Sigamos en contacto

Actualidad

La marcha sin fin

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

La señora de canas y anteojos sacude su dedo índice a centímetros de la cara del policía. Es menuda y el uniformado es del tamaño de un gorila con casco y palo, pero no es la abuela la que tiembla cuando le grita:

-Mirame a los ojos: a mí me estás pegando. A mí, que tengo 70 años y dos hijas que estudiaron para no ser policía como vos.

La marcha sin fin

Fotos: Juan Valeiro/ lavaca.org

En el piso del Congreso de la Nación hay seis jubilados y cinco fotógrafos que están siendo asistidos por la posta sanitaria para mitigar el gas con el que los cegaron –que no es ni lacrimógeno ni pimienta y activa su laceración con cualquier medio húmedo, como el sudor de esta tarde infernal-, mientras la multitud canta:

“Qué feo, qué feo, qué feo debe ser/ pegarle a un jubilado para poder comer”.

Los peatones que ven la escena desde la vereda de enfrente editorializan al paso:

“Se están robando a los pibes y ustedes están pegándole a los jubilados”.

“Oíme tortuga: son cuatro por cada viejo de 80 años. Qué fácil te ganás la guita”.

“El día que tu jefa reparta la plata del operativo entre los jubilados van a tener que ir a laburar en serio, ratas”.

La marcha sin fin

Uno de los atacados por el gas pimienta policial. La gente cantó: «Qué vergüenza, qué vergüenza, pegarle a jubilados por dos pesos con cincuenta». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

Así es el final de otro miércoles de la ronda que repiten cada semana las personas que trabajaron toda su vida y aportaron durante décadas para gozar de un derecho que se ha transformado en un extraño privilegio: ser el sector social más perjudicado por las políticas de ajuste, pero también el único que no claudica ni se calla.

La marcha sin fin

Uno de los hinchas de Chacarita, presente en la marcha en el Congreso. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

Así lo explica Carlos, el jubilado que conmovió a los hinchas de Chacarita – un club de fútbol experto en el pogo policial– que hoy se sumaron a la ronda con la intención explícita de protegerlos:

“Trabajé durante 40 años en el correo. No me regalaron nada. La estoy pasando mal, pero no estoy acá por mí porque yo ya estoy jugado: tengo 75 pirulos. Estoy acá por mis cuatro hijos y mis dos nietos. Estoy acá porque les quiero dejar un país digno para que puedan vivir en paz”.

La marcha sin fin

Carlos, el jubilado que cada miércoles marcha con la camiseta de Chacarita y esta vez impulsó que llegue parte de la barra del club a apoyar el reclamo. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

Sobre el Presidente:

“Milei es un pobre tipo. Está mal de la cabeza. Yo le aconsejaría que, por el bien de todos los argentinos, dé un paso al costado: nos va a hacer un gran favor. Está muy mal asesorado, y tiene al lado esas lacras de los Caputo: esos sí… esos sí qué saben lo que están haciendo. Yo nunca tomo revancha con nadie, pero a esos dos me gustaría encontrarlos cara a cara para preguntarles qué significa para ellos ser tan ambiciosos –casi enfermos– de la plata y el poder a costa del hambre de los argentinos. Pero es mi opinión personal, porque acá no hablamos de política. Acá venimos a reclamar nuestros remedios y nuestra dignidad. Acá venimos todos los miércoles y nos encontramos con personas como esa abuelita de 82 años que nos dice ´hoy no almorcé´: Por ellas estamos. Lo único que queremos es dar la vuelta al Congreso y que no nos peguen”.

Carlos llora.

La marcha sin fin

Una imagen de esta época. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

“No estás solo”.

Dos hinchas de Chacarita lo abrazan y le prometen:

Lo rodean, también, una familia con esa misma camiseta: el padre, jubilado; la hija, investigadora del Conicet y lesbiana; el nieto, quinto grado de la escuela pública. Será ella quien presenta así al trío para señalar, con esas etiquetas sociales, lo que significa estar ahí hoy: “Unir la luchas, unir las fuerzas: la indiferencia no es una opción.”

La marcha sin fin

Acorralados: jubilados apretujados y víctimas del gas pimienta de la policía. La canción: «Qué veo debe ser, pegarle a jubilados para poder comer». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

La hinchada suma, además, esa poética instantánea, que acribilla sin pausa al doble cordón policial:

“No tenemos casco/ no pegamo`a jubilados/Somos locos y borrachos / porque somos funebreros”.

Refieren así a la identidad de ese club de fútbol, que nació vecino al cementerio, pero en el territorio del Congreso el verso se reinterpreta: son quienes entierran al miedo.

La marcha sin fin

Retrato de un miércoles. La bandera para cubrirse de los gases policiales. Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

Así, sumando gota por gota personas y organizaciones hasta ser multitud, la ronda gira por los grises muros del Congreso, desbordando el desproporcionado cordón de policías y gendarmes, que tira palos y gases sin piedad, pero también sin suerte: la vuelta se completa.

El final, literalmente, es realmente otro: no habrá fin. Lo anuncia el gesto de Zulema y Keiko, dos jubiladas insurrectas, cuando con elegancia y picardía apoyan ambas los dedos en los labios para lanzarle besos a los uniformados, con una promesa:

“Nos vemos el miércoles”.

La marcha sin fin

El abrazo y una convicción: «Nos vemos el miércoles». Fotos: Juan Valeiro/lavaca.org.

Actualidad

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Por Claudia Acuña

Empecemos por el final, que es el principio de todo.

La mujer lleva una remera blanca con la cara de una de las masacradas encima del pullover y resguardada por un chaleco negro. Sostiene la cabeza con una mano mientras con la otra se frota la mollera donde recibió el golpe de un palo. No está sentada, sino derrumbada en la silla cuando comienza a hablar. Lo que dice y cómo lo dice es lo revelador porque esa mezcla de aturdimiento e información es lo que define esta jornada en la que miles de personas se movilizaron para decir aquello que necesitábamos nombrar en voz alta.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

“No sé cómo terminamos así, pero ahí estamos” arranca.

Su joven hija la observa en silencio.

“Tenía de la mano a los chicos que se subieron al micro… quisieron acompañar, pero son muy chicos… y las madres… bueno: eso no es lo que importa ahora. Son chicos: eso es lo que importa. Y está bien que vengan a la marcha porque es una manera… ya saben, de salir de toda la lógica que quieren imponerles… Siento que sus manos tiemblan… Ellos que siempre se muestran tan… tan como que nada los afecta… y estaban agarraditos a mi mano… siento eso y me doy cuenta que son nenes, que hay que cuidarlos y no sé si puedo… y los chicos se sueltan y ahora… ¿dónde están?

Repite:

¿Dónde están?

Suspira:

“No doy más”.

Llora.

La abrazo.

Un vaso de agua, un ibupirac para el golpe, un mate, el silencio que riega sus lágrimas.

Sigue:

“Queríamos llegar al micro y no podíamos: estábamos encerradas por la policía. Tiraban gases. Golpeaban. Y cuando logramos doblar no sé por qué calle (era Solís) aparece un pelotón de motos con policías y ahí es como que me perdí, no sabía para dónde ir… Estaba paralizada… lo único que pensaba era por qué… por qué”.

Su joven hija la ubica:

“Por el periodista que se estaba riendo de nosotras”.

Se refiere al cronista Roberto Funes de La Nación+ que tuvo un gesto de burla hacia las mujeres y fue repudiado por las manfestantes, lo que justificó que la policía comenzara a golpear y arrojar gases a las familias de las víctimas.

La mujer sigue:

“También se ríen de nosotras en las redes, pero bueno: eso no es lo que importa ahora… Lo que importa… (cierra los ojos en un largo silencio) Ya está. Ya estoy en eje otra vez: lo que importa es que tenemos que volver al barrio”.

La mujer llama al chofer del micro: las están esperando en el edificio con la cara de Evita, la ubica.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo que se mueve

Tres chicas muy jóvenes y muy empobrecidas masacradas con crueldad lograron algo imposible: que la marcha la encabecen sus familias. Detrás, miles de nadies. En el cordón de protección, las travas y putas de Constitución, las heroínas anónimas de la economía social, las jóvenes no binaries que protagonizaron la primera rebelión antifascista en aquel febrero que parecía tan lejano. Muy detrás los kioscos –encabezados por el de Ni Una Menos– todavía por delante de los partidos y los sindicatos, pero eso hoy tampoco es lo importante. Lo que suma es el todo porque es lo impredecible para los criminales que ejercen su saña sobre cuerpos que creen socialmente descartables. Que así no lo sea es lo que hace único a este movimiento y a este país, todavía: eso es lo importante.

Hay muchas madres acompañadas por hijas de la edad de las víctimas, aun cuando sin duda no comparten esos destinos sociales. Le pregunto a una –Isabela, 15 años– qué sintió cuando leyó la noticia. “Miedo”. Su madre, Carolina, completa. “Por eso le dije que había que estar hoy acá: lo que saca el miedo es salir a la calle”.

Le pregunto a otra –Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP– qué representa esta marcha: “Estamos expresando con mucha contundencia que está pasando algo gravísimo: avanza el narcotráfico y no pasa nada. Desaparecen el Estado y no pasa nada. Matan pibas ¿y no pasa nada? No: acá estamos”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Dina Sánchez, de la UTEP.

Le pregunto a Bianca, militante de izquierda, cómo seguir después de esto: “Para mi tendría que seguir con asambleas en todos los lugares porque esta pelea es muy grande. Tenemos que juntarnos a pensar cómo dar la batalla no sólo a estos femicidios crueles, al narcotráfico y a la pobreza, que es la madre de todas estas batallas. De arriba no va a venir ninguna idea ni mucho menos, una solución”.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Le pregunto a Georgina Orellano –trabajadora sexual y secretaria general de Ammar– qué  expresa esta marea, pero hoy prefiere no hablar. Solo repite por el pequeño megáfono –que es el único lujo de la organización de la marcha– los tres nombres que duelen:

Lara.

Morena.

Brenda.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Georgina lo gritará mil veces a lo largo de las diez cuadras que separan Plaza de Mayo del Congreso y todavía más alto cuando pasa delante de la bandera que sostiene el pequeño grupo de Mujeres Abolicionistas, la vieja cicatriz que divide esas aguas. Y aunque eso no sea hoy lo importante me tienta decirlo: la bandera proclama “Ninguna mujer nace para puta”, frase robada a la activista boliviana María Galindo, quien batalla desde hace añares por terminar con esa grieta apelando al realismo: sin políticas sociales el abolicionismo suena negacionista. ¿Significa afirmar esto estar a favor de la explotación sexual? No: significa Lara, Morena, Brenda, mutiladas en vivo por Instagram. El horror aniquila disputas teóricas. Es cruel realidad: abre preguntas nuevas que hay que comenzar a responder urgente y colectivamente.

Ya está.

Recuperemos el eje.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar

Lo importante hoy quedó claro cuando en las calles de la ciudad este Ni Una Menos representado –al fin– por los bordes más castigados gritó con voz propia lo que necesitábamos escuchar:

“Yo sabía,

yo sabía

que a los narcos

los protege la policía

¡y la justicia!”.

Luego, vino el final: las familias de las víctimas acorraladas por la policía.

Y esa mujer que, como todas, necesita nuestro abrazo.

Ni Una Menos con voz propia: lo que necesitamos escuchar
Seguir leyendo

Actualidad

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

El gobierno montó nuevamente una coreografía de represión buscando imágenes que ensamblen con la del presidente Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Luis Caputo en Estados Unidos, alborozados por los tuits de Donald Trump y el nuevo endeudamiento del país. En Congreso pudo verse a lisiados marchando en sillas de ruedas, jubilados atacados y gaseados por la policía, la libertad de expresión en los carteles que dicen mucho más que los exmedios de comunicación. Reflexiones sobre préstamos y deudas y las primeras reacciones en la calle frente al triple femicidio de Lara, Brenda y Morena.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Tadeo Bourbon / lavaca.org

“La timba de la city es la tumba del país”.

Podría ser una síntesis de esta época. Es un cartel que lleva Juan Manuel, jubilado de asistencia perfecta los miércoles. Dice que espera que hoy no haya gases ni represión. Lo dice por un cuidado colectivo, pero también por una necesidad personal. Muestra contento, feliz, una entrada que sacó al teatro (Sala Lugones, del San Martín, $4000) para ver “El gran desfile”, sobre la Primera Guerra Mundial.  Sus carteles, como los de tantas jubiladas y jubilados suelen decir más sobre la actualidad del país que los editoriales y comentarios del experiodismo que fatiga los medios.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Pero sus deseos sobre un miércoles sereno no serán órdenes porque a los 10 minutos, por reloj, la Policía Federal y la Prefectura empiezan a reprimir, en una imagen que pareciera que las Fuerzas vinieron a buscar.

El saldo: varias personas gaseadas, dos demoradas (entre ellas, una mujer embarazada de dos meses) y dos heridas fuera de peligro trasladadas por el SAME: Mabel, jubilada de 64 años, enfermera de Malvinas, a quien le pegaron con un casco y su cabeza dio contra el asfalto; y Diego Gómez, comunicador, al que gasearon y le pegaron con un palo. A ambos los llevaron al Hospital Ramos Mejía y para hacerles estudios. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

La Prefectura gaseando a jubilados.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Mabel golpeada por la policía. Fue enfermera en Malvinas.

Para la foto

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, otra vez montó una coreografía de represión, buscando una imagen de violencia en las calles que dialoga con la del presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis Caputo con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, en Estados Unidos. La imagen llega también después de la reunión con Donald Trump, la noticia del swap de miles de millones de dólares de los que nada llega al país ni a su población, sino al esquema de vaciamiento financiero, con el agregado del supuesto pedido/orden de la Casa Blanca de que el gobierno retome el control político del Congreso.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Editorial sobre la actualidad argentina.

Por eso, en la previa de la marcha, algo de la disposición policial callejera olía extraño.

A diferencia de otros miércoles el vallado no cruzaba de punta a punta la plaza. El tránsito tampoco estaba cortado. Y la impronta Bullrich se veía en las fuerzas: el control de la calle estuvo a cargo de Prefectura y Policía Federal. Había gendarmes pero no intervinieron en la represión, que comenzó en Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, mientras un grupo de jubilados realizaba un semaforazo. Primero avanzó la Prefectura con violencia en el cuerpo a cuerpo con escudos frente al puñado de personas. Luego, cortaron el tránsito y colocaron las vallas, mientras desparramaron su gas tóxico sobre los manifestantes. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Teatro antidisturbio

Durante la marcha Juan Manuel, dudando sobre si ir o no al San Martín, analiza la economía argentina en este teatro antidisturbios: “El nuevo acuerdo con Estados Unidos potencia este circuito de guita en el que nos prestan y nos prestan, y solo nos queda más y más deuda que pagará el pueblo. Por eso siguen prestando. Es simple”.

Lo que más se escucha y se lee en la movilización de hoy está vinculado a la relación cada día más carnal con los Estados Unidos. Un señor espigado camina al grito de “vendepatria, Milei vende patria”. Otro hace lo mismo golpeando un jarrito de lata. Abundan los carteles alusivos: “cipayo”, “no faltan recursos, nos sobran ladrones”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En la radio abierta, no van con vueltas: “Esta semana volvió a quedar claro que es un gobierno de transnacionales, que le sacaron las retenciones al campo mientras a nosotros nos tienen acá, dando vueltas en este marchódromo”. También hay carteles por el triple femicidio de las chicas de La Matanza: “Justicia por Lara, Brenda y Morena”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Sin palabras

Una de las que vino a movilizarse es Amanda, que dice ser “barra y patotera”. Lo dice en el dorso de su guardapolvo blanco. Tiene 86 años y llega en bastón con un mantra que suelta al aire: “No nos han vencido; no nos han vencido”. Amanda dice que repite esto porque ya no tiene palabras para describir lo que ve. Que ya no quiere ni mencionar el apellido del presidente porque le hace mal a la salud. Señala su garganta y señala que le quedan atragantadas justo ahí. “A mi edad, pensé que ya había visto todo”. 

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

Amanda cuenta que le gusta usar el diccionario y conocer palabras nuevas y que desde hace semanas tiene un pasatiempo: encontrar un adjetivo que encaje para describir a Javier Milei. “Pero ya se acabaron, no hay palabra que describa a este sinvergüenza que vino a sacarnos lo que no teníamos a los jubilados”. Amanda tiene 4 hijos. Uno de ellos está ahora en Hamburgo, Alemania, “puchereando”. Su hijo es músico, dice, y que se llama Ariel Prat. “Ambos estamos puchereando, él allá; y yo acá”.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

El Himno al sol

Sobre avenida Rivadavia, tres jubilados y una jubilada en silla de ruedas van por el medio de la calle. Se detienen al sol y cantan el himno. Se emocionan. La Plaza, que había comenzado sin cortes de tránsito ni vallas, ahora está cercada y sin tránsito.

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva

En otra postal del epílogo del miércoles, Zulema, de Jubilados Insurgentes, agarra el megáfono y dice a todos los vientos: «Ante la deuda externa que crece más y más, la única que nos queda es organizarnos cada vez más y más, no solo contra este gobierno sino contra todos los poderes que lo sostienen. Esto va a seguir, sea el gobierno que esté, y nos tiene que encontrar organizados y dispuestos a hacernos oir para que las cosas cambien».

Marcha de jubilados: volvió la “coreo” represiva
Seguir leyendo

Actualidad

La multitud y el palacio

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

El gobierno de Javier Milei siguió cosechando derrotas en un miércoles en el que la Cámara de Diputados tuvo bastante más que los dos tercios de votos necesarios para desactivar los vetos presidenciales a la Ley de Financiamiento Universitario (174 a 67) y a la de Emergencia Pediátrica (181 a 60). Una clave del día estuvo otra vez en la calle, en una manifestación masiva y con muchísima gente joven. El símbolo que siguen representando los jubilados y el camino que muestran. El cerco sobre el Congreso, aunque esta vez la policía quedó prudentemente al margen. Y detalles sobre los alcances del número 3.

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi

Fotos: Juan Valeiro

Si el domingo 7 de septiembre el gobierno nacional tuvo un freno en las urnas, este miércoles lo tuvo en la calle primero, y en la Cámara de Diputados después, donde se rechazaron los vetos del presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario y de Emergencia Pediátrica, pasándole la posta al Senado.

Tres frenos en sólo 10 días, a los que hay que sumar el rechazo total en el Senado al veto de la Ley de Emergencia en Discapacidad.

La multitud y el palacio

Cerco al gordo

El pueblo ya se había anticipado a los congresistas pariendo un marco imponente. La convocatoria era a las 17, pero una hora y media antes ya no se podía caminar por los alrededores de un Congreso cada vez más cercado, todo un símbolo de época. No es una exageración: a diferencia de marchas anteriores, donde el vallado abarcaba todo el tramo de la avenida Entre Ríos frente al Congreso, hoy la disposición fue doble, porque al cerco habitual el Gobierno le agregó uno complementario, a media cuadra de Rodríguez Peña, sobre la plazoleta.

En el medio, un enorme vacío apenas era habitado por un grupo de efectivos de la Policía Federal. Desde adentro del Congreso, una fuente informaba a lavaca: “Afuera es una fiesta y acá sólo hay tensión”.   

Carlos, 72 años, jubilado de la mínima, vino desde Lanús, y se pregunta ante tal despliegue: “¿Por qué no vallan al Gordo Dan?”. Sigue haciendo changas pese a su edad –“soy chapista”– y tiene una hija de cuya leucemia la salvó el Garrahan: “Sintetizo dos luchas”, dice y arriesga su proyección para lo que viene: “Si las provincias se ponen los pantalones largos, van a tener una paliza peor”.

Carlos saluda y se sumerge en esa marcha gigantesca.

Un dato: la multitud.

Otro: la alegría de esta multitud, aún en el espanto.

Un hecho: no hubo policía reprimiendo ni intimidando.

Y uno más: la cantidad innumerable de jóvenes y adolescentes. Un mensaje de unidad, que conlleva un límite: el gobierno no podrá seguir avanzando contra la educación ni contra la salud. Y ese triunfo es en gran medida el que comenzó con la sostenibilidad que los jubilados y las jubiladas ponen a disposición cada miércoles.

La multitud y el palacio

Reflexiones sobre el 3

Una de esas miles de adolescentes se llama Tiziana. Tiene 18 años, estudia en la UBA y está descubriendo un mundo nuevo que le hace brillar los ojos. “Estoy encantada”, comparte con una fusión de palabras y sonrisas. “No entiendo cómo pueden meterse con una  de las cosas más hermosas que tenemos como país”.

Mira al pasado y analiza el presente: “Mucha juventud votó a Milei y hoy está arrepentida. Conozco a muchos que están pagando las consecuencias y no van a repetirlo”.

En una Argentina donde está de moda el número 3, desde que impuso la tendencia el ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, la tercera Marcha Federal Universitaria llegó en el momento justo para darle otro golpe a un gobierno nacional cada semana más desorientado. Esta vez, las calles no sólo las llenó la comunidad educativa: las rebalsaron junto a las y los trabajadores de la salud, además de sindicatos y organizaciones de derechos humanos, políticas, sociales, de jubilados. Y la invasión fue con música y batucada. Se bailó mientras se caminaba y hasta arriba de los kioscos de diarios.

La multitud y el palacio

El ya famoso 3% de Karina Milei no sólo entró en la escena pública para delatar un posible caso de corrupción. También irrumpió para cambiar la historia. O por lo menos, para hacerla un poco más llevadera.

Así lo cuentan algunos de los cientos de carteles que acompañan la marea humana:

Con el 3% de la pastelera, financiamos la educación.

Educación pública sí, negocios del 3% no.

Milei, auditá a la coimera de tu hermana.

Que el equilibrio fiscal lo devuelva Karina. 

La multitud y el palacio

Ideología sin remedio

Camila (25) y Milagros (27) llevan otra pancarta dedicada al gobierno: “Quieren 3% de futuro; 97 de miseria”.

Son estudiantes de Medicina en el Hospital de Clínicas que depende de la UBA. En un puñado de oraciones sintetizan lo que pasa: “No hay medicamentos para los pacientes. Faltan muchísimos insumos. Ya no pueden sostener tanta cantidad de alumnos. Nos tienen que recortar los días de cursada: en vez de hacerlo de lunes a viernes como en otros hospitales, cursamos tres días a la semana. Y muchos docentes trabajan ad honoren”.

Creen saber el porqué: “El desfinanciamiento que plantea es exclusivamente ideológico y exclusivamente sin sentido”.

La mayoría de la gente marcha en grupo. Iván no. Está solo y callado. Está parado observando, atentamente. De la mochila que tiene en su espalda le cuelga un cartel. “No somos 1, 2, somos millones”.

Iván habla bajito. Casi que no se le escucha. Tiene 37 años y llegó hace pocos meses de su Perú natal a estudiar derecho en la universidad pública argentina. “Este es mi primer cuatrimestre”, dice. Y cuenta que está ahí, tan tímido como convencido, “porque la educación es la fortaleza de cualquier ciudad, de cualquier sociedad. No es justo lo que está haciendo este gobierno. Quien se queda en casa un día como hoy, no es consciente de lo que está pasando”.

Traza un paralelismo: “La calidad de la educación en Argentina es mejor que en mi país, por eso hay que defenderla. Para mí, como para muchos otros extranjeros, la universidad de acá es una oportunidad para nuestras vidas”.

Abrumados por la tecnología

Victoria (22), Camila (25) y Lucía (22) son estudiantes de la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Matanza. A diferencia de la marcha multitudinaria del año pasado, las tres coinciden en que si bien hay un ambiente “más pesado”, también es “más esperanzador”, gracias a los resultados de las últimas elecciones, más acá o más allá de cualquier filiación partidaria.

Victoria: “Todavía hay incertidumbre, queda un largo camino de este gobierno y sus políticas que vienen a arrasar, pero en la calle se contagia el sentimiento de comunidad”. Lucía: “Cuesta volver a recuperar la calle porque el gobierno lleva todo a las redes. Estamos abrumados por la tecnología. Tenemos que ver cómo modificarlo para comunicar genuinamente lo que está pasando”. Camila responde: “Estoy convencida que es por acá, generando lazos y que por más malos momentos que haya, hay que seguir la marcha porque la salida la vamos a encontrar en el camino”. 

La multitud y el palacio

El like o la plaza

Natalia tiene 29 años, es profesora de Geografía y está estudiando la licenciatura en la Universidad Nacional de Luján. Su amiga Noelia, 27 años, es licenciada de Biología por la Facultad de Exactas de la UBA. Ambas viven en Tigre, zona norte del conurbano. A comparación con el año pasado, notan “más bronca” en esta marcha: “Muchos tienen tres trabajos para bancar sus estudios. Pero al menos veo gente que votó el gobierno y hoy se está arrepintiendo”, dice Natalia. Noelia vio el ajuste en su carrera: “Se notó mucho la falta de insumos, sobre todo con los tips, que son las puntitas de las micropipetas. Trabajamos con las herramientas contadas porque todo es plata y no tenemos ingresos”. 

Golpazo electoral y golpazo en Diputados: ¿qué ven hacia adelante? Natalia agarra el guante: “Siento que estamos en un proceso de reflexión y que hay gente que está siendo muy tibia. El año pasado estaba muy en la negación y muchos no querían hablar. Ahora hablan, pero espero que se pongan en situación de tomar acciones. Veo mucha tibieza de subir fotos en las redes y eso no vale una mierda: vení con los jubilados, con los del Garrahan, con los profesores. En vez de hacer marketing por un like, vení a la plaza”. 

La multitud y el palacio

Lo que ganó

¿Qué establece la ley universitaria? La actualización mensual por inflación de los sueldos y los gastos de funcionamiento de las universidades públicas. También la recomposición salarial de docentes y no docentes retroactiva a diciembre de 2023.

¿Qué establece la Emergencia Pediátrica? Otorgaría un gasto adicional de $65.573 millones entre julio-diciembre.

Ahora, el Senado definirá el destino de ambas leyes. 

En Congreso la gente exhibió sus mensajes:

  • “Se cursa, se rinde, pero sobre todo se defiende”.
  • “La universidad pública es más de lo que imaginás”.
  • “La conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijxs de obrerxs”.
  • “Estudiá para no ser alta coimera”.
  • “Estudiá, no seas Adorni”.
  • “Qué libertad de mierda que vendiste, Milei”.
  • “Ahorrar en educación enriquece la ignorancia”.
  • “Buscado: Mario Lugones, ministro de Salud. Roba la salud pública para negocios privados”.
  • “Los cadáveres vamos por los amos”.
  • “Las fuerzas del aula contra las fuerzas del cielo”.

Álvaro Pérez, 32 años, abogado de la UBA recibido en diciembre. “Primera generación universitaria”, es lo primero que dice, orgulloso. No da vueltas: “Milei se mete con las universidades porque viene a cambiar la matriz del estado nacional, ni más ni menos”.

¿Un antes y un después tras las últimas elecciones? “Fueron un voto castigo hacia el gobierno, así que Axel no debería subirse al barco de la victoria. Debemos estar todos juntos para derrotar a este gobierno que es totalmente antipatria, antinacional, oligárquico aristocrático, y que se maneja siempre al margen de la ley”. 

Milei presentó el lunes por la noche en cadena nacional el Presupuesto 2026, que le asigna 4.8 billones de pesos a las universidades nacionales, con un aumento para Educación de un 8% y de Salud de un 17% por encima de la inflación.

Opina Álvaro: “La suba es paupérrima y para lo único que serviría es para equiparar los gastos del año anterior y del anterior también, porque no nos olvidemos que hace dos años que gobiernan sin ley de presupuesto”. 

Hay muchas banderas argentinas. Grandes y chiquitas. Muchas remeras de la Selección Nacional. Hay un solazo impresionante que presagia un día sin nubarrones. Y hay dos votaciones en la Cámara de Diputados.

De nuevo, un cartón escrito con fibrón expresa mucho de lo que pasa:

“La motosierra no piensa, la universidad pública sí”.

La multitud y el palacio
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.024