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Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

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Dos actos del 30 de diciembre quedaron enlazados. La masacre de Cromañón ocurrida hace 20 años con la muerte de 194 personas que en promedio tenían 22 años. Y la movilización de Familiares de Víctimas de Femicidios con una bandera de 50 metros que ocupó casi todo el frente de la Casa Rosada con los nombres de una masacre por goteo: 312 asesinadas hasta ayer en 2024, para desmentir la propaganda oficial. Reflexiones sobre la violencia, el mercado, el Estado, lo narco, el pasado y el futuro (y compartimos el link para ver un documental imprescindible).

Por Francisco Pandolfi   Fotos: Cecilia Béthencourt y Juan Valeiro/lavaca.org

312 femicidios y travesticidios en lo que va del año. 

32 femicidios en diciembre. Y todavía falta un día para que termine el mes. Y el año. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Cecilia Béthencourt / «Todos estos femicidios son de este año, eh», gritaban las familias.

194 personas asesinadas en la masacre de Cromañón, el 30 de diciembre de 2004. Más de 1.400 personas heridas. 19 sobrevivientes al horror, que se suicidaron en el pesado transcurso de estas dos décadas. Y miles y miles de personas afectadas en ambos casos.

El Estado es responsable. 

Esa fue la consigna que enlazó esta tarde y en la Plaza de Mayo, a las Familias de Víctimas de Femicidios, con el Movimiento Cromañón. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Juan Valeiro / La marcha de Cromañón, con el doble de gente que años anteriores.

La bandera inconcebible

Las Familias de Víctimas de Femicidios salieron a las 16 desde el Congreso de la Nación. No hay fin de año que amaine el dolor, entonces están ahí, visibilizando cada uno de los crímenes de 2024.

Sostienen una bandera negra, de 50 metros de largo, con hojas blancas A4 que llevan los nombres (letras rojas) y las edades (letras negras) de quienes fueron asesinadas durante este año. 50 metros de largo que denuncian 312 femicidios y travesticidios, según las cifras recogidas por el Observatorio Lucía Pérez de Violencia Patriarcal. Las familias están vestidas de negro. 

Caminan primero por avenida Rivadavia, luego por avenida de Mayo, hasta la Plaza. La gente las ve. Se acerca. Saca fotos. Pregunta. Hay viento, y la bandera flamea y con ella se mueven todos los crímenes de enero (33) febrero (35), marzo (21), abril (18), mayo (28), junio (23), julio (19), agosto (25), septiembre (33), octubre (21), noviembre (24), diciembre (32). 

Una vez en Plaza de Mayo se ubican junto a la reja que da a la Casa Rosada, de espaldas al edificio. Extienden el telón que parece tristemente no tener fin y ocupa casi todo el frente de la sede gubernamenal.  Abren delante otra bandera, negra con letras grandes y blancas, en la que se lee: Familias víctimas de femicidios, transfemicidios y desaparecidas. 

Gritan “por todas las asesinadas este año” y enumeran nombres y apellidos y el “presente” y el “ahora y siempre”, que aunque pase el tiempo y los años y las veces que se repite, no deja de emocionar.

De Alcorta a Adorni

Delante de la Casa de Gobierno, algunos familiares hablan con lavaca.

Marta Montero y Guillermo Pérez son la mamá y el papá de Lucía Pérez, joven de 16 años asesinada el 9 de octubre de 2016 en Mar del Plata, desde donde viajaron anoche para participar en esta actividad. “Todas las familias que estamos acá, creemos fervientemente que vamos a generar un cambio. Estamos en el peor momento de todos, pero seguiremos luchando. Por más que hayamos tenido un revés, que no es hacia Lucía, sino contra todas las mujeres, no bajaremos los brazos. La lucha no terminó”. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Cecilia Béthencourt / Marta, Marisa y Susana, las madres de Lucía Pérez, Luna Ortiz y Cecilia Basaldúa, frente a la Casa Rosada.

Guillermo hace referencia a la absolución en noviembre pasado en el juicio político a los jueces –Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas– responsables del fallo del primer juicio (2018) por el femicidio de Lucía Pérez, que fue luego anulado por el Tribunal de Casación por la falta de perspectiva de género y la re victimización de Lucía, ordenando un segundo juicio realizado en 2023. Vale aclarar que en ese nuevo proceso, con otros magistrados, sí se condenó por el femicidio a Matías Farías y Juan Pablo Offidani.

Marta, la mamá de Lucía, dice: “Es importantísimo estar juntas y visibilizar lo que nos está pasando. Adorni (Manuel, vocero presidencial) acaba de decir que los femicidios bajaron y es mentira. Fijate las coincidencias, que lo mismo dijo en su momento la ministra Elizabeth Gómez Alcorta. Acá estamos para defendernos, para decir que mienten, que solo en la última semana hubo seis femicidios, que dos eran criaturas y la más chiquita de dos meses. Es tremendo el negacionismo que se está generando. El feminegacionismo. Niegan cómo nos matan todos los días. Pero las familias somos tenaces y cuando queremos algo, no paramos hasta conseguirlo. Y tenemos una ventaja: no nos vendemos ante nadie, que lo tengan claro, que lo sepan todos”. 

Antes del acto en Plaza de Mayo, Marta y Guillermo Pérez presentaron en el Instituto Patria un pedido formal dirigido a Cristina Fernández de Kirchner para que sancione a los diputados y senadores de su partido que con su voto unánime salvaron del jury a los jueces Gómez Urso y Viñas, responsables del fallo que quiso dejar impune el femicidio de Lucía Pérez.

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Foto: Cecilia Béthencourt / Daniel Basaldúa y Guillermo Pérez, papás de Cecilia y Lucía.

Narcotráfico y fotitos

Pasa un contingente de turistas. Les muestran el balcón donde se asomaba Perón ante la multitud, y últimamente Milei ante el vacío. A los turistas les muestran el balcón equivocado.
Una señora se desprende del grupo y se acerca a familiares de víctimas de femicidios que están realizando su acción en Plaza de Mayo. Recorre la bandera que ocupa todo el frente de la Rosada diciéndole a cada manifestante: «God bless you» (Dios los bendiga).

Marisa Rodríguez es la mamá de Luna Ortiz, asesinada en junio de 2017: “Juegan con la vida de nuestras pibas, y en todos los gobiernos pasa lo mismo. Por eso no nos quedamos en casa, como quieren desde el poder político, siempre ligado al narcotráfico, algo que todo el mundo sabe. Los distintos gobiernos nos invitan a participar de charlas, dicen que quieren escuchar nuestras voces, pero cuando le planteamos caminos a seguir, posibles soluciones, las minimizan, nos cambian de tema. Nos usan para la fotito y nada más”. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Cecilia Béthencourt / Susana Reyes, la mamá de Cecilia Basaldúa.

Susana y Daniel son la mamá y el papá de Cecilia Basaldúa, asesinada en Capilla del Monte, Córdoba, el 20 de abril de 2020. Resume Susana: “Lo que va a cambiar esto es que deje de haber complicidad policial, judicial y política”. Agrega Daniel: “Vinimos a demostrarle en la cara al gobierno sus mentiras. Se lo mostramos acá, en esta bandera. Todos estos nombres son de 2024. Los gobiernos tuvieron y tienen muchas oportunidades para ayudar a las familias de víctimas y siempre las patean a la basura, una tras otra. La última gran oportunidad fue el jury a los jueces por el caso de Lucía, donde legisladores peronistas votaron a favor de los jueces. Fue un caso que podía haber sentado un precedente. Yo me considero peronista, pero nos traicionaron. Ahora nos sumamos a marchar por Cromañón. Otra causa en la que queda claro que el Estado es responsable y no se hace cargo de nada”.

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

El trayecto a pie desde Congreso a Plaza de Mayo. Se ve apenas una parte de la bandera de 50 metros de largo, con los nombres de las víctimas de femicidios perpetrados hasta el 30 de diciembre.

Trampa mortal

Termina la actividad de Familiares y comienza la otra. Los lazos son muchos. De dolor y de lucha. De denuncia y de evitar que se repita. En el medio de la Plaza, a metros de la Pirámide de Mayo, se monta un gazebo, algunas sillas y se empiezan a pegar zapatillas de papel, por todos lados. El símbolo de la masacre de 2004, el símbolo del no olvido. El símbolo de 20 años de sobrevivientes y familiares de víctimas que batallaron por justicia y contra esa corrupción dispersada por cada uno de los sectores que posibilitaron el desastre absoluto. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Juan Valeiro / La cita tiene como eje central la lectura del documento consensuado por sobrevivientes y familiares de víctimas del Movimiento Cromañón.

En el primer párrafo se denuncia esto:

“Tenía que ser una fiesta. Miles de jóvenes fueron el 30 de diciembre de 2004 a un recital de Callejeros en el boliche República Cromañón. Tenía que ser una fiesta. Pero apenas comenzado el recital, una candela impactó contra la media sombra del techo del lugar, Omar Chabán (organizador) cortó la electricidad y se desató el caos. En un instante, se pusieron en evidencia todas las irregularidades que tenía el lugar: enorme sobreventa de entradas (dado que la habilitación, que estaba vencida, era para 1.031 personas, y allí había entre 4 mil y 5 mil), puertas de salida cerradas con candado (para que nadie se pueda colar), falta de agua (para que el público consuma más), matafuegos vencidos, una media sombra inflamable para insonorizar y que el ruido no se filtrara al hotel lindero, propiedad de Rafael Levy, etcétera. Todas estas irregularidades se debían a la búsqueda de ganancia empresarial (los organizadores, el dueño del local) y a la corrupción estatal que lo permitió. El lucro por sobre todas las cosas, incluso sobre la vida.

Tenía que ser una fiesta, pero fue una trampa mortal”.

El documento visibiliza un abanico de horrores y criminalidades, así como de una lucha incansable. Podés leerlo completo acá:

Algunos ejes del texto, que repasa la historia de estos veinte años: 

“Cromañón fue un crimen con responsables: el gerenciador del lugar y los músicos, organizadores del recital, y el dueño del boliche, que priorizaron el lucro por sobre la vida; los funcionarios públicos, que primero otorgaron una habilitación trucha, y luego dejaron funcionar el local a pesar de haberse vencido. De ambos lados, la corrupción fue el punto de encuentro: para dar el certificado, para sobrevender entradas, para violar las reglas de seguridad. Aníbal Ibarra (jefe de Gobierno en aquel entonces) había desarmado el cuerpo de inspectores para pasar a controlarlo con gente de su máxima confianza. La coima, se sabe, es mejor manejarla directamente con los propios. De esa combinación criminal nacieron la puerta con candado, la media sombra ilegal, toda esa muerte joven. También existió responsabilidad por el pésimo operativo de emergencia, que atestó ambulancias y hospitales, y que no aportó elementos indispensables como los tubos de oxígeno, el triage o camas en cuidados intensivos, todo lo cual hizo crecer la cantidad de muertos por la negligencia y corrupción. Por eso no le llamamos ‘tragedia’ sino ‘masacre’: un crimen”.

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Juan Valeiro / Las zapatillas, como símbolo de la masacre y la lucha para que no se repita.

“En relación a la causa penal, y a pesar de las decepciones recurrentes que nos trae este Poder Judicial, decidimos impulsar la investigación. Se obtuvieron insuficientes pero importantes condenas, que sirvieron incluso para otros casos, que se hubieran ahogado en el mar de la impunidad. Lo mismo ocurrió con el impulso al Juicio Político contra Aníbal Ibarra, Jefe de gobierno de la Ciudad y principal responsable político, donde se logró, aplicando la normativa de la Constitución de la Ciudad, su destitución por mal desempeño en sus funciones”. 

Macristas y Milei

Agrega el documento:

“Hay en Argentina muchas huellas por la Memoria: murales, zapatillas, árboles plantados, una estación de subte. Pero esas huellas deben confluir en un Espacio de Memoria: por eso luchamos por la expropiación del local que fue Cromañón, rescatarlo del horror y reconvertir en vida y memoria. Eso se hizo mucho más urgente cuando supimos que, inexplicablemente, los jueces le devolvieron las llaves de Cromañón a Rafel Levy, y este empresario condenado comenzó a destruir las cosas de nuestras víctimas, a tirar todo lo que había quedado dentro del boliche. Levy, el dueño oculto detrás de empresas off shore, seguía siendo un protegido del poder. Fueron 2 los proyectos de ley de expropiación presentados en la Legislatura Porteña, ambos desoídos por el macrismo. Después de 4 años volvimos a empezar en el Congreso Nacional, hasta que finalmente en 2023 se sancionó casi por unanimidad la Ley de Expropiación de Cromañón para que sea un Espacio para la Memoria. El diputado Milei, oh sorpresa, se ausentó de esa sesión. La gran demora del Poder Ejecutivo para reglamentar la ley hizo que hoy, dos años después, sigamos esperando que la expropiación se concrete”. 

“Cromañón tiene que ser un espacio para la memoria colectiva con ofertas culturales abiertas a la comunidad, porque de esta manera podremos seguir construyendo otros mundos posibles. Desde hace 20 años denunciamos los peligros de que el Estado se ausente de sus funciones y se ponga al servicio del lucro empresario, pues eso llevó a la muerte a nuestras víctimas. Vemos con enorme preocupación que hoy existan fuerzas políticas con enorme poder que busquen desde el mismo Estado, destruirlo. Nos dejan cada vez con menos cuidado, a merced del sector empresario que sólo busca la ganancia fácil, protegido por las fuerzas represivas que impiden la protesta. Hoy parece que gana la codicia, amparada por la violencia estatal. Otra vez ganan el lucro y las trampas, igual que el 30 de diciembre de 2004”. 

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Juan Valeiro / 20 años después, y la necesidad de que siga brotando la memoria.

El documento cerró así: “A 20 años de la Masacre de Cromañón, seguimos de pie. Continuaremos exigiendo memoria, verdad y justicia. Daremos las discusiones que sean necesarias, abriremos todas las puertas que el Estado se niegue a abrir o quiera cerrar con cualquiera de las formas en que sus candados se presenten. Los derechos no se negocian. La memoria tampoco”.

Y se unieron retazos de gritos colectivos: “Por quienes no están”. “Por quienes estamos”.

“Por quienes vendrán”. “Nunca más un Cromañón”. “Justicia es que no se repita”.

El pasado, el presente y el futuro

Tras la lectura del documento, se marchó desde la Plaza de Mayo hasta el santuario de Once, en la puerta del boliche República Cromañón, donde continúa la jornada de memoria hasta la medianoche. Entre lágrimas y una fuerza inconmensurable, se canta una y otra vez: “Ni una bengala ni el rock and roll, a nuestros pibes los mató la corrupción”. 

Las caras de las pibas y los pibes que fueron víctimas están por todos lados. En carteles, en banderas, en bombos, en remeras. Varios familiares llevan puesta una en la que se luce un diseño y tres líneas escritas: 

El sistema envenena

La corrupción mata

La impunidad enloquece

Esta nota, llegando al santuario del barrio porteño de Once, la cierra Santiago Morales, que se presenta como sociólogo, educador popular, papá, sobreviviente y hermano de una víctima de Cromañón.

Santiago tiene 34 años, dos hijos, una compañera de vida (que hizo este documental imprescindible sobre Cromañón que se ve acá: https://youtu.be/LR9SOHc3e3E?si=qpTCfeqCLfUpKqWG).

Santi fue a ver a Callejeros aquel 30 de diciembre con su hermana Sofía y su hermano Martín. Sofía falleció. Martín y él son sobrevivientes de la masacre. Martín, el hermano mayor, entró una y otra vez al lugar a salvar vidas. Santi, que tenía 14 años, se despertó varios días después en la cama de un hospital. A 20 años Santi dice, para comprender el pasado, analizar el presente y presagiar el futuro:

Femicidios hoy, Cromañón ayer: el Estado es responsable

Foto: Juan Valeiro / Las pibas y los pibes, en banderas, en carteles, en los gritos, en todos lados.

“Hay tres cuestiones que me interesa especialmente destacar en este aniversario número 20.

“La primera tiene que ver con la Justicia, expresada en lo que hace el Poder Judicial de nuestro país, y que no es el resultado espontáneo que se produce como consecuencia de un hecho criminal delictivo, de una masacre como esta. La justicia es el resultado de la pelea de los pueblos que nos movilizamos, que exigimos verdad, que exigimos castigo a los responsables, nunca desde la lógica de la venganza, siempre en la búsqueda por hacer memoria y generar condiciones para que no se repita. Fue la lucha de estos 20 años ininterrumpida de lo que podríamos llamar el Movimiento Cromañón en un sentido amplio, la que logró conquistas importantes como la destitución del jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, en un hecho inédito para la Ciudad de Buenos Aires; el juicio y condena en un tiempo récord –a cuatro años de la masacre– a funcionarios públicos y la visibilización de la responsabilidad empresarial expresada en la figura de Rafael Levy, el dueño de Cromañón y personaje siniestro que se mantenía escondido en empresas offshore, que tenía un taller textil clandestino en el subsuelo del boliche y que fue quien mandó a cerrar la puerta con candado, a tapear las ventanas, a eliminar los extractores y a poner la media sombra que contenía la guata, los dos elementos que a partir del fuego generaron la combustión mortal, similar a la de un campo de concentración nazi. El ácido cianhídrico y monóxido de carbono, en un lugar completamente cerrado, fueron letales. La posibilidad de conocer la verdad de los hechos y por lo tanto luchar para que la memoria no desaparezca fue el resultado de la movilización de familiares, sobrevivientes, amigos y amigas de las víctimas y de un pueblo solidario que se acercó y abrazó la causa”.

“Un segundo punto es que a 20 años de la masacre se están reeditando las condiciones sociales y culturales para que los cromañones se sigan repitiendo de manera exacerbada. Diciembre de 2004 es una fecha muy cercana no solo al 2001, sino a toda la década del 90, que tuvo que ver con la instalación de un modelo de cultura de la precarización absoluta de la vida, de los cuidados y de la desprotección como política de Estado. Eso hoy ha vuelto de manera recargada, por eso para mí esto que llaman batalla cultural –que paradójicamente quienes la levantan lo que quieren es el silenciamiento y la censura masiva de aquellas personas que no reproduzcan sus valores o que no se silencian– es en realidad una lucha ética, en el sentido de que hay dos paradigmas en disputa. Por un lado la ética del mercado, que se expresa de manera cabal en el gobierno de Milei en sus políticas y en su ideología. Por otro lado, la ética de la vida. La ética del mercado es hiper individualista y hace un culto de la desigualdad amparándose en la idea de meritocracia. Es esencialmente egoísta y genera condiciones permanentes de desprotección, porque lo importante es el aumento de la ganancia y el beneficio propio. En cambio, la ética de la vida es solidaria, es generosa. Se afirma en el cuidado, tiene que ver con lo comunitario, con la cooperación, con la certeza de que nadie se salva solo y de que es en la movilización de los pueblos donde es posible encontrar la esperanza y la conquista de las vidas que merecemos”.

Sigue su razonamiento Santiago: “Lo tercero que me interesa destacar es la necesidad de dejar de mirar a las juventudes como todo lo malo de una sociedad. El adultocentrismo exacerbado que llevó a culpabilizar a los jóvenes que murieron en Cromañón, o a los y las sobrevivientes, y que hoy en día también subestima, desprecia, estigmatiza los usos culturales, la mirada de las nuevas generaciones, a quienes en buena medida las han hecho responsables del ascenso de Milei. Esa mirada tiene que ser problematizada y para mí en ese sentido Cromañón es una oportunidad porque nos permite conversar con esas nuevas generaciones, afirmando que el modelo Milei es el modelo Cromañón, justamente porque se afirma en la ética del mercado. Esto nos debe acercar al encuentro con esa juventud no desde un lugar de la sospecha, la estigmatización y la subestimación, sino más bien desde la búsqueda por encontrarnos, por aprender juntos, por valorar los aportes que pueden hacer. Y por pensar que si no reforzamos esos lazos intergeneracionales que están tan deteriorados, no vamos a poder abrazarnos todo lo que necesitamos para soportar la penuria de este tiempo, que nuevamente se expresa en precariedad, en el abandono como política de Estado, en la crueldad exacerbada”. 

Finalmente Santiago plantea: “El colofón de estos tres puntos es la necesidad de contar con Cromañón como espacio de memoria porque para muchos sobrevivientes, muchos amigos de víctimas, familiares, ir a ese lugar será una manera de encontrarse con sus seres queridos, de dar con cierta forma de paz, una fuente de salud mental para mucha gente. Será necesario mantenerlo, alimentarlo y desplegar allí aquello que el propio movimiento Cromañón entienda necesario”.

Santiago camina en la marcha junto a sus dos hijos, que llevan un cartel colgado, con un orgullo que no entra en este texto ni en ningún texto.

Llevan en el pecho la foto de Sofía y una inscripción:

“No pude conocer a mi tía, pero la amo”. 

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Al gran pueblo argentino, ¿salud?

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“10 años de formación. 68hs por semana. $797.061 por mes. $2930 por hora”. El cálculo no sólo es un afiche de color amarillo, sino también una síntesis de la situación de residentes del Hospital Garrahan, el centro pediátrico de excelencia en Argentina, quienes organizaron este jueves una marcha desde la institución hasta el Ministerio de Salud. 

por Lucas Pedulla/ Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org

Al gran pueblo argentino, ¿salud?

Los residentes son médicos egresados que continúan su formación y que, en este caso, eligieron el Hospital Garrahan como lugar de residencia, de donde egresan 70 pediatras por año. El reclamo viene desde 2024 y alertaron que siguen sin respuestas, pese a que perciben un salario por debajo de la línea de pobreza realizando seis guardias al mes de 24 horas cada una: “Es algo incompatible con la vida -denunciaron-. Nos estamos formando para atender a sus niños. Esto no va por ningún partido político: es nuestro sueldo”. 

Al gran pueblo argentino, ¿salud?

La gente marchó por la calle, pero el protocolo no se aplicó: una exclusividad para jubilados.

La movilización fue parte de un plan de lucha que incluyó un paro sin guardias de cuatro jornadas, que empujó al Gobierno a dictar una conciliación obligatoria por 15 días para dejar sin efecto las próximas medidas de fuerza. “No es una decisión fácil, pero sí necesaria”, explican desde la Asamblea de Residentes del Garrahan. “Estamos luchando por condiciones laborales dignas, por nuestros derechos y por una salud pública de calidad”.

Al gran pueblo argentino, ¿salud?

La marcha comenzó con el Himno Nacional Argentino, y las lágrimas brotaban al entonar “al gran pueblo argentino, salud”, la gran frase de cabecera de esta convocatoria. 

  • “Sin residentes no hay hospital”, 
  • “16 horas de trabajo = 1 docena de empanadas”, 
  • “Soy bioquímica residente y cobro $2930 la hora” 

Así fueron algunos de los cientos de carteles que se multiplicaron en manos jóvenes que eligieron la salud pública y quieren lo obvio: un sueldo digno.

Al gran pueblo argentino, ¿salud?

La propaganda manda en el cartel.

En el Ministerio, la marcha se encontró con la movilización contra los recortes para personas con discapacidad, que saludaron: “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”. Allí también llegó una familia que no era trabajadora del hospital, sino simplemente usuaria, con un niño de cinco años que tenía un cartel que resumía todo: “A mi mamá la salvó el Garrahan”. Esa vida es, también, lo que hoy salieron a la calle a defender.

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Compartimos uno de los comunicados que repartieron, escrito por la Asamblea de Residentes del Garrahan (@asamblearesidentesgarrahan, en Instagram).

“Somos residentes. Médicos recibidos que decidimos continuar nuestra formación especializándonos en Pediatría y elegimos este hospital para hacerlo.

Somos quienes probablemente te hayan atendido en la guardia, en los consultorios y en las salas de internación.

Nos formamos día a día, cuidando pacientes, acompañando familias, aprendiendo de cada historia. Hoy el sistema que debería fortalecernos nos está dejando atrás. No dejamos de esta en los consultorios porque queramos, sino porque no podemos más. Nuestros salarios no alcanzan. Trabajamos jornadas extensas, con enormes responsabilidades, por ingresos que no nos permiten vivir dignamente.

Esta medida es el último recurso de quienes queremos seguir en este hospital, sin tener que abandonarlo para sobrevivir. La salud pública también se cuida cuidando a quienes la sostenemos.

Estar lejos de nuestras guardias, de los consultorios, de nuestros pacientes nos duele. Pero esta lucha también es por ellos y paa ellos. Porque in residentes no hay formación continua, y sin formación continua no hay futuro para el sistema de salud. 

Defendemos la salud pública, incluso cuando nos toca hacerlo desde la calle”.

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Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

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El despliegue policial fue otra vez inusitado: gendarmes, prefectos, policías federales y aeroportuarios contra jubilados empujados a la pobreza extrema, cuyo medio de transporte no son la motorizada o los hidrantes, sino los bastones y las sillas de ruedas. Un rato antes, en el Polo Científico, hubo un acto contra el cientificidio producido por un estado que desmantela y desfinancia incluso emblemas de salud como el Hospital Garrahan.

En el caso de Congreso, nuevamente el acompañamiento a los jubilados reflejó una heterogeneidad creciente: curas, organizaciones territoriales, algunos –pocos– sindicatos, organismos de derechos humanos. Y el formato repitió un esquema coreográfico que optimizó el de la semana pasada: el movimiento, por la vereda y la calle, desorientó a las fuerzas que, aun siendo más en proporción, no daban a tiempo de evitar los cortes que lograba una marcha que no se detenía nunca. Esa estrategia también evitó choques directos, aunque los federales se armaron con máscaras para gasear en cualquier momento, gusto del que no se privaron tampoco con la prensa: al menos 18 personas heridas, fue el conteo de la Comisión Provincial por la Memoria. De todos modos, el piquete mayor fue el realizado por la propia ministra Bullrich y sus tropas, que aislaron al Congreso durante todo el día, cortaron Rivadavia, Callao, Combate de los Pozos, Hipólito Yrigoyen y la estación Congreso del subte A, para detener una marcha que, de hacerse, significa una vuelta alrededor del palacio legislativo de unos 20 minutos. De este modo, se instala un caos durante todo el día como para encender las ínfulas represivas. Volvió a escucharse un viejo cántico: “Policía Federal, la vergüenza nacional”.  

Crónica de otra jornada con una pregunta que se respondió entre precios de empanadas, medicamentos y bifes de costilla: ¿qué guardan los jubilados bajo el colchón?

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Sebastián Smock y lavaca.org

Es miércoles otra vez y todo se dispone más o menos como siempre.

Por allá el Congreso, vallado en cada esquina, de imposible acceso salvo para las fuerzas federales que utilizan las oficinas anexas del Palacio que –según la Constitución– debería votar la prórroga de la moratoria o los aumentos de los haberes de las personas jubiladas que están a minutos de reprimir.

Por acá los medios, autogestivos y privados, con máscaras de gas para evitar los químicos bullrichistas, en una naturalización de las condiciones bajo las que debe trabajar el periodismo.

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

Antonio Becerra, fotógrafo del diario Tiempo Argentino.

El conflicto es visible.

De un lado mujeres y hombres jubilados, muchas veces con bastones, otras con sillas de ruedas, siempre con carteles manuscritos que suelen ser un símbolo del presente.

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Medios de transporte para reclamar por los derechos.

Enfrente, la policía Federal, la Aeroportuaria (?), la Gendarmería (?), la Prefectura (?), dedicadas a estos operativos caóticos, costosísimos, que revelan que la voluntad oficialista no es que haya orden, sino que haya represión.

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Otros medios de transporte.

La danza del Congreso

Sin embargo es miércoles otra vez y la manifestación comienza, pero si la semana pasada ya había sido distinta, porque jubilados, sacerdotes, militantes barriales, sindicalistas, organismos de derechos humanos, socorristas y vecinos se desplazaron en una coreografía que hizo mover hasta el cansancio a las llamadas fuerzas de la ley, este miércoles la performance se optimiza, ganando en eficacia y poesía. 

Porque comienzan sobre la plaza, dejan atrás los cordones de las fuerzas sin bajar a la calle, caminan sobre la vereda, cantan “qué feo debe ser pegarle a un jubilado para poder comer”, bordean la calle Hipólito Yrigoyen, llegan hasta la otra punta en Luis Sáenz Peña, doblan en U hacia Avenida Rivadavia, y de repente bajan a la calle, porque a los efectivos (?) no le dan los pies para caminar tan rápido y evitarlo, y entonces cuando llega la PSA la columna pasa de nuevo sobre la vereda cantando “qué vergüenza pegarle a un jubilado por dos pesos con cincuenta”, y vuelven hacia Yrigoyen, y bajan a la calle, hasta que llega Gendarmería corriendo, y entonces vuelven a la vereda, y llegan hasta Sáenz Peña –otra vez– y bajan a la calle –otra  vez– y cortan la calle, y de las motos y los autos suenan bocinas, y los manifestantes saludan riéndose como niños, porque la desorientación federal es total, hasta que llega la Federal, y se suben a la vereda, y así sucesivamente.

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

Crearon un cauce.

Una marcha infinita.

Una invitación a que el próximo miércoles las gotas que van confluyendo en esta ceremonia semanal sean cada vez más.

Cientificidio, motosierra y licuadora

El mismo día, en 15 ciudades del país se realizaron actos en los que participaron miles de científicos contra lo que llamaron “cientificidio”. El hecho se plasma en la motosierra sumada a la licuadora, aplicada a entidades como el Conicet (Consejo Nacional de Actividades Científicas y Técnicas) y la Agencia Nacional de Promoción Científica.

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

Foto: lavaca.org

Investigaciones y proyectos de todo tipo –desde estudios sobre cáncer hasta resistencia a los antibióticos– son amputados por la motosierra, mientras la licuadora se aplica a salarios que en muchos casos han sufrido pérdidas del 40% durante esta etapa que el gobierno “libertario” define como un éxito.  

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

FotoCobertura colaborativa / RAICYT

En Buenos Aires la concentración se realizó en el Polo Científico (en Palermo), ante una situación que quienes trabajan en ciencia definen como desesperante, por el grado de destrucción y vaciamiento que sufre una actividad crucial.

El planteo fue: «Desde el estudio de la pandemiahasta la producción de alimentos, desde la historia argentina hasta la transición energética, desde las desigualdades sociales hasta la nanotecnología, desde la literatura hasta la biomedicina: no hay agenda de futuro sin ciencia». Los organizadores informaron además: “El poder adquisitivo de salarios y becas cayó un 40%, alcanzando niveles históricos mínimos, comparables a los de 2001”. Ya se han perdido 4.000 puestos de trabajo. La llamada “fuga de cerebros” se ha convertido en otro regalo que Argentina hace al mundo: no solo los recursos naturales sino también los humanos pasan a estar de remate. Los científicos plantean: “El gobierno ha implementado una política de aniquilación de aquello que llevó décadas construir”.

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

Foto Cobertura colaborativa / RAICYT

Las y los manifestantes se inspiraron en El Eternauta, con máscaras y la consigna “Nadie se salva solo”. Hace más de un año y medio las marchas de jubilados están planteando el mismo tipo de cuestiones y mostrando un camino que parece haber inspirado también al Polo Científico.

Una diferencia notable es que las máscaras de jubilados, periodistas y fotógrafos en Congreso son previas a la serie de Netflix, muchas veces caseras y precarias, y consecuencia de que son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos, cosa que ha ocurrido hasta con niñas.

En el caso del Polo Científico, los atuendos están muy bien hechos y son simbólicos, ya que no han sufrido ataques físicos como los jubilados (aunque si siguen reclamando seriamente tal vez lo logren).

 

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón
Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

Ataques a jubilados y fotógrafos

Volviendo a la marcha de jubilados, las fuerzas federales (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y de Seguridad Aeroportuaria) comandadas por Patricia Bullrich mostraron ya no solo su cara represiva, sino también una improvisación inusitada. Un decálogo de postales de desconciertos y abusos: 

1) Al vallar todo el Congreso –incumpliendo su propio protocolo antipiquete y cortando el tránsito en Avenida Rivadavia, Callao, Riobamba e Hipólito Yrigoyen– , generaron un peligro latente porque la gente debía caminar un tramo sobre Callao por la calle, pegada a los autos. 

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

2) No dejaban cruzar a la gente por la senda peatonal de Rivadavia y Callao y tampoco explicaban el por qué. Solo ganaron reproches e insultos, también, de las personas que no estaban reclamando por las jubilaciones. Por ejemplo, automovilistas.

3) Armaron una barricada en medio de la Plaza de los Dos Congresos, sin ningún sentido (dentro de la plaza no hay calles que despejar). 

4) Armaron otra barricada en medio de la vereda, a la altura de Rivadavia al 1771, entre Callao y Rodríguez Peña. Es decir: la policía hacía un piquete que impedía que los transeúntes fueran por la vereda, obligándolos a bajar a la calle. Al rato se dieron cuenta del absurdo y se movieron, entre risotadas e insultos.  

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

5) Volvieron a gasear a la prensa. Antonio Becerra, fotógrafo de Tiempo Argentino, fue uno de los más afectados.

6) Según registró la Comisión Provincial por la Memoria hubo al menos 18 personas heridas. 

7) Para seguir visibilizando su reclamo, un puñado de no más de veinte jubilados empezaron un semaforazo en la esquina de Montevideo y Rivadavia. Cuando se ponía en rojo el semáforo sobre Rivadavia, saltaban a la calle a reclamar e informar frente a los automovilistas. Cuando cambiaba al verde, subían. Así una y otra vez, hasta que llegó un ejército de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) les impidió hasta eso. 

8) La mayoría de los efectivos de todas las fuerzas no llevaban identificación.

9) Cuando se les pregunta el por qué, muestran otro de sus protocolos: se ríen socarronamente. 

10) Un dato no menor: quienes se ríen, están con trajes blindados y armados hasta los dientes.

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

 Los jubilados que usan máscaras no lo hacen para parecerse a El Eternauta, sino porque son literal y semanalmente atacados con gases tóxicos por la policía, y además por fuerzas de presencia inentendible en la plaza de Congreso: Gendarmería, Prefectura y Policía Aeroportuaria.

El colchón y las empanadas

Entre dólares en colchones y empanadas caras, hay un problema central que tiene menos prensa: la jubilación mínima sigue siendo de $296.481, a la que se suma un bono extra que desde marzo de 2024 yace congelado en $70.000, con lo que el haber llega a $ 366.481.

Armando tiene 74 años y es de Barracas. “Los dólares del colchón y las empanadas de Darín son métodos de distracción, de engaño hacia la gente, que se ve que les sirve porque tienen adeptos y ganan elecciones. Me pregunto cómo pueden lograrlo con el deterioro que están haciendo y con la maldad que tienen, porque no aumentar nuestras jubilaciones lo festejan como una victoria”. 

Jubilados + científicos: la gente que no se guarda en el colchón

¿Qué tiene usted en el colchón? “Lo único que me queda es el elástico”, dice y ríe por primera vez. Se pone serio: “Siempre que tuve un sope lo tuve que gastar. Y ahora ni eso. He sabido estar mejor, pero no ahora. Tengo el esófago de Barret, una enfermedad por la que debo tomar tres remedios todos los días y este gobierno me quitó el más caro, que antes era gratuito. No puedo pagar 50.000 pesos así que mi doctora me bajó la dosis a la mitad”.

Delia sostiene un cartel que denuncia lo que cobra un senador (9 millones de pesos) y exige “basta” y que los jubilados sean “los primeros”. 

Cuenta su modo de supervivencia: “Cobro la mínima, 366 mil. Pago de alquiler casi 200 mil, y 100 mil de expensas. Sacá la cuenta de lo que me sobra para todo el resto del mes. Después la luz, el gas; lo que nos dicen es ‘no vivas, no vivas más’; o sea ¿me tengo que suicidar? Eso es lo que van a lograr, y chau”.

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Estela y Lidia tienen 63 y 72 años. Están juntas y enojadas. “Los medios de comunicación son cómplices de que el gobierno nos trate como el repulgue de la empanada, obviando los temas importantes, como es esta protesta. Todo el mundo hablando de Darín, o mostrando sus colchones con el fin de disfrazar la realidad”.

Ven lo positivo de las empanadas: “Es importante que un artista como él haya hablado, porque aunque nosotras comamos en lugares más baratos, no dejamos de sufrir”.

¿Qué se sufre? “Lo que no tenemos en el colchón porque no tenemos ni en la heladera. Ya no estamos cocinando de noche. Ya pasó para nosotros lo de las 4 comidas. No existe más”. 

Liliana –70 años, de Sarandí–, Sandra –63, de Quilmes– y Elba –72, también Quilmes– son tres amigas de zona sur del conurbano que tienen la bandera argentina como capas de superheroínas. Liliana se ríe para no llorar de lo que hay debajo de su colchón: “Deudas y cuentas, bien abajo de la almohada, esa que todas las noches no te deja dormir. Hasta el servicio de televisión tenemos que cambiar porque no alcanza. ¿Comer?, por Dios”.

Sandra come al mediodía: “A la noche matecocido, nomás”.

Elba fue a la mañana a hacer mandados porque a la noche viene su nieto a cenar: “Una hora estuve mirando precios. Me decidí por un bife de costilla, medio flacucho: $11.500 el kilo, para que coma bien el nene”. Liliana dice: “Bueno, ¿ves? Yo carne ya no”. Elba suma: “Y yo no voy al doctor porque me va a dar un remedio que no voy a poder comprar –dice y se señala la boca–. Todos los días rezo para que Dios me cuide los dientes”.

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Efecto del gas pimienta.

Ricardo, 68 años, trabajó de todo –chofer de colectivos, montador, en una tejeduría de San Martín–, y cuenta que hace cuatro meses lo operaron de cáncer de próstata. “No me alcanza ni para los medicamentos, hijo”, dice, con los ojos como dos espejos. “Estoy acá porque Dios, quizá, me permite vivir un poquito más”. Su mujer trabaja y banca la situación, pero tuvieron que ir cambiando el menú: otro aceite, otras carnes, otra verdura, otro tomate, otros huevos. “Me entendés, hijo, todo hizo que nuestra vida se deteriorara en un sentido de dignidad de la mesa”. No pensó que después de jubilarse estaría de nuevo en las calles, pero acá está, con fe y esperanza de que Argentina pueda cambiar: “Ustedes tienen que razonar, la juventud, porque van a ser los más damnificados. Dios te ayude, hijo”.

Pasó otra marcha y pasó otro miércoles. Y llega un nuevo parte desde el Hospital Ramos Mejía, donde Pablo Grillo permanece internado desde aquel miércoles 12 de marzo cuando fue baleado por un gendarme con el impacto de un proyectil de gas apuntado a su cabeza. “Continúa estable en terapia intensiva. Desde Neurocirugía, su cuadro está controlado y su evolución es positiva. Desde Terapia Intensiva, se le están administrando antibióticos por la detección de una infección en vías urinarias. Está siendo monitoreado y su estado, por el momento, está controlado”.

La jubilación mínima sigue siendo de 366 mil pesos: salvo excepciones, no alcanza para comprarse un colchón. Más de cinco millones de jubiladas y jubilados hoy cobran eso. 

Y por eso, también, seguirá esta marcha que parece infinita. El próximo miércoles.

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Represión y reacción

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(Por Claudia Acuña)

Con las cámaras en alto y sentados en el asfalto (imagen de portada), más de cuarenta reporteros y reporteras gráficas lograron que liberen al fotógrafo Tomás Cuesta y se desestimen varios de los cargos que querían atribuirle a Javier Iglesias, otro de los fotógrafos arbitrariamente detenido al finalizar la ronda de los miércoles de las y los jubilados en el Congreso. También fueron apresados Pablo Luna, jubilado ex trabajador de YPF y Leandro Cruzado, integrante del Club Antifascista, quienes según la fiscalía Este –a cargo de iniciar la causa judicial– podrían recuperar la libertad mañana al mediodía.

Como todos los miércoles la prensa fue blanco de gases y palos por parte de las fuerzas de seguridad, que en esta oportunidad intentaron dar un paso más: el video que muestra la detención de Tomás Cuesta (al final de este artículo) es la evidencia de la brutalidad de su accionar. Cuesta, quien habitualmente trabaja para medios internacionales, estaba cubriendo la ronda para la organización Amnistía Internacional, que en estos días está elaborando un informe sobre  la represión estatal a la protesta de jubilados enviando a Buenos Aires a una especialista de la oficina central de esa oenegé, desde Inglaterra.

Represión y reacción

Uno de los detenidos del miércoles: jubilados y la prensa en la mira.

Javier Iglesias es un fotógrafo independiente que cubría la protesta para medios especializados en temas de represión estatal. Ambos fueron derribados al piso, ambos soportaron la rodilla de un gendarme en la mejilla para aplastarles así la cabeza contra las baldosas, ambos fueron esposados y trasladados al estacionamiento situado exactamente enfrente del ingreso al Senado de la Nación. El contraste se hizo aún más evidente cuando los dos fotógrafos fueron obligados a pararse en el paredón de la playa de estacionamiento mirando hacia el frente: lo que veían desde esa posición era el Palacio, símbolo de la representación democrática. Quizá porque el oficio es exactamente ese –saber mirar– los y las fotógrafas que llegaron hasta allí para conocer la situación de sus colegas decidieron hacer entonces un camarazo con sentada: no iban a naturalizar  otro miércoles de impunidad. El momento, además, era muy sensible: acababan de llegar las noticias del resultado de la nueva operación al reportero Pablo Grillo, a quien una descarga de Gendarmería lo hiriera de gravedad y le dejara como secuela una hidrocefalia que hoy obligó a colocarle una válvula para drenar el líquido del cerebro al abdomen.  

Represión y reacción

Otro de los detenidos. Foto publicada en Tiempo Argentino.

El primero en sumarse a la plantada fue el secretario general de Sipreba, Agustín Lecchi. “Todos los miércoles jubilados y periodistas somos el blanco de la represión. No nos vamos a mover de acá hasta que tengamos una respuesta”. También personal de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad se presentó tanto en el estacionamiento como en la fiscalía para conocer la situación y los argumentos que, supuestamente, justificaban las detenciones. Finalmente llegaron los representantes políticos: el diputado Germán Martínez –presidente del bloque de diputados de Unión por la Patria- la senadora Silvina García Larraburu y el senador Mariano Recalde: en ese orden. En tanto, la fiscalía aceptó revisar “pruebas”: comprobó así que no había ningún video ni declaración policial que justificaran la detención de Tomás Cuesta y ordenó su liberación. Los tres restantes debían esperar la decisión del juzgado, por que la fiscalía ya había validado las detenciones en un trámite más rápido que el pedido de explicaciones.

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“La clave fue la reacción”, sintetiza uno de los colegas de Tomás, que comunicó inmediatamente la noticia a su mamá que en estos días está trabajando en el Festival de Cannes: es la jefa regional de la agencia internacional de noticias Associated Press.

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Un signo de los tiempos: Detenidos sin explicación, contra la pared, en un estacionamiento usado por la policía ubicado exactamente frente al así llamado Honorable Senado de la Nación Argentina.

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