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Caso Lucía Pérez: tercera temporada

Este martes 6 de mayo a las 9.20 de la mañana Marta Montero, mamá de Lucía Pérez, recibió el llamado de la fiscalía Nª 7 de Mar del Plata:
“¿Quiere venir mañana un rato antes de la audiencia así conoce al nuevo fiscal?”.
Marta se enteró así de dos cosas:
- Hoy miércoles a las 8.30 se realizaría la primera audiencia para determinar el monto de la pena que deberá cumplir Matías Farías, primero exculpado del crimen de su hija, luego condenado a perpetua por femicidio y ahora, por abuso sexual agravado, según ordenó en la revisión del segundo fallo el tribunal de Casación, que ha demostrado ser muy sensible a los vientos políticos que sacuden al Poder Judicial.
- El fiscal Leandro Arévalo, encargado de la acusación en el segundo juicio, fue trasladado de su puesto por orden del procurador Eduardo Casal, quien ya le había iniciado un sumario por considerar una falta disciplinaria grave que Arévalo haya iniciado su alegato pidiéndole perdón a la familia de Lucía por el maltrato judicial padecido.
La audiencia de esta tercera temporada comenzó puntual. La primera en hablar fue Marta, quien solicitó una postergación ya que su abogado estaba en España. El pedido lo reiteró el nuevo fiscal y también, por escrito, Juan Pablo Gallego, el abogado de la familia Pérez Montero. Sin embargo, el tribunal consideró que esa audiencia era “ordenatoria” y prosiguió con el temario: informar a las partes que en aproximadamente diez días comenzará el proceso para evaluar el monto de la condena. ¿Qué significa esto? Algo bastante extraordinario y que escapa o amplía, por decirlo con licencia poética, lo que habitualmente se conoce como “juicio cesura”. Lo concreto es que se inicia un procedimiento oral donde los jueces escucharán los argumentos y evaluarán pruebas que aportarán la fiscalía y la querella de la familia de Lucía, por un lado y, por el otro, la defensa del condenado. Unos expondrán agravantes, otros atenuantes y en la mensuración de todo lo aportado el tribunal determinará qué cifra de entre 8 y 20 años le corresponde a Farías: su persona, antecedentes y conductas serán parte de lo evaluado. No el delito que cometió, que ya está probado y tipificado: Farías es culpable.
En un juicio anterior, con condena firme, fue declarado culpable de venta de drogas a menores en la puerta del colegio de Lucía, delito por el cual cumple 8 años y medio de prisión. En estas audiencias, es culpable del delito de abuso sexual agravado, y sólo falta determinar por cuánto tiempo estará en la cárcel. En tanto, todavía resta conocer el resultado de la apelación del fallo de Casación que anuló la figura de femicidio en esta causa, por considerar que Farías no fue responsable de la muerte de Lucía, aunque dio por probado que la había violado y drogado.
Estos son los laberintos que el Poder Judicial obliga a recorrer ahora a la familia de Lucía, una adolescente de 16 años asesinada en Mar del Plata el 8 de octubre de 2016.
(En la foto de portada Marta Montero con el padre Chobi y la hermana Marta, que la acompañaron a la inesperada audiencia, y en esta otra, con parte del grupo de amigos, amigas e integrantes de la Campaña Somos Lucía).

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Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

El despliegue policial fue otra vez inusitado: gendarmes, prefectos, policías federales y aeroportuarios contra jubilados empujados a la pobreza extrema, cuyo medio de transporte no son la motorizada o los hidrantes, sino los bastones y las sillas de ruedas. Un rato antes, en el Polo Científico, hubo un acto contra el cientificidio producido por un estado que desmantela y desfinancia incluso emblemas de salud como el Hospital Garrahan.
En el caso de Congreso, nuevamente el acompañamiento a los jubilados reflejó una heterogeneidad creciente: curas, organizaciones territoriales, algunos –pocos– sindicatos, organismos de derechos humanos. Y el formato repitió un esquema coreográfico que optimizó el de la semana pasada: el movimiento, por la vereda y la calle, desorientó a las fuerzas que, aun siendo más en proporción, no daban a tiempo de evitar los cortes que lograba una marcha que no se detenía nunca. Esa estrategia también evitó choques directos, aunque los federales se armaron con máscaras para gasear en cualquier momento, gusto del que no se privaron tampoco con la prensa: al menos 18 personas heridas, fue el conteo de la Comisión Provincial por la Memoria. De todos modos, el piquete mayor fue el realizado por la propia ministra Bullrich y sus tropas, que aislaron al Congreso durante todo el día, cortaron Rivadavia, Callao, Combate de los Pozos, Hipólito Yrigoyen y la estación Congreso del subte A, para detener una marcha que, de hacerse, significa una vuelta alrededor del palacio legislativo de unos 20 minutos. De este modo, se instala un caos durante todo el día como para encender las ínfulas represivas. Volvió a escucharse un viejo cántico: “Policía Federal, la vergüenza nacional”.
Crónica de otra jornada con una pregunta que se respondió entre precios de empanadas, medicamentos y bifes de costilla: ¿qué guardan los jubilados bajo el colchón?
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi
Fotos: Sebastián Smock y lavaca.org
Es miércoles otra vez y todo se dispone más o menos como siempre.
Por allá el Congreso, vallado en cada esquina, de imposible acceso salvo para las fuerzas federales que utilizan las oficinas anexas del Palacio que –según la Constitución– debería votar la prórroga de la moratoria o los aumentos de los haberes de las personas jubiladas que están a minutos de reprimir.
Por acá los medios, autogestivos y privados, con máscaras de gas para evitar los químicos bullrichistas, en una naturalización de las condiciones bajo las que debe trabajar el periodismo.

Antonio Becerra, fotógrafo del diario Tiempo Argentino.
El conflicto es visible.
De un lado mujeres y hombres jubilados, muchas veces con bastones, otras con sillas de ruedas, siempre con carteles manuscritos que suelen ser un símbolo del presente.

Medios de transporte para reclamar por los derechos.
Enfrente, la policía Federal, la Aeroportuaria (?), la Gendarmería (?), la Prefectura (?), dedicadas a estos operativos caóticos, costosísimos, que revelan que la voluntad oficialista no es que haya orden, sino que haya represión.

Otros medios de transporte.
La danza del Congreso
Sin embargo es miércoles otra vez y la manifestación comienza, pero si la semana pasada ya había sido distinta, porque jubilados, sacerdotes, militantes barriales, sindicalistas, organismos de derechos humanos, socorristas y vecinos se desplazaron en una coreografía que hizo mover hasta el cansancio a las llamadas fuerzas de la ley, este miércoles la performance se optimiza, ganando en eficacia y poesía.
Porque comienzan sobre la plaza, dejan atrás los cordones de las fuerzas sin bajar a la calle, caminan sobre la vereda, cantan “qué feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer”, bordean la calle Hipólito Yrigoyen, llegan hasta la otra punta en Luis Sáenz Peña, doblan en U hacia Avenida Rivadavia, y de repente bajan a la calle, porque a los efectivos (?) no le dan los pies para caminar tan rápido y evitarlo, y entonces cuando llega la PSA la columna pasa de nuevo sobre la vereda cantando “qué vergüenza pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, y vuelven hacia Yrigoyen, y bajan a la calle, hasta que llega Gendarmería corriendo, y entonces vuelven a la vereda, y llegan hasta Sáenz Peña –otra vez– y bajan a la calle –otra vez– y cortan la calle, y de las motos y los autos suenan bocinas, y los manifestantes saludan riéndose como niños, porque la desorientación federal es total, hasta que llega la Federal, y se suben a la vereda, y así sucesivamente.

Crearon un cauce.
Una marcha infinita.
Una invitación a que el próximo miércoles las gotas que van confluyendo en esta ceremonia semanal sean cada vez más.
Cientificidio, motosierra y licuadora
El mismo día, en 15 ciudades del país se realizaron actos en los que participaron miles de científicos contra lo que llamaron “cientificidio”. El hecho se plasma en la motosierra sumada a la licuadora, aplicada a entidades como el Conicet (Consejo Nacional de Actividades Científicas y Técnicas) y la Agencia Nacional de Promoción Científica.

Foto: lavaca.org
Investigaciones y proyectos de todo tipo –desde estudios sobre cáncer hasta resistencia a los antibióticos– son amputados por la motosierra, mientras la licuadora se aplica a salarios que en muchos casos han sufrido pérdidas del 40% durante esta etapa que el gobierno “libertario” define como un éxito.

FotoCobertura colaborativa / RAICYT
En Buenos Aires la concentración se realizó en el Polo Científico (en Palermo), ante una situación que quienes trabajan en ciencia definen como desesperante, por el grado de destrucción y vaciamiento que sufre una actividad crucial.
El planteo fue: «Desde el estudio de la pandemiahasta la producción de alimentos, desde la historia argentina hasta la transición energética, desde las desigualdades sociales hasta la nanotecnología, desde la literatura hasta la biomedicina: no hay agenda de futuro sin ciencia». Los organizadores informaron además: “El poder adquisitivo de salarios y becas cayó un 40%, alcanzando niveles históricos mínimos, comparables a los de 2001”. Ya se han perdido 4.000 puestos de trabajo. La llamada “fuga de cerebros” se ha convertido en otro regalo que Argentina hace al mundo: no solo los recursos naturales sino también los humanos pasan a estar de remate. Los científicos plantean: “El gobierno ha implementado una política de aniquilación de aquello que llevó décadas construir”.

Foto Cobertura colaborativa / RAICYT
Las y los manifestantes se inspiraron en El Eternauta, con máscaras y la consigna “Nadie se salva solo”. Hace más de un año y medio las marchas de jubilados están planteando el mismo tipo de cuestiones y mostrando un camino que parece haber inspirado también al Polo Científico.
Una diferencia notable es que las máscaras de jubilados, periodistas y fotógrafos en Congreso son previas a la serie de Netflix, muchas veces caseras y precarias, y consecuencia de que son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos, cosa que ha ocurrido hasta con niñas.
En el caso del Polo Científico, los atuendos están muy bien hechos y son simbólicos, ya que no han sufrido ataques físicos como los jubilados (aunque si siguen reclamando seriamente tal vez lo logren).


Ataques a jubilados y fotógrafos
Volviendo a la marcha de jubilados, las fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y de Seguridad Aeroportuaria) comandadas por Patricia Bullrich mostraron ya no solo su cara represiva, sino también una improvisación inusitada. Un decálogo de postales de desconciertos y abusos:
1) Al vallar todo el Congreso –incumpliendo su propio protocolo antipiquete y cortando el tránsito en Avenida Rivadavia, Callao, Riobamba e Hipólito Yrigoyen– , generaron un peligro latente porque la gente debía caminar un tramo sobre Callao por la calle, pegada a los autos.

2) No dejaban cruzar a la gente por la senda peatonal de Rivadavia y Callao y tampoco explicaban el por qué. Solo ganaron reproches e insultos, también, de las personas que no estaban reclamando por las jubilaciones. Por ejemplo, automovilistas.
3) Armaron una barricada en medio de la Plaza de los Dos Congresos, sin ningún sentido (dentro de la plaza no hay calles que despejar).
4) Armaron otra barricada en medio de la vereda, a la altura de Rivadavia al 1771, entre Callao y Rodríguez Peña. Es decir: la policía hacía un piquete que impedía que los transeúntes fueran por la vereda, obligándolos a bajar a la calle. Al rato se dieron cuenta del absurdo y se movieron, entre risotadas e insultos.

5) Volvieron a gasear a la prensa. Antonio Becerra, fotógrafo de Tiempo Argentino, fue uno de los más afectados.
6) Según registró la Comisión Provincial por la Memoria hubo al menos 18 personas heridas.
7) Para seguir visibilizando su reclamo, un puñado de no más de veinte jubilados empezaron un semaforazo en la esquina de Montevideo y Rivadavia. Cuando se ponía en rojo el semáforo sobre Rivadavia, saltaban a la calle a reclamar e informar frente a los automovilistas. Cuando cambiaba al verde, subían. Así una y otra vez, hasta que llegó un ejército de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) les impidió hasta eso.
8) La mayoría de los efectivos de todas las fuerzas no llevaban identificación.
9) Cuando se les pregunta el por qué, muestran otro de sus protocolos: se ríen socarronamente.
10) Un dato no menor: quienes se ríen, están con trajes blindados y armados hasta los dientes.

Los jubilados que usan máscaras no lo hacen para parecerse a El Eternauta, sino porque son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos por la policía, y además por fuerzas de presencia inentendible en la plaza de Congreso: Gendarmería, Prefectura y Policía Aeroportuaria.
El colchón y las empanadas
Entre dólares en colchones y empanadas caras, hay un problema central que tiene menos prensa: la jubilación mínima sigue siendo de $296.481, a la que se suma un bono extra que desde marzo de 2024 yace congelado en $70.000, con lo que el haber llega a $ 366.481.
Armando tiene 74 años y es de Barracas. “Los dólares del colchón y las empanadas de Darín son métodos de distracción, de engaño hacia la gente, que se ve que les sirve porque tienen adeptos y ganan elecciones. Me pregunto cómo pueden lograrlo con el deterioro que están haciendo y con la maldad que tienen, porque no aumentar nuestras jubilaciones lo festejan como una victoria”.

¿Qué tiene usted en el colchón? “Lo único que me queda es el elástico”, dice y ríe por primera vez. Se pone serio: “Siempre que tuve un sope lo tuve que gastar. Y ahora ni eso. He sabido estar mejor, pero no ahora. Tengo el esófago de Barret, una enfermedad por la que debo tomar tres remedios todos los días y este gobierno me quitó el más caro, que antes era gratuito. No puedo pagar 50.000 pesos así que mi doctora me bajó la dosis a la mitad”.
Delia sostiene un cartel que denuncia lo que cobra un senador (9 millones de pesos) y exige “basta” y que los jubilados sean “los primeros”.
Cuenta su modo de supervivencia: “Cobro la mínima, 366 mil. Pago de alquiler casi 200 mil, y 100 mil de expensas. Sacá la cuenta de lo que me sobra para todo el resto del mes. Después la luz, el gas; lo que nos dicen es ‘no vivas, no vivas más’; o sea ¿me tengo que suicidar? Eso es lo que van a lograr, y chau”.

Estela y Lidia tienen 63 y 72 años. Están juntas y enojadas. “Los medios de comunicación son cómplices de que el gobierno nos trate como el repulgue de la empanada, obviando los temas importantes, como es esta protesta. Todo el mundo hablando de Darín, o mostrando sus colchones con el fin de disfrazar la realidad”.
Ven lo positivo de las empanadas: “Es importante que un artista como él haya hablado, porque aunque nosotras comamos en lugares más baratos, no dejamos de sufrir”.
¿Qué se sufre? “Lo que no tenemos en el colchón porque no tenemos ni en la heladera. Ya no estamos cocinando de noche. Ya pasó para nosotros lo de las 4 comidas. No existe más”.
Liliana –70 años, de Sarandí–, Sandra –63, de Quilmes– y Elba –72, también Quilmes– son tres amigas de zona sur del conurbano que tienen la bandera argentina como capas de superheroínas. Liliana se ríe para no llorar de lo que hay debajo de su colchón: “Deudas y cuentas, bien abajo de la almohada, esa que todas las noches no te deja dormir. Hasta el servicio de televisión tenemos que cambiar porque no alcanza. ¿Comer?, por Dios”.
Sandra come al mediodía: “A la noche matecocido, nomás”.
Elba fue a la mañana a hacer mandados porque a la noche viene su nieto a cenar: “Una hora estuve mirando precios. Me decidí por un bife de costilla, medio flacucho: $11.500 el kilo, para que coma bien el nene”. Liliana dice: “Bueno, ¿ves? Yo carne ya no”. Elba suma: “Y yo no voy al doctor porque me va a dar un remedio que no voy a poder comprar –dice y se señala la boca–. Todos los días rezo para que Dios me cuide los dientes”.

Efecto del gas pimienta.
Ricardo, 68 años, trabajó de todo –chofer de colectivos, montador, en una tejeduría de San Martín–, y cuenta que hace cuatro meses lo operaron de cáncer de próstata. “No me alcanza ni para los medicamentos, hijo”, dice, con los ojos como dos espejos. “Estoy acá porque Dios, quizá, me permite vivir un poquito más”. Su mujer trabaja y banca la situación, pero tuvieron que ir cambiando el menú: otro aceite, otras carnes, otra verdura, otro tomate, otros huevos. “Me entendés, hijo, todo hizo que nuestra vida se deteriorara en un sentido de dignidad de la mesa”. No pensó que después de jubilarse estaría de nuevo en las calles, pero acá está, con fe y esperanza de que Argentina pueda cambiar: “Ustedes tienen que razonar, la juventud, porque van a ser los más damnificados. Dios te ayude, hijo”.
Pasó otra marcha y pasó otro miércoles. Y llega un nuevo parte desde el Hospital Ramos Mejía, donde Pablo Grillo permanece internado desde aquel miércoles 12 de marzo cuando fue baleado por un gendarme con el impacto de un proyectil de gas apuntado a su cabeza. “Continúa estable en terapia intensiva. Desde Neurocirugía, su cuadro está controlado y su evolución es positiva. Desde Terapia Intensiva, se le están administrando antibióticos por la detección de una infección en vías urinarias. Está siendo monitoreado y su estado, por el momento, está controlado”.
La jubilación mínima sigue siendo de 366 mil pesos: salvo excepciones, no alcanza para comprarse un colchón. Más de cinco millones de jubiladas y jubilados hoy cobran eso.
Y por eso, también, seguirá esta marcha que parece infinita. El próximo miércoles.

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Represión y reacción

(Por Claudia Acuña)
Con las cámaras en alto y sentados en el asfalto (imagen de portada), más de cuarenta reporteros y reporteras gráficas lograron que liberen al fotógrafo Tomás Cuesta y se desestimen varios de los cargos que querían atribuirle a Javier Iglesias, otro de los fotógrafos arbitrariamente detenido al finalizar la ronda de los miércoles de las y los jubilados en el Congreso. También fueron apresados Pablo Luna, jubilado ex trabajador de YPF y Leandro Cruzado, integrante del Club Antifascista, quienes según la fiscalía Este –a cargo de iniciar la causa judicial– podrían recuperar la libertad mañana al mediodía.
Como todos los miércoles la prensa fue blanco de gases y palos por parte de las fuerzas de seguridad, que en esta oportunidad intentaron dar un paso más: el video que muestra la detención de Tomás Cuesta (al final de este artículo) es la evidencia de la brutalidad de su accionar. Cuesta, quien habitualmente trabaja para medios internacionales, estaba cubriendo la ronda para la organización Amnistía Internacional, que en estos días está elaborando un informe sobre la represión estatal a la protesta de jubilados enviando a Buenos Aires a una especialista de la oficina central de esa oenegé, desde Inglaterra.

Uno de los detenidos del miércoles: jubilados y la prensa en la mira.
Javier Iglesias es un fotógrafo independiente que cubría la protesta para medios especializados en temas de represión estatal. Ambos fueron derribados al piso, ambos soportaron la rodilla de un gendarme en la mejilla para aplastarles así la cabeza contra las baldosas, ambos fueron esposados y trasladados al estacionamiento situado exactamente enfrente del ingreso al Senado de la Nación. El contraste se hizo aún más evidente cuando los dos fotógrafos fueron obligados a pararse en el paredón de la playa de estacionamiento mirando hacia el frente: lo que veían desde esa posición era el Palacio, símbolo de la representación democrática. Quizá porque el oficio es exactamente ese –saber mirar– los y las fotógrafas que llegaron hasta allí para conocer la situación de sus colegas decidieron hacer entonces un camarazo con sentada: no iban a naturalizar otro miércoles de impunidad. El momento, además, era muy sensible: acababan de llegar las noticias del resultado de la nueva operación al reportero Pablo Grillo, a quien una descarga de Gendarmería lo hiriera de gravedad y le dejara como secuela una hidrocefalia que hoy obligó a colocarle una válvula para drenar el líquido del cerebro al abdomen.

Otro de los detenidos. Foto publicada en Tiempo Argentino.
El primero en sumarse a la plantada fue el secretario general de Sipreba, Agustín Lecchi. “Todos los miércoles jubilados y periodistas somos el blanco de la represión. No nos vamos a mover de acá hasta que tengamos una respuesta”. También personal de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad se presentó tanto en el estacionamiento como en la fiscalía para conocer la situación y los argumentos que, supuestamente, justificaban las detenciones. Finalmente llegaron los representantes políticos: el diputado Germán Martínez –presidente del bloque de diputados de Unión por la Patria- la senadora Silvina García Larraburu y el senador Mariano Recalde: en ese orden. En tanto, la fiscalía aceptó revisar “pruebas”: comprobó así que no había ningún video ni declaración policial que justificaran la detención de Tomás Cuesta y ordenó su liberación. Los tres restantes debían esperar la decisión del juzgado, por que la fiscalía ya había validado las detenciones en un trámite más rápido que el pedido de explicaciones.

“La clave fue la reacción”, sintetiza uno de los colegas de Tomás, que comunicó inmediatamente la noticia a su mamá que en estos días está trabajando en el Festival de Cannes: es la jefa regional de la agencia internacional de noticias Associated Press.

Un signo de los tiempos: Detenidos sin explicación, contra la pared, en un estacionamiento usado por la policía ubicado exactamente frente al así llamado Honorable Senado de la Nación Argentina.
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Marcha de jubilados: el día de “la coreo”

Las jubiladas y jubilados hicieron este miércoles algo tan interesante como disruptivo: moverse. Fueron eludiendo a las fuerzas federales buscando otros lugares donde hacer sus semaforazos. De pronto gendarmes y policías se quedaban en posición de combate contra la nada, porque la movilización se había movido a otro lado. Eso no logró evitar escenas absurdas de represión y gases de esos grupos antimotines pertrechados (los cascarudos, les dicen por su aspecto desde el estreno de El Eternauta). Grupos que cumplen un rol cada vez más vergonzoso y patético. Hubo además tres detenidos, y la sesión que en Diputados debía tratar un aumento para las jubilaciones no pudo hacerse por falta de quórum de la casta oficialista de LLA sumada al PRO y la UCR. Tampoco hubo entonces declaración de emergencia para los municipios afectados por las inundaciones ni para definir la investigación del caso de corrupción a través de la criptomoneda Libra. La otra noticia: Pablo Grillo, el fotógrafo herido el 12 de marzo por Gendarmería, fue intervenido quirúrgicamente este miércoles por sexta vez, con un resultado esperanzador, mientras la calle presentaba la nueva coreografía antirrepresiva.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
La Coreografía es el arte de organizar y estructurar movimientos corporales sucesivos, formando una secuencia planificada y diseñada para un rendimiento artístico o una rutina de ejercicio. Una “escritura de la danza” con tres dimensiones cruciales: estructura, organización y propósito.
Este miércoles el Congreso se convirtió en una pista que lo tuvo todo. Los cuerpos –con arrugas y bastones, con canas y máscaras de gas– llevaron una composición sobre el espacio público planificada y diseñada para un rendimiento que ya es una rutina: protestar, reclamar, pedir justicia. Fue una secuencia distinta a la de cada miércoles, días que ya convirtieron en una ceremonia de creatividad social.
Al mediodía, el palacio legislativo, cuya sesión ya había caído por falta de quórum, estaba vallado con un dispositivo de guerra. La oposición iba a llevar una serie de proyectos clave para el sector más perjudicado del gobierno de Milei: el aumento en las jubilaciones, la suba del bono congelado de quienes perciben el haber mínimo y la continuidad de la moratoria previsional –que venció el último 23 de marzo, y que ofrecía la posibilidad de acceder a una jubilación a personas que no cumplen con los años de aportes necesarios. La sesión –caída por obra y (des)gracia de los diputados que responden al gobierno nacional (La Libertad Avanza) y sus aliados (PRO y UCR)–también incluía la declaración de emergencia para los municipios bonaerenses afectados por las últimas inundaciones y definir la presidencia de la Comisión Investigadora por el escándalo de la criptomoneda Libra.
Nada ocurrió.
Salvo lo habitual: el Ministerio de Seguridad, como cada miércoles, valló el afuera del Congreso con cuatro fuerzas, la Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y un muro de vallas que rompió el protocolo antipiquetes y cortó la libre circulación por Avenida Rivadavia y por Entre Ríos hacia Callao, igual que el miércoles pasado.
Pero los jubinautas hicieron algo tan interesante como disruptivo: moverse, acompañados de algunos gremios, y organizaciones sociales como la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular). Cuando el cordón de prefectos evitaba que la gente bajara a la calle, la marcha los sobrepasaba y bajaban a la avenida Rivadavia.

Los manifestanes se alejan de la valla formada por fuerzas de seguridad, y hacen el semaforazo más adelante.
Entonces aparecía la Federal, y el movimiento era el mismo: la gente subía, los efectivos acordonaban, la gente se alejaba hasta sobrepasar el último efectivo, y volvía a la calle a repetir la secuencia. Luego de varias veces, quienes manifestaban decidieron abandonar Rivadavia, cruzaron la plaza, y cortaron Hipólito Yrigoyen. A la altura de Entre Ríos apareció la motorizada de la Federal, y otros policías de la misma fuerza acordonaron esa punta de la plaza. Entonces los y las jubinautas cruzaron de nuevo la plaza y volvieron a Avenida Rivadavia, donde repitieron la secuencia varias veces más. En medio de un gobierno que los gasea y golpea todos los miércoles, hicieron algo distinto y con una rebeldía particular acompañada por cantos como: “Andá a Malvinas, la puta que te parió” (especialmente dedicado a Gendarmería) y el clásico “qué feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer”.

Policías vs la nada: la gente se había ido del otro lado de la plaza para cortar la calle donde no había fuerzas de seguridad.
Hoy la coreografía sumó otra definición al movimiento en el espacio, aunque el día no estuvo exento de los gases, heridos y detenidos a los que nadie quiere acostumbrarse: Javier Iglesias, Leandro Cruzado y Pablo Luna fueron trasladados a las cárceles de Madariaga y General Paz.
Hubo un cuarto detenido, el fotógrafo Tomás Cuesta, que fue liberado.

Los momentos en que sí hubo represión. Fotos Juan Valeiro para lavaca.
Quórum, y para quién juega el árbitro
¿Por qué no hubo sesión? Faltaron cuatro diputados para lograr el quórum. Hubo 124 presentes –la mayoría de los de Unión por la Patria, la izquierda, 11 legisladores de Encuentro Federal, la Coalición Cívica, 10 de Democracia para Siempre, el radical Julio Cobos y Sergio Acevedo de Por Santa Cruz– y 133 ausentes –entre ellos los diputados de Córdoba Carlos Gutiérrez, Ignacio García Aresca y Alejandra Torres, que responden al gobernador Martín Llaryora; el chubutense Jorge Ávila, dos diputados de Democracia para Siempre (escindidos del radicalismo “peluca”), y 6 legisladores de Unión por la Patria que no llegaron a tiempo.
Christian Castillo es diputado del Frente de Izquierda por la provincia de Buenos Aires y habla con lavaca en medio de la Plaza de los Dos Congresos: “Cada miércoles presentamos nuestro reclamo por tener al Parlamento sitiado, es insólito, pero no podemos lograr que no se hagan estos operativos represivos delirantes, que lamentablemente siempre se cobran heridos. Es un gobierno de represores, es un desastre, pero no hay que amedrentarse ni dejar de venir. Esa es la señal: aunque monten todo el aparato represivo, la movilización no se va a frenar”.

Jubiladas y jubilados gaseados por las llamadas «fuerzas del orden». Su delito, reclamar por la destrucción de los haberes que les pertenecen por ley y por haber trabajado toda la vida. Fotos Juan Valeiro para lavaca.
Lo que sí se frenó fue la sesión de Diputados. Opina: “Faltaron 4 diputados para dar quórum, estuvimos al borde. En un vuelo que salía hoy temprano desde Santiago del Estero venían tres diputados y el vuelo lo retrasó el gobierno como tres horas y llegaron 20 minutos tarde. Con ellos quedábamos a uno y seguro alguien más se hubiese sentado de los que estaba dando vuelta y especulando. Además hubo otros que estaban enfermos”.
¿La maniobra del avión pertenecerá a lo que se llama “la casta”? Ahora habrá sesión en Diputados el 29 –si finalmente no hay paro de aviones– o el 4 de junio.
Nelly, 71 años, opina: “Están todos en convivencia con el mandato de Milei, que es el presidente de la crueldad, del achique”. Néstor, 74 años, amplía: “Nuestros representantes en realidad son pseudos representantes, porque no nos representan. Hacen lo que quieren los de arriba, son esclavos del poder”.
El presidente del bloque de diputados de UxP Germán Martínez, está en la esquina de Callao y Rivadavia, intercambiando opiniones, consejos y reclamos con un puñado de quince jubiladas y jubilados. Uno de ellos le hace una propuesta:
–Tienen que convocar a una movilización masiva, de un millón de jubilados. No de 400 como somos cada miércoles. Vas a ver cómo no hay Gendarmería ni Policía que nos cague a palos.
Martínez le dice a lavaca: “El quórum que no fue es lamentable. Todavía hay diputados y diputadas que no se dan cuenta de la importancia que tiene la agenda que estamos impulsando, con eje en los jubilados, la emergencia hídrica en vastos lugares de Buenos Aires y la estafa cripto. Yo creo que como están hasta las manos con la estafa cripto hacen lo imposible para evitar que haya sesión”.
Sobre el Congreso vallado: “Todas las semana denunciamos la militarización del recinto y hoy lo volvimos a hacer junto a los diputados de la izquierda”.
–¿Cuál fue la respuesta?
–Nada. Menem (Martín, presidente de la Cámara de Diputados) está como William Boo, el árbitro de Titanes en el Ring. Juega para ellos.
Organizaciones y estafadores
La estrategia de las Fuerzas de (in)Seguridad fue igual que la del miércoles pasado: aislaron el Congreso de la Nación. Las vallas circundaron el palacio legislativo para que las y los jubilados no pudieran hacer el acto ni la movilización de cada semana para denunciar las paupérrimas condiciones en las que viven o sobreviven. No hubo, tampoco, ni tránsito ni transeúntes pudiendo circular por Rivadavia entre Callao y Riobamba. Y también paralizaron la estación de subte Congreso de la línea A. Una vez más, Patricia Bullrich rompió su leitmotiv antipiquete.

Fotos Juan Valeiro para lavaca.
Mientras el gas cubre el aire, mientras la gente corre, mientras cantidad de personas están tiradas en el piso gaseadas, escupiendo, vomitando, intoxicadas, alguien grita: “¿dónde están las organizaciones?”
Nadie puede responder. O lo que responde es la imagen de la ausencia. Y una certeza que cae de madura: las únicas veces que no hubo represión es cuando las organizaciones sociales, sindicales, partidarias, se hicieron presentes con un músculo significativo y no sólo con un puñado de sus dirigentes para (in)cumplir o con más cartelería que personas.
Quienes vienen semana a semana son distintos curas. El Padre Pancho integra el grupo de Curas de Opción por los Pobres y ejerce su religiosidad en Merlo Gómez, oeste del conurbano bonaerense. Le cuenta a lavaca lo que vio: “Reprimen de manera injustificada. Solo generan un clima de violencia. No responden a un estímulo de quienes protestan, no. Al contrario. No controlan, provocan”.

Fotos Juan Valeiro para lavaca.
¿Qué está viendo en su barrio? “Desazón, una búsqueda de salvar las papas. Crecen las ferias de venta, crecen los comedores, crece la cantidad de cartoneros, crecen los que venden tortillas en las esquinas, crecen quienes se la rebuscan de cualquier manera y como pueden. Y crece el clima de violencia, de inseguridad, de robos. Todo eso está alarmantemente creciendo”.
Se escuchan cacerolas golpearse, y canciones que apuntan a los hombres (y mujeres) de bastones largos: “No son obreros, no son trabajadores, son policías cuidando estafadores”.
Mientras en el Congreso de la Nación pasa todo esto, Pablo Grillo, el fotógrafo herido el 12 de marzo por Gendarmería, es intervenido quirúrgicamente por sexta vez desde la marcha de jubilados en la que fue herido. Llega un mensaje tranquilizador de su familia: “La operación salió bien. Pudieron colocarle la válvula y un catéter para desviar el exceso de líquido cefalorraquídeo al abdomen”.

La gente continuó movilizándose: un jubilado con camiseta de Independiente llevaba un cartón escrito a mano: ”Nadie se salva solo”, frase popularizada por la emisión de la serie basada en la historieta El Eternauta. Una jubilada llevaba un gran cartel con un texto basado en otro libro que tal vez alguien aplique en algún momento:
“Constitución Nacional, Artículo 29: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.
El próximo miércoles seguirá escribiéndose esta historia.