder a programas como la Línea 1 ($6.500, aunque luego hubo un aumento por dos meses a $16.500), Potenciar Trabajo ($8.500), o IFE ($10.000). Las empresas cooperativas quedaron fuera del ATP porque este estaba diseñado solo para empresas privadas con empleados en relación de dependencia. Se pagaba entre uno y dos salarios mínimos (mucho más que los otros planes). Además, tampoco podían acceder en plenitud a los otros programas ya que fueron planteados según grados de vulnerabilidad: los programas no se complementan y se dan de baja si algunx de lxs socixs percibe otro ingreso “en blanco”. Esto significó que los multimedios La Capital y Rosario 3 cobraran ATP.

¿Y El Ciudadano? Silvina responde: “Nosotros nada. Si te tiraban algo, te sacaban el salario familiar, con lo cual la pasamos muy mal, porque eso generó mucho conflicto. Fue terrible. Y fue muy malo el trato del Estado a las cooperativas. Estuve en reuniones con el Ministerio de  Desarrollo Social, y vos veías tipos que estaban en frontera alfabetizando y no tenían guita ni para alcohol en gel. Hoy, con la crisis que hay a nivel mundial, las cooperativas son el futuro, pero si no fabricás tuercas no entienden qué es lo que hacés, porque los formularios que te dan para aplicar a algún financiamiento están hechos para que pidas una máquina de tuercas”.

Desde esa mirada gremial, que requiere sí o sí una vuelta de tuerca, Daniel subraya también un cambio de lógica: “Hay una crisis del periodismo gráfico, pero también de la prensa y los medios en general, donde el laburo en relación de dependencia está desapareciendo. Los sindicatos tienen cada vez menos afiliados, y eso se va a seguir profundizando”. 

En ese marco de crisis del empleo, donde los desafíos del periodismo sin patrón lo cruzan entre la consolidación del sector y la búsqueda de una producción competitiva, El Ciudadano también apuesta a nuevas fuentes de trabajo. Una de ellas es Candela Ramírez, 31 años, que conoció a Silvina mientras realizaba otro medio autogestivo llamado Sin cerco. También sabe lo que implica la crisis en el oficio: su papá es periodista. “Yo tenía muy mal internalizado que los periodistas cambiaban de trabajo todo el tiempo. No lo veía como desempleo, sino que llegaba diciembre y se ‘terminaba el programa’”. 

¿Qué significa entonces este puesto de trabajo? “En términos periodísticos estoy en el lugar ideal. Podés sentirte libre. Autogestionar tu trabajo te da otra satisfacción. En otro lugar es otra persona la que se ocupa de que esté tu sueldo, acá vamos juntos, y eso es una forma de protegerte”. Otra posibilidad es ser parte de las discusiones colectivas: “No formo parte de la comisión porque recién ingreso, pero me gustaría. Estoy esperando que llegue el momento. ¿Por qué? Para participar de las decisiones, pensar el camino, la dirección”.

El periodismo siempre es caos y conflicto, y lo cooperativo le suma la complejidad de su organización. Por ende, seis años de periodismo cooperativo -donde ese caos, ese conflicto y esa organización adquieren una dinámica propia, nueva y única- es un recorrido que la diagramadora Georgina  piensa nuevamente en otro lenguaje. “Todos estamos atravesados por el amor, el dolor y la pasión que hace que sigamos con esta locura: hace que sigamos amando lo que hacemos. Y disfrutándolo, a pesar de que decimos que estamos todos re locos”.

Y concluye: “El amor es lo que hace que hoy esté El Ciudadano”.

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

Marcha de jubilados: balas y bolitas
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CABA

Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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