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El adiós del barrio

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Flores se reunió en la Basílica en la que Jorge Bergoglio se inició en el sacerdocio en 1953. Las voces, las contradicciones, los silencios y los gritos. Los sueños, el llamado del papa Francisco a animarse, y a no balconear la vida. Por Lucas Pedulla.

La vicepresidenta Victoria Villarruel baja del auto blanco oficial, sube toda vestida de negro –zapatos negros, pantalón negro, saco negro– las escalinatas de la Basílica de San José de Flores, le habla al enjambre de medios que se le tiran encima de “acompañar a los argentinos por el dolor por la pérdida de nuestro Santo Padre”, y un vecino de este mismo barrio porteño donde ese Santo Padre se crio le grita desde la mano de enfrente:

-¡Vendepatria!

Son las 18.32 y la iglesia es un hervidero. El sacerdote dice que entran 800 personas sentadas pero se queda pensando un rato cuántas hay ahora. 

-1.800 personas, seguro– dice sin pestañear.

El flujo fue continuo a lo largo del día desde el momento en que todo el barrio –todo el país– se enteró de la muerte de su vecino Jorge Bergoglio, a los 88 años, después de 12 de un pontificado cuyos efectos ya se empiezan a sentir, como lo dice Graciela, de 77, que vino desde Villa Caraza, en Lanús: “Francisco es amor”.

El adiós del barrio

Visitantes

La gente se acomoda como puede, donde puede, y se nota el fastidio de los fieles de siempre respecto de aquellos que no se quieren perder la ocasión y que sacan fotos y filman, como esa prensa que no se queda quieta entre las paredes del templo. Norma, vecina de Caballito, es una de las que se queja luego de dos choques:

-Van y vienen como si estuvieran en un zoológico– dice bien alto para que se la escuche, indignada-. Qué me importa Villarruel, ¡es el Papa Francisco! Tienen mierda en la cabeza.

Otra señora complementa:

-¿A usted le parece venir a la Iglesia a ver a Villarruel? Pero qué farsa.

Otra se suma a la ronda:

-Pero está sola en el banco, por lo menos nos podemos ir a sentar.

La observación es periodística: Villarruel se sienta sola. En diagonal, a su derecha, están el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y el diputado Leandro Santoro. Enfrente de ellos, la vicejefa del Gobierno porteño, Claria Muccio. “Qué país”, murmura un señor, haciendo explícitas esas imágenes que a veces no pueden explicarse con palabras.

Recuerdos del colectivo

Afuera se venden pañuelos de Francisco a 3.000 pesos y remeras a 20.000 pesos. Siguen llegando personas. Delia, 66 años, de Virrey del Pino, en La Matanza, por “el valor y el coraje” de Francisco.

Nahiara, de 21, y Martín, de 27, pareja de Balvanera, porque Francisco “inspira a la juventud y nos da un empujoncito para la vida”.

María Eva, de 72 y de Nueva Pompeya, sur porteño, porque Francisco “pisaba el barro y pisaba la villa”.

-Viajaba en el colectivo con nosotros– subraya y afirma con vehemencia-. No decía “acá hay olor”. Nosotros, el pueblo, somos el zócalo, los cimientos de un edificio que sería la sociedad, pero los gobernantes siempre hunden los cimientos y así prevalece la gente de guita. Él lo decía y por eso jodía: a los cimientos hay que cuidarlos.

Los cimientos de esta basílica también lo recuerdan, como el confesionario que tiene enchapada una leyenda que jura que allí mismo, el 21 de septiembre de 1953, Jorge Mario Bergoglio “siguió el llamado de Dios para ser sacerdote”. Por eso esta misa, este amor, que Pamela (36) y Gabriela (26), vecinas de barrio, agradecen:

-La sencillez de poder transmitir la santidad y la cercanía con la gente, su mensaje de misericordia, es lo que más destaco de toda su obra –dice Pamela, y se toca la cruz que le cuelga del cuello como cadenita-. También, la alegría de no transmitir una fe muerta del pecado, sino más de la gracia y de la conversación.

Gabriela señala el “poder estar para el otro” como un mandato juvenil:

-Me acuerdo cuando dijo “hagan lío”, para que no nos quedemos quietos, como animándonos a salir. También dijo que no balconeemos la vida.

-¿Qué significa eso?

-No mirar la vida desde afuera, sino ser protagonistas.

Animarse a soñar

Son las 19 en punto y de pronto el coro empieza a cantar. La ceremonia comienza puntual, como toda misa marca e indica religiosamente. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, es quien oficia la misa, y sus primeras cuatro palabras rebotan por los altos muros, las finas pinturas, las increíbles cúpulas, para llegar a tantas almas fuera de protocolo:

-Se nos fue papá.

García Cuerva cuenta que esta Basílica despertó la vocación de Francisco. Que los corazones habitan sentimientos contradictorios, porque la muerte genera “temor y angustia”, y habla de “tristeza” y de “orfandad”, pero también de que hay un nuevo amanecer, porque “la muerte no tiene la última palabra”. Dice que la tentación siempre fue tapar los problemas “no con perfume aunque sí maquillarlos”, y que el valor de Francisco fue ponerlos arriba de la mesa: la ecología, el calentamiento global, el planeta como la casa común, la exclusión y la cultura del descarte, la guerra, el tráfico de armas, la transparencia de la Iglesia.

-Animó a los jóvenes no a quedarse, sino a soñar –dice García Cuerva-. Tenemos que ver cómo, entre todos, construimos lo que el Papa nos enseñó todos estos años. Sobre todo, no tenemos que ser especialistas en diagnósticos, sino resolver problemas.

Luego, invita a escuchar dos fragmentos de dos de sus principales encíclicas:

  • La primera que lee es de Laudato Si’: “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos”.
  • La segunda es de Fratelli Tutti: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.

La Basílica responde con una ovación.

La vicepresidenta Villarruel no aplaude.

-¡Hoy nos duele el corazón! –grita una señora cuando vuelve el silencio.

Antes de la comunión, García Cuerva, como si hubiera escuchado el grito, dice:

-El Papa decía que la guerra comienza en el propio corazón. Por eso podemos sentirnos lejos del foco de conflicto en el mundo, pero la guerra comienza en el corazón. Y eso los argentinos sabemos mucho porque nos destrozamos. Y, si no nos alcanza la lengua, tenemos las redes sociales. Regalémosle al viejo algo más: démonos la paz entre nosotros. 

Es el momento de la misa donde todas las personas se saludan entre sí, algunos se abrazan. La prensa entonces dirige las cámaras y los flashes a la vicepresidenta y sus gestos. No pasa desapercibido que, entre otros, saluda a Pérez Esquivel. En el resto de la Basílica los besos duran, se extienden, luego llega la comunión, y todo se desordena en una fila que recibe el pan y la sangre de Cristo, mientras Triana, 26 años, de Villa Devoto, trabajadora en una cooperativa en la villa 31, piensa en las palabras que acaba de escuchar:

-Me quedo con lo que nos dijo: animarnos a soñar.

-¿Por eso le decían “comunista” al Papa?

-Esos son discursos viejos –dice y se ríe-. Sólo buscan crear un enemigo.

García Cuerva anuncia que la ceremonia está terminando y que la misa oficial de exequias se realizará en la Catedral de Buenos Aires, en Plaza de Mayo, al mismo momento que suceda en Roma, aunque todavía sin confirmar el momento. Pide rezar un Ave María, porque el Papa era muy devoto.

-¡Viva el Papa! –cierra el arzobispo, tres veces.

-¡Viva! –tiembla la Basílica en tres tiempos.

El adiós del barrio

La salida es lenta, con paciencia. Muchos todavía siguen llorando. La vicepresidenta Villarruel se retira con sus custodios, por el centro del templo. Lavaca se acerca a Pérez Esquivel, quien reivindica a Francisco como un “pastor junto a los pueblos” y un “amigo” con quien se reunía con frecuencia, y dice sobre el saludo con la vicepresidenta:

-La vicepresidenta aquí no es la vicepresidenta, es una fiel más que vino a honrar a Francisco. Nada más.

Sin embargo, cuando Villarruel baja las escalinatas de la Basílica en dirección al auto blanco oficial, parece que ese afuera ya la reconoce nuevamente como la vicepresidenta, porque ya no es un vecino quien le grita, sino una multitud, que chifla y canta, y le da otro cierre al evento:

-Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar.

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Jubilados: el triunfo es seguir

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El Congreso de la Nación convirtió en ley el primer triunfo social que se logró al sostener en la calle, todos los miércoles y durante casi dos años, un reclamo que ni los gases ni los palos ni las detenciones arbitrarias pudieron desalentar.

Lo que deriva, ahora, es también el primer gran desafío político para un gobierno agobiado por la debilidad de su plan económico –debilidad que ahora quiere atribuir a esta decisión legislativa– y desgastado por una retórica abusiva que lo está dejando sin aliados y rodeado únicamente por aduladores, odiadores y especuladores.

La aprobación de un aumento de las jubilaciones del 7,2%, un incremento del bono de 70.000 a 110.000 y la extensión de la moratoria extinguida por decreto fue suficiente para que, además, comenzaran los reproches públicos de la interna oficialista, que tuvieron a la gran perdedora de esta pulseada –la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich– como vocera.

La estrategia de la ministra de sofocar con palos y criminalización el reclamo social dejó ayer en evidencia su fracaso, tal como había sucedido en su anterior gestión al frente de esa cartera en tiempos de Mauricio Macri presidente.

Lejos de aprender la lección, la repitió cosechando idéntico resultado. Lo sintetiza Beatriz Blanco, 81 años, la jubilada golpeada, tumbada y gaseada durante una la jornada de protesta del 12 de marzo (en la que también fue atacado el fotógrafo Pablo Grillo que continúa su arduo proceso de rehabilitación): “Si no aflojamos, lo logramos: esa es la lección de hoy”.

Beatriz no está confiada ni esperanzada: “Estoy decidida”, dice para definir qué espera en los próximos días, cuando se defina si el Congreso apoya o desactiva el anunciado veto del presidente Milei.

Esa decisión que define el estado de ánimo de Beatriz tiene un por qué: “ya no estamos tan solos y eso nos permite creer en nosotros. Nuestra fuerza es seguir”.

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La independencia de los jubilados

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Hubo marcha alrededor del Congreso vigilada por 26 vehículos de Gendarmería y Policía Federal como anticipo de las movilizaciones convocadas para la semana próxima. Sin embargo fue un 9 de Julio sin violencia contra quienes manifiestan, mientras lavaca planteaba una pregunta a jubiladas y jubilados: ¿De qué hay que independizarse?  

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos: lavaca.org

“Tengo 48 años de aportes y no llego a 500 mil pesos de jubilación. No puede ser que ni siquiera tenga para un gustito de comprarme un dulce de batata” dice a lavaca Hugo, 74 años, mientras marcha alrededor del Congreso. Tiene una barba blanquísima que le envidiaría Papá Noel. Vino desde Villa Domímico. Su síntesis para un 9 de Julio: “De lo que tenemos que independizarnos es de este gobierno, que no da para más”.

La independencia de los jubilados

El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán, integrado por representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, proclamó la Independencia de estas tierras. Ese día, las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán, coreando el grito de «Viva la Patria». 

209 años después, este 9 de julio de 2025, afuera de ese Congreso de la Nación integrado por diputados y senadores, jubiladas y jubilados proclaman de qué falta todavía independizarse en un contexto de jubilaciones licuadas (el haber mínimo a $379 mil), de barrida de la moratoria previsional y de la gratuidad los remedios.

Hugo sigue describiendo la situación tras sus 48 años de aportes, a través de un montón de preguntas: “¿Dónde está lo que pagué durante tantos años? ¿Cómo como? ¿Cómo vivo? ¿Quién me explica eso?”. Agrega otro elemento: “Soy epiléptico, tomo un remedio que me sale 200 mil pesos. Con mi señora ya no comemos a la noche. Esto es una esclavitud”.

La independencia de los jubilados

Un dolor en el pecho

Graciela, 78 años, es de Libertad, Merlo: “Tenemos que independizarnos de esta mierda de gobierno y de todo lo que nos explotan día a día. Estoy viviendo mal, no me puedo comprar los remedios que necesito. Nos han quitado todo a los jubilados. Este es un gobierno democrático, elegido por una votación, pero tremendamente dictatorial”. 

Un poco más joven, Osvaldo tiene 72 julios. Llegó desde Claypole donde vive. Dice que hay que independizarse de lo que define del siguiente modo: “Es una mafia que está regalando el país, todos los bienes naturales. Volvimos a depender de Estados Unidos, nos endeudan cada vez más, es un desastre”. Cuenta que cobra la mínima y que tiene un dolor en el pecho cada vez que lo visita alguno de sus seis nietos: “Me piden un yogur y no se los puedo comprar. Mis hijos no me ayudan aunque quieran, porque están peor”. Hace una pausa. Confiesa. “Te digo la verdad: ya no ceno, me tomo un té, no me da para otra cosa”.

La independencia de los jubilados

Lo que quiere Milei

Alrededor del Congreso, esta vez sin vallas, dos ejércitos desproporcionados están apostados para evitar vaya a saber qué: Gendarmería Nacional (15 vehículos) y Policía Federal (11 vehículos). Pero no pueden impedir que los y las jubiladas marchen alrededor del palacio legislativo, al grito de “qué vergüenza, pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, aunque evidentemente los haberes de los llamados efectivos son otros.

Surgen algunas preguntas entre los manifestantes:

¿Cuánto cuesta un operativo así de desmedido?

¿Por feriado se les paga doble a ese montón de uniformados?

¿Qué sentido tiene tanta parafernalia de seguridad?

La independencia de los jubilados

Este jueves está prevista la sesión en el Senado para tratar el aumento de jubilaciones. Opina Hugo: “Milei ya dijo que lo volverá a vetar. Y eso que sería un miserable aumento, es una vergüenza, es un desalmado, una mala persona”. Argumenta Graciela: “No tengo expectativas, porque aunque el Congreso apruebe todo, el señorito que tenemos por presidente lo veta. Él quiere a los jubilados sin nada, muertos”.

La independencia de los jubilados

Señalando la corrupción

Teresa dice que pasó los ochenta y que es de un territorio innombrable: La Matanza. Se presenta como militante comunitaria en Laferrere, con acción en la casa de salud barrial, y cuando se le pregunta por el día patrio, se enciende: “Hay que independizarse de la corrupción”, dice y señala al Congreso: “Si pueden tirarlo abajo, tírenlo, porque no me representa a mí ni a ninguno de los que estamos acá. Nosotros hacemos la patria grande, con este bastoncito que ves hice mucho por esta Patria, la amo y me la están robando. Luché mucho por ella, hijo. Mucho”. Nos pide que escuchemos un tema de Horacio Guarany,

“Qué te ha pasado justicia”. Lo que se cantaba en el siglo pasado:

A ver, señor diputado,

¿qué le ha pasado que se olvidó

del bendito pueblo obrero

que usted en campaña siempre nombró?

Tengo mis hijos pidiendo,

que por la calle siempre se ven

y usted se aumentó la dieta, 

y yo a la dieta la hago muy bien.

Alicia, 80 años, es otra de las jubiladas con esa dieta (cobra la mínima, $304.723,90 más el bono de $70.000), y dice que hay que independizarse de todo: “Somos una colonia. Se han posesionado de nuestros recursos naturales, el agua, el litio, el petróleo, están regalando las mineras, la educación, la salud, la jubilación. En realidad, no tenemos nada”. 

La independencia de los jubilados

¿Qué necesitamos?: “Otra independencia”, sintetiza Alicia, que integra Jubilados Insurgentes.

Mónica, 72 años, de la Asamblea de Vecinos de Boedo, viene siempre los miércoles sin importar si llueve o hace frío, y la hace corta: “Hay que independizarnos del presidente cipayo que tenemos, de Estados Unidos y de Israel”.

A su lado está Ricardo, 84, de Lanús, conurbano sur: “Llegamos al 9 de Julio con despidos masivos, garrote y gaseo a trabajadores del INTI, de Vialidad Nacional, con una CGT traidora. Esto, con huelga y un plan de lucha se termina. En 1919, los trabajadores de la Semana Trágica luchaban por trabajar ocho horas en lugar de doce y se cargaron 700 cuerpos. Hoy la clase argentina trabaja por salarios de hambre y no se para de manos”.

Pertenece a una agrupación llamada Bastones en rebeldía y dice que viene por quienes no pueden estar por razones de salud. “Acá tiene que venir más gente, somos seis millones de jubilados…”. Se enoja, mueve la cabeza y cuenta que tiene siete categorías para englobar a quienes no vienen cada semana a lo que se transformó en el epicentro de la resistencia a este gobierno: 1) Los indiferentes 2) Los indecisos 3) Los adormecidos 4) Los que naturalizan todo 5) Los resignados 6) Los mesiánicos 7) Los hiperindividualistas. Dice que no tiene necesidad económica, pero que prefiere seguir marchando.

La independencia de los jubilados

Las 14 organizaciones que integran la Mesa de jubiladas y jubilados en lucha convocan para el próximo miércoles 16 de julio, desde las 15, a una “gran marcha antirrepresiva entre todos los sectores que hoy padecen la crueldad de este gobierno”.

Llaman a marchar el jueves 17 con los trabajadores del Hospital Garrahan.

El 9 de julio de 1816 marcó la independencia política “de España y de toda dominación extranjera”, pero siguieron existiendo muchas formas de dependencia: económica, cultural, productiva, mental. Toda relación entre aquellos eventos de Tucumán y las cosas que ocurren 209 años después, ¿serán pura coincidencia? A más tardar la semana próxima las calles volverán a decir lo suyo.

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Otro ataque a la salud pública y al Garrahan: las movilizaciones que se vienen

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No solo no soluciona el problema, sino que lo empeora: el gobierno difundió un reglamento que degrada las condiciones laborales de los profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales al buscar convertirlos en “becarios”. Asambleas y la decisión: paro y un abrazo al Garrahan el próximo jueves 10, y la convocatoria a una gran marcha federal por la salud el jueves 17 de julio.

Por Francisco Pandolfi

Residentes sí, becarios no. Ese es el nuevo lema que hoy levantan (y denuncian) residentes de los hospitales nacionales del país, ante el nuevo reglamento que dictaminó el 2 de julio el ministerio de Salud de la Nación para las residencias médicas.

¿Qué son las residencias? Tienen como objetivo capacitar y especializar a egresados de carreras como medicina, enfermería, psicología y bioquímica, entre otras, en el marco del trabajo asistencial y académico. 

¿Qué aduce el gobierno nacional para la formulación del nuevo reglamento? “Recuperar su rol formativo y permitir que los residentes puedan elegir bajo qué modalidad realizar este tramo de su formación y cómo administrar el monto de las becas percibidas. A fin de jerarquizar el carácter formativo de esta etapa, el nuevo reglamento recupera el concepto de beca (excluyendo cualquier encuadre como empleo público, relación laboral o contratación de obra o servicio) y ofrece a los residentes la posibilidad de elegir entre dos modalidades diferentes: Beca Institución (el hospital otorga la beca) o Beca Ministerio (contrato con el Ministerio de Salud). No es empleo público, no es una relación laboral. Es una etapa formativa con financiamiento estatal”.

Ante la Resolución 2109/2025, las y los residentes del Hospital Garrahan a la cabeza, y todos los profesionales de la salud del sistema de residencias nacionales realizaron ayer una conferencia de prensa en Plaza de Mayo, donde denunciaron: “Este modelo de residencias, ampliamente utilizado a nivel global y que rige en Argentina desde hace más de 30 años y que fue perfeccionándose en el tiempo, garantizó profesional altamente capacitado en cada rincón del sistema de salud. La nueva normativa desmantela las bases fundamentales del sistema, se nos atribuye libertad de elección ante dos opciones de las cuales ninguna resuelve la problemática salarial de base, y además ambas implican la pérdida de múltiples derechos laborales adquiridos; pretende transformar lo que hasta ahora era un régimen formativo en servicio, remunerado y con derechos reconocidos, en un esquema de becas sin vínculo laboral claro, ni aporte y con importantes recortes en licencia, descanso y condiciones de trabajo”.

Entre los puntos “más alarmantes”, destacaron: 

  1. Aumento de la carga horaria y del número de guardias (de 70 horas semanales a 93).
  2. Eliminación del descanso post guardia (lo que implica pasar de 24 horas de corrido a 30).
  3. Reducción del valor de la hora trabajada: en caso de la Beca Institución, $3.200 de cobrarse un bono hospitalario. En Beca Ministerio: $2.200. 
  4. En la Beca Institución, mayor dinero en mano, pero a expensas de la pérdida del aguinaldo, aportes previsionales y obra social.
  5. En la Beca Ministerio, menos dinero en mano, obra social estatal y sin posibilidad de cobrar bonos institucionales. 
  6. En caso de rescisión de contrato, no se contará con indemnización. 
  7. Renovación de contrato de forma anual a pesar de concursarse por formación de 3 a 4 años.

Como cierre de la conferencia, sentenciaron: “No se puede aludir a la libertad cuando se nos acorrala entre dos opciones de precarización extrema. La residencia sí es un trabajo. Exigimos la inmediata derogación de la resolución y la apertura urgente de instancias de diálogo con las y los residentes de todo el país. Sin residencia como fuente de personal capacitado, no hay futuro posible para la salud de Argentina”. 

Abrazo y marcha federal 

Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 37 años recién cumplidos y hace 16 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. Además, es delegado de la junta interna de ATE. Habla con lavaca: “La modificación en las residencias no sólo es una degradación de las condiciones laborales de las y los residentes, sino también implica la degradación del sistema de salud completo, porque cambian la forma de contratación quitando derechos laborales. Lo que decretan es que dejan de ser trabajadores, para hacer las tareas por una especie de bono, a través de una metodología de becas”.

Esta nueva medida se enmarca en una política de ajuste a la salud pública en general, y al hospital Garrahan en particular. El miércoles pasado, en la Cámara de Diputados se estaba tratando la emergencia para el Garrahan, pero la sesión se levantó por discusiones entre el bloque oficialista de La Libertad Avanza, y el peronismo. La emergencia quedó sin tratar…

¿Cuál es la emergencia? Josmar Flores plantea cuatro puntos clave:

  1. Una recomposición salarial del 100%.
  2. Que la persona que recién ingresa cobre lo mismo que estipula la canasta básica familiar: un millón ochocientos mil pesos. 
  3. El aumento del presupuesto del hospital.
  4. Mejora en las condiciones de trabajo: que se reconozca un régimen de insalubridad especial para el hospital.

¿Cómo sigue la cuestión? “Todos los trabajadores del hospital, incluidos los residentes, hacemos asambleas conjuntas y acabamos de decidir ir a paro los próximos dos jueves –cuenta Josmar–. El 10 llamamos a un abrazo solidario al hospital, en la puerta sobre Combate de los Pozos; y 17 convocamos a toda la población a una gran marcha federal, que en la Ciudad Buenas Aires irá desde Congreso a Plaza de Mayo”.

Cierra: “Este gobierno nos ataca por muchos ángulos y la única manera de cambiar la realidad es seguir por este camino”.

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