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Lo viejo funciona

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Lo viejo funciona
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Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos: Sebastián Smok/lavaca.org

La frase tan famosa por estas horas y que remite a la serie El Eternauta, la sostiene en un pedazo de cartón un jubilado con remera de Independiente. Camina alrededor del Congreso de la Nación con el cartel en alto, mostrando con orgullo su obra artística, como cuando en un ring de boxeo se anuncia el round venidero:

“Lo viejo funciona Milei. Hdp. Lo viejo funciona”.

Este viajero del tiempo se llama Raúl –68 años, pañuelo de Nunca Más al cuello– y vio la serie dos veces. “Luchar sólo no sirve, entre todos tiene que ser, y por eso la serie es una ma-ra-vi-lla –dice, a minutos de una nueva marcha–. Todos tenemos que estar en la misma. Vos fijate que todos los miércoles, aunque llueva o truene o haga frío o haga calor, estamos nosotros. Somos todos viejos. Y estamos todos juntos. Ese es el mensaje que le dejamos a los jóvenes. Que no bajen los brazos. A mí por Tiktok me dicen de todo menos lindo, pero no me importa, porque no nos rendimos a pesar de la edad que tenemos. Esto es para nosotros, para mis nietos, y para los que vienen después. Ese es el mensaje”.

El viajero Raúl y la frase que hoy da vuelta al mundo –por obra y gracia de la serie basada en la historieta del desaparecido Héctor Germán Oesterheld, llevada a la pantalla por el director Bruno Stagnaro– está hecha sobre una caja de pizza, con marcador negro. 

Porque lo viejo, también, es creativo.

Lo viejo funciona

Lo viejo sirve

Otro viajero es Rubén, 72 años, que observa la viñeta de este Congreso distópico. “Está lleno de cascarudos”, dice, en otra referencia a la historia creada por HGO junto al dibujante Francisco Solano López en 1957, aunque lo que rodea al palacio no son seres alienígenas que siguen órdenes de un Mano o de un Ello, sino gendarmes, prefectos, policías federales y aeroportuarios. “Solos no gana nadie, y por eso todo lo tenemos que hacer en equipo –apunta–. Pero todavía no estamos con la capacidad de juntarnos y unificarnos para pegarle al Gobierno con un solo puño. Si no nos juntamos, los cascarudos siempre nos van a ganar. Y siendo ateo traigo a colación a Francisco, con esto de que lo viejo funciona, porque él le dijo a los jóvenes: ‘Ustedes corran, pero nosotros enseñamos el camino’”.

Ana María, 75 años, jubilada de ceremonial en el Ministerio de Trabajo, también relaciona a la serie con un cartel: “Hay una batalla de los jubilados sin armas y con hambre contra los cascarudos los miércoles aquí. Nadie se salva solo”. Ella es de la generación de los setenta, leyó la historieta entonces, y hoy trajo el cartel porque los miércoles tendrían que ser multitudinarios: “A los viejos nos están matando, nos sacan los remedios, y nadie puede vivir con 360.000 pesos como viven 5 millones de personas. Lo viejo sirve porque lucha”. 

Eduardo López, 68 años, pechera blanca de Sindicato de Jubiladxs, albañil, no vio El Eternauta pero su hija sí, y se emociona porque ella –“Fue ella”, remarca– quien unió la historia con lo que él siempre le contó: «Los Montoneros, la gloriosa jotape, el día que ganó Cámpora y sacamos a todos los presos, los 30.000 desaparecidos, la lucha de las Madres. Había mucha conciencia y hoy tiran droga en los barrios para que los pibes no piensen. Pero vamos a salir, más temprano que tarde vamos a tener la Argentina que tuvimos».

Lo viejo acciona

La creatividad no sólo pasa por hacer lo que nadie está haciendo (poner el cuerpo sistemáticamente, semana a semana) sino también desde el plasmar las ideas. 

Se lee en carteles y banderas enunciados comos estos: 

  • “Gobierno de ideas cortas, necesita bastones largos”.
  • A más represión, mayor resistencia. Pimienta y gas son para cocinar”.
  • “Las canas no le tienen miedo a los canas”

Roxana tiene una cartulina celeste que dice: “El bono está congelado como el corazón de Milei”. Su argumento: “Este gobierno es criminal, y no sólo con nosotros, es general; con los científicos, con la soberanía, están entregando todo. No es un Presidente, es un títere del poder. No hay otra que unirnos y eso significa que los miércoles deberíamos ser muchos más. Que esté de moda El Eternauta nos tiene que obligar a ver que si hoy un jubilado no tiene para comprarse un remedio, imaginate para ir al teatro, o al cine. Ni hablar para ahorrar algo. No hay acceso a lo más básico que es la alimentación. Y encima nos pegan. 

¿Qué ve de El Eternauta en este presente? “La lucha por salvarse solo, veo a mucha gente que no le importa el otro, pero también la contraposición de asociarse, de mancomunar los esfuerzos para salvarnos todos, los destellos de solidaridad que hacen que sigamos movilizándonos y seguir luchándola. No hay otro camino que el pueblo se levante, porque no contamos con el apoyo de legisladores ni jueces ni periodistas ni sindicatos. Pareciera que cada uno hoy cuida su quintita y así seguro no vamos a mejorar. Para cuidar a la patria, nos tenemos que unir”.

Miguel, 86 años, y otro cartel: “Como pizza, están vendiendo a la Argentina en porciones”. El dibujo es de una grande que podría ser de muzzarella, sino estuviera clavada con banderas de Estados Unidos, Inglaterra e Israel. “Estamos cagados de hambre, y los que no lo están es porque los ayudan sus hijos -dice, sin vueltas-. ¿Cuánto gana un jubilado? ¿Qué hacemos con 300 mil pesos? En el gobierno están los herederos de la Revolución del 55, que volvieron en los 90, en 2001, con Macri y ahora en el gobierno de Milei. Esta es la triste historia de la pobre Argentina”. Y agrega: “¿El Eternauta? ¿Ir a un teatro? Escuchame una cosa: hasta que estaba Cristina, iba dos veces por semana a la pizzería con mi pareja, me tomaba una birra, me comía una pizza y hasta me podía ir a un telo. Desde Macri para acá, no puedo hacer nada de eso. Y hoy ni siquiera te dan los preservativos gratis”.

Lo viejo funciona

Lo viejo enseña

Dalma, 67 años, jubilada de la ANSES, y una puesta en valor: “Siempre se dice que somos unos viejos meados, que no servimos para nada, y todo el tiempo nos quieren desvalorizar. Pero vos fijate que pasaron 40 años y una historia no perdió su valor». El mensaje de esta viajera: «A los jóvenes que se sumen a la lucha. Que no nos miren como bichos extraños. O que hagan su camino propio, pero hay que andar, sin esperar que nos marquen qué hacer. Y que la lucha no está en las redes, que es donde capaz nos ven, sino acá en la calle”.

Rubén, 77 años, jubilado autónomo, la escucha y se suma: “La inteligencia está en nuestra cabeza, y no en una computadora detrás de un vidrio. La semana pasada en España hubo un apagón masivo por el consumo de energía, ¿de qué sirvió entonces la inteligencia artificial?”. Su mensaje, traído en el tiempo cada miércoles, busca construir canastas y maples: «Falta solidaridad, memoria y mucho pero mucho producto de gallina. Nosotros somos los que ponemos todos los días, y las compañeras el doble que nosotros».

Yiyi, 67 años, profesora de arte, leyó la historieta en su juventud y todavía no sabe si quiere verla para conservar el recuerdo de la “buena literatura”, dice, y subraya: “Hay que recuperar la identidad como pueblo, que se ve en la juntada de amigos, en el truco. Hay algo ahí de la clase media que tiene que volver a poner el cuerpo”. Como otra viajera del tiempo, deja una enseñanza: “Salir del algoritmo para salir a la calle, pero no sólo para venir acá y pelear con nosotros, sino también a actividades de debate, o hasta bailar tango. Vivir”.

Las asociaciones con El Eternauta no sólo aparecen en las palabras de jubiladas y jubilados. Aparecen en los cascos de los laburantes de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad que registra una nueva represión de parte de las Fuerzas. Se ven en las máscaras de quienes integran la Comisión por la Memoria, que inspecciona cada una de las protestas. Figuran en las antiparras y anteojeras de las y los fotoperiodistas que intentan resguardarse de otro lanzamiento de gases.

Pero la ronda, como siempre, es reprimida: 58 personas heridas, según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Hay fotógrafos y periodistas que por un tiempo largo no vivieron en el país y se sorprenden de la escena: “¿Es siempre así?”, preguntan, ante colegas que son atendidos por profesionales del Cuerpo de Evacuación de Primeros Auxilios (CEPA) por gases, ante jubilados que muestran heridas sangrantes en brazos y muñecas, o ante el cura villero Paco Olveira con un corte profundo en su ceja derecha. “No sé si fue un palazo o con el escudo”, dice Paco, quien fue arrastrado por un cordón de cascarudos federales al tratar de evitar la detención de una persona. “Ante el gas que nos tiran, hay que seguir respondiendo con justicia social”, afirma el Padre.

La jornada concluye, de todas formas, con cortes de calle y semaforazos. Y, como cada miércoles, las jubiladas y los jubilados saludan a los cascarudos federales: “Acá estamos los meados, los cagados y los gaseados, y acá estaremos el miércoles que viene”.

Hoy también se cumplen nueve semanas de la brutal represión del 12 de marzo, y desde el hospital Ramos Mejía llega la mejor de las noticias: después de 55 días en terapia intensiva, Pablo Grillo salió a pasear por el hospital. “No fue a hacerse ningún estudio ni chequeo, salió a disfrutar un poco de aire fresco y recorrer los balcones”, cuentan familiares y amigos. “La alegría es total. El agradecimiento es eterno”, agregan. 

Pablo salió de su habitación de terapia intensiva, por primera vez desde aquel 12 de marzo donde un gendarme le fracturó el cráneo con una granada de gas lacrimógeno cuando estaba ejerciendo su oficio de fotógrafo. 

Pablo salió de su habitación un miércoles por la tarde. 

No podría haber sido de otra manera.

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Jubilados: el triunfo es seguir

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El Congreso de la Nación convirtió en ley el primer triunfo social que se logró al sostener en la calle, todos los miércoles y durante casi dos años, un reclamo que ni los gases ni los palos ni las detenciones arbitrarias pudieron desalentar.

Lo que deriva, ahora, es también el primer gran desafío político para un gobierno agobiado por la debilidad de su plan económico –debilidad que ahora quiere atribuir a esta decisión legislativa– y desgastado por una retórica abusiva que lo está dejando sin aliados y rodeado únicamente por aduladores, odiadores y especuladores.

La aprobación de un aumento de las jubilaciones del 7,2%, un incremento del bono de 70.000 a 110.000 y la extensión de la moratoria extinguida por decreto fue suficiente para que, además, comenzaran los reproches públicos de la interna oficialista, que tuvieron a la gran perdedora de esta pulseada –la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich– como vocera.

La estrategia de la ministra de sofocar con palos y criminalización el reclamo social dejó ayer en evidencia su fracaso, tal como había sucedido en su anterior gestión al frente de esa cartera en tiempos de Mauricio Macri presidente.

Lejos de aprender la lección, la repitió cosechando idéntico resultado. Lo sintetiza Beatriz Blanco, 81 años, la jubilada golpeada, tumbada y gaseada durante una la jornada de protesta del 12 de marzo (en la que también fue atacado el fotógrafo Pablo Grillo que continúa su arduo proceso de rehabilitación): “Si no aflojamos, lo logramos: esa es la lección de hoy”.

Beatriz no está confiada ni esperanzada: “Estoy decidida”, dice para definir qué espera en los próximos días, cuando se defina si el Congreso apoya o desactiva el anunciado veto del presidente Milei.

Esa decisión que define el estado de ánimo de Beatriz tiene un por qué: “ya no estamos tan solos y eso nos permite creer en nosotros. Nuestra fuerza es seguir”.

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La independencia de los jubilados

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Hubo marcha alrededor del Congreso vigilada por 26 vehículos de Gendarmería y Policía Federal como anticipo de las movilizaciones convocadas para la semana próxima. Sin embargo fue un 9 de Julio sin violencia contra quienes manifiestan, mientras lavaca planteaba una pregunta a jubiladas y jubilados: ¿De qué hay que independizarse?  

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos: lavaca.org

“Tengo 48 años de aportes y no llego a 500 mil pesos de jubilación. No puede ser que ni siquiera tenga para un gustito de comprarme un dulce de batata” dice a lavaca Hugo, 74 años, mientras marcha alrededor del Congreso. Tiene una barba blanquísima que le envidiaría Papá Noel. Vino desde Villa Domímico. Su síntesis para un 9 de Julio: “De lo que tenemos que independizarnos es de este gobierno, que no da para más”.

La independencia de los jubilados

El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán, integrado por representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, proclamó la Independencia de estas tierras. Ese día, las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán, coreando el grito de «Viva la Patria». 

209 años después, este 9 de julio de 2025, afuera de ese Congreso de la Nación integrado por diputados y senadores, jubiladas y jubilados proclaman de qué falta todavía independizarse en un contexto de jubilaciones licuadas (el haber mínimo a $379 mil), de barrida de la moratoria previsional y de la gratuidad los remedios.

Hugo sigue describiendo la situación tras sus 48 años de aportes, a través de un montón de preguntas: “¿Dónde está lo que pagué durante tantos años? ¿Cómo como? ¿Cómo vivo? ¿Quién me explica eso?”. Agrega otro elemento: “Soy epiléptico, tomo un remedio que me sale 200 mil pesos. Con mi señora ya no comemos a la noche. Esto es una esclavitud”.

La independencia de los jubilados

Un dolor en el pecho

Graciela, 78 años, es de Libertad, Merlo: “Tenemos que independizarnos de esta mierda de gobierno y de todo lo que nos explotan día a día. Estoy viviendo mal, no me puedo comprar los remedios que necesito. Nos han quitado todo a los jubilados. Este es un gobierno democrático, elegido por una votación, pero tremendamente dictatorial”. 

Un poco más joven, Osvaldo tiene 72 julios. Llegó desde Claypole donde vive. Dice que hay que independizarse de lo que define del siguiente modo: “Es una mafia que está regalando el país, todos los bienes naturales. Volvimos a depender de Estados Unidos, nos endeudan cada vez más, es un desastre”. Cuenta que cobra la mínima y que tiene un dolor en el pecho cada vez que lo visita alguno de sus seis nietos: “Me piden un yogur y no se los puedo comprar. Mis hijos no me ayudan aunque quieran, porque están peor”. Hace una pausa. Confiesa. “Te digo la verdad: ya no ceno, me tomo un té, no me da para otra cosa”.

La independencia de los jubilados

Lo que quiere Milei

Alrededor del Congreso, esta vez sin vallas, dos ejércitos desproporcionados están apostados para evitar vaya a saber qué: Gendarmería Nacional (15 vehículos) y Policía Federal (11 vehículos). Pero no pueden impedir que los y las jubiladas marchen alrededor del palacio legislativo, al grito de “qué vergüenza, pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, aunque evidentemente los haberes de los llamados efectivos son otros.

Surgen algunas preguntas entre los manifestantes:

¿Cuánto cuesta un operativo así de desmedido?

¿Por feriado se les paga doble a ese montón de uniformados?

¿Qué sentido tiene tanta parafernalia de seguridad?

La independencia de los jubilados

Este jueves está prevista la sesión en el Senado para tratar el aumento de jubilaciones. Opina Hugo: “Milei ya dijo que lo volverá a vetar. Y eso que sería un miserable aumento, es una vergüenza, es un desalmado, una mala persona”. Argumenta Graciela: “No tengo expectativas, porque aunque el Congreso apruebe todo, el señorito que tenemos por presidente lo veta. Él quiere a los jubilados sin nada, muertos”.

La independencia de los jubilados

Señalando la corrupción

Teresa dice que pasó los ochenta y que es de un territorio innombrable: La Matanza. Se presenta como militante comunitaria en Laferrere, con acción en la casa de salud barrial, y cuando se le pregunta por el día patrio, se enciende: “Hay que independizarse de la corrupción”, dice y señala al Congreso: “Si pueden tirarlo abajo, tírenlo, porque no me representa a mí ni a ninguno de los que estamos acá. Nosotros hacemos la patria grande, con este bastoncito que ves hice mucho por esta Patria, la amo y me la están robando. Luché mucho por ella, hijo. Mucho”. Nos pide que escuchemos un tema de Horacio Guarany,

“Qué te ha pasado justicia”. Lo que se cantaba en el siglo pasado:

A ver, señor diputado,

¿qué le ha pasado que se olvidó

del bendito pueblo obrero

que usted en campaña siempre nombró?

Tengo mis hijos pidiendo,

que por la calle siempre se ven

y usted se aumentó la dieta, 

y yo a la dieta la hago muy bien.

Alicia, 80 años, es otra de las jubiladas con esa dieta (cobra la mínima, $304.723,90 más el bono de $70.000), y dice que hay que independizarse de todo: “Somos una colonia. Se han posesionado de nuestros recursos naturales, el agua, el litio, el petróleo, están regalando las mineras, la educación, la salud, la jubilación. En realidad, no tenemos nada”. 

La independencia de los jubilados

¿Qué necesitamos?: “Otra independencia”, sintetiza Alicia, que integra Jubilados Insurgentes.

Mónica, 72 años, de la Asamblea de Vecinos de Boedo, viene siempre los miércoles sin importar si llueve o hace frío, y la hace corta: “Hay que independizarnos del presidente cipayo que tenemos, de Estados Unidos y de Israel”.

A su lado está Ricardo, 84, de Lanús, conurbano sur: “Llegamos al 9 de Julio con despidos masivos, garrote y gaseo a trabajadores del INTI, de Vialidad Nacional, con una CGT traidora. Esto, con huelga y un plan de lucha se termina. En 1919, los trabajadores de la Semana Trágica luchaban por trabajar ocho horas en lugar de doce y se cargaron 700 cuerpos. Hoy la clase argentina trabaja por salarios de hambre y no se para de manos”.

Pertenece a una agrupación llamada Bastones en rebeldía y dice que viene por quienes no pueden estar por razones de salud. “Acá tiene que venir más gente, somos seis millones de jubilados…”. Se enoja, mueve la cabeza y cuenta que tiene siete categorías para englobar a quienes no vienen cada semana a lo que se transformó en el epicentro de la resistencia a este gobierno: 1) Los indiferentes 2) Los indecisos 3) Los adormecidos 4) Los que naturalizan todo 5) Los resignados 6) Los mesiánicos 7) Los hiperindividualistas. Dice que no tiene necesidad económica, pero que prefiere seguir marchando.

La independencia de los jubilados

Las 14 organizaciones que integran la Mesa de jubiladas y jubilados en lucha convocan para el próximo miércoles 16 de julio, desde las 15, a una “gran marcha antirrepresiva entre todos los sectores que hoy padecen la crueldad de este gobierno”.

Llaman a marchar el jueves 17 con los trabajadores del Hospital Garrahan.

El 9 de julio de 1816 marcó la independencia política “de España y de toda dominación extranjera”, pero siguieron existiendo muchas formas de dependencia: económica, cultural, productiva, mental. Toda relación entre aquellos eventos de Tucumán y las cosas que ocurren 209 años después, ¿serán pura coincidencia? A más tardar la semana próxima las calles volverán a decir lo suyo.

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Otro ataque a la salud pública y al Garrahan: las movilizaciones que se vienen

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No solo no soluciona el problema, sino que lo empeora: el gobierno difundió un reglamento que degrada las condiciones laborales de los profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales al buscar convertirlos en “becarios”. Asambleas y la decisión: paro y un abrazo al Garrahan el próximo jueves 10, y la convocatoria a una gran marcha federal por la salud el jueves 17 de julio.

Por Francisco Pandolfi

Residentes sí, becarios no. Ese es el nuevo lema que hoy levantan (y denuncian) residentes de los hospitales nacionales del país, ante el nuevo reglamento que dictaminó el 2 de julio el ministerio de Salud de la Nación para las residencias médicas.

¿Qué son las residencias? Tienen como objetivo capacitar y especializar a egresados de carreras como medicina, enfermería, psicología y bioquímica, entre otras, en el marco del trabajo asistencial y académico. 

¿Qué aduce el gobierno nacional para la formulación del nuevo reglamento? “Recuperar su rol formativo y permitir que los residentes puedan elegir bajo qué modalidad realizar este tramo de su formación y cómo administrar el monto de las becas percibidas. A fin de jerarquizar el carácter formativo de esta etapa, el nuevo reglamento recupera el concepto de beca (excluyendo cualquier encuadre como empleo público, relación laboral o contratación de obra o servicio) y ofrece a los residentes la posibilidad de elegir entre dos modalidades diferentes: Beca Institución (el hospital otorga la beca) o Beca Ministerio (contrato con el Ministerio de Salud). No es empleo público, no es una relación laboral. Es una etapa formativa con financiamiento estatal”.

Ante la Resolución 2109/2025, las y los residentes del Hospital Garrahan a la cabeza, y todos los profesionales de la salud del sistema de residencias nacionales realizaron ayer una conferencia de prensa en Plaza de Mayo, donde denunciaron: “Este modelo de residencias, ampliamente utilizado a nivel global y que rige en Argentina desde hace más de 30 años y que fue perfeccionándose en el tiempo, garantizó profesional altamente capacitado en cada rincón del sistema de salud. La nueva normativa desmantela las bases fundamentales del sistema, se nos atribuye libertad de elección ante dos opciones de las cuales ninguna resuelve la problemática salarial de base, y además ambas implican la pérdida de múltiples derechos laborales adquiridos; pretende transformar lo que hasta ahora era un régimen formativo en servicio, remunerado y con derechos reconocidos, en un esquema de becas sin vínculo laboral claro, ni aporte y con importantes recortes en licencia, descanso y condiciones de trabajo”.

Entre los puntos “más alarmantes”, destacaron: 

  1. Aumento de la carga horaria y del número de guardias (de 70 horas semanales a 93).
  2. Eliminación del descanso post guardia (lo que implica pasar de 24 horas de corrido a 30).
  3. Reducción del valor de la hora trabajada: en caso de la Beca Institución, $3.200 de cobrarse un bono hospitalario. En Beca Ministerio: $2.200. 
  4. En la Beca Institución, mayor dinero en mano, pero a expensas de la pérdida del aguinaldo, aportes previsionales y obra social.
  5. En la Beca Ministerio, menos dinero en mano, obra social estatal y sin posibilidad de cobrar bonos institucionales. 
  6. En caso de rescisión de contrato, no se contará con indemnización. 
  7. Renovación de contrato de forma anual a pesar de concursarse por formación de 3 a 4 años.

Como cierre de la conferencia, sentenciaron: “No se puede aludir a la libertad cuando se nos acorrala entre dos opciones de precarización extrema. La residencia sí es un trabajo. Exigimos la inmediata derogación de la resolución y la apertura urgente de instancias de diálogo con las y los residentes de todo el país. Sin residencia como fuente de personal capacitado, no hay futuro posible para la salud de Argentina”. 

Abrazo y marcha federal 

Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 37 años recién cumplidos y hace 16 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. Además, es delegado de la junta interna de ATE. Habla con lavaca: “La modificación en las residencias no sólo es una degradación de las condiciones laborales de las y los residentes, sino también implica la degradación del sistema de salud completo, porque cambian la forma de contratación quitando derechos laborales. Lo que decretan es que dejan de ser trabajadores, para hacer las tareas por una especie de bono, a través de una metodología de becas”.

Esta nueva medida se enmarca en una política de ajuste a la salud pública en general, y al hospital Garrahan en particular. El miércoles pasado, en la Cámara de Diputados se estaba tratando la emergencia para el Garrahan, pero la sesión se levantó por discusiones entre el bloque oficialista de La Libertad Avanza, y el peronismo. La emergencia quedó sin tratar…

¿Cuál es la emergencia? Josmar Flores plantea cuatro puntos clave:

  1. Una recomposición salarial del 100%.
  2. Que la persona que recién ingresa cobre lo mismo que estipula la canasta básica familiar: un millón ochocientos mil pesos. 
  3. El aumento del presupuesto del hospital.
  4. Mejora en las condiciones de trabajo: que se reconozca un régimen de insalubridad especial para el hospital.

¿Cómo sigue la cuestión? “Todos los trabajadores del hospital, incluidos los residentes, hacemos asambleas conjuntas y acabamos de decidir ir a paro los próximos dos jueves –cuenta Josmar–. El 10 llamamos a un abrazo solidario al hospital, en la puerta sobre Combate de los Pozos; y 17 convocamos a toda la población a una gran marcha federal, que en la Ciudad Buenas Aires irá desde Congreso a Plaza de Mayo”.

Cierra: “Este gobierno nos ataca por muchos ángulos y la única manera de cambiar la realidad es seguir por este camino”.

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